Disclaimer: Los personajes de Sailor Moon son exclusivos de Naoko Takeuchi. Esta historia me pertenece al igual que la frase final de mis comentarios. Esta historia no es a fin de lucro.

Dedicada a: Araque Sanchez P. Yuly (Polyta Araque).

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Caballero y una mierda, ya estaba harto de las duchas frías, y las manoseadas excesivas que se daba en su habitación. A ese paso sufriria pulmonía o bronquitis, o pensaria seriamente ser novio de la Manuela ¡y no estaba exagerando!

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Todo un Caballero

Había pasado tiempo desde aquella batalla. Ahora era simplemente una chica de 19 años que asistía a la universidad, trabajaba medio tiempo, salía con sus amigas y con su novio. Este último le recordaba cada día lo afortunado que se sentía al tenerla como novia y le felicitaba por su gran desempeño en la universidad, como en su vida cotidiana.

Se había convertido en una hermosa mujer; sus rasgos faciales seguían teniendo esa ternura que tanto la caracterizaba, pero con un aire de madurez, resultado de tantas batallas.

Su cuerpo era mucho más llamativo, su manera de vestir era sencilla, pero apetitosa a la vista de los hombres; Sin mucho esfuerzo, podía colocarse unos simples pantalones de mezclillas, una bonita playera ajustada, con unas bailarinas y se llevaba más de una mirada y suspiros de los especímenes masculinos.

Dejo de ser la niña irresponsable, floja e impuntual que era en aquellos tiempos. Sus hábitos habían cambiado; ahora iba temprano a la universidad, estudiaba y se esforzaba por sacar buenas calificaciones. En la tarde se dirigía a su trabajo de medio tiempo como dependiente en una tienda de ropa interior femenina.

La mayoría de las veces cuando terminaba su turno, iba a la casa de su novio a pasar tiempo con él, algunas veces iban a cenar o a dar un paseo por el parque y luego él como todo un caballero la dejaba en su casa.

Se encontraba acomodando unos sujetadores de encaje en tono cereza cuando una sonrisa se implanto en su rostro a causa de un pensamiento, mejor dicho ante un recuerdo que pasó por su mente.

-Dicen que el que ríe solo, es porque de sus travesuras se acuerda- le hablaron por sorpresa.

Dejo de hacer su tarea para voltear a ver a su amiga que la miraba divertida.

-Hola Mina- le saludo - Vienes de visita, o a comprar algo- pregunto mientras retomaba la tarea de acomodar los sujetadores.

-Las dos cosas- soltó un suspiro -Debí haberte hecho caso la semana pasada, al decirme que debía tener ropa interior blanca.

Serena la miro interrogante.

- Hoy no ha sido mi día- dijo dramática -Desperté tarde por terminar un trabajo que debía entregar hoy, por ende llegue media hora después del inicio de mi primera clase y ¿Sabes que paso?- Serena solo negó –El profesor de mi primera clase me puso menos dos puntos en mi siguiente prueba por llegar tarde, no le tome importancia, me dije "Todo saldrá bien Mina, esta es tu materia favorita, menos dos puntos no es nada".

-Acudo a mi segunda clase, emocionada por tener mi trabajo terminado y ¡La infeliz profesora no fue!

-Mina- susurro Serena comprensiva.

-Y por si fuera poco me había puesto una blusa blanca, pero cuando voy rumbo a mi tercera clase, un chico de botánica tropieza conmigo, y me moja completamente con una cubeta.

Serena no pudo reprimir el impulso de reír.

-Claro, búrlate de tu pobre amiga, como no fuiste tú la que tuvo que pasar el bochorno, de presentar una charla con todos tus compañeros varones viendo tu sujetador rojo, que por si fuera poco, era tan de mala calidad que mancho mi blusa- refunfuño.

-¡Oh Mina!- ya no se pudo contener, se soltó a reír a carcajadas.

-¡No te rías!- le dijo enojada –Por suerte me encontré a Lita, que al ver mi blusa manchada de rosa me presto su sudadera.

-Ya sabes para la próxima, utilizar sujetador blanco o colocarte un top - le dijo Serena después de recomponerse.

-Sí, es por eso que estoy aquí, vine a surtir los colores, quiero una buena cantidad de blancos.

