Digimon no nos pertenece. Queremos ahorrarnos los detalles. Gracias.

Notas de autor: estamos aquí, con un fic que las hará tocar las estrellas al grado de perdir ésta y otras más. Rían, sufran, comenten, lloren, admiren, sueñen, corran, coman, etecé.


Macho que se respeta

CAPÍTULO I: RechazaDOS


¿Por qué preferir los bares en vez de los antros?

Las ventajas que tenían los bares, según su sano juicio, era múltiples: podías beber más tranquilamente, no había necesidad de soportar aquella música tan mala a todo volumen, eran lugares menos ruidosos y por ende, podía escuchar mejor las conversaciones de sus amigos, no había tanta gente armando alboroto y muchas veces hasta resultaba más discreto estar ahí.

O al menos eso creía Matt…

—¿Cómo te fue anoche?

Se escuchó una voz masculina detrás de ellos. Eran dos hombres que no tenían ni la menor idea de cómo hablar discretamente o mínimo bajarle a su timbre de voz para no incomodar a los que estaban alrededor con sus conversaciones nada gratas para oídos ajenos.

Tanto Mimi como Tai y Sora siguieron en su plática, como si nada hubiese pasado, el rubio fue el único que se removió de su asiento, presentía que sería testigo de una charla no muy amena para escuchar.

Justo cuando defendía a capa y a espada la tranquilidad y la discreción que se manejaba en esos lugares.

—Eso no se pregunta hermano —fanfarroneó el otro sujeto —no hay chica que no logre satisfacer —presumió.

El rubio puso los ojos en blanco y a diferencia del otro comentario esta vez sí logró romper el hilo de la conversación de sus amigos. Tai suspiró pesadamente, la pelirroja alzó los hombros y Mimi ladeó su boca.

Tenían dos opciones: ignorar al tipo y seguir como si nada y la otra era cambiarse de lugar para no oír más. Por cómo habló, no se necesitaba ser muy inteligente para darse cuenta que ese sujeto era completamente un patán.

—Vaya tipo —bufó Tai.

Durante quince minutos fueron oyentes de la charla de esos tipos, les fue imposible ignorarlos. ¿Cómo? Si prácticamente estaban gritando de sexo y el sexo distrae a cualquiera. Era completamente comprensible que no pudieran concentrarse en otra cosa más que en el interesante y fogoso encuentro de aquel hombre con aquella rubia.

Aunque también era indígnate ser testigo de que existieran hombres así, que hablaban con vehemencia de su súper capacidad en la cama y que se expresara sin respeto y sin pudor alguno de las chicas.

—Odio ese tipo de hombres —expresó la pelirroja una vez que sus "cómodos" vecinos de mesa se habían retirado —usan a las mujeres y se creen lo más grande.

—Siento pena por aquella mujer, que entregó su cuerpo, su alma, su sentimiento y su razón a ese hombre, que ni siquiera merece ser llamado así —comentó la castaña —y de la forma en que dijo todo amiga —rodó los ojos.

Tai y Matt escuchaban expectantes a sus respectivas novias, concordaban con cada una de sus palabras, no había más que agregar. Ambas tenían la boca llena de razón.

—¡LO SÉ! —rió Sora —no sabe que es fácil fingir un orgasmo.

Comentó con suspicacia. Ambas chicas rieron, pobre de aquellos hombres que se sentían tan machotes y capaces de hacer tocar el cielo a las mujeres, bien decían por las calles; dime de qué presumes y te diré de qué careces.

El moreno se atragantó con su propia saliva. ¿Qué?, ¿cómo?, ¿cuándo? Empezó a toser ahogado con sus propias dudas y pensamientos.

—¡¿QUÉ? —al fin logró articular una palabra. Tai había estado en trance, atragantado por no saber qué decir. Comenzó a sentir ansiedad por la respuesta que su novia le daría, a lo mejor él había escuchado mal.

Sí, era eso. Sora no tenía porque…

—Que es fácil fingir un orgasmo.

No. Ni loco se había equivocado. Intentó tragar saliva, pero ésta se había estacionado en su garganta ahogándolo y provocándole un ataque severo de tos nerviosa. Se tomó el estómago, tratando de controlarse.

