Sí, si me faltó explicidad en capítulo anterior, pero no pude evitarlo, me puse medio romántica con este par, en fin he aquí el epilogo, lo estuve pensando toda la noche y aquí lo que me salió. ¿Por qué Javier? Por dos cosas, 1era es MI personaje, el primero que he vuelto demasiado importante en un fic así que quería darle más que una simple mención y 2do porque me ofreceria un punto de vista que no estuviera muy ligado a la relación (En otras palabras que no fueran Draco y Hermione), también porque quería darle una historia con la pareja... y pues eso es todo.
Disclaimer: Los personajes son propiedad exclusiva de J. K. Rowling. Excepto Javier él es MIO.
Epílogo
Por Javier.
Después de ese divertido día donde Draco Malfoy te pidió, mejor dicho amenazó, un mechón de tu cabello, los observaste con más atención, ya no sólo habían miradas para la señorita Granger, sino que ella también las brindaba.
Eran tan obvios, y no obstante tan reservados.
Tu trabajo te permitía ver cosas, sin necesidad de ser un metiche o chismoso, sólo observabas, sonreías internamente, porque verlos juntos te parecía divertido, sobretodo por el hecho de que se empeñaban en ocultarse de todos.
Pero no podían hacerlo de ti, siempre los descubrías, en pasillos desiertos, en ascensores, y una que otra vez los escuchaste en los baños. Sí, realmente te parecía divertido la relación de ese par, incluso a tu vista hacían una pareja perfecta, no entendías, o quizás sí, porque estaban empeñados en ocultarse.
Y, aunque ellos no lo supieran, mientras más se empecinaban en ocultarse, más obvios eran.
Los días pasaban y a tus ojos la relación iba poniéndose seria, la señorita Granger se veía feliz y Draco Malfoy se observa satisfecho consigo mismo, o quizás esa también era su expresión de felicidad, era tan difícil entenderlo, pero por lo que escuchabas su fama de mujeriego iba en decadencia, al parecer había dejado de acostarse con las mujeres del ministerio y sus alrededores, excepto con una, pero eso jamás saldría de tus labios.
Una vez los encontraste en la oficina del ministro, deseabas reír, pero el bochorno pintado en el rostro de la señorita Granger te impidió hacerlo, el señor Malfoy sólo te observaba con orgullo, como si el hecho de que los hubieras visto juntos fuese su plan principal, era como un león mostrando ante la manada su pedazo de carne y amenazando a todos los que se atrevieran a tocarlo.
No reíste porque los respetabas, pero la escena era por demás divertida y un poco morbosa.
Y un año después te llegó la invitación. La verdad no estabas para nada sorprendido, al parecer eras el único, porque la noticia de que la heroína mágica y el ex –mortifago iban a casarse fue un caos, miles de personas buscaban una explicación lógica, dando ideas como que el señor Malfoy había hechizado a la señorita Granger.
Tú eras el único que sabías la verdad, también uno de los pocos que habían sido invitados a la celebración. Al parecer también el único invitado que no había cuestionado las razones del por qué se casaban, quizás por eso la señorita, perdón, Hermione te pidió ser el padrino. Fue algo extraño, todos los invitados te observaban como si fueras hijo de Lord Voldemort. La novia te sonreía, feliz. El novio te miraba fijamente, como si dentro de sí, te odiara.
Fue difícil, pero después de un tiempo lograste decirles Draco y Hermione, sin que sintieras que estabas haciendo mal en darte tantas confianzas. Lograste que Draco dejara de verte con odio, incluso más de una vez compartieron conversaciones interesantes, él te contó sobre su pasado, su familia y su amor por Hermione, también de cómo esto último lo había cambiado. Te convertiste en su amigo y eran inseparables.
Hermione bromeaba sobre el odio que te profesaba su marido y de cómo ahora parecía tan feliz con tu presencia. También eras amigo de ella, te quería como a un hermano, la querías de la misma forma. No obstante estabas más conectado con Draco.
Y ser el mejor amigo de ambos te convirtió en alguien importante en el mundo mágico, no querías serlo, pero tampoco pudiste evitarlo, Rita Skeeter logró que ya no pudieras ser un simple conserje y la odiaste un poco por eso, al hablar de la extraña pareja de casados, también hablaban de ti.
Tres años después de su casamiento fuiste la primera persona en enterarte de que ella estaba embarazada, te emborrachaste con Draco esa noche y a la mañana siguiente Hermione les reclamaba a ambos. Tenías la sensación de que la noche anterior habías hecho tonterías junto a tu mejor amigo.
Tu cabeza y tú agradecieron silenciosamente a Draco cuando éste calló a su esposa, besándola. Sonreíste, porque era imposible no hacerlo cuando ese par se besaba, era una escena dulce y divertida.
En esos momentos te ibas silenciosamente, dejándolos solos, sabías muy bien a donde llevaban esos besos y sinceramente no querías estar presente, mientras ese par se encargaba de hacer otro hijo, mientras el primero no terminaba de gestarse.
¿Tus hijos? No tenías, ni siquiera tenias esposa. En primer lugar porque te sentías demasiado joven para eso y en segundo porque aún no habías encontrado a la indicaba. Y en los últimos años habías conocido a varias mujeres, también las habías rechazado, habías intentado tener alguna que otra relación seria, pero todas te habían desencantado en la primera cita, sin necesidad de tener relaciones con ellas.
