Senju maldijo a los Uchiha, jurándoles que nunca serían felices. Y al parecer esa maldición se cumpliría cuando el conde Sasuke Uchiha tuviese que casarse por conveniencia después de perder toda la herencia. ¿El problema? ¡Naruto y él se odian!

Disclaimer: Naruto ni sus personajes me pertenecen, sólo los utilizo en un fic sin ánimos de lucro porque no tengo nada más productivo que hacer que inventarme una historia como esta. Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto (Odié tu final… así que por eso me dedicaré a hacer fics SasuNaruSasu hasta que nos des el final que merecemos o hasta la indigestión, lo que ocurra primero.)

Advertencias: AU, yaoi, leguaje fuerte, exceso de sentimentalismo y cursilerías, escenas con contenido sexual y abuso de sustancias adictivas. Si algo de esto atenta contra tu criterio, evítate la pena de leer el fic.

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Holy Curse!

Capítulo XIV: Resultado

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Naruto despertó poco a poco y fue haciéndose consciente de que no estaba precisamente en su cama. Escuchaba un suave traqueteo y su cuerpo se movía a ese mismo compás mientras que su cabeza le recordaba lo ocurrido con una punzada de dolor.

"Perdóname, Naruto."

Se levantó sobresaltado, observando a su alrededor las caras sorprendidas de Minato, Shizune e Ino. Como supuso, se encontraba dentro de un carruaje, recostado hasta hace unos momentos sobre las piernas de su hermana y dirigiéndose por un camino desconocido.

– ¿Dónde estamos? ¿Y Sasuke? ¿¡Dónde está Sasuke!?

El rubio se asomó por la ventanilla del carruaje para analizar el paisaje que atravesaban. No se parecía en nada a Konoha, al contrario. Su carruaje era el único que transitaba el camino con un par de hombres custodiando la retaguardia.

– ¿Este es el camino que nos llevará al lugar del duelo? –preguntó con una calma que alertó a Minato.

–No. –contestó el rubio. –No iremos con Sasuke.

Esas palabras acabaron con la poca paciencia del Namikaze. Tomó de la chaqueta a su padre, mirándolo con sus ojos azules centelleando chispas de fuego.

– ¿Dónde está Sasuke? Iré con él aunque no te guste, Minato. Ya soy un adulto y no tengo porqué obedecerte. ¡Dile al chofer que pare ahora!

– ¡No! –el rubio empujó a Naruto con brusquedad, haciendo que cayera en el asiento frente a él, sacudiéndose el pequeño carruaje. –Escucha bien, Naruto. No sé qué pensabas, pero Sasuke jamás te incluyó dentro de los espectadores del duelo, su idea era mantenerte al margen del asunto porque él y yo coincidimos en que tu impulsividad puede hacer que cometas una locura. Lo que haremos será ir de regreso a la ciudad, es peligroso que te quedes en Konoha mientras Sasuke no está. Y sobre todo, ¡no voy a permitir que intenten matarte otra vez!

– ¡Y yo no voy a permitir que me separes de Sasuke! –gritó asustando a Ino, ella buscó refugio entre los brazos de su madre. –No me importa la maldición o el asesino, yo voy a estar junto a Sasuke. Necesito parar ese duelo. ¡Pueden matarlo!

–Es muy tarde, llevamos más de medio día viajando. No podrás llegar a tiempo. –Naruto supo que su padre no mentía. Los rayos del sol, aunque presentes, eran tenues, lo cual significaba que sólo quedaban pocas horas de luz.

–Entonces regresaré a Konoha. –sentenció el conde. –Esperaré el regreso de Sasuke.

–Las malas noticias corren mucho más rápido que las buenas. –intervino Shizune. –Si algo malo le ocurre al conde Uchiha, lo sabremos de inmediato aun si estamos en la ciudad.

–Es la última vez que te lo pido, padre. –ignoró las palabras de Shizune. –Ordena que detengan este carruaje. Volveré a Konoha aunque tenga que ir caminando.

–No lo haré. –los dos pares de zafiro chocaron entre ellos.

–Saltaré. –aseguró Naruto.

Nadie podía detener a Naruto Namikaze cuando él se proponía algo. Con agilidad, abrió la portezuela del carruaje y tragó saliva. El camino cubierto de rocas transcurría a toda velocidad bajo sus pies y sería peligroso, incluso saldría ileso, pero de ninguna manera iba a quedarse de brazos cruzados mientras Sasuke peleaba a muerte en algún lugar.

– ¡Naruto, no! –exclamó Shizune, colgándose de la cintura de su hijastro. –Por favor, no lo hagas.

–Convence a Minato de ordenar que detengan el carruaje.

– ¡Minato, haz algo! –Shizune le dirigió una mirada desesperada a su esposo.

–No vas a saltar y tampoco voy a detener el viaje. –sentenció Minato.

–No tengo elección, papá. –expresó con una sonrisa triste en el rostro. –No voy a dejar solo a Sasuke.

Naruto se liberó del agarre de Shizune y se preparó para saltar. Esta vez, no serían unos brazos los que detuvieran su peligrosa hazaña, sino unas palabras que lograron congelarlo.

– ¡No lo hagas, Naruto! ¡Esa caída mataría a tu bebé! –reveló Shizune con el rostro cubierto de lágrimas.

– ¿De qué hablas? –Naruto se giró con lentitud, diciéndose a sí mismo que quizá había escuchado mal por tanto ruido.

–Estás embarazado. Llevas en tu vientre al heredero de Sasuke. –Shizune continuó, secándose las lágrimas con el dorso de la mano. –Y Sasuke no permitiría que dañaras a su hijo por ningún motivo.

El rubio conde cerró la puertezuela, sentándose en su lugar con una expresión confundida y perdida, exigiendo una explicación.

–Minato no quería decírtelo hasta después del duelo, pero cuando te desmayaste, la vieja Chihiro te revisó y confirmó tu embarazo. –ella se arrodilló en el estrecho espacio que había dentro del carruaje y tomó las manos de Naruto entre las suyas. –Si Sasuke muere en ese duelo, Madara heredaría Konoha y se convertiría en el nuevo conde. Esa vida que llevas dentro es la única oportunidad de evitar que él se apodere de Konoha. Sasuke quería protegerte de la maldición, por eso aceptó que volvieras a la ciudad.

–Yo… no puede ser. –Naruto se llevó una mano al vientre plano, ¿no debería de sentir algo raro dentro de él? Entonces, ¿por qué no lo sentía? Quizá necesitaba tiempo para hacerse a la idea de que ahora había una pequeña persona más por la cual preocuparse.

–Hinata me ha contado sobre lo del té. –continuó Shizune. –No lo tomabas con frecuencia ¿cierto?

Naruto desvió la mirada, enfocándose en el camino que pasaba a toda velocidad a través de la ventana. ¿Podía estar embarazado tan pronto? Cierto, no tomaba con frecuencia el té y sí follaba mucho con Sasuke, pero era imposible negarse a la pasión que el moreno despertaba en él. El día del incidente en la plaza había perdido las hierbas que compró en el loco intento por escapar de la rabiosa multitud y después, con el asunto del duelo entre Sasuke y Gaara, había olvidado el té por un buen rato.

–No pongas a ese bebé en riesgo. –intervino Minato. –Si saltas, podrías perderlo. Y quedarte en Konoha también sería algo peligroso con ese sujeto intentando matarte. Pensándolo bien, vivir en Konoha pondría en riesgo a mi futuro nieto ¿eso es lo que quieres? Cuando una persona tiene hijos, debe de comprender que su vida ya no le pertenece sólo a ella.

–Pero, Sasuke… ¿él sabe sobre el bebé? –a Naruto lo asaltó esa repentina duda. ¿Sasuke podría morir sin saber que Naruto esperaba un hijo suyo? El rubio no puso atención a la mirada cómplice que intercambió su padre con Shizune.

–No, él no lo sabe. –dijo por fin Minato. –Sasuke aceptó que regresaras a la ciudad mientras él se encargaba de descubrir al asesino. En cuanto las cosas estén en orden, podrás volver a Konoha.

–Queríamos reservarte exclusivamente a ti el derecho de ser quién le comunique la maravillosa noticia del embarazo. –expuso Shizune con una sonrisa, recuperándose de las lágrimas. –En cuanto las cosas se aclaren, regresarás a Konoha y se lo dirás.

–Claro, siempre y cuando Sasuke sobreviva a ese estúpido duelo. –expresó Naruto con la mirada perdida.

Naruto pensó que su madrastra y Minato tenían razón. Saltar en ese momento era una opción peligrosa para el supuesto bebé. Debía de pensar en algo muy pronto, antes de alejarse por completo de las fronteras de Konoha.

"Teme… tienes que ganar ese duelo y volver."

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No había sido fácil lidiar con un esposo desmayado y un hermano histérico. Itachi no dejaba de reclamarle su drástica decisión y fue Deidara el que consiguió controlarlo, sin embargo no logró controlar la cara de mal humor y preocupación que el mayor de los Uchiha llevaba durante el viaje.

–Tal vez deberías entrar al carruaje y descansar. –sugirió Kakashi, señalando el coche que iba detrás de los tres hombres. En él llevaban el equipaje necesario para acampar una noche y algunas provisiones. Itachi, Sasuke y Kakashi viajaban en sus propios caballos, sumidos en un silencio que les permitía perderse en sus particulares pensamientos.

–Estoy bien. –contestó el conde. –Descansaré por la noche.

– ¿Por qué no le haces caso a Kakashi? –intervino Itachi. –Tienes que estar en excelente condición para mañana; montar puede agotar tus fuerzas.

–No quiero encerrarme en el carruaje. –Sasuke sabía que viajar encerrado lo obligaría a pensar una y otra vez en Naruto.

