DPPGZ no me pertenece.


Un mes y medio ha transcurrido. Recuerdan aquella noche, como si de un sueño del día anterior se hubiera tratado.

Momoko irradiaba felicidad a cualquier parte que iba, siempre sonreía y hacía sonreír a los demás. Podría decirse que tenía una relación estable con Brick, oficial, que le daban ganas de irle gritando al mundo, que el chico la quería.

Ahora mismo estaba trabajando, estaba sentada en una banca del patio, viendo a los niños ir de allá para acá, subirse a la resbaladilla ya otros estarse columpiando. Esos niños también alegraban su día. Se levantó, estirando los brazos, queriendo alcanzar el cielo, aún sabiendo que era imposible.

-¡Momoko! ¡Alguien te busca!- metió sus manos en las bolsa del mandil y se dirigió a la entrada, sin saber que estaba siendo perseguida.

-Brick- sonrió y le fue devuelto aquél gesto.

-Te traje algo de comer-

-¿Qué me trajiste?- besó su mejilla y se alejó para que el chico le diera una bolsa.

-Una de las hamburguesas que tanto te gustan- ella aceptó la comida, pero rápidamente entrecerró la mirada.

-¿Qué pasa? ¿No la quieres?-

-Tú… Si me pongo gorda como ballena ¡Será tu culpa! Jum…-

-Lo siento… ¿Debería traerte otra cosa?- torció su sonrisa un poco desilusionado, ya que pensó que ella estallaría en alegría. La peli naranja quedó sin aliento. ¿Por qué tuvo que salir su lado cruel para lastimar a Brick? Sus labios temblaron como un niño cuando le quitan su dulce.

-¡Ah! ¡Hizo llorar a la maestra Momo!- lo apuntaron tres niñas.

Los mayores voltearon. Las niñas corrieron hasta enfrente de las piernas de Momoko, como si estuvieran defendiéndola.

-¡Atrás! ¡Tengo una cuchara y no tengo miedo en usarla!- La pareja guardó silencio y luego Brick fue el primero en estallar a carcajadas, seguido de una risita de la ojirosa.

-Calma, niñas, no ha hecho nada malo-

-¿Segura?-

-¿Se encuentra bien, maestra?- la chica se agachó hasta estar a su altura, su cabello cayó como cascada, escondiendo su hombro.

-Sí, estoy bien, pero… el que necesita abrazos cariñositos… es él- susurró lo más bajo que pudo para que ellas la escucharan. Las tres niñas voltearon y Brick levantó una ceja.

-Oh, no-

-¡Abrazos cariñositos!- gritaron y se pusieron alrededor de él, abrazándole las piernas. El chico de la gorra roja se dejó llevar por tanta dulzura y cargó a una en sus brazos.

-Señor, no le haga nada malo a la maestra Momo ¡Prométalo!- enseñó el meñique, que segundos después fue entrelazado con el de él.

-Lo prometo- él la besó en la mejilla mientras la dejaba en el suelo y acariciaba las cabezas de las demás. Momoko se sintió realmente celosa de sus alumnas, pero al fin y al cabo… después de salir de su trabajo ella recibiría muchos más besos de parte de él.

-Niñas, el receso está a punto de terminar, regresen- las chiquillas dejaron en paz a Brick y se fueron, haciendo caso a su maestra.

-Tienen tanta energía-

-Dios, lo dijiste como si fueras un anciano- reía la chica de iris rosa.

-¿Cómo puedes con ellas?-

-Paciencia, Brick, paciencia…- el chico observó su reloj, dándose cuenta que tenía que irse ya. Momoko quedó callada, miró a los lados y sin previo aviso le plantó un beso en los labios.

-Ahora puede irse, repartidor de pizzas- Him sin nada más que decir, llevó su mano e hizo un saludo de soldado.

-Como ordene- giró dándole la espalda.

-Gracias por la hamburguesa, te lo devolveré después- y le guiñó el ojo, disfrutó verlo sonrojarse levemente.


-Miyako, ya quiero largarme de aquí- le susurró en el oído la morena.

