Punto sin Retorno

Por Niteryde

Capítulo 01: Muy Atrás.

NA: Disclaimer: DBZ no me pertenece, no estoy haciendo dinero con esto, sólo divirtiéndome. Espero que les agrade y me hagan saber lo que piensan :)

NT: Todo el mérito es para la autora. Gracias Niteryde por haberme permitido traerlo a la sección en español y por la invaluable ayuda capítulo a capítulo.

NT2: Me propuse darle a esta historia la traducción que se merece, por lo que en próximas semanas estaré no editando, sino RETRADUCIENDO capítulo a capítulo. He aprendido mucho los últimos dos años y notado errores que deben ser reparados.


Trunks observó su espada con cuidado y despacio la colocó frente a él con una expresión solemne. Además de su arma, por lo que quedaba de una de las ventanas de la Corporación Cápsula, podía ver cómo el humo subía a la distancia. Sus ojos se enfocaron en éste y después se ensombrecieron ante el recordatorio visual de la destrucción que los androides eran capaces de causar. Colocó nuevamente la espada en su funda y se la colgó sobre el hombro mientras miraba por la ventana un rato más.

Ya era hora. Hora de regresar al pasado y reparar todo. Meditó brevemente su misión, el antídoto para la enfermedad del corazón se sentía como un ladrillo en el pecho. Necesitaba la ayuda de Gokú si iba a terminar esta locura. No estaba seguro de si éste haría una gran diferencia, y para ser honesto, todavía estaba un poco escéptico. Su madre, sin embargo, creía muchísimo en el guerrero así que él tenía que hacerlo también.

No tenía nada qué perder.

Bulma sacó la tapa del rotulador que tenía en su mano antes de comenzar a garabatear en el metal de la máquina del tiempo que había construido para su hijo. No había terminado de escribir cuando el adolescente apareció tras ella. El joven de cabello lavanda inclinó un poco la cabeza para mirar sobre ella.

—¿Esperanza, eh? —preguntó. Ella sonrió y escribió un símbolo de exclamación adicional para crear más énfasis antes de ponerle nuevamente la tapa al rotulador.

—Es la que nos hace seguir —dijo dándose la vuelta para mirar a su hijo. Él sonrió y ella notó cómo se parecía a Vegeta cuando lo hacía. Sonrió con nostalgia—. A ver, hijo ¿Tienes todo?

—Síp, tengo todo lo que necesitaré —respondió Trunks abriendo el bolsillo de su chaqueta de la Corporación Cápsula para mostrarle a su madre las cápsulas metidas en el interior.

—¿Y tienes el antídoto para Gokú? —preguntó. Se notaba la preocupación en sus ojos azules.

—También lo tengo —respondió rápido ofreciéndole una sonrisa tranquilizadora—. Todo estará bien mamá. Será emocionante de hecho. —Los ojos de Trunks se iluminaron un poco, y Bulma sonrió reconociendo esa mirada.

—Es tu lado saiyajin el que habla ahora —dijo largando una risa mientras sacudía la cabeza.

—Es verdad, supongo. Podré ver a Gohan otra vez, y conocer a su padre de quien tanto he oído. E incluso seré capaz de conocer al mío —dijo incapaz de detener la sonrisa que se formaba en su rostro. Bulma suspiró y le dio una mirada cómplice, lo cual le causó gracia—. Lo sé, lo sé, ya me has dicho que él no era precisamente el sujeto más… amigable.

—Sólo no quiero que te decepciones, Trunks… —explicó vacilante Bulma. Intentaba encontrar las palabras para expresar lo que estaba sintiendo—. Vegeta no fue un hombre malo. Claro que era arrogante y orgulloso, pero también difícil de conocer y entender. Nunca me mostró nada de afecto, y simplemente no quiero que lo conozcas y te crees unas expectativas que no estará a la altura de llenar…

—Ya lo sé. No las pondré altas, pero aun así va a ser fantástico conocerlo —afirmó Trunks emocionado y quitándose el cabello lavanda de los ojos.

—Trunks —dijo Bulma cambiando su tono a uno maternal mientras ponía las manos sobre sus caderas—, no vas al pasado a socializar ¿Sabes?

