¡Wepa! Yo aquí y ustedes ps allá e_e bueno, bueno, ya estoy aquí, como lo prometí. Así que no los entretengo más y abajo respondo reviews :3
iCarly… aun NO es mío…pero pronto, Dan Schneider (I'm watching you ¬.¬)
ACLARO: Este historia no es mía, solo es una adaptación. Están avisados para que luego no vengan y me digan que soy roba historias :D
AVISO: Es una historia OOC y AU, si no te gusta, sigue participando, nosotros te llamamos =)
NOTA: Toda la historia será contada por Freddie, los que estén entre comillas ("") son recuerdos y recuerden que el apellido de Pete es Redmond y el de Brad es Somers…según xD

Peligrosa Obsesión
Capitulo 7
Me desperté a causa del maldito despertador que Gibby me había obligado a tener. Giré sobre el colchón y estiré mi mano para apagarlo. Volví a girar para mirar al techo. Mi cabeza se estaba partiendo, si no me equivoco logré dormir lo mismo que nada. Toda la noche mi conciencia se encargó de que mi persona se sintiera verdaderamente mal.
Me levanté y me dirigí al baño. Me di una ducha rápida y salí para cambiarme. Tomé un poco de café y salí en mi moto para otro maldito día en ese infierno. Recordé que hoy es la maldita fiesta de mi padre. ¡Demonios, nada podía ser peor!
Llegué y me encontré con Brad y Gibson esperándome para entrar. Sin quitarme los anteojos me acerque a ellos. Somers me miró bien.
—Uuuh, esa es cara de haber tenido mal sexo —aseguró Somers.
—Te equivocas Brad, esa es cara de no haber llegado al coito —dijo Gibby.
Me quité los anteojos y los miré asesinamente, para luego gruñirles por lo bajo. No estaba de humor para soportar sus teorías y burlas.
—Creo que si las miradas mataran, ya estaríamos muertos Gibbo —dijo Brad.
Los volví a fulminar con la mirada. Maldito si seguía provocándome no iba a terminar bien. Gibson se acercó a él y colocó una de sus manos sobre su hombro. Comenzamos a caminar hacia las malditas clases, me adelante un poco, pero podía escucharlos perfectamente.
—Amigo, ¿recuerdas que Freddie perteneció al equipo de lucha en la secundaria? —le preguntó Gibby por lo bajo.
—Si —se limitó a decir Somers.
—También, ¿recuerdas cuando peleaba en los bares?
—Aja —respondió Brad.
— ¿Y recuerdas que peleó con Griffin y lo venció limpiamente?
Giré un poco la cabeza para mirarlos y Brad miró nervioso a Gibby.
—Sí, lo recuerdo.
—Entonces no insistamos más, ciertamente no somos Griffin. No creo que tengamos tanta suerte si continuamos —dijo él. Llegamos al salón y era una de las pocas veces en las que llegábamos temprano.
Miré a mí alrededor y Shannon no estaba. Gracias a dios no estaba. Me senté en la última fila y logré hacer que mi cabeza se fuera de aquel lugar. La clase de Historia Universal comenzó, era tan tediosa aquella clase.
La puerta del salón se abrió y ella entró. Me senté derecho para mirarla, y a mi cabeza vino lo de ayer. Habérmela imaginado mientras estaba con otra era algo poco común en mí.
—Lo siento, se me ha hecho tarde —se disculpó.
La profesora la disculpó y ella miró a su alrededor para buscar un asiento. El único lugar que quedaba era el que estaba a mi lado. Intentó buscar otro lugar, pero nada la salvaría de sentarse conmigo. Se acercó y con cuidado se sentó.
—Buen día —me saludó por lo bajo.
—Ojala pudiera decir lo mismo —le dije. Se giró a verme.
—Uuuuh, ¿no dormiste bien anoche? —me preguntó.
—Exacto —dije.
Ella sacó un cuaderno y comenzó a escribir lo que la profesora estaba diciendo. Miré con detenimiento cada movimiento que hacía su nariz al escribir. Llevó la punta de la lapicera a su boca para morder levemente la punta.
¡Oh dios, yo tengo que hacer algo para poder estar con esta chica!
Se giró a verme, y me encontró mirándola fijamente.
— ¿Qué sucede? —me preguntó.
—Nada, solo te miraba —contesté.
—Después puedo prestarte un poco de tapa ojeras, si quieres —me dijo algo divertida.
—Oh, que considerada que eres cariño.
—Lo sé —dijo orgullosa de ella misma y volvió a concentrarse en escribir.
La clase se me hizo lenta e interminable. Sam contribuía a ello, totalmente concentrada en lo que decían o escribían.
—Podemos salir mañana cariño —le hablé. Se giró a verme.
— ¿Mañana? —preguntó.
—Sí, ¿Por qué no?
— ¿Es necesario?
