Disclaimer. Todos los personajes son de SM, solo la historia es de mi creación.


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Capítulo 4


El claxon del auto sonó dos veces haciendo que Alice despabilara y sonriera a aquel hombre de mirada azul. Frente a ella, Jasper aparcaba el auto y se bajaba para ayudarla a subir, un exagerado completo, pero aunque a él le pusiera mala cara, en su interior no podía dejar de sonreír por ello.

Jasper era una caballero en todo el sentido de la palabra, la trataba como su bien mas preciado, mas que oro o que plata, como a su vida misma.

Al llegar hasta ella, sonrió resplandecientemente dejando un suave beso en sus labios mientras con su mano derecha acariciaba su vientre de forma circular. Escasamente se comenzaban a ver los signos de su embarazo, tenia apenas diez semanas de gestación pero cada día el padre de su hijo la llenaba de caricias y palabras afectuosas. No fue un bebe planeado como tantos muchos, pero no por ello dejo de traer felicidad.

Alice pensaba en ello, en tanto, Jasper conducía rumbo al apartamento de Bella. En menos de dos años, su vida y la de su amiga, habían dado un giro enorme. Ella ya comenzaba a acariciar su vientre con cariño, deseosa de conocer a ese pequeño ser que crecía en ella; nunca pensó que aquel hombrecillo molesto que conociera en un café fuera a cambiar tantas cosas en su vida. En un principio lo detesto, no le vio como un prospecto de cita, más intercambiaron información, dándole él su tarjeta de presentación donde se leía era psicólogo.

Con el tiempo, extrañamente se fueron convirtiendo en amigos, no tenían personas en común y mucho menos gustos, tan distintos como el agua y el aceite como era posible, entre los dos se fue formando una bonita relación y Alice no dudo en acudir a su ayuda cuando vio a Bella echada al abandono.

En un principio, ella trataba de hablar cada semana con Jasper para saber como iba el progreso de su amiga en terapia, se preocupaba en exceso por sus seres queridos y con Bella no iba a ser la excepción; y es que al verla reducida a una sombra de lo que fue, Alice quería matar con sus propias manos al maldito bastardo; para si, magullaba mil formas de castrarlo e irracional le nació un odio por toda la especie masculina y precisamente en una acalorada conversación con Jasper donde despotricaba a diestra y siniestra de la inutilidad de los hombres, que él con amabilidad pero también con algo de enojo, le hizo ver que él también era un hombre.

Él también era un hombre.

Esa frase le retumbo a Alice en la cabeza, y como pocas veces sucede, ella avergonzada solo pudo bajar la cabeza y musitar un lo siento.

Desde ese momento algo dentro de ella cambio, su percepción de Jasper cambio; comenzó a darse cuenta de que aquel hombre era casi, casi el ideal de toda mujer, era guapo, caballeroso, no tenía un pasado tormentoso, era interesante y tenía un cuerpo envidiable, lo único malo es que parecía que para él, ella era indiferente como mujer.

Fue así como Alice, desde las sombras comenzó a admirarlo, si bien seguía pensando que los hombres eran unos desgraciados, para ella existía una excepción y era él. Cada vez con más insistencia quería verlo, hablarle, pasar su tiempo con él, tratando de averiguar porque Jasper a diferencia de todos los hombres que se habían acercado a ella, no intentaba llevarla a la cama a pesar de que ella se esmeraba cada día en arreglarse para provocar alguna reacción. Usaba ahora, como excusa su preocupación por Bella pero pronto cayo en un estado de frustración total al ver que el trato que mantenían no pasaba de ser el de unos buenos amigos, muriendo ella porque fuera diferente.

Para ese momento su amiga ya empezaba a rehacer su vida y Alice veía como se iban acabando las excusas para acercase a Jasper, hasta que un día presa de la desesperación y unas copas de mas, llego hasta la puerta su apartamento dando una imagen de lastima pues estaba descolocada con una botella de licor en sus manos.

