24. NORMALIDAD

Es difícil, pero lo intentan, y después de algunas semanas parece que todo vuelve a fluir con relativa normalidad entre ellos. Dejan de evitarse todo el tiempo e incluso empiezan a sentarse juntos en clase. James y Peter dejan de mirarles raro y de hacerse y hacerles preguntas. Es difícil, pero Remus intenta sobreponerse como mejor sabe, lamiéndose las heridas en silencio y disimulando. Está acostumbrado a disimular, así que no es tan grave. Finalmente, hasta él mismo empieza a olvidarse un poco de que una vez estuvo perdidamente enamorado de Sirius Black y poco a poco consigue pensar en él como piensa en James o en Peter. Como un buen amigo. Lo consigue casi todo el tiempo, aunque algunas noches, cuando los demás duermen y la habitación queda en silencio, se permite soñar con aquel beso a escondidas y nadie puede culparle si imagina unas manos que no son las suyas debajo de las sábanas y de su ropa interior. Cuando al fin libera su cuerpo de la tensión el rostro que aparece es siempre el mismo. Pero a la mañana siguiente Remus ha olvidado los ojos grises y la sonrisa de perro satisfecho y su corazón recupera el ritmo y todo vuelve a ser normal. O casi.

Pocos días después de la conversación, Sirius empieza a coquetear con una chica, una tal Aureline, de Ravenclaw. Lista y muy, muy guapa: ojos azules como el cielo y labios siempre pintados de rojo cereza. Morena y casi tan alta como Sirius. Justo el tipo de chica con el que se espera que alguien como él tenga una relación seria. Se sientan juntos en las clases en las que coinciden y pasan juntos todo el tiempo que pueden. Sirius suele desaparecer a menudo y vuelve horas después con los labios colorados y marcas en el cuello. Los demás Merodeadores bromean sobre su relación, sobre lo "pillado" que está esta vez. Bromean James y Peter, Remus calla, agacha la mirada y aprieta los dientes cuando nadie le ve.

Pero vuelven a ser amigos y Remus no quiere estropear eso por nada, así que se esfuerza en sonreír y bromear con los demás, ayuda a Sirius a cubrir sus escapadas y escucha con fingida atención cuando cuenta a los demás cómo ha sido un beso, o cuando narra cómo tenía la mano debajo de su falda. Nadie es testigo de sus lágrimas de rabia cuando cae la noche y se refugia tras las cortinas de su cama

.

-¿Una qué?

-Una cena. En Hogsmeade, este fin de semana. Los cuatro. Lily y yo. Aureline y tú.

Sirius se tumba en la hierba. Por fin parece que los días son menos fríos, y están tan desesperados porque llegue el buen tiempo, que aprovechan el más mínimo rayo de sol para tumbarse junto al lago y dejar atrás el frío del invierno. Falta poco para la cena, Remus está en la biblioteca terminando su trabajo de Aritmancia y Peter se ha quedado en la sala común, enzarzado en un juego de gobstones con algunos alumnos de sexto, pero Sirius necesitaba un poco de aire fresco y James no ha dudado en acompañarle.

-Una cena, ¿eh?

-Ha sido idea de Lily.

-Por supuesto ha sido idea de la pelirroja.

Desde aquella salida a Hogsmeade los dos solos, después de que Lily besara primero a Remus y luego a James, se les suele ver juntos. James y Lily se han convertido en amigos y últimamente, tal como James no se cansa de pregonar, en algo más. No es raro que la gente se refiera a ellos como pareja y parece muy lejano el momento en el que los dos apenas podían estar en la misma habitación sin que saltaran chispas de la varita de Evans. Normalmente hechizando a James de una u otra forma.

-¿No te parece una buena idea?

-No lo sé, James.

-Creí que te apetecería. Se os ve bien juntos y Lily y yo pensamos que podíamos salir los cuatro, ya sabes, para conocerla mejor.

-No hace falta, Cornamenta.

-¿Cómo que no hace falta? –pregunta James con curiosidad-. Es tu novia y tú y yo somos amigos. ¡No es normal que la tengas escondida! Lo lógico sería que formara parte del grupo y dejara de sentirse una extraña. Además, así podríamos salir en parejas… Sería divertido.