— ¿Cuál es el problema?
—El problema Fredward, es que… no quiero problemas —dijo divertida.
— ¿Problemas?
—Ya sabes de quien te estoy hablando. Nora.
—Oh, Nora—dije frustrado.
—De verdad tendrías que hablar con ella, está obsesionada contigo. Por un lado le tengo lastima, debe ser horrible enamorarse de alguien que solo piensa en sí mismo.
—Juro que yo jamás le di motivos para que se enamorara —me defendí.
—Freddie… chicas como ella se enamoran fácilmente de hombres como tú.
— ¿Hombres como yo?
—De pura palabra, pero cero compromisos —me dijo.
— ¿Y chicas como tú? ¿Qué clase de hombres buscan? —le pregunté.
Me miró fijo a los ojos y luego sonrió levemente.
—Chicas como yo buscan constantemente alguien que no sea posesivo y esté dispuesto a entregarse a una relación divertida y sana. Un hombre con el que puedas hablar de cualquier cosa y sentirte cómoda —me dijo.
— ¿Redmond no podía hacer eso?
—Al principio sí, pero luego se volvió insoportable.
—Yo soy un hombre con el que perfectamente puedes hablar —dije. Volvió a sonreír.
—Sí, lo imagino —dijo sarcástica —Eres el sapo imposible de transformar en príncipe.
El timbre sonó y todos comenzaron a salir. Ella se puso de pie y antes de salir del todo se giró a verme.
—Por eso se enamoran ti, creen que pueden cambiarte —me dijo. La miré fijo —Pero eso, está totalmente fuera del alcance de sus manos.
Salió de allí dejándome solo con mis pensamientos. ¡Oh mierda! ¿Qué es lo que pasa conmigo? Yo no puedo sentirme mal por las palabras de una mujer poco común.
Poco común, eso es. Ella es diferente a las demás, o así la veo yo. Tal vez si le encuentro el parecido ya no voy a sentirme así.
La noche llegó y con ella la maldita fiesta. Terminé de vestirme en un costoso traje que me trajo mi padre de Paris. Parado frente al espejo me arreglé bien la corbata.
"— ¿Ves? Así es como se hace mi amor —ella tomó la corbata y comenzó a colocármela bien.
— ¿Así mami? —le pregunté.
—Uno para arriba, luego lo doblas por aquí y un tirón para abajo.
— ¿Cómo me veo?
—Perfecto, te ves hermoso."
Sacudí mi cabeza mientras dejaba que aquel recuerdo me atormentara. Volví mi vista al espejo y ya estaba listo. Tomé el peine y terminé de tirar todo mi cabello hacía atrás.
De verdad no podía hacerme cargo de que todas estuvieran muertas por mí. La verdad de todo está a la vista. Yo no soy el problema. El problema son todas ellas.
El timbre de mi casa sonó, de seguro ese era papá. Salí del cuarto y me dirigí a atender. Abrí y el me miró bien.
— ¿Estás listo? —preguntó.
—Si —contesté.
Salimos de allí, nos subimos a uno de sus costosos coches, y partimos hacia otro de mis calvarios. Pronto llegamos, en todo el viaje no habíamos cruzado palabra. Mi relación con mi padre era así, solo hablábamos lo necesario.
Nos bajamos y entramos al gran salón. Miré a mi alrededor y toda la clase alta de la cuidad estaba allí. Empresarios, contadores, abogados, políticos y demás. Era hora de sacar mi faceta profesional y moralista. Nos acercamos a un grupo y mi padre comenzó a presentarme.
—Él es Fredward, mi único hijo y mi futuro heredero —habló sobre mí.
—Buenas noches, señores —saludé.
Pronto comenzó la charla de negocios, puse mi mejor cara de atención e intenté hacerlo.
Pero mi mirada se distrajo por la silueta de una pequeña mujer. Estaba de espaldas con un elegante vestido rojo, que dejaba a la vista la piel de su espalda. Tenía el cabello recogido, pero algunas mechas caían por los costados de su rostro. Y cuando giró, de verdad no pensé que era ella. Comenzó a caminar del brazo de un hombre bien vestido de unos 50 años. Estoy seguro que ese es su padre.
—Con permiso señores, enseguida regreso —me disculpé.
La seguí con cuidado, observándola de cerca. De alguna forma, que no sea presentándome yo mismo, tenía que hacer que ella me viera. Divisé como sonreía cordialmente a las personas que, el hombre con el que estaba, le presentaba.
Se veía condenadamente hermosa en ese vestido, rojo pasión. Largo hasta el suelo, marcaba con claridad las bellas curvas de su cuerpo. Y ver su espalda al descubierto, era una tentación en vivo y en directo.
