Itachi pone el final

Sakura dejó salir un suspiro mientras se sentaba en una de las bancas en la periferia del cementerio, con el viejo álbum fotográfico. Su vientre había mantenido un tamaño razonable para su complexión y tiempo de gestación, pero, aun así, se sentía más cómoda con las piernas entre abiertas.

Itachi se quedó de pie frente a ella. No estaba seguro sobre si sentarse o no, porque no estaba seguro de qué tanto iba a durar la conversación.

—Nunca había pensado en las almas—dijo Sakura al cabo de un rato—. Incluso ahora, con todo lo que sé, creo que en realidad entiendo menos.

—No es fácil.

—Nunca nada lo es.

Se quedaron en silencio por un momento.

—Hay algo que he querido preguntarte—dijo Sakura, armándose de valor— ¿Sasuke, está molesto?

—No—respondió Itachi.

—¿De verdad?

—De verdad.

Sakura sintió que los ojos se le llenaron de lágrimas.

Itachi finalmente decidió sentarse, recargando los codos en sus rodillas y enlazando las manos. Levantó la vista, pero no miraba a Sakura, sino el cielo despejado.

En todas las ocasiones en las que se imaginaba confesándole lo que era realmente, el motivo por el que tanto él como su padre tenían un "agudo instinto policial", como le llamaban en el departamento, siempre consideró que esa sería una pregunta obligada.

Él mismo no se atrevió a hacérsela a su hermano por mucho tiempo, y la guardó para sí mismo aprovechando que su madre oficiaba las ceremonias para apaciguar a todos los miembros de la familia, y evitar que las almas penaran por toda la propiedad.

Ni siquiera estaba seguro de que lo supiera. Fue cuando, como todos los demás, vio su descanso perturbado por el despertar de Izanami que se lo confesó. Le confesó que las llamadas por la noche, las rosas que cortaba del jardín, los discos que grababa para dedicar, no eran para Izumi.

"Ahora eso no importa", le respondió con el soplo de aire frío que caracterizaba a los muertos.

Itachi pensó en esa respuesta, en lo que podría significar realmente.

Por muchos años había rehuido de la realidad de sus responsabilidades. Los Uchiha eran un clan maldito desde siglos atrás. Sus muertos no encontraban nunca la paz, sin importar lo que hicieran en vida, así que solo podían volver sobre sí mismos.

Ningún Uchiha había dejado la casa.

Cerró los ojos.

Recordó la primera vez que comprendió la idea general de lo que su sangre significaba. Estaba en el salón principal, no recordaba su propósito original al entrar ahí, pero algo llamó poderosamente su atención, fue una de las fotografías antiguas que relataban la historia del clan.

Vistiendo una armadura completa, sentado en una silla con el casco en el regazo había un hombre muy parecido a su padre. A ambos lados había otros dos muchachos, igualmente en armadura y expresión severa.

Le preguntó a su madre. Ella acarició su mejilla.

—Ese hombre es Tajima Uchiha—le dijo—. Una de las almas más viejas del clan.

Era un niño, pero ella había procurado cuidadosamente su educación espiritual, de modo que, cuando vio por primera vez un alma en pena, no se asustó, y aunque no lo comprendió del todo en ese momento, para cuando el parecido de Sasuke se hizo más evidente con uno de los muchachos de esa misma foto, y se vio a sí mismo, en otros retratos, todo fue tomando cierta atemorizante naturalidad.

Vio de soslayo a Sakura pasar la punta de los dedos por una fotografía de un joven soldado del ejército imperial, de fecha de la primera Gran Guerra.

—Te ves bien en uniforme ¿Te lo había dicho?

No pudo evitar sonreír, lo que le dio el valor que le faltaba para sacar el anillo que guardaba en la bolsa de su chaqueta desde hacía meses, cuando Sakura se lo devolvió mientras Ino le ayudaba a sacar sus cosas del departamento.

—Tómalo—le pidió—. No tienes que aceptar nada... es mi compromiso contigo, y nuestro hijo.

Sakura lo miró a los ojos dejando escapar un suspiro, tomando la argolla para ponérselo en el dedo anular. Le quedaba justo, pero no lo suficiente como para justificar el quitárselo y guardarlo en la bolsa.

De pronto, escucharon el paso lento y seguido del golpe de bastón sobre las baldosas de piedra que anunciaba la llegada de Fugaku Uchiha, vestido pulcramente con ropas tradicionales.