¿Será posible? ¿Finge con él? ¿Todo este tiempo lo estuvo engañando?

Una sonrisa burlona se formó en el rostro del rubio, tan machote que dice ser su mejor amigo. ¿Ahora qué diría en su defensa? Por hablador, de condena le esperaban años y más años de burlas. El moreno miró de reojo a Matt, que inflaba el pecho conforme caía su imagen de máquina sexual.

Sintió cómo es que su ego se hacía añicos.

—Já —se mofó Matt.

—Las mujeres fingimos el orgasmo para 'retener' a nuestras parejas en la cama —habló Mimi —para cumplir las expectativas de las parejas, para aumentar su ego, elevar la emoción sexual y prevenir que busquen otras relaciones.

El rubio abrió completamente sus ojos.

¿Cómo es que Mimi sabía tanto de sexo? ¿Finge? ¿Desde cuándo? ¿Por qué? Era una cruel mentira para no dejar solo a Tai. Ahora fue él quien recibió la mirada burlona de su mejor amigo.

Esto solo podría ser obra del karma.

Apretó su mandíbula. Todos los músculos de su cuerpo se habían tensado.

—¿Y ella cómo sabe tanto de eso? —preguntó directamente mirando hacia su novia que ya se encontraba lejos, en dirección al baño con su mejor amiga.

—Porque contigo en la cama no le queda de otra —giró sus ojos el moreno. Nada como el dulce sabor de la venganza.

Rió con la reacción de su amigo, pálido como un papel, respiración entrecortada. Reconoció que humillando y burlándose de su amigo, lograba evadir un poquito la confusión que él sentía y claro, le ayudaba a su muy pisoteado ego masculino.

Después de todo su lío y depresión que sufrieron al enterarse de aquella verdad tan dolorosa el moreno sonrió con malicia y vio a su amigo. —Mimi finge contigo…

—Contigo también fingen. Fue Sora la que dijo eso de que las mujeres fingen.

Tai chasqueó su lengua restándole importancia. —No me preocupo, Sora siempre se incluye dentro de lo que hacen las mujeres… Por ejemplo una vez dijo "A las mujeres nos encantan las sorpresas" —dijo con la voz aguda en un intento de imitar la de su novia. —Y cuando le hice una fiesta sorpresa se enojó. ¿Ves? Siguiendo con la lógica, en realidad Sora no finge.

—Bueno… Si con eso podrás dormir tranquilo esta noche es cosa tuya… Claro que podrás dormir tranquilo, si Sora finge siempre y tú no te das ni cuenta.

—No, Sora no puede fingir conmigo. Soy una máquina del amor, sé todo lo que a las mujeres les gusta. —sonrió él con suficiencia y haciendo presencia de sus habilidades.

—Por lo que supimos hoy a las mujeres les gusta fingir…

—Querrás decir a Mimi… ¿Cómo sabe tanto?

—Es algo que me intriga…

—Quizás por eso es que te hace creer que le gusta lo que haces… ¿Cómo satisfaces a una experta? Te ha visto la cara de estúpido todo este tiempo. —Matt seguía con aquella expresión nula en su rostro. Sonrió nuevamente, su ataque aún no terminaba. —Michael no es tan tonto después de todo… Parece que le enseñó bien a Mimi, no perdieron el tiempo en Estados Unidos… —agregó sin borrar aquella sonrisa sugerente de su rostro, lo que sin duda molestaba más a su rubio amigo. —Lo que quiere decir que él es mejor que tú en la cama… Apuesto que con él no fingía. —finalizó satisfecho de toda la cizaña que había metido en la ya deprimida mente de su buen amigo.

—¡Listo! —avisó la castaña ya sentándose al lado de su novio. Sora hizo lo mismo, sentándose al lado de Tai mientras se masajeaba las sienes, el moreno la miró extrañado.

—¿Te pasa algo amor?

—Me duele un poco la cabeza, eso es todo.

—Amiga, tómate una aspirina y descansa. Mañana verás como te sentirás mejor. —aconsejó Mimi con una amplia sonrisa en su rostro, que fue correspondida por la pelirroja.

