Estaba empapado, las gotas y ríos carmesí que bajaban por toda su armadura dorada como el sol, parecían más bien rubíes. Sin saber cómo, se colocó de pie sabiendo que no duraría mucho pero no quería malgastar aquellos valiosos segundos que aún le quedaban, agonizantes. No, su deber estaba ante todo, incluso ante la muerte.

Había prometido ir hacia adelante costara lo que costara, sin detenerse. No le importaba. Ante la mirada asombrada de todos, se colocó de pie, bañado en la propia luz de su cosmos…de las estrellas. Las alas de su armadura se alzaron una vez más con majestuosidad, para indicar que estaba listo para emprender el vuelo definitivo que lo llevaría a la victoria. Todos le miraron impresionados en silencio, nadie se atrevía si quiera a mencionar palabra en tan semejante acto que reflejaba la voluntad de oro de aquel caballero.

Una joven mujer, a cierta distancia, le contempló acongojada de corazón, mezclando el dolor de lo que representaba esa imagen con el contraste de la esperanza que la misma despedía en el panorama de la Guerra Santa.

-Ahora…podremos realizar la Athena's Exclamation.- Habló despacio pero con mirada decidida el joven Regulus de Leo intentando ocultar un poco su ansiedad ante este hecho, sin prisa ni titubeos. Podía ver con certeza, como el Universo dentro del que había sido hermano de su padre Ilias, crecía de manera abrumadora. Shion de Aires asintió caminando al lado del Santo de Sagitario con paso firme.

Observó brevemente al que había sido uno de sus más leales compañeros y líder nato, aquel que no dudaba en ser el primero y encabezar las filas a pesar de la ausencia del Patriarca. Aquel que Shion sabía muy profundamente, que era el más apto y el elegido para tal responsabilidad. Siempre fiel, siempre leal a Athena bajo cualquier circunstancia.

Recordó cuando le conoció por primera vez:

"La puerta de la Cámara del Patriarca, en el Santuario de la Acrópolis ateniense se abrió apresuradamente, Shion entró inclinándose sin dudarlo fervoroso. Tragó un poco para ordenar rápidamente sus palabras según como el anterior santo le había indicado. Intentó ocultar en vano, su emoción y ansiedad ante el suceso de que era anunciante.

-Gran Patriarca, hemos confirmado sus sospechas…- Sage le contempló con interés levantando un poco las cejas e inclinándose para levantarse. –Dégel de Acuario dice que es muy probable que la reencarnación de nuestra diosa Athena se encuentren en Italia, por la posición de las estrellas.

-Entendido, debemos empezar a movilizarnos y encontrarla lo más pronto posible.- Sage se levantó caminando quedando frente a él. Shion se colocó de pie manteniendo la distancia de respeto. –Tenemos reportes de que Hypnos y Thanatos ya empezaron a hacer sus movimientos…es imprescindible que los Caballeros de Athena siempre estén un paso delante de estos. Sin embargo, esto es sólo la clara señal del inicio de nuestra batalla final.

Shion terminó de escuchar asintiendo, sin embargo no pudo dudar preguntar algo que inclusive, el mismo Dégel no le había querido dar explicaciones: -¿Cómo llevaremos a cabo esta misión, Gran Patriarca? Es decir, ¿cómo sabremos que humana lleva consigo el cosmos divino de Athena entre cientos de miles?

Antes de que Sage pudiera contestar, una voz lo interrumpió con firmeza.

-No te preocupes por eso, Shion de Aries.- Se escuchó la voz gruesa con un par de pisadas fuertes. El caballero de la primera casa zodiacal volteó para contemplar la imponente armadura de Tauro, con Aldebarán.

-Aldebarán tiene razón, Shion.- Declaró el Patriarca. –No debes preocuparte por ese asunto en lo más mínimo, ya que entre nosotros contamos con un caballero que es capaz de encontrar y sentir el cosmos de Athena en cualquier condición.- El recién estrenado caballero de Aries le miró perplejo. La puerta de la Cámara volvió a ser abierta dejando entrar a Dégel de Acuario, trayendo una majestuosa brisa fresca consigo con su elegante porte, en conjunto con otra persona, que no portaba armadura y vestía entre sus ropas aquella larga gabardina negra de mirada pasiva pero determinada.

