¡Hola gente! ¿Pues qué les digo? Más que este es mi primer fic, viva la vida *baile de emoción*. El primer capítulo me entretuve un ratín hacíendolo. ¿Es que estos dos no les agradan juntos? Naruto es un idiota con la linda Hinata. La pobre casi suicidándose por salvarlo y este ni las gracias le da. Con Sakura ni empecemos, ella golpea a todo lo que dice querer y llora mucho. No la odio *tanto* pero si llega a desesperarme aparte de que ya está cayendo por el rubio. En cambio Sasu y Hina... Ellos dos son el ying y el yang. Dios se complementan súper bieeen. Ojalá a Kishimoto le llegue esta idea loca a su cabeza porque al parecer NaruSaku va por su caminito jiji.
Disclaimer: Los personajes que uds ya conocen son propiedad de Kishimoto-san, las ideas locas son mías.
Disfuten!
No tenía idea de cómo había llegado hasta la posición en la que ahora se encontraba. Quizá estaba ya demasiado ebria como para poder siquiera darse cuenta que estaba entrando a trompicones, chocando con todas las paredes a la casa del ninja más codiciado por las mujeres de todo Konoha. O tal vez no, sólo dolida, pues aunque su entorno daba unas cuantas vueltas y se veía nublado en ocasiones, estaba un tanto consciente de lo que estaba pasando. Sentía que algo estaba mal en aquello que estaba ocurriendo. En realidad ahora lo único que sentía eran las manos aparentemente expertas del muchacho subiendo y bajando en una lenta caricia por su cintura y espalda. El beso que había comenzado como un roce de labios había subido su nivel considerablemente hasta el punto de que comenzaba a sentir que no tenía aire, la lengua de él abriéndose paso entre sus labios y masajeando lenta pero intensamente la de ella.
Gimió cuando él le dio una mordidita y el chico no hizo más que reír maliciosamente y continuar con lo que estaba haciendo. Estaba claro que todo su autocontrol estaba yéndose directo a la mierda y pudo decirlo cuando impacientemente deslizó sus manos rasposas dentro de su blusa acariciando su plano abdomen. Sus manos eran frías pero no hacían más que enviar un calor que jamás había experimentado por todas y cada una de sus terminaciones nerviosas. A este paso y con las prisas que parecían tener no darían por llegar a la habitación del Uchiha. Pero aparentemente éste ya tenía todo planeado y aprisionándola contra la pared, la levanto fácilmente sin despegar sus labios. La chica no era nada pesada y con una mano guió la blanca y bien torneda pierna de la Hyuuga, invitándola a posarse alrededor de su cintura. Ésta, entendiendo lo que él quería, las enredo las dos alrededor de él uniendo sus tobillos por detrás. Le pasó los brazos por el cuello tímidamente y sintió la sonrisa de él contra su boca. Teniéndola acomodada en sus brazos, no le fue difícil al muchacho caminar hacia donde ella suponía, era su habitación.
No la tiró, pero tampoco la depositó suavemente sobre la cama. Era una extraña mezcla de agresividad y amabilidad que él tenía para con ella que Hinata no sabía que había pasado con aquel muchacho de actitud gélida y desinteresada, casi ruda y descortés. Lo sintió acomodándose y su peso sobre ella y notó cómo trazaba besos desde su mandíbula hasta su cuello, en donde se detuvo, aspirando su aroma. Olía a flores silvestres, una extraña mezcla dulce y fresca que era tan única y propia de alguien como ella. Fue momento de que él se decidió por utilizar sus dientes y mordió suavemente la sensible piel de la zona. La oyó gimotear y eso lo volvió loco. ¿Por qué tan vulnerables y tiernas reacciones lo ponían de una manera que creía que jamás se había sentido? Estaba pensando demasiado. Se dejo llevar como siempre, y se separó un tanto del lugar que había atacado. Seguramente dejaría una marca.
Hinata aprovechó estos momentos para admirar aunque fuera poco el tiempo que se le permitiera el cuarto del Uchiha. Tal como lo supuso era la perfecta habitación para alguien como él, de un color azul oscuro y con todas y cada una de las pertenencias y objetos contenidos en él ordenados y arreglados de manera que se viera limpio y decente. Vio cómo por una ventana hacía su izquierda se filtraba la luz de la luna. Cómo la adoraba y se sonrojó al darse cuenta que ésta estaba abierta. ¿Pero qué más daba?
Sintiéndose algo olvidado y cómo era él el único actuando el muchacho dejó en paz el cuello y la clavícula de ella y reclamó de nuevo sus labios, atacándolos ferozmente esta vez. Hinata correspondió tímidamente y respiró de nuevo su loción. Verdaderamente la palabra que mejor describía la fragancia del ojinegro era embriagante, invitándola en todos los sentidos a entregársele. Relajó los ojos que hasta aquel momento habían permanecido forzadamente cerrados. La mano de él se deslizó por su cuerpo hasta posarse en el primer botón de la blusa de Hinata, comenzando a abrir lentamente uno por uno, dejando a la vista sus senos cubiertos por un sensual sostén negro de encaje. En su vida hubiera pensado que la joven utilizara ese tipo de prendas interiores. Se estaba esperando un brasier rosa con moños u otras niñerías, pero se alegró al descubrir que no era así. Retiró completamente la blusa y antes de que siquiera pudiera acercársele más, sintió sus manos delicadas halando un poco la camisa que él tenía encima. Sonriendo de manera traviesa, el joven entendió y arrodillándose un poco, se la desabotonó toda y la lanzó al suelo, su trabajado abdomen y pectorales expuestos ante los ojos lavanda de la chica. Estaba haciendo esfuerzos por vencer su pena y tomar algo de iniciativa ella misma. No pudo evitar reírse burlonamente cuando la Hyuuga desvió su mirada avergonzada.
Su mirada inocente y su timidez eran de los pocos vestigios de aquella niñita vulnerable y patética. Su cuerpo ya no era el de una chiquilla, era el de una joven, aún más desarrollado que el de las demás kunoichis de su edad. Se preguntaba porque carajos lo ocultaba detrás de su chaqueta que parecía ser dos tallas más que la de ella. Estaba seguro de que si ella utilizara ropa más ceñida a su cuerpo, podría tener a quien se le antojara detrás de ella. Pero sabía que ella no se sentía así, sus atributos siempre se veían reprimidos por su carácter sumiso. Pero esa noche no sería así.
Hinata quería desinhibirse. Quería ser otra que no fuera la Hinata Hyuuga de siempre. La débil heredera del clan del Byakugan. No, no más. Sería otra con el miembro restante del otro clan de Dojutsu en la aldea.
Volvió a sentir su peso sobre ella y, decidiendo que se dejaría llevar por sus instintos, volvió a enredar sus piernas alrededor de la estrecha cintura del Uchiha. Éste le dio una media sonrisa y esta vez fue hacia abajo, encontrándose con sus pechos. Hinata gimió cuando comenzó a darle besos tiernos en el área y su mano encontró su camino desde lo largo de su muslo, hasta sus anchas caderas por debajo de la falda que portaba. Sasuke sintió como las cálidas manos de ella se deslizaban y masajeaban tiernamente su espalda. Le encantó tenerla bajo él. El calor que emanaba de ella lo hacía sentir tan completo y envió punzadas por todo su cuerpo cuando su mano libre exitosamente desabrochó y le quitó aquella prenda que le estorbaba.
La de ojos perla sintió cómo el calor se le subía desde la parte media de su cuerpo hasta llegar a sus mejillas mientras trató de cubrirse algo de sus generosos senos. El Uchiha alejó los delgados brazos que protegían lo que llevaba anhelando ya un buen rato. Las mejillas de la muchacha no podían estar más encendidas, pero ignorando este hecho continuó lo que se tenía propuesto.
Y así continuó la noche: las ropa que les estorbaba cayendo hasta que quedaron completamente expuestos el uno ante el otro, gemidos por parte de ambos llenando el cuarto y la luz de la luna bañando sus cuerpos a punto de unirse en aquél placentero vaivén, las largas piernas de la chica entrelazándose con las de él. Cuando se disponía Sasuke a adentrarse en ella, la chica puso una mano en su pecho, haciendo que se detuviera y la mirara. Sus ojos negros de mirada severa que ahora la veían con confusión.
—Yo… este, yo—tartamudeó ella, sin soportar la mirada de el joven sobre la suya y desviando sus blanquecinos ojos, mientras la temperatura se le subía de nuevo a la cara—. Yo nunca, bueno…
Entendiendo lo que quería decirle, trató de tranquilizarla con un beso, invitándola a que se dejara llevar por el momento y no pensara en eso. Había comprendido que ella era una novata en el área y que jamás había hecho esto. Sin darse cuenta la idea de que él fuera el primer hombre con el que pasara esto lo encendía y lo hizo desearla aún más. ¿Cómo tenía esa mujer la capacidad de hacerlo sentirse controlado? Diablos, se había detenido cuando ella lo había pedido, en su vida le había pasado eso. Ignorando este hecho y dando por excusa que no tenía un dominio entero de lo que estaba haciendo, deslizó sus manos por los costados de ella, dándole algo de confianza para que no terminara arrepintiéndose y lo dejara simplemente con las ganas.
Cuando sintió que estaba lo suficientemente rejalada, sus ojos entrecerrados y la pequeña aprobación que le ofreció como pie para continuar, se dispuso a consumarlo todo. Se había arqueado bajo el peso de él y había gemido suavemente. Y entre pequeñas lágrimas, algo de sangre y expresivos sonidos de placer, los dos continuaron lo que aunque no tuvieron planeado esa noche los dejó aparentemente satisfechos a ambos.
...
Hinata se despertó con un terrible dolor en su zona baja y cubierta por una fina capa de sudor. La cabeza le daba más vueltas que aquella vez cuando en un carrusel se había mareado hasta el punto de casi perder el conocimiento. La oscuridad eclipsada por la luz que proveía la luna le indicaba que aún era de madrugada. Se estiró gentilmente bajo las sábanas que la cubrían, pero no pudo hacerlo cómodamente pues un peso le estorbaba sobre su cintura.
Alarmada miró a su alrededor y se dio cuenta que aquel no era su cuarto. Las paredes no estaban pintadas de color lavanda, eran de un azul marino. Las sábanas tampoco encajaban pues eran blancas y no moradas como las suyas. Un gemido muy bajo se escapo de sus labios al saberse desnuda y se cubrió en vano con las sábanas. Su expresividad había perturbado el sueño de alguien, como un gruñido molesto se lo indicó. Espantada, notó como lo que le impedía el movimiento era un brazo atravesado de manera posesiva sobre su abdomen. Se giró hacia su izquierda y se encontró con el rostro de quien menos lo creía.
Sasuke Uchiha dormía a su lado. Al principió con sus cejas forzadas puesto que su sueño se vio parcialmente molestado pero después se destensó y Hinata pudo notar su suave respiración, tranquila y rítmica. No roncaba pero podía oir todas y cada una de sus exhalaciones. Su cabello estaba desordenado y temiendo que abriera los ojos y la encontrara mirándolo, fijó sus asustados orbes blancos en otro lado.
¿Qué hacía ella ahí? Desnuda, en la cama del Uchiha, con su brazo abrazándose a ella…
Claro, claro que ahora todo estaba claro para ella.
Tenía la fecha del catorce de febrero más presente en el momento. La fiesta que habían organizado todos a la cual se había visto obligada a ir por el que creía que era su novio… Como cualquier fiesta había incluido diversión, comida y sake a montones. Naruto como siempre habiendo querido estar en la punta de diversión estaba tomado hasta por las orejas. Hinata sintiéndose incómoda con los comportamientos del muchacho decidió alejarse de él por su estado, diciéndole que era mejor que se fuera a dormir a su casa, preocupada por él.
—Al carajo con dormir Hina—le había dicho—. Es San Valentín, hay que divertirse.
