Disclamer: personajes de

Esta será una historia corta, máximo cuatro capítulos, pero no por eso dejaré de ser intensa. Siempre me han pedido que siga en la onda de los triángulos amorosos o que escriba algo más profundo entre Nott y Hermione o que siga con el Dramione. Creo que aquí los complaceré a todos. No adelantaré nada para no arruinarles la sorpresa. Espero que les guste, esta es una historia oscura y no apta para sensibles, okey, la M aquí está plenamente justificada. Es una historia de amor bastante perversa, siniestra y trágica.

La idea me vino al ver la película "Hanna" (con Eric Bana y Cate Blachet) a mi juicio una de las mejores películas que he visto. Mucho del argumento es inspirado en los hechos que acontecen en el film. Quienes la vieron, saben por dónde va la cosa más o menos en este fic y quienes no la vieron, corran y bájenla o compren el DVD, blue-ray, disco pirata o lo que mejor les guste. La trama es genial.

Me tendrán que tener paciencia con las actualizaciones, pero como ustedes mis queridos lectores ya saben, yo jamás abandono una historia.

Banda sonora: Metallica "Suicide & Redemption"

HANNA

Capitulo 1 North

Noruega, Círculo Polar Ártico.

Todo alrededor era de un blanco enceguecedor, cientos, miles de kilómetros cubiertos con una suave sabana de hielo y el sol apenas se vislumbraba en el horizonte. Aún faltaban semanas para el final oficial del invierno, ¡pero qué demonios importaba!, de todas maneras, eso no aseguraría para nada un clima más benigno; en el profundo norte donde se encontraban, la primavera era corta y fría. No, no supondría ninguna diferencia, llevaba la suficiente cantidad de años viviendo en ese solitario paraje para saberlo, la primavera en el norte sólo era una falsa ilusión de luz y calor que terminaba pronto para de nuevo caer de lleno en la noche polar.

De ninguna forma era un ambiente para débiles, eso era un hecho.

Que existían otras cosa más falsas que la primavera boreal, eso también era un hecho. Falsas promesas, por ejemplo.

Theo Nott estaba cubierto de pieles de la cabeza a los pies, en esos momentos estaba inclinado en el suelo tratando de identificar las huellas que veía marcadas en la nieve. Su rostro estaba cubierto con una bufanda andrajosa y sucia, su barba larga también ofrecía un poco de protección al frío, sin embargo, sentía la punta de la nariz congelándose. Tenía 30 años pero a veces sentía que tenía sesenta, la dureza de la vida que llevaba en esos parejas había hecho mella en su físico, por lo menos, en el hecho de que no podía correr detrás de su presa. Al menos tenían cinco horas en la persecución de ese reno y todavía no lo había alcanzado.

Mejor dicho, ella no lo había alcanzado. Porque él como siempre, solo estaba allí para evaluar sus destrezas y hacer los correctivos necesarios.

La caza para ellos dos no era un deporte, sino era un asunto de supervivencia y adiestramiento. Después de todo, era mejor convertirse en el predador y no en la presa. Esa sin duda fue la primera lección que le dio, y obviamente la más importante.

Ese día, era el primer día en que cazaba sola; la prueba de fuego.

Theo Nott vio las huellas del animal confundidas con los pequeños zapatos para nieve de ella. Palpó la nieve para tratar de ver su consistencia. Las pisadas eran frescas, quizás le llevaba por delante una hora o dos. Caminó sobre sus pasos y se montó en el trineo dispuesto a seguirlos.

Maldijo de nuevo por el frío, jamás acabaría acostumbrándose, por supuesto que ella lo manejaba mejor que él, era mucho más joven y había vivido toda su vida en ese inclemente clima. Una punzada de remordimiento le recorrió el pecho.

Quizás si él hubiese tomado otras decisiones, quizás si….

Su lado perverso decía que debió dejarla morir en el momento en que nació….pero por otro lado, había hecho un juramento. Y Theodore Nott siempre fue fiel a sus promesas.

Theo Nott agarró las riendas del trineo y jaleó a los perros huskies siberianos para que empezaran la marcha. Los perros protestaron por el ímpetu que mostraba su amo, por lo que Theo relajó los brazos. Poco a poco el trineo fue moviéndose.

Doce años, tenía doce años exiliado del mundo, ni siquiera cuando se enteró de que Voldemort había caído, fue tentado para regresar. La triste verdad es que no importaba quien hubiese ganado esa guerra. Cualquiera de los dos bandos que hubiese resultado vencedor lo perseguiría hasta matarlo, después de todo, él era un traidor por partida doble y la carga que tenía bajo su responsabilidad era tan codiciada por algunos al punto de matar por tenerla. Estaba allí, en el último lugar del mundo, por cumplir una promesa. Y lo había hecho, y con creces, sólo que a veces se preguntaba: ¿Realmente hice lo correcto?

Theo vio imágenes desfilando por su cabeza: Tenía dieciocho años y era el mortífago más prometedor junto a Draco Malfoy. Habían ido juntos al colegio, fueron tatuados con la marca tenebrosa al mismo tiempo, compartían ideales, y lo más importante, existía una verdadera afinidad entre los dos, eran los mejores amigos. Se entendían, a muchos niveles, eran casi como hermanos, a pesar de tener diferentes personalidades. Eran los favoritos de Lord Voldemort, estaban ganando la guerra y pronto la resistencia caería. Sí, todo iba en viento en popa… hasta que llegó ella, para poner su mundo y el de Draco Malfoy de cabeza.

Hermione Granger… Theo maldijo entre dientes cuando ese nombre cruzó su cabeza. Hermione Granger… sus manos se aferraron de nuevo a las cuerdas con fuerza y su congelado corazón de pronto empezó a llenarse de calor.

Hermione Granger… la única mujer que amó y la única que amaría en toda su vida. Aquella a quien le juró todo y la persona que sufrió todo a manos de él.

La vida puede ser tan injusta.

Sobretodo cuando la mujer que amas… la que inexplicablemente llegaste a amar, fue la mujer que te separó del único hombre que fue tu amigo.

¿Quién iba a imaginarse que Draco Malfoy también la desearia?

¿Quien iba a imaginarse que una vejación ordenada por Lord Voldemort iba a desencadenar aquello?

¿Quién de los tres pudo prever que lejos de sentir rabia, indignación o humillación iban a enredarse en una apasionada historia de amor no correspondido?

¿Quién iba a imaginarse que la última razón por que estuvieran juntos fue lograr un resultado para un maldito experimento?

¿Quién iba a imaginarse que ella llegaría?

¿Quién iba a imaginarse a Hanna?

En la vastedad de la llanura congelada, una pequeña figura se enfrentaba con un animal que superaba todas sus posibilidades.

No un reno… no, el reno había escapado hacía mucho tiempo.

No, lo que se alzaba sobre la pálida figura de cabello rubio casi tan blanco como la nieve y ojos grises como la plata, era un oso polar.

El animal gruñía ferozmente y estaba levantado sobre sus cuartos traseros, rugiendo amenazante a la pequeña niña que lo enfrentaba valerosamente.

Theo cuando vio aquello sucumbió en pánico. Sus ojos se abrieron como platos y las manos empezaron a temblarle.

-Hanna- mascullaba entre los labios. No podía gritarle, no porque el animal de seguro se asustaría y terminaría atacándola. Cogió un látigo y azuzó a los perros, tenía que acercarse más para poder usar su varita o el rifle que tenía en el trineo.

En la lejanía la veía, cubierta con su anorak de piel, con los largos cabellos rubios ondeando en el viento, tan pequeña…tan sola….tan indefensa.

Theo apretó los labios ¿Indefensa?

No, de ninguna manera indefensa. Jamás, él había gastado los últimos doce años en lograr que esa criatura fuese cualquier cosa menos un ser desvalido.

Aun así, era joven y osada. La temeridad de Hanna le ponía los vellos de punta. Era como si realmente, ella fuese capaz de sobreponerse a cualquier tipo de miedo y actuar con una frialdad espeluznante para alguien de su edad.

Un niño no debería comportarse de esa forma, como una maquina asesina bien aceitada. Aun cuando se lo hayan enseñado desde la más tierna infancia. No, aun cuando él pulió esas habilidades, lo de ella era innato.

Hanna era así por naturaleza….su naturaleza.