Serena guio a Mina por los diferentes modelos, diciéndole cuales eran los que le favorecían y los que se utilizaban según el diseño de la ropa. Escogió varios para que Mina pudiera probárselos y darle el visto bueno.

-¡Me enamore!, este es precioso- chillo Mina, cuando vio un juego de bragas y sujetador de encaje en tono turquesa -No tengo este color, esta hermoso.

Puso cara de susto al ver el precio.

-Demasiado caro- se quejó.

-Vale la pena el precio, pero si quieres te hago descuento con mi nombre y te sale más barato. Compre uno igual ayer que llegaron- le dijo Serena, con una sonrisita traviesa que Mina no pudo observar.

Mina se lanzo a sus brazos, dándole besos en su mejilla y diciéndole que por eso ella era su mejor amiga.

-Eres una interesada- le dijo en broma.

-Serena, puedes quedarte sola en la tienda, voy a almorzar- dijo una chica desde la puerta.

-No hay problema Megumi.

-Si tienes problema con el chico ese, recuerda solo llamar a seguridad- le dijo con una sonrisa cómplice.

-Tranquila, lo hare –le respondió de la misma forma.

La tal Megumi salió de la tienda dejando a Serena y a Mina solas. Mina miro interrogante a Serena, mientras esta cobraba las prendas.

-Es un chico que viene muchas veces por aquí, a veces viene solo o acompañado y me ha pedido muchas veces a decir verdad, que le modele la ropa interior- Mina abrió los ojos como platos -Me halaga diciendo que tengo el cuerpo perfecto para ser modelo de ropa interior.

-¡Dios Mío!, si Darien se entera le da un ataque, pobre, anda tan celoso últimamente, por la cantidad de admiradores que tienes en la universidad –dijo burlona -Todavía recuerdo la cara que puso en San Valentín, cuando llego a la cafetería de Andrew y vio todos los chocolates, peluchitos y rosas que recibiste.

-Ya se enteró- Mina la miro con sorpresa -Una vez me vino a buscar para que fuéramos a almorzar y se encuentra con este chico diciéndome "Me gustaría verte en ese hermoso conjunto verde esmeralda", se ha enojado tanto que llamo a los de seguridad para decirles que ese chico era un pervertido y que deberían negarle la entrada al centro comercial.

-¡No puedo creerlo!, me hubiera gustado ver eso- le dijo con gracia.

-Tuve que pedirle a Megumi que me dejara salir antes para irme con Darien; pase toda la tarde tratando de convencerlo que denunciar al chico por acoso sexual no era necesario.

-Si claro, convenciéndolo- le dijo Mina con sarcasmo, mientras Serena le sacaba la lengua.

-Por cierto, ¿Algo está mal con ustedes?- Serena negó, a lo que Mina agrego rápidamente -Te lo pregunto, por que ayer me lo encontré a eso de las diez de la noche en el supermercado y le pregunte por ti. Su primera respuesta fue que estabas bien y luego no podía hilar las palabras, andaba muy nervioso. ¿Acaso andan de pelea?

-No, para nada, debe ser que se encontraba cansado- respondió restándole importancia- Anda bajo mucho estrés, ya está terminando su práctica y es posible que tenga posibilidades de quedarse laborando en ese hospital. Es todo, nada de qué preocuparse- le respondió con dulzura, pero con una sonrisa un tanto extraña para Mina.

-Si no supiera lo mala mentirosa que eres, pensaría…-Serena la miro extrañada- Olvídalo, tienes razón, son ideas mías.

Pago el monto de sus compras y tomo el paquete.

-Bueno te dejo, tengo que ir a reunirme con unos compañeros. Te veo la otra semana donde Rey.

Después de abrazos y besos, Serena quedo sola en la tienda.

-Creo que hoy también llevare ropa interior nueva- se dijo a si misma cuando recordó el juego en tono cereza que estaba acomodando antes que llegase Mina. Tomo el libro que tenía en su cartera y se puso a leer, mientras esperaba a que entrara algún cliente.

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"Su cuerpo estaba en llamas, deslizó su mano a través de los rizos húmedos en la unión de sus muslos a fin de poder tocarla íntimamente mientras ella lo acariciaba.

