Capítulo 1: La carta.

Isabella

"Tú... ¿No me amas?"

Ya hacían casi dos meses desde que Edward se marchó con su familia para jamás volver, dejándome con una sensación de dolor y pena casi tan fuerte como la que había sentido cuando Cedric murió, dejándome solo con Anthony como un recuerdo del que, en ese momento, fue el gran amor de mi vida.

Eran unos de esos pocos días soleados en Forks, tenía que admitir que sentir el sol en mi piel me energizaba y levantaba un poco los ánimos. Recostada en mi cama disfrutaba de los rayos de sol que entraban por mi ventana cuando, sin aviso y de golpe, entra una lechuza por ella, golpeando la pared al extremo opuesto del cuarto y cayendo al suelo junto a los pies de mi cama:

-¿Pig? -dije observando anonadada a la pequeña lechuza de Ron, el mejor amigo de mi hermano menor. Seguramente traía otra carta de Harry, si había logrado superar en algo la ida de Edward ha sido gracias a la constante correspondencia que he mantenido con él, aunque normalmente utilizábamos otros medios no tan convencionales para conversar.

Me preocupé al pensar en la razón detrás de la carta, habíamos hablado el día anterior cuando se estaban preparando para transportarlo desde la casa de nuestros tíos en Privet Drive a la Madriguera, con Charlie no habíamos recibido ninguna noticia del resultado de la operación, lo cual era algo bueno y malo al mismo tiempo. Bueno porque significaba que la operación probablemente había sido exitosa y malo porque… bueno, simplemente queríamos saber que Harry se encontraba bien.

Desamarré la carta de la pequeña pata de Pig y de inmediato la lechuza comenzó a volar en círculos cerca del techo, emitiendo suaves gorjeos felices porque su misión había sido exitosa, antes de abrir la carta busqué en el cajón de mi mesa de noche unas golosinas para que Pig pudiera entretenerse por el momento. Una vez alimentado, me senté en mi cama y abrí la carta que, por la letra de la cubierta, sabía que era de Harry:

Bells:

Ya hemos llegado a la Madriguera, aunque no sin dificultades, lamento tener que contarte que Ojoloco murió a manos de un mortífago mientras volaba distrayendo a Voldemort de seguirme a mí. Es muy triste, pero hemos encontrado cierto consuelo en que murió luchando por una causa mayor, o eso dicen los demás, por mi parte, es solamente otra muerte más a costa de mi vida. No es lo único, lamentablemente, George quedó gravemente herido, pero está recuperándose y dicen que estará bien en un par de días. Y… Hedwig… Hedwig murió defendiéndome, aún no logro verdaderamente hacerme a la idea de que esté muerta. La muerte se ha vuelto tal constante que temo llegar a insensibilizarme ante ella.

En otras noticias, un poco más alegres quiero pensar, Kingsley y el Sr. Weasley me han confirmado que es momento de que vuelvas, como habíamos conversado antes, temen que si te quedas más tiempo con el tío Charlie su seguridad se vea comprometida, tenemos que agradecer que Voldemort no ha dado con su paradero aún.

Bells, vuelve. Sé que sufriste mucho por Edward, y aún más por estar alejada de Anthony, pero creo que por eso mismo lo mejor que puedes hacer es volver, todos te hemos extrañado tanto y estaremos contigo en todo momento para darte nuestro apoyo.

Bill y Fleur celebrarán su boda en un par de días, después de nuestro cumpleaños, aún no lo hemos decidido bien con los chicos, pero lo más probable es que dejaremos la Madriguera después de ello. Pero te contaré mis razones y los detalles en persona.

Te quiero, y espero verte pronto.

Harry.

Pd: Dale mis saludos al tío Charlie por mí, dile que aún me acuerdo de esa vez que nos llevó a pescar y con tío Vernon acabaron cayendo al río.

Pd 2: Deberíamos estar recibiendo noticias del lugar seguro en un par de días.

Era el momento entonces, contuve mi aliento y exhalé todo el aire de mis pulmones para calmarme. Era el momento.

Saqué de debajo de mi cama mi baúl que me había acompañado desde Londres, del armario saqué una mochila donde puse mis pertenencias más importantes (cartas, fotos y dibujos de Anthony; junto a dinero y mi teléfono por supuesto). De mi baúl saqué mi varita, que desprendió una ráfaga de calor al volver a estar en mis manos, casi como si me estuviera dando la bienvenida de nuevo. Con un movimiento de ella mi ropa salió de mi armario y comenzó a doblarse y guardarse en mi baúl, junto a mi neceser y otras pertenencias.

Volteé hacia el espejo de cuerpo completo que tenía en una esquina de la habitación, dediqué unos segundos a despedirme de Bella Swan, agradeciéndole la protección que me había otorgado y con otro movimiento de varita, retiré el hechizo que habíamos puesto para cambiar mi apariencia. Mi pelo creció unos centímetros y se rizó un poco, el antiguo marrón cambiando a negro azabache; el café de mis ojos, tan alabado en su momento por Edward, volvió a su original verde; crecí unos cuántos centímetros y en mi frente apareció una cicatriz alargada con forma de rayo que prontamente fue cubierta por el flequillo que volvió a mi peinado. En tan solo unos segundos, Bella Swan había desaparecido e Isabella Potter, había regresado.

Guardé mi varita en el bolsillo de mis jeans –"Tranquilo, Ojoloco, tendré cuidado de no perder el trasero de momento"- dije, una triste sonrisa en mi rostro al recordar las noticias sobre su muerte, Alastor había sido un hombre excéntrico, pero amable y leal, su muerte no sería olvidada, me aseguraría de ello cuando todo esto acabase.

Mi baúl se encontraba listo y colgué mi mochila de uno de mis hombros, dándole una última mirada a la que fue mi habitación por este año, di media vuelta y me encaminé al primer piso de la casa, en busca de Charlie.

En el salón se encontraba Charlie Swan, mejor conocido en su juventud como Charlie Evans, el hermano mellizo de mi madre, Lily Evans, quien ahora trabajaba en MACUSA y había estado escondiéndome durante este año, haciéndome pasar por su hija, quién se encontraba en Phoenix, ignorante de que su prima se había hecho pasar por ella durante todo un año escolar, aunque estoy seguro de que Vera lo comprendería si es que llegaba a enterarse.

Charlie levantó la mirada y entendió de inmediato lo que estaba sucediendo al verme con mi baúl y mi apariencia real - ¿Es hora? –dijo, levantándose del sofá y acercándoseme.

Asentí -Lo es -Charlie sonrió con tristeza, o tal vez melancolía. Asintió y se encaminó hacia la cocina, lo seguí mientras tomaba una cuchara de té y la convertía en un traslador, para posteriormente salir al patio trasero.

-Cuídate mucho, Bells -me abrazó una vez estuvimos afuera, le devolví el abrazo con un afecto y nostalgia que por un momento me poseyó -Cuando esto acabe, espero que Harry y tú consideren venir a ver a su viejo tío por el verano, y claro, Anthony también -asentí sonriéndole.

-Gracias por todo, tío Charlie, en verdad -sonreí y nos separamos, me tendió la cuchara de té y la tomé en mis manos, a los segundos comenzó a emitir una leve luz azulada -Ah, tío -Charlie levantó las cejas expectante -Harry dice que aún recuerda esa vez que Vernon y tú cayeron al río -Charlie soltó una carcajada.

-Dursley nunca aprendió como manejar una caña, mucho menos a tener un sentido de equilibrio ¿eh? – ambos sonreímos y en ese momento el traslador se activó, sentí como tiraban de mi ombligo y era arrastrada hacia Inglaterra.