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Capítulo 6: Cara a cara con el demonio

Hermione no entendía en que momento había comenzado a enloquecer, o tal vez era posible que se hubiera quedado dormida mientras leía algún libro. Aunque eso pareciera poco probable ya que no estaba lo suficientemente cansada como para que eso llegase a ocurrir. El tema de la locura, no parecía agradarle, pero no tenía otra explicación a lo que veía, salvo que estuviera delirando de fiebre. Intentó tocarse la frente, sin embargo su cuerpo no respondió, estaba paralizado en el umbral de la puerta, sin poder quitar la vista de aquel cuerpo que tanto se le parecía a Draco Malfoy.

-Pero no es él... es imposible que este aquí- se intentó convencer sin pronunciar una palabra.

Se fijo en los ojos de Draco, tan fríos como los recordaba, tan mortiferos para si misma como el peor de los hechizos y sintió unas enormes ganas de correr. El miedo la embargó completamente, acelerando sus latidos cardiacos, sintiendo la presión de la sangre en un pitído que le inundaba los oídos. Huir de aquella pesadilla, era lo mejor que podía hacer, sin embargo su cuerpo se negaba, no podía mover ni un sólo músculo para volver sus pasos y borrar aquella imagen que veía.

-Es una ilusión, un juego macabro de mi mente- se repetía, queriendo negar que aquello era cierto.

Pero ahí lo tenía, lo veía más claro que nunca; su cuerpo, su mirada, su cabello, todo indicaba que era él, ¿que tan real era?, aún no lo sabía y no quería comprobarlo.

Draco estaba igual de quieto que ella. Su mente trabajaba en darle sentido a toparse frente a frente con alguien como Hermione Granger en un lugar así. Se sentía sorprendido, aunque su expresión seria y fría no lo demostrara, pero no había duda de que aquella imagen le había provocado una reacción inesperada.

La reconoció enseguida, mantenía aquel indomable cabello castaño, que en esos momentos llevaba atado, dejando caer ciertos rizos sobre su rostro. Sus facciones seguían siendo las mismas que recordaba, aunque en esos momentos estuvieran paralizadas en una mueca de sorpresa y en sus ojos creciera una chispa de temor. Esto último fue lo que le eliminó cualquier duda que lo estuviera confundiendo, era ella, luego de cinco años el destino los cruzaba nuevamente.

¿Por qué estaba ahí?, se preguntaba Draco deshaciéndose de la sorpresa. Ahora lo rondaba la intriga, jamás pensó encontrársela ahí, de hecho no habría querido verla de nuevo nunca más. Había pasado años intentando desaparecerla de sus pensamientos, al igual que lo había hecho con todos los recuerdos de su época escolar, los había almacenado en un lugar oscuro de su mente y ahora aquella mujer que le provocaba los más repulsivos sentimientos, la culpable que de vez en cuando tuviera las más vívidas y confusas pesadillas, aparecía de la nada, en aquella casa. Provocándole una mueca de repulsión en su labios.

- ¿Malfoy?- murmuró Hermione en estado de shock, sintiendo como el terror que la embargaba refulgia en sus ojos, la angustia le oprimía el pecho, y la desesperación le provocaba temblores en las piernas.

- Sangre sucia- siseó Draco haciendo que todos, incluida Hermione se fijaran aún más en él.

No supo porque aquello había salido de sus labios, llevaba cinco años sin usar aquel insulto y en ese momento se escabulló desde lo más profundo de su cuerpo. Eso era lo que Hermione le provocaba, por lo que tanto la despreciaba.

Aquellas dos palabras bastaron para que Hermione no tuviera ninguna duda. No había muerto. Era él. Aquel insulto que aún retumba en sus oídos le encendieron todo el odio que albergaba para aquel hombre. El único por el cual sentía tan negativo y fuerte sentimiento.

- ¿Qué haces tú aquí?- logró pronunciar Hermione, sonando como un grito entrecortado.

Draco la miró aún más intensamente, al escuchar como Hermione le gritaba con la voz claramente afectada, mientras lo apuntaba acusadoramente con un dedo.

Su rostro serio se volvió aún más tosco al verse cuestionado por ella.