Estaba tan mojada ya, sus labios inferiores hinchados, implorando por más. Sus manos lo masajearon, causándole que se endureciera al extremo del dolor.

Él deslizó sus dedos en su hendidura, deleitándose con el sonido de su quejido de placer.

Él hundió su cabeza en su pecho, para juguetear con su pezón. Lo chupó y probó, tomándose el tiempo para saborearla."

¡Oh! Por todo lo que es santo, no podía ser que él, específicamente ¡Él! Tuviera ese texto grabado en su mente. Hoy más que nunca, odiaba el hecho de tener una memoria fotográfica.

Estaba en la cafetería de Andrew tomándose un café, cuando el puto texto se coló en su mente. Y si fuera poco, la imagen de su… ¿Inocente?... novia en ropa interior se materializo como por arte de magia.

Halo con brusquedad sus cabellos, esto no podía estarle pasando. Él, tan respetuoso y responsable, trataba siempre de estar a raya, pero ella lo confundía; muchas veces estaba la niña dulce de la cual se enamoro y sigue enamorado y otras veces (en su mayoría a lo largo de dos años), salía a flote esa mujer sensual y erótica, que solo lo tentaba para dejarlo duro…

Si, ¡Duro! como una puta roca.

Ella estaba jugando con su autocontrol, lo sabía y él sabía que faltaba poco para ceder ante ella.

¿Pero por qué esperaba si ella lo tentaba de ese modo?

¡Ah! ya lo recordaba, era porque él era un caballero… caballero y una mierda, ya estaba harto de las duchas frías y las manoseadas excesivas que se daba en la intimidad de su habitación. A ese paso quedaría interno en un hospital a causa de pulmonía o bronquitis, o pensaria seriamente ser novio de la Manuela

¡Y no estaba exagerando!

-Darien ¿Te pasa algo?- pregunto su rubio amigo, mientras se sentaba al frente a él.

-¿A mí?, no que va, ¿Por qué debería pasarme algo?, estoy bien, no te das cuenta, muy bien- respondió atragantándose con las palabras.

-Problemas con Serena- insistió Andrew.

-No, con ella todo está bien- Andrew enarco una ceja- Bueno está bien, quiero decir, no es malo, aunque lo hace apropósito- se revolvió el cabello -Maldita sea, ella me está confundiendo, me confunde completamente, ¿Pocahontas?, que más y después ella, "Bailando con el diablo", ¿Desde cuándo?

-¡Stop! Chiba, puedes calmarte y tratar de decirme que te pasa. No te he entendido nada- le regaño Andrew.

-Es que Serena, bueno- ni él mismo sabia como explicarlo -Ella, tu sabes, su carrera como educadora infantil implica estar con niños y esas cosas.

Andrew asintió.

-Ella estaba viendo Pocahontas, los dos la estábamos viendo, a decir verdad yo trate de verla.

-Al grano Chiba, vieron la película, ¿Qué más?

-Van hacer una fiesta en un orfanato y ella va a cantar una canción "Colores en el viento" y ella entonces, ¡Lo hizo a propósito!- termino con un grito –Digo, esa no es la manera, se supone es para niños, pero ella está jugando y ¡Hay! ¿Tu me entiendes verdad?- le pregunto Darien con ojos esperanzados.

Andrew se levanto de la mesa, coloco una mano en el hombro de Darien y le negó con la cabeza, mientras se daba la vuelta y se iba a seguir atendiendo a los demás clientes.

-Mira como resuelven los amigos- susurro Darien entre dientes.

El día anterior, como todos los días cuando no tenía practica fue a buscar a Serena al trabajo, uno que en lo personal odiaba, ya que cada vez que entraba y la veía a ella tomando alguna de esas piezas de encaje, miles de imágenes se colaban en su mente y no eran precisamente de su Serena recogiendo flores.

Bueno la cuestión es que la fue a recoger y ahí estaba ella, atendiendo a un par de chicos, que supuestamente les estaban comprando un regalo a sus novias; pensándolo bien…

¿Qué le diría Serena si él le regalaba un conjunto de encaje negro?

¡Por todos los cielos! ¿Que estaba pensando?