-Es que no sé si quiero que forme parte del grupo.

James lo mira como si le hubiera crecido otra cabeza.

-¿Por qué no? Es tu novia, Sirius, no puedes mantenerla alejada de todo... ¡No puedes mantenerla alejada de nosotros! Lily forma parte del grupo.

-Lily es distinta. Ella es amiga de Remus y tú llevas detrás de ella desde primero…

-No te entiendo –murmura James dejándose caer a su lado-. Creí que esta vez ibas en serio. ¿Es que no te gusta Aureline? Pasáis mucho tiempo juntos.

-Lo sé.

Pasan unos minutos en silencio. Sólo se escucha el piar de los pájaros sobre el lago y las voces lejanas de los alumnos que, como ellos, apuran los últimos minutos de libertad antes de la cena.

-Creo que voy a cortar con ella.

James se sienta de golpe.

-¿Qué? ¿En serio? ¿Pero por qué? ¿Qué ha pasado?

-Nada -Sirius se levanta sacudiéndose los pantalones-. Supongo que no es lo que esperaba. Ella quiere seguir avanzando y… no sé, no me veo pasando mis próximos años con ella.

-¿Estás seguro?

-Sí.

-Bueno, yo sí que me imagino pasando el resto de mi vida con Lily, creo que es lo normal… Así que si tú no sientes lo mismo por ella… -James se pone también en pie y le coloca una mano en el hombro -¿Estás bien?

Sirius le mira, sorprendido por su seriedad y su preocupación.

-Claro que sí. ¿Por qué no debería de estarlo?

-No sé… Yo estaría hecho polvo si decidiera cortar con Lily.

-Yo que tú no me preocuparía, Cornamenta, eso no pasará nunca. Al final será ella quien te deje a ti.

-¡Eh!

Sirius aguanta el codazo con una sonrisa.

-Y de todos modos, supongo que Aureline no es como Lily.

-Pero aun así…

-Creo que ése es el problema, ¿sabes? –sonríe con tristeza-. Soy consciente de que no siento por ella lo mismo que tú sientes por Lily. ¿Cómo voy a comprometerme con una persona que no lo significa todo para mí?

James lo mira en silencio unos segundos.

-¿Hay alguien más?

Sirius le mira sin saber muy bien qué contestar.

-¿Por qué dices eso?

James se encoge de hombros.

-No lo sé. Estás raro. Muy raro. Desde antes de salir con Aureline, de hecho. Al principio creí que era porque ella te gustaba, pero ahora dices que no quieres seguir con ella, así que lo único que se me ocurre es que hay alguien más. ¿Es eso? ¿Hay otra persona?

-No lo sé –dice al fin-. No estoy seguro, James.

-Tiene novio, ¿no es eso?

Sirius sonríe.

-Es… un poco más complicado que eso.

-Así que sí que hay alguien –Pero Sirius no contesta- ¿Quieres contármelo?

Sirius le mira barajando la idea, pero finalmente sacude la cabeza.

-No de momento, James. Lo siento.

James asiente.

-Bueno, no te preocupes. Al final todo encajará y encontrarás a esa persona, Sirius. Estoy seguro de que tú también encontrarás a tu Lily Evans.

-Sí –murmura Sirius con la mirada fija en la punta de sus zapatos y las manos en los bolsillos-. Quizás.

-… Y ya sabes, cuando quieras hablar…

-Gracias, James.

-Claro –dice James dándole unos golpecitos cariñosos en la espalda-, ¿para qué están los amigos?

.

Aureline no se muestra muy contenta cuando ese fin de semana Sirius le dice que es mejor dejarlo. No entiende por qué lo tienen que dejar si todo va bien entre ellos, "si somos la envidia de todo el colegio", protesta.

-¿No has visto cómo nos miran? Hacemos tan buena pareja…

Pero Sirius se mantiene firme en su decisión.

-Lo siento. Eres una buena chica, pero no me veo en un futuro contigo. Lo siento.

Después de eso todo son insultos. "Inmaduro, egoísta…"

-Seguro que me estás engañando con otra, es eso, ¿verdad?