"Espera Hanna… espera… no te muevas… no hagas un movimiento en falso"

Theo se acercó lo suficiente y abandonó el trineo detrás de una loma, se tiró en el suelo y empezó a reptar. El oso estaba mucho más cerca de la niña, gruñía y abría las fauces enseñándole toda la pulida dentadura, amenazándola.

El depredador perfecto, el dueño y señor del ártico, el peligroso oso polar. Un animal legendario del cual se contaban mil y un mitos y leyendas. Un animal implacable que no dejaría un hueso intacto de la niña en cuanto la atacase.

Hanna miró de reojo y vio a su padre acercándose. Tenía ganas de gritarle que se alejase, ella había sopesado sus posibilidades y decidido que tenía alguna oportunidad. Pero su padre como siempre, iba a arruinarle el día. A veces era… ¡tan sobreprotector!

Theo levantó la varita, y al mismo tiempo, el oso debió sentir su olor porque movió la cabeza a su dirección. Al parecer la suerte estaba echada y Theo Nott tenía el animal al tiro.

Pero no contaban con Hanna. Ella aprovechó la distracción del oso, sacó un cuchillo y se tiró encima del animal. Theo gritó, el oso sorprendido intentó morder a la niña, pero ella era ágil, increíblemente rápida, y logró montarse sobre su lomo y con una certera puñalada en el cráneo matar en el acto al animal, que cayó inerte en el suelo con ella encima.

Theo corrió hacia ellos con rapidez y asombrado observó que el animal estaba perfectamente muerto y la pequeña perfectamente ilesa. Inundado de rabia y miedo, la tomó por el brazo y la zarandeó con fuerza.

-¿Qué diablos crees que haces mocosa?- los fríos ojos azules de Theo Nott estaban más penetrantes que nunca.

-Te estabas atravesando… yo lo tenia todo controlado… era mi caza… ¡tú lo dijiste!- gritó Hanna, haciendo una verdadera pataleta en ese momento. Ella había asesinado a un animal, tal cual era su misión ese día. Lo había hecho y esperaba una felicitación.

-Jamás pensé que te atreverías con un oso ¡estaba dispuesto que matarías al reno!- contestó Theo mientras soltaba el brazo de la niña puesto que estaba siendo brusco y no quería asustarla.

-Pero el reno escapó papá, al final el que quedaba era el oso ¿Qué querías que hiciera? - Hanna hizo un mohín y se puso las manos sobre las caderas. Theo la miró de reojo y bufó disgustado, la miró de nuevo y se dio cuenta que cada día que pasaba, Hanna se parecía más a ella. Los mismos gestos, el mismo carácter altanero y autoritario, lo regañona que era. Por supuesto, también había un parecido evidente con el padre, asunto que Theo no quería recordar por nada de este mundo.

Nunca estuvieron seguros, después de todo, existían iguales probabilidades, pero sólo tuvo Theo Nott que sostener a la recién nacida por primera vez y ver esa mata de cabello rubio, para saber quién de los dos había afinado mejor la puntería.

-No tenia planeado en lo absoluto que te enfrentaras con un oso polar- dijo Theo frunciendo el entrecejo, intentando mostrarse autoritario- no por algún tiempo.

-Pero sucedió y gané… lo he matado- insistió Hanna. Ella aceptaba la regañina de su progenitor a regañadientes, pero en el fondo creía tener la razón. Además, se suponía que había ganado puntos matando a el oso , el lugar del reno, después de todo, un reno lo único que hacía era huir para que no le cazaran, en cambio el oso…el oso era un digno contrincante.

-Eso veo- dijo Theo echándole un vistazo al animal. Fue un ataque perfecto de parte de Hanna, rápido, en fracción de segundos le clavó el largo cuchillo al oso. El pobre animal de seguro nunca supo lo que sucedió.

-Padre ¿no vas a felicitarme?- dijo Hanna guiñándole un ojo. Ella sabía que eso siempre funcionaba, o por lo menos hasta ahora. Su padre era estricto, tenía un carácter de los mil demonios, pero rápidamente se deshacía de su cólera. No era un hombre excesivamente cariñoso, pero si le encantaba compartir charlas amenas con su hija. Ellos dos hacían un buen equipo. Nunca habían tenido ningún problema entre ellos. Hanna era rebelde, pero se dedicaba mas a discutir que a tomar a alguna acción en realidad, Theo Nott trataba de ser paciente, después de todo, su pequeña niña estaba creciendo y quería más libertades.

-Por desobedecer órdenes- dijo Theo- jamás. Dije un reno y un reno tenía que ser. Ahora no se qué diablos comeremos.

-Podemos comernos el oso- dijo Hanna haciendo gala de su sentido práctico, otro regalo de su madre.

Theo hizo una mueca de asco. Obviamente, durante todos esos años, habían tenido que sobrevivir comiendo cualquier cosa, pero en general el oso polar estaba fuera del menú, Theo siempre se imaginaba lo que comían esos animales carnívoros, tenía la sensación de que algún día se encontraría en la panza de un oso polar alguna parte de un cuerpo humano. Pero Hanna tenía razón, sino era el oso, pasarían dificultades un buen tiempo, la primavera se acercaba y el deshielo haría peligrosos esos parajes, no podrían cazar por un buen tiempo hasta que la nieve terminara de derretirse, al parecer, por lo pronto, tendrían que conformarse. La adaptación fue difícil al principio, porque Hanna era un bebé y necesitaba leche. En esos entonces, vivía cerca de Trömse en Noruega, y una de las mujeres a las cuales visitaba con propósito deshonestos, tenía un bebé de pecho. No fue difícil arreglar que fuera la nodriza de Hanna por los primeros dos meses de vida de la niña. La excusa que dio, fue la simple verdad, la madre de la niña había muerto en el parto y él estaba solo en el mundo con su hija, obviamente Saisha Lön se conmovió de la historia, y le abrió las puertas de su casa a Theo… tanto como le abrió las piernas. Olvidarse de una mujer en los brazos de otra era algo que en general se le daba muy bien, aún cuando en realidad, él jamás se olvidó de la mujer que había ocasionado todo ese desbarajuste en su vida follando como loco con Saisha, como olvidarse de todo, si tenía la consecuencia de esa disparatada historia berreando y llorando todos los días frente a sus propias narices. De todas formas, el romance en el hielo fue fugaz, bueno mientras duró y obviamente no podía durar mucho, así que Theo compró dos cabras y obligó a la niña a beberse la leche de un biberón, para luego agradecer la hospitalidad de Saisha borrándole los recuerdos. Nadie jamás sabría que había estado en Trömse, se internó en los parajes mas congelados al norte de la ciudad. No le gustaba estar alrededor de muggles, Theo presentía que lo buscarían hasta por debajo de las piedras, la supervivencia de Hanna y de él dependía de que desaparecieran del mundo.

Y desaparecieron del mundo –literalmente-, escondidos más al norte del círculo polar ártico, en los bosques de taiga y tundra. El lugar más alejado, inhóspito e improbable para esconder un bebé, pero él así lo hizo y dio resultado. Afortunadamente para él, Hanna se adaptó al medio ambiente y jamás se enfermó. Theo intuía que Hanna jamás se enfermaría, nunca, ella no era como los demás niños, por supuesto que odiaba esas diferencias que hacían a la nena especial, pero agradecía no haber tenido que preocuparse por su salud o su falta de esta. La crió en la soledad, entre animales y árboles, y después de un tiempo, superó la amargura y la rabia. Después de todo, inevitablemente, como todo en la vida de Theo Nott, él aprendió a amar a Hanna.

-Tú lo mataste, tú lo deshuesas, así de simple, es tu responsabilidad- dijo Theo con severidad, la niña intentó protestar pero se calló inmediatamente cuando Theo le lanzó una mirada fulminante- y ten cuidado con la piel, podemos venderla en Musmak.

-Iremos- la niña abrió sus esplendidos ojos emocionada. Musmark para ella era como ir a Disneylandia, el puerto ruso en las orillas del océano ártico, era el único lugar civilizado que conocía, su concepto de la gran ciudad. Hanna vio su primer avión allí, y se emocionó tanto que Theo tuvo que regañarla fuertemente para que no hiciese escándalo y llamase la atención.