Bueno se estaba saliendo del tema. Ahí estaba ella, hermosa como siempre, ¡No!, más hermosa que nunca, juraba que por día ella se ponía mucho más guapa; y los imbéciles esos, no hacían otra cosa que mirar su firme trasero cada vez que ella se volteaba.

Lo reconocía, los años a Serena la habían favorecido de maneras muy apetitosas, pero trataba de no pensar en eso. Darien sabía que ella seguía siendo inocente, o eso aparentaba ser…

Como seguía diciendo, después que él les lanzara la mirada del mal, a esos buenos para nada y que Serena marcara su hora de salida, se dirigieron al auto, para ir al apartamento de Darien. El trayecto fue ameno, hablaron de cómo les fue a cada uno en su día. Serena le contaba a Darien de los planes que tenían los de su clase para el día del niño en un orfanato. Tocarían canciones de películas de Disney, repartirían juguetes, pondrían piñatas y esas cosas que a los niños les gustaban. En esos momentos que Serena se expresaba de esa forma, Darien no podía evitar suspirar como idiota por lo enamorado que estaba de ella. Esa manera tan dulce de expresarse, y esa pasión… no mejor ese amor, con que hablaba de hacer lo mejor para los niños, lo tenía encantado.

-Entonces, decidimos escoger canciones para interpretarlas, como un concierto. Está claro que todos no cantaran, porque no se escuchan bien, pero la idea es que los niños pasen un rato agradable- le dijo Serena con emoción.

-Y tu princesa, ¿Vas a cantar?- le pregunto Darien, sin quitar la mirada de la carretera.

-Tengo que hacer la prueba. La profesora quiere escucharnos primero, antes de decidir quién cantara. Aunque ya pensé en que canción quiero- le dijo sonriendo.

-Y ¿Cuál es?- pregunto de nuevo, mientras aparcaba en el estacionamiento correspondiente.

-"Colores en el viento"- respondió ella con una sonrisa que no pudo interpretar.

Maldita Canción que estallo todo ese embrollo. Subieron al apartamento en dondeSerena se acomodo inmediatamente en el sofá, mientras sacaba de su bolso la película y un libro con un separador en una de sus partes. Le paso la película a Darien y este la puso de inmediato en el DVD, luego se fue a la cocina para buscar unos bocadillos y pasar la tarde entre los brazos de su princesa.

Serena estaba sentada, mientras que Darien se encontraba acurrucado en su regazo, el lugar donde disfrutaba estar. La película paso sin ningún problema, hasta que llego la parte de la dichosa canción, ahí fue cuando la tortura empezó. Con las primeras estrofas de la canción Serena se dedico a pasar sus manos suavemente por el rostro de Darien quien trago hondo, cuando ella empezó con voz sedosa a interpretar la letra de una forma un tanto prohibida.

-"Tiene vida, tiene alma, es un ser"- le susurro, mientras mordía su oreja.

Darien quedo duro y no había que ser específicos para saber que parte de su cuerpo había quedado "Duro", en todo el sentido de la palabra.

Era absurdo, una película de niños, con una canción bonita, que tenía como mensaje el cuidado de la naturaleza no tenia por que ponerlo…

-"…la voz de las montañas y colores en el viento descubrir"- no supo en qué momento Serena quedo encima de él, cantándole en susurros, cerca de sus labios.

-¿Crees que esa canción me queda?- le pregunto como si nada.

Darien se atraganto con su propia saliva, mientras trataba de hilar bien las palabras, ¿Qué le pregunto ella?, no lo recordaba. Como esperaba que pensara, si ella prácticamente se le estaba rozando con "aquella" parte que estaba ya entusiasmada por los mimos y le recriminaba lo estupido que era por no querer quitarle el pantalon, romperle las bragas...

¡Stop!, se recrimino, él "es un perfecto caballero" y no le quitaria la inocencia a su "Dulce" novia; No, mejor esperaría que ella se marchara, para tener una cita con su nueva amiga "Manuela"

-¿Qué?-pregunto ido, mientras ella se reía coqueta.

-La canción amor- le susurro.

-Si te quedara bien- su voz se escucho ronca.

Serena sonrió con malicia, le beso castamente, para luego ponerse de pie, acomodarse y seguir viendo la película como si nada hubiera pasado, dejando a Darien estupefacto,

¿Qué había sido eso? trato de no pensar en ello.