Gracias a mis tontas compañeras de Universidad ya había logrado verla en ropa interior. Pero la idea de desnudes que me provocaba su vestido era aun mayor de lo que yo había visto. La vi alejarse de aquel hombre y entonces me acerqué a él.
—Perdón, ¿usted es el señor Puckett? —le pregunte. Se giró a verme.
—Sí, soy yo. Mucho gusto ¿usted es? —me preguntó.
—Mi nombre es Fredward Benson—me presenté.
— ¿Puede ser que tu padre sea Jeremy Benson? —dijo frunciendo el ceño.
—El mismo —dije. Sonrió y estiró su mano para que la tomara.
—Es un gusto conocerte, hijo. He escuchado muchas cosas sobre tu padre, sé que es un muy buen abogado.
—Si lo es, y es mi gran ejemplo a seguir. Espero algún día poder llegar a ser tan grande como él. —dije mintiendo descaradamente.
—Si tienes potencial y carisma, estoy seguro de que lo lograras —dijo divertido.
—Eso espero señor, ya que en algún futuro me tocara tomar mando del bufete de mi padre.
— ¿Tú padre está aquí? —me preguntó.
—Sí señor, se encuentra por allí —dije y lo señalé.
Giró y lo miró, volvió a mirarme.
—Oh, espera un segundo que voy a llamar a mi hija para que la conozcas —dijo.
¡Bingo! dije para mi fuero interno.
—Samantha, hija —la llamó.
Ella se encontraba de espaldas hablando con otra mujer. Se giró a verlo y cuando me divisó frunzo el ceño con gesto de asombro. Se despidió de la mujer y se acercó a nosotros. Hice todo lo posible por parecer sorprendido.
—Hija, quiero que conozcas al señor Fredward Benson—me presentó —Fredward, ella es mi bella hija Samantha.
—Es un gusto señorita —dije y tomé su mano para besarla cordialmente.
Ella no dijo nada, solo me miraba sin poder creerlo aun.
—Bueno, los dejo un segundo. Iré a hablar con tu padre Fredward—me dijo.
—Vaya tranquilo señor Puckett, yo cuidó de su hija.
Sonrió y palmeó mi espalda para luego irse. Clavé mis ojos en Sam, y ella me miró de arriba a abajo analizándome detenidamente.
— ¿Dónde quedó el sapo Marilynmansero? —me preguntó. Solté una leve carcajada — ¿Se puede saber qué haces aquí?
—Aquí es donde vengo siempre que necesito pensar —le dije. Me miró acusadoramente —Bueno, en realidad vengo porque mi padre tiene amigos importantes y siempre necesita de mi ayuda.
—O sea que era esto lo que tenías que hacer hoy —me dijo.
—Al parecer los dos teníamos que hacerlo —dije y la miré de los pies a la cabeza —Se ve muy bella esta noche señorita Puckett.
—Oh —dijo ella soltando una sonrisa — ¿Ahora eres todo un caballero?
—Siempre lo soy, ¿no lo cree?
—En realidad creo que te favorece el pelo hacia atrás. Se tiene mayor percepción del color de tus ojos.
— ¿Le gustan mis ojos? —pregunté sonriéndole levemente.
—Señor Benson, creo que a pesar de que este vestido de gala, lo marylinmansero no se le va con nada del mundo.
—Podríamos fingir que acabamos de conocernos —dije y me di la vuelta para luego volver a mirarla —Buenas noches señorita.
Tomé su mano para besarla de nuevo. Ella rio por lo bajo.
—Buenas noches señor… —dejó de hablar para seguirme el juego.
—Benson, o puede decirme Freddie.
Nos acercamos a una de las mesas donde había comida y cosas para tomar. Ella miró esporádicamente la mesa y soltó un frustrado suspiro.
— ¿Qué sucede? —le pregunté.
—Puedes creer que no tengan nada que no provenga de algún pobre animal —dijo
— ¿Estas segura? —dije y giré a ver la mesa.
Ella tenía razón, allí había de todo, pero nada no proveniente de algún animal.
—Son todos unos cerdos —dijo mirando a la gente —Presumiendo su dinero y poder, y riendo con una copa de Martini entre los dedos.
— ¿No te gusta esta gente?
—Para serte sincera, no. Pero toda mi vida he vivido entre ellos, y aun así no los tolero.
—Te entiendo, esta gente es demasiado irritante —le dije. Se giró a verme.
— ¿Vienes seguido verdad? —preguntó.
—Si —dije asintiendo.
—Es la primera vez que vengo a un lugar como este. Y te aseguro que hubiese preferido quedarme en casa, mirando una película y comiendo helado.
Miré a nuestros padres y hablaban animadamente.
— ¿Crees que hagan algún negocio? —le pregunté.
—Quien sabe —dijo y los miró también — ¿Ese es tu padre?
—Sí, él es mi padre —dije en un suspiro.
—No te pareces mucho a él —me dijo. Giré a verla.