De nada sirve que Sirius le asegure que no hay otra chica, ella sigue en sus trece, hasta que, cansada de discutir se da la vuelta y desaparece por el pasillo sin volverse a mirarle una sola vez.

Extrañamente, después de eso Sirius se siente un poco mejor. Liberado. Creía que podía llegar a sentir algo por Aureline, le pareció una chica inteligente y guapa. Creía que con el tiempo se acostumbraría a estar con ella y dejaría de pensar en otras cosas… Pero no ha funcionado. Cada vez que la besaba se imaginaba que eran otros labios los que estaban sobre los suyos. Cada vez que intentaban mantener una conversación se descubría pensando en otra cosa. Todavía no entiende qué es lo que le pasa. Creía que lo tenía claro: a él no le gusta Remus. ¡No pueden gustarle los chicos! Aquel beso fue un desliz, un error. Ya lo han hablado y todo ha quedado claro: entre ellos sólo hay amistad porque a Sirius . .chicos.

¿Entonces por qué nota esa opresión en el pecho cada vez que piensa en él?

Últimamente Remus pasa bastante tiempo separado de ellos, no es raro verle en compañía de otros alumnos, especialmente esa chica bajita de Ravenclaw. Sirius los ha sorprendido varias veces charlando en la biblioteca. La mirada de su amigo es como siempre indescifrable, pero está claro lo que ella piensa de él, prácticamente se lo come con los ojos. Sirius no puede evitar sentir una especie de nudo en el estómago cada vez que los ve juntos. ¿Le gustará la chica? ¿Y si empiezan a salir juntos?

A Sirius no se le ocurre pensar que, de hecho, él ha estado saliendo con una chica y que, evidentemente, Remus es libre para estar con quien quiera. No se le ocurre pensar que el licántropo también pudo sentirse dolido cuando apenas unos días después de aquella extraña conversación en la que Sirius le aseguró que le gustaban las chicas, Sirius se acercó a Aureline justo cuando Remus pasaba junto a ellos y le plantó un beso en los labios para preguntarle si quería salir con él. No lo hizo por maldad, claro, ni lo hizo para herir a Remus. Sólo necesitaba asegurar sus palabras con hechos, por eso decidió que salir con una chica era la mejor manera de poner punto final a aquello que no debería haber empezado.

Remus no dijo nada, claro. Sonrió cuando Sirius les contó más tarde que Aureline y él salían juntos y nunca se mostró enfadado ni molesto cuando Sirius desaparecía después del toque de queda para aparecer horas más tarde con el cuello lleno de carmín y la camisa a medio abrochar.

Tal vez fuera eso lo que más molestó a Sirius. No hacía aquello para poner a Remus celoso, pero le dolía que no se mostrara ni siquiera un poco molesto. Y ahora que cambiaban las tornas, Sirius se daba cuenta de lo furioso que le ponía el hecho de que a él sí le molestara que Remus pudiera salir con alguien.

¿Pero qué esperaba? Había sido él quien había asegurado que no le gustaban los chicos. ¿Por qué le molestaba tanto que Remus besara a una chica?

Sirius se detiene cuando escucha unas voces en el pasillo, un poco más adelante. Se supone que debería estar en la habitación, hace rato que ha sonado el toque de queda y no debería de haber nadie por los pasillos. Sirius mira el mapa, que ha cogido prestado a James y se sorprende al ver el nombre de Remus dibujado casi junto al suyo. Se sorprende aún más cuando lee el nombre que aparece junto al del licántropo.

¿Justin?

Al principio piensa que el mapa está equivocado. Después de todo aún no lo han terminado y todavía se equivoca de vez en cuando. Sirius da un par de pasos lo más silenciosamente que puede.

-Shhh, nos van a oír.

La voz de Remus es apenas un murmullo, pero Sirius puede escucharla a la perfección y su corazón se acelera.

-No te preocupes, todo el mundo está en su habitación…

Parece que después de todo el mapa no se ha equivocado. ¿Justin no es ese chico rubio de Hufflepuff? Cree que está en su mismo curso, pero no está seguro… Ahora que lo piensa, últimamente lo ve mucho junto a Remus en la Biblioteca. ¿Qué hace allí con Remus?

