Descargo de responsabilidad: Harry Potter y casi todos los personajes son propiedad intelectual de J.K. Rowling.
Traducción al castellano, autorizada por la autora, del original en inglés Eclipse
Autora: Mijan
Nota del Traductor:
Eclipse fue una de las primeras historias slash que leí, sigue siendo una de las que más me ha gustado. Algunos la consideran un clásico, no puedo sino estar de acuerdo con ellos.
Se trata de una novela muy larga, es la traducción más extensa que haya encarado hasta ahora, pero sólo consta de veinte capítulos; es posible que, por razones técnicas (los textos muy extensos presentan problemas a la hora de subirlos), tenga que dividir algunos de ellos. Las actualizaciones serán más espaciadas de lo habitual (paciencia).
Nótese la calificación (T), entre otras cosas es un bellísimo romance pero no esperen tórridas escenas de sexo. El primer capítulo es relativamente corto y podría considerarse una especie de prólogo.
Que disfruten de la lectura.
Eclipse
Capítulo 1 – Predador y presa
Los pasillos de Hogwarts eran de por sí muy interesantes durante el día, pero de noche eran alucinantes. Las paredes refulgían suavemente con la fosforescencia etérea de la magia residual. Las sombras mismas parecían abrigar cosas que no tenían existencia real a la luz del día, engañaban a los sentidos, siempre daba la sensación de que algo se ocultaba en los rincones oscuros. Pero esa noche algo realmente se escondía amparado por ellas.
Draco Malfoy estaba más que acostumbrado al escenario nocturno de Hogwarts, ya no lo impresionaba. Había salido de los subsuelos para cumplir con una misión que ansiaba llevar a cabo desde hacía mucho tiempo, una misión que prometía la recompensa de una dulce venganza. Esa tarde había podido birlarle a Potter el deber de Pociones que guardaba en la mochila. Era un deber que había que entregar al día siguiente; si Potter quería sacar siquiera una nota baja, volvería a buscarlo cuando notara que no lo tenía. Y Draco estaba al acecho, esperándolo. Era algo tan simple, y sin embargo magistralmente planeado. Sólo hacía falta esperar…
Observaba muy atentamente desde su escondite la puerta retrato que daba acceso a la Torre de Gryffindor, sus oídos aguzados distinguían perfectamente el sonido de los suaves ronquidos acompasados de la Dama Gorda. Aparte de eso, lo único que alcanzaba a oír era el resonar de sus latidos en las sienes. Estaba alerta, tan preparado para la acción como nunca antes en su vida. Había tomado una poción para mantenerse despierto, podría esperar durante toda la noche si hiciera falta. Ser el alumno preferido de Snape tenía sus ventajas, por ejemplo, libre acceso a todos los ingredientes para preparar pociones. Pendiendo del cuello, oculto bajo la camisa, llevaba un colgante especial, su padre había insistido en que se lo pusiera para llevar a cabo la misión. Era un deslocalizador, neutralizaba cualquier encantamiento de rastreo mágico, los haría indetectables hasta que él y Potter estuvieran ya muy lejos de Hogwarts. Sus propias habilidades de sigilo impedirían que los descubrieran mientras todavía estaban en el castillo.
Bajó la mano y tocó el mango de la daga que dentro de su vaina colgaba de su cinturón, oculta por la toga. La hoja había sido tratada con una poción de congelamiento que Draco mismo había inventado. Gracias a esa poción había ganado un sobresaliente con felicitaciones en su TORDO al final de quinto año, la misma poción le ganaría ahora control sobre Potter.
Oyó un sonido amortiguado, la puerta retrato se abrió apenas con un suave chirrido, la Dama Gorda se removió en sueños pero no se despertó. La puerta volvió a cerrarse, al observador desprevenido le hubiera dado la impresión de que nadie había salido. Draco sonrió, así que Potter tenía puesto el Manto de Invisibilidad; no constituía inconveniente, por el contrario, Potter se sentiría más seguro y por lo tanto actuaría con menos precaución. La presa descuidada es siempre más fácil de capturar.
Pudo percibir los sonidos quedos que indicaban su desplazamiento. Un buen predador sabe esperar el momento justo para atacar. Es la ley de la naturaleza, la supervivencia del que mejor se adapta. Había que saber esperar, había que saber cuándo escapar si la situación se tornaba peligrosamente insostenible y había que saber cuándo dar el golpe. Seguiría a Potter y lo atacaría en el instante justo; en esos momentos, Potter se encontraba en la base, en la parte inferior de la cadena alimentaria.
