··Unlimited Sky··

Summary: ¿Qué hubiera pasado si Tsuna hubiera nacido como chica? ¿Qué hubiera pasado si hubiera sido diferente al Dame Tsuna que todos nosotros conocemos? ¿Alguien con más seguridad? ¿Cómo habría sido su vida? Si tienen curiosidades sobre esto, entonces esta historia es para ustedes. Fem 27.

Aún no hay emparejamientos pero ya lo verán.

Disclaimer: KHR! No me pertenece, es obra de Akira Amano-san.

-pensamiento-

-Narración-

(1) Indicaciones del diccionario


Capítulo 17: Después de todo…

Era extraño lo que estaba sintiendo.

Había una oscuridad absoluta, como todos los sueños y experiencias que había tenido desde pequeña.

Pero ahora, no podía oler miedo tampoco inquietud al estar entre las tinieblas. No podía sentir algo.

Nada.

Nada. Como una extraña clase de vacío total.

Estaba muda, quieta y desorientada.

Se sentía tan extraña.

No podía sentir desesperación, ni temor, ni tristeza. Todo era tan vacío como el mismo hueco en que estaba suspendida en el aire, no podía sentir sus brazos, piernas así tampoco abrir los parpados para encontrarse con alguna cosa.

Si esto era la muerte, era la peor tortura que pudieron hacerle. No había dolor, y si lo había no podía sentirlos.

Se sentía tan sola, tan distancia y abandonada.

¿Era esto una de las ilusiones de Mukuro?

No. No tenía sentido.

Recordaba el encuentro que tuvo con aquel chico, el que fue su amigo cuando pequeña mucho antes de haber conocido a Kyōko y a Ryōhei. Él fue diferente a los demás que siempre se reían y abusaban de ella, sus poderes ilusorios y su extraña compañía la alegraron por primera vez, convirtiéndose en su primer amigo.

Como pudo haberlo olvidado, pensó en su tristeza cuando él jamás había aparecido luego de aquello. Es como si la diversión en el parque se terminó en el momento en que sus padres decidieron volver a casa, nunca volvió a ser como antes.

Había cambiado cuando su padre las abandonó. La sensación de remordimiento carcomía en su interior, la rabia y el dolor parecían sacar lo mejor de sus cinco sentidos captando lo que nunca antes lo había experimentado.

Dolor. Rabia. Tristeza. Soledad. Esperanza. Miedo. Determinación.

Miles de sentimientos se entremezclaban en su interior seguido por otras sensaciones ambivalentes, de pronto la anterior sensación de vacío desapareció por completo. Su cuerpo comenzaba a reunir todas sus fuerzas para mover sus manos, sus piernas, sus dedos, tomar bocanadas profundas de aire y finalmente, abrir sus parpados.

Al principio, le dolió al abrirlos. Comenzaba a arrepentirse por haberlo hecho, sus ojos sufrieron dolor por la cantidad peligrosa de luces blancas alumbrando en una desconocida habitación en donde se encontraba. Abrió con dificultad por segunda vez, después tardó unos segundos suficientes para distinguir los objetos y la dimensión con tal de identificar si era su habitación.

Había muebles simples, algunos cuadros con diseños relajantes como un mar en calma con un pequeño bote varado en la nada y las luces que iluminaban insistentemente eran blancas como las paredes. Miró la mesa que se encontraba a su lado, descansaba un florero de vidrio con agua que alimentaban a un precioso ramo de flores naranjas, rojas y amarillas.

Le llamó mucho la atención de aquellas flores, sus preciosos colores cálidos resaltaban al frío y pálido blanco de la habitación, que era de un hospital. Eran azucenas con azucenas silvestres, sus flores favoritas.

Parpadeó, solo una persona sabía que esas flores le encantaban.

La otra mesa que estaba a su lado izquierdo descansaba una bandeja de comida conservada dentro de recipientes de plástico, pero lo que sus ojos habían captado primero era una bolsa llena de galletitas de manteca con glaseados de flores muy llamativas y jaleas brillantes.

-Tu madre fue a visitarte, estabas inconsciente así que te dejo todo esto cuando despiertes –

Volteó su rostro para encontrarse cara a cara con el dueño de aquella voz tan aguda como la garganta de un bebé.

