La visita de Mashiro del Sur IV (II parte):

El no tan bienvenido exterminador

Kohaku nunca pensó que visitar a Rin sería un viaje tan largo, había supuesto que en tres días estaría en el palacio, pero simplemente sus cálculos no previeron que él era un exterminador de demonios y existía una fibra en su ser que le impedía ignorar ataques de yokais en las aldeas así como saqueos de bandidos. Traducción de todo eso, que su "corto viaje" se convirtió a una semana de camino.

―Gracias joven nos ha sido de mucha ayuda ― hablo el jefe del pueblo mientras hacia una reverencia, detrás de él una de sus hijas le sonreía con el rostro sonrojado.

―Fue un placer ayudarles.

― ¿Esta seguro que no quiere una paga por sus servicios? ― pregunto nuevamente, él se había rehusado varias veces sobre ese tema, ya los lugareños le entregaron provisiones para su viaje que era lo único que necesitaba.

―No, pero gracias nuevamente por el ofrecimiento que tenga un buen día― Kirara ronroneo y se transformó, en ese momento el no espero más, se subió a ella y ascendieron al precioso cielo azul que les brindaba aquel día.

Desde su ventajosa posición vio a los aldeanos señalarlos así como también los destrozos que había dejado el demonio que les había atacado el día anterior. Había sido agotador luchar solo, pero le logro ganar sin que se perdieran vidas humanas que era lo que más le enorgullecía.

Imposible de evitar, que al alejarse del poblado, la imagen de Rin apareciera en su mente y solo pudo preguntarse cómo se encontraría ¿Qué tal la tratarían los yokai de ese palacio? ¿Sesshomaru la dejaría mucho tiempo sola? No, seguramente ella le acompañaría en los viajes, la Rin que él conocía no se permitiría alejarse de Sesshomaru aunque le costara la vida. Suspiro ante este pensamiento, Rin simplemente sería capaz de cualquier cosa por el hermano de Inuyasha y era obvio que no le dejaría por nada.

Negó ante todos los pensamientos que derivaban de esa sola idea, Rin entregando su alma, su cuerpo, su propia esencia por complacer a Sesshomaru… Un escalofrió le recorrió el cuerpo y decidió no pensar más en eso. En el instante siguiente vio una columna de humo que parecía provenir de una aldea, en ese momento supo que a su viaje se le añadirían más días.

….

Rin despertó esa mañana sintiéndose vacía, su mente no parecía registrar ningún estado de ánimo. Se levantó sin admirar el resplandeciente día, mucho menos se entusiasmó ante el hecho de buscar un kimono para vestir. Solo se cambió en silencio después de haberse lavado lo mejor que pudo con el agua que habían dejado los sirvientes la noche anterior. No quería ver a nadie tampoco.

Abrió las puertas y se sentó frente al pequeño lago mirándolo con el rostro inexpresivo, se planteó regresar a la habitación y seguir durmiendo pero lo descarto. Aun cuando se sentía muy cansada.

―Rin― la voz de Sesshomaru no causo que su corazón se acelerara, solo le miro y se levantó casi con indiferencia. Estaba en un estado de letargo.

―Si ― respondió indiferente, el inuyokai la miraba con seriedad, se acercó a ella y le toco el rostro, en ese instante todo se desvaneció.

―Aún no ha recobrado el color ― se escuchó una voz femenina.

―Si es cierto, está muy pálida ― coincidió una voz ronca, casi como gruñidos.

―Eso mismo ha dicho el amo cuando la vio en el pasillo. –respondió la voz femenina.

― ¿Qué le ha sucedido? –la voz sonaba muy preocupada. Rin los conocía. Las había escuchado antes, pero su mente no registraba el recuerdo. Tampoco lograba abrir los ojos, su cuerpo pesaba.

―Se ha desmayado, es que no lo notas idiota.

―Yazumi siempre tan adorable.

―Y tú igual de imbécil Takeshi, además no deberías estar aquí, esta es la habitación del amo.

― ¿Me estas echando?

― ¡Que observador! El Gran General Masushiro debe estar orgulloso de su prole, ¡tan perspicaz!

