Summary: Una científica un poco alocada, una poción con interesantes resultados y unos guardianes -y no tan guardianes- con las hormonas revolucionadas. Intento de YAOI

Pareja: All27

Disclaimer: KHR! no es mío, pertenece a Akira Amano.

Notas de la Autora: ¡Hola, hola, caracola~! Llevo un porrón de meses sin actualizar y no merezco vuestro perdón –se desmaya teatralmente-.

Tras terminar las clases estuve liada con la PAU, y entre las vacaciones al pueblo y que se fastidiase el ordenador y tuviésemos que formatearlo (otra vez) fui dejándolo de lado. Con decir que no leí siquiera un triste manga (me enteré que KHR! ha terminado pero aún no me he leído el "final" TTwTT). Lo dicho, no tengo perdón de Dios así que iré a una esquina a lamerme las heridas y os dejaré tranquilas con la historia:

P.D.: Llevo un par de días peleándome con FanFiction porque no recuerdo cómo subir un capítulo =.=U


.

Spanner seguía a su rollo, tecleando velozmente en uno de sus portátiles, pero de Naru no había ni rastro y eso exasperó aún más al castaño. Quería que la albina le diera algún tipo de antídoto que hiciese desaparecer esos peluditos órganos gatuniles. Quizás el rubio supiese algo.

— Hola Spanner, siento interrumpirte en tu trabajo pero… ¿sabes dónde está Naru? — El rubio dejó de teclear para mirar al Décimo Vongola, al menos esta vez no se sorprendió tanto al verlo tan adorable. ¡Un momento! ¿Qué ocurriría si Spanner también participaba en ese estúpido concurso impuesto por Reborn? Por si acaso se alejó un poco de él, atento a cualquier acción fuera de lo normal.

— Joven Vongola, siempre es un honor tenerle por aquí -sobre todo así-, lo cierto es que no sé dónde se puede haber metido Naru — mintiendo vilmente. En momentos como este la imperturbabilidad de su expresión resultaba bastante útil. — Y puedes relajarte — captando el repentino nerviosismo del castaño — yo no participo en ese concurso. — Tirando el palo de la piruleta que se había terminado para llevarse otra a la boca. — Sinceramente, no creo que tuviese mucha oportunidad contra todos esos salvajes que rondan por ahí… ¿un caramelo?

Tsuna aceptó el caramelo pero no llegó a metérselo en la boca, estaba demasiado susceptible como para aceptar tomar cualquier cosa que le ofrezcan por mucho que fuesen los deliciosos caramelos hechos por el mecánico.

Y Spanner tenía razón, seguro que sus Gola Mosca no tendrían ninguna oportunidad con "esa panda de salvajes" formada por sus guardianes, Varia y algún que otro Arcobaleno.

— ¿Y qué tal lo llevas? Parece que aún no te han cazado.

Tsuna soltó un sonoro suspiro mientras se sentaba al lado del rubio y le daba vueltas a la piruleta que tenía en las manos.

— Será porque no lo han intentado. Ha sido… horrible. Ya me he cruzado con unos cuantos y si no he huido por los pelos ha sido porque estaban tan entretenidos luchando entre ellos que no se daban cuenta de mi ausencia. — En fin, una panda de salvajes. — Además, esconderse es completamente inútil.

Spanner, que había dejado lo que estaba haciendo para hacer caso al castaño, no dejaba de pasearse la piruleta por la boca pensativo. Se nota que el azúcar es buena para el cerebro porque enseguida se le ocurrió una brillante idea. Bueno, brillante para él y para los demás, pero seguro que a Tsunayoshi no le haría ninguna gracia.

— ¿No has pensado que lo mejor tal vez no sea esconderse sino que estar a la vista?

Tsuna le miró como si le hubiese surgido una nueva cabeza ¿qué coño llevaban esas piruletas para que se le haya ocurrido semejante estupidez? Tenía razón al desconfiar.

— Quiero decir que, ellos no tendrían por qué saber que eres tú.

Tsuna le miraba aún con cara de no comprender. Por si acaso había tirado la piruleta que le había dado disimuladamente.

— Hablo de disfrazarte. Parece mentira que seas alumno de Reborn, un maestro del disfraz, y aún no hayas pensado en ese truco.

