Esta historia no me pertenece, los personajes son de S. Meyer y la autora es Lissa Bryan, yo sólo traduzco.


~*~Los Mejores Ángeles de Nuestra Naturaleza~*~

Por Lissa Bryan

Epílogo

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Dos años después...

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—Ven a nadar conmigo —me pidió Edward.

—Claro, deja termino aquí y te alcanzo —respondió Bella. Miró como se alejaba su cuerpo desnudo, tomándose un momento para admirar el trasero más perfecto que alguna vez había creado Dios. Una escultura perfecta de arte viviente. Su piel se veía de color dorado por jugar afuera bajo la luz tropical el sol, contrastaba de manera hermosa con sus alas brillantemente blancas.

Bella lo miró por la ventana de la cocina mientras jugaba con Dave y los cachorros. La pareja de Dave dormitaba bajo la sombra de una palmera en la esquina del pequeño jardín que habían plantado para que Edward pudiera podarlo. Era la beta de la camada de perros que custodiaban el centro que estaba en la montaña. Edward había mantenido su promesa y les dio todas las hamburguesas que encontró en la cocina del centro. Luego de eso Jane le preguntó con nerviosismo a Edward por qué la estaba siguiendo esa pitbull. La beta le había dicho a Edward que podía oler a su pareja en la mochila de Jane. Edward había sacado a Dave para dejarlo en el piso y la hembra lo había olido minuciosamente. La cabeza de ella era más grande que todo el cuerpo de él. Ella confirmó que Dave sí era su pareja, o más bien lo sería cuando creciera.

Ahora Dave era papá de cinco cachorros extremadamente feos, "pitbulls mutantes" como Emmett les decía, una extraña combinación de su padre pequeño y peludo, y su madre grande, muscular y de rostro fino. Pero no habían existido cachorros más amados que ellos.

Los otros dos perros rondaban por la isla en soledad; Edward insistió en que no podían dejarlos ya que no había nadie que los alimentara. Ellos nunca habían sido mascotas y se sentían incómodos viviendo en una casa, así que Edward mantenía cuencos llenos de comida para perro en la parte boscosa de la isla. Los perros ya bien alimentados y felices eran fieramente protectores con su nueva camada.

Bella terminó de lavar los trastes y se fue a ponerse el traje de baño. Edward se sentía cómodo y era feliz andando desnudo, pero Bella nunca había logrado adoptar su actitud casual hacia la desnudez. Se bañó con protector solar antes de ponerse el traje de baño. Edward se ponía de un delicioso color dorado bajo el sol; ella sólo se quemaba.

Le dejó una nota a Jane en la cocina, en caso de que ella y Rose regresaran de la casa de Alice y Jasper, y se preguntaran dónde podrían estar Bella y Edward. Durante los últimos días Jane había estado pasando mucho tiempo allá porque Rose y Emmett estaban apasionadamente enamorados y ambos enfrentaban el agonizante dilema de quedarse con su humano o ir con el ser amado. Así que Jane se llevaba los trabajos de la escuela para allá en las tardes, de esa manera los ángeles podían estar juntos y seguían teniendo cerca a sus humanas. Ella se había graduado de la preparatoria en cuanto aplicó los exámenes y había pasado los últimos dos años tomando cursos universitarios en línea. Para cuando cumplió la edad necesaria para ir a la universidad, ya había obtenido su maestría.

La marea estaba alta hoy, mandaba grandes olas que chocaban contra la playa. Vio a Jenks en la orilla, lo identificó por la llamativa camiseta Hawaiana que llevaba y por el largo cabello rubio de la mujer que caminaba a su lado de la mano. En sus brazos ella llevaba un bebé regordete, un niñito que, Dios lo ayude, era idéntico a su padre.