A las finales Serena lloro, cuando vio que los protagonistas no quedaron juntos. Pasaban de las ocho, cuando Serena pensó en comer, Darien se encamino a la cocina a preparar algo para ambos, mientras Serena se sentaba en la encimera con un libro en la mano. Ya cuando Darien estaba terminando de preparar una pasta con albóndigas, Serena dejo su libro con el separador, y le dijo que tomaría una ducha rápida.

Por curiosidad Darien tomo el libro entre sus manos, mientras esperaba que la salsa de las albóndigas se secara. Leyó la portada y paso abrir el libro en la parte que estaba con el separador. Jura que casi se desmaya, cuando leyó aquellas líneas. ¡Eso era una novela erótica!, que hacia su niña, inocente, tierna, deliciosa y voluptuosa…

¡No!, él la respetaba.

Pero ¿Que hacia ella leyendo esa clase de material tan explícito?

-¡Darien!- Escucho que lo llamaba su niña, desde su habitación. Con un poco de miedo fue hasta ella, ya no sabía que esperar de esa pequeñuela.

Cuando entro sus ojos se abrieron desmesuradamente, ahí estaba su novia, su princesa, su mujer (en un futuro). En toda su gloria, solamente portando un juego de sujetador y culote de encaje turquesa; jura que se le hizo agua la boca cuando la vio de manera tan descarada, paseándose con su andar candente y femenino hasta llegar a él, que todavía tenía la boca abierta y el pulso a mil.

-Cariño, no hay toallas, me buscas una- le hablo tan bajito y sensual, con una sonrisita tierna.

-Prin…princesa, no deberías salir así del baño- señalo nervioso.

-¿Así? Así como, como estoy ahorita- la muy descarada giro en su eje dándole una imagen muy clara de su trasero firme, redondo y delicado- Eres mi novio cariño- nunca pensó que ese "cariño" sonara tan sexual -No hay nada de malo en que me veas de esta forma- le dijo, mientras posaba sus manitos en el pecho musculoso de él.

-Me buscas la toalla.

Mecánicamente Darien salió del cuarto, en busca de una toalla, para luego dejársela en sus manos y salir corriendo del cuarto. Ya en la cocina cantaba su himno nacional y trataba de recordar enfermedades médicas que causaran trastornos, porque su "amigo" estaba reclamando por atención.

-Amor, ¿Ya esta la comida?- lo asusto Serena, con una minuscula, diminuta, pedazo de tela que se hacía llamar falda; una camiseta blanca, sin sujetador que dejaba ver sus rosados pezones y el cabello mojado.

¿Así o más provocativa? Solo debía tomarla de las caderas, subirla a la mesa, abrirle las piernas y…

¡Caballero Chiba!, repítelo cuantas veces sean necesarias.

-Si princesa.

Ambos se sentaron a comer y durante toda la comida, habia algo en la mente de Darien, una pregunta que no pudo evitar soltar.

-Y dime Sere, ese libro te lo regalo Mina- Lo dijo afirmandolo, no pensaba que su pequeña lo tuviera asi porque si. Serena lo miro raro, y nego con la cabeza- Entonces te lo regalo…-

Ella lo detuvo enseguida.

-No amor, me quede sin nada bueno que leer, asique empese a googlear haber que había de interesante y encontré esta saga de veinti tantos libros, ¿Por qué? ¿Quieres leerlo?- le pregunto mirando a su plato, pero Darien podia jurar que habia una risa malvada en su boca.

-No amor.

¡Un momento!

¿Qué clase de cosas buscaba ella en google, para encontrar ese libro?

Mejor no indagar.

Luego de la cena todo marcho bien. Darien la llevo hasta su casa, se despidieron con un casto beso, un abrazo y unas buenas noches; al llegar a su apartamento, corrió a su habitación y no negara que sintió demasiada vergüenza después de haberse corrido encima de una foto de su novia. Se sintió como un crio viendo una revista para adultos.

Mejor se calmaba y se encaminaba a buscarla, porque esa noche, ella se quedaría a dormir con él.

-Se un caballero Chiba- susurro para él.

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-Que gran final- tomo su libro y lo puso debaja del mostrador.