-Pero si acabamos de llegar, además te estoy buscando algo-

-¿A mí?-

-Sí, sí, es para la sorpresa de Butch-

-Pe-pe-pero les había dicho que no quería-

-Como si nos importara si te niegas, sabes que al final lo haremos- sonrió con malicia la rubia. A veces Kaoru se preguntaba qué tipo de amigas eran ésas.

-Bien he acabado, ya podemos irnos, mi descanso acaba en casi nada, ves a pagar eso y llévatelo a casa ¿Sí?, en un rato más llegará Momo así que dáselo a ella-

Mientras tanto, Hinata se encontraba en un club privado de tenis, la verdad, perdiendo el tiempo, pensando tal vez, quizá para encontrarse con alguien.

"¿Qué puedo hacer…? ¿Qué rayos puedo hacer…?"

"Una de las principales razones… no, la principal razón por la que estoy aquí… se me escapa como agua escurriendo de mis manos… y no puedo hacer absolutamente nada…"

"¿La he perdido? Todo por culpa de mi padre y sus malditos documentos… si no la vuelvo a ver yo…"

El partido acabó, siendo él el ganador. Se acercó hasta la media cancha.

-Me has ganado otra vez, Hinata, supongo que necesito practicar más-

-Ven contra mí las veces que quieras, Mike-

-No lo hagas sonar como si fueras invencible, hombre, la próxima vez seguro que ganaré- tras decir esto el tipo mayor de los 25, se fue por el camino contrario a él.

"Ojala así de fácil fuera ganarme el amor de ésa mujer… ojala así de invencible fuera ante él."

Caminaba, secándose el sudor que salía de sus poros, tomó el bote de agua que había dejado en el suelo, cerca de donde jugaba, empezó a vagar en su mente, olvidándose de la realidad, justo cuando tomó el líquido que salía.

¿Y si en verdad la había perdido? ¿Ahora qué? ¿Se hundiría de nuevo en el alcohol? Debía haber algo… algo que pudiera hacer. Hablar con ella no resolvería nada… ¿Dándole dinero al chico? Tampoco funcionará. Desapareciéndolo de su vida, pero no mandarlo a matar, si no que… ella lo viera con otra.

-Eso sólo la lastimaría…- sonrió para sí mismo sin poder creer lo que estaba pensando para poder obtenerla.

¿La lastimaría…? Claro, Momoko era muy sentimental, ahí es donde entrará él. ¿Funcionará? Estará jugando sucio y demasiado, si Momoko se llegara a enterar, seguro en su vida no le vuelve a dirigir la palabra.

-¿De verdad yo… pude ser olvidado tan fácilmente…?-

-¿Sigues hablando solo? Mi dulce Hinata- sin pensárselo dos veces, llevó sus ojos hasta el lugar donde salían tales palabras. Y ahí estaban esas hebras de cabello, movidas por el viento, tan… llamativas, justo como un…

-Rubí… -

-Cuánto tiempo sin verte, has crecido mucho- lo miró casi maternalmente, pero esa no era la forma en que lo miraba en realidad, sin previo aviso, lo abrazó.

Ella había hecho varios anuncios publicitarios para la empresa de su padre, le gustaba complacerlo, y recibir unas cuantas citas con su hijo.

-Aléjate, por favor…- pidió amablemente.

-No te enojes, sabes que fui flechada por ti desde la primera vez que te vi ¿Por qué aún no me has dado una respuesta…?- infló sus cachetes. Así era Rubí, una mujer directa y franca, la que lleva gastando algunos años, demostrando su amor hacia el chico.

Con su largo cabello rojo, atado por una coleta de medio lado en la parte izquierda, y unos profundos ojos de color verde zafiro, su fina cara sin rastro de imperfecciones, una sonrisa encantadora y cuerpo que parecía tallado por los mismos dioses, a pesar de eso no buscaba ser el centro de atención… ella… quizá ella, sería la candidata perfecta para llevar a cabo su reciente plan.