La isla era pequeña, pero sus casas estaban lo suficientemente separadas para darles una sensación de privacidad. Todos vivían allí, menos Amun y Kebi. Nadie la había perdonado completamente por su traición, con excepción de Amun, a quien parecía no importarle. Kebi era suya sin importar qué había hecho o por qué. Ocasionalmente venían de visita, dejando el avión de Amun en la pista de aterrizaje de la isla; los cambios en él eran remarcables. Dave ya no le llamaba "el hombre negro" ni le tenía miedo. Amun se estaba convirtiendo en alguien... cálido y amigable. Bella no lo hubiera creído si no lo hubiera visto, y aunque no confiaba en Kebi, tenía que admitir que ella había sido una muy buena influencia para Amun. El único problema que veía era la mortalidad de Kebi, pero tenía la esperanza de que sucediera otro milagro.

Fue Amun quien compró la isla para sus amigos. Estaba en un lugar remoto y bien protegido porque estaba en el territorio de uno de los "camaradas" de Jenks.

—No voy a decirte qué hace, pero rima con "tráfico" —le había dicho Jenks—. Es rico, líder de un vasto imperio y está muy bien establecido. Sus chicos patrullan estas aguas con concurrencia, y dejó en claro que estaríamos protegidos por todas las costas.

Y así fue como construyeron pequeñas cabañas por toda la isla alimentadas por energía a través de paneles solares y turbinas de viento. Jenks les había conseguido a todos teléfonos e internet, aunque se quejaba del costo.

Phoenix y Collin compartían una casa, aunque en últimos días rara vez estaba Collin en casa. Estaba saliendo con una profesora en el continente y la visitaba tan seguido que Jenks le había comprado su propio avión para que dejara de llevarse el suyo. Iban a llevarse las cosas lentas, dijo Collin, porque todavía tenía mucho trabajo que hacer en sí mismo para convertirse en la persona que quería ser, pero parecía que su novia estaba dispuesta a ayudarlo con eso.

Phoenix seguía un poco amargado por la muerte de Forks (él fue enterrado ahí, en la base de un acantilado que estaba en el lado más alejado de la isla con su nombre grabado en las rocas) pero él y Ben habían construido una buena amistad, y eso lo ayudaba a sanar. Bella estaba bastante segura de que el duelo siempre sería parte de él, pero ya no se preocupaba tanto.

Quil, el compañero de casa de Ben, se había enamorado profundamente de un bombero que había conocido en el continente (al parecer el destino tenía un refinado sentido de ironía) y estaba intentando convencerlo para que se mudara a su isla tropical. Bella no creía que fuera a tardar mucho tiempo más. Tenía que admitir que Quil tenía buen gusto, porque el chico era casi tan guapo como Edward.

Caminó hacia la playa cargando un par de toallas. Edward nunca se acordaba de llevar una. Vio a Esme sentada en el porche de su cabaña, bordando lo que parecía ser una funda para almohada. Carlisle estaba sentado a sus pies mirándola con ojos de adoración. Esme había querido su propia casa, sólo ella y Carlisle. Bella intentaba convencer a Esme de que fuera a los viajes hacia el continente porque tenía la esperanza de que Esme conociera a alguien a quien pudiera amar y con quien tener la familia que siempre quiso, pero Esme parecía querer estar en soledad. Quizá eso cambiaría en el futuro. Eso esperaba Bella. Esme, con su corazón leal y amoroso, merecía encontrar la felicidad.

En cuanto la vio, Edward corrió a la playa y la cargó en sus brazos. Bella rió y luego gritó cuando él corrió al agua con ella. Una ola la bañó y luego escupió. Se aferró al cuello de él.

—Hiciste eso a propósito —lo acusó.

—Sí —dijo él. Su sonrisa se desvaneció cuando la vio al rostro y sus ojos se suavizaron más, llenándose de ternura. Agachó la cabeza para besarla. Bella gimió suavemente. Ésta era un hambre que nunca sería llenada por completo, un fuego que nunca se extinguiría.

—Mi Bella —susurró.

—¡Ahem! —Jenks se aclaró la garganta de manera ruidosa. Ambos levantaron la vista y lo vieron de pie junto a Lauren en la orilla de la playa—. Lamento interrumpir la sesión de besuqueos, pero necesito hablar con ustedes un minuto.

