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Sabella

— ¿Qué te parece Las Bahamas? — en algún lugar de la habitación escuché su voz. ¿No se había marchado con mi cuñada hacía un rato? Detuve mi mirada exhaustiva sobre los nuevos planos que Jasper me había enviado en la mañana y la observe. Heidi estaba sentada aún en el sofá de cuero negro de mi estudio con la laptop sobre su regazo, sus dedos finos y con manicura impecable se arrastraban sobre el tuchpad con suavidad y su mirada estaba concentrada en la pantalla, sus hermosos ojos azules iban y venían y brillaban con el reflejo de lo que fuera que estaba mirando — ¡Me fascinan las playas… mira mi amor! El agua es tan trasparente… podemos hacer snorquel y buceo en aguas poco profundas, quiero ir.

Sonreí ante su entusiasmo y negué con la cabeza volviendo mi mirada hacia los planos, que por el momento, eran más importantes que el destino de nuestra Luna de miel —Creí que ya habías elegido ir a Nápoles — murmuré ausentemente— y organicé ya hasta las reservaciones en el Vesubio ¿No era lo que querías?

—Sí amor… pero mira las playas, son preciosas, creo que lo ideal sería que luego de los diez días en Nápoles nos tomemos unos diez más en alguna isla del Caribe, no lo sé… tal vez Las Bahamas, las Islas Vírgenes o tal vez Cancún… Caterina fue a Las Islas vírgenes en su luna de miel y le fascinó, quiero ir.

A veces Heidi parecía una niña caprichosa y demandante, lo cual podía caerle mal a algunas personas… como a mis hermanas, pero ¿Por qué no darle lo que ella deseaba? Yo podía dárselo y por supuesto no ponía ninguna objeción en eso. En menos de cinco meses más seremos marido y mujer, ella se iba a convertir en una Cullen y eso en mi mundo era demasiado. Me placía mantenerla feliz y contenta, ella era la mujer perfecta para mí y mientras estuviera en mis manos complacerla, lo haría. Aunque había un punto en el que sus necesidades y caprichos chocaban conmigo y era cuando entraba en juego algún aspecto de mi pasión, mi gran logro en la vida, el derivado de muchos años de estudio y preparación, mi trabajo.

No podía fingir modestia al hablar de mí mismo, ni mucho menos podía hacerlo cuando los demás ratificaban mis propios dichos. Según la revista Forbes yo era uno de los hombres jóvenes más exitosos de los últimos cinco años y uno de los más influyentes según la revista People. Algo que no tomaba mucho en cuenta, porque yo sabía quién era yo y muy bien y no necesitaba que un pedazo de papel me lo dijera para darme cuenta. Esas cosas frívolas eran cosas que a Heidi le interesarían y ella amaba mi reconocimiento público, amaba posar en las fotografías a mi lado, amaba ser el centro de atención. De hecho de esa manera la había conocido años atrás, Heidi Vulturis era hija de Aro Vulturis, uno de los más poderosos empresarios e inversionistas de Estados Unidos, conocí a la familia entera la noche de la inauguración de mi primer proyecto ambicioso dos años después de mi titulación, cuando aún formaba parte del equipo de trabajo de Frank Gehry y había ayudado en el diseño del Pabellón de Conciertos del Millennium Park.

La vi y en el segundo en que lo hice, me cautivó… Heidi era la mujer más elegante y hermosa de la noche, no irradiaba sexo o lujuria como muchas otras de las mujeres de allí que me observaban con ojos hambrientos, no… ella me cautivó por su sofisticación, elegancia, finura e inocencia. Ella era preciosa, alta, delgada y de tez pálida casi como la porcelana, su cabello caía liso hasta la cintura brillando de un rubio dorado y sus ojos azules brillando de anticipación al acercarme para pedirle bailar.

Fuimos novios por tres años hasta que su padre preguntó sutilmente cuando afianzaríamos la relación, no tuve ningún inconveniente en ir a comprar un anillo ostentoso y proponerle matrimonio a mi hermosa novia el día después en una cena romántica. Entonces mi vida se tornó perfecta… una futura esposa perfecta que encajaba muy bien en mi mundo y a mi lado, una carrera prospera y con un futuro inmejorable, una familia que me amaba y muchos millones en el banco y creciendo minuto a minuto.

Mi vida era perfecta. Yo, Edward Cullen, exitoso arquitecto de 32 años de edad había hecho mis estudios en la Universidad de Yale y había realizado un post grado en la Universidad de Manchester sobre Estructuras modernas. Tres años después de recibirme fundé mi estudio de arquitectos The Four junto a mi cuñado y mejor amigo Jasper Hale, Ben Chadney y Emmett McCarty.