—No, me parezco más a mí…
Me miró esperando a que terminara de hablar. Sentí un pequeño nudo en el pecho, algo que me impedía poder hablar de ella.
— ¿A tu madre? —preguntó. Salí de mis pensamientos y la miré.
—Sí, si a ella —dije rápidamente. Miré hacia uno de los ventanales y la noche se veía bella. Sería bueno salir un poco —Oye, ¿salimos de aquí?
— ¿A dónde? —me preguntó confundida por mi repentino interés de salir de allí.
—Conozco este lugar, he venido antes. Tiene un muy bello jardín, podemos salir a caminar —le dije. Miró a su alrededor y volvió a mirarme.
—Está bien, vamos —me dijo.
Apoyé una mis manos en su espalda y la dirigí levemente hacia fuera. Salimos y la leve brisa goleó nuestros rostros. No hacía calor, ni frío. La noche en verdad era perfecta. Comenzamos a caminar, por lo que parecía un laberinto de enredaderas.
—Wow, esto es increíble —dijo mirando a su alrededor.
—El jardinero que hizo esto se merece una consideración —acoté —Juguemos a las veinte preguntas.
—Que sean cinco —dijo divertida.
— ¿Cinco? ¿Nada más cinco?
—Nada más —sonrió.
—Está bien, acepto tus condiciones. Comenzaré yo —acomodé mi garganta — ¿Te agrada haberte encontrado conmigo esta noche?
Rio por lo bajo y me miró de reojo.
—Ciertamente… no me molesta —dijo.
—Oh, eso es bueno —le dije y ambos reímos — ¿Playa o montaña?
—Depende —contestó.
— ¿De qué?
— ¿Esa es otra pregunta? —preguntó.
— ¿La vas a contar como pregunta? —le dije. Sonrió.
—Si —dijo asintiendo.
—Eres tramposa —la acusé.
—Depende de la persona con la que vaya. Si estoy con amigas, prefiero ir a la playa. Y si estoy con alguien especial, preferiría ir a la montaña.
— ¿Por qué? —dije interesado en saber eso.
—Van cuatro, señor Benson —dijo divertida.
—Lo sé, lo sé. Pero prefiero saber —dije y la mire.
—Lo mejor de tener frío, es poder entrar en calor —me dijo.
Detuve mi paso y vi como caminaba. Se giró a verme y rio divertida.
— ¿Qué te sucede? —me preguntó.
Sonreí levemente y caminé hasta ella sin decir nada.
Seguimos caminando y divisé un bonito lugar, era una especie de cúpula rodeada de flores y plantas.
—Vamos allí —le dije y le di mi mano.
Ella me miró y con un poco de duda la tomó. Caminamos hasta allí y le di el paso para que pasara. Miró a su alrededor y luego me miró.
—Este lugar es hermoso —dijo.
—Como yo —afirmé. Me miró divertida —Y como tú por supuesto.
—Oh, que galante —dijo divertida.
—Si te pregunto si quieres bailar, ¿la tomas como pregunta? —le pregunté.
—No hay música —me dijo mientras trataba de no reír.
—Tenemos imaginación cariño —le dije por lo bajo.
Estiré mi brazo para que ella apoyara su mano en la mía. Rio quedamente y se acercó un poco a mí para tomar mi mano.
Con un leve movimiento coloqué mi mano en su espalda y la acerque rápidamente a mí. Me miró fijo a los ojos. Apoyó su otra mano sobre mi hombro.
Comencé a moverme de un lado para el otro, haciendo que ella también moviera un poco sus pies. De repente escuchamos como un poco de música llegaba hacia nuestros oídos. Giramos la cabeza y un grupo de músicos se encaminaba para tocar algo.
Sam sonrió y bajó la mirada algo sonrojada. Yo les agradecí a los muchachos con un leve movimiento de mi cabeza. Volví mi mirada a ella y busqué la suya.
Ella trataba de esquivarme, hasta que no tuvo más remedio que mirarme fijo a los ojos. Sus pestañas eran largas y oscuras, provocaban que sus ojos fueran más profundos y cautivadores. Con la música a nuestro alrededor, una maravillosa noche estrellada y por supuesto mi inexplicable atractivo tenía todas las de ganar. Podía besarla…
— ¿En qué piensas? —me preguntó.
La hice girar una vez y la volví a acercar. Mi mano cosquilleo ante el contacto sublime que provocaba la piel desnuda de su espalda.
—En las casualidades de la vida —contesté.
— ¿Casualidades?
—Si —dije asintiendo — ¿No te parece una casualidad todo esto? El habernos encontrado en este lugar esta noche.
—Casualidad, destino o lo que sea. No creo en ninguno de ellos.
— ¿A no?
—No —dijo negando levemente con la cabeza —Para mí la vida es otra cosa. Cada uno va armando su propio camino, va tomando sus propias decisiones. Las cosas pasan porque nosotros queremos que así pasen.