Dégel se inclinó un poco en señal de respeto. –Ya Sisyphos está listo para partir, Gran Patriarca.- Anunció con solemnidad el caballero de la onceava casa. –Lamentamos la demora pero debíamos corroborar el trazado de la ruta y la ubicación, encontramos una manera más fácil y rápida de llegar sin levantar sospechas.

-Me alegra escuchar eso.- El Patriarca posó sus ojos en el jovial hombre que estaba terminando de colocarse el tradicional cinto de pelea rojo en la cabeza. – ¿Sisyphos, estás listo para partir?

El hombre parpadeó un par de veces asintiendo. –Cuando usted disponga.- Contestó con una voz sumamente tranquila y relajada.

-El Cid y Aldebarán te escoltarán hasta la frontera con Italia, el resto tendrás que hacerlo por tu cuenta, ya sabes las condiciones así que sé cuidadoso.

-No se preocupe Patriarca, todo se hará de acuerdo a sus ordenes.- Juró con firmeza sin quitar esa cándida sonrisa de su cara. –Sólo quería preguntarle algo, antes de que emita la orden de mi partida.- Sage arqueó la ceja intrigado y los demás caballeros posaron sus ojos sobre él, Shion vio al resto; esperaban las palabras sabias provenir de la boca de ese hombre.

-¿Puedo comer algo antes de partir?- La pregunta dejó a todos con la guardia baja.

Aldebarán estalló en carcajadas al lado de un Shion incrédulo y un Dégel que se había llevado la cara al rostro intentando ocultar su risilla con un murmuro "¡Nunca cambias Sisyphos…!"

-Vamos a Tauro.- Animó Aldebarán con una sonrisa. –Prometí a Manigoldo que le daría un plato de Gyros.- Sisyphos sonrió entusiasmado agradeciendo cortés la invitación, pasó a un lado de Shion, quien todavía no se mostraba muy convencido de su identidad real o del interés que este hombre tenía en esa importante misión, no podía deducir nada porque no había tenido la oportunidad de conocerle a profundidad. Como si le hubiera leído la mente, Sisyphos le colocó una mano en el hombro, abstrayéndole de todo pensamiento y duda que fueron borradas con una tranquilizadora sonrisa.

-Tranquilo, Shion de Aries.- Adivinó Sisyphos despacio. Shion al tenerlo tan cerca pudo sentir indudablemente que ese cosmos que se ocultaba en aquel hombre era el de un caballero dorado, sin dudas, era digno del Santo de Sagitario, quien portaba la armadura más poderosa de todas las doce. El guardián de la primera casa asintió conservando su postura ante el hombre que se encontraba en frente, que era considerado una eminencia estratégica y uno de los más grandes maestros, pero no muy frecuentemente visto por sus viajes y misiones al igual que el caballero de Capricornio. –Necesito que me acompañes, hay algo que deseo hablar con Dokho y contigo antes de partir.- Murmuró caminando. Shion le miró con intriga, pero no dudó ni un instante en seguirle.

Bajaron de regreso, donde Albafica de Piscis ya había anticipado su regreso y había abierto un camino entre sus hermosas y letales rosas para que pudieran pasar con tranquilidad. El dueño de ese jardín los contemplaba sentado desde lo alto de una columna. Sisyphos lo despidió con una sonrisa ligera sin antes gritarle: "¡Te veo en unos días, Albafica! ¡Prometo traerte las hierbas que tanto quieres!".

Shion no se esperó que Albafica, un santo tan distante y frío con los demás, reaccionara con una ligera sonrisa y una ceja arqueada asintiendo y deseándole éxito en su misión con la mirada.