Matt soltó una risita apenas audible por su amigo, lo cual lo obligó a voltear hacia él e intentar comprender la razón de aquella expresión. —FIN-GE. —susurraba con malicia, y disfrutó aún más cuando notó que había despertado las alarmas en Tai. Aprovechó que su novia le comentaba expresamente a Sora las recomendaciones de lo que debía hacer y así acabar con su dolor de cabeza para seguir con su misión de venganza. —Le duele la cabeza… Eso quiere decir que hoy no te tocará. Lo siento amigo… —continuó alzando sus hombros y torciendo sus labios. —Finge que le duela la cabeza para no tener que molestarse después en fingir un orgasmo contigo. —finalizó su gran venganza cruzándose de brazos y soltando un imponente carcajada que obligó a las chicas a salir de su conversación.

—¿Qué pasa? —preguntó curiosa la castaña. —¿Qué es tan gracioso?

—Nada… Nada. Es que —situó su mirada nuevamente en su amigo. —la vida es tan linda. —volvió a reír cuando Tai achicó sus ojos.


—Matt.

Sintió un cosquilleo que recorrió toda su columna vertebral ante la risita que su novia soltó en su oído.

Estaban los dos solos en su departamento, aprovechando la privacidad de su espacio y con las ganas que tenía de dejar en alto su nombre y hacer que su mejor amigo se tragara todas sus palabras.

Michael no podía ser mejor que él y mucho menos podía haber hecho a su novia una experta en ese ámbito. En cuanto se cerró la puerta de su departamento, aprovechó la distracción de Mimi para lanzarse sobre ella, mordazmente besó sus labios y la rodeó con sus brazos para que no escapara.

Para su suerte, la castaña correspondió a lo que él estaba sintiendo en esos momentos y más que dejarse querer también contribuyó a la noble causa.

La chica sonrió entre sus labios, mientras su novio se aferraba ellos, abrazó su cuello. Matt se acercó a ella y acarició fugazmente su boca con la suya, en el momento en que necesitó aire para respirar, movió su rostro rozando con sus labios la mejilla del rubio y reír tiernamente en su oído mientras pronunciaba su nombre.

El rubio se estremeció, la abrazó con más fuerza, no quería que sus cuerpos se separaran ni un solo milímetro. Aún estaban agitados por la pasión en que se había besado.

Ambos retrocedieron lentamente, aún con sus calurosos cuerpos pegados, solo se escuchaban las respiraciones entrecortadas. De un momento a otro, la castaña logro escabullirse de los brazos del rubio y se sentó en el sofá, sonreía juguetona.

Se sintió un poco decepcionado. Pero como un lobo, paso a paso se acercó a ella, hambriento por poseerla a ella en cuerpo y alma. Imitó los movimientos de Mimi y terminó por sentarse a su lado ante la mirada expectante de la chica se acercó a ella para besarla con frenesí, ella evitó el contacto con sus labios girando su rostro. Acto que no le agradó al rubio, sus intentos por besarla fueron en vano, decepcionado bajó su cabeza. Mimi sonrió maliciosa al verlo.

—Matt, ya es tarde —ladeó su cabeza.

Él gruñó mientras la volteaba a ver. —Quédate —suplicó tomando el rostro de la castaña con su mano, ella se negó —por favor —se aproximó a ella para besar su cuello, dándole en su punto débil.

Mimi cerró los ojos disfrutando de cómo su novio la besaba.

—Matt —repitió aún con el chico acariciando su cuello —debo irme a casa.

—Quédate —la miró por primera vez a los ojos. Mimi contempló la mirada deseosa que tenía Matt, sonrió de inmediato, mordiendo su labio inferior, ¿qué tal un poco de escarmiento para subir los niveles de pasión?

Se levantó cruzándose de brazos. Matt masculló por lo bajo y se dejó caer en el sofá. Por un momento creyó que la chica correspondería a cada una de sus caricias y se dejaría llevar por el momento. Quizá Tai tenía razón y Mimi era toda una experta, que siempre fingió con él y ahora ya no soportaba que él no llenara ese espacio en su vida. Mimi lo había engañado todo este tiempo, no disfrutaba de sus apasionados besos en el cuello, cada quejido, cada estremecimiento, cada todo fue una vil farsa.