Rin seguía escuchando el barbullo que apenas sentido tenia para su mente, se removió y en ese momento no escucho más ruido. Cuando abrió los ojos tres pares de ojos la miraban fijamente, estuvo a punto de salir corriendo ante la vista de esos demonios pero algo dentro de ella le dijo que todo estaba bien.

Con manos temblorosas se incorporó a su alrededor los yokais hicieron movimientos para ayudarla a incorporarse, pero ninguno la toco, parecían prever que ella podría entrar en pánico. No lo haría, pero igual agradeció el detalle, igual la ponían nerviosa.

― ¿Qué me ha pasado? ―preguntó en voz baja.

―Se ha desmayado ― explicó Yazumi. La joven humana intento rememorar cuando se sintió indispuesta, pero lo único que recordaba era un profundo vacío. Y su amo llamándola y ahí todo desaparecía.

―Aun sigues sin agarrar color, estas muy pálida ― dijo Takeshi, alejando algunos cabellos del rostro de la humana que ante el contacto retrocedió nerviosa. Yazumi le dirigió una mirada envenenada al soldado.

― ¿Y mi amo? ― dijo después de un rato en total silencio, cuando ya su corazón se había normalizado. – ¿Dónde está?

―El amo ha tenido que salir atender un asunto en las fronteras con unos ataques, estará pronto de regreso― dijo apaciguadora Yazumi al ver el rostro lleno de terror de Rin ―No se preocupe, él está bien.

―Si lo sé, pero siento que mi alma está incompleta cuando no le veo― susurró, Takeshi ante esto hizo una mueca de desagrado pero ella no lo noto ―Pueden dejarme sola ― dijó mientras se levantaba, las piernas aun le temblaban pero confiaba que en la sostendrían lo suficiente.

―Claro Rin ― dijeron al unisonó, antes de levantarse y salir de la enorme estancia. Cuando quedo sola, Rin camino hasta una puertas corredizas, en ese lugar guardaba todas sus cosas, en ellas estaba un espejo, cuando vio su reflejo se sorprendió. Sus labios eran blancos y podría decirse que tenían una tonalidad azulada. Parecía un alma en pena. No dudaba que el Gran Sesshomaru la abandonara sola en aquel palacio, con esa apariencia cadavérica.

Cansada y algo nerviosa por todos los demonios que la rodeaban, se escondió entre los grandes baúles que contenían sus kimonos y cerró los ojos con la esperanza de que el tiempo pasara pronto y su amo regresara.

Sus sentimientos eran tan confusos, pero si tenía el vago pensamiento de que los yokais no eran malos, también que los humanos la aterraban, pero no podía conectar esas sensaciones con recuerdos tangibles, todo era como si una neblina cubriera todo. Lo más nítido que tenía en su mente era a la yokai Masushiro y sus palabras de querer estar encima de su amo, sentía la molestia y la confusión, pero de una forma tan lejana, que ya no parecían sus propias emociones si no de un extraño. Si la palabra que describía todo correctamente era vacío.

Sesshomaru no podía evitar preocuparse por el bienestar de Rin; ella estaba tan pálida y fría que pensó que moriría en ese momento. Lo que seria frustrante, se había esforzado para soportar todos sus extraños ánimos, de que el hecho de que igual fuera a morir era indignante. Simplemente sería tan absurdo después de todo, fuera un agente externo que terminara con su vida. No lo permitiría.

Pero aun cuando sus deseos eran quedarse en el palacio, en estos momentos se encontraba alejándose de este. Ya que tuvo que venir a defender sus tierras, ya que sus inútiles soldados parecían no poder lograrlo, es mas no eran capaces de dar siquiera con el enemigo que estaba pasando las fronteras de sus tierras y dejando destrozos. Y por supuesto eso significaba que fuese Yuriko y no podía perder la oportunidad de matar aquella pútrida mujer.

Siguió volando por el cielo despejado. Con el deseo de poder regresar pronto. No quiso registrar en su mente el hecho que era un acto de flaqueza a su personalidad, preocuparse de aquella forma.

Sesshomaru se sorprendió cuando llego a los lugares que se habían atacado, la fragancia repugnante del yokai era un rastro perfectamente determinado, lo siguió con facilidad. Se recordó castigar duramente a los soldados encargados de ese exterminio, no podían ser tan ineficientes. Pensó con sarcasmo, que para lo que valían fácilmente podía encargar a los humanos exterminadores que hiciesen el trabajo.