–Aún no puedo creerlo. –comentó Itachi. –Un duelo a muerte… siento que estoy viajando lentamente hacia tu ejecución. Debería de noquearte y evitar este duelo.

–Sabes que no puedes hacerlo, hermano. Ahora soy más fuerte que tú.

–Podría envenenar tu comida.

–No comeré nada de lo que prepares. –advirtió Sasuke. –Además, olvidas algo muy importante. Fui yo el que lanzó el reto, así que tengo derecho a interrumpir el duelo en el momento en que lo decida.

– ¡Eso es algo muy vil, Sasuke! –Itachi reclamó. –Si el duelo va a tu favor, decidirás matar a Gaara; pero por el contrario, si vas perdiendo, ¿detendrás el duelo como un cobarde?

–Tal vez. –confirmó Sasuke con una sonrisa perspicaz.

–No creo que sea una mala idea. –dijo Kakashi. –Sasuke confía en que puede detener el duelo en cualquier momento pero Gaara no lo sabe, así que el duque estará muy ansioso. Viéndolo de esa manera, Sasuke tiene una gran ventaja en el plano mental.

–A mí me parece algo bastante cobarde.

–No lo es. –el caballo de Kakashi se encontraba un par de metros atrás de los Uchiha. –El ofendido puede detener el duelo en el momento que considere que ha satisfecho su honor y es perfectamente aceptable.

–No estoy muy convencido. –farfulló Itachi, sin embargo se sentía un poco más tranquilo al saber esa información, ahora sólo quedaba esperar que su hermano tuviera la sensatez de retirarse si las cosas se ponían feas. –Ya entiendo por qué Sasuke mantuvo en secreto los detalles del duelo.

Sasuke cabalgaba sin prestarles mucha atención, pues ninguno de ellos había logrado acertar en sus suposiciones. La decisión de un duelo a muerte no era con el propósito de obtener la obtener la ventaja sobre Gaara; todo eso no era más que una pantalla de humo para ocultar su cobardía.

Sí, cobardía. Porque prefería morir en el estúpido duelo antes que regresar a casa derrotado y con la obligación de separarse de Naruto. Gaara sabía muy bien el mensaje: "primero muerto antes que verte casado con mi dobe". Una boda entre su rival y su actual esposo era algo que no permitiría, no quería atravesar un infierno y sufrir mientras veía a Naruto al lado de Gaara, sosteniendo su mano y con unos pequeños retoños de cabello rubio y ojos aguamarina. Experimentar algo de esa magnitud sería condenarse a la locura.

Naruto le había dicho la noche anterior que jamás se separaría de su lado aunque tuviera que convertirse en su amante, pero el rubio no se merecía una vida como concubino. Las cosas no eran fáciles para las amantes y mucho menos tratándose de un doncel. En cuanto el rey se enterara de la disolución del matrimonio, podría obligar a Naruto a casarse con cualquier otro noble que buscara un marido, ni qué decir de los cientos de pretendientes que colmarían a suNaruto de elogios y regalos, buscando una oportunidad. Sasuke sufriría demasiado al saber que otro hombre recibiría los besos que por derecho le correspondían a él.

Aceleró el paso, la noche estaba cerca y debían de llegar antes del amanecer a Kirigakure, la tradición dictaba que los duelos debían llevarse a cabo antes de que la niebla nocturna se levantara para evitar ser descubiertos por los demás. Sólo admitirían pocos testigos que darían fe de los hechos, entre ellos Kakashi, Shikamaru e Itachi. Mientras su hermano dormía, Sasuke se dedicó a observar el cielo. ¿Cómo habría reaccionado Naruto al despertar dentro del carruaje? La idea de Minato consistía en noquear a Naruto para poder sacarlo de Konoha, pues era la única forma en la que el rubio saldría del castillo; ya en la ciudad, Shizune y Minato se encargarían de convencer al rubio de quedarse a salvo en su antigua mansión. El cielo nocturno resplandecía con la luz de la luna en un vano intento de brindarle consuelo al conde. Quizá, con un poco de suerte, su rubio esposo también estaba mirando en ese momento las mismas estrellas que él.

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Por sugerencia de Shizune, el carruaje se detuvo en una pequeña pensión para que la familia Namikaze pudiera descansar. Ninguno comentó el obvio distanciamiento que Naruto había tomado después de enterarse de la noticia de su embarazo así como tampoco cuestionaron que el rubio hubiese dormido durante todo el camino para evitar charlas incómodas con su familia. Naruto se dirigió hacia su habitación y se dejó caer sobre el duro colchón, extrañando la comodidad de su propia cama y la calidez del cuerpo de Sasuke arrullándolo.

–No me gusta cuando Naruto está tan callado. –le confesó Minato a Shizune. –Sé cómo es mi hijo y por eso sé que su mente nunca descansa.

–Entonces lo mantendremos vigilado. –fue la respuesta de ella. –A pesar de todo, Naruto es un chico sensato y no hará nada que ponga en riesgo la vida de su hijo.

Minato no estaba tan seguro de eso, pero decidió darle un voto de confianza a su primogénito.

Naruto se armó de paciencia y trató de luchar contra el sueño mientras esperaba que su familia se durmiera. Después, tuvo que esperar a que los guardias que custodiaban la habitación también cayeran presas del cansancio. Sus esfuerzos se vieron recompensados muy entrada la noche, pero eso no lo detuvo, así que tomó una de las cobijas de la cama para usarla a modo de capucha, cubriendo su rostro y ocultando la forma de su cuerpo.

El rubio conde salió de la habitación con el mayor sigilo posible, robó una de las espadas de los guardias y después se dirigió a las caballerizas para tomar uno de los caballos que tiraban del carruaje. Para ganar más tiempo, decidió cortar las riendas de los caballos de los guardias, dejándolos en libertad junto al segundo caballo del carruaje. Cuando su familia se percatara de su ausencia, irían de inmediato a buscarlo pero no tendrían ningún medio de transporte a la mano, lo cual significaría desperdiciar algunas preciosas horas. Para ese entonces, Naruto confiaba en que habría recorrido todo el trayecto durante la noche y estaría de regreso en Konoha.

Naruto montó el caballo de un salto, y apresuró el paso, regresando por el mismo camino por el que habían llegado. Una de sus manos acarició suavemente el abdomen, y recordó que Hinata una vez le dijo que al saber de su embarazo, sintió algo especial dentro de ella. Pues bien, quizá el instinto paterno aún no despertaba en él porque no sentía nada extraño o diferente en su interior. Sin embargo, no pudo evitar decir:

–Bueno, pequeño, si quieres conocer a tu otro padre tendrás que ser fuerte, nos espera una larga noche.

Sabía que cabalgar a grandes velocidad podía producir problemas con el embarazo por el continuo traqueteo del caballo, pero confiaba en que su pequeño hijo sería lo suficientemente fuerte para resistir el viaje. Ajustó su improvisada capucha y emprendió la marcha de regreso a su hogar.

–Ni se te ocurra perder, teme.

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No era necesario decirle a Itachi que no había pegado ojo en toda la noche, estaba seguro que su hermano mayor fácilmente lo descubriría con sólo ver las ojeras que obscurecían su pálido rostro. El sol aún permanecía oculto y la neblina de Kirigakure junto con el silencioso bosque, le proporcionaban al lugar un aspecto fantasmagórico mientras los tres hombres se dirigían en silencio al sitio acordado. Kakashi rompió el silencio al observar un par de figuras moviéndose entre la niebla, las cuales con toda seguridad pertenecían a Gaara y Shikamaru.

–Iré a completar los detalles del duelo. –susurró antes de desaparecer, dándoles un momento de privacidad a los hermanos.

–Sasuke, ¿estás seguro de lo que haces? –preguntó Itachi por última vez. –Aún hay tiempo de…

–Todo estará bien, hermano. –contestó con tranquilidad. –Prométeme que harás lo que he pedido si algo me impidiera regresar a Konoha.

–Sabes que lo haré. –Itachi se permitió abrazar por un momento a su hermano. –Si no sales con vida de este lugar, cuidaré bien de Naruto, te lo prometí y planeo cumplir mi palabra.

–Y también…

–Sí, también me encargaré de Hinata. –interrumpió el mayor. –Y de Natsuki, Shizune, Ino, Minato, Kakashi y Kiba. ¿Me faltó mencionar a alguien?

–A mi hijo.

Itachi se separó con suavidad de su hermano para mirarlo directamente a los ojos que eran tan parecidos a los propios.

–Estás haciendo una apuesta muy grande, Sasuke. Los donceles tienen pocas posibilidades de embarazarse porque no se conoce con exactitud su periodo más fértil.

–Quiero que las cosas se hagan como lo he ordenado. –replicó Sasuke, dándose media vuelta. Los pasos de Kakashi se escuchaban muy cerca. –Si yo muero, quiero que esperen tres meses antes de nombrar a mi sucesor. Si dentro de ese periodo se descubre que Naruto está embarazado, no habrá ninguna duda de que ese hijo es mío y él o ella heredarán el título de conde, eliminando a Madara de la línea de sucesión.

–Existe la posibilidad de que Naruto no esté embarazado. –le recordó Itachi. –Estás apostando todo a tu imaginario orgullo de semental. Pero será como desees, cumpliremos el testamento que dejaste firmado y el castillo de Konoha será de Naruto, como lo has estipulado; Madara sólo heredará el título de conde si tu esposo no está embarazado y todas las demás posesiones de los Uchiha que están a tu nombre pasarán a ser propiedad del conde viudo de Uchiha.

–Madara no se quedará cruzado de brazos y peleará. –dijo Sasuke en voz muy baja. –Por eso quiero que cuides a Naruto, él es un dobe demasiado despistado.