Su ataque de seducción había fracaso… ni ganas tenía de levantarse. ¿Un último intento? Un último rayito de esperanza en su triste vida, esa mujer no podía ser tan buena actriz, las reacciones ante sus besos y caricias eran completamente naturales, espontáneas. Él era Matt Ishida, tenía que ocasionarle al menos un mínimo de reacción a la castaña.

—¿Matt? —preguntó confundida.

—¿No te vas a quedar aunque sea un rato más? —después la convencería, ella se negó —¿segura? —ella asintió.

El ánimo por esa noche despareció. Ya estaba de mal humor. La llevaría a su casa. Sin darse cuenta de nada, triste y desolado, sin amigos en el mundo, se levantó.

La chica besó su mejilla y él sonrió de medio lado, con cierta amargura. Y ante la cercanía de la chica la tomó por la cintura, chocó sus labios contra los de ella para poder besarla fervorosamente. Él lamió su labio inferior, pidiendo permiso para entrar, y éste se le fue concedido, acarició con desenfreno todo lo que había a su paso. Mimi jugaba con los rubios cabellos de Matt, agarrándolas con fuerza. El descendió lentamente, a sabiendas de cuál era el talón de Aquiles de la chica. Se instaló en su cuello besándolo, la retenía con una mano en la cintura mientras otra acariciaba su espalda.

La suave piel de la castaña se estremecía ante el contacto de los labios del chico, sentía que la sangre le hervía. Matt no la dejaría ir y ella, no quería irse. Tenía que acabar con esta guerra, quería ver a qué más sería capaz de llegar el rubio esta noche. Agarró sus cabellos con fuerza.

—Matt —el chico seguía en su cuello. Lo disfrutó —en el cuello no —rió mientras se removía. El rubio suspiró en él —recordé que mis papás no estarán hoy en casa —mencionó coqueta y con picardía, fingiendo un aire de inocencia y tomando ella la iniciativa. Posicionándose completamente de los cálidos labios de su novio, besándolo, acariciándolo y mordisqueando un poco.

—Tramposa —dijo él y con esas artimañas merecía un pequeño castigo.

Siguieron besándose con arrebato. Cuando el rubio tocó apenas el lóbulo de su oreja con la punta de la lengua, Mimi gimió. Le encantaba y gozaba de la forma en que él palpaba cada rincón de su lado más sensible. Se separaron un poco, él sonrió de satisfacción, mientras ella apoyaba su frente, con suavidad, en la del chico, sus labios temblaban.

La tomó de la mano para llevarla a un lugar más cómodo y saciar cada uno de sus más candentes deseos… lugar de su primer encuentro, su habitación. Una vez ahí.

Matt paseó sus manos por la cintura de la chica, después bajaron por sus caderas hasta sus muslos. Ambos seguían besándose y caminaban lentamente hacia tras, cayendo una vez sobre la cama, darían rienda suelta a cada uno de sus deseos.

Se miraron mutuamente, la sangre corría ardiente por sus venas, su respiración estaba agitada y sus ojos reflejaban el afán de poseerse, de pertenecerse, quererse, ser el uno del otro y nada más. Y para mostrar su hombría, esa dama no tenía que fingir estando él presente. Matt estaba encima suyo, Mimi lo miraba impaciente, estaba ansiosa por sentir su piel.

Cansada tomó la iniciativa y alzó su cara para acariciar con devoción los labios del rubio, qué rápidamente correspondió al llamado. El juego de sus manos dio inicio. Mimi pasó sus manos por debajo de la camisa del rubio para dibujar círculos en su espalda, mientras que la traviesa mano de Matt hacía un lento recorrido por el abdomen de la chica, rozando su ardiente y delicada piel. La otra yacía sobre el muslo de la chica, bajaba y subía con rapidez. Ishida se separó de sus labios, miró sus mejillas sonrojadas y fugazmente acarició una de ellas, era hora de explorar otros rincones… lentamente, mientras la besaba y se acercaba a su oreja, fue levantando la blusa de ésta, frotando con calidez la piel que iba descubriéndose. Le dio un pequeño mordisco en el lóbulo, provocando que la chica arquera su espalda ante el cosquilleo inminente de su cuerpo y ahora sí, olvidándose de la molesta prenda.

Ya quedaba poco.