Podía pecar de ambicioso, pero quería más, mucho más de lo increíblemente perfecta que era mi vida ahora, lo quería todo. Porque si algo movía a los seres humanos era la ambición, desear escalar, llegar mucho más alto y triunfar y yo no estaba exento a eso, yo me movía junto a la masa de personas que buscaban lo mismo. Yo no era para nada del tipo que quisiera quedarse solamente en un puesto de médico cirujano como humildemente lo había hecho mi padre o con un título de decoradora de interiores como tenía mi madre y no es que pensara que eso estuviera mal, honraba a mis padres y los admiraba, simplemente yo deseaba mucho más porque tenía la capacidad. Quería demostrarles a todos los que una vez dudaron de mí, que podía ser exitoso sin engañar ni difamar a nadie.

— ¿Qué dices amor?... — suspiré apartando la mirada de los planos y la dirigí a mi prometida la cual nuevamente había olvidado que estaba allí — ¿Cancún, Islas Vírgenes o Bahamas? —su labio inferior sobresalió un poco imitando un puchero, lo que me hizo sonreír.

—No lo sé querida, recuerda que luego de la luna de miel tengo proyectos que retomar y por iniciar, no puedo dejar al equipo solo por mucho tiempo, Jasper desea tomarse unos días de vacaciones también.

—Dile que las retrase, es nuestro matrimonio amor, tu hermana puede esperar. Además luego de eso ¿Cuándo volverás a tomarte tiempo libre? Desde que te conozco hace tres años nunca te has tomado vacaciones.

Cierto… no podía negarme, pero tampoco podía quejarme, en los últimos cinco años crecí profesionalmente de manera exponencial, mi equipo y yo éramos responsables de muchas obras arquitectónicas famosas y modernas de Chicago y sus alrededores. Nos especializábamos en edificios públicos y sociales. Actualmente trabajábamos en un megaproyecto, The Chicago Spire, un edificio de departamentos que cuando se finalizara pasaría a ser el rascacielos más alto de los Estados Unidos, soberbio decían mis contrapartes… yo decía, ambicioso. Llegaría a una altura de 2.000 pies y albergaría unos 1.200 departamentos y luego de trabajar dos años en el podía visualizarlo terminado en unos tres años más. Estaba orgulloso de ello y Heidi respetaba mi tiempo gastado en ese proyecto.

Debía compensarla…

—Bien cariño… como tú desees. Elige el lugar y haré los arreglos necesarios.

Heidi sonrió ampliamente satisfecha, conocía esa mirada triunfadora y me gustaba verla, me hacía sentir que la estaba haciendo feliz. Ella dejó la laptop sobre el sofá y se levantó alisando con ambas manos su falda lápiz gris humo hasta las rodillas y taconeó hasta mí, aparté la silla de mi escritorio para hacerle lugar en mi regazo.

—Gracias mi amor, gracias, gracias —dijo picoteando suavemente mis labios con los suyos —Te amo, te amo, te amo y por eso lo hago, porque siempre haces cosas que me hacen feliz.

Eso pensaba.

Rodeé su cintura con ambos brazos y la besé silenciándola, ella se dejó besar con la intensidad de mis besos y dejó que mi lengua invadiera su boca, que sabía a té amargo y edulcorante… ¿Cómo sabía que era edulcorante? Bueno, porque era dulce pero tenía ese dejo de sabor amargo en la lengua y mi novia no tomaba o comía nada dulce si no estaba hecho con edulcorante.

Ella se quejó, pero no la dejé ir, subí mis manos por el contorno de su cuerpo tocando su cintura apretada y su torso envuelto en esa camisa de seda beige, mis pulgares alcanzaron a cepillar el lateral de sus pechos algo que hizo que mi pene saltara en mis pantalones. No podía culparme, yo estaba concentrado en mis planos y ella fue la que me distrajo, ahora podía pagármelas con un poco de sexo rudo en el escritorio de mi oficina ¿no?

Claro que no, mi novia no era de esas.

—Edward —sus manos se apoyaron en mi pecho separando su cuerpo del mío para luego tomar mis manos que estaban a punto de tazar sus pechos y apartarlas de su cuerpo, —aquí no… mi hermana está en tu sala con Alec.

Suspiré fuerte dejando caer mi cabeza sobre el respaldo de mi silla mientras Heidi salía de mi regazo alisando su falda. Muchos podían decir y de hecho lo hacían, como mi hermana Alice, que Heidi era una mojigata, otros como Rosalie, mi otra hermana, podían decir que Heidi era una frígida. Cosas que eran totalmente inciertas, Heidi era una dama.

— ¡Oh! Amor… —habló después de un incomodo silencio —Caterina y yo iremos a cenar a casa de Jane mañana por la noche, tenemos que ver el catalogo exclusivo de Dolche y Gabbana para elegir los vestidos de la madrina y las damas de honor.