–Lo haré, hermanito. Deidara y yo cuidaremos a Naruto. –el moreno suspiró. –Pero no seamos pesimistas, has entrenado mucho y existe la posibilidad de que ganes y regreses victorioso a Konoha. Además, mi cuñado estará bien cuidado en la ciudad, Minato es un hombre fuerte que no dudaría en hacer lo que fuese necesario con tal de proteger a su familia y además, también tiene a Kakashi de su lado.

Kakashi apareció y asintió, guiando a los dos Uchiha a través de la niebla hasta un claro en medio del bosque, era lo suficientemente grande para que ambos nobles se enfrentaran con comodidad. Sasuke observó las figuras que acompañaban a su rival, sin sorprenderse por encontrar al hermano mayor de Gaara entre ellas. Varios aldeanos ya se habían acercado con cautela, movidos por la curiosidad de ver a dos nobles extranjeros a punto de batirse en duelo.

Shikamaru avanzó al centro del claro con una enorme caja entre las manos. Kakashi también se acercó y abrió la caja de madera, descubriendo un par de espadas roperas (1) brillantes, idénticas, con una guarnición (2) de lazo finamente labrada, con empuñaduras sencillas pero elegantes. Shikamaru dejó la caja sobre el suelo y tomó una de las espadas para examinarla, acción que imitó Kakashi. El hombre de cabello gris pasó uno de sus dedos por toda la longitud de la espada para comprobar el filo y estuvo satisfecho al sentir su sangre corriendo a través de la herida realizada. Ambos hombres intercambiaron las espadas para examinar la espada contraria, después de terminar con su inspección del armamento, volvieron al lado de sus compañeros.

–Todo parece estar en orden. –aseguró Kakashi.

Sasuke asintió casi imperceptiblemente y dirigió una mirada al pelirrojo duque. Bien, el momento había llegado. Algunos aldeanos fisgones murmuraban entre ellos, haciendo apuestas sobre cuál de los dos nobles ganaría.

–Sasuke, prométeme que si las cosas se ponen feas, suspenderás el duelo. –pidió Itachi.

–Lo pensaré durante la pelea. –fue la respuesta vacilante del conde.

El conde Uchiha se quitó la pesada chaqueta de tela obscura, dejándose sólo una delgada camisa blanca. Para mayor comodidad, desató el lazo superior de la camisa, dejando que una parte de su pecho quedara al descubierto. Después, se dobló las mangas hasta los codos para darse mayor libertad de movimiento.

Del lado contrario del campo, Gaara también se quitó la chaqueta y bebió un poco de agua que Kankuro le ofrecía de una pequeña cantimplora. Con un suspiro, tronó los huesos de sus dedos sin quitar su mirada aguamarina del conde moreno. El duque y el conde se acercaron al centro del claro, marcado previamente por Shikamaru y Kakashi.

Sasuke se llevó la mano al centro del pecho, sujetando entre sus blancos dedos aquel colgante que le recordaba lo que esperaba por él en Konoha. No pudo evitar una sonrisita de satisfacción al observar que, aún a través de la niebla, el duque Gaara podía reconocer a la perfección la marca rojiza que portaba con mucho orgullo en el cuello. Naruto había hecho un buen trabajo durante la noche pasada al casi imitar a una sanguijuela colgándose de la delicada piel de su cuello. También pudo notar que el duque fruncía al ceño al reconocer lo que eso significaba.

–Y no has visto todo. –murmuró Sasuke. –Mi espalda está llena de arañazos… es una lástima por ti, pero nunca sabrás lo que se siente tener a Naruto aferrado a tu espalda durante toda la noche, suplicándote por más.

Gaara gruñó furioso antes de obligarse a cerrar los ojos y calmarse. No debía de perder la calma en un momento tan crítico como ese. Sasuke lo hacía sólo para sacarlo de sus casillas porque el primero que perdiera la cabeza o cediera a las provocaciones del otro estaría firmando su propia sentencia de muerte.

–No estés tan confiado, Uchiha. Puede que, incluso esta misma noche, Naruto necesite un poco de… consuelo. Tu muerte no será un golpe fácil para él, necesitará mucho apoyo y yo estaré ahí para brindárselo.

–Naruto no cederá ante el asesino de su marido. –le recordó, obligándose a mantener la cabeza fría.

–Lo comprobaré yo mismo.

El moreno acarició por última vez el colgante azul antes de ocultarlo bajo su camisa, acción que no pasó desapercibida por Gaara. El ver ese diamante en el cuello del Uchiha fue un golpe mucho más poderoso que cualquiera de sus palabras anteriores. Él sabía lo mucho que ese diamante significaba para Naruto y el que ahora Sasuke lo tuviera…

–No lo robé. Fue el propio Naruto quién me lo entregó. –contestó Sasuke a la muda pregunta del duque. Kakashi tomó una de las espadas y se la entregó a Sasuke mientras Shikamaru hacía lo mismo con Gaara.

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Hey, teme, ¿ya estás dormido? –preguntó Naruto, codeando sus costillas con suavidad.

Hmf. el pequeño bufido de Sasuke fue su respuesta. El conde se acomodó un poco mejor, pegando su pecho a la desnuda espalda del rubio y enredando sus piernas entre las contrarias.

Bastardo perezoso. Sasuke sintió que Naruto se revolvía entre sus brazos, pero estaba demasiado adormilado gracias al calor que le brindaba el cuerpo de Naruto. Cuando abrió los ojos se enfrentó a los brillantes zafiros de su esposo, que sonreía con singular alegría. Naruto acarició el blanco cuello de Sasuke, deslizando su mano por una de las clavículas hasta llegar al pecho, donde ahora colgaba el diamante azul.

Mi abuelo Jiraiya me lo obsequió. explicó Naruto con tranquilidad. Siempre me ha dado buena suerte y Minato asegura que el color del diamante es idéntico a los ojos de mi madre, por eso es que le tengo un gran cariño. Nunca me he separado de él.

Entonces no deberías de dármelo, dobe. Sasuke se llevó las manos al cuello para intentar quitárselo, pero fue detenido por Naruto. Es algo muy valioso para ti.

No te lo estoy obsequiando. Sólo es un préstamo.

Hay ocasiones en las que no te entiendo, usuratonkachi.

Tienes que devolvérmelo, teme. abrazó con fuerza a Sasuke, ocultando su rostro en el cuello blanco. Cuando ese estúpido duelo termine, volverás a Konoha y me entregarás el diamante, prométemelo.

Sasuke cedió ante la petición de Naruto, de hecho, cedía ante casi cualquier cosa que el rubio le pedía. Naruto era como una droga a la cual no podía resistirse. Correspondió el abrazo antes de aprisionar a su rubio dobe bajo el peso de su cuerpo y besarlo con sensualidad.

Te lo prometo, dobe. Recibirás el diamante de mis manos y de nadie más.

Confío en que este diamante volverá conmigo y tú volverás con él... te traerá de regreso.

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Sasuke guardó sus preciados recuerdos bajo llave, comparando esos momentos de cariño con la primera pelea durante la fiesta de Hinata, aquella en la que ambos se insultaron y golpearon, pero también representaba la segunda vez que probó los labios del Namikaze y cayó finalmente bajo sus encantos, aunque no lo reconociera en ese entonces. Tomó la espada que Kakashi le ofrecía, comprobando lo ligera que era en comparación a las espadas con las que solía entrenar. Con tranquilidad, respiró profundamente mientras se ponía en posición de combate, echándole una última mirada al diamante azul que colgaba de su cuello. Le había prometido a Naruto que le devolvería el valioso collar y eso es lo que haría. Levantó la mirada para clavarla en su oponente, el duque pelirrojo también se preparaba para comenzar. Con las palabras de Shikamaru, el duelo comenzó.

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Los cimientos de Konoha eran fuertes, pero se sacudieron con la llegada del rubio. Los sirvientes se sorprendieron al ver a Naruto entrar en el castillo agitado, con el rostro rojo y unas profundas ojeras en sus bellos ojos azules.

– ¿Quién está en Konoha? –preguntó jadeante a una de las doncellas. – ¿Kiba? ¿Kakashi?

–El señor Inuzuka está en el pueblo haciendo algunos arreglos y el señor Hatake acompañó al conde Uchiha. –explicó la asustada mujer.

– ¿Y la señora Hyuuga?

–Ella partió ayer por la tarde, pero dejó una carta para usted.

– ¿Sabes dónde se llevará a cabo el duelo de Sasuke? –indagó al borde de la desesperación, sin embargo la doncella movió la cabeza a manera de negación.

–N-no lo sé… –casi tembló al ver la expresión exasperada del rubio. –Pe-pero puedo investigar en el pueblo.

–Hazlo. –ordenó.

Deidara escuchó el alboroto y salió del estudio de Naruto, dejando sobre el escritorio la libreta de finanzas que estaba revisando previamente.

– ¿Qué estás haciendo aquí, Naruto?

– ¡Deidara! –el grito de Naruto se escuchó casi como un alivio. – Aunque suene extraño, juro que nunca había estado tan feliz de verte. Dime, ¿sabes dónde peleará Sasuke?

– ¿Por qué quieres saberlo? –preguntó Deidara, cruzándose de brazos.

– ¡Necesito ir allá! Necesito estar con Sasuke. Y sé que tú lo entenderías si estuvieras en mi lugar.

Deidara observó al rubio con ojo crítico. Claramente había pasado la noche en vela, sus ojos se veían cansados y esa cobija que llevaba encima lucía demasiado improvisada.

– ¿Dónde está Minato?

–Seguramente viene en camino. –la paciencia de Naruto llegó a cero. Tomó al rubio de las solapas, dispuesto a sacarle a la fuerza la información que necesitaba. –Sé que conoces el lugar a donde fueron, así que llévame hasta allá o te juro que iré al pueblo a averiguar y después me marcharé yo solo.