Tsuna frunció el ceño, "maestro del disfraz" no era precisamente lo que le parecía el Arcobaleno del sol. Aún seguía sin comprender por qué era él el único que lo reconocía al ponerse uno de sus ridículos disfraces. Por favor ¿maestro Pao Pao? ¡Já!

— No creo que el disfrazarme de maceta resulte muy útil… — recordando uno de los numerosos disfraces del hitman.

— No era eso lo que tenía en mente.

El rubio abandonó su lugar junto al Décimo para dirigirse a una puerta que el castaño supuso llevaría a su habitación. Spanner pasaba tanto tiempo en aquella sala que, para que no durmiese en el suelo entre piezas de Gola Mosca, había mandado que le hiciesen una habitación allí. Aunque estaba seguro que más de una vez se había quedado dormido encima del teclado de alguno de sus ordenadores, al igual que Shoichi era capaz de dormirse incluso cuando se quitaba una camiseta con algún tipo de postura inimaginable. Por eso había terminado optado porque Naru tuviese su laboratorio allí, al menos les echaría un ojo.

Spanner había vuelto a aparecer arrastrando un largo perchero cono coloridos trajes que Tsuna supuso serían cosplays. Se dio cuenta entonces que eran cosplays femeninos.

— Esto… Spanner, no tengo ningún problema con lo que decidáis hacer cada uno en vuestro tiempo libre pero… no me esperaba esta clase de gustos de tu parte.

—Yo no me pongo nada de esto.

—Oh… ¿son de Naru entonces?

El mecánico le miró con su cara carente de emociones.

— ¡¿De Shoichi?!

— No, son míos. Los hice yo — para ti, pero eso no lo iba a decir en voz alta.

— ¿Es algún tipo de fetiche, entonces? Creo… creo que no quiero saber más. ¿Y para qué has sacado esto? — La conversación había comenzado a degradarse demasiado, lo mejor sería volver al tema verdaderamente importante que les acontecía.

— Para disfrazarte, así pasarás desapercibido.

— ¿De mujer? ¡Yo no me pienso poner eso! — Lo que nadie sabía es que, cuando era un infante, su madre -la maravillosa y siempre permisible Sawada Nana- disfrutaba poniéndole vestidos de niña al joven capo y diciéndole lo lindo que se veía. Por esto, el que su madre quisiese enseñar las fotos de su infancia a todas la visitas resultaba tan vergonzoso.

Por otra parte, el mecánico deseaba que estuviese allí una determinada científica loca. No sabía cómo lo hacía, pero la albina podía llegar a ser muy persuasiva. En el último cumpleaños del Décimo había conseguido -extorsionar- convencer a todos para que jugasen al "Yo nunca-Yo deseo". Lo que empezó con inocentes "Yo nunca he gritado extremo" según avanzaba la noche y se iban vaciando las botellas de alcohol, continuó con frases del tipo "Yo deseo que Tsuna le dé a Enma el morreo de su vida". Suerte que el castaño al día siguiente se acordaba de poco o nada.

— Este te será útil. — Había dicho Spanner mientras descolgaba uno de los trajes.

— Ni sueñes que me pondré eso.

.


.

— ¡VOII! ¡Mira por dónde vas! — le gritó Squalo a una de las sirvientas de la mansión que había tropezado con él.

— ¡Lo siento mucho Sq-señor! — rectificó rápidamente. Squalo se la quedó mirando mientras la chica se iba de allí a toda prisa. Había algo familiar en ella, pero no supo bien el qué. Seguramente se la habría cruzado más veces y por eso le sonaba tanto. Pasó del tema y siguió buscando al dichoso gato.

.


.

Tsuna se tiró de la falda, asegurándose de que no se le veía nada. Al parecer el disfraz había funcionado, aunque casi se le había escapado el nombre del espadachín.

Aún no sabía cómo se había dejado convencer por Spanner para ponerse… eso. La peluca castaña que le había dejado resultaba bastante incómoda ya que le aplastaba las orejas. Tampoco estaba a gusto con la falda, estaba seguro que en el uniforme que usaban las sirvientas de la mansión, esta era más larga. Solo esperaba que nadie le reconociese, sería extremadamente vergonzoso.

— ¡Woof, woof! — Tsuna no pudo evitar dar un pequeño brinco del susto al tropezarse con el Akita Inu, Jirou. Otra vez.