-Reborn –fue lo único que pudo pronunciar.

El hitman sonrió.

-Ya era hora que despertaras, Dame-Tsuna –

Ignorando el alias que nunca le gustó desde que lo escuchó, lo miró con cierta duda.

-¿Cuánto tiempo llevo dormida? –

-Tres días, sí que tienes un sueño pesado –

Tres días. Recordó su reencuentro con Mukuro ya adolescente, alto y de apariencia enigmática como atemorizante, después de su enfrentamiento violento y haber evitado que Vindice lo encarcelaran, se había desmayado. Esto significaba que después de aquello, quedó inconsciente hace tres días.

-Oka-san, ella… -temía mucho recibir alguna respuesta negativa, lo que menos quería desde que toda esta locura comenzó era poner en peligro a su madre y preocuparla como lo había hecho en su pre-adolescencia. No quería influenciar a alguien más, Kyōko y Haru por poco no iban a vivir.

-Ella esta bien, me llamó preguntando por ti porque te tardabas en regresar. Yo le respondí que estabas en el hospital –antes de que Tsuna interrumpiera- No preguntó más, en cuanto escuchó que tú y los demás fueron trasladados al hospital directamente vino a visitarte. Estaba muy preocupada –

Tsuna no se dio cuenta cuando su respiración se volvió pesada y errática.

-Y… ¿qué le respondiste? –cerró los ojos, era mejor escuchar lo peor ahora mismo que arrepentirse de haberlo predicho antes.

Reborn la miró calmadamente, cosa que la extrañó.

-Le dije que tú, Gokudera y Yamamoto participaron en soccer y terminaron heridos cuando finalmente ganaron –

Se golpeó tras escuchar un discurso ridículo y muy fuera de relación con lo que en verdad sucedió.

-Y ¿te creyó? –preguntó vacilante.

El hitman le sonrió.

-Claro sí, dijo que tengas mucho más cuidado y que por poco le da un infarto por como te encontrabas. Como premio y para que te mejores te dejó comida y esas flores para ti –

No podía creerlo, suspiró con cierta resignación. No valía la pena en caer en la histeria, su madre no pudo sospechar nada con la mafia así que todo estaba bien, pero no se calmó cuando las dudas nuevamente la asaltaron.

Reborn que la estuvo mirándola fijamente adivinó lo que tanto rondaba en la cabeza de su estudiante.

-Gokudera y Yamamoto están bien ellos están en la misma habitación junto con Sasagawa Ryōhei, no tardarán en despertarse Shamal ya los trató –pausó- Kyōko y Haru salieron ilesas, Lambo e I-pin las llevaron a sus hogares, en cuanto despierten pensarán que solo se quedaron dormidas.

Escuchar esas noticias de parte de su tutor, se relajó. Todos estaban bien, sobre todo, Kyōko y Haru no saben nada acerca de su relación con la mafia. Sus amigos estaban bien, por lo menos esperaba que no hayan sufrido resultados graves tras sus luchas contra Kokuyo incluyendo Ryōhei, su energético mejor amigo que lo considera como un hermano mayor.

No quería quedarse sentada sin hacer nada, hizo ademán para levantarse.

-Será mejor que descanses ahora mismo, acabas de despertarte y no haz comido nada en tres días –dio un saltó hacia la puerta- Por hoy tendrás un día libre, pero en cuanto estés más recuperada espera para lo peor –y cerró la puerta tras sí.

Tsuna lo miró con cierto disgusto, no importa que tan grave este, al parecer su tutor la hará sufrir lo peor con sus poco ortodoxo y doloroso entrenamiento. Al menor debería sentirse feliz, tendría un día libre de deberes, entrenamiento con explosivos y bombas.

Al mirar los regalos pensó en su madre con cierta preocupación y culpabilidad. Ella era una de las personas más importantes de su vida, se sentía mal en apoyar la mentira que había dicho su hitman, pero era la única manera para evitar influenciarla. Igual que su mejor amiga Kyōko, Hana y Haru.

Sus amigos se han influenciado lo bastante y salieron lastimados por su culpa, y todo por enterarse que es la heredera al liderazgo de Vongola. No había marcha atrás, ya era parte de su destino que le tocara lo inesperado y que se abrieran nuevas puertas que la llevarían a lo desconocido.