— ¿Estas queriendo decirme que querías verme esta noche?
Rio por lo bajo y me miró.
—Te queda una pregunta —me dijo.
— ¿Puedo besarte?
Sus azules ojos se clavaron fijamente en los míos. Recorrí con mi mirada cada perfecta facción de su rostro, cada peligrosa curva de sus labios. Su boca estaba semiabierta. Yo solo debía inclinarme y atraparla.
—No —me contestó. Volví mi mirada a sus ojos.
— ¿Por qué no?
—Porque no.
Se alejó de mi agarre y salió de allí dejándome algo confundido. Miré en la dirección en la que estaba caminado, y a paso rápido casi estaba llegando a la entrada del salón, corrí detrás de ella y la alcancé. Tomé su brazo para hacerla girar y que me mirara.
—Lo siento, siento si te incomodé… no era mi intención. Pero no puedes culparme por querer besarte. No hubiera podido dormir, de no haberlo intentado.
—Tranquilo —me dijo —Por lo menos vas mejorando. Has preguntado y te has abstenido después de una negativa…
Ella giró para entrar.
—Sam espera —la llamé. Se giró a verme —Otra pregunta.
—Ya has hecho cinco, pero... bueno, ¿Qué quieres saber?
— ¿Podrás dormir esta noche sin haberlo intentado? —le pregunté.
Ella solo me miró fijo y no habló durante unos cuantos segundos.
Pensé que en cualquier momento mi Freddie despreocupado y arrebatado iba a salir de mí, para tomarla de la cintura y besarla sin permiso, pero giró sobre ella misma y entró sin decir nada.
—Si —dije asintiendo levemente —Eso pensé. No podrás dormir esta noche.
Entré y vi cómo se acercaba a nuestros padres. Apresuré un poco mi paso y también me acerque a ellos.
—Oh, aquí estas hija —dijo el señor Puckett—Jeremy, ella es Samantha, mi hija.
—Mucho gusto Samantha —le habló él.
—El gusto es mío señor Benson —dijo ella.
—Él es mi hijo…
—Ya tuve el agrado de conocerlo —lo detuvo Greg. Mi padre me miró de reojo. Vi como Sam le decía algo al oído a su padre. Greg nos miró consecutivamente —Lo lamento señores, pero nosotros debemos retirarnos.
—Fue un placer conocerlo, señor Puckett—dijo mi padre.
—Igualmente, señor Benson—dijo él.
—Señorita —inclinó la cabeza ante Sam.
Ella bajó un poco la cabeza.
—Buenas noches —dijo ella y tomó el brazo de su padre para comenzar a caminar. Antes de alejarse del todo, giró su cabeza para entregarme una extraña mirada.
'Hay cariño, sé que te mueres de ganas por que vaya hacia ti y te bese como Dios manda' pensé sin dejar de mirarla.
— ¿Se puede saber dónde demonios estabas? —me preguntó Jeremy haciendo que deje de mirar a mi rubia.
— ¿Linda chica, no crees? —le pregunté.
—Deja de hacerte el idiota. Contéstame lo que te pregunte.
—Solo estaba tomando un poco de aire, ¿está bien?
—Te estuve buscando, como un loco, te necesito para una importante charla de negocios.
—Tranquilo, ya estoy aquí para salvar tu trasero.
Me miró con enojo y yo solo lo ignoré.
—Vamos —me dijo y nos acercamos a un grupo de personas que hablaba concentradamente.
Luego de la tediosa velada, yo regresé a mi casa, mientras que mi padre se fue a su departamento. Me quité el abrigo y lo dejé sobre el sillón, para luego sentarme en el mismo.
¡Maldito viernes solo en casa! Podría llamar a los chicos para que vinieran a hacerme compañía. Tomé mi celular y encontré un mensaje nuevo. Era de Gibby.
—Hermano, te conseguí lo que querías. El número de Sam.
Leí y solté una leve carcajada. Guardé el número de Sam y luego miré mis contactos. Nunca había tenido agendado el número de una mujer. No era mi costumbre. Bueno, pero esto era un caso especial. ¿Qué pasa si la llamo?
Escuché como sonaba una… sonaba otra, una más…
— ¿Hola? —me atendió.
—Cariño, pensé que estabas dormida —le dije. Guardó silencio unos segundos.
— ¿Freddie? —preguntó.
— ¿Cómo lo supiste? —pregunté haciéndome el galante.
—Eres el único estúpido que me dice cariño —aseguró. Yo reí — ¿Por qué tienes mi número?
— ¿Qué? ¿Acaso no me lo hubieras dado si te lo pedía?
—Mmmmm, sí o no se —contestó.
— ¿Dónde estás?
—En mi habitación, en mi casa.