- Eso mismo me preguntó yo... ¿qué haces tú aquí?- le respondió devolviéndole la pregunta, con una voz mucho más segura que ella y claramente mucho más fría y potente.

- No puedo creer que seas Hermione Granger- murmuró Blaise Zabinni desde más atrás, totalmente incrédulo ante la revelación.

Tanto Hermione como Draco lo miraron unos segundos, pero rápidamente siguieron con su duelo de miradas. A ella le sorprendió verlo también a él en un lugar como ese, pero la mayor impresión sin duda se la había provocado el rubio. Al único que no deseaba por nada del mundo volver ver era a él.

- Veo que se conocen- intentó decir Martha notando la situación y el tenso ambiente que había inundado todo.

Los demás presentes permanecían en silencio, observando las claras muestras de que aquel encuentro era todo lo contrario a un buen momento para los involucrados.

- Vaya, que interesante verte por aquí... Granger- comenzó a decir Draco tomando el control de si mismo y de la situación, esbozando una media sonrisa de diversión en su rostro.

- No te atrevas a hablarme- exigió Hermione con los dientes apretados y los puños totalmente cerrados en sus palmas.

- Dejame pensar, qué puede estar haciendo la perfecta prefecta, la mejor bruja de su generación en un lugar como este- continuó hablando Draco desestimando la exigencia de Hermione. Sonriendo con ironía a cada palabra que pronunciaba al recordarle aquellos adjetivos que supuestamente la definían.

- Maldito bastardo- le gritó Hermione avanzando dos pasos.

La rabia comenzaba como un volcán en plena erupción a inundar su cuerpo, quería callarlo, abofetearlo, hacer cualquier cosa que pudiera silenciarlo y si tenía suerte desaparecerlo de su presencia.

Draco ni se inmutó frente a aquel arrebato, su mirada penetrante no se vió interrumpida.

- ¿Qué paso? ¿Acaso tus amiguitos se aburrieron de tí?- siguió indagando, en tono más irónico que de real interés.

- Se supone que deberías estar muerto- le dijo Hermione, de forma más parecida a un gruñido que otra cosa.

- Se supone- le sonrió él sombriamente- ¿eso es lo que esperabas?- preguntó de manera retórica.

Hermione velozmente pensó en aquella pregunta ¿Acaso era lo que deseaba? ¿Saberlo muerto?. Se recriminó inmediatamente por siquiera haberse preguntado aquello, era lógico que eso era lo que quería, lo había esperado e intentando asumir por todo ese tiempo, que Draco Malfoy, aquel demonio que tenía enfrente, había muerto y con eso, desaparecido para siempre de su vida, aunque eso nunca fuera completamente posible. Lo mejor que hubiera podido pedir era saberlo muerto y enterrado para siempre y no agobiándola con su inesperada presencia cuando ya su vida estaba lo suficientemente alterada por causa del Ministerio.

- Sí, deberías estar muerto, pudriéndote en el infierno- le respondió escupiendo las palabras.

Aquella forma de hablar, sorprendió a todos alrededor, Sandor y Martha miraban sin entender nada y Blaise estaba anonadado por el odio que mostraba Hermione en su reacción. Jamás la había visto actuar así en sus años de colegio, cada poro de su piel destilaba aquel sentimiento cuyo único blanco resultaba ser su amigo, que parecía hacer caso omiso a lo que pasaba. Zabinni no dejó de preguntarse a que se debía aquella reacción, pero guardó silencio, esperando su momento.

- En tus sueños Granger, no me iré tan fácil, no dejaré que nadie se quede con lo mío- le aclaró con firmeza.

Aquellas palabras inconscientemente hicieron desestabilizar a Hermione, dió un paso en falso hacia atrás, pero cuando notó que Draco sonría ante aquel gesto, nuevamente se enfureció.

- Lo único tuyo es una estadía completa en Azkaban, eso es lo único que un ser como tú se merece- le lanzó Hermione, volviendo a retomar toda la fuerza.