-Yo iré, por unas horas. Tú te quedaras en la cabaña vigilándolo todo- dijo Theo. No le gustaba llevarla a un centro urbano, temía todo el tiempo ser descubierto, que a alguien le llamase la atención un hombre joven acompañado de una chiquilla que no tenía ningún parecido físico con él. Si por lo menos Hanna hubiese heredado la apariencia de Hermione, cabello castaño, ojos oscuros, hubiese sido más fácil hacerla pasar por su hija. Pero no, Hanna era la fotocopia de su padre a esa misma edad, con ese color de pelo tan peculiar.

-¿Cuando iré a la ciudad?- preguntó Hanna impaciente.

-Pronto Hanna… pronto- contestó Theo, como siempre con evasivas. La mirada de la niña se nubló de pesar.

Durante todos esos años, en contadas ocasiones había interactuado con otros seres humanos que no fueran su padre y los indígenas lapones que eventualmente los visitaban para intercambiar artículos o en el caso de los chamanes, para hacer magia con su padre. Ella no había ido al colegio, Theo Nott había sido su maestro y le había enseñado todo lo que sabía, incluso la magia. También le enseñó como defenderse, como luchar cuerpo a cuerpo, como matar sin remordimientos, como pasar desapercibida. Hanna era una estudiante aventajada y aprendía con celeridad todas las enseñanzas de su padre. Ella estaba al tanto de las razones por las cuales estaban aislados, fuera de allí, en el mundo real, existían personas que los odiaban, gente que los buscaba para matarlos, sujetos que odiaban a su padre y que la odiarían a ella por ser quien era.

Hanna era bruja, pero era una bruja mestiza, su padre era un mago sangrelimpia y su madre era nacida de personas no mágicas… una hija de muggles. Y en el mundo de su padre, era muy mal visto que se mezclasen las sangres.

Hanna entendía lo esencial. Hacía mucho tiempo, mucho antes de que ella naciera, un mago malvado quiso dominar el mundo. Su padre, era una especie de soldado a las órdenes de ese mago tenebroso, luchó incontables batallas y casi se convirtió en una leyenda con todas las victorias que tuvo, fue entonces cuando se encontró con su madre, quien peleaba en el bando contrario. Su madre era una bruja muy hermosa y muy noble, según su padre, la mujer más digna que alguna vez conoció. No sabía los detalles, pero su padre le contó que se enamoraron, que estaban juntos a escondidas, entonces su madre fue apresada y él tuvo que decidir entre su señor y su amada. Y escogió a su madre, entonces huyeron, pero su madre estaba embarazada y muy delicada de salud, y mientras escapaban, Hanna decidió que era su momento de nacer. Y nació, antes de lo esperado, dos meses antes del tiempo, como siempre, Hanna era de talante impaciente y quiso llegar al mundo lo más rápido posible, pero cuando lo hizo, su madre se puso muy enferma y murió. Sus vidas corrían peligro, la gente los buscaba para destruirlos. Así que su papá decidió esconderse de todos y de todo, y criarla escondida en el lugar mas inaccesible de la tierra.

Ella se llamaba Hermione, como su mamá, pero a su papá le costaba mucho llamarla por ese nombre, le traía malos recuerdos. Y cuando ella era muy pequeña, se daba cuenta del malestar que le ocasionaba, podía ver los ojos tristes de su padre, siempre fue muy intuitiva, sabía las cosas aunque no pudiese entenderlas. Y ella veía dolor y rabia en la mirada de su padre cada vez que la llamaba por ese nombre. Así que una vez, cuando tenía cuatro años, después de leer un cuento infantil, ella le preguntó a su padre si podía cambiarse el nombre a Hanna (que era la niña protagonista del cuento), y él dijo que si….

Desde entonces, la niña fue Hanna y ya nadie volvió a mencionar a Hermione. A veces Hanna en la soledad de su noche, le gustaría habar conocido a la otra Hanna, como decía ella en su mente, a su mamá. Nunca le mostraron una fotografía, su padre no tenia ningún objeto ni nada que la recordase.

Theo vio la cara de resignación de la niña. Siempre le ofrecía lo mismo y siempre se encontraba incapaz de de darle lo que quería. Ir de nuevo a la civilización, caminar otra vez entre muggles y magos. Era demasiado riesgo, pero algún día ella sería lo suficiente mayor para sobrevivir. Después de todo, él se había encargado de hacer de Hanna el mejor mago que caminaba sobre la tierra… Y la asesina perfecta. No lo diría ni bajo tortura, pero la manera en como mató al oso había sido… fantástica.

Tarde en la noche, los dos estaban frente a la chimenea, Hanna miraba las llamas, mientras Theo devoraba un libro, Historia de dos ciudades.

-Papá- dijo ella de pronto.

-Hum- contestó Theo absorbido en la lectura. Levantó la mirada para verificar que ella estuviese con sus lecciones de alemán. Hanna ya hablaba fluidamente ingles, francés, latín, fines y noruego, estos dos últimos por pura necesidad, después de todo, esos eran las lenguas de los habitantes de los territorios donde vivían, pero recientemente habían iniciado con el idioma de Goethe.

-Te acuerdas cuando hace unos meses me hablaste de algo que me sucedería cuando empezara a crecer- dijo ella. Theo dejó la lectura para prestarle la atención debida.

-¿Si?- preguntó.

-Pues- Hanna lo miró un poco apenada- Pues hoy sucedió… yo me di cuenta cuando me cambié de ropa. Ya me ha venido la sangre.

-Ah- Theo abrió la boca y luego la cerró. Vaya, eso no se lo había visto aparecer tan pronto. Hanna tenía… once… doce años. ¡Dios! ¡Doce años! Por supuesto, en general en esa edad, sucedía. Theo le daba clases de salud y él le había explicado cómo funcionaban los cuerpos femeninos y masculinos, su fisiología. La pregunta de cómo se hacían los bebés las respondió de manera bastante clínica y aséptica, sin ningún tipo de detalle comprometedor, por supuesto él jamás traía alguna mujer a la cabaña que compartía con su hija, eso sería impensable, y tampoco Hanna mostró mucho interés, sólo se lo explicó por si alguno de los lapones intentaba propasarse con la niña, le advirtió que jamás dejara que un hombre se acercara a ella en esos términos o le tocara sus partes privadas. Obvio que Theo Nott conocía el cuerpo de la niña, así como Hanna conocía el suyo, no en vano convivían juntos y ella se desnudaba sin ningún disimulo delante de él cuando se cambiaba de ropa , se bañaba o se iba a dormir, no existía nada sucio o decadente en eso, después de todo, era su padre, ella era su hija. Suya… aunque la genética dictase otra cosa. Por lo que Theo había visto, Hanna todavía conservaba sus formas infantiles, pechos planos y nada de vello en ninguna parte, de todas maneras era tan rubia que difícilmente se le notaria. Por lo que honestamente no se había imaginado que llegaría tan pronto y menos había preparado algo solemne que decir cuando le dijese que había tenido su primera menstruación. Momento que había llegado… justo ahora.

-¿Cómo te sientes?- preguntó Theo todo descolocado.

-Me duele un poco aquí- dijo ella señalando su vientre- y me siento incomoda, me duelen los pechos y tengo ganas de llorar.

Theo levantó una ceja. ¿Qué diablos estaba diciendo esa mocosa? ¿Todas las mujeres se sentían así? Por lo que la niña decía, casi parecía una tortura medieval.

-Tú no tienes pechos- contestó Theo.

-Pero los tendré- respondió la niña sacándole la lengua.

-Vamos por partes- dijo Theo y se las apañó para buscar un libro sobre el tema. Tenía cientos de volúmenes, esa cabaña parecía una especie de biblioteca rural. Cada vez que salía de viaje, compraba libros y más libros, sobre diversos temas, para enseñarle el mundo a Hanna a través de ellos. Consiguió un manual femenino y leyó un rato. Hanna lo miraba expectante.

-Hum- dijo Theo- al parecer… todo lo que sientes es normal.

-Bien- dijo Hanna- estaba pensando en hacerme un té de corteza de sauce… para la molestia.

-Es buena idea- dijo Theo- yo lo haré.

Theo empezó preparar la infusión y Hanna lo seguía mirando.

-¿Significa que ya soy una mujer?- preguntó Hanna.

Theo dejó de revolver la cacerola y lanzó un suspiro.

-Significa que eres menos mocosa que antes- respondió Theo hoscamente.

-Pero puedo tener niños… la menstruación es el grito de llamada de la naturaleza- dijo ella. Y Theo se la quedó mirando un rato para soltar una carcajada.

-¿Dónde rayos leíste eso?- preguntó entre risas. Hanna lo miraba toda compungida.

