"Las chicas ciborg de la sección dos lloran por que sueñan las cosas horribles que les pasaron, cosas que el acondicionamiento les hizo olvidar, recuerdos que no van a recuperar"
-"No es cierto" – atacaría Triela, lanzándose a la yugular de cualquiera que sostenga ese punto: – "Ustedes no saben nada de nosotras, además… yo sueño con mi madre"
Y Hillshire callaría, porque simplemente no puede decirle a Triela que la doctora que abraza en sueños no tiene más lazo con ella que el de un mejor mundo. El hombre alemán espantará las críticas con una mirada dura, contestará que dejen tranquila a la princesa de la sección dos y se llevará a Triela consigo, pidiéndole que deje de maldecir en todos los idiomas que conoce.
Rico se quedaría callada por un ínfimo y triste momento, para contestar turbada que ella tiene pesadillas con su condición anterior de vegetal inmóvil. Que ya no tiene piernas para correr y brincar o que sus brazos no estarán al final de sus hombros para sostener un arma o incluso, abrazarse a sí misma.
Entonces Jean aparecería de algún lugar y caminaría correctamente vestido e impecable a despertarla con un "arriba, vámonos" que le produce un efecto de levantado rápido tipo resorte. Esperaría a que se cambiara y caminaría después de ella para llegar por municiones. Y tal vez, sólo si está de muy buen humor, le pondrá una mano en la cabeza o le tocará el hombro. Y no dirá nada más por el resto del día. Rico le sonreirá cuando termine el trabajo y ambos volverán a la vieja rutina.
Henrietta apenas recordará su vida antes de José, de nada le sirve revivir la masacre. Ahora está con él y no quiere saber nada más.
Claes…bueno, ella es diferente. No necesita acción o reacción y poco le importan los cotorreos de sus vecinos de la sección uno. Ella tiene su huerto, su piano y una gran colección de libros. Sólo de vez en cuando recuerda al hombre que la manejó en su camino a la matanza.
Angélica es sensible respecto a eso. Se siente como un perro cazador que no puede cazar más y no podría estar más en lo cierto. Sólo que su caso es más triste, tan pequeña, tan infravalorada y tan ajada como una manta de abuela. Tiene destellos de lucidez donde puede recordar sin ayuda qué fue del príncipe de la pasta y la princesa de la pizza.
Y todas ellas están rotas por dentro, como muñecas de porcelana; donde las grietas vienen de adentro y finalmente, hacen que las delicadas se derrumben.
Pero Triela no es una muñeca, es una princesa.
Henrietta es una hermanita consentida y bastante capaz de partir una cabeza en dos con un movimiento.
Claes es una ávida lectora y una buena amiga. Ha dejado las armas y las grietas ni siquiera se formaron.
Angélica ya no es la única princesa, aunque compartir el puesto con la fiera Triela no es malo.
Rico es una herramienta, o como prefieren llamarla en la insensible sección uno: "Apoyo humano modificado listo para cortar cabezas"
Y aunque ningún fratello se siente cómodo tratando con las pesadillas de sus compañeras robóticas; hacen lo que pueden, lo evitan o lo dejan.
"No importa si ellas sueñan o lloran, ellas pueden manejarlo"