Harry iba maldiciendo en su mente, ya había agotado el repertorio de puteadas y había recomenzado con la lista desde el principio. ¡Cómo podía ser tan boludo? ¡Perder el deber de Pociones! Justamente el de Pociones y el deber del día anterior al de la entrega. ¡Y era el primer deber del año! Estaba seguro de que lo había guardado en la mochila, pero horas antes cuando había sacado los libros para estudiar, había notado que no lo tenía. Le había tomado una semana entera escribir las dos carillas, era imposible reescribirlo en una noche. Hermione podría haberlo ayudado, pero se negó de plano, le había dicho que se arreglara solo, que eso le enseñaría a ser más cuidadoso. Así que ahí estaba, desplazándose furtivamente por los corredores para ir a buscar el condenado folio de pergamino. Tropezó y estuvo a punto de caerse cuando empezó a bajar las escaleras, por suerte pudo sostenerse a tiempo del pasamanos. Redobló la retahíla de improperios no pronunciados.
La oscuridad no era algo que lo inquietara. Se había pasado buena parte de su infancia encerrado en un armario estrecho y sin luz, ya estaba más que habituado. Los corredores de Hogwarts a la noche eran territorio conocido, se movía en ellos con habilidad de experto. No obstante, la frustración por el deber perdido y la irritación consecuente le habían puesto los nervios de punta. Tenía la extraña sensación de que había alguna amenaza oculta entre las sombras, algo que había invadido su espacio, algo que se había inmiscuido en su territorio, algo que parecía estar respirándole muy de cerca.
Pará con eso, Harry, –se dijo– te estás volviendo paranoico. El Mapa de los Merodeadores mostraba los pasillos desiertos. No te está siguiendo nadie. Bajá lo más rápido que puedas a los subsuelos, recuperá el puto deber y volvé cuanto antes a acostarte.
Siguió su marcha de descenso. No se cruzó con Filch, ni con la señora Norris, ni con Peeves, ni con ninguno de los fantasmas. Algo muy conveniente para Harry… pero también para Draco. El hombre invisible… y su sombra.
Draco lo había ido siguiendo sin perderle pisada, a unos prudentes diez metros de distancia, guiado por el ruido de los pasos y el de la respiración.
En los subsuelos Harry estaría fuera de su terreno, pero Draco en su elemento. Conocía cada recodo, cada sombra, cada piedra del suelo.
Harry pasó por delante del pasillo que se desviaba hacia los dormitorios de Slytherin y siguió avanzando hacia donde estaban las aulas de Pociones. Los subsuelos se extendían mucho más allá, pero era un área que estaba abandonada desde hacía años. Sin embargo, Draco se había tomado el trabajo de explorarla en su momento, para satisfacer su espíritu aventurero, más que nada. Y había dado con un pasadizo secreto, polvoriento y abandonado mucho tiempo atrás, probablemente también olvidado por todos. El pasadizo le iba a resultar de suma utilidad esa noche.
Potter había llegado hasta el aula de Snape e intentó abrir la puerta, no pudo. Por supuesto que va a estar cerrada, boludo. –pensó Draco, la inteligencia de Potter bajó varios puntos en su estima.
Pero era su oportunidad… se acercó con todo sigilo… como una serpiente a punto de saltar sobre su presa… su padre se sentiría tan orgulloso de él si hubiera podido verlo en ese momento, ya no iba a ser una molesta espina clavada en la pata del león, ahora le iba a propinar un golpe mucho más contundente. El logro le significaría un acceso con todos los honores en las filas de los mortífagos.
Harry probó de abrir la puerta y sacudió varias veces la manilla, si bien era evidente que estaba con cerrojo. Hizo una pausa y soltó un chistido de fastidio. Luego metió la mano en el bolsillo para sacar la varita. Fue entonces que oyó un leve crujido como de ropas y una fracción de segundo después alguien agarró el manto y se lo sacó de encima dejándolo al descubierto. Instintivamente se dio vuelta, con ojos aterrados, y se llevó los brazos al frente en actitud defensiva.
–¡Malfoy! –siseó.
Draco hizo una mueca despectiva. –No deberías estar rondando por los pasillos de noche, Potter. Te podrían agarrar.
–¿Y acaso vos tenés más derecho que yo? –replicó Harry– ¿Qué carajo te creés que estás haciendo?
