Los personajes de esta historia son propiedad de Ryan Murphy Productions, por lo que me libero de cualquier responsabilidad sobre ellos. La historia es totalmente ficticia, cualquier parecido con la realidad es mera casualidad.
Sin más, espero que disfruten leyendo.
Y ahora…tú
Prólogo
Un nuevo día, tan sólo un día más de sus 25 preciados años. Una casa; vacía. El recuerdo de un amor difícil de olvidar. Rachel volvía a casa con la preocupación de saber cómo afrontar lo que le depararía el resto del día. Desde hace ya un año que no es la misma.
Nueva York, 21.00 horas, lunes.
Rachel observó su casa vacía y oscura. Su vista se centró en esa luz roja que parpadeaba a lo lejos en su contestador. Con desgana presionó el botón de reproducir mensaje, dejándose caer en el sillón de la sala.
-Rachel, soy San. Ya sé que vas a decir que no, pero Britt me ha insistido en avisarte de que esta noche saldremos a tomar unas copas. Bueno, cielo, espero que te animes y decidas salir de una vez de esa pocilga que tienes por casa. Te quiero. (Piii)
Rachel: Bff, es lo último que me apetece -frunciendo el ceño-. Sólo quiero cerrar los ojos y que esto acabe –hablando para sí misma-.
Rachel se levantó desganada y se dio media vuelta. Atravesó un largo pasillo que conducía hasta su habitación. Una gran cama de matrimonio, con unas sábanas de seda negras, se situaba en el centro de una amplia habitación. Allí, Rachel se sentó en el borde de un lado de la cama y miles de imágenes pasaron por su cabeza. Imágenes, que un año atrás, mostraban una escena totalmente diferente en esa habitación. Una lágrima se derramaba por sus mejillas, anticipando la larga noche que le esperaba.
Rachel dirigió su mirada hacia una mesita de noche. En ella sólo había una pequeña lámpara y una foto que mostraba a una Rachel viva, sonriente y feliz; a su lado, una chica rubia, de pelo corto, guapa y con un aspecto desenfadado. Ella sabía que esa foto le hacía revivir momentos que ya no volverían a existir; esa foto le recordaba que durante un tiempo fue feliz. Con su mano temblorosa, abrió el primer cajón de esa mesita y cogió el bote de pastillas azules; esas pastillas que durante un año fueron la única cosa que la mantenía relajada durante todas las noches en las que tenía la misma pesadilla… Pesadilla que aún no la había abandonado. Y es que había pasado ya una mierda de año desde que Charlie la abandonó.
A la mañana siguiente, martes.
Suena el teléfono. Rachel se incorporaba, aún dormitando, y miró el reloj. Son las 6:00 de la mañana y en su mente aún ronda esa pesadilla que viene repitiéndose desde el accidente. No la deja vivir.
Rachel: Quién coño me llama a esta hora. –Miró el móvil y con desgana descuelgó el teléfono-.
Voz: Haz el favor de mover tu trasero hasta esta puta comisaría, agente Berry. Te quiero aquí en una hora.
Rachel: Mi turno no comienza hasta las 8:00, comisaria Sylvester. ¿Es tan urgente?
Sue: ES UNA ORDEN! Eres mi mejor agente y necesito tu presencia ya. Deja de perder el tiempo, ya deberías estar aquí. –Sin dejar contestar a Rachel, la comisaria Sue Sylvester le cortó la llamada.
Rachel, a pesar de no haber dormido lo suficiente, hizo caso a las órdenes de su superiora y se levantó para tomar una ducha. Dejó que el agua corriese por su cuerpo, esperando que eso le quitase la angustia que llevaba encima. Al salir de la ducha, Rachel se miró al espejo y no podía verse reflejada; Charlie la estaba consumiendo por dentro. Puso su mejor cara, esa que ya estaba acostumbrada a poner para que sus amigas no siguieran preocupándose, pero aún no lo había superado. Y decidió salir así, sin más, cuando Sue desea algo tiene que conseguirlo al momento. Y así fue. Ir caminando era una buena forma de despejar su mente.
Una hora más tarde.
Rachel llegaba a comisaría. La recibía un sonriente y pacífico William Schuester, el inspector jefe de la comisaría. Ella se había puesto unos tejanos rotos y una camiseta de tirantes negra. Parecía que no le importaba cuidar su aspecto últimamente. Se veía tan demacrada que ni una gota de maquillaje podía camuflar su mala cara. Sin embargo, allí estaba ella con su pelo moreno y su piel canela…más que suficiente para que se viera realmente guapa.
Will: Buenos días Berry. No trae usted buena cara. ¿Se encuentra bien?
Rachel:Buenos días Will. Sí, me encuentro bien pero he salido tan rápido que no me dio tiempo ni a desayunar. ¿Sabes por qué nos ha reunido Sue a esta hora?
Will: No lo sé. Vayamos a su despacho, quiere vernos ya.
A pesar de que Rachel era la subinspectora de la comisaría, se llevaba bien con su superior. Ambos hacían un buen equipo. Él coordinaba a sus empleados. Ella, una de las mejores agentes, es su mano derecha. Juntos caminaron hasta el despacho de su jefa, asegurándose de que estaban ahí el uno para el otro, apoyándose en todo momento.
Despacho de Sue Sylvester.
Sue: Pensaba que los enanitos que habitan en tu pelo te ayudarían a llegar más rápido. Hasta una tortuga podría haber llegado antes que tú, Will. Me das asco.
Will –con resignación-: Hemos llegado a la hora prevista. No sé a que viene ese comentario, Sue.
Sue –sarcástica-: Quería probar la diferencia entre un buen café o el placer de meterme con tu estúpido pelo.
Justo cuando Will se disponía a contestar…Rachel interrumpió, como de costumbre, la disputa que día a día acostumbraba a presenciar entre sus superiores.
Rachel: Bueno, a lo que veníamos. ¿Nos puede comunicar para qué nos ha hecho venir una hora antes?
Sue –con media sonrisa-: Si, lo siento Rachel. Es que el aroma que desprende la "gomina" de Will me ha hipnotizado. Os he reunido para comunicaros que he aceptado un traslado urgente de un nuevo agente, desde la comisaría de Los Ángeles.
Will: Sue, no me malinterpretes pero no creo que necesitemos un nuevo agente.
Sue –mirándolo fijamente-: Aún no sé por qué demonios dejo que trabajes para mí. Si no fueras tan jodidamente bueno en tu trabajo, te habría echado a ti y a esos seres que habitan en tu cabeza.
Rachel: Eso no es motivo para hacernos venir una hora antes. ¿Por qué no has podido esperar a que llegase el resto?
Sue: Tengo un nuevo caso entre manos. Se trata de una nueva banda de narcotraficantes, que ahora también se dedica al comercio de personas. Por eso, el comisario de Los Ángeles me manda a uno de sus mejores agentes especialista en estos tipos de casos.
Rachel –interrumpiéndola-: Santana es la mejor agente para el caso de los narcos. No necesitamos refuerzos desde otra comisaría. Podemos resolverlo nosotros solos.
Sue: La decisión está tomada Berry. Ya he aceptado el traslado y el agente formará parte de vuestro equipo. Por cierto… de ahí la necesidad de tu presencia. Será tu nuevo compañero.
Rachel: ¿Qué? No tengo tiempo para ser niñera de nadie.
Sue: Berry –subiendo el tono-, es un traslado permanente. Necesito que aprenda lo más rápido posible nuestra forma de actuar. Tú eres el mejor agente de esta comisaría. No te pediría esto si no fuese importante. Además, las dos sabemos que te vendría bien una buena compañía.
Rachel: Yo no necesito a nadie. Trabajo bien SOLA.
Sue: Sé que formaréis un gran equipo. No quiero más quejas. Es mi decisión y está por encima de todos. Mañana, a las 8:00, realizaremos una reunión en la sala central con todo el equipo. El nuevo estará al llegar.
Rachel con mala cara y resignada salió del despacho de su superior temiendo lo peor. Will, al ver la cara de ésta…
Will: Venga Rachel,te invito a un café en mi despacho. A ver si quitas esa cara de "zombie" –sonriendo-.
Rachel: Gracias Will. Lo necesito más que nunca.
