Se encontraba parada justo al frente de su gran casa, admirándola desde como hacían sus tantos vecinos. Ni siquiera había entrado y podía sentir la gran tensión que se vivía dentro de ese lugar. Se preguntaba así misma si realmente había tomado una bueno decisión al elegir volver. Tomo una fuerte bocanada de aire y decidió entrar. En la puerta de entrada se encontraba su madre saludando muy felizmente y, como de costumbre, con una bandeja repleta de pastelillos.

-Bulma, hija querida que alegría que hayas vuelto.- dijo efusiva mientras abrazaba a su pequeña.

-Hola mama.- respondió alegremente.

Estaba sumamente feliz, hacia tanto tiempo que no veía su hogar. A los doce años de edad, sus padres decidieron enviarla a una escuela en el exterior. Solo pasaba las vacaciones de verano en su casa y luego volvía al instituto. Bulma contaba ya con sus diecisiete y solo le faltaba cursar el último año de preparatoria y los iba a cursar ahí, en la Capital del Oeste. Este año había decidido regresar para poder aprender un poco más del negocio familiar para poder tomar el mando de la Corporación años después, cuando su padre lo decidiera.

-Mi pequeña ¿Por qué no has venido antes? Las vacaciones ya casi acaban.- pregunto la Sra. Briefs angustiada.

-Lo que sucede es que decidí volver a casa. Este año quiero prepararme para poder trabajar en la Corporación. Por eso quise pasar mis vacaciones en Estados Unidos, ya que por un largo tiempo no volveré.- respondió.

-Oh hijita que alegría que te quedes en casa.- dijo mientras volvía a abrazarla.

-Mama iré a guardar mis maletas y a saludar a papa.- saludo a su hija en la mejilla y se marcho.

Su habitación estaba igual que cuando se marcho, comenzó a desempacar y algo llamo su atención, se acerco lentamente a la ventana y pudo divisar la nueva casa que estaba en frente.

-Pues eso si que no estaba cuando me marche.-

Podía ver que la nueva mansión estaba repleta de gente en el jardín, iban y venían pero nuevamente algo llamo su atención o mejor dicho alguien. No era alto pero tenía un cuerpo infartarte, lo que realmente atrajo su atención fueron sus profundos ojos azabaches y ese gran seño fruncido. Su corazón latía a mil, nunca nadie había despertado semejantes sensaciones en ella. Debía averiguar quién era. Corrió hasta el laboratorio donde encontró a su padre trabajando.

-Bulma has vuelto.- dijo mientras estrechaba a su hija en brazos.

-Hola papá. He vuelto para quedarme.- correspondió el abrazo de su padre.

-¿De verdad?-

-Claro que sí.- respondió separándose y mirando sus sorprendidos ojos.

-¿Y qué te llevo a tomar esa decisión?- pregunto acariciando su rostro.

-Quiero trabajar contigo mientras termino el secundario ¿Me dejaras?-

-Oh cariño, claro que si.- volvió a abrazarla.- No sabes cuánto te he echado de menos.

-Y yo a ti papa.

El Sr. Briefs se separo del abrazo de su hija para volver a su trabajo. Estaba construyendo un nuevo robot hogareño pero mucho más avanzado. Bulma seguía perdida en su vecino, ahora que estaba en la planta baja podía verlo aun mejor atreves de la ventana del laboratorio. Su padre se percato de la curiosidad de su hija.

-Son los Ouji, se mudaron allí semanas después de tu partida a Estados Unidos.- dijo amargado.

-¿Por qué lo dices así? ¿Son malos?- pregunto.

-Son nuestra competencia. Ellos construyen cosas realmente sorprendentes, tanto padre como hijo son sumamente inteligentes pero lamentablemente son demasiado manipuladores.

-¿Manipuladores?- pregunto sin apartar la vista de los Ouji.

-Si Bulma, en este año nos han estado amenazando con enviar a la Nación información errónea de la Corporación si no le damos planos, empleados o computadoras con archivos.

-¿Qué?- pregunto Bulma incrédula mirando a su padre.- ¿Y no los has denunciado?

-Claro que no, no tengo pruebas en contra de ellos.

-Esa gentuza va a escucharme.-dijo enfadada encaminándose a la casa vecina.

-No Bulma.-la detuvo su padre.- Te quiero fuera de esto ¿comprendes? No quiero que te metas en problemas.

-Está bien.- dijo fastidiada.

Se marcho al jardín y se sentó en la entrada de su casa mientras miraba a su joven vecino trabajar en una clase de nave. Aun no comprendía como semejante belleza podía ser tan cruel. Suspiro y apoyo su codo en la rodilla.

-Vegeta, su nombre es Vegeta.- dijo la sorprendiendo a Bulma.

-Ma…ma.- respondió la peliazul toda ruborizada.

-Escucha hija, se que ese muchacho te gusta y no dejes que el enfrentamiento entre tu padre y el reprima tus sentimientos.

-Está bien Mama.- dijo sonriente.

-Vamos hija ven adentro es demasiado tarde.- grito la risueña Señora mientras se dirigía a la cocina.

Bulma rio y volvió la vista a su apuesto vecino. Se sorprendió al darse cuenta que él también la observaba, ruborizada, se levanto y camino hasta la entrada de su casa, cruzo la vereda y se paro junto el gran portón de sus vecinos. Vegeta se acerco a ella y la miro nuevamente, una mirada suave, inexpresiva. La peliazul estaba totalmente cautivada por aquel hombre.

-Hola.- dijo tímida.

-¿Quién eres?- pregunto curioso Vegeta.