Dispuesta a no ser sometida, Mimi comenzó a acariciar el pecho de Matt, abriendo juguetonamente los botones de la camisa de Matt, una vez que había desabrochado, estiró las manos hacia el pecho de él, acariciándolo suavemente. Nuevamente se lanzó para besar los labios Yamato.

La respiración comenzó a entrecortarse. El rubio besó la piel visible de los pechos de Mimi y de a poco el sujetador desapareció, haciéndole compañía, en el suelo, a casi todas las prendas de ropa de ambos. Un suspiró escapó de ella cuando Matt se agachó para lamer el surco entre sus pechos, mientras con una mano masajeaba suavemente un seno.

La castaña gimió de placer conforme el rubio besaba uno de sus senos, sonrió con malicia y no pudo contener el impulso de morderle con suavidad el pezón, mientras que el que era atendido por su mano, era víctima de un masajeo que iba ganando fuerza.

Mimi seguía llenando sus oídos con aquel glorioso sonido que a él le encantaba escuchar, aquello que lo motivaba a seguir con su cometido, que lo hartaba de placer con el solo hecho de escucharla como ella disfrutaba tanto como él de sus las caricias que le proporcionaba… "Mimi finge contigo… Porque contigo en la cama no le queda de otra." Repentinamente las bobas palabras de su amigo ya no le parecían tan bobas… ¿Y si era verdad…? ¿Y si Mimi SI fingía con él? Todos aquellos gemidos que salían de los labios de su novia serían verdaderos o… ¿Fingía?

Su respiración se agitó más, y no precisamente porque la situación iba subiendo de tono, sino por las dudas que, no su amigo, sino él mismo había sembrado y que poco a poco, parecían tener más lógica en su mente que la idea de pensar en que él con sus habilidades le hacía sentir placer. Probablemente Mimi sentía lástima de sus fallidos esfuerzos sobrehumanos para satisfacerla y por eso prefería fingir antes que tenerlo todo depresivo por la vida, o era la mejor novia del mundo, o la peor… Había entrado en una gran disyuntiva, ¿Cómo saber si Mimi fingía o no? Era imposible notarlo, después de todo lo que había aprendido esa noche en el bar, las mujeres eran expertas fingiendo orgasmos y esas cosas… Tan expertas que él nunca lo notaría, y con mayor razón Mimi, que, no tenía idea por qué, pero ella sabía más que cualquier persona sobre el tema…

"—Las mujeres fingimos el orgasmo para 'retener' a nuestras parejas en la cama —habló Mimi. —para cumplir las expectativas de las parejas, para aumentar su ego, elevar la emoción sexual y prevenir que busquen otras relaciones."

Nº1: Ella había dicho "FINGIMOS", por ende se incluía en el grupo de mujeres mentirosas.

Nº2: ¿Retener? ¿Por qué mierda necesitaba retenerlo a él? Él la amaba con todo su ser, ¿Por qué tendría que retenerlo? Él no se iría a ningún lado, solo quería estar con ella…

Nº3: ¿Cumplir las espectativas de la pareja?, ¿Aumentar su ego?, ¿Elevar la emoción sexual?, ¿Prevenir que busquen otras relaciones?

¿Todo eso pensaba Mimi que él haría? ¿Por eso fingir? ¿Para evitar que él se vaya con otra, para no tenerlo con depresión? ¿Necesitaba más emoción en su vida? ¿Él no era capaz de darle toda la emoción que ella necesitaba? ¿Tan mediocre era?

—¿Matt? —habló la castaña sacándolo de sus dilemas. —¿Te pasa algo? —habló ella con la dulzura que la caracterizaba.

—N-no…

—¿Seguro? No pareces muy seguro. —comentó ella más preocupada que antes. Se incorporó y se sentó en la cama al igual que Matt y tomó sus manos entre las suyas. —A ver… ¿Qué le pasa a mi hombrecito?

¿Hombrecito? ¿Lo estaba hueviando acaso? Él era todo un hombre… ¡Era un macho! Era jodidamente sensual, tanto así que muchas mujeres darían lo que fuera para probar su masculinidad, y ella que tenía la dicha y privilegio de poder hacerlo, lo molestaba diciéndole "hombrecito", a sabiendas que eso, además del hecho de haberse enterado de las mentiras de toda mujer, afectaba profundamente su ego y amor propio.

