Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J. K. Rowling La historia original es de thecellarfloor (u/2433143/thecellarfloor). Traducción por Giselita, con el permiso de la autora.


Hermione se desperezó un poco.

Las palmas de sus manos estaban sudadas y podía sentir su corazón latiendo fuertemente contra su pecho. Recordó la sangre…demasiada…en sus manos, en el suelo y manchando todo su vestido. Podía sentir su metálico sabor en su boca y sentir su pegajosa textura en su piel. Debía de estar llorando, pues su visión se veía borrosa. Parecía tan real. Y aquellos ojos tormentosos y grises…

Pero fuera de eso, y no importaba cuanto intentase recordar, su sueño permaneció en el olvido.

Lentamente abrió sus ojos y se percató de que había alguien durmiendo a su lado. Segundos después, estaba gritando y tambaleándose fuera de la cama. Las sabanas accidentalmente se envolvieron a su alrededor, haciéndole una lucha el poder ponerse de pie.

Él abrió sus ojos irritado y lanzándole una mirada se movió hacia el otro lado de la cama y volvió a dormir.

-¡Malfoy!- le gritó escandalizada. Sus mejillas ardían y de seguro se veía como una loca con la sabana alrededor suyo, cual camisa de fuerza. ¿Había estado durmiendo toda la noche…con él?

El chico no se movió.

El muy baboso…

-¡Malfoy!- volvió a gritarle, esta vez con más fuerza. -¡Malfoy!

-Vuelve a la cama, amor,- le gruñó, sin siquiera dignarse a mirarla. Hermione juraría que acababa de explotarle una arteria.

-Si sigues comportándote-sino te levantas, yo—yo te—intentaba desesperadamente liberar sus piernas de las sabanas. Cuando lo consiguió, fue en busca de su varita, exasperándose cuando descubrió que no estaba en la mesa de luz, a un lado de su cama.

-¿Qué harás?

Se estremeció levemente cuando le vio mover su rostro lentamente, mirándola. Su brazo derecho le servía de sostén, mientras que sus nudillos soportaban el peso de su cabeza. Actuaba como si la cama fuera suya, como si la habitación fuera suya, Merlín. Hermione no deseaba otra cosa más que matarlo, utilizando sus propias manos si era necesario.

Porque ahora mismo movía su varita entre sus dedos, imagínense, el muy arrogante.

-¿Me matarás?- le preguntó con un tono de felicidad, con aquella sonrisa torcida pegada a su rostro. El rostro de Hermione se enrojeció aun más cuando pareció caer en cuenta de algo más.

-Oh Merlín… ¿Acaso nosotros…?- ahogó un gemido.

Malfoy soltó una risilla ante su evidente incomodidad. Le dio una palmada al lugar que había vacio a su lado, en la cama, indicándole que se sentara allí. Hermione cruzó sus brazos sobre su pecho y apartó su mirada.

-No voy a decírtelo si te quedas allí.- le dijo serenamente.

-¡No ocurrió nada!- le gritó en respuesta, pero de alguna forma parecía no creérselo. Él simplemente sonrió y volvió a darle unas palmaditas a la cama.

-¡Estaba—estaba completamente despierta!- dijo caminando por la habitación y murmurando, casi al punto de un ataque de nervios. - ¡No podía dormir! No me dormí. ¿Cómo? ¿En que estaba pensando…?

Draco soltó un bostezo.

-¿Terminaste con tu parloteo?- estaba seguro de que no se sentaría en la cama (o acercarse a ella), no cuando el seguía allí tendido.

Hermione se sobresaltó al verle incorporarse, semidesnudo y todo. El sonrió.

-Mantente lejos,- le dijo amenazadoramente mientras se acercaba a la puerta. La idea de verle tan aterrada era suficiente para hacer feliz a Draco, de una forma sadistica.

Se regocijaba en su miedo, no; vivía para ello. Sabía tan deliciosamente dulce.

Como todo lo que tenía que ver con ella.

-Use un encantamiento para que durmieras.

-Bastardo.- le dijo cerrando sus manos en dos fuertes puños.

-Tuve que hacerlo,- No parecía ni un poco afectado ante su repentino ataque verbal; de hecho, parecía bastante complacido consigo mismo. Tomó su ropa y comenzó a vestirse. Hermione trató con todas sus fuerzas de no mirarle. Pero no importaba cuando lo Negara, Lavender y el resto de la población femenina de Hogwarts tenían razón. Draco Malfoy realmente era esplendido. –Te pareces a un troll cuando no duermes.

-Ja, ja.- Hermione abrió a puerta y le indicó que saliera. –Fuera.

