Los personajes de Sailor Moon no me pertenecen, sino a Naoko Takeuchi.

Heredero.

- Amigo, hermano, mi benevolente compañero de armas se que te llame repentinamente y sin ningún tipo de invitación cortes, mañana mi esposa seguro que me recordará las normas y reglas de etiqueta que un soberano debe de llevar sin ningún pretexto.

El hombre de los ojos verdes se acomodo con algo de molestia en la cama, está desde semanas que ha sido su descanso y prisión, no necesitaba esposas que le ataran sino que ya su cuerpo andaba exigiéndole factura de vencimiento. Su rostro adolorido, cabizbajo y pálido intento dibujar la minima expresión de sonrisa al ver a su amigo sentado a su lado, en esa silla en la cual su esposa muy pocas veces se sentaba, menos veces que el médico de cabecera, sin embargo no podía exigirle nada, ella era la cabeza de familia desde el momento que acepto nupcias con esa belleza de cabellos negros.

- No debes de decir más, amigo mío, tú sabes que no necesitamos invitaciones para vernos, ya somos como hermanos y por ende familía- el hombre robusto de cabellera aquamarina beso sin motivo alguno la mano que descansaba en el pecho del enfermo- Ahora dime por qué me hiciste llamar tan repentinamente, hasta hiciste que nadie más se enterara de esta conversación. Se que Elena está con la Reina…. Porque mi esposa y mi hija están en la quinta celebración dedicada a la pequeña princesa.

El hombre postrado en la cama sonrió de forma picara, un gesto que era muy común en el, el otro de cabellos aquamarinos se contagió con ese mismo gesto era como sí ambos sabían que lo que estaban haciendo estaba mal.

- Espero que ambas no piensen mal de nosotros, como cuando eramos jovenes- los ojos verdes brillaron ante tal comentario a la vez que miraba el como sú amigo se acomodaba a su gusto en la silla-

- Ellas siempre han sido así, no podremos cambiarlas, por suerte mi pequeña ha heredado mi personalidad mezclada con el buen gusto de mi esposa- se acomodo los cabellos que estaban atados en una trenza cómo era costumbre de su familia la coquetería se mantenía ante la adversidad de la edad-

El de cabellos aquamarinos le costaba mantener su mirada sobre su mejor amigo hasta que noto la incomodidad que surcaba en los ojos verdes del hombre que comenzó a tocer debido a su enfermedad que cada día que pasaba lo consumía cada vez más. "Piel y huesos dónde antes existían músculos" ese fue el pensamiento que nació en el momento en qué entró en esa habitación pintada de blanco. Se había negado de usar el barbijo porque sabía que su amigo no le iba a dejar entrar si lo veía con el puesto.

Tengo un favor que pedirte y será el último…. – sus labios resecos se movieron con lentitud cómo si buscara la forma de decir todo lo que guardaba dentro con tan sólo unas cuantas palabras-

- Vas a reponerte hermano, todos los mejores médicos están trabajando para que vuelvas a tu puesto- replico con rapidez sin poder hacerse la idea de escuchar esa palabra que tanto dolia-

La mano del anillo fue a parar a la mano del que estaba intentando no mostrarse adolorido por la realidad.

- Tú me conoces, sólo he tenido dos amores en está vida de la cual estoy orgulloso de haberla recorrido- una tos seca salida de su garganta hizo eco en toda la habitación haciendo que la posición de su mano quedará bajo de la fuerte palma de su amigo- necesito que vayas por alguien por el heredero único e ilegitimo…

La mano fue apartada con brusquedad a la vez que se levantaba de la silla con gesto de sorpresa.

- No me digas que….

- Silencio, te lo pido no me juzgues… ambos ya recibimos el castigo de cada uno, ella se volvió una renegada y traidora de su reino y yo bueno tú sabes que Elena, mi esposa, me ha acusado de no poder darle un heredero del reino….

El enfermo intento respirar con calma ya que en esa conversación había acabado con su oxigeno, sus pulmones volvieron a la normalidad mientras que notaba que la inmutabilidad que siempre había existido en la apariencia de su amigo se había caído a pedazos. Sus manos se juntaron en el pecho y extrajo de debajo de su camisa una vieja carta amarillenta del interior. La tomo con fuerza como sí peleara consigo mismo a la hora de entregar su tesoro mejor guardado.

- Quiero…. Mejor te exijo que me pagues los favores que he hecho y las veces en la que te salve la vida de está forma. Se que cuando lo traigas yo no estaré en este mundo, y la Reina me prometió que la búsqueda del protector se iba a posponer un año después de mi muerte.\

Cuando escuchó esas palabras el hombre de la cabellera asintió con la cabeza y tomo el tesoro de su amigo, sabía lo que significaba no tener un heredero….

- Sailor Urano… te prometo que lo encontraré y lo volveré un digno hijo tuyo…

La sonrisa agradecida de su hermano de armas fue suficiente como una respuesta y una despedida. Desde ese día debía de cumplir una última promesa. Leyo la carta y recordó a la segunda persona que su amigo había tenido…. Una dulce joven que se encargaba del jardín cuyos cabellos rubios podían asemejarse a los rayos solares…