En Acuario, el Santo de Sagitario se encaminó primero a la parte residencial, entrando imponente a la maravillosa biblioteca que poseía Dégel y en la que a veces ambos compartían ciertas pláticas interesantes. Como había escuchado decir muy frecuentemente de Aldebarán: "Los diálogos entre Sisyphos y Dégel a veces son demasiado complejos para mi gusto. Entre sabios se entienden." Sin contar las veces en las que el Santo de Sagitario arrastraba a sus pupilos a las lecciones semanales. Sisyphos recibió los mapas del guardián del agua y el hielo, se estrecharon las manos en un gesto cortés para despedirlo.

Una vez en Capricornio, vieron a El Cid con su armadura terminando de dar una serie de instrucciones lo más precisas posibles a sus pupilos antes de partir. Estos escuchaban atentos y uno que otro rogaba por ser participe en esta misión, a lo que el aludido siempre hacia caso omiso. Su armadura brillaba como el mismo sol y se volteó enseguida al sentir a su compañero de armas y amigo acercarse.

-Espero que no esté interrumpiendo tu itinerario, El Cid.- Habló Sisyphos colocándose al frente de él, por lo cual Capricornio respondió negando tranquilamente.

-Sólo serán un par de días, Sisyphos…-Miró a sus pupilos y luego a uno de los dorados detrás del santo de Sagitario.

-Pero entiendo que estás en proceso de selección y…- Empezó Sisyphos como de costumbre, pero el Cid lo interrumpió con una mano.

-Aldebarán se encargará de entrenar con ellos y afilar algunos detalles antes de que vuelva para escoger y entregar las armaduras.- Habló con un dejo de sequedad viendo de reojo a sus alumnos. –Espero ver mejoras en ustedes…-Estos asintieron con determinación en conjunto a un: "¡Si, Maestro!".

Al llegar a la casa de Sagitario, custodiada por Sisyphos, Shion sintió ciertamente una energía distinta en ese lugar. Vio a lo lejos, la sagrada armadura de Sagitario iluminarse al sentir la presencia de su dueño, era como si le diera la bienvenida.

-Sagitario.- Apenas dijo el guardián de aquella casa, eso bastó para que la armadura se desarmarse y se guardara en la caja que flotó hasta él.

-¡¿Ya te vas Maestro?- Escucharon la voz casi a gritos de un niño con varios pasos. Sisyphos miró en las sombras de algunas columnas en las que se asomaron un par de pequeños entusiasmados pero algo tristes que luego se acercaron.

-Así es, ya es la hora de partir.- Habló Sisyphos como si se tratara del clima. –Sin embargo volveré en un par de días a más tardar.- Los jóvenes se miraron con expresión un poco preocupada.

-¿Y quién se encargará de entrenarnos durante estos dos días?- Preguntó impaciente un niño que tenía un semblante vagamente familiar a Sisyphos. -¡Estamos en etapa de preliminares para las rondas de selecciones de santos, no puedes abandonarnos así!- Refunfuñó.

-Ya me he encargado de eso.- Declaró tranquilamente el santo de Sagitario. –Yato- Habló dirigiéndose al pequeño de cabello verde. –Irás a entrenar en estos días junto al Maestro Dokho de Libra. Él sabrá cómo ayudarte a canalizar correctamente esa energía que tienes.- El recién llegado al santuario Yato sonrió entusiasmado por la idea.

-¿¡Y yo!- Preguntó rápidamente el pequeño de cabellos tostados.

-Calma Regulus, también he pensado en ti. No creas que lo he olvidado.- Le habló colocándole una mano en la cabeza. –Por eso he considerado pertinente que fueras a entrenar estos dos días con el Maestro Shion de Aries.- Shion vio a Sisyphos, quien sonreía, perplejo. Recién le habían otorgado su armadura no más de dos meses y no tenía pupilos, además de la falta de experiencia. –Shion es un maestro a la hora de canalizar el cosmos para convertirlo en un ataque excepcional, así que creo que él es el más apto para ayudarte. Eso si estás de acuerdo, Shion. No quiero ocasionarte carga extra.