- ¿Así? y quién me llevará allá... ¿lo harás tú? La gran heroína que según parece, ahora es una fugitiva. Dime por qué razón estas aquí, acaso organizaste una nueva liberación de los estúpidos elfos que al inútil de Rogers no le agradó. Claro, no tendría quien le limpiara los zapatos que tú y las ratas de tus amigos le lamen día a día- le cuestionó con ironía, causando una carcajada por parte de Blaise que fue mal vista por Sandor, quien le lanzó una mirada reprobatoria que lo silenció en un segundo.

- Si es necesario, te encerraré yo misma, para que pagues todo lo que has hecho- le respondió controlando sus manos inquietas, omitiendo todos aquellos comentarios.

Una risotada oscura se le escapó a Draco, que retumbó fuerte en las paredes de aquella habitación, pero no mermó en nada la actitud desafiante de Hermione.

- No me hagas reír- le restregó Draco.

- No soy tu payaso- murmuró Hermione tan furiosa que sus ojos ardíaban en fuego.

- No, no tienes ni un poco de gracia, pero si recuerdo que puedes servir para otra cosa...- comenzó a decir lentamante Draco, saboreando las palabras que decía, viendo como aquella alusión a su último encuentro desfiguraba el rostro de Hermione.

La reacción de Hermione fue tan inmediata y veloz, que ninguno de los presentes, ni siquiera Draco, logró percibirla ni detenerla antes de que ésta estampara su mano en la mejilla del rubio. Aquella bofetada que llevaba conteniendo desde el segundo instante en que lo reconoció resonó fuerte en la cara de Draco, que no se volteó ante la fuerza, pero que inmediatamente comenzó a sentir el ardor en aquella zona y que iba en aumento a cada zumbido que percibía en sus oídos.

Draco Malfoy no se lo esperó, aquel toque de Hermione le escoció la piel, pero aún más el orgullo. Antes siquiera que Hermione retirara completamente su mano, la tomó con fuerza, sosteniéndola, atrapando también su otro brazo de manera brusca, enterrando sus dedos en la delicada piel de la mujer.

- Maldita sangre sucia- le murmuró iracundo, sacudiéndola a cada palabra.

- Sueltame, Malfoy- le exigió entre un quejido de dolor.

- Nunca, escuchame bien, nunca vuelvas a tocarme- le siseó entredientes. Escuchando como los demás se ponian en alerta y el miedo nuevamente bañaba los ojos de Hermione.

- Sueltala Draco- le gritó Martha.

- ¿Que ocurre aquí? No vamos a permitir problemas en esta casa y menos un comportamiento como ese Malfoy- le aclaró enfadadamente Sandor.

Draco apretó aún más los brazos de Hermione, mientras la sentía removerse y quejarse. En uno de los movimientos logró pegar su cuerpo al suyo y sus alientos agitados se mezclaron.

- Está es la última vez que me golpeas... para la siguiente estarás muerta- le susurró al oído de manera tan profunda que Hermione se estremeció de pies a cabeza, como si fuera una gelatina.

- Me oíste, dejala- exijió aún más fuerte Sandor, dispuesto a intervenir con cualquier medio necesario.

Draco liberó la tensión en sus dedos, dejando a Hermione desestabilizada en su sitio. Ahora el que la miraba con odio era él. Se había olvidado lo intenso que era aquel sentimiento dirigido hacia ella y ahora aquel golpe había liberado todo lo que había guardado.

Recordó vívidamente la primera vez que la vió en su primer año en Hogwarts, como al saberla hija de muggles se sintió defraudado por eso y comenzó a detestarla. Revivió la humillación en cada clase por ser la mejor y aquella aversión creció. El golpe en tercer año, sus logros e imagen de heroína buena samaritana, sólo sirvieron para demostrarle que no podía más que odiarla. Era todo lo contrario a él en acciones y actitud, era todo lo contrario a lo que él debía querer en una mujer, pero aún así algo en él la deseaba. Tal vez ese mismo odio que había alimentado año con año era el causante de aquello. Pero ya se había saciado, la había humillado y doblegado en aquel ataque y no había vuelto a pensar en ella, salvo en pocas oportunidades cuando tenía la maldita pesadilla de tenerla bajo suyo, que lo hacía despertar con una erección tan dolorosa que ni con agua fría bajaba.