— ¿Llegaste hace mucho?
—Hace bastante, si —dijo ella.
Reí por lo bajo y miré las puntas de mis pies.
— ¿No puedes dormir verdad? —dije al recordar mis palabras fuera del salón.
— ¿Por qué? —dijo ella.
— ¿Cómo porque? —dije yo.
—Sí, ¿Por qué dices que no puedo dormir?
—Porque no me dejaste besarte.
Escuché como reía divertida y me reí en mi fuero interno.
— ¿Qué es tan gracioso? —le pregunté.
—Tú lo eres —me dijo entre una risa —Juro que nunca en mi vida había conocido a alguien tan, pero tan…
— ¿Lindo?
—Tan…
— ¿Hermoso?
—Egocéntrico —afirmó.
— ¿Lo soy?
—No sabes cuánto.
—Yo no diría egocéntrico —dije y me acosté en el sillón poniendo mi brazo libre detrás de mi cabeza —Más bien tengo un muy buen autoestima.
—Y una gran facilidad de palabra.
—Eso es una virtud.
—Ya lo creo, ya lo creo —dijo divertida — ¿A qué se debe tu llamada?
—Quería cerciorarme de mi teoría —le dije. La escuché comer algo — ¿Estás comiendo?
—Si —dijo con la boca llena —Helado.
— ¿A esta hora?
—Es rutina —aclaró —Siempre antes de dormir miró alguna película con un pote de helado en la mano. Y si la película es de amor, un paquete de pañuelos descartable.
— ¿Lloras?
—Si —dijo y soltó un suspiro —Hay películas que son… muy lindas.
Guardó silencio por varios segundos, y yo también lo hice. Solo escuchaba su leve respiración.
— ¿Mañana haces algo?
—No lo sé, quizás vaya a trabajar. Tengo que sacar las fotos del mes. Y debo ver a Pete…
— ¿Qué? —pregunté al escuchar su nombre.
—Sí, mañana iré a verlo a la tarde. Está engripado, y le prometí que iría a verlo.
—Aja, ahora también eres enfermera.
—No lo soy, pero debo admitir que soy muy buena cuidando gente.
— ¿Y qué pasó con el tema del otro día?
—Ya lo olvidé, además de que me pidió perdón.
—Perdonas fácil —le dije.
—No, soy bastante rencorosa. Pero cuando su perdón viene de corazón, si lo hago.
Escuché como bostezaba.
— ¿Tienes sueño? —pregunté.
—Ahora si —dijo en medio de un bostezo —Bueno Benson, me voy a dormir. Te veo el lunes. Adiós.
Colgó el teléfono dejándome con la palabra en la boca. Te veo el lunes.
¡Mierda! Tendré que darles a esos dos perros sus 400 dólares.
¡Dios! ¿Por qué tienes que ponerme a una difícil en el camino? ¿Acaso no soy un buen cristiano? Me puse de pie y caminé hasta mi habitación. Me saqué aquel molesto traje y me puse cómodo para dormir. Me acosté en la cama mirando fijamente al techo.
"— ¿Playa o montaña? —pregunté.
—Depende —contestó.
— ¿De qué?
— ¿Esa es otra pregunta? —preguntó.
— ¿La vas a contar como pregunta? —le dije. Sonrió.
—Si —dijo asintiendo.
—Eres tramposa.
—Depende de la persona con la que vaya. Si estoy con amigas, prefiero ir a la playa. Y si estoy con alguien especial, preferiría ir a la montaña.
— ¿Por qué?
—Van cuatro, señor Benson.
—Lo sé, lo sé. Pero prefiero saber.
—Lo mejor de tener frío, es poder entrar en calor."
Sonreí levemente al recordar su interesante respuesta. Cerré los ojos e intenté dormir.

Me desperté por un terrible sonido que vibraba y sonaba al lado de mi oreja. Gruñí frustrado y giré sobre el colchón para tomarlo. Lo acerqué a mi oído.
— ¿Hola? —dije con voz rasposa ya que recién me despertaba.
—Suripanta, ¿estabas durmiendo? —me preguntó él.
— ¿Y tú qué crees Brad?
—Lo siento, lo siento —se disculpó —No pensé que estarías dormido a estas horas.
— ¿Qué hora es? —le pregunté, mientras me sentaba en la cama.
—Son las 12 —dijo.
— ¿Las 12?
—Sí, si y no digas que eso es temprano, porque no lo es. Mueve tu maldito trasero y ven a abrirnos la puerta, que el maldito café me está quemando las manos —me dijo Gibby.
— ¡Ya voy! —me quejé y colgué el teléfono.
Me puse de pie y salí de la habitación, caminé por el pasillo y llegué a la puerta. La abrí y ellos dos estaban allí parados. Giré y volví a caminar hasta la habitación, me volví a tirar en la cama.