-Una de tus novelas- dijo ella señalando una pila de libro llamada "la sección prohibida" en esa cabaña. Libros que por su contenido, no eran aptos todavía para la mente de Hanna. O por lo menos eso suponía Theo.

-Todo a su tiempo mi pequeña salvajita- dijo Theo un poco serio- Nada de llamadas de la naturaleza para ti, no eres una osa a la que tengamos que aparear de inmediato.

-Yo no voy a aparearme con nadie- dijo Hanna- eso es… sucio. Sólo señalaba un hecho evidente padre.

Theo soltó una risotada.

-En algún momento de tu vida, te gustara el acto sucio e indigno- dijo él- pero no en los próximos treinta años. Bajo mi cadáver.

-Dificulto que pueda echarme un novio aquí- dijo Hanna- a menos que contemos algún chaman lapón, las focas, los osos o alguna ardilla descarriada.

Theo volvió a reírse. La manera de hablar de Hanna era muy correcta y muy precoz, derivado del hecho de que él siempre la trató como un adulto. Era gracioso, ver a se pequeña niña, delgada y espigada, con su carita sonriente, tan infantil debatiendo temas superiores a su edad o su madurez, con tanta inocencia.

-Padre- dijo ella- ¿algún día saldremos de aquí?

-Pronto- contestó Theo- pronto. Pero todavía no… no mientras aquellos que nos desean mal todavía nos busquen.

-¿Por qué soy tan importante?- preguntó Hanna. Y Theo se acercó a ella y la tomó de las manos para luego besárselas.

-Porque tú mi niña… tú eres alguien especial… la mas especial- dijo él mientras contemplaba los ojos grises de Hanna.

0o0

Inglaterra

Hermione Granger se apuraba para llevar a su hija mayor al andén 9 y un cuarto. Ron se había quedado en el auto con Hugo, todo era cuestión de llevar a Rose con sus primos, asegurarse de que tenía todo en orden y luego verla partir. Su pequeña niña empezaba el colegio, debería sentirse complacida, pero no lograba sentirse feliz. No sabía porque, pero ese día, se sentía muy mal, era como si… como si su mente estuviese triste y ella no entendiese porque. Tenía un dolor sordo en el cuerpo, como si faltase algo, algo importante.

Era una sensación conocida desde hacía años, agravada por el hecho de que ella no tenía memoria de una parte de su vida. Era como si… como si. Hermione meneó la cabeza una y otra vez. Los doctores se lo habían dicho, ella no debía preocuparse con eso, era normal entre los antiguos prisioneros de guerra el reprimir recuerdos. Las situaciones traumáticas en general eran suprimidas por el cerebro, quien se obligaba al olvidar situaciones funestas. Pero ella, ella en el fondo sentía, que algo o alguien, le había robado sus recuerdos.

La versión oficial, lo que le contaron, fue que ella estuvo prisionera en Malfoy Manor durante más de un año, sometida a torturas y vejámenes para que delatara el paradero de Harry Potter. Logró escapar, en unas circunstancias muy poco claras para ella y meses después apareció en un hospital de Alemania sin recordar todo lo que le había sucedido, en aparente buen estado de salud pero sin un solo recuerdo de su huida o su cautiverio.

Harry Potter y sus compañeros finalmente ganaron contra Voldemort, el Señor Tenebroso fue destruido y un nuevo gobierno a cargo de Kingsley fue instaurado, una época de paz y prosperidad inició y ella, un año después de que la encontraran, se casó con Ron Weasley (su novio de secundaria) y tuvo dos hermosos hijos. Los hechos de la guerra, eran eso: pasado. Debería considerarse afortunada de no recordar nada de lo que fue sometida, pero no podía, de alguna manera no podía dejarlo así. Intentó al principio establecer contacto con la señora Malfoy, para que ella despejase sus dudas, la mujer se negó en redondo a verla, al parecer ella también tenia problemas con el hecho de recordar eventos tan lamentables y vergonzosos, como el hecho de que su familia ayudó a Lord Voldemort. Ella, Lucius Malfoy y Draco Malfoy al final se rebelaron contra el Lord y eso fue los que los salvó de Azkaban, pero vivían apartados de la comunidad mágica. Era impensable que ella hablase con cualquiera de los dos hombres Malfoy, después de todo, la odiaban y ella a ellos, su única esperanza era Narcissa Malfoy , pero la mujer era inaccesible.

Quizás fuese lo mejor, dijo Hermione, quizás sea mejor así. No me sirve de nada saber que fue lo que me hicieron o lo que no me hicieron.

Pero el vacio que tenía en el pecho era acuciante, ese día estaba peor que otros días. Era como si, como si estuviese sucediendo algo importante y ella no lo supiese.

¿Qué fue lo que me hicieron?

0o0

13 años antes

SUR DE INGLATERRA

Hermione llevaba una semana metida en las mazmorras de Malfoy Manor, la habían atrapado en el bosque de Dean, afortunadamente Ron y Harry lograron escapar, pero ella no fue lo suficientemente rápida esa vez para desaparecer. Scabior y Fenrir Grayback, juntos a los otros carroñeros, lograron atraparla echándole encima una red mágica.

Justo al llegar fue torturada por Bellatrix Lestrange, de solo recordar los cruciatus a los que fue sometida era suficiente para que el cuerpo de Hermione temblase. No supo como aguantó tanto tiempo, al final terminó desmayándose. Al despertar, se encontraba en ese oscuro lugar, no tenia ventanas, estaba cubierto de loza blanca del techo a la pared, un pequeño excusado para hacer sus necesidades, un colchón tirado en el suelo que le servía de cama y la iluminación provenía de un bombillo que colgaba de un cable en lo más alto del techo. No apagaban la luz nunca, eso hizo que al poco tiempo perdiese la noción del día o de la noche. La comida aparecía mágicamente, apenas sobras, acompañadas de un jugo con un sabor detestable. Estaba vestida con una túnica blanca, corta que dejaba expuestas sus piernas, aproximadamente cada cuatro horas, según sus cuentas, el agua caía desde el techo, como si fuese una lluvia, ella intentaba protegerse en vano, luego de mojarse completamente, pasaba horas temblando hasta que la ropa se le secaba sobre el cuerpo. Ella no era tonta, sabía que intentaban quebrarla de alguna forma, hacer que enloqueciera. No había hablado con un ser humano en días. Se preguntaba porque Voldemort no terminaba de matarla, después de todo, en honor a la verdad, ella no sabía dónde estaba Harry ni Ron ni el resto de la resistencia que estaban desperdigados por toda Inglaterra, nunca tendría como contestar lo que le preguntaban.

La puerta se abrió un día, Hermione se pegó a la pared, intentando vanamente escapar o poner distancia entre sus captores.

Quizás el día había llegado, el momento en que finalmente la matarían. Hermione contuvo el aliento.

Dos hombres entraron a la habitación. Hermione no los miraba fijamente, no quería establecer contacto visual con sus asesinos, no quería saber quiénes serian los que la ejecutaran.

Sintió una mano fría tomando su barbilla y obligándola a levantar el rostro. Ella se encontró de pronto frente a la cara de Draco Malfoy.

No había cambiado mucho desde la última vez que lo vio, rubio y con esos impresionantes ojos grises, quizás estaba más alto y mas fuerte, pero en esencia seguía siendo el mismo. Hermione se mordió la lengua para no escupir un insulto.

Siempre se habían llevado mal, en el colegio, él la hizo el objetivo preferido para sus insultos racistas, ella se defendió como pudo. Malfoy era un chico mimado, quien creía que por su dinero, su linaje y su posición, tenía derecho a atropellar a la gente. El tipo de persona que ella destestaba.

Hermione le dirigió una mirada fulminante y él, sintiendo que de alguna forma ella se le estaba enfrentando, apretó el agarre sobre su quijada, Hermione con sus manos le agarró la muñeca y le clavó las uñas. Ni una sola mueca de dolor apareció en el rostro de Draco Malfoy, él simplemente tomó su varita y la puso en el pecho de Hermione.

-Quieta- dijo Malfoy. Hermione sentía su corazón palpitando a mil por hora, pero soltó la muñeca de Malfoy, él giró su cara de un lado a otro, observándola, con la varita abrió un poco la túnica y observó el nacimiento de sus pechos. Algo que vio le disgustó de sobremanera, porque su boca se torció. Hermione estaba quieta, esperando cualquier cosa. Luego de un rato la dejó.