Ahora la tenía en frente de nuevo, a escasos centrímetros de distancia, y de pronto se dió cuenta que ya no era aquella que había conocido, no, en ese instante en que la veía aún adolorida e inestable, logró percibir que su expresión estaba más dura, no sólo por lo recién ocurrido sino que era algo más profundo y permanente. Percibía el odio con que lo miraba, algo que en el pasado jamás había visto en ella. Hasta ese instante la creía incapaz de sentir algo de ese estilo. Esos sentimientos, Draco los asociaba a otro tipo de personas, no a una ingenua mujer que siempre luchaba por la moral y la justicia. Algo había cambiado en los ojos de Hermione y aquello lo desconcertó.

- No puedo estar aquí, no frente de un ser tan asqueroso y despreciable como Malfoy... Jamás pensé que tendrían a mortifagos, esto no es lo que creía- mencionó Hermione acaloradamente.

Le lanzó una mirada decepcionada a Martha, y evitó a toda costa volver a fijarse en Draco Malfoy aunque fuera sólo un instante otra vez. Retrocedió como pudo los pasos suficientes y comenzó una carrera hacia su habitación, con un claro objetivo, huir de aquella casa.

En la habitación reinó el silencio tras la abrupta partida de Hermione. Sólo los pasos de Blaise irrumpieron aquello.

- ¿Quiero que me expliquen que acaba de ocurrir?- pidió Sandor sin saber a quien exigirle realmente la respuesta, sólo pasó su mirada severa en Martha, Blaise y Draco alternativamente.

- ¿Qué hace ella aquí?- preguntó de nuevo Blaise desconcertado aún por habersela topado.

Martha no quiso responder, se dedicó a mirar la espalda de Draco, intentando encontrarle la respuesta a aquella escena. Podía entender el rechazo hacia el pasado de él como mortfago, no había sido la única, aún el resto no los aceptaban realmente, pero aquella reacción tan intensa, cargada de recriminaciones, temor y odio debía tener una fuente aún mayor y lo averiguaría. Lo que menos quería era afectar el objetivo de trabajo y sin duda esa relación tan escarpada entre ambos sería un gran obstáculo.

Rápidamente recordó las últimas palabras que Hermione había dicho y aquello la hizo comprender que debía ir tras ella y evitar que cometiera alguna imprudencia. Se apresuró a seguir sus pasos, pero al pasar a lado de Draco que seguía con la mejilla roja y la mirada encendida de furia, se detuvo unos instantes.

- Ya hablaremos de esto- le susurró, dejándole implícito en sus palabras que esperaría una explicación.

Draco la fulminó con la mirada, pero simplemente se volteo con un gesto de repulsión hacia todo lo que veía y escuchaba. La oyó salir de la habitación, mientras intentaba retomar su semblante rígido e inalterable de siempre.

- ¡Vaya Amigo! quien diría que la perfecta Granger estaría aquí y toda una fiera, tremendo bofetón que te dio, dime ¿Qué le debías?- comenzó a decir Blaise tratando de distender el ambiente.

- Cierra esa puta boca y dejame en paz- le siseó Draco dirigiéndose hacia la otra salida de la cocina que daba al pasillo que llevaba a su habitación.

- No vas a ninguna parte, tenemos aún trabajo que hacer- le hablo Sandor.

Sandor sabía que las cosas se habían enturbiado con la discusión, pero para él lo más importante era determinar pronto los pasos a seguir y tal vez si esos chicos le daban la mayor información pronto, los podrían sacar de la casa y volver a la tranquilidad de antes.

- No se me da la gana, ya terminé por hoy- le respondió altaneramente sin detener sus pasos.

- Entonces me oirás una cosa antes- lo llamó Sandor nuevamente.

Draco fastidiado se volteó para verlo, mirándolo de tal manera para que no le quedará duda que sólo le otorgaría unos minutos de su tiempo antes de continuar su camino.

- No son bienvenido aquí- le aclaró sinceramente a ambos- pero ya están en esto y no quiero problemas. No sólo a Hermione no le gusta tener que trabajar con un mortifago-

- Fuimos, ya no... y no por voluntad propia- le aclaro Blaise.