—También lo sé —expresó. Su rostro recobró la solemnidad. Pasó por un lado de su madre para ver de cerca a la máquina del tiempo, era tan grande como su misión. Extendió su mano despacio y la dejó descansar sobre la palabra que su madre recién había escrito a un contado.

Esperanza.

—Me hubiese gustado tener algunas semanas para ejecutar más pruebas en este artefacto. —Bulma suspiró desde atrás. Él se dio la vuelta para mirarla y le brindó una pequeña sonrisa.

—Mamá eres un genio, estoy seguro de que estará bien —le dijo en tono tranquilizador. Ella asintió con la cabeza y forzó una sonrisa antes de desviar la mirada. Se abrazó inconscientemente a sí misma detestando el temor que sentía por estar separada de su hijo por tanto tiempo. Se sorprendió cuando lo sintió envolverla entre sus brazos, como si leyera su mente—. Estaré bien —dijo con absoluta sinceridad.

Suspiró y le regresó el abrazo con fuerza, la dejó hacerlo por tanto tiempo como necesitó. —Eres lo único que me queda, Trunks —dijo separándose de él. Lo tomó del rostro sólo para mirar al hombre en el que se estaba convirtiendo su hijo—. Más te vale que regreses completo ¿me oyes? —señaló y él sonrió.

—Regresaré completo mamá, lo prometo.

—Bien —le dijo dejándolo ir y guiñándole un ojo—. Aléjate de los problemas, Trunks.

—Tú también —respondió con tono alegre mientras regresaba a la máquina del tiempo, subió con un salto fácil. Tomó asiento y miró a la mujer de cabello azul abajo.

—Me conoces, conseguiré algo con qué mantenerme ocupada —Dijo. El rió por eso.

—Es lo que temo. —Bromeó presionando un botón del panel de control. La tapa de vidrio de la máquina zumbó y descendió, se cerró con un clic mientras ésta se encendía. Presionó otro e inmediatamente el artefacto comenzó a retumbar bajo él.

Un humo denso surgió de abajo de la máquina mientras se alzaba en el aire lentamente. Bulma observó ansiosamente con una sonrisa nerviosa mientras echaba el cuello un poco hacia atrás para ver a su hijo. Hicieron contacto visual y él le dio un saludo corto pero seguro.

Hubo un pequeño destello de luz y en ese momento él desapareció.


Trunks parpadeó para enfocar sus ojos cuando la luz blanca y brillante que engulló a la máquina amarilla finalmente desapareció. No le había tomado más que unos segundos y estaba algo sorprendido por ello. No sabía qué esperar, dado que no la había utilizado con anterioridad, así que rió para sí por no encontrarlo para nada asombroso.

Presionó el botón que desencadenó el mecanismo de liberación y el vidrio superior zumbó y se levantó. Salió de la máquina y cayó con gracia sobre sus pies. Miró alrededor con curiosidad antes de presionar a un costado de ésta para colocarlo nuevamente en su cápsula. La recogió y metió en el bolsillo de su chaqueta junto a las demás. Su madre le había dado todo lo que necesitaría para quedarse allá tanto tiempo como pensara necesario.

Ni siquiera pensaba quedarse mucho tiempo ya que sólo requería hablar con Gokú y darle el antídoto que necesitaría para mantenerse con vida lo suficiente como para ayudarlo con los androides. No quería dejar a Bulma sola más que eso y menos con los de su tiempo cazándolos constantemente. El adolescente, frunciendo el ceño, miró a su alrededor preguntándose dónde había aterrizado. Las coordenadas lo habían dejado a unos pocos kilómetros de la casa de Gokú. Nunca había estado allí por lo que no sería razonable reconocer el área veinte años en el pasado.

Pero de alguna manera, no le parecía bien.

El área a la que había llegado era estéril, como de piedra o concreto. Había pocas plantas y no eran más que arbustos, por su aspecto parecía que estaban muriendo. Era de noche y su entrecejo se profundizó, un sentimiento de inquietud embargó su pecho. No se sentía bien en absoluto. La oscuridad y soledad del lugar hacían que, en comparación, su futuro lleno de destrucción pareciera radiante. Se elevó al cielo y se marchó esforzándose al máximo en localizar algún poder que le permitiera saber dónde se encontraban los demás Guerreros Z.

