DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de la querida señora Meyer, la trama de la historia es mía.

Capítulo Beteado por Ariadna Castro, Beta FFAD.

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¿Qué puede salir mal en una noche diversión? Isabella definitivamente no se esperaba ser acechada por un hombre encapuchado de ojos verdes, así como tampoco puede evitar el deseo por el nuevo chico malo Edward Cullen

Pero, él tiene más secretos que tatuajes en su cuerpo y ella deseara descubrir cada uno de ellos.

Ambos descubrirán que no son tan diferentes.

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Inesperado

Isabella se estremeció por el frío de la noche, en la discoteca hacía un poco más de calor con los cuerpos sudorosos moviéndose al compás de la música. Había salido en una noche de chicas a la disco de sus amigos Peter y Charlotte en compañía de su hermana Alice y su amiga Jessica y Victoria.

Camino más rápido hacia su auto queriendo llegar pronto a su casa y descansar de un día terriblemente agotador pero un hombre encapuchado vestido completamente de negro cortó su paso. La pelirroja intento salir corriendo pero él la tomo bruscamente del brazo impidiendo el intento de fuga.

—Suélteme —dijo nerviosa.

—Has silencio —respondió el encapuchado con voz dura.

Isabella estaba abriendo la boca para gritar y pedir ayuda cuando él cubrió su boca arrastrándola hasta un callejón pegándola contra una pared sin ningún tipo de delicadeza. Del otro lado de la calle se empezaron a escuchar pasos y murmullos de hombres.

—Búsquenlo no debe estar muy lejos —gritó uno de ellos. Por el tono de voz Isabella imaginó que se trataba del líder o jefe.

—No puede escaparse o el jefe nos matará —dijo otro.

—Muévanse —ordenó de nuevo el líder.

Los hombres se alejaron en la dirección contraria donde se hallaba Isabella y el encapuchado, entonces el hombre saco una pistola apuntándola directamente a la cabeza.

Isabella empezó a temblar pidiéndole a Dios que no permitiera que este loco asesino acabará con su vida aún era muy joven para morir.

—Por favor no me mates —imploró.

—Silencio no te haré daño pero necesito que nos saques de aquí, esos malditos aún andan cerca.

El encapuchado la tomó por el brazo arrestándola al carro donde la había conseguido antes. Isabella se subió al puesto del conductor y espero que él se subiera al del copiloto. Había pensando en huir pero desecho la idea, con lo nerviosa que estaba iba a empeorar las cosas y el tipo se cabrearía y la mataría.

—Maneja a donde yo te diga —ordenó.

Manejo por las calles oscuras de Londres siguiendo las indicaciones del encapuchado, lo que más deseaba era despertar en su cama y que todo fuera una terrible pesadilla. Tomaba respiraciones profundas obligándose a no entrar en pánico e intento ignorarlo todo el camino pero era imposible, a pesar que únicamente podía ver sus ojos verdes.

—Déjame aquí —ordenó.

Isabella lo vio bajar en silencio en una carretera oscura donde parecía que el único carro era el de ella.

—Maneja por donde hayas venido para regresar, no te será difícil —dijo desapareciendo en la oscuridad.

La pelirroja hizo lo que el encapuchado le ordeno manejando a gran velocidad hasta llegar a su casa, bajo corriendo hasta la puerta pero antes de meter las llaves en la cerradura estas se cayeron, tuvo que intentarlo dos veces más hasta que abrió al fin. Cerró la puerta detrás de ella con llave y se desplomó en el piso de la sala abrazando sus piernas con sus brazos sollozando desesperada.

El miedo le calaba los huesos

Cuando despertó al día siguiente supo que se había quedado dormida en uno de los sofás, subió las escaleras hasta su habitación y vomitó lo que había comido la noche anterior. Dio gracias a Dios porque era sábado y no le tocaba ir a trabajar.

Durante todo el día intento distraerse pero nada funciono, lo único que tal vez le permitiría olvidarse de todo era ir a patinar en la pista de hielo así que se coloco sus patines y fue a la pista de patinaje más cercana. Era una de las cosas que más amaba hacer pero solo su pequeñas hermana Alice la apoyaba.

Una vez empezó se concentro únicamente en la música, en los pasos. Patinar para ella era tan natural como caminar o hablar. Era un mundo donde podía ser quién realmente era sin importar si lo hacía bien o mal. Una vez terminó de bailar varios aplaudieron pero la chica solo sonrió sintiendo un rubor subir por sus mejillas. Se quito los patines para guardarlos en el bolso pero no se fijo que no estaban bien guardados sino cuando se levanto estos se cayeron.

Ante que ella los recogiera vio una mano agarrarlos por ella.

—Gracias —Al levantar la vista Isabella se topo con unos ojos verdes. Era un hombre alto, musculoso, de nariz perfilada, boca para comérsela y el cabello de un extraño color cobrizo. Era de esos chicos que parecía sacado de una revista porno.

Cuando sonrió hizo que sus bragas se humedecieran.

—Hola —su voz era aterciopelada.

—Gracias de nuevo —dijo quitándole los patines, cuando sus manos hicieron contacto sintió una corriente recorrer todo su cuerpo y quiso que esas mismas manos le tocarán de mil maneras.

—Me llamo Edward —se presento.

—Soy Bella —respondió la castaña —Nunca te había visto por aquí

—Me mude hace como un mes así que soy prácticamente nuevo —dijo con una sonrisa.

—Edward tengo que irme pero ha sido un placer —extendió su mano para estrecharla con la de él pero Edward la tomo de la cintura para darle un beso en la mejilla.

—El placer ha sido mío Bella nos veremos de nuevo —prometió.

Isabella partió en su auto con una sonrisa pensando que Edward era un nombre lindo igual que sus ojos verdes.