-Qué curioso, siempre te odie, siempre te tuve asco y ahora…..-dijo Draco de manera hosca, se alejó de Hermione, ella se encogió en el suelo.

El joven dio una vuelta en semi-circulo con las manos metidas dentro de su chaqueta. Vestía elegantemente, con un traje oscuro hecho a la medida, zapatos de piel italianos. Su cabello estaba pulcramente peinado. La expresión de su cara era de disgusto.

-Pero a veces sentir odio es mejor en estos casos ¿No es así?-preguntó Draco fijando sus penetrantes ojos grises en el otro hombre que habia entrado con él.

El labio del otro joven tembló y su cuerpo se tensó. Si Draco supiera…si solo lo supiera.

-No tenemos otra opción o ella o nosotros, así de simple, son órdenes del lord- dijo Draco.

-Ordenes del lord- repitió Theodore Nott en voz baja casi para sí mismo, quizás si se lo repetía hasta la saciedad se daría cuenta que no estaba dormido y teniendo una pesadilla, se había quedado inmóvil justo en la entrada. Hermione al escuchar su voz levantó su rostro. Inmediatamente reconoció al muchacho que tantas veces había visto en la biblioteca durante sus años en Hogwarts. Callado, taciturno, buen estudiante, reservado, nunca destacó especialmente en nada en el colegio, salvo sus excelentes calificaciones, era un slytherin, pero Hermione no lo escuchó dirigiéndose de mala forma a algún estudiante en ninguna ocasión, ni tampoco rumores acerca de él, de hecho, hasta ese momento, jamás había escuchado su voz, nunca compartieron una clase. Ella sabía que le iba bien en los estudios, porque debajo de ella en la lista de honor de todos los años, estaba su nombre. Ahora estaba con ella en esa habitación, se habia convertido en un hombre muy alto, con la cabeza completamente rapada, una barba incipiente cubriendo su cara y unos ojos azules brillantes. Vestía de camiseta y jean, Hermione pudo ver perfectamente la marca tenebrosa grabada en su antebrazo. Otro mortifago.

-No me agrada esto- dijo Theodore lanzándole una mirada de reojo a Hermione- si llega a saberse….

-Nadie lo sabrá- dijo cortante Draco.

Theo intentaba en no pensar en lo que tenían que hacer, de hecho, se le revolvía el estomago de solo imaginárselo. Cuando Lord Voldemort le informó de sus planes…no pudo creérselo, aun no podía pensar que era cierto.

Hermione se encogió más aun en posición fetal. Si…había llegado la hora de su muerte y ellos iban a ser los perpetradores.

-Maldita sea….maldita sea- Theo terminó escupiendo el piso- no es ni siquiera porque no me agrade…..no es correcto…no es lo correcto.

-No importa- dijo Draco tajantemente. Lo discutieron muchísimo, Theo se negaba en redondo, opinaba que era preferible matarla que humillarla de esa forma. A Draco Malfoy honestamente no le importaba si ella vivía o no, lo que le importaba era salvar su pellejo, las ordenes de Voldemort se cumplían, si él quería que se la follaran hasta matarla, Draco lo haría sin discusión. Los habían elegido a los dos, por razones que Theo no entendía, pero que estaba dispuesto a averiguar, lo cierto era que allí estaban, él a cada segundo se odiaba mas, pero Draco usó una baza para convencerlo, lo harían y al menos ella quedaría viva. Y a Theo no se le escapó el hecho de que mientras Hermione permaneciese viva, la oportunidad de un escape siempre estaría allí. Desde el primer momento que la vio, prisionera en Malfoy Manor, supo que tenía que ayudarla a escapar. Maldito enamoramiento platónico.

Si, él, desde que la conoció, desde que la vio por primera vez en el tren a Hogwarts, su primer día de clase, estaba prendado de ella. Y esa atracción no hizo más que crecer todos esos años. Pero nunca se acercó, era un chico demasiado tímido, demasiado inseguro, demasiado consciente de su apellido, mucho más que Malfoy y que cualquiera en ese maldito colegio y también estaba seguro de que sería inmediatamente rechazado. Ella era una Gryffindor, amiga del niño que vivió, jamás aceptaría nada de él, de esos estaba seguro.

-Si no lo hacemos…nadie lo sabrá- dijo Theo- no tenemos porque….

-Él siempre lo sabe todo…tiene sus maneras de enterarse de las cosas….yo…no voy arriesgarme- masculló Draco secamente.

-¿Qué van a hacerme?-preguntó Hermione con la voz desvaída.

-Cállate- gritó Malfoy intempestivamente- Cállate maldita sangre sucia.

-¿Qué sucede?-Hermione se puso de pie arrastrando su espalda contra la pared. Draco se volvió sobre sus pasos, la tomó del hombro y con violencia la obligo a sentarse de nuevo.

-Quieta- gritó de nuevo

-Malfoy-advirtió Nott- no la maltrates.

La única respuesta de Draco Malfoy fue reírse histéricamente.

-Como si fuera una opción….como si ella y yo tuviésemos una opción- Draco miraba el techo y luego miró a Nott- ahora….déjanos.

Theo apretó sus puños hasta hacerse sangre, el momento había llegado y la rabia que tenía hervía en todo su cuerpo. Pero lo habían echado a suerte y Draco ganó esa especie de derecho de pernada….así de simple.

-No le hagas daño- fue lo último que dijo Theo antes de salir por esa puerta y cerrarla a sus espaldas. Quizás debió irse, pero al final no se movió del sitió. No solo estaba enamorado estúpidamente de un imposible, sino que era masoquista.

Draco permaneció de espaldas a Hermione.

-¿Eres virgen?- preguntó luego de un rato.

Hermione abrió los ojos de pronto.

-¿Qué? No….no entiendo- susurró ella.

Draco se quitaba su chaqueta y se desanudaba la corbata.

-Te estoy preguntando si alguna vez te han follado- dijo él impaciente.

Hermione entonces entendió el sentido de la conversación que había escuchado entre los dos jóvenes y se puso de pie dispuesta a defenderse de lo que viniese.

-No- dijo ella asustada- no vas a acercarte a mí.

-No lo hagas mas difícil Granger- contestó Draco, ella se le lanzó encima y lo empujó. Hermione se acercó a la puerta e intentó infructuosamente abrirla, sus manos se aferraban a la manilla desesperadamente.

Draco fue hacia ella y le golpeó la espalda al punto que le sacó el aire y la pegó contra la puerta y su cuerpo. Tomó una de sus manos y se la dobló contra la espalda haciéndole una llave, ella gimió de dolor, con la otra la tomó por la raíz de los cabellos. Hermione trataba de patearlo. Draco perdió la paciencia y le estrelló la cara contra la puerta. Hermione sintió como los huesos de su nariz crujían y algo caliente y espeso bajaba por sus fosas nasales, fue tanto el dolor que terminó quedándose quieta, pegando su mejilla a la puerta.

Draco subió su túnica y le bajó su ropa interior hasta que le quedó enrollada en sus tobillos, él se abrió la cremallera del pantalón y usando su rodilla le apartó las piernas. Metió la mano en su hemisferio sur y le palpó sus pliegues y su ano. Lo hizo tanteando, como si no quisiera tocarla mucho.

-Estás seca- dijo él sin ocultar su desagrado, luego escupió en su mano y con su saliva acarició sus partes privadas para darles algo de lubricación. Hermione lloraba y gemía en silencio.

Luego le habló a su oído.

-No luches contra mi….relájate- poco a poco, Draco fue metiéndose dentro de ella. A Hermione le dolía horrores, sentir eso largo y duro penetrando su interior, desgarrándola. Draco jadeaba y maldecía en voz baja, ella era estrecha, demasiado quizás, obviamente era virgen y eso hacia el asunto un poco más dificultoso.

Finalmente llegó a meterse por completo y entonces empezó un vaivén de caderas. Hermione sentía como su pelvis chocaba contra la de ella rítmicamente desde atrás, algunas veces más lento y otras veces más rápido, así como su aliento tibio sobre su cuello. Estuvieron un rato así, luego él se salió y ella pensó que todo había terminado. Temblaba de pies a cabezas, su cabeza le daba vueltas y rogaba a Dios desmayarse de un momento a otro. Era demasiada la vergüenza, la humillación, no podía soportarlo.