-Rubí ¿Podrías hacer algo por mí…?-

-¡Por supuesto! ¡Lo que sea!-


-Demonios… ya no sé si quiero hacer esto…- miró de nuevo aquél atuendo de color rojo con blanco, algo corto, y que dejaba mucha piel expuesta. Y ella que hacía lo mejor que se podía para esconderla. Limpiaba con una garra húmeda sus tenis blancos. En algunas horas más debería estar bañándose y estar lista con su pelo seco para que le pusieran quien sabe cuántas cosas. Tal vez… ¡Incluso hasta la maquillarían! Y todo por culpa de Butch y su maldita final del torneo de basketball, ahora ella tendría que hacer el ridículo para él.

-Puede que tal vez… le guste- sus mejillas coloradas se hicieron notar rápidamente. Más bien lo iba sorprender. Esperaba que llegara Momoko en cualquier momento.

-Estoy cansada… tengo sueño… tengo hambre- llegaba diciendo los síntomas de un chico de secundaria a plena entrada.

-Kaoru, pero si se ve que estás trabajando muy duro-

-Pues claro… por culpa de ustedes- sintió que la miraba de una forma extraña…

-Claro… por nuestra culpa… más bien quieres que Butch te recompensé, jujuju- dijo lo último casi en susurró, casi para ella misma. La de cabello color azabache se quedó sin palabras, con su boca abierta y los colores se le subieron rápidamente, estaba ardiendo hasta las orejas.

-Eso… eso…-

Momoko sin creérselo, sorprendida sus ojos se abrieron más de lo normal.

-Pervertida…-

-¡Claro que no! ¡Yo…! Yo…-

-Aprovechada, jamás me aprovecharía así de Brick- corazones empezaron a brotar de la nada alrededor de la peli naranja.

-Momo ¿Qué es… lo que sientes por Brick…?- preguntó Matsubara, abrazando una almohada, tratando de ocultar su cara, aún estando un poco sonrojada.

Alzó las cejas un poco sorprendida… ¿Cuántas veces se había hecho la misma pregunta ella sola?

Respiró profundo para después sonreír.

-Pues yo, lo amo, lo amo como una tonta… amo ésa paciencia que me tiene, amo ésa personalidad que tiene, esos gestos que día a día me dan motivos para querer seguir a su lado… nunca me había sentido así por algún otro chico… Brick me ha entregado una felicidad que, yo jamás pensé que tendría-

Kaoru con tan sólo escuchar ésas palabras, con ésa voz, el rostro de Momoko, sabía que lo decía en serio. Ella misma curvó sus labios formando una leve sonrisa. Aquello se escuchaba tan de película.

Y a la vez, se preguntaba si algún día podría decirle algo parecido a Butch.


-¡¿Te das cuenta lo que me estás pidiendo, Hinata?!- gritó exasperada la pelirroja, al mismo tiempo levantándose de su asiento y golpear la mesa con la palma de sus manos.

Tras haber tomado un sorbo de su taza de café, la miró, parecía muy tranquilo a pesar del comportamiento de la mujer.

-Dijiste que harías cualquier cosa ¿No?-

La chica lo miró con ganas de tragárselo vivo. Volvió a sentarse tratando de calmarse. Pero es que… ¿Cómo podía pedirle tal cosa?

-¿Qué conseguiré si hago lo que quieres?-

-Lo que más te gusta, dinero-

-Rayos, Hinata… el dinero es una de mis principales ambiciones, pero… me estás pidiendo algo que me dolerá hacer- agachó la cabeza, tratando de esconder ésa mirada y no encontrarse con el iris lila, que la miraría como cualquier otra mujer que ocupa el planeta tierra.

Sin entender el peligris alzó una ceja, al ver el comportamiento de Rubí ¿Acaso el dinero no era suficiente? ¿Qué más quería?

-Me estás pidiendo que… seduzca a un hombre, para que ésa mujer vaya a tus brazos, y yo… ¿Qué pasa conmigo…? Yo también quiero estar entre tus brazos…-

La miraba con algo de asombro… ¿Ésa mujer iba en serio con él? Creía que sólo quería una relación pasajera, para presumir que traía a un tipo como él a sus pies, pero sólo eso, jamás creyó que Rubí lo quisiera. Pero Hinata no podía corresponder, claro que no, aunque pasará toda su vida con Rubí, nunca la llegaría a amar de una manera descontrolada como lo hacía con Momoko.