— ¡Oye! ¿Dónde están las tazas? —me preguntó desde la cocina Gibson.
— ¡Por ahí! —le respondí cerrando de nuevo mis ojos.
Escuché como la puerta se volvió a abrir, de seguro esa era Rose. Mi nana.
Rose me cuida desde que tengo memoria, y es la que se encarga de mantener limpio mi departamento los fines de semana.
—Buen día muchachos —escuché su dulce voz.
—Hola Rose, ¿Cómo estás? —le preguntó Brad.
—Bien pequeño —le contestó ella — ¿Quieren que les prepare el desayuno?
—Si, por favor —imploró Gibby.
— ¿Dónde está Freddie? —escuché que preguntaba por mí.
—Nos abrió la puerta y volvió a acostarse —me acusó Somers.
— ¡Karl! ¡Levántate ahora mismo! —me llamó por mi segundo nombre, y solo lo hacía cuando elevaba la voz conmigo. Sino siempre era su pequeño Freddie.
Sin abrir los ojos me puse de pie y bostezando salí de la habitación. Un olor a medialunas recién hechas entró por mi nariz. Me acerque hasta Rose y la abrace por la espalda.
—Buen día, nana —le dije y besé su cabeza.
—Buenas tardes diría yo —me reprochó, mientras yo saludaba con un apretón de manos a mis amigos, y me sentaba en la mesada frente a ella.
—No es tan tarde —dije mirando el reloj, que apenas marcaba las 12:20 del mediodía.
Ayer me había costado dormir, más de lo que deseaba pensando en… ella. Tomé una de las medialunas que mi nana había traído y le di un mordisco. Ella me miró.
— ¿Te has lavado la cara? —me preguntó. Negué con la cabeza — ¡Ni siquiera has entrado al baño Karl Benson! ¡Ahora mismo, ve…!
—Bueno —dije con la boca llena y me puse de pie para ir al baño. Escuché como esos dos se reían por lo bajo —Ustedes, vengan.
Miraron a Rose y luego me miraron a mí, caminé y me siguieron. Entré al baño y ellos dos se apoyaron en la puerta, mientras veían como me lavaba la cara y los dientes.
— ¿Cómo te fue ayer? —me preguntó Gibby.
—Igual que siempre —contesté —Solo gente importante y aburrida…
El sonido de su risa, retumbo en mi cabeza.
— ¿No había nada interesante, nada… apetecible?
—Ah si —hablé haciéndome el que recién lo recordaba —Me encontré con Sam.
— ¿Con Sam? —dijo asombrado Brad.
— ¿Y qué pasó? —dijo Gibson.
—Nada, solo hablamos un poco… Es una chica muy inteligente, a comparación con todas aquellas mujeres de la Universidad, ella si tiene temas del cual hablar.
Salí del baño y me dirigí a mi habitación. Ellos entraron detrás de mí, busqué una cosa y me giré a verlos. Estiré mi mano y les entregué dinero. Ambos fruncieron el ceño, y Gibby lo tomó con cuidado.
— ¿Qué es esto? —me preguntó el.
—Dinero —le dije.
—Ya lo sé, pero ¿para qué nos das esto? —preguntó de nuevo él, mientras Bradley tomaba la plata y la contaba.
—Aquí hay 1000 dólares —aseguró al instante Somers.
—Repártanlos entre los dos —les dije y miré sus rostros desconcertados —Ahí está el dinero de algunas cosas que les debía y de…
Dejé de hablar, ya que me costaba admitir aquello.
—Espera un segundo —me detuvo Gibby.
— ¿Aquí están los 400 dólares de la apuesta que hicimos por Sam, verdad?
—Si —dije por lo bajo.
— ¿Pero si la apuesta caducaba el lunes? —Dijo Brad y me miró —Oh, ya se… Ya sabes de ante mano que no vas a poder con ella.
Lo miré exasperado. Ellos dos rieron y chocaron sus manos para luego guardar el dinero en sus billeteras.
— ¿Qué pasó Benson? —Me habló Gibson con una enorme sonrisa — ¿La chica es más complicada de lo que creías?
—Es más inteligente de lo creía —le aclaré.
Salimos del cuarto y nos acercamos a Rose que ya tenía todo el desayuno preparado. Nos sentamos en la mesada y ella nos puso una taza de café a cada uno.
— ¿Quién es Sam? —preguntó. La miré mientras tomaba café.
—Una chica de la Universidad —le contestó Brad.
—Nada importante —agregué.
— ¿Apostaste algo por ella? —me dijo mirándome fijo.
—Si —miré a mis amigos, que solo miraban para otro lado —Pero… aposté que ella no tenía novio, y si lo tiene.
—Por lo que sea, sabes que no es correcto apostar… vas a volverte un jugador compulsivo —dijo ella.
—Nana, me conoces y sabes que no sería capaz. Es solo algo entre nosotros.