—Bien —dije ajustando sutilmente mi erección insultada y volviendo mis ojos a los planos, a ver si de una vez por todas podía concentrarme en ellos y examinarlo a fondo.

—Tienes una cena con Alec mañana por la noche… ¿no?

—Sí, pero no será una cena, nos reuniremos informalmente en un club privado a discutir detalles de la inversión que hizo tu cuñado en algunos proyectos, además irán Jasper y otros socios de Alec.

¿Nuestro destino? "Enigma", era un club nuevo en la ciudad, había sido inaugurado hacía dos meses y combinaba, según Alec, la buena música, ambiente relajado y buenos tragos, además que los fines de semana actuaban distintos artistas locales y era un lugar ideal para una charla relajada de negocios porque tenía exclusivo derecho de admisión, solo empresarios con previa reserva e invitados.

—Suerte con eso cariño, recuerda que nos veremos en casa de mi madre el domingo por la mañana —dijo antes de abrir la puerta de mi despacho.

—Lo sé querida, no llegaré tarde —se marco dejando mis palabras en el aire…

Los Vulturis eran de esas familias tradicionales que hacían almuerzos familiares los domingos y fiestas multitudinarias en cada festividad, como Navidad o Año Nuevo o para cada cumpleaños, por lo que junto a Heidi había pasado tres años de fiesta en fiesta familiar, no era que me quejara, solo que también me gustaba salir solo con mi cuñado Jasper a disfrutar solo de noches de amigos. A Heidi no le gustaba salir a clubes nocturnos y respetaba eso de ella, decía que eran antros de degeneración y tentación y no propios para personas como nosotros, con nuestro status y posición social. Lo sé, podía pecar de esnobismo, pero Heidi y los Vulturis eran así, les importaba mucho la posición social y la imagen exterior que podían dar y yo no hacía más que respetarlo a pesar de no compartir del todo sus ideas, realmente la pasaba bien con mis amigos cuando salíamos a clubes, sin caer en la tentación o degenerarme, no era un snob porque mis padres cultivaron en mi valores que no me permitía diferencias y mucho menos denigrar a las personas desfavorecidas, pero aún así trataba de respetar las ideas de la familia que me recibiría en su seno dentro de unos meses.

Veamos… el plano que tenía en mis manos tenía que ver con uno de los proyectos más ambiciosos en el que mi equipo y yo habíamos trabajado durante meses y meses en los último dos años. El Comité olímpico encargado de los juegos Olímpicos en Londres para el 2012, había organizado un concurso entre varios equipos arquitectónicos para diseñar una de las sedes olímpicas en Londres, se trataba del nuevo Estadio de Wembley, uno de los estadios de futbol que albergaría a los equipos que competirán en los juegos. Nosotros buscábamos la adjudicación del proyecto, quería construirlo y tenía ya los planos en los que habíamos trabajado para presentarlos al Comité, ya casi listos en su totalidad. En dos meses teníamos que presentarnos ante una reunión para exponer nuestro proyecto en su totalidad, terminaríamos la maqueta en menos de dos semanas y solo nos faltarían cuestiones numéricas relacionadas con el material a emplear.

Tomé mi celular y le marqué a Jasper, era viernes por la noche y él ya debía estar en casa con Alice, mi hermana, comenzando a disfrutar el fin de semana, pero él también sabía que para mí los fines de semana no existían.

—Edward, hola. Supongo que ya has visto los planos del techo ¿no? —podía oír a Alice de fondo "¿Jasper? ¿Estás listo?... ¿Qué diablos?... es Edward? ¡Córtale!"

Reí entre dientes, amaba hacer enfurecer a mi hermana. Ella y Rose eran tan distintas a mí, Alice era introvertida, vibrante y un torbellino de energía que a todo el mundo simpatizaba, excepto a mi prometida. Y Rose, ella era sarcástica, irónica, un poco egocéntrica y amaba demostrar las diferencias entre ella y Heidi, ambas rubias… solo que según ella, Heidi carecía de materia gris. En defensa de mi novia, ella no se prestaba para tales estupideces, simplemente ignoraba a Rose como yo lo hacía.

—Lo he hecho… mañana tendré una videoconferencia con Bengley y Exo Sport, quiero saber exactamente qué posibilidades hay de que utilicemos nuevos materiales igual de resistentes que el hierro, como el que usaron en el Cubo de agua en Pekín.

—Bueno… eso sería un aumento extra en el presupuesto para lo que hemos calculado, aunque también será una buena utilización de materiales bioecológicos y sé que eso nos dará un punto extra, no lo sé Edward, ya habíamos hablado de esto y en mi opinión, el hierro forjado sería el más apropiado para el techo.

—Entonces tendremos que reforzar el arco —dije ausentemente haciendo algunas anotaciones en mi laptop. En el mercado habían muchas opciones para realizar techos corredizos de alta tecnología y modernos, pero yo quería algo inusual, algo original, respetando las leyes físicas y el presupuesto que teníamos valorado.