El animal no dejaba de ladrarle, lo cual puso nervioso al castaño. Podría engañar con ese disfraz a una persona normal pero estaba seguro que contra el olfato de un can no tendría ninguna oportunidad.

— Calma, calma Jirou. Lo siento mucho — sonriendo a la castaña mientras se rascaba nerviosamente la cabeza — no sé qué le pasa.

De repente el guardián de la lluvia se había encogido un poco llevándose la mano al costado, cambiando la sonrisa por un gesto de dolor.

— ¿¡Estás bien!? — se acercó preocupado Tsuna.

— Sí, no te preocupes, es sólo que Hibari pega muy fuerte — se quedó mirando los ojos preocupados de la castaña — ¿sabes? Me resultas muy familiar…

Tsuna sudó frío.

— ¿Eres prima de Tsuna?

Se le calló una gotita. Después de todo se trataba de Yamamoto, su inocencia no conocía límites.

— Esto… ¿no?

— Vaya, pues os parecéis mucho. Tenéis los mismos ojos… y estatura… e incluso la misma forma de la cara — Tsuna volvió a sudar frío. Vale que Yamamoto fuese algo despistado pero no era tonto. Ahora sí que estaba seguro que la idea de disfrazarse no era tan buena como la había pintado Spanner. — Siempre pensé que Tsuna se veía algo femenino… seguro que se vería muy lindo en un vestido de sirvienta, justo como tú.

Ahí estaba otra vez esa odiosa palabra: lindo. Y se la tenía que decir su mejor amigo.

— ¡VOII! ¡Yamamoto!

Genial, y ahora este. Squalo se acercaba por el pasillo mientras zarandeaba amenazadoramente su espada. Tsuna siempre se ha preguntado cómo es que nadie le ha dicho que su voz sobrepasa un poco el nivel de decibelios permitidos. Bueno, seguramente Xanxus se lo decía siempre, a su manera. Aunque tenía la ligera impresión de que el espadachín lo hacía aposta solo por fastidiar las resacas del líder Varia.

— ¿¡Tienes tú al gato!?

— ¿Gato? Ah, te refieres a Tsuna.

Squalo le miró como si le faltase un verano.

— ¿Qué pinta el Décimo Vongola en esto?

— ¿No lo sabes? Tsuna es el gato. Para eso se ha puesto un disfraz bastante realista, tanto que pareciese que las orejitas se le mueven de verdad — soltó despreocupadamente — seguro que esto último es cosa de Irie y Spanner… será algún juguete de esos.

Disfraz dice, si supiese que todo esto es obra de la maquiavélica mente de su tutor y de su fiel ayudante en sus malvados planes Naru, no le parecería tan divertido. O quizás sí, es Yamamoto.

— Además, le hacen parecer aún más lindo.

Tsuna no pudo evitar sonrojarse. Esto no estaba resultando ser nada bueno para su masculinidad.

Aprovechando que tanto Yamamoto como Squalo se habían enzarzado en una discusión unilateral que tan acostumbrado estaba a ver entre Gokudera y el moreno, decidió que lo mejor sería huir sigilosamente.

Al menos eso intentó.

Tras dar un par de pasos hacia atrás no había visto a Jirou, por lo que tropezó con el animal cayéndose torpemente hacia atrás. El escandaloso grito que había soltado llamó la atención de ambos espadachines.

Yamamoto enseguida apartó la vista ya que Tsuna, sentado en el suelo y contando con el factor falda, estaba dejando a la vista su ropa interior y Yamamoto, siendo un caballero, no miraría bajo la falda de una señorita.

Sin embargo Squalo no lo había hecho, es más, no apartaba la vista de ese punto.

— Tú, idiota — refiriéndose a Yamamoto — ¿no habías dicho que Sawada llevaba un disfraz de gato?

Yamamoto asintió extrañado.

Sgualo sonrió.

Y a Tsuna se le heló la sangre. Al parecer, al caer, había dejado a la vista la peluda cola que ahora mismo se contoneaba, como regodeándose de que le hubiesen descubierto tan pronto. Tsuna se la intentó cubrir con la falda pero ya era demasiado tarde.

Porque al parecer Squalo no había sido el único en verlo.

— ¡Mi lindo hermanito! ¿¡Qué le habéis hecho!? ¡Panda de pervertidos!