- Creo que debes hablar sólo por tí- le aclaro Sandor al ver la mirada asesina de que Draco le dirigió a su amigo por estar siempre entrometiéndose en las conversaciones- pero ya no es lo que realmente importa, la mayoría no esta de acuerdo con vuestra presencia, pero lo harán por el bien mayor.

Draco no pudo evitar lanzar un bufido, aquello del bien mayor lo hastíaba, no podía encontrar una frase y una excusa más patética para disfrazar el hecho de que todos querían recuperar algo propio, que al final siempre lo que movía al ser humano era un objetivo personal y ellos no escapaban de eso.

. Somos egoístas por naturaleza- declaró mentalmente, pero omitió cualquier comentario, no tenía el ánimo en aquel momento de entrar en una discusión filosófica con aquel hombre.

- Así que te exijo un buen comportamiento, no más insultos, agresiones o dejar un trabajo a medias como lo que acaba de ocurrir- terminó de puntualizar Sandor señalando con la mirada a Draco, para quien iban específicamente las palabras.

Este ni siquiera se quedó para responderle, no tenía interés en aceptar una orden de él, ni siquiera rebatirle. Lo miró como si fuera un desconocido que lo importunaba y se retiró. Dejando a un Blaise que intentó sonreír antes de continuar relatándole los datos que sabía sobre la búsqueda de la Magia Ancestral.

OoO

Hermione llegó como alma perseguida por el diablo a la que era su habitación. Aún le temblaban las manos cuando abrió la puerta, y unas enormes ganas de vomitar la aquejaron. La presión y ansiedad de lo recién ocurrido se alojaron en su estómago, por lo que debió correr al baño contíguo. Se inclinó como pudo sobre el retrete y vomitó todo lo que había comido durante la cena. Aún más débil que antes, se enjuagó la boca y sin perder tiempo se dirijió a recoger las pocas cosas que tenía.

Ni siquiera se dejó pensar, trataba con todas sus fuerzas de mantener su mente congelada, no quería recordar ni un instante de lo que acababa de vivir. Con esas mismas ganas intentaba contener las lágrimas que luchaban por salir de sus ojos.

- Esto no es real- se repetía caminando de un lado a otro tomando nerviosamente lo que debía guardar.

Ni siquiera escuchó cuando alguien golpeó la puerta, dando un brinco de espanto al sentir como esta era abierta. Creyó por un segundo que él la había seguido y eso volvió a desesperarla.

- Alejaté o no respondo- le gritó antes de reconocer a quien entraba, tomando su varita fuermente. Si antes no la había usado ahora sólo quería lanzar un par de hechizo que lo lastimaran lo suficiente como para no verlo jamás.

-Cálmate, soy yo... Martha- le aclaró la mujer entrando con las manos a la vista.

A pesar de que no era a quien más temía y a la vez aborrecía, eso no la calmó.

- Esa advertencia también va ahora para tí, así que sal de aquí- le mencionó Hermione con rabia, volteándose a guardar todo desordenadamente en su bolso.

- ¿Qué crees que haces?- la detuvo Martha al verla poner todo de vuelta en aquel bolso con el que había llegado.

- Me voy- fue lo único que le quiso decir Hermione sin siquiera mirarla otra vez. Se sentía traicionada por ella.

- ¿Dónde pretendes ir?- volvió a cuestionarle.

- Eso no te importa- le lanzó intentando avanzar hacia la puerta.

- Estas loca si crees que podrás salir sola de aquí sin que seas atrapada antes del amanecer por algún emisario de Rogers- le mencionó Martha interponiéndose en su camino, sonriendo internamente al ver como la mención de Rogers y su inminente captura la hicieron detenerse un instante.

- Ya me las arreglaré- acotó Hermione retomando el control.

- Primero debemos hablar- volvió a detenerla Marha.

- ¿De qué quieres hablar si se puede saber?- ironizó Hermione, intentando avanzar pero Martha le tenía bloqueada la salida.

- ¿Quiero que me expliques por qué te vas?- le pidió con una voz inocente que le pareció totalmente falsa a Hermione.

- Me has engañado- le respondió escuetamente Hermione. No quería mencionar a Draco ni siqueira a Zabinni.