-El dia ha estado lento, creo que mejor cerramos, haber si le das su pastel de cereza a tu novio por tan maravilloso esfuerzo- comento Megumi riendose con maldad.

-¿Te han dicho que eres una pervertida?- le respondió Serena, mientras se disponía hacer el arqueo de la caja.

-¿Yo?, pero si no he dicho nada. La que tiene una mente sucia eres tu, quien sepa que vas hacerle al pobre hoy; me pregunto se la hala o tendra las bolas negras de tanto aguantarse.

-¡Oye! No sé de lo que hablas- se hizo la inocente.

-Por Dios Serena, no hay que ser inteligentes, ni tener dos dedos de frente para saber de qué te hablo- ella le miro con una ceja enarcada -Hablo del miembro de tu novio, hay que tener las bolas bien puestas, para aguantar tanta seducción de tu parte- se burló Megumi.

-Hoy lo compensare por tanto- le dijo con coquetería.

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Habia pasado toda la tarde metido en su consultorio prácticamente sin hacer nada y siendo francos, esperaba que en el algún momento su supervisor le dijera que se quedara doblando turno.

¡Pero no!, ahí iba él como vaca al matadero; algo le decia que esa noche sería la más peligrosa. Ahora se arrepentía de haber aceptado la proposición de Serena de quedarse a dormir con él ese fin de semana.

Manejo con gran lentitud, siendo extremadamente cortes con otros choferes y algunos peatones. Pasó a alquilar una película animada y luego a comprar comida china para la cena, aunque ya era un poco tarde.

"Ok, ya no podemos aplazarlo màs. Ella debe estar dentro, puede que este despierta viendo algún programa o leyendo un libro. Si tengo suerte, ya debe estar dormida con una super camisola de conejitos y no con esas malditas batas de seda y encaje que ahora compra, donde le veo toda la…

Caballero Darien, recuérdalo.

Tan jugosa y delici…

Ok detengamonos a pensar en cosas bonitas, un cachorro, una flor, tu novia en culote modelándote… ¡Chiba! cosas tiernas, muy tiernas."

En esa pelea interna iba cuando abrio la puerta de su departamento y como lo predijo, ahí estaba su pequeña, su niña, su princesa, su novia, su prometida…

Que más daba.

Esa era ¡Su mujer!, suya y de nadie más; Vistiendo únicamente una bata negra con flores de cereso, esperandolo acostada en el sofa.

-Buenas noches amor mío- le hablo con voz suave y seductora.

-Buenas., ¿Qué?- Darien dejo todo tirado en el recibidor, se acercó a ella y no lo soporto más.

Le beso como si no hubiese mañana, con sus manos le recorría el cuello, los brazos, la cintura, las piernas, mientras que ella suspiraba y gemia en su oido.

-Amor, hasme el amor- le dijo de lo mas dulce, con la mirada llena de deseo. El no se lo iba a negar, ya llevaba mucho tiempo aguantando ese deseo irrefrenable de hacerla suya.

La tomo entre sus brazos y la llevo a su habitación. La acostó en la cama, le soltó la cinta que se amarraba en su estrecha cintura, para deslizar lentamente aquella bata que dejo mostrar el delicado conjunto de sujetador y tanga de encaje en rosa cereza.

Se alejó lo suficiente para observarla. Era simplemente hermosa, con ese aire coqueto y dulce y esa sonrisa traviesa.

La boca se le hizo agua cuando esta se sento y le llamo con su mano, mirándolo provocativa. Él no la hizo esperar, se acerco cual leon a su presa, empezando a besar desde sus pies, subiendo por sus torneadas y largas piernas y deteniéndose en sus muslos, desde donde podia sentir el dulce olor de su intimidad, la cual imaginaba rosa, mojada y brillante por sus jugos.

¿Caballero? Sus pensamientos para nada lo eran; estos eran casi vulgares y ordinarios, pero que importaba, si en su interior sabía que la amaba con toda el alma.

Beso amoroso y delicado sus muslos, concentrandose en el interior de ellos, donde mordía y chupaba hasta dejarlos marcados. Podía escuchar los gemidos escandalosos de ella, mientras sentía sus delicados dedos agarrando con brusquedad sus cabellos negros.