-No deberíamos estar aquí.

-Eso seguro –murmura el animago para sí empezando a enfadarse.

-Vamos, Remus. Sólo quiero volver a besarte. Has estado esquivándome todo el día…

QUÉ.

-Justin…

¿Un chico?

Se escucha el roce de ropas y Sirius se enciende al imaginar lo que están haciendo, allí, a oscuras ¿De verdad se están besando? Sin pensarlo realmente enciende la varita y avanza hacia ellos. La luz les da de lleno en la cara haciéndoles guiñar los ojos.

-Buenas noches, prefecto –pronuncia la última palabra casi con desdén.

-Sirius…

-Y… ¿Justin?

El chico parece un poco aterrorizado.

-H-hola –saluda el muchacho nervioso, alejándose un par de pasos de Remus-. Yo ya me iba…

-Genial –murmura Sirius con desprecio-. Más vale que no te pillen a estas horas fuera de la cama o te meterás en un buen lío.

El chico se reacomoda la ropa y se aleja de allí corriendo. Sirius y Remus se miran hasta que el sonido de sus pasos se pierde en el pasillo.

-Vaya, vaya, esto sí que ha sido una sorpresa –Remus no contesta. Parece avergonzado-. Creí que salías con alguien, pero, ¿ese crío? ¿En serio?

-No es un crío –murmura Remus alzando un poco la barbilla.

-Ya veo… Justin y tú parecéis muy íntimos.

Hay algo en su manera de pronunciar esa palabra que duele a Remus más de lo razonable.

-No es asunto tuyo.

-Creí que no te gustaban los chicos –Remus baja la mirada, dispuesto a no decir nada-. ¿Te gusta Justin? –pregunta Sirius en voz más baja.

Remus le mira al fin y Sirius se sorprende un poco al ver el dolor en sus ojos.

Una vez. Besó a Justin una vez, poco después de que Sirius les anunciara orgulloso que estaba saliendo con aquella chica. Sabía que tenía fama de besar a otros chicos y quiso probar… Para asegurarse de que él no era así o para quitarse el sabor de Sirius de los labios, no está seguro. Quedó con él, y se besaron, y cuando Justin quiso llegar más lejos Remus le detuvo y se apartó con una excusa, y desde entonces Justin lo persigue, intentando volver a repetir aquel beso, buscando algo que Remus no está dispuesto a entregar.

No puede contarle todo eso a Sirius. No puede confesarle que besó a Justin por despecho y que ahora no puede deshacerse de él.

-¿Y qué más te da? ¿No puedo hacer con mi vida lo que quiera? Tú te enrollaste con Aureline días después de besarme, ¿por qué no puedo yo buscar también a alguien que me haga compañía de vez en cuando?

Quiere marcharse, alejarse de Sirius y respirar, deshacerse de toda la rabia que le inunda, pero Sirius le sujeta del brazo. Le dice "No me jodas". Le repite: "No me jodas, Lupin" y Remus quiere soltarse, quiere desaparecer, escapar de allí, pero Sirius le agarra fuerte y le lanza contra la pared con un poco de brusquedad y con la misma brusquedad se acerca a él y antes de que Remus pueda protestar por el golpe Sirius le está besando.

Remus no cierra los ojos, no hace mucho aparte de quedarse quieto hasta que Sirius se separa de él, un poco enfadado. Parece un poco enfadado. Remus abre la boca para decir algo, pero no sabe el qué y de todos modos da igual, porque Sirius le está mirando tan intensamente que él no sabe qué hacer o dónde esconderse.

-Todo lo que te pasa a ti es asunto mío, ¿entiendes? -murmura enfadado, tan cerca que Remus apenas puede respirar.

Y asiente, ¿qué otra cosa podría hacer?

Y Sirius vuelve a besarle, enfadado, alterado. Remus siente su boca contra la suya y su cuerpo aplastándole contra la pared. No puede pensar, apenas consigue respirar. El gemido de Sirius contra sus labios le acelera tanto el pulso que casi se le nubla la vista. Sirius le está besando. Otra vez.

Por dios.