Terminó de vestirse y caminó hacia la puerta, se detuvo frente a la chica y le robó un beso de sus labios, antes de caminar fuera de su cuarto con su túnica oscura ondeando tras de sí.

Ella se quedó allí, detenida en aquel lugar unos cuantos minutos antes de darse cuenta de lo que había ocurrido.

-¡Malfoy! ¡Ugh!.- y cerró la puerta con un golpe.


-Tu tiempo se está acabando, Draco.

-Lo sé.

-Tienes que deshacerte de Potter.

-Lo sé.

-Tu cumpleaños número 18 es en dos semanas.

-Gracias Zabini, por remarcar lo obvio.- Draco le rodó sus ojos. Les dio una mirada a los de primer año que los miraban mientras subían las escaleras movedizas. –No me estas ayudando con Granger.

-¡Te estoy ayudando!- le dijo entre dientes. –pero no se puede, es una cabeza dura. La muy testaruda.

-Si, es bastante testaruda, ¿verdad?

Si Blaise no lo creyera bastante imposible, habría jurado que una sonrisa acababa de formarse en los labios de Draco.

Pestañeó dos veces y había desaparecido. Blaise debía de estar viendo cosas.

Los Malfoys no sonríen. Especialmente Draco.

-¿Qué harás si tu plan falla?

-No fallará,- le dijo Draco con confianza, mirándolo con si acabase de decir algo ridículo. Ahora estaban en la siguiente clase, Aritmancia, ¿verdad? Permanecieron un poco más fuera de la sala. Blaise sabía que Draco nuevamente la estaba esperando.

-¿Entonces eso es?- Blaise quería sacudirlo. – ¿No hay plan B?

-Plan B, es el original plan A,- Draco le miró con su usual rostro inexpresivo y sus fríos ojos. –El plan del que tú tan valientemente me convenciste de no hacer. Forzar el Emblema Malfoy en su piel…-

-¡No puedes hacer eso Malfoy!- le susurró con irritación, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie les escuchara. -¿Por qué crees que dejé que me golpearas en el pasillo en aquella ocasión? ¡Estabas loco de remate! ¡Alguien debía detenerte!

-Puedo hacer lo que yo quiera,- le dijo Draco confiadamente, lo cual era algo aterrador.

-Esto no es un retorcido juego, Draco.- le murmuró con enfado.

-Sea como sea, voy a grabarlo, le guste o no.- metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón. –Simplemente lo estamos haciendo a tu manera porque dijiste que me harían las cosas más fáciles. Pero tu plan está tomando demasiado tiempo. Afortunadamente, Zabini, soy un hombre paciente, siempre y cuando obtenga lo que quiero al final.

-Bueno, si llevas a cabo tu inicial plan solo lograrás que te odie para siempre.

Draco rió fríamente. -¿Crees que eso me importa?

-No, es solo que,- le dijo Blaise frunciendo el ceño. –Esperaba que hubieses cambiado…- murmuró mas para si mismo que para Draco.

Una vez más, el rostro de Draco se mantuvo inexpresivo. De alguna forma, las palabras de Blaise parecían molestarle. ¿Cambiar? ¿Por qué? ¿Por que querría hacerlo? Estaba perfectamente como era; un despiadado monstruo.

-Ah, mira, allí está.- Draco hizo una mueca y miró mas allá del rostro de Blaise. Este último se dio vuelta y vio a Hermione caminando rápidamente, con Potter cerca de ella. Blaise sentía la sangre hervir al ver a Harry.

La expresión de Hermione cambió al ver a los dos chicos en la puerta; o bien únicamente cambió solo al ver a Draco.

-¿Dormiste bien anoche, princesa?- le preguntó Draco con un tono burlón y empalagoso, casi ignorando a Potter.

Hermione le miró intensamente, pero no dijo nada. Draco le abrió la puerta.

-Te veo después, Harry.- dijo antes de desaparecer dentro del aula.

Blaise le siguió, no queriendo permanecer más tiempo cerca de Potter.

-Esta clase es solo para gente inteligente, Potter,- dijo Draco antes de entrar, pero Harry le tomó por el brazo antes de que pudiera hacerlo.

-No creas que no sé lo que tramas,- le dijo con frialdad.

Draco soltó una sonrisa, haciendo que Harry apretase la mano que le sostenía.

-¿Y exactamente qué crees que tramo?

-Vas por Hermione.

-¿Y recién ahora te das cuenta de eso?- su tono de falsa sorpresa le molestó aun mas. –Creí que eras más observador que eso, Potter.

Draco estaba bastante complacido al ver la expresión de ira en el rostro de Potter. Estaba denigrándolo, haciéndole ver que no era mucho más que la suciedad debajo de sus zapatos. Lo cual…era así.

-Sea lo que sea que estés tramando, voy a detenerte.- le Potter dijo entre dientes. Draco tiró de su brazo, y se pasó la mano por este como si estuviera limpiándoselo.

-Haz el intento.- le dijo en una mueca antes de entrar.

Harry le dio un puñetazo a la pared frente a él, haciendo que un punzante dolor se apoderase de su mano. Malfoy realmente sabía como ponerle los nervios a flor de piel.


-Ya basta,- le susurró irritada.

Estaban sentados en Aritmancia. La silla de Malfoy estaba tan cerca que sus piernas se rozaban. La había obligado a sentarse al fondo apenas había entrado a la clase, cuando ella no quiso ponerse de pie, la arrastró.

Ahora, para su horror, su mano estaba tocando su rodilla. El sonreía a medida que iba subiéndola.

-Basta.- volvió a advertirle. Le sacó la mano de un golpe, pero seguía avanzando. Ahora se encontraba por la mitad de su muslo.

-¡Malfoy!- le gritó.

-¿Señorita Granger? ¿Señor Malfoy?- el profesor los miró con curiosidad, y también así lo hizo el resto de la clase. Hermione se ruborizó notoriamente y sacudió su cabeza avergonzada.

-Nada, profesor.- dijo Malfoy con una pequeña sonrisa en sus labios.

Las chicas de Slytherin, que se encontraban a su derecha, le dieron una mirada.

Hermione se golpeó la cabeza contra el escritorio, sintiéndose miserable. Malfoy había estado atormentándola por varios días. Cada vez era más y más agresivo y menos modesto sobre sus intentos de manipularla.

Volvió a darle un manotazo a su mano, y esta vez no volvió a molestarla. Ahora estaba mucho más interesado en jugar con su cabello.

No tenía sentido pedirle que se detenga. Mejor su pelo que su pierna…

Decidió hacerle preguntas. Tenía que saber que tan adiestrado estaba en el arte de hacer magia sin varita.

-Entonces-uhm- ¿Cuándo eras chico te entrenabas con tu padre?- dijo tranquilamente. Su mejilla estaba presionada contra el escritorio y sus ojos le miraban fijamente.

-Si,- le dijo, peinando desinteresadamente su largo cabello.

-¿Te entrenaste con alguien más?

-Lucius contrató a diferentes tutores cuando era pequeño, para que me entrenaran,- le dijo. Hermione notó como se refería a su padre por el primer nombre. ¿Acaso eso significaba que odiaba a Lucius? Sus dedos recorrieron su mejilla, haciéndola apartarse, pero él continuó.

-¿Y qué tal—em—ahora? ¿Sigues entrenándote?- intentó sonar casual. Draco le miraba con poco interés y continuaba jugando con sus cabellos.

Entonces, repentinamente sus ojos se encontraron y vio su fría e indulgente mirada, que le hizo cambiar de posición en su asiento, incomoda.

-En las artes oscuras, si. Resulta que soy bastante bueno para ellas.- le dijo peligrosamente. Sus ojos se agrandaron ante sus palabras. –Se que quieres saber más sobre mí, Hermione. Me halagas.

Pero ella no pasó de largo el cruel tono sarcástico de su voz.

Se ruborizó e inmediatamente se sentó derecha. No se atrevió a volver a cruzar su mirada por el resto de la clase.


Los Malfoys, son una antigua familia de la aristocracia del mundo mágico. Viven en la Mansión Malfoy; una gran y ornamentada casa que ha sido propiedad de la familia por generaciones. Los Malfoys son extremadamente ricos…

Son conocidos por sus fuertes creencias en la supremacía de la sangre pura…

Hermione hizo una mueca de disgusto.

excelentes en Oclumancia…

las practicas en el arte de realización de pociones. Amortentia, Conflagration d'Ame, Ipheion, Moonseed—

-¿Hermione?

Nerviosamente, cerró el libro de un golpe y se volvió ante la mención de su nombre. Escondió el libro detrás de su espalda.

-¿Qué estás haciendo?- le preguntó Blaise con curiosidad, mirándola con sospecha.

-N-nada.- podía sentir como su cuerpo temblaba. Todo tenía sentido. Había oído a Parvati y a Lavender hablar de él antes. Había lastimado a Ron en el campo de Quidditch, obligando a Ron a permanecer en la enfermería para que le enviasen flores.

…pues nadie sospecharía si recibía rosas, nunca pensarían que esas flores matarían a Ron.