—¿Matt? —le sonrió con ternura acariciando su mejilla, para ella era obvio que él mentía.

Podía ser el chico más inexpresivo del mundo, pero ella le conocía de pies a cabeza. El rubio podía engañar a cualquiera, mas no a ella.

Ya estaba transmitiendo sus inseguridades, intentó aprisionar los labios de la castaña con los suyos, pero ella fue más astuta y de inmediato comenzó a moverse, se estaba sentando en la cama, obligando que él se moviera hacia un lado. Mimi se cubrió con lo primero que encontró, la camisa de Matt, que para su suerte no había caído en el suelo.

—¿No me tienes confianza? —dijo traviesa, estaba dispuesta a mimarlo hasta que su "hombrecito" le contara sus problemas. A veces Matt era como un niño pequeño, había que tenerle mucha paciencia, transmitirle cariño y confianza para que comenzara hablar.

Puso su mano en el hombro del rubio y masajeó. La castaña ignoraba que lejos de hacerlo sentir bien, lo estaba matando a pasos lentos. La incertidumbre del rubio pesaba cada vez más, los cariñitos que su novia le hacia lo estaban poniendo de mal humor.

Mimi le llamó mil veces "hombrecito" matando todas sus agallas masculinas. Él no era un hombrecito. Él era un hombre. Un verdadero hombre. La dulzura y la miel que derramaba la castaña con sus acciones y sus palabras lo estaban empalagando, ningún macho podría tolerar tantos calificativos amorosos: "príncipe" "Romeo" "gatito" él quería ser un tigre, "que él era su Danny y ella su Sandy" ¿Quiénes mierda eran Sandy y Danny? Ningún macho recio se podía llamar así, ese era un hombre de niña, rosa y anticuado.

Entrecerró los ojos. Notaba el rostro desencajado de Matt, estaba rígido. Se podía cortar la tensión con unas tijeras. Por más que lo abrazó, le dijo cosas bonitas, le tuvo paciencia a su carácter de mierda, actuó como la mejor de las novias, la más comprensiva, la más cariñosa y la más todo, él no cedía. Lejos de ayudarlo, sentía que lo perjudicaba más. Pasaba el tiempo y apreciaba que el mal genio de Matt se apoderaba hasta de su gentil carácter.

Se cansó.

Intentó de las mejores maneras.

Arrugó su nariz. —Me quiero ir a mi casa —se levantó con elegancia y dignidad.

Por más que amara a Matt, jamás perdería la dignidad, si él no quería estar con ella, no le rogaría. Si tanto le molestaba que estuviera ella ahí, fácil... se iría.

Al fin un poco de reacción por parte del aludido.

—Es demasiado tarde —y nuevamente esa actitud de los mil demonios.

Odiaba que fuera tan frío con ella.

—No tengo nada que hacer aquí —al fin encontró su sujetador, por un momento creyó que los demonios internos de Matt lo habían escondido para retenerla ahí.

Se lo puso en la cintura, lo abrochó y de inmediato le dio la vuelta para acomodarlo. Aún seguía envuelta en la camisa de su novio, tenía que quitársela para ponerse su prenda. El rubio la miraba confundido.

—¡NO ME VEAS! —le gritó. Matt abrió los ojos —¡Voltéate!

Como si antes no la hubiese visto… o tocado… o besado. ¡Tenía derecho de verla! ¿Hablaba en serio? Mimi lo vio con el ceño arrugado y con las mejillas infladas. Rodó los ojos aburrido.

¿En qué momento cambió tanto la situación? ¿Desde que las dudas sembradas, con toda la cizaña en su mente, comenzaron apoderarse de cada una de sus acciones paralizándolo por completo? Cerró los ojos, en total desacuerdo

—Me voy —dijo una vez vestida y totalmente presentable.

Abrió los ojos y como premio, Mimi le arrojó su camisa en la cara.

—¡No te vas! —exclamó quitando la ropa que reposaba en su rostro.

—¿Para qué quieres que me quede si no haces NADA bien?

Cerró los ojos con fuerza, haciéndose el loco. Mimi no podía decirle eso, estaba enojada, no sabía lo que decía. Y a lo mejor solo se lo dijo por la discusión que estaban teniendo, no era nada referente a su desempeño en la cama.

—¡Qué no! —exclamó apuñando con fuerza sus manos —no vas a ningún lado, es de noche puede ser peligroso —la chica lo miró desafiante —te… te pueden violar.

—¡Al menos él sí haría algo! —sonrió maliciosa.

Hubiera preferido mil veces, diez mil patadas en las bolas que escuchar eso. Ese comentario, literalmente, provocó que Matt se cayera y se hundiera en una dimensión desconocida, todo estaba perdido. La vida no tenía sentido.

Mimi fingió con él.

Él era incapaz de satisfacer a la mujer que amaba.


Durante todo el trayecto desde el bar hasta el departamento, de tanto en tanto Tai desviaba su vista del camino para observar a su novia, quien había permanecido con su mano derecha sobre su frente y cubriendo además sus ojos mientras respirando profundamente. Se apuró en llegar, saltaba a la vista que Sora no estaba muy bien.

Una vez adentro, la pelirroja tomó una pastilla y un vaso con agua y luego se fue a encerrar a la habitación. Ni siquiera le había dado la opción a él de ser caballeroso y llevarle él mismo la aspirina, no, ella era tan independiente que no se dejaba seducir por nadie, no soportaba la galantería de los hombres, pero esa noche sería diferente. La pastilla le haría efecto en una media hora más, dedujo para si mismo, y cuando ello ocurra, él entraría en acción. Tan solo esperaría viendo algo interesante en la televisión y bebiendo algo liviano como por ejemplo una cervecita de media noche, una cosa poca, hasta que se cumpla la media hora que había calculado con anterioridad para poder desatar sus pasiones con su amada.

Ni siquiera el más interesante encuentro futbolístico de los últimos tiempos, como lo era Alemania v/s Grecia en la Eurocopa pudieron contra sus deseos de levantarse e ir a la habitación que compartía con su novia, hacerle saber lo que era bueno, dejarla casi sin aliento y sin respiración de todo lo que gozaría y volver a levantar el ego que su gran amigo Matt había desplomado al decirle que Sora fingía con él, y que además, había que decirlo, ella tampoco había ayudado con su comentario inicial.

Entró sigilosamente a la habitación y notó que su novia ya se encontraba dormida. Sonrió, siempre era un placer para él observarla dormir, escuchar su suave respiración y sus tranquilos latidos, pero esa noche no quería nada de eso, no quería verla dormir, ni que respirara lento, ni que sus latidos fueran tranquilos, sino todo lo contrario. Se quitó la chaqueta y la camiseta que traía puesta, se subió a la cama y se acomodó a un costado para abrazar a Sora por la espalda. Ella cuando lo sintió se removió un poco, la había despertado.

Tai comenzaba a repartir pequeños besos por su mejilla, corrió un mechón de cabello que le estaba estorbando y ahora sus besos eran destinados para su oreja. Sora sonrió aún con los ojos cerrados cuando sintió aquellos besos ahora en su cuello que la estremecían. Queriendo pasar un poco más desapercibida por su novio se dio vuelta para quedar frente a él y verlo al fin, le proporcionó un dulce beso en los labios que fue correspondido por él, pero al parecer Tai necesitaba más que un simple besito. Lamió su labio inferior en un intento de complementar el beso, en un principio ella accedió, pero cuando sintió la fuerte mano del moreno bajar por su espalda hasta su cintura y luego volver a subir, ésta vez por su estómago hasta uno de sus senos apoyó ambas manos sobre su pecho y se separó con dificultad.

—Tai… —susurró débil ella, tan débil que Tai no la había escuchado, o se había hecho el tonto… La segunda opción era más acertada. —Tai. —volvió a llamarlo de un modo más audible, sacando un poco de cordura desde el fondo de su ser. —Todavía me duele la cabeza… —él sonrió con suficiencia. Típico de él, saldría con algún comentario estúpido y desatinado.

—Pero mi amor, yo haré que se te pase. —comentó volviendo a besar su cuello.

Lo sabía. Ya era el colmo, no soportó más. Se incorporó y volteó rápidamente hacia Tai, él apoyó sus codos sobre la cama e intentó sostenerle la mirada a su tierna novia, que en ese momento no era nada de tierna. Estaba deseando pensar un poco más antes de emitir cualquier tipo de comentario. Sora se levantó de la cama, y ya de pie y de brazos cruzados lo observaba recriminándolo, estaba a casi nada de castrarlo por imbécil…

—Ah, ¿así que resulta que ahora tengo que estar dispuesta las 24 horas del día para soportar tus antojos? ¿Crees que soy alguna especie de yegua prostituta que está siempre lista y esperando para cuando a ti te den ganas de tener sexo? ¡Pues resulta que NO! Si quieres una chica así puedes perfectamente a ir a aquellos lugares que tú bien sabes.

—Pero Sora… yo…

—¡Pero nada! Sé perfectamente lo que quisiste decir, no soy tonta, Tai. Si quieres sexo salvaje vete, tienes todo mi permiso. ¡Vete!

—Mi amor…

—¡Vete! ¡¿Qué no entiendes? —le gritó tomándolo del brazo sin piedad y forzándolo a salir de la habitación. Él no hizo ningún esfuerzo para rebatirle, no porque no quisiera hacerlo, sino porque en ese momento se encontraba demasiado desconcertado como para hacerlo, aún intentaba cuadrar todos los acontecimientos recientes, desde que había dicho la estúpida frase "Yo haré que se te pase" ¿Qué mierda había sido eso? Ahora que lo pensaba si había sido muy tonto de su parte… Se dio vuelta cuando al fin comprendió el fatal error que había cometido, pero en lugar de Sora solo vio la puerta cerrada de su habitación, su propia habitación… ¡Sora lo había echado de su propia habitación! Él sabía que lo que había dicho había sido tonto… Pero, ¿tanto como para ser corrido de su propia habitación? ¿Acaso ella no quería dormir con él en aquella noche tan linda? ¿No quería sentir su cuerpo abrazado al de ella? ¿No quería sentir la protección que le brindaban sus brazos mientras dormía? … ¿No lo extrañaría al menos? … Él si la extrañaría…

Sintió su corazón recogerse un poco, le causaba dolor el hecho de que Sora lo hubiese echado de su habitación, de su cama… Sería la primera noche desde que vivían juntos hace un poco más de medio año que no dormiría abrazado a ella. Sacó su celular del bolsillo derecho de su pantalón. 00:42 y ya veía como su relación se iba directo al tacho de la basura. Soltando un prolongado y sufrido suspiro, y ya asumido que tenía que emprender camino hacia el sillón sintió el sonido de la puerta de la habitación y volteó esperanzado.

¡Sora era un ángel! Y él era muy afortunado de tener una novia como ella, que la entendía como nadie en el mundo, era sin duda la mujer perfecta para él, su complemento, su todo. Una sonrisa comenzó a formarse en su rostro cuando de la nada se vio con una frazada y una almohada frente a él, sin pensarlo o meditarlo mucho extendió ambos brazos para recibirlos, aunque aún no entendía por qué. Ella le sonrió irónicamente y le volvió a cerrar la puerta en la cara, ésta vez con más ganas que antes. Tai levantó sus cejas al ver que no tenía otra opción. El sofá parecía ser su opción más cómoda para dormir…


Unas veces sentimos lástima por nuestros machos favoritos... otras, nos cagamos de la risa por las babosadas que se nos ocurren. ¿Dudas? ¿Algún día estos machos se harán respetar? ¿Al menos a la malagueña? ¿En verdad las chicas fingen con estos sensuales hombrecitos? ¿Ellos son unos mediocres? ¿O son puras paranoias de ellos? Para resolver estas y más dudas, los invito a sintonizar el próximo capítulo, por el mismo canal, a la misma hora, quién sabe qué otro puto día. Si recibimos 10 reviews en el primer capítulo haremos lemon y de paso, les daremos la sensual fotografía de Len desnuda. :D

Yaaaa. En ningún momento pretendemos mofarnos de alguien, sabemos que esto es un problema delicado, así que si no te gusta, lo siento por ti. carajo!~~ bueno, les decía. En ningún momento pretendemos menospreciar o humillar a alguien, simplemente jugamos con las mentes y las inseguridades que puede sentir nuestros personajes en estos aspectos de su vida.

PD: Somos muy santurronas, mamonas, mojigatas y lo que se les pegue la gana para escribir LEMON. Les mandamos un beso.

Gracias por leer.