— ¿En que piensas? —Cariñosamente Jasper sostuvo una de sus manos y la llevo hasta sus labios para dejar ahí un pequeño beso. Tan anormal como era en Alice por su carácter, se sonrojo y soltó una risita tonta.

Carraspeando un poco para aclarar su garganta, sonrió de nuevo y apretó de vuelta la mano de Jasper que reposaba en el regazo de él —Estaba recordando la primera vez que fui a tu apartamento… —Su voz fue bajando a un suave susurro y es que a pesar de que había transcurrido un año de ello, ella aun sentía profunda vergüenza.

— ¿Quieres decir del día que me asaltaste? —Dijo jocoso mientras arranca el auto de nuevo al cambiar la luz del semáforo, mientras Alice recomponía su expresión.

—Pues sí, recordaba ese día, pero no te hagas el abusado que bien que me respondiste.

— ¿Cómo querías que actuara? Soy hombre y si una mujer llega a altas horas de la noche y se lanza a besarte, pues no podía reaccionar de otra forma.

—Eres… eres un idiota. —El temperamento de Alice se empezaba a caldear, de por si ella era explosiva y ahora podía hacer gala de ello acompañada de las temibles hormonas de embarazo.

—Un idiota al que amas, preciosa y… por si fuera poco, soy el papa de tu bebe, así que… —Alice iba a reprochar, pero Jasper previendo esto puso a un lado de la carretera el auto y se volvió hacia ella tomando su rostro entre sus manos y acercándose a ella para comenzar a besar su cara y por ultimo su labios. —Amor —la llamo, pues Alice se había quedado en una especie de limbo con los ojos aun cerrados; acariciando con los pulgares sus mejillas continúo hablando —Hemos hablado ya de este tema, si tu no hubieras ido a verme ese día, luego yo te hubiera buscado. No me eras indiferente, pero tampoco era tonto, si te daba a saber que tus sentimientos eran correspondidos, te hubieras hecho la difícil y no habríamos progresado en nada, tal vez solo un desliz y quería más —Beso sus labios de nuevo— De ti quiero mucho mas, entiéndelo, te amo, ayer, hoy y siempre.

—Pero me hiciste esperar mucho, pensé que no me querías, que no despertaba nada en ti.

—Bueno, pues ese día creo que tus dudas se despejaron, ¿no? —Jasper sonrió pícaramente recordando tanto como Alice, como aquella noche sin mediar palabra, el beso acalorado en la puerta término en una alocada noche de pasión dando inicio a su relación. —Ahora, disculpe señorita por haberla hecho esperar tanto —Dijo haciendo un gesto burlón, agachando un poco la cabeza y llevando una de sus manos al corazón.

Luego de ello, reanudaron el viaje y pronto llegaron al edificio de Bella, quien ya estaba esperándolos. Con rápidos saludos y sonrisas partieron hacia el lugar donde se realizaría la celebración por la boda de Bree y Diego, ambos amigos de Alice y Bella. Esta ultima participaba de una agradable conversación trivial pero aun así en su mente se tejían hilos e hilos de pensamientos tan inconexos como iguales. Después de mucho luchar y sufrir, desde luego, se podía sentir realmente feliz y a gusto con lo que era, con ella misma, aunque viendo la felicidad de las personas a su alrededor no podía evitar sentir celos, ella también quería sentirse amada, quería tener a quien amar.

Durante toda su vida había vivido para otros, para su sicótica madre, su olvidadizo padre y por ultimo para un hombre cuyo nombre se negaba a pronunciar. Estaba muy presente es su vida pues la había hecho ser quien era y sin embargo, inevitablemente era El innombrable.

Con la fuerza del odio que solo puede dar un corazón destruido, Bella restableció los cimientos de su vida, comenzó por la parte exterior, visitando las tiendas y el salón de belleza para cambiar también la imagen que él había moldeado, porque si, Isabella hasta en su forma de vestir lo agradaba, en todo lo hacía.