Tal vez, se había equivocado de persona, al pedirle tal cosa.

-Mis disculpas Rubí, no creo que pueda aceptar tus sentimientos, también lamento haberte pedido tal cosa, por favor olvídalo-

Sólo faltaba eso. Ser rechazada formalmente. Ahora sí que era una mujer sin suerte. ¿Qué era lo que le faltaba para que él pudiera fijarse en ella?

Se aguantó las ganas de llorar y levantó la cabeza.

-¿Por qué no dejas el pasado donde debe de estar?- preguntó con suma valentía.

-No puedo dejarla ir así de fácil, no puedo después de haberla perdido- contestó rápidamente.

-No puedo… ¿No puedo ser yo ésta vez…?- le temblaron los labios después de pronunciar aquello. Definitivamente estaba a punto de quebrarse.

Miró su rostro, sus mejillas con ése leve rubor, que la hacía ver aún más bella de lo que era.

También se lo había preguntado muchas veces ¿No podía ser Rubí, aquella que ocupara sus pensamientos? No podía ser ella, porque en segundos aparecía la imagen de alguien más.

-Me tengo que ir, cuídate Rubí- se levantó, dispuesto a irse, empezó a caminar.

-¡Lo haré! Lo haré por ti, Hinata- estaba consciente que después de eso, quizá nunca lo volvería a abrazar, pero si él era feliz… si él lo era, valía la pena sacrificarse.

Una sonrisa se formó en los labios de Hinata, miró con una ternura que era casi invisible, ella era realmente una mujer fuerte, merecía a una persona mejor que él.

Sin poder descifrar el gesto del ojilila, volvió a agachar la cabeza; en su taza de café se hacían ondas por la reciente lágrima, sin darse cuenta detrás de ésa, en silencio otra caía.


Ya eran alrededor de las ocho de la noche, el trío de chicas estaban de un lado para otro.

-¡Miyako trae los listones rojos!- gritaba la mayor, teniendo un peine en la boca, y en la mano un mechón de cabello negro.

-¡Ya voy! ¡Brick se irá con Butch! ¡Boomer vendrá por nosotras!- bajaba las escaleras a toda la velocidad que podía, teniéndole listos los lazos que había pedido anteriormente.

-No puedo esperar a ver la cara del idiota de Butch- rio entre dientes la rubia.

La azabache con su rostro más sonrojado como nunca jamás la habían visto, se clavaba levemente las uñas en los muslos expuestos, aguantando todo lo que le hacían y lo que le faltaban por hacer. Pero qué más daba… ¡Por los mil demonios! ¡Estaba vistiendo una falda cortísima! ¡En su vida se había puesto tal cosa!

Lo peor de todo… ¡Las fotografías que tomaba la Gotokuji! De seguro le mandaría unas a su madre. Estaba perdida, su vida ya no tenía sentido… pero quería apoyar a Butch, también sorprenderlo. Dejaría que las chicas hicieran lo que quisieran.

-He acabado, Miyako, maquíllala- se hizo a un lado, caminó hasta quedar frente a la ojiverde. Habían quedado alineadas.

-¿Traes tus tennis?- interrogó la peli naranja.

-Sí-

-¿Traes el short que te dije?-

-Sí-

-El traje te queda muy bien ¿Por qué nunca quisiste meterte al club?-

-Porque odio enseñar- susurró la voz de Miyako, contestando por Kaoru.

Un silencio interrumpió la plática de las chicas. Kaoru parecía más seria que otros días. La ojiceleste dejó de maquillarla y giró para ver a su amiga.

-Todavía tienes tiempo de arrepentirte- sonrió ampliamente, pues sabía que ésa chica no quería hacerlo.

-Pero, sí quiero hacerlo…- susurró bajito. Aunque la rubia pudo escucharla.

-¡Ha dicho que quiere hacerlo!- entusiasmada, gritaba.

-Lo que pasa es que quiere una recompensa de Butch, jujuju- dijo Momoko, con la palma de su mano encima de sus labios.