Tras unos minutos de volar sobre nada más que tierra estéril comenzó a preocuparse, no podía sentir el poder de los guerreros que esperaba encontrar y aun cuando Gohan era técnicamente un niño en esta línea de tiempo, dudaba que su ki fuese tan bajo como para no poder detectarlo. El suyo era el único que había aprendido a leer y sentir y lo reconocería sin importar el año en que estuviese.

Oh no, pensó Trunks aterrado cuando un pensamiento repentino le llegó ¿Y si llegué muy tarde y todos murieron?

No… no puede ser, meditó riñéndose con si mismo mientras volaba más rápido. Gohan sobrevivió antes al ataque de los androides, todavía estaría con vida…

De repente, vio luces encenderse frente a él. Eran tenues pero podía ver edificaciones vagamente. Sonrió y aceleró el vuelo. Había personas allí, lo sabía. se sentiría mucho más que tranquilo cuando los viera.

Sin embargo, mientras más se acercaba a las luces y los edificios, más desaparecía su sonrisa y era reemplazada por una mirada de preocupación y un frunce. La mirada pasó a una de conmoción cuando detuvo su vuelo bruscamente.

Permaneció inmóvil en el aire, mirando hacia abajo el pánico y la histeria que envolvían las calles. Todos corrían y gritaban completamente aterrados de un lado para otro. Incluso él estaba horrorizado mientras veía la escena bajo él. Sus ojos también se llenaron de terror.

Esas… personas… no eran humanas.

Eran criaturas de estatura promedio con piel áspera, escamosa y púrpura oscura. Sus ojos eran grandes y amarillos y no tenían manos sino garras. Caminaban erguidos como los humanos; incluso, y en ese momento, parecían expresar las mismas emociones con sus miradas. Eran alienígenas, tenían que serlo.

Trunks apretó los puños entendiendo pero sin querer entender.

¿Dónde demonios estoy?

descendió lentamente y su acercamiento ni siquiera fue registrado entre la histeria colectiva que envolvía a la ciudad. Los alienígenas gritaban en un extraño idioma que él no entendía. Terminó de caer y rápidamente corrió hacia la esquina de una edificación donde encontró un callejón desolado y de inmediato recuperó la cápsula que contenía su máquina del tiempo. Hizo clic y la lanzó al suelo.

Nada pasó.

Sintió como si hubiera recibido una patada en el estómago mientras recogía la cápsula, antes de hacer clic y volver a lanzarla, y otra vez ésta permaneció allí, sin hacer nada. El adolescente simplemente la miró y sus manos comenzaron a temblar.

No tenía idea de dónde estaba, tampoco de en qué año se encontraba y ahora tampoco sabía si podía regresar a su hogar.

Recogió la cápsula lentamente peleando con la reacción impulsiva de lanzarla y destruirla. No, tenía que guardarla, encontrar un lugar seguro e intentar con todas sus fuerzas repararla. Mientras la guardaba lamentaba no haber escuchado más a su madre cuando había ésta intentado explicarle el diseño de su creación.

En ese momento, Trunks cayó al suelo al ser empujado desde atrás, se levantó y sacó su espada en menos de un segundo cuando miró al culpable.

—¿Quién eres? —demandó una respuesta observando ferozmente al alienígena frente a él. Parecía más pequeño que el resto, como si fuese un niño. estaba sentado en posición fetal mientras lo veía completamente aterrado. Trunks notó su temor y sintió remordimientos. normalmente era él quien se encontraba en esa situación, con esa mirada en sus propios ojos.

colocó la espada en su funda despacio y otra vez y le brindó una sonrisa al alienígena, éste retrocedió un poco visiblemente atemorizado. El adolescente se arrodilló frente a él y aumentó su sonrisa.

—Hey, no te haré daño —dijo con sinceridad y la criatura pasó de verlo de atemorizado a confundido— ¿Me entiendes? —preguntó y el niño se levantó lentamente notando que era de la mitad de su estatura.