Cuando llego a la espesura del bosque donde el sol no lograba traspasar, supo que había encontrado al enemigo, era una masa deforme y sus palabras iban impregnados con un tono desgarrado, cuando saco a Bakusaiga y se dispuso a destruirle el monstro exploto rociándolo con sus esencia pestilente y una baba repugnante. Se sintió arder de furia, por ya no poderse desquitar de aquel ser.

Algo curioso paso después el rastro leve de otro demonio, por un instante creyó haberlo perdido, pero él fue más rápido y logro alcanzarlo. Este giro a mirarlo cuando ya no tenía escapatoria.

Era pequeño, no le llegaría ni a los hombros y sus grandes ojos azules no correspondían a un demonio. Era un hayou con una apariencia peculiar, eso no significada de igual forma que lo dejaría escapar. En eso escucho nuevamente los gruñidos desgarrados y supo que habían más bestias deformes. Capto entonces porque sus soldados perdían al yokai en jefe. Este se camuflajeaba en los olores putrefactos de los otros.

―Tus trucos baratos no van a ganarme― dijo con altivez, ante la mirada de horror del hanyou que dio dos pasos atrás con sus enormes ojos abiertos. En él se veían las claras señales de desear escapar. Pero el, Sesshomaru no lo permitiría…

Kohaku no quiso admirar por ningún motivo aquella estructura imponente, pero no pudo evitarlo, era enorme. Se internó entre el bosque de bambú, era más complicado para Kirara evadirlos troncos, pero más seguro que ir más arriba y ser divisado con facilidad los guardias. Nunca había estado allí, pero de algo que no tenía dudas es que esa monstruosidad de palacio tendría más de un demonio. Podía sentirlo.

En un acto tal vez temerario hizo volar a Kirara sobre el muro rápidamente y aterrizaron en un jardín. No se sorprendió por la vista. Sabía quién vivía ahí. Y al estar en paisaje, bueno no quedaba duda. Rin, cada flor plantada en la extensión de tierra gritaba su nombre, los arboles de sauce, el lago. TODO. Este era el hogar de ella. No era la guarida donde dominaba un demonio que poco le importaría si la maleza se comía las paredes. Era en cambio la mansión de ella.

Sesshomaru, lo había hecho por ella. Eso le dijo lo que él ya sabía, que Rin estaba bien. Puede que hasta ya hubiese convertido en su mujer. Eso estrujo su corazón.

Acaricio a Kirara para que se tranquilizarla. Estaban rodeados y si no hablaba pronto, los matarían.

― ¿Quién eres y que haces aquí? – grito un demonio amenazadoramente. Era fuerte. Pero claro, por lección general mientras más forma humana tuviese un yokai más poderoso era. Aunque no era una regla obligatoria. En este caso sí.

―Soy amigo de Rin he venido hablar con ella – ninguno bajo las armas. Tampoco es que lo esperaran. –También conozco a Sesshomaru y a Jaken. –dijo como última opción. Kohaku sabía que después de lo que había pasado, seguro que no era bienvenido, pero tenía que disculparse.

―Nuestra señora Rin, no puede recibir visitas, así que lárgate― respondió cortante el yokai.

―Prefería que fuera ella la que me lo dijera.

―Ya te he dicho que no puede.

― ¿Quién eres tú para decidir sobre eso?

―Soy el general Takeshi y esas fueron las órdenes del amo Sesshomaru ― respondió tajante.

―No tienes porqué darle explicaciones Takeshi ―resoplo un demonio ogro.

― Si, mejor matémoslo. Ya cuando regrese el amo, le mostramos su cabeza ― dijo otro.

―No podemos hacer eso ―dijo Takeshi, mirándolos a todos con dureza – Si el humano tiene razón y se conocen, el amo nos matara en represalia.

―TAKESHI –gritó una mujer demonio desde el pasillo frente a ellos ― ¿Que es todo ese ruido? Rin viene para acá.

―Lárgate humano ― le advirtió el demonio cuando vio que él se bajaba de la nekomata y hacia ademanes de caminar.

―Después que vea a Rin me iré. –grito sacando su arma. Kirara a su lado le cubrió la espalda y empezó a gruñir.

―¿Takeshi qué hacemos? –preguntó un demonio zorro.