Uno de ellos fue Kokuyo.

Se preguntaba si habría algo más en el futuro.

Al comer la comida preparada por su madre, sentía como si estuviera en casa nuevamente, los múltiples sabores explotar por su boca y el delicioso aroma que desprendían cuando destapó el recipiente le hacían olvidar de lo ocurrido atrás. Siempre disfrutaba saborear todos los platos que su madre le servía con tanto amor y anticipación, ahora lo disfrutaba mucho más, aun sabiendo la situación en que se encontraba.

Para su suerte estaba sola, se dio cuenta de que al devorar la comida, era clara señal el nivel del hambre que tenía. Se dispuso a comer despacio, otra cosa que le disgustaba eran los modales y más cuando uno se traga la comida en lugar de saborearla al masticarla.

Por ahora beber agua era lo primordial para recuperar la energía perdida durante su inconsciencia, no tenía ganas de beber jugo porque si lo mezclaba todo vomitaría y perdería lo que su madre le había preparado con anticipación.

Dejaría descansar su estomago ahora mismo, más tarde comería sus galletas y quizás descansaría otros ratos. Quería visitar a sus amigos para comprobar si estaban en buen estado, pero desistió, aun se sentía débil y algo adolorida en cierta zona de su cuerpo, en donde no sabía identificar.

Miró su entorno sin girar mucho la cabeza, no encontraba nada interesante que no fuera la televisión que se encontraba al extremo de la habitación. Estaba algunas revistas y algunos libros dentro de los cajones de la mesa, el cuadro que lo había visto en su despertar y la amplia ventana a su lado derecho cuya cortina blanca danzaba en aire por la tenue brisa que se asomaba en el aire.

Miró el cuadro, podría parecer aburrido con solo verlo pero algo en él había captado su total atención. No miraba al mar calmo así tampoco al aburrido y degastado bote de madera, sino al cielo, un hermoso cielo que reflejaba bellos patrones de un atardecer al borde del crepúsculo.

Tenía varios colores entremezclados, en las zonas más brillantes había blanco perlado, naranja pálido, amarillo dorado tan suave el tono de su brillantez que parecía a una seda, magenta en las nubes tan finas como el algodón y más al fondo, los colores oscuros eran igual de bellos. Verde marino seguido de un azul muy claro y luego violeta asemejado al ocaso más tarde añil, el color azul tan misterioso y profundo como el ultramar, en el final era negro total.

Todos los colores juntos, que combinaban armoniosamente en el cielo y mostrando su única creación para quienes admiraban el único arte que solo la naturaleza podía realizar. Ignoraba si era una imitación de pintura o una foto de algún lugar inexistente.

Admitía que era el cuadro más hermoso que pudo admirar en su vida.

Siempre admiró el cielo, cuando niña solía pintarlo cada vez que lo veía en el amanecer, en el atardecer y en el anochecer. Mezclaba colores tratando de encontrar los tonos indicados y similares a los bellos matices del cielo, le encantaba los colores cálidos y otoñales, sobre todo el naranja. Su color favorito.

Aquel color siempre lo admiró desde pequeña, le había gustado mirándolo en el atardecer donde los tonos eran más brillantes y hermosos cuando se mezclaban entre sí. Al principio no lo había comprendido, intentaba inútilmente poder imitarlo sin dar buenos y satisfactorios resultados, ahora lo comprendía con claridad.

Nada podía compararse con la inmensidad y la belleza que el cielo presentaba, ni siquiera los más grandes pintores del mundo. Ni aunque hicieran el cuadro más hermoso, sabía por ende que desaparecería con el transcurso de las eras y el verdadero cielo, era el verdadero arte que se conservaría.

La naturaleza era un misterio y solo aquellos que la comprendía era capaz de desvelar sus más grandes enigmas.

Soltó un aire tenso que se había acumulado durante unos pequeños segundos de silencio, en su mente no pudo evitar divagar su reencuentro con Mukuro Rokudo. Jamás en su vida se imaginó que aquel peligroso criminal de mortales poderes ilusorios sea el mismo niño que conoció en Kokuyo Land, el parque de diversiones abandonado que evoca recuerdos de auge y sonrisas.

Escuchó de parte de Reborn, que Mukuro había acabado con la mayoría de las Famiglias incluyendo una llamada Estraneo, donde él formaba parte. También Mukuro había dicho que ellos tenían la culpa por convertirlo en un monstruo, siendo la causa de su odio por la mafia.

Comenzaba a cuestionarse. ¿Qué clase de famiglia haría una cosa tan ruin con su propio miembro? ¿Será que existen Famiglias que carezcan el sentido del cariño y del vínculo?

¿Qué quiso decir que lo convirtieron en "monstruo"?

La respuesta estaba escondida en sus misteriosos poderes, mejor dicho, detrás de su ojo rojo con kanji de roku (1). También, según las visiones de sus recuerdos, en una de sus ilusiones fue ese lugar húmedo, oscuro y de escasa luz lleno de objetos extraños que emitían un brillo artificial, el aire era muy húmedo y desprendía un olor desagradable.

Era parecido a una escena de esas películas de suspenso o terror, una donde el protagonista estaba atrapado en una especie de…

Laboratorio.

-Laboratorio –pronunció en un hilo de voz. En su cabeza comenzó a reunir cada pista que estuvo analizando detalladamente en un corto lapso de tiempo.

Convertir. Monstruo. Estraneo (2). El ojo de los Seis Caminos. Los poderes ilusorios de Mukuro. Su odio. Laboratorio.

Podía ser una suposición, llegando a una conclusión posible, la respuesta propia casi la deja sin aire ante una realidad tan cruda como retorcida.

Mukuro pudo haber sido experimentado por su propia famiglia.


Reborn se mantenía tranquilo mientras disfrutaba su preciado café Expresso (3) que descansaba entre sus manos. La sensación de la taza caliente envuelto entre sus manos y el dulce pero amargo aroma de su bebida lo ayudaba a centrarse en sus propios pensamientos.

Todos estaban bien, a salvo gracias a Shamal el médico experto que los atendió inmediatamente. Tras chequear el grave estado de sus pacientes, dejó su fachada de doctor pervertido y poner manos a la obra su experiencia como hitman, claro Reborn tuvo que amenazarlo con su arma si se pasaba de la raya con su estudiante. Le dio igual, que le chequeara a Bianchi, después de todo ella también es un hitman sabiendo que podía recuperarse pronto.

Se puso mucho más tranquilo tras enterarse del despertar de Tsuna, era sorprendente que solo le haya tomado tres días para despertarse de su letargo y haberse recuperado, aunque un poco. Había pensado que tardaría semanas por lo menos después de aquella dura batalla contra la pandilla Kokuyo.

Tuvo que reprimir su duda acerca de lo ocurrido entre su estudiante y Rokudo, pudo notar que algo había entre ellos, un vínculo invisible los unía a través de sentimientos mutuos, quizás se conocían desde antes. Y la peor parte de la realidad era mucho más antes que él.

Suspiró entre molesto y resignado. Luego se lo preguntaría, en un momento oportuno, por ahora esperaría que Tsuna y los demás se recuperaran lo suficiente para retomar sus vidas.


-No puede ser –susurró para sí.

¿Era posible que los Estraneo fueran esa clase de famiglia? ¿Compuesta por integrantes de mente retorcida dispuesta a sacrificar a cualquiera con tal de obtener buenos resultados?

¿Acaso utilizaron a Mukuro como conejillo de indias?

También pensó en sus compañeros, tenían aspecto inhumano en parte a la vez que sus poderes eran impropios de personas comunes. Así que, ellos también sufrieron experimentaciones degradantes, de procesos diferentes con resultados atroces.

No estaba segura, aquella idea le parecía una locura pero verosímil. Su intuición parecía estar convencido y esta vez, no sentía estar equivocada; más tarde se lo preguntaría a Reborn, después de todo su tutor era el hitman y conocía cualquier tema relacionado con la mafia.

Miró el techo esta vez, sin mucho interés, era claro que estar recostada en la cama sin poder moverse la aburría. Siempre fue alguien activa que no le gustaba estar quieta en un solo lugar o sin hacer nada entretenido, ya sea leer, escuchar música o mirar el cielo. Se conformó en comer las galletitas que preparó su madre, le encantaba el dulce aroma que desprendían en cuanto abrió la bolsa.