Ella miró de reojo a Malfoy, él se dio cuenta y sintió todo el odio de sus ojos dirigidos a él.

-Quieres matarme con tus propias manos…¿No es así?-preguntó él acercando su cara, sus ojos acerados parecían mas fríos que nunca-no tuve opción….Granger….ninguno de nosotros puede elegir. Agradece que sea yo….piensa en eso cuando duermas, agradece que haya sido yo….

Hermione lo escupió, él volvió a jalarla de los cabellos, arqueando su cuello hasta lo imposible.

-Siempre me odiaste…ahora tienes más razones para ello- susurró él.

-Eres un animal- dijo ella en voz baja. Draco estuvo a punto de golpearla de nuevo pero se contuvo.

Lo que decía ella era cierto…..él era un animal, se estaba comportando como uno. Pero era porque simplemente tuvo que hacer acopió de sus más bajos intentos para poder violar a una muchacha que conocía desde que eran unos niños.

No lo pienses demasiado Malfoy…es ella o yo….

Draco se apartó, no había terminado aun, todavía tenía una dolorosa erección entre sus piernas. La tomó por la cintura, y la arrastró hasta el colchón, Hermione parecía una muñeca inanimada, él se quitó la ropa y terminó de desvestirla. Con su varita arregló los huesos de su cara, no le gustó golpearla, quizás se le había ido la mano, obviamente a Theo no le agradaria lo que hizo, así que trató de remediarlo, incluso buscó un pedazo de tela tibio para quitarle la sangre de la cara, también le quito la sangre que tenia entre las piernas.

-Flexiona las piernas- dijo Draco mientras pasaba el paño metódicamente por sus partes privadas y luego por las suyas. No le gustaba la sangre y menos en esas situaciones. No era la primera chica que desvirgaba, pero si era la primera que había forzado de esa forma. Intentó no sentirse miserable, más o menos era lo mismo, quizás más violento…a veces la violencia en el sexo lo hacía mas excitante…quizás si lo veía desde ese punto de vista…...

Hermione cerró los ojos, luego él se echó encima de ella y volvió a penetrarla de nuevo empezando ese movimiento rítmico tan extraño para ella. Luego de varios minutos que parecieron años, los dos estaban cubiertos de sudor y sus cuerpos resbalaban uno contra el otro. Ella mantenía la cara echada de lado y él mientras la embestia, observaba como su piel pálida cada vez estaba más enrojecida, sus pezones mas erectos. Notó que estaba más resbaladiza, Draco pensó que estaba todavía sangrando, lo cierto es que sus movimientos eran más fáciles y rápidos, aun estaba apretada, endemoniadamente apretada, y en algún lugar lejano de su cabeza, a Draco toda esa situación degradante le estaba empezando a gustar.

Dos embestidas mas y ya sentía que iba a terminar. Pensó en echarlo fuera, pero el Lord había asegurado que la chica estaba estéril debido a una poción. Así que Draco se sintió seguro y eyaculó dentro de ella, fue una descarga abundante, al punto que empezó a escurrírsele entre las piernas a la chica. Hermione todavía parecía un cadáver de lo inmóvil que estaba. Draco agarró su cara y en un último movimiento se clavó en ella, Hermione gimió, sintió que su pene le había tocado el cuello del útero.

-¿Quién iba a pensar que ibas a resultar tan buena follada?- dijo Draco sin ocultar su despreció por ella y por si mismo…por toda la situación…por lo que lo obligaban a hacer, pero al mismo tiempo, toda esa humeda, todo ese calor proveniente de su sexo. Todavía dentro de ella, la agarró por las caderas y empezó a moverla en círculos y arriba y abajo, aun estaba duro- la próxima vez…..vas a moverte así sangresucia- acentuaba sus palabras con una embestida y con un movimiento de cadera de ella, pues si, inexplicablemente todavía estaba duro, de hecho su erección estaba completamente recuperada- si tenemos que pasar con esto….por lo menos que valga la pena el mal rato.

Hermione gimió desesperada.

-¿Quien iba a decirlo…yo enseñándote a follar?- ironizó Draco mientras se movía mas duro contra ella.

-Muévete- él tenía la voz enronquecida, ahora sus ojos estaban oscurecidos, sentía placer maldita sea…sentía mucho placer metido dentro de ella. Le palmeó el trasero con fuerza, su mano quedó marcada en la nalga de la chica- muévete o te destrozo la cara de nuevo- Hermione totalmente asustada, empezó a repetir los movimientos

La folló otro rato mas, moviéndola y desplazándola sobre su eje, la chica empezó a gemir y Draco la calló uniendo sus labios contra los de ella y metiéndole la lengua hasta la garganta. Al final, tanto movimiento de cadera, de parte y parte, las dos pelvis totalmente sincronizadas que colisionaban rápido y fuerte, hicieron que ella empezara a sentir una sensación extraña en su vientre, pero antes de que esta se desarrollase por completo, Draco Malfoy volvió a eyacular, ella solo sintió el liquido caliente y pegajoso llenándola.

Draco empezó a respirar por la boca y sus brazos estaban tensos sosteniéndose sobre ella, luego se separó y le dio unas palmaditas en las mejillas.

-Te portaste bien, la próxima vez no te dolerá nada- dijo él, luego se levantó y se vistió rápidamente, Hermione se quedó acostada con las piernas flexionada s y abiertas, cuando él salió por la puerta, ella sintió algo caliente subiendo por su garganta, enseguida se acostó de medio lado, se incorporó y vomitó.

Draco salió de la habitación, para encontrarse con Theo Nott, sus miradas chocaron. Draco se sobrecogió cuando vio la frialdad con la que su amigo lo estaba mirando.

Su mente y su cuerpo estaba en conflicto, físicamente se sentía satisfecho, había sido una buena cogida, para que negarlo. De alguna forma se sintió poderoso sobre ella, la chica que siempre lo enfrentó en el colegio, la que siempre detesto, verla doblegada ante él, abriéndole las piernas, fue de alguna manera un triunfo. Pero en alguna parte de su consciencia se sentía enfermo. Había sido obligado a muchas cosas como mortifago, mató y vio como asesinaban a muchas personas, torturó y maltrató, pero abusar así de una mujer….nunca.

Draco Malfoy….eres una mierda de ser humano.

-¿Que mas tendremos que hacer en honor a la causa?- dijo Theo apenas conteniendo su rabia.

Eso había sido una pregunta retorica, Draco estuvo tentado a echarse a reir como un maniatico...tenia los nervios destrozados. Esa noche, dejó el alma y el honor entre las piernas de una maldita sangre sucia.

-Lo que sea necesario para sobrevivir- dijo Draco fríamente tratando de conservar el aplomo-Ahora te toca a ti- dicho esto, dio media vuelta, pero antes de alejarse, mientras caminaba vio de reojo a Theo, quien todavía estaba inmóvil frente a la puerta.

Theo Nott sentía la garganta seca. Ahora la tendría, a la fuerza, por obligación y ella lo odiaría por siempre.

0o0

LONDRES, KING CROSS

Draco Malfoy caminaba apurado después de dejar a su hijo, Scorpius Malfoy en el andén para el tren en Hogwarts. Era el primer día de colegio del chico e intentó hacer algo especial, de hecho, antes de llegar a King Cross dieron vuelta un rato en el auto hasta llegar a una tiendas de Golosinas, donde Scorpius compró provisiones casi para todo el año. Por supuesto, si su esposa se enteraba, chillaría hasta quedarse ronca. Ella insistía en que no debía malcriar al chico.

Draco Malfoy sentía que se lo debía, después de todo, sus largas ausencias en el hogar debido a motivos laborales, hacia que se dedicase a su hijo en cuerpo y alma los escasos periodos de tiempo que compartían. Se sentía muy culpable sobre ese aspecto de su vida, pero por otro lado no veía una salida. Odiaba estar en su casa, verdaderamente lo detestaba. Su propia esposa, Astoria Malfoy, había convertido su hogar en un infierno. No se sentía cómodo allí y sobre todo, no se sentía a gusto con ella. Nunca la quiso, jamás la amó, lo suyo fue un matrimonio por conveniencia y ambos lo sabían.

Sin embargo, ella esperaba cosas de Draco Malfoy, que él sin duda estaba imposibilitado emocional y físicamente para darle. El nacimiento de Scorpius Malfoy podría decirse que casi fue un milagro. Solo compartieron cama unas cuantas veces al principio de su matrimonio y eso bastó para toda una vida. Astoria no le atraía en lo absoluto y Draco no tuvo ningún miramiento para hacérselo saber.