-¿En serio? No te conocía así, Kaoru, en fin ¡Está lista!-

El pitido de una camioneta las hizo alarmarse. Momoko iba de un lado a otro para echarse un poco de perfume, Miyako se miraba al espejo y se ponía un poco de maquillaje, buscaban sus bolsos, algunas bebidas energéticas para Butch, por sí ganaba, si no, al fin de cuentas se las darían. Matsubara se agarró el abdomen, cubriéndolo un poco.

-¡Hey, te faltaron los…!- avisó Miyako ya en la puerta.

-¡Ya los traigo en la bolsa!- contestó la peli naranja bajando las escaleras.

-Aquí vamos- se dijo a sí misma la ojiverde. Salió primero la novia de Boomer y luego se asomó Kaoru en la puerta, fijándose que nadie estuviera viendo hacia esa dirección. Un empujón por parte de Momoko en la espalda la hizo asustarse y saltar más allá de la puerta.

-¡Vamos! ¡Sin miedo, Kaoru!- sonreía, claro, como ella no iba vestida así.

"A Butch le dará el ataque" pasó rápidamente por la mente de Boomer

Miyako tenía abierta la puerta de la camioneta, hizo un ademán de "Su limosina está lista", la azabache corrió hasta lanzarse dentro, siendo seguida de la mayor.

Al llegar a las canchas, desde la camioneta, una gorra roja llamó la atención de cierta chica, estaba a punto de salir por la ventana e irse, Boomer subió la ventana antes de que lo hiciera. Butch con su uniforme puesto, de color blanco y líneas moradas, portaba el número 16, botaba el balón y encestaba un tiro de dos puntos. Allí estaba, la persona a la que hoy le gritaría con todas sus fuerzas, a la que animaría hasta quedarse sin voz, a la que sí perdía, lo sujetaría fuerte y lo abrazaría por la cintura, diciéndole 'Todo está bien, amor'.

Se estacionaron lo más cerca que pudieron de ellos, más bien para que nadie más viera a la azabache. Bajó corriendo la ojirosa directo a espantar a un chico en especial, enredando sus brazos en su espalda. Le siguió la pareja de rubios y dentro quedó Kaoru, esperando la señal.

Butch giró su mirada a parte de su familia, pero algo faltaba, algo le faltaba a él. Momoko se alejó del peli naranja y fue directo con el chico que esperaba.

-Butch, te he traído una sorpresa, espero que te agrade, créeme que si no ganas, no dejaré que te la lleves ¿Oíste?- alzando una ceja, el chico asintió, esperando su dichosa sorpresa.

La rubia chifló levantandola mano al mismo tiempo.

Ahí estaba la bendita señal.

"Es ahora o nunca, Kaoru"

La verdad preferiría que fuera nunca, pero no había de otra. Abrió la puerta y bajó, volteó para tomar esas dos cosas de color plateado, se colocó una en cada mano, apretándolas con fuerza con sus palmas, las subió hasta su pecho y cabizbaja subió dos escalones.

Los ojos de color verde fuerte estuvieron a punto de salirse de sus cuencas, sintió su quijada querer tocar el suelo, incluso llegar al centro de la Tierra, el balón que sostenía en una mano, pareció haberse resbalado de ésta, se quedó sin aliento y un leve sonrojo adornaba sus mejillas.

Kaoru llegó hasta donde estaban ellos, se situó un metro lejos de Butch, aún cabizbaja, subió la mirada.

-Ho-hola…- su vocecita sonó.

La miró de nuevo, más bien, todavía no apartaba su mirada de ella, de arriba abajo, la miró, la miró y la volvió a mirar, se dio una bofeteada mental y la seguía mirando igual. Y es que jamás de los jamases pensó ver a su novia así, vestida de porrista, con esa minifalda color roja y líneas blancas, que dejaba a la vista de todos los pervertidos presentes ahí, las piernas torneadas que hasta el momento sólo él había visto (excepción del dúo de chicas que vivían con ella) la blusa que dejaba ver su ombligo, su rostro un poco cambiado por el maquillaje, sus pestañas con rímel, ojos delineados y labios levemente de un rosa brillante pintados, los pompones plateados resaltaban demasiado y la hacían notarse más, sin pasar desapercibidas las coletas a cada lado, aunque pareciera que esas extensiones eran su verdadero cabello, estaban amarradas por sus listones rojos, después de observar todo eso, seguía sin creérselo.