- ¿De qué engaño hablas?- preguntó Martha, esta vez un tanto confundida por las palabras usadas por la castaña.

- Te atreves a preguntar con lo que acaba de pasar- le inquirió ofuscada.

- Así que es por la discusión que tuviste con Draco allá abajo- menciono Martha de manera distendida. Sin entender la magnitud que aquel enfrentamiento había tenido para ella, y aunque no lo supiera también para Draco.

Hermione soltó un sonoro bufido de enojo. Además no le pasó desapercibido que había usado el nombre de Malfoy para referirse a él y eso le causó aun más desconfianza. Si se llamaban por su nombre era porque había una amistad ahí, incluso tal vez algo más y eso le provocó que su sangre hirviera aún más fuerte y las nauseas se volvieran a hacer presentes, llenando su boca de sabor a bilis que trató de controlar comenzando a respirar profundamente.

- No sabía que entre ustedes había tanta tensión... fueron compañeros de colegio ¿no?- preguntó Martha.

Hermione intentó no tomar en cuenta el extraño tono de voz que usó Martha al decir que había tensión entre ambos, como si una chispa de picardía se prendiera en sus palabras, cosa que encontró de lo más absurda y sin sentido. Por lo tanto ni siquiera se dio el tiempo de responder.

- ¿Cómo los puedes tener aquí... Son Mortifagos?- le reclamó alzando la voz, enfatizando con horror las últimas dos palabras.

- Por lo que pude ver tu mayor problema es con Malfoy- le puntualizó Martha, desajustando a Hermione por un instante.

- Porque él fue el peor de los dos. Acaso no sabes todo lo que hicieron. Dijiste que ustedes no eran como ellos, me aseguraste que aquí no había ningún mortifago- continuó la castaña con su descargo.

- El que ellos esten aquí no cambian las cosas, además ellos ya no son...- intentó decir Martha.

- Encima los defiendes- la cortó Hermione con un grito escandalizado.

- Necesitamos su ayuda- le aclaró Martha tratando calmarla con la mirada.

- En que podría ayudar que no fuera usar sus malas prácticas. No sabes las cosas horrorosas que puede llegar a hacer...- le respondió Hermione. La fuerza que tenía se fue debilitando a medida que iba pronunciando la frase.

Martha la quedó mirando unos segundos, comprendiendo de pronto que toda aquella ofuscación, que todo el temor que se reflejaba en los movimientos, en el tono de la voz, se debía a algo mucho más personal, algo que intuyó desde que vió la forma en que se reconocieron. Había una historia entre ellos, ¿de qué tipo y que magnitudes había alcanzado?, ya tenía una idea, pero sabía que ese no era el momento para indagar explicitamente en aquella relación.

- No sé que te haya hecho Draco...-comenzó a decir Martha de manera suave.

Esa frase que parecia ser tan simple, alertó a Hermione, de pronto se sintió vulnerable, a punto de ser descubierta en todos sus secretos, aquellos que guardaba con el mayor de los recelos y jamás quería revelar.

- Nada...no me ha hecho nada- le indicó con voz dura, deteniendo toda continuación que Martha estaba formulando.

Aquella muralla que Hermione puso ante Martha, también lo hizo consigo misma, bloqueo todo pensamiento que resurgía aún con más fuerza que en el momento que se encontró con el demonio de sus recuerdos.

- No es prudente que te marches...- comenzó a recordarle Martha al verla caminar hacia la puerta otra vez.

- Ya te dije, no puedo estar aquí- le remarcó, aunque por dentro no dejaba de cuestionarse que haría cuando pusiera los pies fuera de aquella casa.

Lo primero que planeo fue ir a ver a sus amigos, ellos no dudarían en ayudarla si les contaba todo lo que le había pasado con el Ministerio, pero rápidamente comprendió que si ya la estaban vigilando desde antes, no se imaginaba que clase de resguardos habrian para atraparla por haberse escapado. Luego pensó en seguir en el mundo muggle, mezclarse en el pueblo o ciudad en la que estuviera aquella casa en la que se encontraba, y así mantenerse a salvo, sin embargo rápidamente pensó qué haría para protegerse, dónde se escondería y de qué viviría. Viajar a Australia con sus padres conllevaba los mismos riesgos que visitar a sus amigos y sobrevivir en lo muggle. Ninguna opción parecia viable, aún así nada se comparaba con lo que implicaba convivir bajo el mismo techo con Draco Malfoy.

