Ni Ciel, ni cía me pertenecen. Esto es obra de la grandeza mental de Yana Toboso. Si por mi fuera, terminaría en un tremendo Yaoi.


Ver el rostro de placer del niño era por mucho mejor que ver la de su novia. Mucho mejor.

Sentir la cavidad anal del peliazul atrapar su miembro era mucho más placentero que sentirse dentro de su novia, sin duda.

Todo era mejor con él. Todo.

Mordió una de sus tetillas en el momento en que su pequeño acompañante le mordió su hombro y jadeó al sentir su estocada. Le traía completamente loco.

Le tomó de las caderas y lo separó un poco de sí. Le molestaba el hecho de que ocultara su rostro mientras lo penetraba a conciencia. Quería ver su satisfacción y sus labios entreabiertos e hinchados por los besos salvajes y apasionados que se habían dado. Quería lamer sus mejillas sonrosadas debido al calor que emanaban sus cuerpos.

Quería todo de él.

— ¿Q-Qué… pasa? —Preguntó el niño con la voz entrecortada y sin levantar su rostro al sentir que el pelinegro detenía sus movimientos.

—No me gusta.

— ¿El qué?

—No me gusta que ocultes tu cara mientras te hago mío, Ciel. —Mencionó como si nada, mientras se dedicaba a aspirar el olor a sexo en la habitación y a levantarle lentamente su pequeño rostro. —Es usted muy hermoso como para ocultarse, Bocchan.

Ciel chasqueó la lengua al escuchar cómo su amante se dirigía a él. Odiaba esa palabra. No más que a los gatos. Lo miró, con esos ojos cobalto, fríos y hechizantes. Después bajó su vista a los labios del mayor.

Posó sus pequeñas manitas en los hombros anchos del hombre de orbes carmesíes y, tomando vuelo, se alzó y dejó caer sobre él. Sebastián no pudo evitar gemir de placer.

Sólo él le sacaba gemidos.


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— ¡Pero mira esta hermosura!

— ¿Crees que le guste a Sebastián, Amber?

—Gustarle es poco, Eva. Lo traerá loquito.

Eva Phantomhive se encontraba, junto con su amiga, Amber Brust, en el Harrods, un centro comercial de lujo en Inglaterra.

Brompton Road estaba más que llena, así que fue buena idea ir el sábado a las 10:30 am, justo media hora después de que los almacenes abrieran.

El hermoso y lacio cabello café castaño de Eva combinaba a la perfección con el de su mejor amiga, que era un rubio algo platinado, pero con rizos. Se conocían desde hace tiempo.

—Sí, ¡Eso espero!

Amber sonrió a carcajada ante la efusividad de su amiga. Pero por dentro, estaba más que furiosa. Sabía el secreto de su mejor amiga. ¡Por Dios! Detrás de esa careta de niña inocente se escondía una mujer capaz de todo, o, en otras palabras, intentar matar a toda aquella que se atravesara en el camino. En el camino que la llevaba a Sebastián. Pero el pelinegro sólo era un capricho, un capricho que traía desde hace tiempo en el que el morocho no le hacía caso.

Y Sebastián igual lo sabía.


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— ¡Oh, Dios! —Gritó Ciel al sentir las manos de Michaelis acariciar su miembro erecto mientras seguía con las salvajes embestidas.

Se sentía débil y cansado, pero estando con Sebastián, dejaba todo de lado.

El pelinegro mostró una sonrisa perversa y, con un tremendo placer y emoción, recorrió el cuerpo excitante del niño con la mano que tenía libre. Se veía tan lindo con su sonrojo, sus párpados cerrados, su boca entreabierta y lanzando gemidos al sentir sus estocadas.

El niño de 13 años seguía cabalgándolo, mientras Sebastián besaba toda la piel disponible para él. Sentir la estrecha cavidad anal del niño atrapar su miembro lo volvía loco. No se cansaría jamás de repetirlo.

Sin darse cuenta, mordió una parte del cuello de Ciel que quedaba a la vista de todos, y éste no pudo evitar lanzar un gritillo.

—Imbécil.

El pelinegro sonrió.

—Bastante.

Sí, Ciel Phantomhive podía ser testarudo, frío, chiflado, seco, arrogante, egoísta, amargado y, ¿por qué no?: Precoz.