Era algo brillante, maligno, y absolutamente astuto. Sentía la sangre hervir en sus venas, mucho más que en cualquier otro momento de ira.

Malfoy hizo esto. Draco Malfoy mató a Ron.

-Déjame ver.- le dijo Blaise avanzando hacia ella, sacándola de su ensimismamiento. Se apartó de él instantáneamente.

-Blaise,- le advirtió. No parecía querer apartarse, entonces Hermione alzó su varita. Blaise, sorprendido ante su defensa, alzó las manos, rendido. Pero vio el libro que la castaña sostenía y le dio una mirada inquisitiva.

-¿Tiene algo que ver con Draco?- le dijo repentinamente. -¿Cuánto sabes?

-Muchas cosas.

-Yo también se muchas cosas.

-Se que mató a Ron.- le dijo acusatoriamente. –Uso el Quidditch y a Lavender para ello.

Blaise no se mosqueó. ¿Eso significaba que tenía razón? ¿Significaba que él lo sabía?

No se movió cuando Blaise le ofreció sentarse. Aunque si le miró fijamente a los ojos. Su rostro repentinamente cambio por una mirada llena de admiración por ella. Era como si pudiera verla con una nueva luz o algo por el estilo.

-¿Cómo lo supiste?- le dijo con un tono de sorpresa. –Nadie sospecha nada. Y estoy seguro de que Draco no te dejó ninguna pista, entonces ¿Cómo?

-Vi la rosa negra.

-¿Rosa negra?- le preguntó, parecía bastante confundido.

-Es la señal de que alguien ha sido envenenado,- le respondió. Blaise notó que aun tenía su varita en alto. –Con moonseed.

-¿Y el rastro te llevó a él?- el tono de sorpresa nunca abandonó su voz. –Tal inteligencia-

-¿Cómo es que tú lo sabes?- le dijo entre dientes, sin poder tener una pizca de confianza en él. Se rio suavemente y apoyó los codos sobre la mesa, con la cabeza apoyada en sus manos.

Draco no quería que nadie lo supiera, menos Hermione. Y allí estaban.

-Él confía en mí.

-Entonces yo no.

-¡Fue él quien lo hizo, no yo!- murmuró molesto. -¡Yo no tengo nada que ver!

-¡Si, pero lo sabías! ¡Lo supiste todo este tiempo y no se lo dijiste a nadie!

-¿Decírselo a alguien?- la miró sin poder creer lo que acababa de escuchar, como si sugerir siquiera aquello la condenara. -¿Y hacer que me mate?

-Pudiste decírmelo a mí.- le dijo molesta. -¡Pude haber hecho algo! ¡Pude haber salvado a Ron!

-No puedes detenerlo, si eso es lo que quieres.- le dijo casi en un susurro.

-¿Por qué?- le dijo enfadada. ¿Por qué no?

-¿Eres estúpida?- le dijo dándole otra mirada de incredulidad. -¡Ya viste de lo que es capaz! ¿Crees que tienes alguna oportunidad contra él?

Hermione le lanzó una mirada ante su muestra de poca confianza en sus habilidades. Pero entonces recordó la noche en el Área Restringida de la biblioteca; como Malfoy había usado la maldición Cruciatus en los tres chicos de Slytherin sin varita alguna, como les vio sufrir sin piedad, como sus ojos ardían y estaban fríos al mismo tiempo.

-No me importa. Voy a hacérselas pagas.- su voz sonaba determinada. Blaise rodó sus ojos. No quería que ella tuviera éxito, a decir verdad. Queria ayudar a Draco. Queria que Potter muriera. Pero de alguna forma, una parte de él estaba bastante impresionado ante el coraje de la chica. Sus ojos billaban, determinados. Se necesitan muchas agallas para hacerle frente a alguien como Draco.

Pero si no tenia cuidado, iba a conseguir que la matasen a ella. O peor…

Se sentia mal por Hermione. No quería que sufriera. Después de todo comenzaba a caerle bien.

Blaise era un perspicaz observador. Adoraba estudiar a las personas y sus alrededores. Adoraba ver como se desenvolvían en situaciones complicadas. Era eta actitud la que volvía vulnerables a aquellas personas que le rodeaban. Conocía a casi todos; sus fortalezas, sus debilidades, sus miedos…

A todos, excepto algunos pocos.

Y Hermione Granger era una de esos pocos.

Me pregunto si…

Quería ver de lo que sería capaz Hermione cuando lo averiguara, y también quería ver que era lo que Draco haría.

En otras palabras, dejó que la curiosidad sacase lo mejor de él.

-Hermione, ¿Has oído hablar de la piedra Luteus?