—Podríamos usar una aleación de zinc y hierro para de esta manera hacer el arco más fuerte… tendremos que consultarlo con el equipo.

—Sí… lo consultaré con Ben, él es el analista de los materiales. Quizá podamos encontrar algún material que no sea tan pesado como el plomo, el aluminio o el hierro pero igual de resistente, recuerda que las placas del techo se deben deslizar y ser lo suficientemente livianos para eso. ¿Crees que podrían funcionar las láminas de policarbonato como el estadio de Emiratos?

—Quizá, sería una buena opción, aunque debemos ver si funcionan bien con el dispositivo de deslizamiento ¿Quieres que el lunes comience a investigar con otras obras parecidas? —de fondo nuevamente oí la voz de Alice "Córtale ahora Jasper Andrew Withlock, si no quieres dormir en la casa del perro afuera esta noche" a lo que Jasper resopló.

—Bien, el lunes veremos qué hacer, los planos están bien, pero los haré oficiales cuando decidamos que clase de materiales usaremos para el techo, nos vemos mañana por la noche, por cierto… ¿Iras?

—Claro, Alice saldrá con Rose a no sé qué lugar y yo iré a la reunión ¿Asistirás tú? —preguntó en tono sardónico- ¿Tu novia no te puso peros? —podía oír la burla en sus palabras.

A veces envidiaba a mi cuñado, Alice no era como Heidi, no era insegura ni desconfiada, no pensaba mal de Jasper y por supuesto confiaba en él, algo que Heidi no hacía conmigo. Y no era que Heidi tuviera defectos como para ser insegura, ella era perfecta, pero ella me veía como mucho más de lo que era. Ella decía que las mujeres me comían con los ojos aún estando ella a mi lado, aún sabiendo que era un hombre comprometido y a punto de casarme y eso la hacía sentir insegura, algo que yo encontraba totalmente absurdo. No había mujer que obtuviera mi mirada por más que unos segundos, no había nadie como ella y mi novia era suficiente para mí. Punto.

—No, no me puso peros, ahí voy a estar.

—Bien, nos vemos allí entonces… ahora te dejo antes de que tu hermana decida usar mis bolas para alimentar a los perros, esta noche iremos a la opera.

—Suerte con eso —dije con una sonrisa— y dile a mi hermana que no sea tan histérica, parece mujer en plena menopausia —mi hermana enfurecería con eso.

—Uuhh te matará —Jasper cortó la llamada entre risas.

El sábado amanecí solo en mi cama, eran pocas las noches en que Heidi se quedaba en mi pent-house, no porque yo no lo deseara, de hecho yo le insistía cada noche para que se quedara conmigo, pero a ella le parecía mejor ir a casa de sus padres a dormir como niña buena. Al menos antes de irse me dejaba saciado y medianamente satisfecho… aun no podía entender por qué a mi futura esposa no le gustaba el sexo oral en ninguna de sus formas, por más que intentara que le gustara ella estaba decidida en que el sexo oral era asqueroso y de mal gusto. Mierda… pura mierda, simplemente me gustaría de vez en cuando recibir una mamada decente por parte de mi novia, a pesar de eso, el sexo con ella estaba bien. Me dejaba satisfecho y conforme y luego se vestía y se iba.

Cerré mi laptop a las 20:30 pm, luego de una tarde rezagada en mi despacho revisando el plano de las distintas áreas del estadio entre ellas los baños, los vestidores y el sector de la tribuna desmontable para dejar al descubierto la pista de atletismo y de una larga videoconferencia con algunos colegas expertos en construcción de estadios cubiertos, estaba obsesionado con este proyecto y día a día no dejaba de ver cada detalle del diseño. Solo esperaba que el Comité viera con mis mismos ojos a mi bebé… porque este era el sueño de mi vida y aunque ellos no lo hicieran realidad iba a encontrar inversionistas que lo realizaran.

Me tomé una ducha larga y relajante, los músculos de mis hombros y cuello me estaban matando y necesitaba un masaje urgente, tendría que pedirle a Diana, mi asistente, que me consiguiera cita con Senna. Cerré la ducha y salí anudándome una toalla en mi cadera, fui hasta mi vestidor mientras mi cuerpo se secaba con el aire y saqué una camisa blanca y un par de jeans azul oscuro, me coloqué mi bóxer negro y luego de vestirme me anudé los zapatos negros y me coloqué mi abrigo de cuero negro que pocas veces usaba solo para salir con amigos o andar en mi preciosa moto.

Mi celular sonó cuando tomé las llaves de mi Aston Martin y atendí saliendo de mi departamento hacia el ascensor.

—Hola amor, ¿Ya estás por irte? —Heidi me saludó cuando contesté.