Y consigue abrir la boca y el roce de su lengua entre los dientes es tan intenso que apenas puede soportarlo. Tiene ganas de gritar y de llorar y al final lo que sale de su garganta es una especie de lamento o gemido mientras Sirius sigue aplastándole contra el muro de piedra. Con todo su cuerpo.

Todo se vuelve urgente y rápido, el pulso acelerado, la respiración desbocada, las manos... No sabe dónde colocar las manos, Sirius tiene las suyas contra la pared y él se agarra a sus ropas, tirando de la camisa, agarrándose a la hebilla de su pantalón para no caerse y entonces lo nota. Allí, entre sus piernas. Sirius está duro contra él y ese descubrimiento le corta el aliento durante un par de segundos llegando incluso a interrumpir el beso.

-Sirius...

Pero su murmullo se pierde entre los gemidos de Sirius contra su cuello.

-Cállate. Cállate, por dios.

Y se calla. Obedece, atrapado por los mordiscos de Sirius en su cuello y el tanteo de sus manos grandes bajo su camisa. "Cállate", insiste, a pesar de que no ha vuelto a hablar, porque no puede. No puede hacerlo, no puede casi pensar. Sirius le está mordiendo el cuello y luego nota el roce de su lengua entre los dientes justo en el hueco junto a su hombro y Remus se derrite mientras Sirius repite la misma palabra, "cállate", una y otra vez, entre beso y beso, entre mordisco y mordisco. Las piernas apenas le sostienen. Todo se vuelve líquido y brillante y joder, esa dureza contra la suya y Sirius moviéndose, embistiendo contra él. Despacio, y luego no tanto, y el aliento en la cara y el sudor y los jadeos descontrolados contra su oído y las manos en sus caderas, el roce de sus dedos y las uñas clavándose en la piel y otra vez esa sensación.

-Sirius, por favor, si no paras...

Su voz. Apenas puede oírla. Traga saliva, agarrado a los hombros de Sirius, casi sin poder tenerse en pie.

-Sirius...

-¿Quieres que pare? -La voz de Sirius también suena estrangulada, contra su cuello. Remus nota su pelo en la cara-. Porque yo no... No creo que pueda, Remus.

Los movimientos cesan un segundo, mientras Sirius lo mira a los ojos y Remus se deshace. Supone que la expresión de Sirius es un reflejo de la suya, despeinado, sudando, con un brillo en los ojos de descontrol. De deseo. Nunca ha visto esa expresión, nunca se la ha dirigido a él.

-No creo que...

Y Remus no le deja terminar. Se agarra a su camisa y le besa. Con fuerza. Y deja que Sirius siga embistiendo, cada vez más rápido y Remus sabe que no podrá detenerse a tiempo, pero no le importa. No le importa nada que no sea el cuerpo de Sirius contra el suyo y su aliento en el cuello.

Calor.

Hace tanto calor.

Cuando llega es tan intenso que casi no puede sostenerse en pie. Sirius sigue empujando un rato más hasta que también él se detiene, con la cabeza sobre su hombro, tratando de relajar la respiración.

-Joder.

Remus traga saliva sin saber muy bien qué hacer. Mirarle no parece una buena opción. Tiene los pantalones mojados y el corazón en la garganta. Sirius se separa un poco. Solo un poco. Y le mira a los ojos. Está a punto de hablar, de decir algo cuando Remus le interrumpe.

-Esto no ha pasado.

Sirius abre la boca sin saber muy bien qué decir. Remus se recoloca la ropa y le empuja un poco para separarse de él.

-¿Pero qué…? Remus, espera… ¡Espera!

Remus se sacude la mano de Sirius de su brazo con un movimiento brusco.

-¡Suéltame!

Los dos se quedan un rato mirándose., sin saber muy bien qué hacer a continuación.

-No quiero que vuelvas a acercarte a mí –dice el licántropo, enfadado.

-Remus…

-¡No te acerques a mí! –grita enfadado-. No quiero ser el segundo plato de nadie. ¡No voy a rebajarme a eso!

Sirius le mira sorprendido.

-Qué.

-Después de besarme me dejaste muy claro que no eras gay y estás saliendo con una chica. ¿En qué lugar me deja eso?