Shion parpadeó mudo sin saber que decir, se sintió honrado y agradeció accediendo al cuidado de Regulus. Este por su parte miró a Shion arqueando la ceja sintiendo su cosmos asintiendo satisfecho.

-Ya lo sabes, por favor pórtate bien, Regulus. No quiero que le ocasiones más problemas a Shion…- Pidió Sisyphos tranquilamente. –Igual tú, Yato. No quiero que le ocasiones molestias a Dokho. Y ambos deberán prometerme que no van a discutir ¿o es qué quieren que se repita de nuevo lo de Kardia de Escorpio?- Ambos niños chillaron negando rápidamente recordando como Kardia se había pasado un día entero persiguiéndoles con ataques por toda la Acrópolis hasta que Dégel y Manigoldo lo calmaron a la fuerza.

Luego de que todos bajaron hasta la segunda casa zodiacal, en la que Manigoldo, Regulus y Kardia mantenían una pelea visual por la cantidad de comida ingerida, El Cid y Aldebarán planificaban los últimos detalles. Sisyphos detuvo la pelea actuando de pacificador y con un ligero gesto que hizo al levantarse, le indicó a Shion que se acercase un momento. Ambos se alejaron del resto, contemplando el horizonte marino que a cierta distancia se alzaba del Santuario.

-Quería darte las gracias por hacerte cargo de Regulus, Shion.- Habló el santo más leal a Athena sin siquiera verle, con esa mirada perdida en el azul de aquel lejano mar. –Significa mucho para mí que el futuro santo de Leo quedara a manos de un experto.- Shion se sobresaltó viendo Sisyphos, no podía estar hablando en serio. Volvió ligeramente la mirada al ver a Regulus, un niño de apenas 11 años saltarle encima con furia a Manigoldo para quitarle el pedazo de ternera que era suyo.

-Entonces, ¿Regulus será…?- Sisyphos asintió tranquilamente.

-Es el indicado. La armadura lo llama. – Repuso con simpleza. –Es igual que mi hermano Ilias, por eso supongo que mi sobrino ha sacado todo ese ímpetu y cosmos, así como las habilidades dignas de su padre.- Shion le vio asombrado, ahora entendía. Regulus no sólo era el pupilo, también era el sobrino del mismísimo Sisyphos y el hijo del antiguo y poderoso santo de Leo Ilias, del que tanto había escuchado hablar de su Maestro Hakurei.

Así que necesitaba a alguien de confianza y paciencia para cuidarlo y entrenarlo mientras yo no esté. Regulus necesita un entrenamiento constante, su cosmos se mueve de una manera muy volátil y aún no puede canalizarlo por completo. Es por ello que aún el Patriarca no le ha conferido la Armadura de Leo.

-No te preocupes, Sisyphos. Me encargaré de que Regulus domine a la perfección su cosmos. Me comprometo a ayudarlo en lo que pueda.- Respondió Shion, se sintió un poco honrado al saber que al menos seria el maestro temporal de uno de los Santos más poderosos de aquella época. Y Sisyphos sólo lo había considerado a él, entre todos los demás. No pudo evitar sentirse orgulloso por lo lejos que había logrado llegar.


¡Muy bien, tenía que escribirlo...! Terminé de leer y ver Lost Canvas y si no lo hacía creo que iba a gritar. Este fic se trata de varios momentos de la vida de Sisyphos, su conexión con Athena desde la época del mito así como la relación que mantiene con Sasha y el transcurso de la Guerra Santa. Pienso que Sisyphos es un diamante en bruto con mucho material para sacar. También hablaré un poco de cómo lo veían sus compañeros y algunas situaciones que compartieron. Advierto de antemano que habrá ciertas relaciones (quizás algunas más allá de la amistad y la camarería) entre caballeros, como es la de Dégel con Kardia (Mi pareja favorita) o la de Manigoldo con Albafica. Así que se tratarán varios temas, pero centrándose más en la vida y desiciones de Sisyphos y cómo ésto cambia su entorno.