―Manda a buscar a Jaken, si es verdad lo que dice este humano, lo reconocerá – el demonio no espero más y se fue corriendo.

―Van a buscar a Jaken, así que vámonos de aquí, Rin no debe vernos –concluyó Takeshi conciliador ― Esperemos en las puertas principales hasta que llegue Jaken― aceptando a regañadientes, siguió al demonio mientras los demás yokais saltaban de regreso al muro y otros a las entradas del palacio. Noto que todo se escondía entre los grandes pilares. El jardín quedo solitario.

Caminaron en silencio y se recargo de la pared junto a Kirara, el otro demonio solo se sentó en el suelo en la otra esquina. Dos demonios mas ya estaban ahí, supuso que para reforzar la seguridad de la gran entrada.

―Y entonces, ¿Dónde conociste a Rin? ― preguntó tranquilamente Takeshi. Kohaku lo miro sin decir nada, primero porque no pensaba comentar que la conoció cuando (en contra de su voluntad) la secuestro y casi la mato.

―Viaje con ella y Sesshomaru, para destruir a Naraku ― era completamente cierto por supuesto, pero había reducido la historia notablemente. El demonio achico los ojos, sabía que no era completamente sincero, pero por suerte no insistió.

―Ya veo. Ella ahora no recuerda a nadie. – dijo y luego puso un rostro de contrariedad, como si se arrepintiera de a ver dicho eso.

― ¿Cómo que no recuerda a nadie? – pregunto tensándose de nuevo.

―Eso no te incumbe humano ―respondió con frialdad el yokai.

―Ella es mi amiga, claro que si ¿Qué le ha pasado? ¿Le ha hecho algo Sesshomaru? ―gritó, sentía el sudor correr por su espalda.

―Que son esos gritos ― grazno Jaken, acercándose apresurado con su báculo apretado en su mano ― ¿Mocoso que haces aquí? –interrogó el demonio sapo al ver al exterminador, por su expresión él tampoco lo quería recibir.

―Vengo a ver a Rin, pero no quieren que…―no termino de completar la frase cuando Jaken lo interrumpió.

―Por supuesto que no puedes ver a Rin, ella no está recibiendo visitas. –dijo.

―Pero ¿por qué Jaken? Explícame porque recuerda a nadie – el demonio sapo negó con la cabeza.

―Pasa, que Rin anda en jardín y podría vernos. – Le dijo caminando hacia el palacio ― He durado más de lo normal. Tome la ruta más larga, si el amito bonito estuviese presente esto no habría pasado. Rin se pone tensa cuando el amo no está. Esa mocosa solo da problemas ― continuo Jaken. Por su parte Kohaku estaba más que molesto no entendía de lo que sucedía.

Rin se había decidido al final salir de aquel lugar oscuro, el estar tan sola no era tan placentero como ella pensaba y el tiempo que se mantuvo ahí adentro se le hizo eterno y al salir sintió todos sus sentidos sensibles, cada sonido era registrado con cierto temor. Quería tener a Sesshomaru a su lado, sentía un agujero en el pecho, era un mal presentimiento lo sabía.

Aun cuando la luz brillante del sol y los intensos colores del jardín daban una sensación de tranquilidad, esta no fue la oportunidad, sentía en su brazo derecho un extraño hormigueo y experimentaba como relampagueos de rabia y odio. No entendía lo que pasaba pero no era bueno.

Por otro lado ya en camino hacia el palacio Sesshomaru iba impregnado de la sangre del hanyou, esta había manchado completamente su kimono y las mangas estaban impregnadas de la desagradable baba verduzca de los demás yokais. Para su enfado, Yuriko no tenía nada que ver con el ataque a sus tierras. Era un caso totalmente alejado de eso. No era un evento tan singular, muchos creían que podían entrar y matar cuando les diera la gana. Pero la pelea valió la pena para drenar un poco su ira. Pero su apariencia crearía la falsa ilusión de una batalla épica y no en cambio una cantidad de demonios explotando a la voluntad de un hanyou.

Además que sentía el brazo derecho moverse con el viento, dolía, pero nada que él no pudiese soportar, por la sensación determinaba que estaría casi que desgarrado. Pero casi, no era totalmente, así que se regeneraría. Pensó con hastió que para haber sido un hanyou fue un oponente fuerte. Claro que no lo suficiente para mantenerle con vida.