-¿Qué clase de cruel broma del destino es esta?- murmuró derrotaba Hermione.

Martha supo que aquella pregunta no iba dirigida para que la respondiera. Tampoco sabía como hacerlo, especialmente con su historia, no dudaba que la vida muchas veces resultaba ser demasiado cruel y no había razón o argumento que aliviara la carga. Simplemente se acercó y deposito su mano sobre el hombro de Hermione que se volteó a verla con una expresión silenciosa y triste, a la cual sólo pudo responder con una maternal sonrisa de apoyo.

- Quedate- le pidió con un tono cálido y tranquilo- sino quieres verlo...verlos- se corrigió inmediatamente- haré lo posible porque no se encuentren, o si deben coincidir en alguna reunión importante te aseguró que no te molestaran-

- ¿Cómo ustedes, que parecen ser un grupo que nada tiene que ver con lo que ellos son, pueden confiar en lo que digan?- preguntó Hermione más calmada.

Martha sabía que aquel avance de tranquilidad y confianza que Hermione había vuelto a retornar, podría perderlo en el mismo instante en que pronunciara las siguientes palabras, pero era el paso que debía seguir si no quería que luego las cosas fueran peor.

- El resto no lo hace- le aclaró ante la mirada desconcertada de la castaña- estan aquí por mí, son algo así como mis invitados-

- ¿Qué... tú?- preguntó monosilábicamente.

- Voldemort estaba tras la Magia Ancestral, ellos saben un poco de eso, por eso te dije que los necesitamos- le respondió sin soltar su agarre de ella. Aún temía que Hermione saliera corriendo en cualquier momento. Y su temor no era sólo por ella y lo que le pudiera pasar si la atrapaban, también consistía en lo que eso podía ocasionar al resto del grupo. Era el miedo a que se revelara toda la presencia de la resistencia en aquel refugio y así iniciar la tan temida cacería de la cual se habían mantenido al resguardo con mucho esfuerzo.

Hermione la quedó mirando unos instantes, reflexionando sobre lo dicho, y especialmente sobre que era lo más sensato para hacer.

¿Debía marcharse y enfrentarse al Ministerio? no era culpable de nada, no podían cometer una injusticia, se aseguraba mentalmente.

- Estas hablando de Rogers, un tipo sin escrúpulos- su misma conciencia le respondió.

¿Acaso quedarse en aquel lugar era lo mejor? ¿Se marcharía Malfoy pronto? ¿podría soportar verlo otra vez y sobrevivir?. Aquello la agobiaba y el dolor de cabeza se acrecentaba a cada pregunta nueva que se hacia.

-Quiero que me digas todo, cómo y cuándo los conociste, pero aún así no te aseguro que me quede- le pidió Hermione soltándose de su agarre para dirigirse a un par de sillas que habían en su habitación.

Otra vez interrogaría a Martha, pero esta vez sentía que ya no podría creerle todo que le dijera. La desconfianza se había instalado en su cuerpo y nuevamente se sentía a la deriva, quizás en la misma cueva del demonio. Iba a escuchar atentamente, analizaría cada palabra, cada gesto y según lo que le dictara su razón decidiría. Esa podría ser su última noche en aquel lugar, quizás podía ser su última noche en libertad.

OoO

Draco había llegado a su habitación a paso seguro, pero tranquilo. Se acercó a la ventana y la abrió, se quedó detenido mirando la negrura de la noche. Los árboles del bosque que los rodeaba y ocultaba ni siquiera lograban distinguirse con claridad. Luego de unos minutos en la más completa calma, decidió que debía hacer algo, lo único que podía despejarlo en aquel hueco perdido en la nada.