Deidara empujó a Naruto, bufando molesto. No tenía muchas opciones: o acompañaba a Naruto o lo dejaba ir solo, arriesgándose a que le pasara algo al doncel y, por supuesto, exponiéndose a la furia de Sasuke y del propio Itachi por haber permitido semejante locura.

–Eres un incordio. –respondió, dándose media vuelta. –De cualquier manera, no podremos llegar a tiempo a Kirigakure, es un día de viaje.

–Pero podremos encontrarnos con Sasuke a medio camino. –replicó esperanzado.

–Iré contigo únicamente porque no quiero que Itachi tenga algún disgusto que pueda agravar su enfermedad. Itachi y Sasuke serían capaces de matarme si se enteran que te abandoné a tu suerte.

–Gracias, Deidara. –dijo sinceramente Naruto. –Pero ¿a dónde vas?

–Iré por algunas hierbas y vendas. Quizá Sasuke esté herido y podamos atenderlo en el camino antes de que llegue a Konoha.

Naruto asintió y subió a su habitación a cambiarse de ropa y llevar algunos objetos que podrían resultar útiles para curar heridas leves. Cuando salió a las caballerizas, Deidara ya lo esperaba con el resto del equipaje y un par de caballos descansados.

–Si me meto en problemas con Itachi por tu culpa, juro que te mataré, Namikaze. –advirtió Deidara, lanzándole las riendas de un caballo.

–Asumiré toda la responsabilidad. –Naruto cambió la improvisada manta por la vieja capucha para pasar desapercibido durante el viaje. –Vámonos.

Cabalgaron en silencio un gran rato, admirando el paisaje. Deidara fue el primero en romper el estado de mutismo de su compañero.

–Pensé que volverías con Minato.

–Me tendieron una trampa. –Naruto había pensado durante toda la noche y llegó a esa conclusión. –Sasuke y mi padre se pusieron de acuerdo para meterme a la fuerza en ese carruaje, ellos saben que jamás habría abandonado Konoha de estar completamente consciente.

–Bueno, eso es tu culpa por ser tan cabezota. –dijo burlón.

– ¿Acaso es tan difícil entender que no quiero separarme de Sasuke? No importa que intenten matarme, yo no quiero estar lejos de ese teme.

Deidara pensó en las palabras de Naruto durante un largo rato y no pudo evitar reír bajito. Naruto le recordaba a su antiguo yo, a aquél Deidara que mandó a la mierda todo con tal de quedarse al lado de Itachi. Al Deidara que había dado su vida por salvar al orgulloso ex conde, por eso entendía a la perfección los sentimientos de Naruto.

–Sasuke quiere protegerte. –susurró al fin. –Itachi me ha contado sobre los accidentes que han ocurrido. ¿Tienes algún sospechoso en mente?

–Pensaba en Shizune. –le confesó Naruto. –Pero después de hablar con ella, descubrí otras razones que la llevaron a actuar así. Las pistas que tengo sobre el sospechoso son: que vive muy cerca o incluso dentro de la mansión y que me conoce bastante.

–Puede ser cualquiera. –indicó el mayor. –Incluso Sasuke encaja en esa descripción.

–El teme no se atrevería a lastimarme.

–Las personas cambian cuando hay dinero de por medio. –explicó Deidara. –Hablando de dinero, estaba revisando algunos de los libros de contabilidad de tu estudio, espero que no te moleste. Creo que es muy raro que sólo hayan sobrevivido al incendio los libros de cuando Itachi era conde; yo solía trabajar con Madara en la administración del castillo y no me trago el cuento de que él recordara a la perfección las cifras de cada año para poder reescribir los nuevos libros.

–Quizá guardó algo de información en otros libros… pero dime, ¿de verdad trabajaste en el castillo? –inquirió Naruto. – ¿Cómo fue que conociste a Itachi? ¡Cuéntame!

– ¡Eres un incordio! –exclamó Deidara y Naruto sonrió al ver el sonrojo en las mejillas del mayor. Justo cuando pensaba que no respondería, Deidara explicó: –Soy hijo de una campesina que trabajaba bajo las órdenes de los Uchiha. Quizá por la edad, Obito y yo nos hicimos buenos amigos y él me enseñó muchas cosas sobre administración a pesar de que yo estaba destinado a trabajar en el campo al igual que mi madre. Madara me libró de ese destino al permitirme trabajar a su lado, Obito y yo nos dedicábamos a manejar algunas de las cuentas menores y en ocasiones hablábamos con el conde para pedirle autorización sobre algunos gastos, así fue como conocí a Itachi.

– ¿Y después te enamoraste de él?

– ¡Naruto! –gritó Deidara completamente sonrojado. –Por primera vez concuerdo con Sasuke, eres un ser muy fastidioso…

–Dime, ¿cogiste con él antes o después de casarte?

– ¡Maldita sea! –Deidara acercó su caballo al de Naruto para darle un golpe en la cabeza. – ¿A ti qué te importa eso?

Naruto rio con fuerza, sobándose discretamente el golpe recibido. Deidara era alguien divertido pero voluble, la perfecta combinación para alguien tan formal y reservado como Itachi.

–Yo soy un varón, así que puedo acostarme con quien quiera antes de casarme.

–Con eso estás afirmando que dormiste con Itachi antes de la boda. –murmuró Naruto con una sonrisilla.

–Como sea… las cosas no fueron fáciles para Itachi ni para mí. Él aceptó renunciar a su familia con tal de permanecer juntos.

–De verdad te quiere, Deidara. ¡Tu historia de amor es tan romántica como las que aparecen en los cuentos que lee Ino! El conde Itachi renuncia a toda su fortuna para permanecer a tu lado… definitivamente Itachi es un gran sujeto, no le importó la opinión de nadie y siguió adelante para quedarse contigo.

–Te digo que las cosas no fueron fáciles, Naruto. –reclamó el mayor. –La maldición…

Naruto detuvo abruptamente su cabalgata para prestar atención a lo que su compañero decía.

– ¿Cómo la rompieron?

–Yo no puedo decírtelo. Pero respóndeme algo, ¿de verdad amas a Sasuke con todos sus defectos? ¿Lo amas más que a cualquier otra cosa en la vida? –Naruto notó la seriedad con la que Deidara hablaba.

–Por supuesto que sí.

–Así que ¿estarías dispuesto a dar tu vida por salvarlo a él?

Naruto parpadeó perplejo, sintiendo que se le erizaban todos los vellos del cuerpo por la intensidad de las palabras.

–Lo haría. –declaró.

–Entonces prepárate. –Deidara espoleó su caballo para retomar el camino. –Porque quizá sea tu vida el precio a pagar para romper la maldición de los Uchiha.

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Sasuke suspiró frustrado cuando Gaara rechazó por quinta vez consecutiva su ataque, ahora entendía a la perfección que la fama del duque no era por nada. Se separó unos pasos para limpiarse el sudor de la frente con el antebrazo, replanteándose su estrategia. El duque pelirrojo se veía bastante tranquilo, la fría mirada no mostraba ni un ápice de ansiedad mientras analizaba a su oponente.

–Vamos, Sasuke… tienes que hacerlo. –susurró Itachi, apenas llamando la atención de Kakashi. – ¿Qué demonios pasa con él? No está concentrado.

–Las cosas cambian una vez que estas dentro de la arena. –contestó en voz baja.

–Hablas como si tuvieras experiencia en estas cosas. –Hatake se encogió de hombros para restarle importancia, dejando a Itachi con la duda de su verdadero pasado. –Si Sasuke no se concentra, las cosas no acabarán muy bien.

Kakashi observó en silencio el transcurso de la pelea. La niebla del lugar lentamente comenzaba a disiparse con la salida del sol, lo cierto era que el duelo estaba durando mucho más de lo normal, lo cual no era raro considerando que ambos nobles tenían habilidades muy similares.

–Tsk. –Sasuke chasqueó la lengua molesto al descubrir que era muy difícil romper con esa defensa perfecta.

– ¿Realmente esto es todo lo que tiene que ofrecer la leyenda del "pequeño genio de los Uchiha"? –preguntó Gaara, mirándolo con superioridad. –Pensé que sería un reto mucho más emocionante.

–Estás suplicando por tu muerte, Sabaku. –le contestó el Uchiha.

–Inténtalo… si es que puedes.

Con una sonrisa ladeada, Sasuke se lanzó una vez más al ataque. Recordó el corto entrenamiento con Naruto, la forma en la que su rubio esposo había aumentado la velocidad de manera impresionante, metiéndolo en más de un aprieto. Si podía lograr igualar esa velocidad, podría romper el ritmo del duque, ciñéndose al plan que Kakashi e Itachi habían preparado previamente.

La espalda, larga y muy delgada, era rechazada por el pelirrojo con una facilidad que rayaba casi en lo absurdo, pero definitivamente no estaba preparado para los ataques rápidos del conde. Ni siquiera hizo una mueca de perplejidad al darse cuenta que los ataques de Sasuke eran tan rápidos que su espada no podía evitarlos todos, sin embargo no era la primera vez que se enfrentaba a un rival que utilizaba la velocidad como ventaja. Durante todo el duelo había permanecido estático, pero ahora debía de moverse si quería esquivar los poderosos ataques de Sasuke, con lo cual ambos nobles ahora bailaban alrededor del campo, impresionando a todos los presentes por el despliegue de tales habilidades, en definitiva sería un duelo del cual se hablaría mucho tiempo.

De alguna forma, se creó una oportunidad para Sasuke. El pelirrojo había bajado un segundo su famosa defensa para responder al ataque del conde y ahora dejaba un lado de su rostro al descubierto. Con gran agilidad, el moreno alzó la espada, rozando la mejilla de Gaara y consiguiendo un par de exclamaciones de asombro. Fue la primera vez que observó que los ojos de Gaara se cubrían con algo parecido al terror. El duque sentía el ardor y la sangre caliente resbalando por su mejilla mientras veía estupefacto cómo las pequeñas gotas de sangre teñían la tierra de carmín. Nadie había logrado herirlo en un combate real desde que tenía diez años, el último hombre que lo lastimó había sido su padre, justo durante el último entrenamiento que compartieron juntos.