En el aire se podía disfrutar el dulce aroma a vainilla, canela, miel, nueces y más. Nana sabía cuales eran sus favoritas: galletas de miel con avellana, canela con jalea de manzana, vainilla con glaseados coloridos de azúcar, chocolate con crema de almendras y caramelo.

Al comer las galletas le despertó su añoranza por la presencia de su madre, por un momento quería estar con alguien para hacerla olvidar de la situación en la que estaba forzada a vivir. Quería escuchar su consejo, quería una ayuda para saber como enmendarlo, sabiendo que no había vuelta atrás.

Era su destino como la Décima Vongola.

-Tsuna-chan! –esa voz, la inconfundible voz cantarina la trajo a la realidad.

-Kyōko –

Notó que no era la única en visitarla tras notar que había otras presencias más tras suyo.

-Tsuna-sama! –Haru ingresó en cuanto Kyōko se adentró a la habitación, también estaban Lambo e I-pin cargados en los brazos de cada una y Hana fue la última en entrar.

Parpadeó sorprendida ante la inesperada visita. Había creído al principio que vendrían mañana o más tarde, supuso que en cuanto faltó a clases comenzaron a preocuparse y recurrir a su madre, que les había dicho que estaba en el hospital.

Había querido evitar esto, preocupaciones y explicaciones. Pero, sobre todo, estar obligada a mentirles a sus seres queridos.

-Tsuna-chan, te encuentras. Cuando tu mamá me dijo que estabas en el hospital me preocupé demasiado, faltamos a clases para visitarte –pronunció la menor Sasagawa con una grave preocupación pintada en su rostro, la misma expresión que se dibujaba cada vez que veía a su hermano herido o metido en problemas.

-Sí, estoy bien. No es nada comparado a lo de antes –respondió con suavidad, su mejor amiga ya sabía a que se refería con su última frase, ella simplemente asintió en silencio sin haber borrado su gesto. Era claro que no se había dejado convencer en sus palabras, sabía en el fondo que no estaba recuperada y sus heridas eran mucho peores que las que había recibido en el pasado.

-Pues te veo como si hubieras sido atacada por una banda de animales salvajes, jugar contra un equipo de soccer fue demasiado estúpido y riesgoso para ti –

-Hana-chan –replicó Kyōko.

Tsuna no respondió nada en su defensa, por lo menos ninguna sabía lo que en verdad le sucedió, las palabras de regaño de Hana estaban teñidas con el mismo sentimiento de desasosiego que Kyōko y no la culpaba, ella era también una de las pocas personas que le tenía mucha confianza y estimación. Y se sentía horrible en mentirles.

-Lo siento mucho –fue lo único que podía decir, no tenía alguna otra respuesta, parecía que su garganta se cerraba cada vez que intentaba pronunciar algo.

-Tendrías disculparte más con tu madre y con Kyōko, ellas son las que más se preocuparon por ti –

-No te olvides de Haru –espetó la pelioscura con un deje de ansiedad e inquietud marcado en su rostro.

-Además de ella y los niños –agregó Hana sin siquiera sentirse incómoda de estar en presencia de niños por mucho que los odiara, el estado de su amiga era mucho más importante que su fobia infantil.

Tsuna dejó caer los hombros, su culpabilidad la pesaba mucho tanto que las fuerzas parecían desfallecer en sus músculos, para su suerte estando sentada en la cama le producía cierta estabilidad sino caería al suelo a secas, sin tener la menor voluntad de levantarse.

-Perdón por lo que han tenido que pasar. Fue una estupidez lo que hice, no lo volveré a repetir –otra mentira se le escapó de sus labios, se mordió un momento, le hubiera gustado haber pronunciado otra cosa que no fuera más mentiras.

-Tsuna-sama no lo diga así, Haru estuvo muy preocupada por usted desu (4)! Con que Tsuna-sama este bien es más que suficiente que las disculpas –dijo Haru con una sinceridad algo desenfrenada, apretando a Lambo en un fuerte abrazo, el bebé parecía ahogarse realizando una expresión graciosa y preocupante. Al darse cuenta de los sonidos de ruego del bebé Bovino, se disculpó al aflojar su abrazo.