Y así le gustaba. Le gustaba que lo maltratara y que lo tratara como un mayordomo el cual tiene como amo a un Conde de sólo 13 años. Sí.

Las estocadas aumentaron aún más la intensidad.

Lo único que se escuchaba ahí era el húmedo y grotesco sonido del choque de los testículos de Sebastián contra el trasero de Ciel. El pelinegro no dejaba de jadear, mientras el niño lanzaba gemidos de placer.

Se sentía en el cielo.

—S-Sebas… tián… M-Me… ¡Corro!

Un grito excitado inundó la habitación, seguido de una mano manchada de un líquido blanquecino. El ojicarmín, al ver el semen del joven en sus manos, se lamió los labios. Después sintió cómo las paredes anales de su amante se contraían y apretaban más su pene.

Y él tocó el cielo otra vez.

—C-Ciel…—Jadeó al correrse dentro del niño, que trataba de acompasar su respiración.

Mordió su cuello por última vez al sentir su líquido derramarse por entre sus piernas. Se dejó caer a la cama y llevó al pequeño consigo.

—Precoz. Bastante precoz.

—Pedófilo. Bastante pedófilo—Se defendió el Phantomhive, con su ceño fruncido, y dándole un gran énfasis a "Bastante".

Sebastián sonrió. Acarició sus cabellos y le acariciaba aún el cuerpo. Detuvo sus manos en las pequeñas y calientitas nalgas del adolescente y las estrujó contra él. Ciel gimió.

—Pedófilo al tri-

Una voz los sacó de su aura calmada.

¡Cieeeeel!

Esa voz chillona era inconfundible. A pesar de que ella tiene 25 años, su voz era mucho más chillona que la de su hermano menor que, a pesar de ser un niño, tenía la voz grave para su edad.

Ciel maldijo por lo bajo y Sebastián bufó molesto.

—Mierda, ¿No se supone que estaría con Amber?

—En el momento menos inoportuno, Ciel. —Sebastián seguía acariciando los cabellos de su amante, sin ninguna intención de pararse o moverse siquiera. Eso, a la vista del niño, era desesperante.

¡Cieeeeel! —Habló la voz, canturreando— ¿Estás aquí?, ¿Fuiste con Alois, acaso? Si estás aquí, ¡apúrate! Que quiero darle una sorpresa a mi hermoso Sebastián.

Phantomhive por lo bajo se carcajeó con malicia. Estúpida. Ni sospechaba que Sebastián estaba aquí con él, en su cama.

—Eres malo. Mira que burlarte de tu hermana—Sebastián alzó el rostro pálido del infante y lo besó en los labios, luego, lentamente, se acercó a su oído, el cual mordisqueó y lamió a conciencia—. No tienes alma, Ciel.

El aludido lo miró con furia y odio, para después besarlo con pasión y desenfreno. Al principio, el morocho se sorprendió, pero no tardó ni 3 segundos en responder gustoso el beso. Mordió su labio inferior con deseo. Al sentirlo, Ciel gruñó y entreabrió su boca, permitiéndole al mayor darle paso a su lengua. La cavidad del niño era cálida, atrayente. Única.

Posó su mano en la nuca y lo atrajo más hacia sí mismo. El niño no se quiso quedar atrás. Siguió la danza de lenguas infernal que Sebastián había impuesto.

De pronto, escucharon unos pasos subir, y dirigirse a la puerta. Se separaron, mas Ciel seguía mordiendo el labio inferior de Sebastián y éste sonreía. La adrenalina era excitante.

Ciel, ¿estás ahí?

La perilla de la puerta comenzó a moverse de un lado a otro.

—Mierda. —Susurró.

—Calma. —Le dio un mordisco a sus labios hinchados, mientras se movía un poco.

—No pareces preocupado. Eres su novio.

—Y tú su hermano.


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¡Hola, hola!

Bueno, aquí mi segundo fic de Kuroshitsuji en ésta página.

Claramente, esSebasxCiel. Espero&les guste pues.

Sebastián tendrá 26 años y Ciel, obviamente, 13 owo.

¿Su hermana los descubrirá en la cama? ¿Cómo es que Sebastián hace eso? ¿Amber es amiga enemiga de Eva? Creéanme, les agradará mcho más Amber que Eva. Por mucho.

Espero&dejen reviews, y gracias a todas aquellas personas que leyeron, comentaron y agregaron a favoritos mi One-shot(:

Igual y que les guste este

Así que...