No querías ser un maldito patán como Draco lo fue en sus tiempos. Sólo buscabas a la indicada, pero lamentablemente aún no la habías conseguido, pero sabías que estaba en algún lugar del mundo, seguramente buscándote a ti.
Nueve meses después, mientras ibas a visitar al nuevo miembro de la familia Granger-Malfoy, ambos te pidieron que fueras el padrino de su primogénito, y simplemente aceptaste, porque no era capaz de negarle nada a Hermione. Cuando ella se lo proponía lograba lo que quería y contigo era fácil sólo hacía falta una mirada para que dijeras sí a todo lo que ella te pidiera. No eras el único. Draco era otro que no podía negarse a esa mirada.
Te convertiste en el padrino de Scorpius Hyperion Malfoy Granger, tan parecido a su padre y con el temible carácter de su madre. Lo mimaste y consentiste como si fuese tu propio hijo, te convertiste en un segundo padre para él y cuando sus padres le negaban algo corría contigo para que tú se lo dieras.
Con unos pocos años lograba manejarte a su antojo, lo peor, tenía la mirada de su madre y la facilidad de las palabras de su padre. Ellos lo adoraban, no eran los únicos, era imposible negarle algo a ese pequeñajo. Hermione lograba, muy pocas veces, controlarlo y negarle cosas. Draco se desesperaba cuando el pequeño Scorpius lloraba. Tú tratabas de consolarlo y constantemente le advertías que ese no era el comportamiento apropiado para un niño con su madurez mental.
Mientras jugabas con él, sus padres se besaban, dándole asco al pequeño y causante sonrisas a ti. Cuando veías a los tres juntos recalcabas en tu mente que eran una hermosa familia, de la cual, de una forma muy extraña, eras parte.
Scorpius cumplió cuatro años. Lo celebraron, era una magnifica fiesta, el pequeño estaba feliz. Draco y Hermione también. Él también. Mientras el pequeño rubio corría y jugaba con sus primos y amigos. Hijos de Harry Potter con Ginny Weasley, de Ronald Weasley con Lavender Brown, entre otros. Los padres compartían experiencias y situaciones embarazosas, reían a carcajadas, y como siempre tú observabas, existían veces en que participabas, no obstante había algo esencial que debías tener para sentirte parte de eso.
Debías tener una familia, propia. Y lo sabías.
Pensabas en eso constantemente. Adorabas a Scorpius, lo querías como si fuese tu propio hijo. Pero lo sabías, él no era tu hijo y jamás lo seria. Deseabas tener tu propia familia, tener una hermosa esposa y un amado hijo que correría a tus brazos cuando llegaras a casa. Claro, también podía ser una hija.
Y entonces la viste.
Es la primera vez que la ves. Hermione dice que es una de sus mejores amigas, te han contado sobre ella una que otra vez, pero nunca la haz visto en persona, al parecer había desaparecido hacia unos cuantos años, buscando una extraña criatura en la que sólo ella creía.
Su cabello rubio te fascina. Sus ojos plata se parecen un poco a los de Draco, pero son demasiado diferentes, tienen un brillo soñador, son saltones y quedas cautivado. Cuando sonríe, no a ti, todo su rostro lo hace y entonces sabes que estás perdido.
Recuerdas su nombre: Luna Lovegood. Y logras entender porque Hermione afirma que es extravagante, su ropa lo explica, dirías que es un estilo hippie, pero es más complejo que eso, ella es más compleja que eso.
Te presentas tu mismo y de reojo puedes ver que tus mejores amigos están sonriendo con complicidad. Ella se presenta y su melodiosa voz te envuelve. Halagas su complejo atuendo y te sonríe, sólo a ti, entonces te pierdes por completo, entre sus ojos, su voz y su maravillosamente extraña personalidad.
Draco y Hermione los observan sonrientes. Sientes que han estado planeando ese momento durante muchos años y en silencio le agradeces. El pequeño Scorpius sigue corriendo persiguiendo a una pequeña pelirroja, es Rose, sonríes divertido, ese par de pequeños siempre juegan juntos, te atreverías a decir que cuando crezcan serán inseparables.
Vuelves tu atención a la hermosa rubia y le sonríes. Ella te habla de criaturas extrañas, inverosímiles e irreales. Adoras escuchar su voz y aunque entiendes muy poco de lo que está hablando no puedes evitar aceptarlo al finalizar la fiesta.
Te has enamorado de Luna Lovegood.
Todos se van, incluso ella, y la soledad te envuelve ahora más que nunca. Recibes a un Scorpius cansando y somnoliento en tus brazos, luego se lo entregas a Draco quien te sonríe entre divertido y agradecido, observas a Hermione, quien te observa de la misma manera. Te despides, besas la cabeza de tu ahijado y te diriges a la salida.
No obstante volteas un instante para mirarlos de nuevo y como siempre se ven perfectos. Son la familia más maravillosa que has observado en tu vida y muy dentro de ti deseas que en un futuro, no muy lejano, tú puedas tener una familia tan perfecta.
Quizás con esa hermosa y encantadora chica rubia que has conocido el día de hoy.
End.
Cómo dije un placer haber escrito esto para ustedes, sobre todo para ti Pawi (Deberías avisarme cada vez que cambies de nick, me volveré loca un día de estos xD). Y pues ahora sí. Adiós con este fic.