Los cachorros saltaron y ladraron alrededor de sus tobillos. Usualmente Jenks cargaba una Slim-Jim en su bolsillo, la cual partía en cinco pedazos cuando se encontraba a los cachorros. Ellos lo adoraban. Se sentó en la arena y repartió el premio a los cachorros que se subieron en él con ansiedad.

Edward cargó a Bella fuera del agua y la dejó sobre la arena. Agitó las alas para quitarse el agua. Ella agarró las toallas y se envolvió el cuerpo en una. Edward usó la suya para secarse el cabello. Jenks ignoró estudiadamente la desnudez de Edward. Todos en la isla se habían acostumbrado más o menos a que Edward anduviera desnudo. Incluso podaba su pequeño jardín desnudo.

—Amun llamó —dijo Jenks poniéndose de pie y limpiándose la arena del pantalón. Agarró al bebé de Lauren y le hizo un cariñito—. Encontró otro centro.

El corazón de Bella se hundió.

—¿Dónde?

—China.

—Oh. —Se mordió el labio. Eso significaba otro largo viaje a un país del que no entendía el idioma, lejos del paraíso tropical que había aprendido a amar y a sufrir el estrés de tener que proteger a sus amigos del peligro. Haría su deber, pero no estaba feliz.

—Sólo quería que lo supieras porque Alice y tú tendrán que compartir el deber de niñera del pequeño Omar.

Lauren bufó.

—Jenks, su nombre no es Omar. Su nombre es Bradley. Brad-lee.

Jenks dejó un gran beso ruidoso en la mejilla de su esposa.

—Lo sé. Es que no puedo evitar pensar en el general cada vez que lo escucho.

Bella seguía parpadeando sorprendida.

—¿Quieres dejarme aquí?

Jenks asintió.

—Sí. Tú y el chico nudista se quedan aquí, cuidan a los niños, a los cachorros y riegan las plantas de Lauren. Nosotros podemos manejarlo.

—Pero Jenks, si es mi deber...

Nuestro deber —la corrigió Jenks—. Y creo que Dios nos otorgará un poco de libertad en los términos. Tú no vas en esta ocasión.

Comenzó a quejarse, pero Jenks la detuvo.

—En serio, Bella. No arriesgaría al equipo si creyera que te necesitamos. Amun y Alice dicen que ésta no va a ser muy difícil.

Por todo el mundo centros iguales a los del Proyecto Theta habían estado cerrando de acuerdo a la información que Amun recolectaba en sus viajes. En algunos casos los Dotados que estaban dentro se habían revelado y habían destruido ellos mismos los centros. En otros, el gobierno había decidido que no valía la pena el riesgo. Ellos iban a destruir los pocos que quedaban con unas lindas y largas vacaciones en el Paraíso entre cada misión.

—De acuerdo —Bella aceptó a regañadientes—. Pero sean cuidadosos, ¿de acuerdo?

Jenks le guiñó un ojo.

—Siempre lo soy. Además nos vamos a llevar a Esme. Ahora que las visiones de Alice regresaron debido a la ausencia de Amun, nos ha podido decir algunas cosas, incluyendo el hecho de que Esme va a conocer a alguien muy interesante en esta misión.

Bella jadeó.

—¡Oh, Jenks, qué maravilloso!

—Así que tú cuida el fuerte aquí, cuida a mi niño y volveremos antes de que se den cuenta. Pasaremos mañana temprano para dejarlo, ¿de acuerdo?

Bella asintió.

—Sí.

Jenks la abrazó y le dio un beso en la mejilla antes de bajar por la playa hacia su casa.

—Ven, Bella, vamos a jugar —le pidió Edward—. ¡Y comeremos panqueques, y luego jugaremos Scrabble con nuestra hija, y después iremos a la cama a tener sexo!

—Parece ser el plan de un día perfecto —respondió Bella. Tiró la toalla y corrió tras de él en las olas.

—Tendremos muchos de ésos —le prometió Edward—. Por el resto de tu vida.

Y estaba en lo cierto.

~Finis~