¡Al fin subo esto! Desde hace ya un tiempo andaba con ganas de escribir un AU. Lo comenté con muchas personas. Mi querida Twin (Vaanity), luego mi esposa (SMorphine), Bere (Lemonfire), Vi (Violet strawberry) y Alice (DiLaurentis). Poco a poco este fanfic se fue escribiendo. Muchas veces, matando a Alice de las miles de teorías que armó, y aún arma. Ay, esta mujer AQUJAUJAQAQJJUAA

En fin, agradezco de ante mano a quien se anime a leer esta historia. Las actualizaciones de ésta, y Lucha constante, las iré anotando en mi perfil. Me refiero a las fechas en las que tengo programado continuar actualizando ;D Espero disfruten esta historia, no les pido que se enamoren como yo lo hice al escribirla, pero que sí, pasen un momento grato al leerla (:

Por cierto, ante cualquier percance en la actualización de esta historia, lo estaré publicando en este facebook: . ?id=100007245886672

P.D: Título del AU y reseña, gracias a DiLaurentis

Disclaimer: ¡CUANTAS VECES TENGO QUE DECIR QUE BLEACH NO ME PERTENECE Y LE PETENECE A TITE! ;O; -frustrada- Yo sería feliz viviendo en el mundo de Bleach... Allí no me discriminarían por pesar tan poco... Allí todos son anormales (?) Y además, estaría con Renji. Oh, sí, yo sería muy feliz ;O;


Prólogo

"Las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo. Este hilo es invisible y permanece atado a estas dos personas a pesar del tiempo, del lugar y de las circunstancias.
El hilo puede enredarse o tensarse, pero nunca puede romperse."


La vida es un viaje. Como en toda aventura, la gente y las palabras que escuchas de ellas son infinitas. Cada lección instruida puede ser desmerecida e incluso olvidada. Pero lo cierto es, que durante todo el trayecto lo que siempre te persigue serán los recuerdos. Gratos y desagradables, siempre te rondarán como un fantasma sin descanso.

—Hey, you! —escuchó pronunciar en un perfecto inglés británico— ¿De casualidad tienes un encendedor? —tradujo la pregunta a su lengua al instante en que el hombre rubio frente a él, con un cigarrillo en mano, le habló.

—No fumo —fue su escueta respuesta en el idioma de aquél hombre, pero sin sonar agresivo. Lo que bastó para que el desconocido no le volviera a insistir y se alejara para dejarlo solo nuevamente con su lectura.

Pensaba que me había librado de mi sangriento pasado, y lo había superado. Eso creía hasta que lo conocí y el mundo tan cruel como creía que era, pronto se transformó en un lugar donde la amabilidad existía.

Sus ojos dorados y aquél extravagante cabello provocó que el primer razonamiento que cruzó mi mente fuera el de considerarlo un enemigo. Así que, no dudé en levantar mi espada frente a él. Pero sin dificultad alguna, él me desarmó y escondió mi arma entre su largo abrigo para luego atraerme entre sus fuertes brazos, escondiendo mi rostro en su pecho.

No fue hasta que sentí la presencia del oficial pasar junto a nosotros que me di cuenta lo que él tramaba: protegerme.

—¡Tranquila, Petit*! Es sólo hasta que Madame* haya organizado todo —la exhausta voz de una mujer revelaba la paciencia que intentaba mantener al pronunciar sus palabras.

—¡Pero, Alicia! —espetó seguramente una niña por el tono infantil— Ninguna quería que nos separaras… Ese anciano amargado es el que siempre se encarga de arruinarnos nuestro tiempo juntas… —terminó con un puchero.

El hombre que hasta ese entonces se hallaba leyendo con afanosa concentración, dirigió su interés a la mujer que había entrado al café acompañada de una niña que no dejaba de quejarse.

—Sabes bien que Madame te ama, mi pequeña —suspiró la mujer que hacía gala de unos rizos castaños, enterneciendo su hablar para la infante.

—Y yo lo sé —afirmó la chiquilla morena con un deje de madurez en sus palabras—, pero ese maldito viejo es el que nos hace la vida imposible.

—¡Petit! —exclamó en su acento francés la señora que respondía al nombre de Alicia— ¡Mantén el respeto con el que te han educado!

Ichigo, desde su asiento y aún con el libro entre sus manos, ahogó una risa ante el comportamiento de la pequeña.

—Excuse me —el hombre casi soltó el ejemplar por el repentino susto que le causó la vocecita junto a su oreja. Y tan pronto volvió su compostura, observó a una niña de grandes ojos azules mirándolo con emoción. Inmediatamente la reconoció como la misma que había estado parloteando con la mujer castaña y se preparó para traducir mentalmente sus palabras—, ¿ese es el último libro de S. White Snow?

Pestañeando por la repentina pregunta, decidió mostrarle la portada del libro a su interlocutora.

—Sí —contestó sutilmente, intentando ser cortés.

—¡Genial! —chilló emocionada, siendo interrumpida por la castaña que se acercó precipitadamente.

—¡Mi niña! ¿Qué te he dicho de hablar con extraños? —articuló consternada disculpándose repetidamente con el varón de anaranjada cabellera.

—¿Cuál es su nombre? —interrumpió curiosa la muchachita, ignorando los reproches de la mujer.

—Ichigo Kurosaki —respondió con una leve sonrisa para maravilla de la pequeña.

—¡Eres japonés! —soltó encantada en la lengua materna de aquel hombre, sorprendiéndolo— Mi nombre es Yua. Encantada de conocerte.

No sabía si estar más consternado porque aquella niña, que no aparentaba más de diez años, le estaba hablando fluidamente y en un perfecto japonés o por la ligera inclinación de cabeza que le dedicó en señal de respeto.

—¿Ves, Alicia? —se dirigió a la mujer en británico— Ya no es un desconocido, sé su nombre.

La aludida soltó un suspiro y llevó una mano hasta su cabeza esperando no desmayarse por los repentinos arranques de la morena.

—Mi frase favorita de ese libro es la que escribe al final del prólogo —comunicó Yua, con su dedo índice alzado frente a su rostro como si estuviera dándole una lección muy importante— "Dicen que el viaje comienza cuando uno nace…"

—"Pero para mí, el viaje comenzó el día en que lo conocí." —terminó Ichigo en un susurro, pero la niña logró escucharlo perfectamente.

Mientras la pequeña Yua brincaba eufórica ante la incómoda faz de Alicia, le dio unas cuantas vueltas a la frase que estaba plasmada en ese libro. Pensando que, efectivamente, su viaje había comenzado el día en que chocó con aquella mujer. Y después de años en su ausencia, su aventura lo había llevado hasta Londres. Con la esperanza de volver a encontrarla.


Petit: Pequeña, en francés.

Madame: Señora, en francés.


¡Eso ha sido el prólogo! ;D Planeo actualizar la historia para el viernes, así que nos leemos hasta entonces. Intentaré, por supuesto, responder cada uno de los review que deseen escribir (: