Miró aquel despacho que le habían asignado. Grande, con el suelo cubierto de mármol negro, una mesa de roble, enorme, justo delante de una silla de piel y una ventana que dejaba ver una jungla de edificios altos. Las cortinas estaban corridas, y había una planta con el gran conocido tronco de Brasil, elegante.
Sobre la mesa, la pantalla plana de un ordenador de último modelo, un teclado y un ratón, todo negro. Un portapapeles de cuero, con un cubículo al lado con bolígrafos con el logotipo de la empresa. Al lado del enorme sillón de piel, un destructor de papel.
Una de las paredes estaba llena de estanterías y libreros, llena de libros ya la mayor parte. Suspiró, y miró a su alrededor con pesar. Ella no estaba hecha para eso.
Acababa de dejar sus cosas encima de la mesa cuando el teléfono empezó a sonar con furia, sobresaltándola.
-¿Sí? ¿Qui… quién es?- contestó, tímida.
-Buenos días, señorita Hyuuga. Su padre quiere hablar con usted. Ahora.- sin decir nada más, cortó la comunicación. Se quedó con el auricular en la mano, pensando lo antipática que había sido aquella mujer, y acabó colgando. No había hecho nada más que darse la vuelta cuando volvió a sonar.
-¿Diga?
-Buenos días, el señor Hyuuga me ha pedido que confirme la reserva que tiene para la comida. ¿Podrá asistir?- el tono de voz era distinto, más agradable, más… suave. No podía ser su padre, iba a salir en un viaje de negocios tras la reunión. Por eso había empezado ella a trabajar allí, porque a partir de esa semana, iba a tener que hacer un viaje tras otro, y la heredera tenía que llevar las riendas de las empresas. Entonces sólo quedaba…- ¿Perdón? ¿Sigue ahí?
-Eh… Sí, sí, perdone. ¿Se refería a Neji-oniissan?
-Oh, sí, disculpe. Me refería al señor Hyuuga Neji.- se rió un poco, bajando la voz.- Soy Yamanaka Ino, la secretaria personal de Hyuuga Neji. Si le llama la "Frente de Marquesina", las llamadas siempre irán de parte de su padre, Hyuuga Hiashi. Aunque ahora que va a marchar de viaje de negocios, igual es delegada a usted…
-¡Ino!- Hinata sintió cómo la joven de voz agradable daba un respingo ante el llamado serio y exigente de su primo.
-Confirmo la reserva entonces.- y, sin esperar respuesta, colgó. La joven de ojos blancos sonrió, le había caído bien aquella mujer. Sin embargo, se acordó en ese momento de la otra llamada. Lo mejor sería que fuera corriendo a ver a su padre, o acabaría molestándose por llegar tarde.
De hecho… Seguramente, su padre ya estaría pensando que llegaba tarde.
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Un par de jóvenes se miraban estoicamente sin decir una palabra. Llevaban así diez minutos, y parecía que ninguno de ellos pensaba dar su brazo a torcer.
-Podemos seguir así todo el día, ¿lo sabes, no?- le preguntó el más mayor, con el rostro relajado. Unas profundas ojeras dejaban ver que era una persona que no dormía demasiado.- Pero a diferencia de ti, soy un hombre ocupado.
-No he sido yo el que ha decidido sacarme de la cama para desayunar en un bar.- respondió el otro sin darle importancia. Su rostro, de tez pálida y rasgos que parecían esculpidos en mármol blanco, mostraba una seriedad absoluta, rozando el aburrimiento.
-¿Cuándo te vas a aburrir de esto y vas a hacer lo que te corresponde, ototo?
-No pienso trabajar para él.- su hermano mayor suspiró. Siempre era igual. Había escupido aquellas cinco palabras con rabia, como si su saliva se viera contaminada aunque no lo nombrara.
-Madre querría…
-Madre no está.- lo cortó, zanjando la discusión.- ¿Algo más?
-No.- no tenía sentido, y Uchiha Itachi lo sabía. Su hermano pequeño no cambiaría de opinión, era la persona más testaruda que conocía. Se levantó, alisándose el traje y colocándose de nuevo la corbata, en un acto reflejo que ya le salía por inercia, después de tantos años haciendo lo mismo. Estaba mirando a Sasuke, con sus pantalones negros y su camiseta de manga corta blanca. El más joven había cogido una mochila que había en el suelo, colgándosela al hombro.- ¿Vas a ir al gimnasio?
-No, sólo me gusta llevar una mochila con unos pantalones y una camiseta para hacer deporte y una toalla.- sus respuestas, siempre sarcásticas, hicieron que el más mayor frunciera el ceño. El otro resopló.- Claro que voy a ir al gimnasio.
-¿Tampoco vas a acabar el Máster?
-Itachi, deja de joderme. Me has despertado a las seis y media de la mañana y no te he dicho nada, me has arrastrado a un bar a las siete y cuarto y no te he dicho nada… No estoy de humor para tus tonterías, y ya te he aguantado bastante.
-Te comportas como un bastardo bravucón, hermanito. Si madre te viera…
-Pero ella no está.- una chica menuda que estaba leyendo el periódico en una mesa cercana alzó la vista por primera vez, con sus ojos cubiertos por unas gafas negras. Miró con seriedad la escena, los dos hermanos discutiendo… Sacó el móvil y mandó un mensaje de texto.
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Sencillamente, fabuloso. Su padre se había superado a sí mismo aquella mañana. Eran las ocho y media y ya tenía ganas de llorar por la impotencia.
Miró su móvil y gimió al ver la pantalla parpadeando. Iba a cogerlo cuando sonó el teléfono, otra vez. Estaba agobiándose.
-¿Diga?- preguntó. Al menos, no había tartamudeado. Era un paso.
-¿Hinata-sama? Soy Neji.- sonrió, aliviada.- ¿Ha desayunado?
-N… No.- se había levantado tan nerviosa aquella mañana que se le había olvidado por completo.
-Tengo una reunión dentro de media hora, pero me gustaría verla antes. ¿Puede venir a mi despacho? He ordenado que trajeran café y algunas pastas para usted.- sonrió de mala gana, su primo siempre era extremadamente atento con ella, y nunca olvidaba las formalidades.
-I… iré ahora mismo.- se lo agradecía de corazón, aunque preferiría que no la tratara como si fuera su superior. Cogió el teléfono móvil y avanzó hasta su despacho, que estaba a unos metros del suyo.
Por el camino, reconoció unas voces… Las chicas que le habían hablado antes por teléfono:
-¿La has visto?- miró disimuladamente en su dirección, viendo a una joven de cabello rosa con un pinganillo en el oído que llegaba hasta su boca. Debía ser el teléfono.- ¡La he llamado esta mañana y me ha contestado con un tartamudeo! ¡Cualquiera negaría que es hija de Hyuuga Hiashi si la escuchara!
-Frentona, no deberías hablar así de tu futura jefa.- la regañó la otra, de pelo rubio y hermosos ojos azules. Ninguna de las dos parecía ser más mayor que ella, pero tenían aquella seguridad y desparpajo que a ella le faltaban. Sin saber por qué, se sintió pequeña e insignificante.
-¡Pero es verdad, Cerda!- le contestó la primera, con una sonrisa maliciosa en sus ojos verdes.- Se la van a comer viva.
-Es su primer día…- negó la rubia con la cabeza.- ¿Te acuerdas cómo estabas tú el primer día? ¡Casi se te cayó el café cuando viste a Hiashi-sama!
-Eso es distinto, yo no soy una Hyuuga.- gruñó la que había llamado Frentona.- Cuando vino Neji-sama, hizo falta sólo una mirada para que quisiera irme a llorar al baño. Si lo hiciera Hinata creo que iría al baño, ¡pero para mearme de la risa!- sintió un escalofrío. Sólo llevaba allí una hora…
-¡Cállate!- le soltó la otra cuando vio a la joven de ojos blancos y pelo negro azulado pasar a unos metros de ella. Sonrió como buenamente pudo e hizo una pequeña reverencia.- Hinata-sama.- La aludida no contestó, incapaz de pronunciar palabra. Pasó a su lado sin mirarlas, evitando sus ojos inquisidores a toda costa.
-Te lo dije, Ino-cerda.- escuchó su risa viperina a sus espaldas, y se preguntó por qué tenía que pasarle eso a ella…
Tocó en la puerta de su primo, esperando a que este le contestara:
-Adelante.- al ver quién era la que abría la puerta, se levantó inmediatamente y se acercó hasta ella, que acababa de cerrarla.- Hinata-sama.
-Neji-niisan.- sonrió, forzada.
-Siéntese, por favor.- el joven esperó a que ella estuviera sentada e hizo lo mismo, justo delante de ella, en una mesita auxiliar a su mesa de trabajo. Miró a su prima, que llevaba un carísimo traje de falda y chaqueta. Se amoldaba a su cuerpo a la perfección, como si hubiera sido cosido sobre su propia piel. Sin embargo, leyó en sus ojos algo que no le gustaba. Miedo.- ¿Qué tal está?
-Bi… bien.- mintió.- Sólo un poco… abrumada.- aquello era cierto. Aunque tenía conocimientos de cómo llevar una empresa y estaba al tanto de todo lo que pasaba en la suya, no estaba preparada para la velocidad a la que se trabajaba allí. Era todo. Ahora.
-Quiero que se sienta cómoda… ¿Ya le ha asignado su padre una secretaria?- su prima abrió los ojos con sorpresa, no sabía que tendría un asistente.- Entiendo.- su primo suspiró. Era típico de su tío. Cuando él había llegado, le habían asignado un asistente personal. Le había indicado a la chica todo lo que tenía que hacer, y había sido ella la que le había mostrado el edificio y le había enseñado las instalaciones. También le había dado el trabajo, con anotaciones de lo que le había dicho su tío. Su prima no había corrido esa suerte, sólo por ser hija de la familia principal y, para más INRI, la heredera de la empresa. Cogió el teléfono y marcó a su secretaria.- Ino, dentro de diez minutos ven a mi despacho.- Sabía que estaría allí. Era algo molesta, y un poco gritona a veces, pero era eficiente, y siempre era puntual.- Ella te enseñará todo lo que tienes que saber de aquí, le mandaré que busque a una persona para que coja tus llamadas y te dé los recados. A partir de mañana, no cogerás ninguna llamada directa de los clientes, y todo lo que tengas que decirles, se lo dirá tu asistente.
-Neji-niisan, no es…
-Es necesario, Hinata-sama.- se acabó su café de un trago mientras ella daba un sorbo a su cappuccino.- Ahora tengo una reunión, pero cuando acabe me pasaré a verla.- sin dar tiempo a responder, unos golpes en su puerta se escucharon.- Adelante.- la chica rubia entró con una sonrisa.
-Neji, Hyuuga-sama.- saludó, inclinando levemente la cabeza. Aquella distinción entre su jefe directo y ella no pasó desapercibida por Hinata.
-Ino, te presento a Hinata-sama. Enséñale la empresa y preséntale a las personas que tienen que trabajar con ella. No te dejes a ningún jefe de departamento.- la Hyuuga vio cómo un tic nervioso saltaba en la ceja de la rubia. Había algo que se le escapaba…- También tendrás que buscar a una persona adecuada para que coja sus recados y la ayude en todo lo que necesite. Yo volveré a la una.- cambió el tono de voz, dejando a un lado el tono autoritario de jefe a uno de respeto para ella.- Hinata-sama, ¿nos veremos para comer?
-Hai.- respondió ella, aturdida. Vio el esbozo de sonrisa en su primo, para insuflarle ánimo. Le devolvió la sonrisa. Las dejó solas.
-Hyuuga-sama, por favor, sígame.- avanzó hasta la puerta, pero al ver que no la seguía, se volvió para mirarla.
-Por favor, llámeme Hinata.- la rubia sonrió, con calma.
-De acuerdo, Hinata.- vio cómo la chica de ojos perlados se movía hacia ella. Abrió la puerta y se apartó a un lado, para que pasara primero.- La empresa de su padre es muy grande. Yo llevo dos años aquí y todavía me cuesta en ocasiones encontrar algún despacho que está escondido de los demás.- la Hyuuga vio cómo caminaba, con la cabeza alta y moviendo el culo de un lado para otro a cada paso que daba, en unos tacones de unos diez centímetros. Se movía segura mientras iba hablando, con el telefonillo a un lado de la cara.- El ambiente de oficina es bastante bueno, aunque has venido en la peor época del año. Ahora en Junio, hay que preparar las juntas de accionistas, y todos los departamentos están pidiendo un mayor presupuesto para el desarrollo de su actividad. Como Hiashi-sama va a estar de viaje, Neji y tú vais a tener que lidiar con todos y cada uno de los jefes de departamento.- se volvió para mirarla, notando cómo miraba al suelo en vez de al frente.- Todavía faltan un par de semanas hasta que la selva estalle, así que tendrás tiempo para habituarte y poder poner a todos en cintura.
-Hai.- contestó, no muy segura.
-¿Habías estado aquí antes, verdad? Creo que ya te he visto en alguna ocasión…
-Sí, solía venir cuando… cuando estaba estudiando, pa… para ayudar a mi padre.- la rubia sonrió.
-Ya verás como no es muy distinto a entonces.- el problema era ese. Que no sería muy distinto a entonces…
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Había notado cómo lo seguían, pero había pasado olímpicamente de esa persona con esperanza de que se cansara y lo dejara en paz. Sin embargo, parecía que no iba a tener esa suerte.
No era una persona paciente, y no le gustaba que invadieran su intimidad.
-Eh, tú.- siseó, volviéndose y mirando a la chica menuda que estaba a unos metros, mirando en una tienda una revista. Ni se inmutó cuando él se acercó a ella y la cogió por el cuello de la chaqueta, obligándole a que lo mirara.- Qué quieres.- más que una pregunta, era una orden.
-No sé de qué hablas. Ahora suéltame.- la sorpresa que recibió al ver a esa niña contestarle como si lo detestara no salió a su rostro.
-Por qué me sigues.
-¿Hola? Estaba tan tranquila mirando esta revista hasta que has aparecido y me has cogido por la chaqueta.- frunció el ceño.- Deberías pedirme disculpas.- se miraron, él con los ojos negros brillando con odio, ella bajo unas gafas de sol.
-Olvídalo.- la soltó, dándose la vuelta y empezando a caminar de nuevo. Vio por el rabillo del ojo cómo la pequeña pagaba al del kiosco y volvía a caminar, a sus espaldas. Una vena se hinchó en su cuello mientras seguía caminando, comprobando cada pocos metros que la pequeña repelente le estaba siguiendo. Ni se molestaba en ocultarse. Aquello lo sacaba de quicio.
Dio la vuelta en una esquina y comprobó que ella hacía lo mismo. ¿Nunca se cansarían esas perdedoras al ver que él no les hacía caso? Ya era bastante malo tener que lidiar con las chicas de su edad, incluso con las que le sacaban unos años, pero que ya lo siguieran hasta las niñas…
"Estoy perdiendo mi poder para intimidar a los demás" pensó, mortalmente enfadado.
Volvió a girar en una esquina y corrió hasta un callejón que conocía. Se sentía ridículo, pero quería gritarle a esa enana unas cuantas cosas. La vio doblar la esquina como había hecho él, y siguió caminando en su dirección. Iba hacia él. ¿Acaso era cierto que ella no iba detrás de él?
Abrió la boca cuando, al pasar a su lado, ella se volvió hacia él y le sacó la lengua, haciendo una pedorreta. Siguió andando como si no hubiera hecho nada, como si no lo hubiera visto.
Uchiha Sasuke sintió la ira correrle por las venas. En dos zancadas, estaba tras ella. Iba a cogerla por el hombro cuando vio que la joven se daba la vuelta, agachando la cabeza y subiendo las manos. En un abrir y cerrar de ojos, había cogido su brazo y, girando su menudo cuerpo, había puesto su pequeña espalda en el estómago del moreno, para hacer palanca.
Las gafas negras de la niña se cayeron sobre su estómago. Sus ojos, blancos y fríos, como si no tuviera alma, lo evaluaron. Había fruncido el ceño, y la cara angelical que se ocultaba tras las gafas, se había convertido en un rostro serio, casi peligroso.
-Qué dem…- empezó el Uchiha, pero ella lo cortó.
-Ni se te ocurra volver a acercárteme por la espalda sin llamarme antes.- su voz era tan imperiosa que hizo que frunciera el ceño, todavía más molesto. Se soltó de un tirón de ella y se levantó, mirándola entonces desde arriba. Le sacaba dos cabezas y media, y aún con todo, ¡lo había derribado de un solo movimiento!
-Por qué demonios me sigues.- su voz parecía calmada, pero la niña vio la amenaza en ella y reprimió mostrar un escalofrío.
-Eres Uchiha Sasuke, ¿cierto?- sus cejas negras se juntaron aún más, mientras una pequeña vena se marcaba en su frente.
-A ti que te importa.
-A mí, nada. Pero a ti, sí.- y después de eso, sonrió. Una sonrisa angelical. Unos ojos cargados de malicia.- Me llamo Hyuuga Hanabi, Uchiha Sasuke. Por favor, acompáñame.
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Hyuuga Neji frunció el ceño al ver a su prima pequeña entrar en el reservado de aquel restaurante. Eran las once de la mañana, y estaba en un descanso de media hora de la reunión. La había llamado para que le contara sus avances, pero no había pensado que ya hubiera encontrado a alguien.
Es más, que hubiera encontrado… a esa persona.
Era un Uchiha. De eso, estaba completamente seguro. La misma piel blanca, el mismo pelo negro y los mismos ojos, vacíos, sin corazón, negros como una noche sin estrellas. El rostro serio, pétreo. Y la misma actitud de perdonavidas.
Le ponían de los nervios.
Su prima sonrió con ojos brillantes, y supo que lo estaba poniendo a prueba. Supo en ese momento que había elegido a ese chico precisamente porque era un Uchiha, porque él los detestaba. Porque el que seguramente sería su hermano, Uchiha Itachi, era su mayor rival en los negocios.
-Creo que malinterpretaste mi petición, Hanabi.- el chico, que aproximadamente sería de la edad de su prima Hinata, estuvo callado, analizando la situación. Si se sentía perdido, no lo demostró. Tenía el mismo carisma que el resto de los Uchiha.
-Creo que no, primito. Me pediste una persona que fuera buena en lo que hacía, que supiera mantener la compostura, que fuera seria y que tuviera buena presencia. Me has encomendado una labor que debería estar haciendo tu secretaria, así que ni se te ocurra plantearte coger a otro.- sonrió con burla, deleitándose por su triunfo.- Este es Uchiha Sasuke. Es un genio como tú y como su hermano, aunque no ha acabado su especialidad en Riesgos de Financiación de Proyectos.- el aludido frunció el ceño, ¿lo había estado investigando?- El primero de su clase, tanto en faltas a las explicaciones y tutorías, como en calificaciones. No tiene experiencia testada, pero ha colaborado en algunas ocasiones en la empresa familiar.
-¿Y por qué un Uchiha querría trabajar para los Hyuuga?- preguntó su primo.
-Porque sabe lo que le conviene.- se volvió hacia él.- ¿Verdad, Sasuke?
Aquello era una encerrona. Lo sabía, no hacía falta ser muy listo para darse cuenta de eso. Incluso el idiota de Naruto lo podría haber notado. ¿Trabajar para los Hyuuga? ¿Un Uchiha? Su padre se reiría ante semejante…
Espera. Su padre lo mataría si se enteraba de eso. Pero, por otra parte… Su padre lo había desheredado cuando él le había dicho que no trabajaría para él. Lo había echado de casa cuando se había negado a hablarle, cuando había dejado de ir a trabajar sin avisar.
Por culpa de su padre, su madre había muerto, y para él, ese hombre podía podrirse en el infierno. Si encima, él podría ayudar a que él llegara antes… no dudaría en hacerlo.
-Si trabajo en la empresa de Uchiha Fugaku, todos hablarán de que los enchufes colocan a cualquier persona, por muy capacitada que esté para el puesto.- su voz era grave, y latía una nota de egocentrismo que crispó a Neji. Notó que se refería a su propio padre en tercera persona, como si no fuera nada con él. Había oído algunos rumores, pero en cierto modo, se había negado a creerlos… Hasta ahora.- Quiero que se me valore por lo que puedo aportar, no por quién me contrata.
-Sabes que es un trabajo muy inferior a tu formación, ¿verdad?
-Las grandes mentes se abren paso siempre desde abajo.- Hyuuga Neji sonrió, era egocéntrico, prepotente. Iba a hacer que se tragara cada una de sus palabras. Y Hanabi sabía exactamente lo que estaba pensando. Sonrió, complacida. Iba a divertirse mucho con su hermana mayor y ese chico tan guapo.