Ella lo había mirado confundida y vio como se alejaba de ella hacia una también parcialmente ebria pelirrosada. Coquetearon inocentemente y la Hyuuga se empezó a sentir incómoda con el trato que tenían. La música los llevó a ambos hasta la pista donde rozaron sus cuerpos lentamente hasta que el rubio la tomó por las caderas y la atrajo a sí, uniendo sus labios con los de ella. Ella lo aceptó gustosa, enredando los brazos alrededor del cuello del muchacho.
La de cabellos azulinos sintió cómo las lágrimas habían comenzado a formársele en el contorno de los ojos y amenazaron con correr. Dolida y herida, se alejó de la escena lo más rápido que pudo. Fue a reprimir sus sollozos recargando su cabeza en la barra.
—Hyuuga—escuchó a alguien pronunciar su apellido.
Levantó su vista nublada para encontrarse con los ojos negros y el cabello azabache del antes desertor de la aldea. Frunció el cejo, algo confundida. No se esperaba ver a alguien tan… tan él en una fiesta como aquella. No lo había considerado de esas personas. Tenía una copa en su mano pero no parecía estar fuera de sí.
Él la miró. Era de esas pocas veces que podías ver como la sucesora a la línea Hyuuga se esforzaba por hacer notar lo bonita que era. Su maquillaje era sencillo, labial rosa y se había puesto algo en las pestañas, resaltando sus ya grandes y expresivos ojos. Llevaba puesta una blanca y sencilla camisa de botones y una falda roja con unas sandalias blancas, aludiendo los colores de la fecha. La vestimenta de él consistía en una camisa blanca también con pantalones negros.
—Sa-sasuke-san…
—Ese idiota…—había dicho mirando como su mejor amigo, novio de la joven sentada a su lado y la que llevaba años babeando por él parecían pasarla de lo lindo juntos en la pista de baile.
Hinata sabía perfectamente lo que estaba viendo y no quiso lastimarse aún más recordando la imagen.
—E-está… ebrio…—dijo dulcemente, tratando de mentirse a sí misma al borrarle la culpa, aunque en su interior sabía que lo había hecho porque aún la amaba.
—Hn. Tómate algo—le sugirió.
Ella abrió los ojos y negó con la cabeza.
—¿Segura? ¿Por qué, tienes miedo? Diviértete Hyuuga—le dijo retadoramente, meneando la copa enfrente de ella.
Se mordió el labio y él lo entendió como que ella lo estaba considerando. ¿Debía tomar? Jamás había probado el alcohol que ella recordara y no tenía la menor idea de cuál era su límite. ¿Qué tal si terminaba como la mayoría de los que estaban en la fiesta? Eran pocos los que aún se mantenían sobrios. Incluyendo a Kiba estaba actuando ya como un idiota. Dedicando a una última mirada al rubio y a la ninja médico, le arrebato la bebida a Sasuke de la mano y se la tomó casi de un trago, ahogándose al final y teniendo que toser un par de veces y emitir un par de gruñidos para alejar la quemazón de su garganta.
—Tranquila—dijo el otro, pidiendo dos tragos más.
Se sorprendió Sasuke al notar el poco aguante del pequeño cuerpo de la muchacha, dos copas después la notó ya mareada y a la tercera tuvo que ayudarla a sostenerse y reía por muchas cosas. Él mismo llevaba ya alrededor de siete u ocho y no se encontraba en semejante estado. Sí pensaba sin coherencia pero aún podía caminar y mantenerse tanto a sí mismo como a la muchacha de pie.
Y lo que pasó después era de esperarse...
No, no, no y no. Se negaba a creer que se encontraba en ese mismo momento en la cama del Uchiha. ¿Qué había pasado con su pudor, su dignidad, su virginidad…? Oh Dios, la había perdido ya. Sin mencionar que se la había entregado a él y en una noche de desamoríos y copas de más.
Sin poder más con la presión y el nerviosismo que tenía dentro de ella en ese momento comenzó a ver todo nublado y se desmayó.
¡Es que es tan tierna! De verdad espero que les haya gustado y si a la gente le gusta con gusto la sigo. Ya tengo bien planeado que podría pasar jojo. Díganme qué tal, ¿sí?
Besos, Envy.