Sirius parece pensarlo un momento.

-No lo sé. Yo sólo…

-¿Sabes qué creo? Que te estás aprovechando de mí.

-¡Oh, vamos!

-No quiero ser la fulana de nadie, Sirius –protesta el licántropo conteniendo las lágrimas.

-¡No digas tonterías, Remus! ¿Cómo puedes pensar algo así?

-¿Tonterías? Quizá para ti sea una tontería engañar a tu novia mientras te enrollas conmigo a escondidas, pero, ¿sabes qué? yo no soy así. Yo no soy como tú –escupe.

Sirius parece enfadado.

-No lo entiendes… Aureline y yo…

-No. Quien no lo entiende eres tú. Crees que puedes hacer con los demás lo que te dé la gana, que puedes conseguir que todos bailen a tu ritmo. Pues, ¿sabes qué? Yo no soy así. No estoy dispuesto a engañar a nadie. Yo tengo claro lo que quiero y tengo claras mis preferencias…

-Es por Justin, ¿verdad?

Remus parpadea sorprendido.

-¿Justin?

-Estás saliendo con él, ¿no es así?

-¡Deja a Justin fuera de esto!

El rostro de Sirius se endurece.

-¿Tanto te gusta?

Remus quiere gritarle, hacerle entender que Justin no significa nada, que siempre ha sido él, que es Sirius el que le quita el sueño por las noches cada noche desde que era apenas un crío, que se muere por volver a besarle como hace un rato, pero que sólo quiere besarle a él, que no quiere compartirle con nadie, ni con Aureline ni con nadie. Que no quiere esconderse por estar enamorado de él.

Pero en vez de eso toma el camino fácil.

-Sí –no quiere darse cuenta del gesto de dolor en el rostro de Sirius. No quiere verlo-. Justin y yo estamos… saliendo. Y te pediría que no interfirieras en nuestra relación.

Tiene que hacer un esfuerzo enorme por contener las lágrimas cuando pasa a su lado, camino de la habitación. Es mejor así, se dice. Es mejor olvidarlo todo.

-Remus…, Remus, por favor…

No se detiene. No puede enfrentar a Sirius ahora. No quiere. Es mejor así.

.

-¿Lo has oído? Sirius ha cortado con Aureline. ¿Remus?

-Sí, algo he oído.

Lily suspira, quitándole el libro de las manos. Están sentados en un banco del atrio.

-¿Me devuelves mi libro, por favor?

Intenta alcanzarlo, pero Lily esconde el libro detrás de su espalda.

-Claro, cuando respondas a mi pregunta.

-¿Qué pregunta?

La voz de Lily se suaviza.

-¿Cómo estás?

-Ya te lo he dicho, Lily –suspira el licántropo con fastidio-. Lo de Sirius es agua pasada, ¿ok? Todo quedó en un beso a escondidas la mañana de navidad. Punto. Fin de la historia.

No ha tenido valor para contarle a su amiga lo que pasó la otra noche. No se atreve a revivir aquel beso en el pasillo y aquellas duras palabras más tarde, mintiéndole a Sirius sobre su relación con Justin, mintiéndole sobre sus propios sentimientos.

-¿Sabes por qué han cortado?

-No.

Remus se repite que no es por él. Que Sirius no ha dejado a su novia por él. No quiere creer algo así.

-Dicen que ella quería formalizar la relación.

-Pues se ve que no lo conocía tan bien, ésa es, probablemente, la peor manera de conservar a Black.

-James me dijo que llevaba días pensando en dejarla. Desde antes de la escapada a Hogsmeade, ¿sabes? James le propuso que trajera a Aureline a cenar con nosotros y él le dijo entonces que su relación no iba bien… Que estaba condenada desde el principio.

Remus levanta la vista.

-¿Eso te dijo James?

-Sí. Llevaba tiempo pensando en cortar con ella, pero no lo hizo hasta el domingo.

-¿El domingo? –pregunta sorprendido.

-Eso creo.

Pero entonces, eso quiere decir que… ¿Ya habían cortado cuando le besó?

-Pero yo creía… Creía que cortaron ayer –murmura el licántropo nervioso.