–No puede ser. –Kankurō contemplaba estupefacto la escena, al igual que Itachi. –Nadie había logrado algo como eso… Gaara definitivamente estará muy cabreado. –Se giró lentamente hacia el antiguo conde, apoyando una de sus manos sobre el hombro del mayor de los Uchiha. –Lo lamento Itachi, pero con esto, tu hermano ha firmado su sentencia de muerte.

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Por fin había llegado al lugar que Sasuke le indicó, lo cual no era nada fácil pues estaba bastante alejado de los caminos transitados. Con una sonrisa, se bajó de un salto del caballo y fue a revisar su preciado equipaje. En el carruaje viajaba un adormilado Neji al que despertó con una sacudida en el hombro.

–Hey, hemos llegado, compañero.

El Hyuuga abrió sus ojos, topándose de frente con el sonriente rostro de Iruka y los molestos rayos del sol destrozando sus delicadas pupilas. Después de tantos días en las sombras, despertarse en medio de un río de luz no podía ser algo bueno para sus ojos.

– ¿Dónde estamos? –preguntó Neji, incorporándose con lentitud.

–Bueno, si me lo preguntas… creo que estamos en medio de la nada. –Iruka ayudó a Neji a bajar con cuidado del carruaje, pues el menor aún tenía una de sus piernas completamente vendada e inmovilizada con pedazos de madera y seguiría así al menos un mes más.

Neji poco a poco había recuperado su color de piel habitual gracias a los cuidados de Iruka y las heridas superficiales estaban casi curadas. La pierna fracturada y las costillas aún representaban un problema, pero agradecía el haber recuperado la conciencia.

–No sabía que tendríamos compañía. –comentó Iruka al notar un segundo carruaje y un par de caballos atados en las afueras de la cabaña. No era un lugar muy grande si se le comparaba con el castillo de Konoha, pero tampoco podía quejarse. El lugar estaba en medio de una pradera rodeada por un frondoso bosque, la cabaña era pintoresca y lo suficientemente amplia para que una familia numerosa viviera con bastante comodidad.

–No me has explicado nada. –le reprochó Neji.

–No es que no quiera… es que el conde Uchiha sólo me ordenó traerte a este lugar, dejarte al cuidado de la persona que llegaría y después yo regresaría a Konoha. No me dio muchas explicaciones.

La puerta trasera de la cabaña se abrió y la mujer dejó caer el cesto que llevaba entre las manos al reconocer a las dos personas que estaban frente a ella.

– ¿Ne-Neji? –Hinata tartamudeaba y sus manos temblaban. – ¡Neji! ¡De verdad eres tú!

Iruka observó conmovido la escena que se desarrollaba frente a sus ojos. Hinata, sin su habitual ropa pomposa y elegante, corría para lanzarse a los brazos de Neji y fundirse en un apasionado abrazo que lo hizo sentirse un poco incómodo, como si no debiera estar ahí, observando ese reencuentro. Neji encontró las fuerzas suficientes para mantener el equilibrio, soltarse de Iruka y extender los brazos para estrechar el cuerpo menudo de la mujer. Besó su cabello con desesperación y luego buscó los labios que tanto tiempo le habían sido negados.

Iruka carraspeó un poco cuando consideró que llevaban demasiado tiempo pegados, no quería importunar a la pareja, pero su misión ya estaba cumplida y él tenía sus propios asuntos personales que debía arreglar; asuntos personales que llevaban el nombre de Kakashi Hatake tatuado. Aun recordaba la expresión de incredulidad que el mayor había puesto cuando le explicó que el hombre que dormía en su cabaña no era su amante. No quería romper su palabra con Sasuke, pero debía de explicarle a Kakashi lo que ocurría para que no hubiera malentendidos entre ellos y mucho menos mentiría justo cuando sentía que el hombre de cabello gris tenía algo importante que decirle. Estaba planeando una cena para invitar a Hatake cuando el asunto del duelo comenzó, por lo que Kakashi tuvo que ausentarse de Konoha en varias ocasiones y Sasuke le dio la indicación de preparar la cabaña y el viaje de Neji con el mayor sigilo posible, lo que les arrebató valioso tiempo para hablar un poco más. El duelo por fin tendría lugar y él ya había cumplido sus órdenes, por lo que tenía ese presentimiento de que el próximo encuentro entre él y Kakashi sería algo memorable.

–Disculpa, Iruka. –susurró Hinata, avergonzada de haber reaccionado de esa manera en frente de alguien más. –Yo no sabía que Neji…

–Y yo no sabía que sería usted la que estuviera en esta cabaña. –dijo Iruka con suavidad.

–El conde Uchiha tampoco me dijo nada a mí. –confesó la Hyuuga. –Pensé que Sasuke sólo quería deshacerse de mí… ¡pero Sasuke es una gran persona!

–Es cierto. –coincidió Iruka. –A pesar de todo y a pesar de ese carácter frío, él se preocupa realmente por la felicidad de su familia.

–No puedo creer que mi hermano haya preparado todo esto. –dijo Hinata, casi al borde de las lágrimas. –Creo que puedo entender por qué Naruto está tan enamorado de él, debajo de todo ese frío orgullo se esconde una persona amable.

–Bueno, parece que el conde Uchiha realmente ha cambiado desde que se casó con Lord Naruto. –comentó Iruka. –Lord Sasuke ha preparado todo para que ustedes vivan aquí, lejos de las habladurías y de los chismes. Ahora que usted es soltera, debe de comenzar una nueva vida al lado de la persona que quiere.

–Sasuke nunca dijo ni una palabra. –Hinata intentó recordar las palabras de Sasuke, pero no encontró ninguna pista sobre lo que él planeaba hacer. – ¿Volverá a Konoha hoy mismo?

–Así es. –asintió Iruka. –Como dije, mi trabajo aquí está terminado. Aunque este lugar está bastante alejado del pueblo, sé que les irá bien.

–Por supuesto. –concluyó Hinata, dando un paso al frente para estrechar la mano de Iruka. –En verdad le agradezco mucho el que haya cuidado a Neji, a partir de hoy yo me haré responsable de su cuidado. Por favor, agradézcale mucho a Sasuke de mi parte, dígale que es el mejor regalo que jamás me han dado.

–Eso haré.

–Y por favor, le suplico que me diga cualquier noticia que tenga respecto al duelo. –pidió la mujer.

–La mantendré informada. El conde Sasuke ha dispuesto de un espacio para ustedes en el correo local. Cuando tengan una pequeña oportunidad, vayan al pueblo y en la oficina de correos encontrarán un buzón especial, ahí recibirán las cartas enviadas desde Konoha. No es necesario decirles que también esperamos que no se olviden de escribir, estoy seguro de que a Lord Naruto le dará mucho gusto oír noticias de usted, señora Hyuuga.

– ¿Puedo pedirle un último favor, Iruka? –solicitó Hinata a lo cual Iruka asintió. –En cuanto llegue a Konoha, dígale a Naruto que no se preocupe por mí, estoy muy bien y con las personas a las que amo. También dígale que le escribiré muy pronto y que ha sido un gran amigo durante todo este tiempo.

–Eso haré. –prometió Iruka. Se sorprendió al notar que Neji se acercaba a él y extendía la mano en son de paz.

–Lamento todas las molestias que te he causado, Iruka. –dijo Neji con humildad. –Y también lamento mucho el haberte amenazado esa noche con revelar tu secreto, pero estaba desesperado y era capaz de hacer cualquier cosa por proteger a Hinata. Espero que puedas perdonarme algún día y prometo que tu secreto permanecerá a salvo conmigo.

–Eso es agua pasada. –Iruka aceptó la mano de Neji y sonrió, iluminándose todo su rostro.

–También te agradezco todo lo que has hecho por nosotros. Y si hay alguna forma de pagártelo, no dudes en decirme.

Iruka asintió y después se alejó, dirigiéndose a su caballo, con la imagen de Neji y Hinata felices, disfrutando de la oportunidad que Sasuke les brindaba. Ahora era el turno del propio Iruka de buscar la felicidad. Se despidió moviendo la mano y comenzó su regreso a Konoha.

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Las cosas no estaban saliendo como las había planeado, o al menos eso pensaba mientras veía a su rival frente a él, con varios rasguños en los brazos y en el rostro, pero sin ninguna herida de gravedad. En cambio Sasuke ya tenía varias heridas profundas en el torso y sentía que el aire se volvía cada vez más escaso con el transcurso del tiempo pues no dudaba que Gaara había lastimado severamente uno de sus pulmones. Se puso de pie con dificultad, notando que la luz del sol se reflejaba en el diamante azul que portaba en el pecho, animándolo a continuar.

Con nuevos bríos, volvió al ataque. Si lograba ser más rápido que Gaara y resistir por más tiempo que él, las fuerzas del pelirrojo se agotarían y podría conseguir una oportunidad para asestar un buen golpe. No dejó de realizar ataques rápidos y fuertes, manteniéndose así hasta que el duque se cansó un poco, obteniendo la abertura que necesitaba para ensartar su espada en medio del abdomen de Gaara. Sasuke sonrió con superioridad y Gaara gruñó por el dolor, alejando al Uchiha de inmediato con una fuerte patada en el estómago que lo envió al suelo y después se sacó la espada que permanecía en su abdomen para con ella atravesar por completo la mano derecha de Sasuke.