—Si Rose, tranquila… no dejaremos que el pequeño Freddie se vuelva un adicto al juego —la consoló Brad.
Terminamos de desayunar y me fui a bañar, mientras Gibby y Brad se quedaron en la cocina ayudando a Rose. Me di una refrescante ducha y me cambié, rápidamente. Algo cayó al suelo, me agaché a ver y era mi celular. Lo tomé.
"—No lo sé, quizás vaya a trabajar. Tengo que sacar las fotos del mes. Y debo ver a Pete…"
Hoy iría a lo de su madre para hacer las fotos del mes…
"—Oye niño, podías ser un muy buen modelo…"
Las palabras de Pam llegaron a mi cabeza. ¡Oh, ya se! Iré a verla para que me de trabajo allí y de paso podré ver a la rubia en su lugar de trabajo.
Salí de la habitación y miré la hora. Ya era la 1 de la tarde, tenía que darme prisa.
— ¿Qué haremos hoy? —me preguntó Bradley.
—No sé ustedes, pero yo tengo que ir a un lugar —le dije mientras tomaba las llaves de mi moto.
— ¿Nos vas a dejar? —dijo Gibson.
—Si mi vida —dije burlonamente, como si le estuviera hablando a una chica —Tengo otras cosas que hacer…
—No seas idiota —me amenazó.
—Ya, ya —dije divertido —A la noche los veo, y vamos al bar a jugar un poco…
—Está bien suripanta —me dijo Brad —Ve a hacer travesuras…
Me acerqué a Rose y besé su cabeza.
—Adiós nana.
—Adiós pequeño, cuídate —me dijo.
—Siempre lo hago —dije y salí de allí.
Busqué mi moto y me subí en ella para ir a aquel lindo lugar, en busca de un poco de diversión. Llegué más rápido de lo que esperaba, me bajé y caminé hasta dentro. La mujer de recepción me miró bien, y su boca quedó como abierta.
¿Lo ven? ¿Ven lo que causo en cada lugar al que entro?
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarte? —me preguntó.
Me quité mis anteojos de aviador, y la miré con una pequeña sonrisa.
—Necesito ver a la señora Pamela Puckett—le dije.
— ¿Tienes una cita? —dijo.
—Linda, no necesito citas para ver a Pam—dije con toda la confianza del mundo —Levanta ese teléfono y dile que soy Freddie, el amigo de su hija.

*_* sha, sha, sha, ya me tengo que ir xD así que se los dejo hasta ahí :3 además es muchito ¬.¬ y hubiera quedado más largo. ¿Quieren saber qué hará Freddie en el lugar de trabajo de Sam? O.O entonces…

ADELANTO:
— ¿No me digas que lo has pensado y vas modelar para mí?
—Entonces, bienvenido a las agencias de modelaje Puckett
— ¿Qué haces aquí?
—Aquí trabajo —
— ¡No voy a trabajar con él aquí! ¡Quiero que se vaya!
— ¿Puedo solicitar un ascenso? Me gustaría ser su jefe
—Ve a cambiarte y ven para hacer unas fotos con Freddie.
— ¡Mira como me hace el trasero!

Y eso no es nada :O así que… el próximo capítulo si puedo lo subo el sábado para no hacerles esperar mucho :D

Responderé reviews! :3

Nicole26Seddie: Créeme eres mucho :3 y si, fue en *Planeta Seddie* de hecho ahí ya la termine x) pero buaaano dejare que la vuelvas a leer xD y por cierto, gracias por hacerlo! ñ.ñ abrazos psicológicos muy frios…. Tengo frio :P

seddielovenathan: Hey! Qué bueno que te guste, eso me gusta xD y ahora ya no la extrañaras tanto, estaré actualizando seguido :3 gracias por seguir esta adaptación

eva-seddieporsimpre; En verdad sí, es feo que ya nadie recuerde a seddie, son muy pocos los escritores que se esfuerzan y ya casi nadie está aquí, esta historia está en 2 paginas, en la mía y en otra que es de donde la saco para adaptarla, lo curioso es que siempre he dicho que es una adaptación pero aun así hay gente que al parecer no lo entiende :P gracias por el review! :3

diananarahyuga: Bienvenida a los fics seddie :3 espero y te guste el resto de la historia :D Gracias por el review ñ.ñ espero y sigas comentando

AquaGirl: Qué bueno que te guste! Y no te preocupes, seguiré subiendo muy seguido :3 TE AMO! xD ok no e_e bueno si xD gracias!

GRACIAS por los favoritos y por seguirme :3 tengo unos song-fics en mente pero en no se permiten… PERO… no me importa e_e igual los subiré, ya será de alguien que me denuncie y será su problema :P pero lo hare xD

Ahora sí, me voy!

Chau Chau!