Se quitó la túnica que llevaba y la camisa, arrojándolas sobre la cama. Despejó el centro de la habitación y a través de un hechizo logró expandir un poco sus dimensiones. Lo que más necesitaba en esos momentos era espacio. Tanteó en el bolsillo de su pantalón aquel estuche que desde hacia un par de años que llevaba consigo a cualquier lado, junto con su varita eran las únicas cosas de las que jamás se apartaba.

Cuando alcanzó el estuche de cuero negro, extrajo lentamente una daga de metal. Era una exquisita y fina arma de tiempos medievales, su empuñadura tenía una incrustación de diamante en el centro. El resto parecía ser hierro normal, pero Draco había sentido, la primera vez que la tocó, una corriente eléctrica que le demostró que aquel metal poseía algo más que eso, aunque no pudiera asegurarlo.

Se dispuso en el centro del espacio libre, empuño la daga y cerró sus ojos un momento para poner su mente en blanco. Respiró profundo, mientras sentía una rafaga de viento colarse por la ventana y acariciar su torso desnudo. Cada vello albino que rodeaba su ombligo y se perdía en un camino bajo el pantalón, se erizaron ante el leve frío. Trato de eliminar aquel y cualquier otro estímulo, pero su mente aún así no dejaba de trabajar, proyectándole las imágenes de lo recién ocurrido. La vio nuevamente frente a si, temblorosa y a la vez combativa, mirándolo, odiándolo.

Inmediatamente abrió los ojos, enfadado consigo mismo ¿Por qué le afectaba tanto aquella mujer? se cuestionó con severidad.

Se colocó en posición de combate, esgrimió la daga y comenzó a realizar movimientos de ataque. Se puso en guardia con la daga apuntando directamente hacia el frente, para luego comenzar a desplazarse por la habitación, haciendo movimientos con el brazo y las piernas. Unas cuantas patadas y saltos lo dejaron respirando agitadamente, pero no le importaba.

El sudor recorría su rostro y su torso, en el cual se marcaban aún más los músculos ejercitados con aquella actividad.

Defensa y contrataque, así se mantuvo por más de cuarenta y cinco minutos y fue sólo la necesidad de beber un poco de agua lo que hizo que bajara la daga por unos instantes y se diera un descanso. Se secó el sudor del rostro y se apoyó contra una pared, tratando de controlar su respiración.

Se alegró que Blaise aún no hubiera llegado a la habitación, estaba seguro que le haría las mil preguntas y de paso, aprovecharía de hacer cuanta broma se le ocurriera, pero no tenía las ganas ni la paciencia para controlarse y no dañarlo.

Ese día que se auspiciaba como productivo, había terminado de una forma nada agradable. Cuando se levantó en la mañana tenía como objetivo obtener más información sobre la Magia Ancestral de la que entregaría, porque estaba seguro que así como él tenía datos, no había duda de que Martha, Sandor y el resto conocían otros tantos que él no manejaba y le serían de mucha utilidad en un futuro, sin embargo aquella irrupción había cambiado todo, su mente se había desviado de lo único que importaba en esos momentos, pero no volvería a ocurrir, no se lo permitiría.

- No me vas a arruinar los planes Hermione Granger- siseó enterrando la punta filosa de su arma en la pared, antes de volver a comenzar su práctica.

OoO

HOla! qué tal? aquí les dejé el tan esperado reencuentro (bueno me atrase casi un día, pero ayer era un día importante para mi, así que no tuve tiempo hasta ahora para subir el capítulo). Les ha gustado el encuentro? siento que podría haberlo hecho con más fuerza, pero las reacciones y lo que ocurrió van en relación a la personalidad de cada uno, entonces esto era lo más adecuado para el Primer Encuentro.

¿Hermione se quedará o huirá?, ¿se verán pronto otra vez y Cómo actuaran nuevamente?, que pasá con la Magia Ancestral, Rogers y sus planes, ¿qué creen ustedes?... bueno eso será en el siguiente capítulo.

Muchas gracias por sus comentarios, siempre me alegra leerlos.

Especial agradecimientos a: Mama Shmi, Diable Dreams, China Lop32, Alee Malfoy Cullen, Allison Cameron, VeronikaBlackHeart18, MariaPotter2002, Citlaliiiify y Jos Black.

Espero saber sus opiniones.

Nos estamos leyendo :)

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