–Estaba haciendo un deber de Pociones. –metió la mano en el bolsillo y sacó la hoja de pergamino– ¿Te resulta conocida?
Aun con la poca luz que había, Harry reconoció su letra. Quedó boquiabierto y sin poder articular sonido por unos segundos, finalmente farfulló: –¿Qué es lo que hacés con eso? ¿No tenés nada mejor que hacer que joderle la paciencia a la gente?
Draco dio un paso acercándosele, era más alto que Harry, se cernió sobre él amenazador. Harry podía sentir el aliento cálido en la mejilla. Trató de retroceder, presentía que había algo que estaba muy mal, pero chocó contra la pared. Estaba atrapado. Malfoy sonrió, la sonrisa más desagradable que Harry hubiera visto nunca… exceptuando la de Voldemort.
–¿Creés que estoy perdiendo el tiempo, Potter? –dijo con un brillo maligno en los ojos– Supongo entonces que será mejor que deje de desperdiciarlo.
Incluso si Harry hubiera tenido espacio para esquivarlo, igual no hubiera tenido tiempo suficiente. La mano de Draco se movió con la velocidad del relámpago. Harry vio un relumbrar metálico cruzar el aire y sintió la hoja clavándosele en el hombro.
Fue tal el shock que no alcanzó a gritar, sólo pudo soltar una exclamación ahogada. El acero parecía un estilete de hielo hendiéndole la carne.
Sonriendo malicioso Malfoy giró la daga como escarbando y luego la retiró. Pero la sensación helada no desapareció. Por el contrario, parecía estar extendiéndosele por todo el cuerpo, corriéndole por las venas, paralizándole los brazos, oprimiéndole el pecho. –¿Qué es lo que…? –el frío le alcanzó el cuello y le congeló las palabras en la garganta. Las piernas dejaron de responderle, cayó al suelo.
Malfoy se alzaba a su lado con el triunfo dibujado en el rostro. –Es un filtro especial que yo creé, Potter. Algo que vos nunca podrías lograr, está mucho más allá de tus habilidades. Es una lástima que no te hayas preocupado de prestar más atención en clase. ¡Ah… y por cierto… este deber que escribiste es pésimo!
Se agachó y le acercó la cara al oído, le habló con voz muy suave. –No te inquietes, Potter. No voy a matarte. El Señor Oscuro se disgustaría mucho si le quitara ese placer. Te lo había dicho… que te la iba a hacer pagar.
Harry quería gritar pero no podía, se sentía mareado y todo se había tornado borroso. El latir de su corazón y la respiración se habían vuelto muy lentos. El frío en el pecho se había intensificado. Las sombras a su alrededor se profundizaron y finalmente todo se volvió oscuridad absoluta. La inconsciencia lo había reclamado.
Draco le levantó la muñeca para sentirle el pulso. Muy espaciado y débil, pero bastaría. Hizo un gesto satisfecho, envainó la daga y se guardó la hoja de pergamino en un bolsillo. Tomó a Potter por las muñecas y lo llevó arrastrando hacia el pasadizo. Se sorprendió por lo liviano que le resultaba. Quizá no fuera necesario que lo levitara a lo largo del túnel, la idea de causarle unas cuantas raspaduras y magullones era muy tentadora.
Su padre estaba al tanto del plan y lo estaría esperando a la salida. Si Draco hubiera fallado habría terminado recibiendo un castigo, pero correr el riesgo había valido la pena. Todo había salido bien, su padre lo felicitaría y el Señor Oscuro premiaría su éxito. Había cumplido una tarea que provocaría la envidia de todos los mortífagos. Él, Draco Malfoy, había hecho prisionero a Harry Potter.
oOo
Nota del traductor: Las "traducciones oficiales" para los exámenes de quinto (TIMO) y de séptimo año (EXTASIS) son, según mi modesta opinión, no del todo felices. Timo puede resultar jocoso, pero no tiene nada que ver con lechuza. Éxtasis da la idea de arrobamiento, fascinación, que no se casa bien con un examen muy difícil que exige muchas y agobiantes horas de estudio.
Yo uso: para OWL (lechuza) Ordinary Wizarding Level (Nivel ordinario de magia) TORDO (Título Ordinario Requerido de Disciplinas Oficiales); para NEWT (especie de salamandra) Nastily Exhausting Wizarding Test (Exámenes de magia espantosamente agotadores) TEDiO (Título Extremadamente Difícil de Obtener).