– ¡Sasuke, detén esto ahora! –gritó Itachi aferrándose con fuerza a un tronco cercano. Entrar e interponerse en la pelea era algo que no podía hacer porque le traería una enorme vergüenza a su hermano, pero esperaba que Sasuke fuera sensato y detuviera la pelea en ese instante.

– ¡Gaara, no lo hagas! –exclamó Shikamaru al ver que su cuñado levantaba su espada para asestar el golpe definitivo mientras el Uchiha estaba desarmado.

Sasuke reaccionó de inmediato al recordar su promesa con Naruto. Con un movimiento rápido, utilizó su mano izquierda para sacar la espada que lo mantenía preso y giró sobre su costado, evitando el ataque fatal del duque. Con sorpresa, Gaara descubrió que los ojos negros de Sasuke ahora lucían un lindo color carmesí y por sus mejillas resbalaban un par de ríos de sangre.

–La maldición. –susurró el pelirrojo. –Piénsalo un poco, Sasuke ¿crees que podrás hacer feliz a Naruto si tú estás destinado a caminar en la amargura? Lo mejor es apartarte de él para no arrastrarlo por el mismo camino.

–Eso no es de tu incumbencia. –respondió Sasuke, limpiándose las lágrimas rojas. –Naruto me eligió a mí y es algo que deberías de haber entendido hace mucho tiempo.

–Crees que lo amas, pero deseas retenerlo a tu lado aunque ello le provoque sufrimiento e infelicidad. –exclamó el duque sin dejar de mirar a su oponente. –Eso es egoísmo, pero no amor.

–En cualquier caso… –Sasuke se puso de pie con dificultad, con el Mangekyou Sharingan ahora sería más fácil anticiparse a los movimientos de Gaara, pero tener su mano dominante herida era algo que no ayudaría mucho. –… ése es problema de Naruto y mío.

–A mi lado estará mucho mejor y estará seguro. Yo no lo arrastraré hacia una maldición que podría acabar con su vida. Así que si realmente amas a Naruto, hazle un favor y muérete de una vez.

–Gaara está desconcentrándolo. –le comentó Itachi a Kakashi. –Si las cosas siguen así, acabará cayendo en el juego y perderá el control.

–Sasuke ha madurado, Itachi. –respondió. –Ahora pensará las cosas dos veces porque aprendió su lección. Además, creo que las cosas van muy parejas. Dicen que Gaara jamás había sido herido en una batalla, pero míralo, está lleno de raspones y Sasuke ha podido asestar un buen golpe.

–Pero Sasuke está en peores condiciones que Gaara. –reconoció el Uchiha. –No podrá seguir luchando mucho más tiempo.

–Yo sé que él no perderá. –replicó Kakashi. –Llámalo presentimiento o como quieras, pero confío en Sasuke.

Sasuke se puso de pie y el duelo de espadas continuó. Ya era bastante tarde porque el sol brillaba en todo su esplendor y el rumor del duelo se había expandido como pólvora y ahora se encontraban rodeados de un público numeroso.

– ¡Estoy harto de tu maldita insistencia! –exclamó Sasuke. –Deja a Naruto en paz.

–No lo haré… no sé qué hiciste o qué le dijiste, pero Naruto estaba casi seguro de casarse conmigo. –reveló Gaara sin bajar su defensa en ningún momento. –Seguramente le llenaste la cabeza de mentiras para convencerlo de quedarse junto a una basura como tú.

–Así que, ¿esa es la razón por la cual me odias? –preguntó el conde con una sonrisa ladina, atacando con la mano izquierda. – ¿Estás molesto porque te quité a mi dobe? Yo no dije ninguna mentira, sólo admite que Naruto se enamoró de mí y no de ti, sé un buen perdedor, Gaara.

El Sabaku no resistió más las provocaciones del Uchiha. Él se había comportado como todo un caballero galante con Naruto y el rubio no era ajeno a sus intenciones, pero después de una maldita noche en el teatro, Naruto lo había sorprendido al decidir casarse con el conde. ¡Sasuke, en una sola noche, había arruinado todo lo que él había logrado! ¿Qué demonios había podido ocurrir? Su mente contemplaba cientos de ideas, desde las más simples hasta ideas bizarras, aquellas en donde el conde había abusado de Naruto para forzarlo a casarse con él. Era más fácil imaginar que Sasuke había sido el culpable que reconocer que Naruto realmente se enamoró del arrogante conde; admitir que él no era el elegido de Naruto dolía, y mucho. Dejó su defensa de lado para atacar y finalizar el duelo de una vez por todas; bastaron unas milésimas de segundo para darse cuenta de que había cometido un error muy grande, pero era demasiado tarde para hacer algo al respecto.

Con gran rapidez, Sasuke aprovechó el contrataque del pelirrojo y, leyendo anticipadamente sus movimientos, enterró la espada debajo de la clavícula derecha del duque. La espada traspasó la piel y la carne, la sangre brotó a borbotones de la herida y el duque soltó la espada. Gaara sintió un dolor punzante que jamás había experimentado y las fuerzas lo abandonaron, su peso venció la resistencia de su cuerpo y cayó de rodillas, pero no bajó la cabeza. La espada ensangrentada de Sasuke ahora se encontraba peligrosamente cerca de su cuello; si el conde empujaba un poco, debido a lo angosto de la espada ropera, perforaría su tráquea haciendo un pequeño agujero y no llegaría oxígeno suficiente a sus pulmones, provocándole una muerte lenta y dolorosa. Mantendría su orgullo hasta el final aunque estuviese arrodillado frente al hombre que odiaba, así que miró con sus fríos ojos el rostro sonriente de Sasuke. Los segundos pasaron pero la imagen parecía suspendida en el tiempo, nadie se movía y hasta podía asegurar que todos contenían la respiración.

–Ya hazlo, Sasuke. –murmuró Gaara. –Ganaste. Tienes mi título y el orgullo de los Uchiha ha sido restaurado, así que apresúrate y hazlo. Mátame.

–Eso es lo que deseas, ¿no es así, Gaara? –siseó Sasuke, agitado por lo largo del duelo y por el dolor de sus propias heridas. –Quieres morir…

Sasuke empujó la espada, traspasando apenas la piel blanca del duque y provocando una pequeña herida que no tardó en sangrar, pero Gaara permaneció inmutable. Kankurō y Shikamaru contemplaban la escena estupefactos, aterrorizados ante lo que sucedía. Itachi suplicaba mentalmente a su hermano que no cometiera una tontería.

–Termina con esto, imbécil. –gruñó Gaara. –Ahora eres el duque Uchiha, reconozco mi derrota.

–Me importa un comino ser el duque o el conde. –declaró Sasuke. –Tu título nunca me importó, quédatelo, no lo quiero.

–Entonces, ¿qué demonios…?

–Sólo espero que aprendas de una puta vez la lección. –lo interrumpió con presteza el conde moreno. –No iba a quedarme de brazos cruzados mientras me gritabas cínicamente a la cara lo mucho que deseas a mi Naruto. Castigarte con la muerte sería algo muy fácil…

La multitud soltó una exclamación, pensando que pronto uno de los dos dejaría de respirar.

–Sasuke… –susurró Itachi.

– ¡Sasuke, por favor! –imploró Kankurō. –No lo hagas.

–… pero he encontrado un castigo mucho mejor. –Sasuke soltó la espada, la cual brilló a sus pies. –No voy a matarte. Tendrás que vivir todos los días de tu patética existencia observando cómo la persona a la que amas, es feliz a mi lado y no junto a ti. Saber que nunca serás correspondido por Naruto, es el peor castigo que podrías tener. Tu corazón sufrirá y se estrujará al tener que fingir una sonrisa delante de Naruto mientras saludas a nuestro heredero y te regocijas con nuestra felicidad. Ése será tu castigo y tu maldición.

Sasuke se dirigió al público, levantando amabas manos sin espada alguna.

–Mi honor ha sido satisfecho. El duelo terminó.

Kankurō y Shikamaru corrieron al lado de Gaara. Mientras la multitud aclamaba por la victoria y comentaba el buen duelo disputado, Sasuke caminaba hacia su hermano que lo esperaba con una cantimplora llena de agua fresca y algunas vendas para cubrir las heridas. El conde se aferró al diamante que colgaba intacto de su cuello, jurándose que no cerraría los ojos hasta devolvérselo a su legítimo dueño. Vería al dobe una vez más.

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Llevaba mucho tiempo cabalgando y la cadera comenzaba a reprochárselo; también tenía hambre y mucho sueño pero la perspectiva de encontrarse pronto con Sasuke hacía que todos sus malestares pasaran desapercibidos. Observó de reojo a Deidara, el cual parecía seguir tan fresco como si acabara de salir de Konoha.

– ¿No te has cansado ni un poco? –preguntó el Namikaze.

–Contrario a ti, montar es algo que realizo con bastante frecuencia. –le explicó Deidara. La cabaña en la que vivía junto a Itachi se encontraba bastante lejos del pueblo, así que Deidara tenía que realizar viajes a caballo para abastecerse de víveres y otros suministros necesarios varias veces a la semana.

–Yo también quisiera pasear por los alrededores del castillo con mayor frecuencia, pero con el sospecho aún sin identificar, Sasuke no me deja salir sin una escolta. Pasear rodeado de guardias no es divertido. –Naruto hizo un gesto de disgusto.

–No está bien que un doncel tome un paseo solo. –le recordó Deidara. –Si no quieres causarle otro problema a Sasuke, no vuelvas a salir sin un chaperón.

– ¿Estás diciéndome que en estos momentos tú y yo estamos poniendo en aprietos a Sasuke?

–Sí. –coincidió Deidara, observándolo con cierto rencor. –Aunque yo sea el esposo de tu cuñado, soy un hombre y no hay nadie más viajando con nosotros. A mí no me interesa lo que los demás puedan pensar, pero mucha gente podría imaginar que yo…

– ¿Te aprovecharías de mí? –interrumpió Naruto y luego soltó una sonora carcajada. –Lo siento, Deidara, pero no podrías ni siquiera ponerme una mano encima.