Ila yen ki trinkelai —dijo el alienígena mirándolo aún atemorizado con ojos suplicantes. Trunks movió la cabeza en negación intentando comunicarle que no lo comprendía.

De repente, la criatura se acercó a él y lo tomó por la chaqueta. —¡Hey! —dijo y la mirada del niño se amplió, estaba evidentemente aterrado.

Ila yen saiyajin.

Trunks ladeó la cabeza con curiosidad reconociendo lo que acababa de escuchar. —¿Has dicho saiyajin?

Los ojos del alienígena se ensancharon aún más y antes de que Trunks pudiese preguntarle salió corriendo dejándolo atrás. —Hey, espera un momento —gritó sabiendo que podía detenerlo pero no queriendo hacerlo, sólo requería respuestas—. Yo soy un sai-

La criatura de improvisto dejó de correr, empujó a Trunks hacia un bloque de concreto y cubrió su boca con una de sus garras púrpuras. Sus palabras murieron cuando se asomó sobre el escondite. Lo que vio le dio escalofríos.

A no más de quince metros vio pasar una ráfaga de energía por las calles de la extraña ciudad en la que se encontraba. El aire se llenó de gritos de horror y gemidos de lamento. El humo se disipó y en el medio estaba un hombre con cabello largo y negro que le llegaba hasta el final de la espalda. Tenía un aparato metálico que cubría su oído a la vez que su ojo izquierdo con un cristal rojo

Éste se volteó con una sonrisa y Trunks y el niño bajaron las cabezas ocultándose tras el bloque de concreto. Otra ráfaga de energía pasó sobre ellos estrellándose contra un edificio cercano y envolviéndolo en llamas inmediatamente. El adolescente vio la devastación horrorizado mientras la indecisión lo devastaba ¿Debía levantarse y acabar con toda esta locura?

Había visto la armadura del hombre y también la cola rodeando su cintura. Sabía que era un saiyajin, esa energía sólo podía venir de uno. pero hasta donde tenía conocimiento ya no quedaba ninguno. Los únicos que habían sobrevivido eran Gokú y su padre. Al menos los únicos puros veinte años en el pasado.

Los ojos de Trunks se ampliaron ¿Cuántos años en el pasado había viajado?

Saiyajin —susurró el alienígena señalando al hombre. Trunks miró al niño aturdido que se encontraba a su lado antes de sentir como otra explosión estremecía el área y se cubrió los oídos, hizo una mueca mientras trataba de protegerse de los escombros que caían sobre ellos.

Repentinamente, sintió que una gran ira lo envolvía, no había dejado un mundo lleno de destrucción para pedir adentrarse en otro, y estaba luchando por contener la furia que corría por sus venas, pero recordó que su madre le había advertido que no alterara nada, que sólo le entregara el antídoto a Gokú ya que incluso el cambio más ínfimo podía crear grandes ramificaciones en el futuro. Las cosas podían torcerse abruptamente, y él se lo había prometido…

Sintió otra explosión estremecer una edificación cercana y apretó los dientes, el cuerpo le temblaba, le pedía intervenir. Escuchó al hombre reír sonoramente y no pudo imaginar qué clase de monstruo era para burlarse de esa manera. Esta civilización estaba indefensa, él la había destruido y luego hecho nada más que reír ante su pena y muerte.

—Qué egoísta eres Raditz. —Trunks oyó una voz hosca y profunda hablar en tono divertido. Se sorprendió cuando cayó en cuenta de que hablaban su idioma. La voz estaba más cerca de él, a unos tres metros—. Ni siquiera me dejaste divertirme con ellos.

El otro hombre rió disimuladamente. —Lo siento Nappa pero tenías que llegar antes si querías divertirte. No pude evitarlo.

El primero rió también. —Bueno, estoy seguro de que puedo encontrar a los alienígenas deformes que queden para divertirme.

Trunks y el niño permanecieron sentados con sus espaldas pegadas contra el bloque de concreto. Ni se atrevía a respirar pues no sabía quiénes eran esos saiyajin pero estaba bastante seguro de que podía derrotarlos fácilmente y sin ninguna ayuda. Sin embargo, no tenía idea de lo que eso podía causar en la línea de tiempo que él conocía. Sólo quería que se marcharan para así poder averiguar cómo salir de ahí, regresar a su hogar o a la línea de tiempo a la que se suponía debía ir.