...

Mashiro habia pasado toda la mañana encerrada en su autoimpuesta habitación. Desde el desaire de Sesshomaru o mejor dicho amenaza no quería salir. Escucho la voz del demonio sapo desde el corredor, deslizo la puerta un poco para ver a un humano acompañarle, por su traje imagino que era un exterminador. Lo que faltaba en ese lugar un exterminador de demonios que irónico.

Se alejó de allí para evitar la tentación de seguirlos, no quería arriesgar su cuello por algo que no valiese la pena. Pensó en la humana, que seguro si había logrado lo que ella deseaba. La muy zorra. Ese rostro de blanca paloma y era una calenturienta envidiosa. No tuvo que contarle sus planes, pero claro nunca pensó que esta pudiese ignorar su advertencia de desgarrarle la cara. Se frustro de seguir dándole vueltas al asunto.

La habitación estaba casi vacía, ya había mandado a cargar su equipaje. Si la sacaban a patadas que ya tuviese todo para partir. No era la primera vez que le pasaba. Además quería pasar una noche más, a ver si podía tener aunque sea un encuentro con Sesshomaru. Ese yokai la tenía ardiendo. Para su desgracia, tenía el fuerte presentimiento que no lo lograría. Puede que regresara a su palacio y consiguiera otro hombre. Algún yokai hebi tal vez. Decían que tenía un talento excepcional con sus largas lenguas de reptil.

El sol apenas estaba ocultándose en el cielo cuando Sesshomaru traspaso los muros, este había esperado que Rin estuviese en el jardín del ala sur –donde era común su presencia- por lo que entro por el área opuesta para evitar su presencia y con ello el drama que haría al verlo así. No tuvo suerte.

Cuando salto al jardín ella estaba sentada en una gran roca, armando lo que parecía una guirlanda de flores. Sesshomaru al ver su expresión supo lo que pasaría. El grito resonó en todo el lugar.

―SESSHOMARU ― el chillido retumbo en sus sensibles oídos. Ella salto y dejo atrás lo que estaba haciendo corriendo hasta él. No había razón para ocultarse, ya había visto la sangre.

Los soldados saltaron al instante pensando que era un ataque, rodeándolos a los dos. Con sus armas dirigidas hacia el exterior. Sesshomaru casi se burló por eso, como si el contara con unos inútiles demonios para protegerse.

Para su sorpresa vio al humano Kohaku correr hacia ellos junto otros soldados entre ellos reconoció al molesto Takeshi. Mashiro salto desde el tejado hacia él. Ella también parecía dispuesta a luchar. Maldijo entre dientes ante la escena. Por lo menos sabía que todos resultaban unos entrometidos de primera.

―Mi señor ¿qué le ha pasado? está sangrando mucho – Rin fue la primera en hablar. Le tomo de las manos y luego le acaricio el rostro, en sus ojos se reflejaba un profundo temor. Se centró en tranquilizarla.

―No es nada Rin, solo es suciedad ―ella frunció el ceño nada convencida y dirigió a su hombro desgarrado.

―Lo sabía ―susurró, tocándose su propio hombro ― he presentido que algo le pasaba ― siguió mirándolo fijamente.

Los yokais a su alrededor ya habían captado que no había ningún ataque, pero ninguno se alejó todos daban su punto de vista en murmullos entre ellos mirando al amo. En la exaltación parecían olvidar a quien se estaban refiriendo.

―Vamos adentro amo ―todos escucharon a Rin dando aquella orden al señor del palacio, algunos contuvieron el aliento esperando la amonestación por tal osadía, pero claro era "la protegida del amo" este solo empezó a caminar en dirección al palacio siguiendo a Rin y las miradas de todos los presentes.

Kohaku sabía que no era el momento de intentar hablar con Rin, sería absurdo ya que esta obviamente solo estaba fijando su atención en su amo y eso sin tocar el hecho que ni le recordaba o eso creía, porque aun cuando estuvo tan cerca de ella, ni le volteo a mirar. Ignorado como siempre por la presencia de Sesshomaru.