Ella lo odió por eso, por no desearla, por tener amantes. Él la odió por cortarle toda su libertad, teniéndolo metido en esa farsa.

El divorcio no estaba contemplado de ninguna forma y él decidió, en lo posible, pasar la mayor parte del tiempo fuera de su casa y lejos de la influencia de su esposa. A sus padres no les gustó el arreglo, pero terminaron acostumbrándose, después de todo, los culpables directos eran ellos, quienes habían hecho los arreglos nupciales y escogido la novia. Los señores Malfoy´s tenían la esperanza, que esa joven y bella bruja, apartara a su hijo de sus oscuros recuerdos.

No sabían ellos lo equivocados que estaban.

Draco iba apurado tratando de pasar entre la gente que a esa hora inundaba la estación. Estaba retrasado para una junta de negocios en la cual también acudiría su padre. La posguerra había tratado bien a los Malfoy´s, eran mucho más ricos que antes y tenían buenas relaciones con el gobierno mágico, todo por su arrepentimiento de último minuto, actos de contrición publica, porque hasta donde sabia, su familia seguía siendo tan racista y adoradora de las artes oscuras como lo habían sido siempre. Pero como Lucius Malfoy decía, el animal que se adapta es el que sobrevive.

Bueno para todo que los Malfoy´s siempre hayan sido hábiles a ir hacia donde la marea los llevase.

Draco apuró el paso y de pronto se tropezó con alguien, instintivamente se agarró de los brazos de la persona para no caer. Su mirada se fijó en la cara de quien tenía enfrente. Un par de ojos oscuros, abiertos del asombro se toparon con los suyos.

Draco sintió como se le enfriaba hasta la última gota de sangre y el color escapaba de su cara.

Ella simplemente no podía dejar de mirarlo.

Una sucesión de imágenes corrió por la mente de Draco como una película.

Una mazmorra con azulejos blancos en el piso y la pared, una silla y una colchoneta sobre el piso, las paredes cubiertas de hollín, un bombillo que caía desde el techo colgado de un cable, iluminando escasamente el lugar. El calor asfixiante que hacía en esa habitación, el olor acre a sudor y semen, el cuerpo pálido de una mujer retorciéndose contra el suyo, jadeos y gemidos, el sonido del choque de dos cuerpos húmedos encontrándose, el calor y la humedad de su coño, la dureza de su pene penetrándola, sus labios abiertos buscándolo para un beso. Sus manos fuertes tocando su espalda y sus nalgas mientras le prodigaba escandalosas caricias. El sabor de lo prohibido, por partida doble.

Jamás se sintió más vivo…que en esos instantes.

Cuando no tienes nada que perder….dedícate a vivir…a sentir…como si fuese el último día de tu vida. Eso fue lo que le dijeron….con eso la convencieron para no tener que hacerle más daño del que le hicieron. Y ella lo vivió, con toda la intensidad de la que era capaz y los abrazó en su fuego….a los dos.

La primera vez fue una obligación, la segunda quizás también…pero la tercer, la cuarta, la quinta, ya había perdido la cuenta. Luego fue por su propia voluntad, solo a estar con ella, a impregnarse otra vez de ella, porque lo único que quería tener era a ella. Y ella, en el fondo, lo detestaba….Draco lo sabia….lo sabia….ni la lujuria más intensa podía curar el daño que le hizo. A su mente vinieron el sonido del último suspiro ahogado en sus labios justo al acabar, el espasmo final de las caderas, el chorro de simiente saliendo de su cuerpo como una fuente, para acabar al mismo tiempo en el cielo y el infierno. Condenado y frustrado por sus propios deseos.

Draco parpadeó dos veces, obligándose a salir de la ensoñación, luego se apartó de ella rápidamente como si lo hubiese alcanzado un rayo.

-Buenos días Malfoy- dijo Hermione alisándose sus ropas y acomodándose su cartera en el hombro.

-Granger- logró decir Draco. Se la había encontrado algunas veces en todos esos años y siempre pasaba lo mismo, era una labor de titanes mantener la compostura, fingir frialdad. Cuando esa mujer….ella…le originaba toda una marejada de emociones intensas y contradictorias.

Cuantos remordimientos…cuantas noches pensando en todo eso. Nunca sería capaz de ser una persona feliz, no cuando él sabía lo podrido que estaba por dentro.

Pero Draco Malfoy tenía que hacer su papel, fingir desconocimiento, eso formaba parte del plan diseñado por su padre para sobrevivir la guerra sin que ninguno de ellos fuese a parar a Azkaban. Providencial que ella no recordase nada, una suerte del destino.

Destino…suerte…Draco siempre se reía trágicamente. Si ella no recordaba nada, era porque él la había desmemoriado, solo por eso.

¿Por qué lo hizo? Un acto de caridad, pero ni siquiera con eso pagaba la mitad de los terribles actos de los que fue participe y culpable. Crímenes de lesa humanidad contra Hermione Granger.

Nadie debía enterrase de lo que le hizo…como la violó, una y otra vez, sin consentimiento o con este…poco importaba que al final ella pareciese haberlo disfrutado….eso no cambiaba nada…..nadie podía saberlo. Al mismo tiempo que no podían enterarse de lo otro. Porque entonces tendrían que dar respuestas a preguntas que ni siquiera él quería formularse.

Hermione sentía que sus manos temblaban frenéticamente e intentó controlarlas. Pocas veces se encontraba con Draco Malfoy, en general era en el ministerio de magia, en general se saludaban cortésmente sin intercambiar más que pocas palabras. No tendrían por qué hablar más, nunca se la llevaron bien en el colegio y ella estuvo prisionera en su casa por largo tiempo, aun así, ni esa vez tuvieron tratos entre ellos, o por lo menos eso fue lo que oficialmente, Draco Malfoy declaró en el juicio, jamás tuvo ningún tipo de contacto con ella durante su presidio, nunca la vio y no estaba en conocimiento de su situación. Fue comprobado mediante la Legeremancia, el joven Malfoy no tenía absolutamente nada que ver con su caso. De todas formas Hermione no recordaba gran cosa de su secuestro. Sin embargo, a pesar de que él se conducía de manera muy educada con ella, siempre, cuando se lo encontraba, ella lograba notar, en una escasa fracción de segundo, algo en su mirada, algo que ella no sabía definir y que le molestaba en gran medida, era como si él supiese algo que ella no. O quizás eran ideas suyas o simplemente era el remordimiento de consciencia por participar en una guerra injusta lo que lo hacía comportarse tan extraño con ella o algo más. Hermione no sabía que pensar y siempre terminaba abochornada. Siempre se atormentaba con eso días después de verlo, para luego tratar de olvidarlo, ni siquiera ella podía ser tan necia, él fue interrogado, no tuvo nada que ver con las torturas a las que supuestamente fue sometida, torturas que ella no recordaba, pero que seguro sucedieron. Todos pensaban que era suerte, pero Hermione siempre se preguntaba ¿Por qué Voldemort la mantuvo con vida?

Algún día…se dijo Hermione….algún día.

-Adiós- dijo Draco Malfoy echándose un lado para darle paso caballerosamente. Ella le hizo una inclinación de cabeza a modo de despedida y continuó su camino.

Draco permaneció en el sitió hasta que ella desapareció, a riesgo de que Hermione Granger voltease y lo viese pendiente de ella. Era increíble, la mujer en realidad no se acordaba de absolutamente nada, para ella, él era un completo extraño o mejor, era Draco Malfoy, su archienemigo del colegio, ahora convertido en miembro prominente del ministerio mágico, un simple conocido.

Nada….no recordaba nada. Y él lo recordaba todo….absolutamente todo.

Duermes tranquila Granger, porque no recuerdas….no sabes, no tienes ideas de lo que hice contigo.

Una sensación de poder se adueñó de Draco, la certeza de que él lo sabía y ella ignorante no podía recordarlo. Pero la euforia solo duró un segundo para se reemplazado por una extraña melancolía.

Esos recuerdos….lo que pasó….solo existían para él.

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NORUEGA, CIRCULO POLAR ARTICO

-Papá…no me jales tanto el cabello- Hanna estaba recién bañada y con la pijama con la que solía dormir. Theo estaba ocupado desenredándole el cabello.