—Sí, ya estoy saliendo hacia el club ¿Qué haces? —dejé caer mi cabeza en la pared mientras el ascensor descendía.

—Estoy con Caterina y Jane mirando los catálogos, ¿Qué color prefieres? ¿Verde botella o rojo borgoña? —de fondo escuché las voces de mi cuñada y la mejor amiga de mi novia y el sonido de hojas y música, al parecer estaban entretenidas.

—Según para qué… pero de todas maneras sabes que el que tú elijas estará bien —salí del ascensor y caminé hacia la salida dándole un saludo con mi mano a Michael, el conserje. —Sabes que confío en tu criterio.

—Bueno, es para los vestidos de las damas de honor, que irán a juego con las corbatas del padrino y sus acompañantes —Rodé los ojos, eso era algo que indistintamente de mi opinión decidiría ella misma.

—Amor, tengo que conducir, te llamo mañana antes de ir a casa de tus padres —murmuré desbloqueando mi Aston, me subí y en seguida arranqué el motor que surgió a la vida con un suave ronroneo. El Aston era uno de mis muchos juguetes junto con la Ducati 999 que tenía en el garaje y que había adquirido cinco meses antes de su lanzamiento por la preciosa suma de 22.000 €.

—Ok querido, ya sabes, mantén tus ojitos preciosos para ti mismo amor —sonreí al escuchar esas palabras, su tono había sido gracioso, pero pude oír la advertencia implícita.

Luego de asegurarle una vez más mi fidelidad corté para pisar a fondo el acelerador, era liberador andar a toda velocidad por las calles de Chicago, me gustaba la sensación de libertad y sentimiento de olvido que me daba liberar un poco de adrenalina.

El club "Enigma" era exclusivo y se podía ver eso desde la distancia. Quedaba ubicado en una de las zonas más distintivas de la ciudad, había bares, restaurantes y otros clubes alrededor, pero este era el único que en su estacionamiento tenía autos de última generación protegidos por agentes de seguridad propios del lugar. Bajé de mi belleza luego de detenerme en la entrada y le dejé las llaves al valet con la advertencia de que cuidara ese tesoro. Luego de mostrar mi invitación al gorila de la entrada, entré al lugar y enseguida me gustó.

Tenía un aire místico y como su nombre lo decía, enigmático. No era un club de muy grandes dimensiones, era más bien íntimo y con un ambiente relajante. Las paredes eran de ladrillo rustico similar a la piedra y sus pisos de un parquet oscuro, el techo era bajo y equipado con un sistema empotrado de luces bajas y de media luz. Revisé el lugar con mis ojos críticos hasta que la anfitriona llegó a mi lado.

—Señor Cullen ¿Cierto? —asentí sin mirarla y aún con los ojos fijos en el diseño del lugar, Esme, mi madre, se hubiese deleitado con esas telas de seda y tafetán de colores que adornaban los sofás bajos y los almohadones, había en la decoración un dejo al Medio Oriente por los colores y los materiales. —Bienvenido… mi nombre es Anna para lo que necesite, por aquí por favor, lo están esperando en una de las mesas.

Seguí a la mujer por el lugar sorteando varios sofás bajos en el que las personas hablaban entretenidas con copas en las manos. Anna me llevó hasta una de las pocas mesas que había en el lugar situada casi frente a una improvisada pista de baile cubierta por alfombras persas y rodeada con pufs del mismo material. Era muy informal todo, pero me gustaba.

—¡Edward! Te estábamos esperando, hombre pensé que ya no vendrías… —Emmett se había levantado de una de las sillas que rodeaban la mesa, habían como unas siete personas más allí en plena conversación y con copas en las manos, en el centro de la mesa de madera rustica pude ver una serie de platillos, tal vez bocadillos y cosas similares. Jasper levantó la cabeza cuando oyó mi nombre, él sonreía de oreja a oreja y a juzgar por la copa de brandy en la mano, podía decir que esta reunión ejecutiva solo era una fachada para novias y esposas. —¡Estos hombres sí que tienen ideas Edward! Te lo estabas perdiendo, creo que tu rascacielos llegará más alto de lo que tienes propuesto, aprovéchalos.

Reí entre dientes, el hombre por naturaleza era fácil y manejable cuando un poco de alcohol invadía sus venas y llegaba hasta su cabeza, lo divertido sería ver cómo a la mañana siguiente se levantaban sin recordar nada de lo que esta noche se hablaría.

Me senté en una silla entre Jasper y Alec con Emmett frente a mí, entre los tres me presentaron a amigos y colegas y los saludé con el mismo entusiasmo con el que ellos me saludaban. Pude ver la admiración en sus ojos. Pedí un Martini a la camarera y poco a poco fui participando de las conversaciones acompañado por la música suave de fondo, sonaba como música hindú instrumental.