―Como se atreve esa estúpida humana a darle órdenes a Seshomaru.- exclamó Mashiro después de salir de su asombro inicial, algunos yokais la miraron con aprobación. Muchos aunque le tenían aprecio a Rin, diferían en que una humana gozase con más privilegios que ellos que se consideraban superiores por naturaleza.

Rin que no había llegado demasiado lejos escucho la voz de Mashiro y un arrebato de ira se regresó hacerle frente. Sesshomaru se giró también ante esto.

―LARGENSE TODOS. –grito Rin dejando todos estupefactos. No lo esperaban ― ES UNA ORDEN ―en su mente solo pensaba que su amo necesitaba tranquilidad y esa yokai además ya había traspasado una línea.

Kohaku no salía de su asombro, Rin tenía el kimono manchado de sangre y una fiera mirada en el rostro, pero sus cabello se alzaban a su alrededor, tenían un extraño color plateado. Todos parecían notarlos pero nadie se atrevía hablar.

―Takeshi sácala de mi palacio así sea picada en pedazos. No me importa pero no la quiero ver.- Mashiro dio dos pasos atrás ante esto. Takeshi por su parte tardo unos segundos en procesar la orden. Esta no era la dulce Rin que conocían. Era una muy cabreada humana a punto de matarlos.

―Ya lo han escuchado, no quiero ver, ni escuchar a nadie ― volvió hablar, pero esta vez su cabello ya no brillaba, pero la mirada de furia seguía ahí.

―Rin ― El amo. Pensaron todos con pesar. Los matarían a todos. Se acabó. E ideas similares pasaron por sus mentes.

―Sesshomaru ― respondió la joven, transformándose en la dulce chica que todos conocían. – Vaya acostarse. Tiene que descansar. – lo sujeto como si fuese capaz de soportar realmente su peso.

Los dos se internaron en la gran habitación y la mirada de hielo que les envió Sesshomaru antes de cerrar, fue una orden llena de frialdad, retándoles atreverse a contradecir a Rin. Más tarde al analizarlo pensaron que por primera vez Rin les había intimidado más que nunca.

―Humano es mejor que te vayas y vengas en otra oportunidad, una en la que el ama esté dispuesta atenderte o recordarte por lo menos ― comentó Takeshi jovial. Parecía divertido de todos los acontecimientos. Sin saber que su alegría radicaba en que Rin ya le reconocía o por lo menos su nombre.

―Creo que será lo mejor ―dijo algo ofuscado, pero reconociendo que era la mejor opción que tenía a su disposición.

Kohaku se fue del palacio con amargo sabor en la boca, no había esperado un final así para su visita, ni siquiera se imaginó que lo ocurrido fuese posible. Supuso por un momento que Rin nunca recobraba la memoria y el solo pensamiento era desalentador. Aunque ya sabía que ella nunca estaría a su lado, que no recordase sus aventuras juntas era doloroso.

Desde el cielo vio la carreta de la yokai Mashiro. Se rio ante lo ocurrido, la forma de Rin de correr a sus invitados era sublime. Por lo menos tenía que buscarle el lado bueno a las cosas.

― Kirara que tal si vamos con mi hermana, debería saber que estoy vivo aun.- el maullido de Kirara no pudo ser de más satisfacción.

Continuara…

Quiero agradecerles por aun dejarme reviews y mandarme mensajes privados para que continuara con este mini fic, fue una de las razones más poderosas, su comentarios me han animado de salir de mi letargo y proponerme el concluirlo, el cual debo resaltar solo le faltan dos capítulos. Espero leer sus reviews, reitero el agradecimiento a todas las chicas que me han seguido al transcurso de los años con las cuatro historias que se entrecruzan, es decir, Mil palabras no son necesarias para demostrar amor, Descubriendo el Significado de los Sentimientos, El novio de Rin y por supuesto Sesshomaru se convierte en niñero.

Un beso enorme para todas desde Venezuela y cuídense mucho nos vemos pronto. Es una promesa.

N.A. Para quienes estan leyendo la edición de Descubriendo el Significado de los sentimientos, les aviso que no podre publicar hasta el sabado.

Próximo Capitulo:

Sesshomaru un paciente testarudo VI: Rin está decidida a dar lo mejor para ayudar a que su amo se mejore y sin con ello tiene que engatusarlo para que coma y se deje bañar entonces ella lo hará, dejando atrás sus propia vergüenza.

Nahomy H.