-No juegues conmigo amor- le recrimino Serena entre gemidos.

Él dejo de lamer y besar sus muslos para mirarla desde aquella posición con una ceja arqueada.

-La que ha jugado conmigo has sido tu gatita, tentandome, dejandome como percha, duro como roca y teniendo que menearmela yo solito, por como me dejas- le hizo un pucherito que le pareció de lo mas gracioso a Serena, para la situacion en la que se encontraban.

-Mi príncipe- le acaricio la mejilla en lo que podía – ¿Te empezaras a quejar o me vas a coger?

Darien sintió el corazón acelerado y su miembro palpitar dolorosamente.

-Sera que debo pasearme desnuda por la casa, haber si me jodes toda la noche- le hablo descarada, con la mirada sombria.

-Por todos los dioses princesa, ese vocabulario me pone tan caliente- respondió con la voz ronca.

Le abrio las piernas de par en par y de manera salvaje le rompió las bragas; Bajo su cabeza a la altura de su intimidad y metió su lengua en esa hendidura que chorreaba ese nectar de los dioses.

El primer grito que salió de la boca de Serena hizo eco en toda la habitación. Jamás pensó que eso sería tan devastador, las corrientes que recorrían su cuerpo y se alojaban en su bajo vientre estaban por volverla loca.

Darien lamia y enterraba su lengua, saboreando ese sabor que salia a borbotones de la intimidad de su princesa; no sabía que aquello podría ser así de delicioso, ni que escuchar los gemidos sensuales de ella, mientras su paladar era bañado con sus jugos, eran capaces de hacerlo delirar y sentir el placer de ella como suyo.

No pudo evitar llevar una de sus manos a su miembro, que estaba apunto de romper el pantalon, necesitaba calmar un poco el ardor. Serena entre aquella neblina de placer, se percató de la acción y lo detuvo en el acto.

Darien la miro interrogante, esperando ansioso lo que ella haria con el.

Serena se levanto, lo tomo de la camisa halándolo a su altura; le beso lentamente probándose en su boca.

-Me encanta como saben tus labios con mis jugos.

-Vas a matarme princesa –no exageraba, escuchar de sus labios aquellas palabras lo hacían sentir más excitado.

Ella con su ayuda lo puso de espalda contra el colchón, se sentó casi en su entrepinerna, lo miro con adoracion, con dulsura, con deseo, con amor. Desabotono cada botón de la camisa lentamente, mientras sus labios trazaban un camino desde su cuello, bajando por sus anchos hombros, mientras sus manos acariciaban su pecho, hasta llegar a su ombligo y deteniéndose en la cinturilla de su pantalón.

Recorrió el camino que habían hecho sus manos, ahora con su boca. Se degusto besando cada pedazo de piel, mientras deleitaba sus oídos con el sonido de los gemidos de Darien.

-Princesa por favor- suplico con voz entrecortada.

-Paciencia mi príncipe.

Quito la correa con tortuosa lentitud, soltó el botón y por ultimo bajo el zíper. Darien levanto las caderas, ayudándola a desprenderse del pantalón y el hermoso bóxer en color negro que solo marcaba su excitado miembro; ella se relamió golosa al verlo sin estorbo, dejando que este se alzara con arrogancia, prometiéndole un dolor infernal y un placer como ningún otro.

No pudo evitar la tentación y aunque no tenía experiencia, se dejó llevar por sus instintos. Lo engullo en su boca, chupándolo como descarada y deleitándose con su delicioso sabor.

Él la detuvo, no queriendo correrse en su boca. Esa noche la llenaría por completo y quería que su primer orgasmo fuera dentro de ella. Por su mirada nublada, podía aportar que ella también lo quería.

Se sentó con ella aun encima de él. Soltó el sujetador con dedos torpes, deleito su vista con los rosados pezones que ya a ese punto se encontraban en puntitas por la exitacion. Los tomo en su boca, besando, lamiendo y acariciando, mientras que con una de sus manos preparaba la intimidad de ella.

-Ya no aguanto Darien, hazlo ya- le ordeno ella.