Ambos sabían cómo le estaba sentando a Rachel lo de su nuevo compañero. Por eso, Will intentó animarla.
Mientras tanto…
Una chica rubia, guapa, misteriosa y muy bien vestida se adentraba en la comisaría. Una vez allí, la chica misteriosa se dirigió al despacho de Sue Sylvester. Santana, muy nerviosa, buscaba a Rachel por la primera planta…y fue entonces cuando se cruzó con una chica rubia que entraba por la puerta del despacho de la comisaria.
Santana: No puede ser…-atónita a lo que estaba viendo-. ¿Charlie?
Santana no podía creer lo que estaba viendo. Era la viva imagen de su mejor amiga; la chica con la que había compartido su infancia y adolescencia. Gracias a ella había conocido lo que significaba la palabra amistad. Charlie le había hecho pasar buenos y malos momentos. No podía ser real…puesto que Charlie se había ido de su lado hacía ya un año.
Rachel, al ver la cara pálida de su amiga, decidió acercarse a ella sin mediar palabra.
Rachel: San! ¿Tan grande fue la fiesta de anoche? –riendo-. ¿Estás bien? ¡Parece que hubieses visto un fantasma!
Santana: Eso parece…Creo que voy a tener que dejar la bebida, Rach –sin quitar sus ojos de la puerta por la que había entrado la chica misteriosa -.
Cuando Rachel iba a contestar, una simpática y agradable Brittany las interrumpía.
Brittany: San, deberías tomar pescado crudo, -dijo inocentemente-. Lord Tubbington dice que es lo mejor para la resaca.
Santana: ¡Qué pesadas con la puta resaca! Qué estoy bien. Soy Santana López, ¿recordáis? Unas cuantas copas no pueden conmigo.
–Santana, por favor, no seas paranoica. Charlie no va a volver…No puede ser ella. Te vas a volver loca como la enana de Berry, pensó preocupada de haber visto alguna alucinación-.
Brittany: Pues eso no es lo que decías anoche…
Rachel: ¿Y qué es eso que decía anoche Britt?
Santana: Eso, explícame a mi también qué es lo que decía…Que yo recuerde no dije nada.
Brittany: Claro que dijiste –riendo-. Me dijiste que te habías hecho policía solo para protegerme. Que te gustaba estar a mi lado y cuando la cosa se empezaba a poner interesante…te quedaste dormida apoyada en mi hombro.
Santana: Eso no es cierto Brittany. Yo llegué a casa sana y salva…Es más, lo recuerdo perfectamente.
Brittany: Santana, no tienes por qué esconderlo. Si a mi me parece bien que te guste, es más me parece divertido. Y llegaste a casa sana porque yo te llevé.
Rachel: ¿Cómo? –dijo riéndose a carcajadas-. De verdad Britt, que capacidad de imaginación tienes. ¿San sintiendo algo por ti? No me lo creo.
Santana: No seas estúpida Berry. ¿No ves que se está quedando contigo?
En realidad Brittany no se alejaba mucho de la realidad. Es cierto que Santana tenía un instinto protector hacia ella y esto era así porque le gustaba…pero Santana, la chica que cada semana se ligaba a mil tíos, esa Santana no iba a reconocer tener sentimientos hacia la rubia.
En ese instante la chica rubia misteriosa se paseaba por la planta baja de la comisaria caminando hacia la salida, pero lo suficientemente cerca como para que Rachel se percatara de su físico. Sí, aquella cara le resultaba familiar… Sin decir nada a sus amigas, echó a correr voceando a la chica rubia que se detuviera para poder verla desde cerca…pero es obvio que la chica rubia no le hizo caso, es más, ni tan siquiera se dio por aludida ante las voces de la morena y salió hacia la puerta para montar en su increíble moto BMW R1200 TR de color negro. Cuando Rachel logró llegar a la salida, vio como la chica salía del aparcamiento montada en su moto con el casco puesto. La chica rubia se giró para mirar a Rachel que, al parecer, no le importaba seguir gritándole y ésta clavo una penetrante mirada hacia la morena.
Rachel: ¿Charlie? –Rachel se quedó totalmente paralizada al ver el rostro de la chica, a pesar de llevar el casco puesto-.