—Así que Edward… te nos casas pronto, ¿En serio estás preparado para someterte al látigo? —Mike, un amigo de Alec parecía tener el complejo de confianza extrema, ¡Por dios! Si apenas nos conocíamos y tratándome con tanta familiaridad. Bufé por lo cliché de su frase.

—Sí, Heidi y yo nos casaremos pronto y por supuesto que no me someto al látigo, ella es la mujer perfecta para mí y la quiero a mi lado para siempre, tan simple como eso. —Tomé un sorbo de mi tercer Martini.

—Wow… hablas con tanta seguridad, me gustaría tener esa seguridad al decir que pasaré el resto de mi vida con la mujer que amo, pero creo que hasta eso no puede asegurarse. Las cosas cambian… pero ¿Qué te puedo decir yo a ti? Eres tú el triunfador, el ganador… no hay nada en tu vida en lo que te vaya mal ¿no?

Miré a Jasper con la pregunta implícita en mis ojos "¿Qué le pasa a este tipo?", mi amigo se alzó de hombros y disimuló muy bien una sonrisa cómica. Miré a Mike nuevamente y alcé los hombros. —Cuestión de suerte y buena estrella… —mascullé antes de tomar de mi copa.

—Por supuesto, espero que me contagies un poco de esa buena suerte amigo, esta noche me gustaría llevarme a casa a esa preciosidad que cada sábado baila aquí, más específicamente a mi cama… dios, cómo me gustaría que ese par de piernas me apretaran toda la noche.

¿De qué carajo estaba hablando? Era obvio que el alcohol lo estaba haciendo divagar. Miré a Alec y me sorprendí al verlo sonriente asentir con la cabeza, de acuerdo con las palabras de Mike. Él se topó con mi mirada y supongo que vio mi pregunta en mi rostro.

—Él se refiere a Sabella. Una preciosidad que baila aquí cada sábado, cada vez que baila hay que secar con servilletas el suelo debajo de la mayoría de los hombres de aquí, salivan como perros hambrientos.

Alcé las cejas incrédulo, porque ciertamente no había bailado ninguna mujer en el tiempo que ya llevábamos allí. Aunque el lugar estaba notablemente más concurrido a lo que estaba cuando llegué, aun sin haber asientos para todos, algunos hombres estaban parados con las copas en sus manos por todo el club.

—Uff hombre… no puedes culparlos, los infelices esperan los sábados a la noche durante toda una semana sin verla soportando novias insípidas o mujeres sin gracia… Sabella es un manjar que entra por los ojos y si tienes suerte puedas probarla con el resto de tus sentidos. Aunque dicen que es muy jodidamente suertudo el que logra probarla —Mike hablaba mirando el suelo de la pista de baile cubierta de alfombras, casi parecía un soñador. No podía creer que una mujer provocara tanto en un hombre, por más necesitado que pudiera lucir como Mike, el pobre necesitaba urgentemente una buena follada.

Una nueva ronda de Martinis llegó, estaba suave esta noche porque tenía que llevar mi Aston a casa, pero me deleité saboreando los bocadillos de paté de hígado de cabra y canapés de olivas negras con especias, deliciosos manjares. Estaba por levantarme para ir al baño cuando un sonido fuerte y grabe de platillo resonó en todo el lugar, era como un gong e inmediatamente la sala se oscureció.

— ¡Sí! Al fin… —masculló Mike aplaudiendo junto con otros hombres en el lugar que al mismo tiempo silbaban y aullaban como lobos hambrientos. Miré hacia la pista de baile vacía y solo iluminada por unos pocos focos de luz clara, el humo de baja altura comenzó a rodear las patas de las mesas y nuestros pies intensificando ese aire místico que emanaba el lugar.

Y entonces la vi…

Ella estaba de espaldas a nosotros, parada cual junco a la orilla de un lago, su cabello castaño oscuro y ondulado caía sobre su espalda y se me hizo de lo más erótico la manera en que las puntas de ese cabello tocaban la piel desnuda de su baja espalda, sobre el inicio de su culo redondo y respingado. Habían dos huequitos allí y por un momento, llevado por mi ligera embriaguez, me imaginé a mi mismo tomando sus caderas desde atrás, hundiendo mis pulgares en esos huequitos y envistiendo contra ella una y otra vez.

¡Mierda… ni siquiera le había visto la cara a la mujer! ¿Qué carajo le habían echado a las bebidas?

Por más que quise mirar a algún camarero para preguntarle tal estupidez, no pude separar mi mirada de esa… mujer que allí esperaba. Estaba vestida por lo que parecía ser un vestido largo y de telas brillantes de color rojo bermellón y gris plata, estampadas con arabescos y otras figuras, un vestido amplio que caía hasta sus pies pero que se sostenía precariamente de sus caderas bajas. Entonces el silencio se rompió por el sonido de un tambor que retumbaba con cierto ritmo lento y sensual, ella comenzó a mover sus caderas al ritmo de ese tambor.