-Tsuna-chan –la miró, en los ojos miel de Kyōko estaban llenos de sentimientos indescifrables y cálidos, era mucho más complicada que Hana, eso la hacía misteriosa que las otras chicas y tal punto de verse madura. Una parte de su mejor amiga lo hacía para aparentar su despreocupación para no causar problemas a los demás, sabía que se estaba hiriéndose si lo guardaba de esa manera y Ryōhei sabía de eso, pero confiaba mucho en su hermana.

Tsuna también quería protegerla, de la misma forma que lo hacía Ryōhei, aunque se tratara de mentirle por su bien.

-Te prometo que me cuidaré más, evitaré meterme en más problemas –le respondió sin necesidad de escucharlo, conocía perfectamente a Kyōko y era consciente de cuales iban a ser sus palabras para ella. Lo de evitar problemas era imposible debido a su posición pero si cumpliría con la petición de cuidarse incluyendo a los demás, sobre todo a ella, a su madre y a sus amigos.

Kyōko asintió para después sonreírle levemente para aligerar un poco la tensión. Estaba agradecida de aquella sonrisa, le recordaba mucho a su madre y parecía como si ella estuviera presente ahora mismo.

Hana reemplazó su anterior expresión por su típica fachada de chica seria y desinteresada, Haru sonreía con un gesto lleno de emoción y avives, Lambo e I-pin una vez abajo no tardaron en realizar sus juegos.

Tsuna, a pesar de sentir que el peso de la culpa se aligeraba y la hacía estar a flote el sentimiento de la determinación no desapareció. Miró a Kyōko sonriendo de la relación dispareja entre Haru y Hana debido a las diferencias de personalidades, Lambo e I-pin se pusieron a saltar sobre los cómodos sillones mientras miraban la televisión.

Miró por la ventana brevemente, el cielo se entreveía un hermoso atardecer de colores rosado, amarillo pálido, naranja suave y una tonalidad anaranjado rojizo acompañado de nubes lavandas suspendidas en el aire. Era un bello mosaico de colores, un regalo especial para sus ojos y un nuevo recuerdo de una promesa inquebrantable.

Nunca las influenciaría en esto, especialmente Kyōko. Era imposible ignorar el peso de la culpa en su corazón, pero no lo negaría y estaba segura que Ryōhei pensaría lo mismo y estaría de acuerdo con la decisión tomada de mentir.

La verdad sería dolorosa y sería mucho más si las personas queridas saldrían heridas por su causa.

Haría lo que sea para protegerlos, haría lo imposible con su determinación tan cálida y fulgurante como el mismo cielo del atardecer. Mentalmente selló sus palabras y su resolución, podía sentir su suave llamarada bombear con cada latido y viajar por sus venas hasta expandirse por su cuerpo.

Volviendo su vista a los demás, se unió a la conversación amistosa con sus amigas y unió su risa apaciguando sus dudas y sus futuros temores. Porque vivir el presente, era un regalo al que todos lo llaman hoy.

Sin darse cuenta, en la puerta entreabierta Reborn observaba en silencio la situación, pudo notar algo en los ojos de su alumna y entendía lo que le estaba pasando ahora mismo.

Sonrió para sí mientras abandonaba la puerta.

Su estudiante estaba madurando y muy pronto, se convertiría en la gran cabeza de Vongola.

Tal como su ancestro y fundador.

Continuará…


Diccionario

(1) Roku= Seis en japonés

(2) Estraneo= Extraño en italiano

(3) Expresso= Tipo de café italiano

(4) Desu= la expresión que siempre usa Haru (no sé si lo escribí antes pero por si acaso)


N/A: Hola! Tanto tiempo, perdón por la demora es que a veces no me dan ganas de escribir o tengo problemas cuando no se me ocurre que escribir. Perdón. Gomenasai. Sorry.

Espero que les haya gustado el capítulo, sé que me salió corto pero intentaré hacer lo mejor para la próxima. Muy pronto otros personajes harán su aparición, tengan paciencia y muchas otras cosas pasaran con Tsuna.

No aparecieron Gokudera, Yamamoto y Ryōhei así que en el siguiente van a mostrar.

Nos vemos en el próximo capítulo!

Underword XD