El hombre se inclinó levemente a modo de saludo.

—¿Todo en orden?—preguntó.

—Todo bien. Gracias—respondió Sakura poniéndose de pie—. Los dejo. Iré a la casa con Hinata-san.

Ambos asintieron y la vieron marcharse. Para cuando desapareció entre los árboles que flanqueaban el camino de piedra, caminaron juntos hasta el templo principal.

Fugaku juntó las manos, haciendo una breve oración y al entrar, lo primero que hizo fue hacer sonar una campanilla, para enseguida encender una vara de incienso.

Itachi, sin perder detalle de lo que hacía, se mantuvo quieto y en silencio.

—Tu madre siempre fue más fuerte de lo que yo nunca seré—dijo Fugaku apoyando ambas manos en el bastón, mirando el humo que se levantaba hacia el techo—. Y tú lo eres aún más.

Itachi miró a su padre. Los meses siguientes al incidente del hospital, habían sido difíciles y penosos, cansados la mayor parte. Y en su padre se notaba más ese desgaste. Nunca tuvo un aire jovial, pero si regio y fuerte, pero tan solo en ese tiempo parecía haber envejecido años, incluso su cabello, del costado derecho desde la cien hasta la nuca, había encanecido, dejado una línea de plata entre el castaño. Las ojeras y las comisuras de sus labios se habían acentuado, sobre todo, sus ojos, ya no era la mirada acusadora del policía experimentado que hacía confesar a muchachos sin tener que coaccionarlos, solo la de un hombre que había perdido una parte de sí mismo.

—Aun así, no pude salvarla—respondió quedamente Itachi.

Fugaku suspiro, agachando la mirada y notando frente a la fotografía de Mikoto, un ramo de lirios blancos atados con un cordel naranja.

—¿Lo trajiste tú?—preguntó.

—No. Naruto. Estuvo aquí hace un rato, publicarán su libro sobre el enterrador y la secta. Se lo dedicó a ella.

Entre los arreglos para las ceremonias fúnebres de la señora Uchiha con un acta de defunción falsa, y las investigaciones para, primero confirmar la teoría de que "el enterrador" no era una sola persona, y posteriormente desmantelar la naciente secta jashinista, cada día que pasaba, solo era una prolongación de la agonía más larga que habían sentido en toda su vida.

—¿Cómo está Sakura?—preguntó de pronto Fugaku.

—Más tarde tenemos la cita con el médico. Es el último trimestre y empiezan a darle las indicaciones para cuando llegue el momento.

—¿Ya se lo dijiste?

El muchacho respiró profundamente.

—¿Qué ningún Uchiha ha dejado jamás esta casa? Sí.

Fugaku asintió en silencio, pero al no recibir respuesta, se animó a continuar.

—La confianza es una piedra angular—dijo—. No le dijiste quién eres realmente, ni cuál es tu herencia. Te está dando otra oportunidad. No la arruines.

El hombre se alejó del altar. No tenía sentido quedarse, su esposa no estaba realmente ahí, ni en ningún otro lado, Izanami la había consumido por completo, su cuerpo y su alma. Nadie debía jugar con los espíritus, ni siquiera los más eruditos salían indemnes y si no era en ese momento, sería después, pero Izanami no la dejaría en paz por lo que le quedaba de vida.

Salió del tempo, sintiendo el viento en su cara y escuchando el murmullo entre las hojas de los árboles que bordeaban el cementerio familiar. Giró la vista, Itachi se marchaba y le pareció ver, tan solo por un momento, a Sasuke ir detrás de él, como había sido siempre desde que eran niños.

—Así que ya está decidido—susurró, pensando que Itachi, tal vez, sería mejor padre para Sasuke de lo que nunca fue él.


Comentarios y aclaraciones:

Puede que no me lo crean, pero este final estaba más que decidido desde el principio de la historia, desde que el pobre Sasuke quedó bajo cristales, cables y barras de metal.

Solo nos quedaba la conclusión sobre lo que sería de la familia Uchiha, y ahora lo ven.

¿Qué les ha parecido este agridulce epílogo?

No me queda más que decirles de todo corazón, lo mucho que agradezco el apoyo que le han dado a esta historia en esta última etapa, es como un abrazo tibio y bueno de despedida.

Gracias a Meems, Ossalia, Isaac y los demás invitados, a los lectores fantasma, quizás nos conozcamos en otra historia.

¡Muchas gracias a todos por leer!

Esto es el

FIN

¡Hasta otro fic!