Sin esperar un segundo mas, la miro a los ojos, transmitiendole todo ese amor que le profesaba y ese deseo que hace tiempo tuvo que reprimir. La levanto solo un poco para luego dirigirla encima de su miembro. Quiso guiarla y que ella lo tomara lentamente, pero ella con un solo movimiento bajo hasta dejarlo enterrado hasta el fondo. Escucho un grito contenido de sus labios, seguido de una lagrima cristalina. Se sintió como un canalla por haber sido el causante de su dolor, pero sabía que no había forma de evitarlo.

-Lo siento princesa- le dijo con pesadumbre.

-Ya pasara- le respondió ella bajito –Solo deja que me acostumbre.

No sabe cuánto tiempo paso, hasta que ella empezó a moverse. Al inicio sintió un poco de incomodidad, mezclado con un delicioso sabor. Algo como aquello, era dificil de describir, eran sensaciones únicas. Él se quedó quieto, disfrutando de su lento movimiento y dejando que ella fuera la responsable de darle placer a ambos.

Ninguna palabra salía de sus bocas, solo gemidos y quejidos. Darien la sostuvo con fuerza, rodeando con sus brazos su cintura y ella tomaba sus labios con su boca, ahogando cada sonido.

Él invirtió la posición, colocándola bajo su cuerpo.

-Muévete más duro mi Darien- le pidió.

La embistió al inicio con suavidad hasta ir subiendo la velocidad. Sabía que no duraría más, ella lo estaba apretando deliciosamente, sus paredes se hacían cada vez más estrechas. Tomo sus piernas y las puso encima de sus hombros, mientras que él se colocaba de rodillas, teniendo así un mejor ángulo.

-¡Darien!- grito ella al sentirlo más profundo. Una tormenta se contenía en su interior, queriendo ser desatada, sabía que le faltaba poco.

-Córrete para mí, mi princesa, córrete conmigo.

Y fue todo lo que ella necesito para sentir como su alma abandonaba su cuerpo, sintió los oídos tapados y el aire no queriendo entrar a sus pulmones. Los latidos de su corazón eran desenfrenados y su intimidad la sintió palpitando, haciéndose más estrecha y apretando con fuerza el miembro de Darien, que solo necesito embestirla unas dos veces antes de derramarse dentro de ella.

-Te amo princesa- ella solo le sonrió con cariño.

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-Otra vez- le dijo con coqueteria.

-Amor, quiero comer, ya van cuatro veces, tambien me canso- le respondio cansado.

-Vamos amor mío, una vez más y prometo que calentamos la comida china que trajiste - le trato de convencer.

-Serena son las tres de la mañana. Llevas desde las once diciéndome lo mismo-le dijo con un puchero –Vamos a comer, por favor –le rogo, pero ella no era alguien muy fácil de convencer; Empezó a restregarse su cuerpo contra el de él, obteniendo como resultado, una ronda mas.

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-Dicen que el que se rie solo, de sus travesuras se acuerda- quiso indagar Mina al ver como Serena revisaba su celular con una sonrisa pícara y las mejillas sonrojadas.

-Tal vez no sean travesuras- respondió Serena aparentando tranquilidad.

-Mina, ya deja a Serena, se lo que tratas de hacer, y no lo lograras. Sabes que el joven Darien es todo un caballero - defendió Amy.

"Si, todo un caballero", Pensó Serena, después de leer un mensaje de texto de Darien.

Te quiero esta noche en mi casa,

Te hare sudar, te hare gritar,

Te hare gozar,

Y princesa mia, de mi cama no saldras.

-Si, claro que sí Amy, todo un caballero.

Notas de la Autora

*La cita es del libro "Bailando con el diablo" de Sherrilyn Kenyon.

**Las estrofas son de la canción "Colores en el viento" de la película Pocahontas de Disney.

1. La historia me pertenece, no puede ser copiada ni subida a otra página sin mi consentimiento.

2. Esta historia esta publicada en Fanfiction bajo el seudónimo de Cleo de Luna

3. Esta historia esta publicada en Wattpad bajo el seudónimo de Jae R. Rod

4. Pueden seguirme en mi página de Facebook: Jae R. Rod donde empezare a publicar adelantos o noticias de mis historias.

Sin más que decir.

Resultado de un cofre de ideas y una mente desatada

Llena de historias

Que deben ser contadas

Cleo de Luna