En ese instante hubo un sonido bajo, Trunks entrecerró los ojos mientras veía al frente y vio tropezar entre el humo y el fuego lo que parecía ser una mujer de más o menos su estatura. Ella los miró, a él y al niño sentado a su lado, y dio un grito sonoro.

El niño respondió a su llamado antes de abalanzarse hacia ella. —¡No! —siseó Trunks y se volteó para mirar sobre el bloque de concreto a los saiyajin y vio que el más cercano a él era un hombre alto, corpulento y calvo, además de amenazante. El hombre volteó y vio a los alienígenas mientras arqueaba una ceja divertido. Ninguno de los saiyajin lo habían visto pero eso iba a cambiar si alguno de los dos hacía lo que él pensaba que iban a hacer.

Trunks gruñó mientras el calvo reía y elevaba su mano hacia los alienígenas preparando una descarga de energía. —Hey Raditz mira, tiro al blanco.

—Espérate Nappa —dijo Raditz.

Trunks se congeló cuando oyó al otro hablar y colocó la mano sobre su espada listo para desenfundarla, dar un salto y hacerse notar, ya había visto demasiada destrucción y ver al niño y a lo que parecía ser su madre sacrificados frente a sus ojos sería demasiado duro de soportar. Había estado a punto de salir y bloquear el ataque de los saiyajin pero ahora estaba sentado contra el bloque de concreto con el cuerpo rígido.

—¿Qué pasa? —demandó Nappa con un suspiro mirando por encima de su hombro al saiyajin más joven. Raditz tenía el ceño fruncido mientras veía a los alienígenas que el calvo estaba listo para desintegrar.

—Mi scouter acaba de detectar algo —dijo Raditz y Nappa se burló ante la ridícula observación. Trunks cerró los ojos con fuerza. ¿Cómo pudo olvidarlo? Los artilugios en sus rostros eran scouters que podían leer los niveles de poder, nunca había necesitado uno porque Gohan lo había enseñado a percibirlos con su propio sentido. Aunque había resultado de poco valor dado que no podían percibir la energía de los androides. Ahora los saiyajin habían sentido el suyo, se maldijo por eso. Tenía que mantenerlo suprimido y no dejar salir sus emociones.

—Bueno, tendrás que conseguir uno nuevo porque el mío no lo detectó —remarcó Nappa con tono aburrido mientras desviaba la mirada— ¿Puedo destruirlos ahora o tienes alguna otra observación sin sentido que quieras compartir?

El adolescente se preparó para la acción mientras Raditz reía. —No soy Vegeta, no recibes mis órdenes.

Trunks sintió que su sangre se congeló y su corazón se detuvo.

¿Vegeta, su padre Vegeta? ¿El mismo hombre del que su madre se había enamorado, el mismo?

Él… ¿estaba tras todo esto?

La cabeza del adolescente de cabello lavanda comenzó a dar vueltas mientras luchaba por respirar. Esto no podía estar pasando, tenía que haber un error. Tal vez había quedado inconsciente mientras viajaba en la máquina del tiempo y esto no era más que una pesadilla.

Inesperadamente, hubo una explosión en la lejanía, Raditz y Nappa se miraron el uno al otro y sonrieron. Nappa bajó su mano y tronó su cuello.

—¡Perfecto! Vegeta acaba de comenzar el espectáculo pirotécnico en el palacio. —Rió y comenzó a caminar hacia Raditz.

—¿Y qué hay de tus amiguitos? —preguntó el de cabello largo con sorna. Nappa se despidió de ellos con la mano sin siquiera voltear a verlos.

—Tendrán lo que se merecen cuando reduzcamos este planeta a polvo. —Nappa rió. Trunks apretó los dientes con fuerza mientras los alienígenas intentaban huir. La madre estaba herida y su estómago se revolvió ante la vista de los cuerpos muertos que trataban de dejar atrás. Sentía pesar por esta extraña raza que había sido masacrada justo frente a él—. Mejor nos vamos si no queremos perdernos el espectáculo. Vegeta dijo que tendríamos un torneo y no quiero perdérmelo.