–No te lo tengas tan creído, rubio estúpido. –reclamó el mayor. –Puede que seas un poco bueno manejando una espada, pero nunca te has enfrentado a mí.

–Sí, ya… ahora vas a decirme que eres un experto espadachín. –dijo Naruto con ironía. –No te creería.

–Bueno, cree lo que quieras, pero cuando estés comiendo el polvo gracias a mí, seré yo quien ría.

–Como tú digas. –la risa de Naruto se cortó súbitamente cuando sintió una punzada bastante dolorosa en la espalda. –Duele…

–Estás bastante cansado, será mejor que acampemos. –sugirió Deidara.

–Por supuesto que no, yo puedo seguir. –Naruto no se detendría hasta encontrarse con Sasuke. –Estoy bien, continuemos.

– ¿Bien? –Deidara alzó una de sus cejas, escéptico. –No te ves muy bien, Naruto. Estás pálido, con ojeras y continuamente te quejas de dolor en la espalda y en la cadera, ¡Ah y no olvido que tuvimos que detenernos para que pudieras vomitar un poco! Si no te conociera, diría que estás embara… –el rubio calló de golpe al unir todas las piezas que faltaban. Obligó al caballo de Naruto a detenerse y se puso frente a él, analizándolo con los ojos muy abiertos por la sorpresa. –Itachi va a matarme y Sasuke pedirá mi cabeza.

– ¿Dei-Deidara? –Naruto casi tenía miedo de hablar, Deidara lo observaba con una mirada que incluso podría llegar a amedrentar al mismísimo Itachi. – ¿Sabes? Puedo explicártelo… de hecho es algo muy gracioso y…

– ¡¿Estás embarazado, imbécil?! –las hojas de los árboles cercanos se estremecieron con el grito de Deidara. – ¿Te atreviste a montar todo un día entero con un hijo en tus entrañas? ¿Tú estás loco o simplemente eres tarado?

–Deidara, cálmate o…

– ¡Definitivamente eres el mayor tarado del mundo! Y no te atrevas a pedirme que me calme ¿Qué tal si algo le pasa al bebé? Hay mujeres que han perdido a sus hijos por cabalgar durante el embarazo. ¿Qué mierda pensabas, Namikaze? –tomó una gran bocanada de aire. –Sasuke esta vez va a matarme e Itachi y lo apoyará con justa razón…

–Itachi no tiene que enterarse. –dijo Naruto en tono conciliador. –Además, soy fuerte y mi bebé también lo es.

–Yo estoy haciéndome responsable por ti y ahora tendré que hacerme responsable de tu hijo también. ¿Por qué no me lo dijiste antes de salir de Konoha? Podríamos haber viajado en un carruaje.

–Sabes que viajar en carruaje es demasiado lento. –reclamó Naruto. –Y no quería que Minato me alcanzara tan fácilmente.

–Eres un estúpido. –Deidara retomó su camino. El cielo comenzaba a llenarse de matices naranjas y sabía que en cualquier momento se toparían con el resto de la familia Uchiha. –No me importa lo que digas, buscaremos un lugar para descansar, lo necesitas. Y no quiero quejas. –le advirtió.

–Como sea. –Naruto avanzó de nuevo, colocándose al lado de Deidara.

–Mantente bien oculto. Y, la próxima vez que planees hacer una locura, no me arrastres contigo.

–Prometo no volverlo a hacer. –el menor puso su sonrisa más tierna, aquella que lograba hacer que Minato le comprara lo que quisiera. –Gracias por esto, Dei.

–Deidara. –corrigió.

–De acuerdo. Gracias, Deidara.

– ¿Quisieras que tu primer sobrino fuera niño o niña? ¿O quizá un doncel? –preguntó Naruto después de recorrer un pequeño trayecto en silencio.

–Si es un hombre, la vida será más fácil para él. –reconoció el rubio. Su pánico y su molestia comenzaban a desaparecer. –Nunca he sido muy bueno con los niños.

–Adorarás a tu sobrino.

–Si es igual de tarado como tú, entonces lo aborreceré. Y si se parece al arrogante de Sasuke, lo aborreceré doce veces más.

–Eso es lo que dices ahora. –dijo Naruto con una sonrisa. –Cuando lo abraces, cambiarás de opinión. Estoy seguro que tú serás el tío que más lo consentirá.

–Yo no lo apostaría. –Deidara se encontró reflexionando por un momento. Itachi adoraría a su sobrino y lo llenaría de mimos y caprichos. Minato también se desviviría por su primer nieto. Definitivamente el hijo de Naruto sería un crío bastante malcriado y necesitaría la guía de un tío fuerte que le hiciera notar sus errores. Ser el tío malo no era tan mala idea.

– ¿Por qué estás sonriendo, Deidara? –ver al otro rubio con una sonrisa pintada en la cara y sin ningún motivo le hizo imaginar que tal vez Deidara estaba planeando la mejor forma de matarlo sin dejar rastros. –Me produce escalofríos…

–Olvídalo. –de inmediato borró la sonrisa. El tema de los hijos entre Itachi y él era un asunto delicado, pues ambos habían renunciado a ellos en cuanto aceptaron continuar con su relación. De cierta manera, sentía un poco de envidia. –Dime… ¿qué se siente tener un pequeño ser creciendo dentro de ti?

–Apenas me enteré hace unas horas, así que no he tenido mucho tiempo para pensar en eso. –contestó con sinceridad Naruto. –Pero es extraño que lo preguntes.

– ¿Por qué?

–Porque realmente no he sentido nada diferente y Hinata casi aseguró que lo sentiría. –Deidara tomó las riendas del caballo contrario, deteniéndolo en seco. – ¿Pasa algo?

Deidara respondió llevándose un dedo a los labios, advirtiéndole que se callara.

–Cúbrete bien. Y pase lo que pase, no te muestres. –habló con susurros mientras guiaba al caballo de Naruto a la orilla del camino. –Si te preguntan algo, tampoco hables.

Entre los arbustos aparecieron un par de hombres montados a caballo. En la cadera de cada uno de ellos resplandecía el metal de las espadas. Deidara de manera deliberada se llevó la mano a la empuñadura de su propia espada, considerando las opciones que tenía. Frente a él se encontraban cinco hombres, todos armados y con sonrisas sardónicas en los sucios rostros.

– ¿Viajando solo, lindura? Los donceles no deberían de hacerlo. –habló el que parecía el líder de los hombres.

–No soy un doncel, imbécil. –se colocó entre Naruto y los hombres. –Y tampoco viajo solo.

– ¿Quién es él? –el líder apuntó su espada en dirección a Naruto.

–Es mi amo. –mintió.

–Entonces dile que nos dé todas sus pertenencias de valor y los dejaremos marchar sin ningún problema.

Deidara gruñó molesto y lanzó a los pies del hombre una bolsa que llevaba con algunas monedas.

–Es todo lo que tenemos. Tómenlo y lárguense. –los ojos azules de Deidara se mantenían fijos en el hombre, conocía a ese tipo de ladrones altaneros, si podía intimidarlos un poco, terminarían marchándose.

–Eres bastante inteligente. –los cinco hombres se bajaron de sus caballos. Uno de ellos se inclinó para recoger la bolsa y examinar su contenido, los otros tres se frotaron las manos al reconocer las monedas de plata, acercándose con su líder para comunicarle el buen motín. –Pero creo que tienes más cosas que pueden sernos de utilidad.

–No tenemos nada más. Como ven, viajamos ligeros de equipaje.

–Detesto que una lindura como tú se ponga tan altanera conmigo. –Deidara reaccionó a tiempo y sacó su espada para defenderse del ataque. Logró alejarlo y el rubio retrocedió unos pasos. –Obviamente no son personas comunes y corrientes, esa forma de luchar sólo puede pertenecer a un noble. Y meternos con un noble obviamente traería muchas consecuencias, así que entenderás que no puedo dejarlos vivos. Será divertido pelear contigo.

En un santiamén, el camino se convirtió en un campo de batalla. Naruto bajó del caballo uniéndose de repente a la pelea y agradeciendo cargar todavía con una de las espadas que había robado a un guardia. Con habilidad, logró noquear a dos de los hombres mientras Deidara se encargaba del líder. Las cosas pintaban a favor del grupo de rubios hasta que, en un descuido, Deidara no alcanzó a esquivar el golpe y salió volando por los aires.

– ¡Deidara! –gritó Naruto.

El conde rubio pateó al tercer hombre y luego lo golpeó con la empuñadura de la espada justamente en la cabeza antes de lanzarse hacia el líder, recogiendo la espada que Deidara había soltado. En una gran muestra de destreza, Naruto utilizó las dos espadas para derrotar al líder en un instante mientras Deidara miraba atónito la escena.

– ¿Así que solamente soy un poco bueno? –reclamó Naruto con una sonrisa de superioridad que a Deidara le recordó irremediablemente a la del propio Sasuke. Sin borrar la sonrisa y notando que su acompañante todavía estaba perplejo, le tendió una mano para ayudarlo a incorporarse. –Vamos, Deidara, escucharé tus palabras de halago hacia mi persona después de que te limpies esa mejilla hinchada.

–Eres un imbécil. –murmuró Deidara, aceptando la mano que le ofrecía. –No voy a reconocer tus habilidades, esos tipos eran ladrones de poca monta.

–Pero yo me encargué de tres mientras tú no podías ni siquiera contra uno. –resaltó Naruto, logrando que Deidara se sonrojara por la vergüenza y la ira. Pronto su sonrojo desapareció al caer en cuenta de las palabras del otro. Eso daba un total de cuatro hombres y él claramente había visto cinco.