-¿Eres… Kaoru?-

Asintió con la cabeza. El pelinegro llevó una mano a su boca, y ahora sus ojos ya no podían seguir viéndola.

-¿Me… me veo bien?- titubeando le habló. Aquella actitud de chica avergonzada le gustaba verla en Kaoru de vez en cuando.

-Por supuesto… te ves hermosa- la tomó de los dos hombros, pero todavía no podía mirarla al rostro.

Sin embargo, los chiflidos no se hicieron esperar, tímido se acercó a ella, rodeándola con un abrazo. Giró a todos lados con miradas asesinas.

-Espero que me anime bien, señorita porrista- el comentario de su chico la hizo enrojecer. Las sonrisas triunfadoras de Miyako y Momoko aparecieron.

Ya era hora de que el partido empezara, se alejaron y se sentaron en la que parecía una enorme escalera. Miyako se sentó un escalón arriba de Kaoru, encargándose de levantar sus brazos y estirarlos para que parecieran pasos de porrista.

Transcurrió bien para el equipo de Butch, los chicos no dejaban de animarlo, iban ganando por algunos cinco o seis puntos, estaba a punto de terminarse el tercer cuarto, el equipo contrario trataba de voltear el marcador, pero por más que querían no se dejaban, el pitido del árbitro avisó que se había acabado, el pelinegro caminó hasta Kaoru, el parecía estarse derritiendo, pues llegaba y se secaba el sudor con una toalla que sostenía la mujer.

-Te ves cansado ¿Estás bien?- preocupada le dijo.

-Sí, estoy bien-

-¿No quieres pedir cambio?- sugirió.

-No es necesario, yo mismo puedo con ellos- sonrió orgulloso el chico.

-Ganarás ¿Cierto?-

-Lo haré- sin permiso besó esos labios que ya llevaban provocándole un buen rato.

-¡Vamos Butch!- gritaban las chicas.

-¡Tú puedes Butch!- de la nada la voz de la azabache resonó mucho más dejando a el pequeño público mudo. Tenía sus brazos alzados agitando sus manos, se sonrieron mutuamente.

Y como lo dijo él mismo, ganaron, Butch se lució capturando algunos rebotes, dando buenos pases y encestando también, después de celebrar el triunfo con su equipo, volteó para verla, sonriendo un poco y moviendo en el aire los pompones plateados, caminó hasta ella, la abrazó y se dejó querer, sabiendo que el sudoroso cuerpo de él le arruinaría un poco el maquillaje, lo abrazó por la cintura, susurró en su oído 'Felicidades'.

Como granos de arena estaban siendo llenados por una duradera felicidad, que esperaban así siguiera, durante mucho, mucho tiempo.


¿Cansada de que Kurousagii se tarde demasiado en actualizar?

¿Tienes esas ganas de querer degollar a Hinata?

¿También crees que este cap. tuvo mucho KaoruxButch?

¿Estás leyendo esto con voz de comercial? XD

Ok no .-. quería reírme un rato c: I'm still alive, les vengo a dejar una pequeña dosis de este fic. Gracias por sus review's -reverencia-

dickory5: ¡Lo de los mayas me mató! espero hayas encontrado la respuesta en el fic.

Lia-sennenko: que bueno que te haya gustado el cap. espero disfrutes tu inmortalidad ;)

LuFFy Eucliffe: e.e se claro, Miyako la más inocente, ojala este cap. te guste también.

powerdark: Ok, en este cap. Hinata ya está haciendo algo malo, maldicelo todo lo que quieras XD

Karla-20: OH, sí, el bello lemmon. No odies tanto a Hinata solamente quiere un poco de amor T.T

Mayu Miname: Aquí está la continuación, espero tu opinión de éste cap. c:

Eeen fin, espero no tardarme tanto con el otro cap. T.T tengan lindo fin de semana, pórtense bien (no me hagan caso). Kurousagii cambio y fuera.