En algún momento se volteó al público luego de que sus caderas dejaran de seguir el ritmo de los tambores dejando al descubierto su hermoso cuerpo, cielos… ¿Cómo una bailarina de danzas orientales podía tener semejante cuerpo?

Su rostro estaba enmarcado por ese cabello castaño oscuro que caía como cortinas ondulantes alrededor de sus hombros, su rostro en forma de corazón contenía un par de labios llenos que sonreían sensualmente, sus ojos parecían claros, como de un verde profundo y contrastaba tan bien con ese color de piel que lucía un suave bronceado. Su cuerpo era delgado, pero con una pequeña cintura que destacaba aún más esas caderas, sus pechos cabrían perfectamente en mis manos y estaban escondidos tras ese sujetador rojo bermellón haciendo juego con su vestido. Y lo que más atrajo mi atención, fue su vientre liso y torneado que movía con tanta precisión y sensualidad al ritmo de la música.

Se movía cual serpiente en un desierto, quebraba sus caderas haciendo que ese caderín de monedas de oro que colgaban en ellas tintinearan marcando el ritmo de la música, cielos… era tan sensual. Era una tortura.

En algún lugar alrededor mío la gente silbaba y aullaba con sus movimientos, Mike decía algo que mis oídos captaban pero que mi mente no procesaba al estar muy ocupado reteniendo cada segundo que esa hermosa morena me regalaba. Su vientre estaba bañado por una ligera capa de sudor, al igual que sus pechos y su espalda, que se arqueaba tan eróticamente… dios, quería lamerla.

¿Qué mierda?

Luego de unos cinco minutos de baile ella comenzó a interactuar con el público, que estaba seguro que solo se había reunido en ese lugar para verla solo a ella, aplaudía alentándonos a hacerlo y bailaba junto a cada una de las mesas, el foco de luz solo la seguía a ella.

— ¡Sabella! —el grito de Mike me hizo verlo con el ceño fruncido, el tipo estaba totalmente enajenado, parecía babear por ella y cuando ella se acercó a nuestra mesa, me daba la impresión que en cualquier segundo él le iba a saltar encima o simplemente iba a caer desmayado de la impresión.

Sabella bailó al lado de nuestra mesa, cielos… si a unos cuantos metros era impresionante, de cerca… mierda. Todos aplaudían y en algún lugar de mi mente sabía que yo debía hacerlo igual, pero mis putas manos no parecían reaccionar. Mis ojos estaban clavados en ella y mi corazón trabajaba en su máxima potencia y, tenía que admitirlo, también mi pene. Sentía que toda la sangre que mi corazón bombeaba a cien por minuto iba a parar a ese lugar… qué bueno que me había puesto un jean oscuro, lo cual hacia mi prominente erección menos visible, aunque por primera vez no tenía que preocuparme por esa obviedad, todo hombre heterosexual en esa sala debía estar en mis mismas condiciones. ¿Esta mujer era consciente de las cosas que provocaba?

En un momento que temía, ella se paró justo frente a mí y sus oscuros ojos verdes se clavaron en los míos, una sonrisa capaz de hacer latir el corazón de un muerto, se posó en sus labios de un rojo carmín. Sus pies descalzos caminaron lentamente paso a paso hacia mí, hasta que sus piernas se situaron entre las mías y su vientre solo a escasos centímetros de mi rostro, ella alzó los brazos por encima de su cabeza y me miró como una invitación… mierda, deseaba hacer correr mis manos por ese cuerpo, por ese vientre, quería tomarla de esas caderas que se burlaron de mí desde que comenzó su baile sensual y sentarla sobre la gruesa y lista erección que había provocado… un flash de ella cabalgándome pasó frente a mis ojos y casi, casi lo hago, tuve que cerrar mis puños con fuerza. Ella bailó frente a mí… movió su vientre y lo hizo temblar, sus caderas temblaban y se movían una y otra vez ondulantemente, dios… yo solo podía imaginármela haciendo esos movimientos sobre mi pene. Ella volteó sobre sí misma y ahora su culo redondo y respingón estaba frente a mi rostro… ¿Qué carajo? ¿Quería matarme?

— ¡Oh si Sabella, ven aquí nena! — gritó Mike en algún lugar, pero ella no le prestó atención y si lo hizo lo ignoró. Continuó agitando su culo frente a mí tentándome a agarrarlo con ambas manos… cielos ¿Qué estaba mal en mí?

Entonces ella me miró por encima de su hombro… sonrió sensualmente y me guiño un ojo, mi pene se agitó debajo de mi pantalón. Y todo terminó… ella se alejó nuevamente hacia la pista de baile, dejándome enfebrecido y agitado. Por primera vez en mi vida deseaba bajar el cierre de mi pantalón, tomar mi pene duro y caliente y masturbarme como enajenado.