-Tienes nudos en todas partes- dijo Theo sentado detrás de ella. Poco a poco, el pelo de Hanna dejó de parecer un nido de pájaros. Tenía el cabello liso y fino, largo hasta el final de la espalda, pero ella pocas veces se lo peinaba así que siempre terminaba enredándose.

-Te haré una trenza, esperemos que dure hasta mañana- dijo Theo separando los mechones de cabello de la niña.

-¿Papá….como era yo de bebé?-preguntó Hanna sentada en la cama con los brazos alrededor de las piernas.

-Llorona – respondió Theo.

-No…quiero decir…cuando nací ¿estuviste allí? ¿Cierto?-contestó Hanna.

Theo cerró los ojos. Como olvidarlo, el precipitado parto, el montón de sangre que había en todos lados, Hermione pálida y temblorosa. Habían estado huyendo por meses, ni siquiera sabían que ella estaba embarazada cuando se fueron de Malfoy Manor. Fue a los dos meses que ella se lo confesó, como habían estado haciendo el amor todo ese tiempo mientras huían, creyeron, quisieron creer que Theo era el padre, él tenía que ser el padre, había yacido con ella mucho más veces que Malfoy. Y cuando sacaron a la niña, la expresión de felicidad de Hermione contrastando con la profunda decepción de Theo.

El bebé era pequeño, muy pequeño, salió enrojecido y llorando a gritos, una pelusa rubia destacaba sobre su cabeza. Estaba tan resbaladiza que Theo tuvo que poner cuidado en que no se le cayese de las manos.

Hermione la miró y sus ojos se llenaron de lágrimas, Theo se la puso en el regazo y ella le besó la cabeza, para luego besarlo a él en los labios. Cuando percibió su boca contra la de él, toda molestia por la paternidad de la niña desapareció. Theo se dio cuenta que ella jamás lo mencionaría. Para Hermione, la niña era la hija de los dos.

-Te quiero- le dijo ella mientras lo besaba una y otra vez.

-Yo también te amo y prometo amarla a ella más que a mi vida- respondió Theo.

-Papá- la aguda voz de Hanna lo sacó de sus recuerdos- ¿No me has contestado?

-Hum…recién nacida eras…igual de llorona- contestó Theo. Hanna le dio un codazo y él la abrazó dándole cosquillas hasta tirarla en la cama, la cubrió con unas pieles y se sentó a su lado, tomó su mano y empezó a jugar con sus dedos.

-Si algún día…pasa algo- dijo Theo.

-No pasará nada…..nadie va a encontrarnos aquí en el culo helado del mundo- dijo Hanna un poco somnolienta. Theo decidió pasar por alto la grosería de la niña.

-No importa….escúchame…salvajita- dijo Theo con la cara seria- si algún día llegamos a separarnos…vas a seguir las reglas inmediatamente…primero…

-Primero….voy a cambiarme el color de cabello- dijo Hanna.

-Exacto- dijo Theo- Es necesario que te disfraces, cambia el color de cabello con frecuencia, pero jamas te dejes el rubio, usa ropa distinta cada vez que salgas, habla en varios idiomas si es necesario. Jamás des tu verdadero nombre ¿Qué sigue Hanna?

-Segundo….iré a la iglesia de Trömse y debajo del altar mayor, encontraré una carta con una dirección, tomaré un barco y viajaré hasta Inglaterra a buscar a un tal Sr. Harry Potter en Londres- dijo Hanna- y cuando lo encuentre tengo que decirle que mi madre se llama Hermione Granger , además que contarle todo acerca de ti.

-Bien, me esperaras en Londres por un mes, si no llegó, sabrás que no lo he logrado. Potter cuidará de ti, va a protegerte, la carta está en clave, tú no entenderás nada pero él sí, te va a creer, no se necesitan muchas comprobaciones mágicas para saber que tú eres la hija de Hermione ¿que mas Hanna?- preguntó Theo.

-Nunca acercarme a Draco o a Lucius Malfoy, ni a ninguno de apellido Malfoy…quienes quieran que sean- recitó Hanna- ellos no deben saber que yo existo.

-Esas personas desean mi muerte y la tuya, ellos mataron a tu madre- dijo Theo muy serio- Yo te entrenado toda tu vida para evitar que te cazen como un animal, tú eres más fuerte que ellos, más inteligente, con más poder mágico y ellos lo saben, pero aun así, pueden tenderte una trampa, no debes dejar que te atrapen Hanna, si intentan ponerte las manos encima. ¿Qué debes hacer?

La niña lo miró fijamente y luego habló.

-Matarlos sin piedad alguna- contestó Hanna.

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SUR DE INGLATERRA

13 años antes

En un giro inesperado de los acontecimientos, Hermione Granger, intima amiga de Harry Potter, había sido capturada por un grupo de carroñeros. El señor Tenebroso no cabía de excitación, eso sin duda había sido un buen golpe, pronto tendría al maldito niño que sobrevivió en sus manos.

Ella le develaría su paradero.

Gran error, Lord Voldemort se dio cuenta, con sorpresa y frustración, que no iba a ser fácil doblegar a la bruja. Ella, era muy buena en oclumancia, tan buena que no había podido vislumbrar en su mente nada acerca de Potter, su localización o sus planes.

Era inútil, inútil seguir en sus intentos. Bellatrix pidió permiso para desaparecerla del mapa. Lord Voldemort por primera vez estaba indeciso, pocas veces se encontraba con un mago tan poderoso como esa chica, verdaderamente excepcional, aún siendo hija de muggles. ¿Cómo sacar provecho de tal despliegue de poder mágico? Estuvo días meditando, tratando de buscar una solución a su dilema, la mujer tenía que morir, tarde o temprano, dejarla con vida lo pondría en entredicho con sus seguidores; Lord Voldemort no se caracterizaba por ser piadoso, jamás perdonaba una vida, menos la de una persona que decididamente era una molestia, la caída de esa muchacha, su muerte, seria la estocada final. Una muestra de su poder, un duro golpe para Potter y los suyos.

Pero al mismo tiempo… que triste desperdiciar todo ese poder.

Voldemort estuvo dos días encerrado maquinando sus planes. Era tan simple como la cría de caballos o de perros. Para reforzar ciertas características, a veces había que hacer el cruce adecuado. Después de todo, algunas cosas se tienen en la sangre. Despreciaba los orígenes de Hermione Granger tanto como los suyos, muggles, pero al mismo tiempo, sin esa combinación no fuesen lo que eran: dos estupendos magos. ¿Quién se atrevería a negar el hecho de que Lord Voldemort era el más grande hechicero de la historia? Aún con esos orígenes tan controversiales, lo mismo valía para Harry Potter -otro mestizo- y para Hermione Granger.

La Eugenesia no era tema que fuese ajeno a él, después de todo, en su época de juventud fue una especie de moda tanto entre magos como entre muggles, de hecho, los nazis en los años cuarenta habían investigado bastante sobre el tema. Buscaban crear el soldado perfecto mediante experimentos genéticos. Algo que a Voldemort le llamaba bastante la atención y si digamos… tomaba a una bruja poderosa pero sin linaje, y la unía con un brujo con estupendo pedigrí, y de paso además un factor conocido dentro de la ecuación, algunas características de su parte, de su propio poder, como manera de perpetuarse. Obviamente, él no iba a tomar el toro por los cuernos, estaba físicamente impedido para eso, por lo que necesitaría, alguien que hiciese el trabajo por él y completase el asunto.

Si… crear, concebir el soldado perfecto. Uno con el poder mágico de Granger, su propio poder mágico y el aditamento sanguíneo de un puro para limpiar la sangre del resultado de cualquier macula.

No tardó en fabricar la poción, donde puso parte de su sangre y su poder, después de todo, era una especie de continuación. Y se la dio a beber a ella.

Tenía varias opciones en mente, al final se decidió por dos nombres, los chicos de sangre más impoluta entre sus seguidores, dos jóvenes fuertes que harían de sementales. Pues sí, los dos, Voldemort no estaba dispuesto a jugar con su tiempo, entre más veces fuese montada la yegua, existían mas probabilidades de que se preñase… simple lógica. Se turnarían, los dos jóvenes escogidos, Theo Nott y Draco Malfoy, quisieran o no, fuese de su gusto o no, yacerían con ella día y noche, día tras día, a toda hora y en todo lugar, en una violación sistemática cuyo único fin era que Hermione Granger diese a luz a su mago perfecto.

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DEJEN REVIEWS