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Cuando Isabella se dio cuenta, el lunes ya había llegado dejando atrás el fin de semana y su encuentro con el encapuchado El sábado había despertado en la madrugada por una terrible pesadilla pero el domingo lo solucionó con unas pastillas para dormir.

La noche anterior había programado la alarma para que sonara temprano dándole tiempo de estar lista para así poder llegar temprano al trabajo porque tenía una reunión a primera hora con su jefe. Se vistió con una falda de tubo negra, blusa blanca con volados y sus tacones altos negros. Se amarro su cabello rojo en una coleta alta para verse profesional.

Su trabajo de organizadora de eventos no exigía como debía vestir pero los tacones la hacían sentirse sexy además que alargaban sus piernas.

Manejo en su auto hasta su trabajo y cuando entro a su oficina encontró a su amiga y compañera de trabajo en su escritorio.

—Bella que bueno que llegaste estaba muriéndome de nervios, el señor Black espera por nosotras para darnos las pautas del próximo proyecto —dijo Victoria suspirando tratando de tranquilizarse.

—Vamos.

Entraron a la oficina de su jefe después de un pase.

—Señoritas —saludo en cuanto entraron.

—Señor —respondieron al unísono

—Pueden tomar asiento —dijo señalando las dos sillas al frente de su escritorio. Las chicas obedecieron inmediatamente.

—Las mande a llamar porque nos contrataron para un nuevo evento importante, el publicista de Victoria Secrets se reunió con nosotros para que organicemos una pasarela para su nueva colección de ropa interior, y cuando digo organización me refiero al lugar, cantante, invitados, sonido, aperitivos, invitaciones, ustedes conocen esto tanto como yo.

—Quiero que cada cosa que hagan me lo pasen por escrito —ordeno.

—Si señor —respondió Victoria.

—Queremos agradecerle por la oportunidad —murmuro Isabella sintiéndose emocionada.

—Bueno muéstrenme que supe elegirlas para organizar algo tan importante y después me lo agradecen —Ah y otra cosa chicas mi hijo Jacob las ayudará con el sonido tendrán que ponerse de acuerdo con él.

Las chicas salieron de la oficina pensando en todo el trabajo que tenían por delante pero aun así no disminuyeron sus ánimos, esa misma tarde llamaron a la empresa para que le proporcionara la lista de invitados. Una vez obtuvieron esos datos fueron a las imprentas para ver los diseños y cuando lograron ponerse de acuerdo por una que las dos aprobaran había caído la tarde.

Isabella se marcho a su casa para estar con su hermana Alice, era una costumbre que tenían desde que se habían mudado a diferentes casas, una iba a casa de la otra una vez a la semana para pasar rato juntas, esta semana le tocaba a Alice visitarla.

Pusieron la serie de True Blood porque su hermana tenía una especie de enamoramiento por Eric.

— ¿Cómo vas con Jasper? —la castaña saco el tema cuando termino el primer capítulo.

—Creo que es mejor que termináramos —susurro Alice.

— ¿Qué? ¿Por qué? —se intereso Isabella

—Él quiere que sea su novia formalmente.

— ¿Y por qué eso está mal pequeña?

—Porque no estoy preparada Bells, no quiero tener una relación formal.

— ¿No crees que es tiempo de que olvides a James?

—No lo sé

—Entiendo —respondió dando por finalizada la conversación. Isabella sabía por lo que estaba pasando su hermana, Alice había estado locamente enamorada de James pero el desgraciado la había engañado con otra y cuando los descubrió él la había invitado unirse para hacer un trío. Cuando Isabella se enteró fue a su casa y lo pateo con fuerza en las bolas amenazándolo que si se acercaba de nuevo a su hermanita se las cortaría.

Ahora Alice tenía miedo de volver entregar su corazón motivo por lo cuál Isabella todavía no conocía a Jasper, porque para su hermana sería dar un gran paso, pero tan poco era que tenían mucho tiempo saliendo.

Alice se fue a su casa con mejor humor después de estar un rato frente al televisor babeando por Eric y Bill. Además al día siguiente ambas tenían que levantarse temprano para ir a trabajar.

Al poco tiempo de haber cerrado la puerta Isabella estaba en la cocina limpiando todo lo que habían ensuciado cuando tocaron el timbre y pensado que era Alice abrió sin preguntar quién era.

—Alice...

Pero no pudo terminar de hablar porque definitivamente la persona que estaba viéndola del otro de la puerta no era su hermana.

— ¿Qué coño estas haciendo aquí? —pregunto molesta.

—Necesitamos hablar —dijo Paul adentrándose en la casa cerrando la puerta.

—No tenemos nada de que hablar, ahora lárgate de mi casa —exigió molesta.

—Bella por favor, no puedes terminar con dos años de relación.

—Si, claro que puedo terminar con dos años desperdiciados, Paul no volveré a repetírtelo vete de mi casa.

—Aún te amo Bella.

—No me digas Bella dejaste de tener ese derecho cuando me llamaste puta —grito perdiendo la paciencia.

Su relación con Paul había empezado siendo perfecta, él era el chico ideal, amable, cariñoso, detallista pero resultó ser un lobo disfrazo de cordero.

Y ella definitivamente no estaba dispuesta a hacer de caperucita roja.

—Bella amor —susurro acercándose a la chica acorralándola contra el sofá.

—Suéltame —grito golpeando con su rodilla la entrepierna del chico para correr la puerta y abrirla invitándolo a irse para siempre.

—Esto no quedará así amor —dijo agarrando su mentón con fuerza besándola en contra de su voluntad.

Paul cerró la puerta.

Isabella corrió a su habitación llorando de impotencia, odiaba que el apareciera en su vida cada vez que quisiera.

Ella no estaba dispuesta a dejarse a manipular de nuevo.