Cielos…

Ella bailó un poco más, agitó sus caderas un poco más, hizo vibrar su vientre un poco más, hasta que la música paró así como también lo hizo ella, saludó al público con una reverencia y luego de un saludo con su mano salió por el costado de la pista de baile. Y como si de un sueño se hubiese tratando, las luces se encendieron y todos volvieron a actuar como lo hacían antes de su aparición, aunque muchos dejaron el local dándome a entender que lo único que querían era verla a ella. Yo… simplemente… me había quedado sin palabras y veía a mis amigos a mí alrededor, Jasper estaba en las mismas condiciones solo que parecía ansioso para salir de allí, creo que mi hermana la pasaría mejor que yo esta noche.

Mierda… ¿Cómo demonios pase de estar duro a causa de esa morena a pensar en mi hermana teniendo sexo? Desagradable…

Alec por su parte sonreía mirándome con las cejas alzadas y Mike aún miraba la pista de baile, como si pudiera hacer aparecer a Sabella con la fuerza de su mirada. El resto de los hombres habían quedado en un estado deplorable… como si un huracán hubiese arrasado con ellos.

—Permiso… voy al baño —Mike se levantó de la silla como si tuviese un resorte en el culo, y desapareció por la puerta del baño donde curiosamente ya esperaban más hombres.

Alec se rió y lo miré con una ceja alzada —Siempre hace eso, el pobre hijo de puta se queda caliente y a punto de estallar luego de Sabella.

¿Quién no?...

Sonreí negando con la cabeza, tendría que esperar llegar a mi casa para ir al baño, cielos… solo un par de caricias rudas, solo un par y me vendría como un adolescente.

Desde ese momento mi cabeza estuvo ausente por el resto de la noche, no volví a tomar alcohol, quería llegar vivo a casa por lo que me pedí un café bien negro. Pretendí estar atento a las conversaciones de los demás, como a veces hacía con mi prometida y mi cabeza estaba en otras cosas, pero mis ojos iban inconscientemente hacia el lugar donde esa morena hermosa había desaparecido. No la vi otra vez, pensaba que iba a estar dando vueltas por el bar como la atracción que era, pero ella simplemente no salió otra vez.

Mi prometida…

Irónicamente no me había acordado de ella en toda la noche. Supongo que era normal ¿no?... que durante el compromiso previo a entregar tu vida a otra persona y casarte con ella para serle fiel para toda la vida, se te presenten tales tentaciones… y poder vencerlas y ser capaz de demostrar que vas en serio con esa relación.

Supongo que es normal sentir las inconmensurables ganas de llevar a la cama a una mujer que no es la que lleva tu anillo de compromiso en su dedo, es normal excitarse al punto de casi estallar en tus pantalones con solo verla como nunca te sucede con tu novia, que es normal desear verla otra vez y sentir que eres capaz de ir a hablar con quien fuera el dueño de ese club y pagar lo que fuera para dejarme verla otra vez en privado…

Todo eso era normal ¿no?…

Esa noche salí de ese club sintiéndome ambivalente, por un lado me sentía eufórico… había podido disfrutar de una de las mejores noches de mi vida y mi mente se iba llena de imágenes que seguramente mis sueños se harían cargo de evocar y manipular de tal manera, que esta noche aunque sea en ellos, tocaría de mil formas a esa mujer. Y por otro lado… me sentía miserable… por dos cosas, porque a duras penas pude ser fiel y porque deseaba ver de nuevo a esa mujer…


Wwwwuuuuhhuuu... yes! Tenía muchas ganas de subir este fic, al menos el primer capi. ¿Cómo me inspiré? Bueno... en un primer momento fue porque mi hija estudia danzas árabes y buscando videos para descargarlos me encontré con varios que me hicieron pensar... ¿y que tal sería si...? Entonces no me aguanté y escribí todo el sábado y parte del domingo y aquí lo tienen.

Hay varias cosas que deben tener en cuenta...

1- Los proyectos arquitectónicos que aquí se nombran son reales y pueden buscarlos en internet si quieren, solo que bueno... quiero soñar que Edward es el responsable de todos ellos.

2- Los juegos Olimpicos, estamos cerca y que mejor que hacer un fic que tenga algo relacionado a ellos. En el estadio de Wembley se jugaran los partidos de futbol, espero que recuerden este fic cuando los vean.

3- Bella es Sabella, por si todavía no lo dedujeron. Y si, ella tiene los ojos verdes. En el capitulo siguiente sabrán por qué.

4- Habrá mucha danza árabe por aquí y mucho lemmon... espero que les guste y por favor vean los videos, sabrán de que les hablo cuando les digo que es sensual y erótico.