– ¡Cuidado, Naruto! –el quinto hombre faltante apareció detrás de Naruto, con la espada en alto dispuesto a asestar un golpe mortal al Namikaze.

Naruto giró, pero no tenía ninguna espada para defenderse. Tendría que detener la espada con las manos desnudas a fin de evitar un golpe letal. La sangre cálida cubrió sus manos mucho antes de lo esperado y al levantar la mirada, el líquido rojo salía a borbollones del pecho del sujeto.

– ¿Kakashi? –murmuró incrédulo Naruto.

–Parece que llegamos a tiempo. –respondió Kakashi con una sonrisa. El tipo cayó hacia adelante, con la espada de Kakashi incrustada en medio de la espalda.

– ¡Deidara! Y claro, Naruto. –señaló Itachi. – ¿Por qué no me sorprende encontrarme con ustedes? ¿Están bien?

–Ambos estamos bien. –contestó Deidara. –Pero…

– ¿Dónde está Sasuke? –Naruto observó el caballo favorito de Sasuke, el cual iba atado al carruaje y no había ni rastro de su dueño.

Naruto sintió que la sangre abandonaba su cabeza y Deidara corrió a sostenerlo de los hombros. Le dirigió una rápida mirada a su esposo, preguntándole silenciosamente por el paradero del conde. Naruto se llevó la mano al pecho, odiaba esas crisis de ansiedad que le provocaban dolor en el corazón para acompañarse en seguida de respiraciones rápidas. Kakashi sabía muy bien de esos raros ataques porque había sido testigo del momento en que Naruto se enteró de la muerte de su abuelo Jiraiya, desencadenándose la misma crisis. Hatake bajó de un salto del caballo y le quitó a Deidara el cuerpo de su casi hermano. Naruto respiraba demasiado rápido y apenas podía sostenerse de pie.

–Es una crisis, ya le ha ocurrido antes, primero necesitamos que se tranquilice. –le explicó a Itachi y a Deidara.

–Pero, si ve a Sasuke en esas condiciones… –susurró Itachi. –Tal vez no le haga ningún bien.

–Es mejor que se entere de una buena vez. –objetó Kakashi. El hombre de cabello gris tomó con una de sus manos el rostro de Naruto para forzarlo a encararlo de frente. –Naruto, tranquilízate. ¡Naruto! Sasuke está vivo, ¿me escuchas? Sasuke está vivo.

Esas palabras lograron regularizar la respiración del Namikaze. Poco a poco el dolor en el pecho desapareció y la vista dejó de ser borrosa, pronto recuperó completamente la conciencia y el movimiento. Se aferró con fuerza a la chaqueta de Kakashi, necesitaba un poco de consuelo. Por un momento, había pensado lo peor…

– ¿Dónde está Sasuke? –preguntó cono un hilo de voz.

–Está dentro del carruaje. –Kakashi le contestó con tranquilidad. –Pero está bastante herido. Necesita llegar con un médico cuanto antes.

–Él… ¿él se pondrá bien?

–No lo sé, Naruto. Está sangrando mucho y quizá no lleguemos a tiempo. –le reveló, estrechándolo entre sus brazos. –Ha estado quejándose de dolor desde que el duelo terminó y lo único que pide es ver "al dobe".

A Naruto le fallaron las fuerzas una vez más. Que alguien le dijera que eso sólo era un maldito sueño del cual pronto despertaría.

– ¿Por qué no subes al carruaje y lo acompañas?

–Kakashi. –Itachi intervino, no consideraba que esa fuera la mejor opción por el momento. –Eso no…

–Es lo que Sasuke quiere. –le recordó el Hatake. Aún con el cuerpo de Naruto aferrado a él, caminó hasta el carruaje y abrió la portezuela, indicándole al rubio que subiera. Una vez instalado adentro, cerró el carruaje para darles privacidad.

–Sasuke está muy mal. –Itachi tenía los ojos rojos por el esfuerzo que hacía para evitar que las lágrimas lo vencieran.

–Al alejar a esos dos, realmente no estás protegiendo a ninguno, sólo les haces más daño. –lo reconfortó Kakashi. –Vamos, continuemos de vuelta a Konoha.

Deidara tomó las riendas del caballo de Naruto atándolo a su propio animal y enseguida alcanzó a su esposo.

– ¿De verdad las cosas salieron tan mal?

–Sasuke ganó el duelo. –dijo Itachi. –Pero Gaara alcanzó a dar buenos golpes antes de caer.

–Entonces Gaara está muerto… –susurró el rubio.

–No. Sasuke terminó el duelo antes de matar al duque. –reveló el moreno. –Mi hermano habría aceptado morir si caía a manos de Gaara, pero nunca quiso realmente acabar con la vida del duque, todo fue un estúpido plan que él ideó.

Deidara asintió y espoleó a su caballo, necesitaban llegar cuanto antes a Konoha, lo cual sería un viaje bastante largo.

Dentro del carruaje, Naruto contemplaba el rostro blanco de Sasuke, el cual se encontraba mucho más pálido de lo usual debido a la pérdida de sangre. La chaqueta que el conde llevaba sobre el pecho se hallaba cubierta de sangre al igual que las vendas. El suelo del carruaje chapoteaba bajo sus pies, mojando las suelas de los zapatos con más sangre.

–Dobe. –murmuró el conde y alzó una de sus manos para acercar el rostro de Naruto.

Al rubio no le importó sentarse junto a él, sosteniendo de inmediato una de sus manos frías entre las suyas. Era difícil creer que el hombre frente a él efectivamente se trataba de Sasuke. Nunca había visto a Sasuke tan débil, ni siquiera la ocasión en la que se encerró durante cinco días en su habitación, negándose a recibir ayuda. Ahora los ojos negros de Sasuke no mostraban ese brillo que los caracterizaba.

–Aquí estoy, teme. –Naruto intentó sonreír para quitarle dramatismo al momento porque sabía que en cualquier instante las lágrimas ganarían. –Estas hecho todo un desastre.

–Deberías de haber visto a mi oponente. –bromeó Sasuke. –Quedó peor.

–Eso no lo creo.

–De verdad.

–Bueno, en caso de que sea real, debería de felicitarte. –Naruto se inclinó sobre su esposo para alcanzar a besar los labios fríos de Sasuke notando de inmediato el sabor metálico de la sangre.

Sasuke aprovechó ese movimiento para colgar el diamante de nuevo en el cuello de su rubio dobe, ganándose un gesto de sorpresa por parte del Namikaze.

–Esto… –Naruto miró incrédulo el diamante azul que ahora se encontraba cubierto de sangre.

–Estoy cumpliendo mi promesa, usuratonkachi. –respondió con un susurro y con palabras entrecortadas. –Te prometí que… yo mismo te devolvería ese diamante. Juré que no cerraría… no cerraría los ojos hasta entregártelo… Ahora que lo he cumplido…

Naruto esperó a que Sasuke completara la frase, pero lo único que consiguió fue observar cómo los hermosos ojos negros se cerraban.

– ¡Teme!

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Continuará

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(1). Espada ropera: es una espada larga y fina que fue muy popular entre los siglos XIII y XIV, es muy parecida a las espadas que se usan ahora para la práctica de esgrima.

(2). Guarnición: es la decoración de la espada que protege la mano del usuario, pueden ser de tres tipos diferentes (de lazo, de concha y de taza) y es distinto a la empuñadura por lo que no hay que confundirla con ésta, es algo complicado describir las guarniciones pero en cualquier buscador pueden encontrar muy buenas imágenes.

¡Hola a todos!

Sé que la mitad de ustedes ya está planeando mi asesinato y la otra mitad ya están stalkeandome en Facebook (link en mi biografía por si quieren agregarme, aunque generalmente solo lo uso para abastecerme de imágenes SasuNaruSasu) para mandarme cartas bomba… así que no sé exactamente cómo reaccionar… ¡tengo miedo, de verdad que tengo mucho miedo! Espero que a pesar de lo bizarro del capítulo y a pesar de ser un poco más corto de lo usual, les haya gustado. No les mentiré, a mí me gustó mucho. ¿Veremos realmente a un Naruto con panza? ¿Sasuke saldrá vivo del carruaje? ¿Se romperá la maldición? Yuju… estoy muy feliz y nostálgica al mismo tiempo… quedan dos capítulos para el final.

En uno de mis trabajos anteriores les comentaba la posibilidad de retirarme del mundo de los fics por cuestiones de trabajo… al principio creí que podría lograr escribir todos los capítulos en vacaciones y poder terminar la historia antes de febrero, pero no ha sido así, por lo cual les pido un poco más de paciencia. Voy a volver al trabajo-escuela y tendré muy poco tiempo libre para actualizar, así que los siguientes capítulos tardarán más de lo usual, motivo por el que pido su comprensión. Esta vez no me animaré a darles una fecha tentativa para la actualización, pero espero tenerlo listo las últimas semanas de marzo.

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Agradezco enormemente sus reviews, me han hecho muy feliz y he reído mucho con ellos. Agradecimiento especial para:

sasame chan … _ … Moon-9215 … _ … Colorful Melodies … _ … karo aoi chan … _ … Izanami Kuro … _ … Goten Trunks5 … _ … Sindey Uchiha Malfoy … _ … girlutena … - … jennitanime … _ … Alice'D'Angel … _ … SashaMorita … _ … Haruka Yagami

Y también un agradecimiento a quienes han agregado esta historia a sus favoritos o se han suscrito para recibir las actualizaciones. ¡Muchas gracias por ese apoyo!

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Cuídense mucho y espero leernos pronto una vez más.

Abrazos y besos.

Les deseo una excelente semana.

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I'm trying to find the words to describe this girl withoutbeing disrespectful.

Kerky

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Número total de palabras: 11.745