Con resolución y ayuda, la misma Bella fue racionalizando su situación hasta sentir pesar de si misma al llegar hasta tal punto, pero su orgullo herido pudo más y para lo que a muchos puede ser considerado poco tiempo, ella lo logro, de todas formas, no se puede llorar y añorar lo que nunca se ha tenido. Bella nunca conoció y muchos menos tuvo a Robert Masen.

En ningún sentido.

Sin embargo y a pesar de que todo marchaba bien en su vida, quería volver a ilusionarse. Nunca fue una romántica empedernida, pero en lo profundo de su ser creía en el amor, ese amor que nace, vive y crece sin importar los obstáculos y las situaciones. Quería buscar su amor pero odiaba tener citas, sobre todo si eran a ciegas y el hombre resultaba ser un completo desastre.

Y estar ahora en la fiesta de boda de sus amigos no era desde donde se viera, el mejor lugar para su ego y autoestima, cuando todas las personas a su alrededor, casi la totalidad, estaban en pareja, casados u organizados, pero no solos. Ella si. Estaba fuera de su elemento.

Sus conocidas, las amigas de estas, las otras amigas de Bree... Toda la poblacion femenina ahí presente tenía los ojos sobre ella y no era una exageracion. La sociedad siente lastima de aquellas mujeres que llegando a sus treinta no ha formado una relacion y tenidos hijos, Isabella era la solterona del lugar.

En un momento se sintio ahogada, toda la felicidad reinante le hacia daño, que la mirasen con pesar, la exacerbaba.

Comenzó a mirar desesperada hacia los lados, necesitaba tomar un respiro y recomponerse; al lado de una pequeña tarima que se encontraba en el centro de la pared izquierda se veia una pequeña puerta entreabierta que daba paso a otra habitacion del salón de eventos.

No estoy sola.

Fue un pensamiento en voz alta que pronuncio al observar una elite de invitados, hombres y mujeres diferentes a los que acababa de abandonar, personas que estaban para divertirse y no para criticar su estado civil.

No paso mucho tiempo para que Bella estuviera rodeada de buenos compañeros de fiesta y entre ellos de un apuesto hombre que llevado por la curiosidad de la especial aura que ella poseía, se quedara junto a ella el resto de la noche y luego de eso.

Los eventos fortuitos cambian las perspectivas.

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Finales de Agosto.

Hacia menos de una semana que había llegado a la ciudad y ya se sentía enamorado de ella. Había salido al centro comercial para poder disfrutar del clima cálido que hacía más agradable su estancia.

Todo parecía marchar bien, había firmado un contrato de trabajo como profesor de música en la escuela local y aunque eso cubría todos sus gastos, buscaba ocupar también sus noches por lo que ese mismo día tenia una entrevista en el restaurante Ragazza como pianista.

Era un nuevo comienzo.

Estaba encantado con las vistas, los espacios eran preciosos y las mujeres también, sin embargo no podían aplazar más la llamada a la única mujer en su vida, su madre. Tres repiques fueron suficientes para que Esme contestara el teléfono, se le oía agitada.

— ¿No abras corrido a alzar el teléfono, verdad? — Su regaño llevaba una nota de humor pero en realidad estaba preocupado por su salud. Su corazón ya era demasiado débil.

Una risa melodiosa y casi infantil sonó al otro lado, su madre no perdía la chispa a pesar de los años y los problemas. — Cariño, sabía que eras tú. ¿Cómo estas? ¿Ya te has organizado?

—Sí, ya he firmado el contrato… —La razón de estar ahí era Esme, quería estar mas cerca de ella pero nada lo llevaría a vivir de nuevo en Seattle. La conversación se volvió trivial y en tanto observaba el panorama, de una heladería cercana salía una hermosa chica de cabellos castaños al viento, sonriente y despistada. No había dado más de diez pasos fuera del local cuando su cucurucho fue a dar al suelo, el puchero en su cara hizo que no pudiera evitar soltar una carcajada.

¿De que te ríes? ¿Dónde estas?

— Muy cerca del cielo madre, muy cerca… —y siguió su camino con la imagen de esa mujer en la mente.


Gracias a mi Beta y amiga Gine *aplausos para ella*

Gracias a ustedes por leer.