—Será divertido aun cuando no hay nadie con quien valga la pena pelear en este planeta —expuso Raditz encogiéndose de hombros.

—Hey, nunca se sabe, tal vez alguno dure más de diez segundos. —Nappa rió mientras se elevaban al cielo.

Trunks soltó el aire una vez que sintió que sus niveles de energía se disiparon. Cerró los ojos y apoyó la cabeza sobre el bloque de concreto contra el que estaba sentado. El olor a carne podrida llegó a su nariz y luchó para contener las náuseas ante la percepción. Gritos de angustias lentamente comenzaron a oírse a su alrededor y poco a poco abrió los ojos para ver la destrucción.

Se levantó despacio y vio a los alrededores para estudiar el daño y sintió un horrible efecto de déjà vu embargarlo. Fuego y destrucción… pensaba que tendría algo de paz momentánea cuando viajara al pasado, Ahora estaba embarrado hasta las rodillas otra vez.

Y su padre era el responsable.

Suprimió la rabia que lo embargaba ante ese hecho, él sabía que su padre había tenido un pasado doloroso pero su madre no sabía nada al respecto excepto que él había estado bajo las órdenes de Freezer desde que era un niño. Él había sido introvertido y no había compartido los detalles de su vida pasada con ella, lo cual lo había molestado cuando era más pequeño. ¿Cómo podía aprender de su padre cuando su madre ni siquiera conocía los secretos de su vida?

Pero ahora… ahora comenzaba a entender.

Caminó lentamente hacia las afueras alejándose de la carnicería, de todo. Aturdido y con la mano ligeramente temblorosa, sacó de su chaqueta la cápsula que contenía la máquina del tiempo, lo intentó nuevamente y nada pasó.

Otra vez, y nada.

Otra vez, y nada.

Otra vez, y nada.

Trunks recogió la cápsula, no podía repararla apropiadamente ya que no tenía herramientas, y lo más importante: tiempo. Si había escuchado a los saiyajin correctamente estaban planeando destruir el planeta y quizá más pronto de lo esperado. Apretó la cápsula con fuerza.

—¿Qué hago? —murmuró con el cabello lavanda cubriendo sus ojos azules—. No puedo esperar a que destruyan el planeta…

Despacio, dos opciones se le presentaron al mitad saiyajin. Las dos únicas que tenía.

La primera era detener a los saiyajin de destruir el planeta en el que estaba, la única manera de lograrlo era pelear contra ellos y matarlos. Aunque no le importaba acabar con Raditz y Nappa sabía que no podía matar a Vegeta porque si no simplemente él jamás existiría. Desaparecería como polvo si mataba a su padre.

Además, había otro no menos pequeño factor, ellos eran los hombres de su padre y a pesar de que su admiración y perspectiva masculina se habían agitado bruscamente, aún lo amaba profundamente. Él sabía que nunca sería capaz de lastimarlo aun cuando sabía que era lo suficientemente fuerte para hacerlo.

Eso le dejaba sólo la segunda opción.

Si no podía detenerlos entonces sencillamente tendría que unirse a ellos hasta que tuviese el tiempo suficiente para descubrir cómo alejarse de todo este desastre. Después de todo era mitad saiyajin y quizá el guerrero más fuerte del universo en esta línea de tiempo. Asintió sabiendo que tendría que suprimir su poder y ser uno de ellos. No quería destacarse pero haría lo necesario para ganarse la aceptación de sus congéneres… especialmente su príncipe. Ocultaría su identidad y poder de Super Saiyajin y se presentaría como un superviviente ante ellos. Un hermano que con suerte aceptarían.

Trunks, ahora con determinación, se elevó hacia el cielo y voló a la dirección a la que Nappa y Raditz se habían marchado. Mantuvo la vista al frente dejando al viento azotar su cabello para nunca mirar la muerte bajo él.

Finalmente, después de 18 años, iba a conocer a su padre. Sólo que no de la manera que él esperaba.


Retraducido el 06/12/13