Por lo visto los dos espadachines no eran los únicos "cazadores" en el pasillo. Tsuna no pudo evitar soltar un grito -bastante femenino, cabe decir- cuando Cavallone Dino, su autoproclamado y sobreprotector hermano mayor, le rodeó con sus brazos en abrazo asfixiante mientras le cantaba las cuarenta a los otros dos.

En serio ¿en qué estaba pensando haciéndole caso a Spanner? ¿Eso, un buen disfraz? Já. Ya se vengaría, ya. Dejaría en abstinencia -de piruletas- al rubio. Y Naru, ya se encargaría de ella también.

.


.

En una habitación no muy lejos de allí, una albina de ojos azul-cielo se estremeció.

— ¿Estás bien Naru-chan?

— S-sí, no se preocupe Aria-san — respondió la albina con una sonrisa nerviosa a la líder de Giglio Nero.

— Bueno, volviendo a lo que verdaderamente interesa, ¡yo voto por Reborn-kun! — dijo la del cabello verde-mar animada — ¿Tú qué dices Uni-chan? ¿También votas por el tío Reborn?

La pequeña hija de Aria, quien había estado jugando con I-pin, corrió hacia su madre lanzándose sobre su regazo.

— ¡Tsu-nii es muy lindo! Uni-chan también quiere ponerle vestidos — gritó feliz. Tanto su madre como las demás chicas se echaron a reír.

— Yo voto por Mukuro-sama, creo que se aventajó bastante cuando aún no había comenzado la competición — expuso Chrome.

— ¿¡Qué!? ¿Cómo es que yo aún no sabía nada de eso? Me lo he perdido — se quejó infantilmente la líder de Giglio Nero. A las demás mujeres se les resbaló una gotita por la sien.

Non ti preoccupare Aria-san, está tutti grabado — Naru puso una sonrisa cómplice mientras palmeaba una de las pantallas.

— Seguro que ganará mi maestro — dijo I-pin convencida.

— Sigo diciendo que como Sawada se entere… rodarán cabezas.

— ¡No seas aguafiestas, Lal! — se quejó la albina a la Arcobaleno defectuosa. — De todas formas, aún nada es seguro. Por ahora el neko está en manos de esos tres — señalando a la pantalla donde se veía a Squalo, Dino, Yamamoto y Tsuna. — ¿Más palomitas?

— Sí, por favor.

.


.

— ¡Te digo que yo no he hecho nada, estúpido bronco!

Squalo y Dino seguían discutiendo mientras Yamamoto observaba el intercambio de gritos y malas palabras -por parte de Squalo- con una de sus famosas sonrisas. Y en cuanto a Tsuna… en castaño había intentado soltarse varias veces del asfixiante abrazo de su autoproclamado hermano mayor pero el forcejeo no había resultado muy útil. Ya aburrido de la discusión se había puesto a pensar en cosas bastante estúpidas del tipo: "¿Le dolerán las mejillas a Yamamoto de tanto sonreír?" o "¿Qué tipo de champoo usará Squalo? Siempre tiene el pelo brillante y sin ningún enredo, quizás use mascarilla" en lugar de pensar, como debería, en: "¿Cómo salgo de esta?". Por suerte -o desgracia- para él, una fuerte explosión provocó que en una de las paredes del pasillo se formase un enorme boquete que levantó una gran nube de polvo de escayola.

— ¡Décimo!

.

.

Continuará...


(*) Yo nunca, juego que consiste en que cada vez que alguien diga algo que has hecho, debes beber. Ejemplo: "Yo nunca me he tirado a un mono borracho en la copa de un pino" si lo has hecho, debes beber. Este juego resulta muy divertido si lo unes al Yo deseo porque puedes mandar auténticas putadas, ej: "Yo deseo que Hibari baile La Macarena por cada vez que alguien beba".

Notas finales: Ta-chán~ ¿Y bien? ¿Qué os ha parecido? Las amenazas podéis dejarlas en el buzón de sugerencias, sí, ese que está junto a un amenazante Hibari-san.

Muchísimas gracias por todos los reviews, favoritos y alertas ¡besos y abrazos para todo el mundo! Y las ideas, por descabelladas que os puedan parecer ser, siempre son bien recibidas.

Me dejé llevar por la idea de Katekyo1827R27X27 de poner a Tsuna en un traje súper mono ¿y qué hay más adorable que un uke en traje de sirvienta? (Aparte de dos ukes con traje de sirvienta).

Ciao ciao bacalao~