-Parece que ella no dijo nada porque esperaba que él cambiara de opinión, y por lo que sé, Sirius tampoco dijo nada hasta ayer, pero el domingo por la mañana Sirius habló con ella y le dijo que quería dejarlo… O eso me ha dicho James.

Remus se revuelve el pelo, enfadado y nervioso.

-Maldita sea.

-Era una relación rara, se veía desde el principio. Sirius empezó a salir con ella poco después de vuestro… incidente, ¿verdad?

-Empiezo a arrepentirme de haberte contado aquella conversación.

-Eso no te lo crees ni tú. ¿Qué habrías hecho sin nadie a quien llorar tus penas?

-Habría sufrido en silencio.

Como ahora.

Lily le devuelve el libro con un resoplido de fastidio.

-Yo creo que Sirius está confuso. Que siente algo por ti, pero le da miedo aceptarlo por todo lo que supone, y que salió con ella para…

-Ya basta, Lily. Por favor.

-¡Pero es verdad! Hay algo en la manera en que te mira… ¡No puedes no haberte dado cuenta!

-Escucha, Sirius me besó, y fue lo más maravilloso del mundo. Por un momento creí que todos mis sueños se habían hecho realidad, que tal vez él sintiera algo por mí después de todo. Pero luego se arrepintió y me dijo que todo había sido un error, y no imaginas lo miserable que me sentí entonces. Fue una experiencia muy desagradable, te lo aseguro, y no tengo ganas de volver a hacerme ilusiones para volver a equivocarme.

-Te mira diferente –insiste Lily, desesperada por hacerle ver su razonamiento-. Más dulce… No sé, es diferente cuando mira a James o a Peter. Y –hace una pausa dramática, intentando capturar la atención de su amigo, que rebusca entre las páginas del libro el punto en el que Lily le interrumpió- he visto cómo te toca.

Remus alza una ceja.

-Me toca.

Lily resopla otra vez.

-Parecen roces casuales, pero fíjate, Remus –añade bajando la voz en plan conspiratorio-, te roza cuando no tiene por qué hacerlo. Cuando coméis, cuando camináis por los pasillos, ¡en clase de Pociones!

-¿Quieres dejarlo ya?

-¡Pero es que…!

-Por favor, Lily –y la mirada de Remus es tan desesperada que finalmente Lily se rinde con un suspiro.

-Está bien, Remus.

-Buenos días, pareja.

Los dos se quedan paralizados al escuchar la voz clara y seria de Sirius a sus espaldas. ¿Cuánto tiempo lleva ahí?

-Black.

-Evans.

James se sienta al lado de Lily en el banco. Sirius se queda de pie, con la espalda apoyada en una columna y los brazos cruzados sobre el pecho.

-¿De qué hablabais?

-De nada –contestan los dos a la vez.

James y Sirius intercambian una mirada.

-¿Secretos con mi futura esposa, Remus?

-¿No vas muy rápido, Potter?

-Nunca lo suficiente, Evans.

Remus vuelve a cerrar el libro, resignado a no seguir leyendo de momento.

-He oído lo de Aureline –dice Lily en voz baja, atenta a la reacción de Sirius-. Lo siento.

Sirius aprieta los labios.

-Ya. Bueno, no importa, ya encontraré a alguien.

-Claro. Alguna habrá que no quiera pasar el resto de su vida contigo –añade James.

Lily le da un codazo.

-Nunca he sido una persona de relaciones largas. Si no lo sabía era su problema –se defiende Sirius sin apartar de ella la vista.

Remus se pone en pie sin mirar a nadie.

-Será mejor ponerse en marcha si no queremos llegar tarde. Está a punto de empezar la clase.

Sirius y Lily aún se sostienen la mirada un momento antes de seguir a Remus y a James de camino a clase.

El licántropo no vuelve a dirigir la palabra a nadie y cuando entra en clase busca un sitio bien lejos de sus amigos. Nada más sentarse, siente la mirada de Justin a un par de asientos de distancia, una sonrisa tímida que hace que Remus resople con disimulo. Lo que no ve, es la expresión enfurecida de Sirius al descubrir el intercambio de miradas.