Se sentía tan mal con el mismo, no podía quitarse de la mente la posibilidad de que realmente hubiera visto a su hermano en compañía de Naruto y por otra parte, sabía a la perfección que había destrozado a Hinata cuando dejó que el nombre de Sakura se escapara de sus labios mientras tenían sexo. No lo había hecho a propósito simplemente se le escapó, pero no hacía falta que le preguntará como se sentía al respecto, conocía bastante bien ese sentimiento.
Su cuerpo estaba cansando, apenas y podía mantener los ojos abiertos, por lo que supo que debía de ir por un café, sí no quería que Pain le estuviera restregando que no hacía su trabajo como debía. Su vista comenzaba a nublarse, a pesar de estar caminando, sentía el peligro de poderse quedar dormido en cualquier momento.
Ocurrió, su cuerpo no soporto más el cansancio y se derrumbó en el suelo. Conforme sus ojos se iban cerrando, puso escuchar a lo lejos la voz de una persona, que preguntaba por él, pero todo se volvió negro después de eso.
Despertó. Al principio no reconoció el lugar, hasta que el color y la incomodidad de la cama donde reposaba le dieron la respuesta, estaba en un hospital, pero no podía recordar cómo era que había llegado ahí.
—Hasta que despertaste.
Volteó hacía su derecha, conocía muy bien esa voz que para sorpresa de él, desde hace poco tiempo hacía que su corazón se acelerara.
—¿Sakura?—era estúpida su pregunta, pues frente a él estaba la chica de cabellos rosas y ojos verdes, que alguna vez fue su pareja.
—Traté de llamar a tu esposa, pero tu celular se quedó sin batería. Qué conveniente— esas dos últimas palabas las dijo en voz baja y con cierta molestia.
La miró directamente a los ojos y de nuevo se arrepintió de todas aquellas decisiones estúpidas que había tomado hace unos años, sí, había cosas buenas que habían salido de eso, siendo sinceros, sólo una y ni siquiera le pertenecía.
A diferencia de tiempo atrás, cuando Sakura lo miraba con dulzura y una sonrisa, ahora era lo contrario, su mirada denotaba fastidio al igual que su expresión.
—¿Qué hago aquí?—preguntó y miró hacia el frente, donde se encontró con doctores que caminaban de un lado a otro.
—Es lo mismo que me preguntó. Iba por la calle, cuando me topé contigo— hacía que eso sonara como si fuera lo peor del mundo – y te desmayaste. Llamé a emergencias.
El silencio se hizo presente, a pesar de que se podían escuchar los monitores y las charlas de los doctores cerca de donde estaban, para ambos el momento se tornó bastante incómodo. Sakura miraba su celular, mientras que Sasuke, sólo podía pensar de qué manera romper el silencio. De pronto sonrió, de verdad que a veces la vida te devolvía todo o al menos de ese modo lo veía, antes Sakura era la que siempre sentía algo de pena cuando ella tenía que dar el primer paso, ahora todo era lo contrario, él se sentía incómodo y en parte desesperado por no atreverse a hacer nada.
—Gracias…
—¿Cuál es el teléfono de tu esposa?
Ambos hablaron al mismo tiempo, pero ninguno dijo nada, por lo visto decidieron que lo mejor era ignorar aquella casualidad.
—Su teléfono es 5543876496—dijo al fin y observó como Sakura parecía relajarse con la respuesta—¿A dónde vas?—preguntó cuando vio que la pelirosa se dirigía a la recepción.
—No pienso ser yo la que llame a Hinata, bastante será con que se entere de que su marido está en el hospital, como para que sepa que yo te traje. No quiero ser la culpable de que ella imaginé cosas que no— no dijo más, fue a la recepción, se aseguró de que realmente hubieran contactado a Hinata y se fue.
Hinata apareció al cabo de media hora, se le veía un tanto pálida como alterada. Lo único que pudo agradecer Sasuke fue que no llevará a Naeko consigo, ya se sentía mal con preocupar a Hinata como a su hija.
La doctora de emergencias se acercó a su esposa antes de que pudiera saludarlo. Hinata solo asentía con la cabeza y miraba a Sasuke de reojo. Cuando ambas mujeres terminaron de hablar fueron hacía él y tuvo que aceptarlo, la conversación que siguió lo hizo sentir como si su matrimonio fuera normal.
—Señor Uchiha—habló la doctora—como le dije a su esposa, su episodio se debió a mero cansancio, por lo que le he pedido a ella que lo obligue a descansar.
Sasuke se dispuso a objetar pero entonces la doctora le lanzó una mirada para que no dijera nada.
—Le daré un pase de incapacidad, con eso bastará para que no trabaje por dos días.
La doctora se fue, dejándolo solo con Hinata, quién lo miraba con una profunda pena como si ella fuera la culpable.
—¿Y Naeko?
—La dejé con Ino— dijo tratando de esbozar una sonrisa, pero en vez de relajar a Sasuke sólo consiguió que este se sintiera más basura.
Hinata llamó a un taxi, por más que Sasuke intentó mostrarse como si nada hubiera pasado, su cuerpo estaba débil, haciendo que caminar pareciera una ardua tarea. Se fueron directamente a casa, por lo visto Hinata pensaba dejarlo primero a él y luego ir por Naeko, tal vez quería evitar que su hija se preocupara en ese estado y mentirle sobre que su padre estaba dormido para que lo viera al siguiente día con más energía, si esa era la idea de Hinata, él no le recriminaría nada.
Lo ayudó a entrar a la casa, ¿quién hubiera pensado que algún día, Hinata sería la que lo ayudaría a él?, siempre se había visto a él mismo como el salvador de Hinata, aunque claramente era lo contrario a ello.
Prendieron la luz de la cocina y con ello, marido y mujer se quedaron en shock, ahí en la mesa donde desayunaban siempre había alguien esperándolos, no era un desconocido, pero ambos hubieran deseado que lo fuera.
—¿Papá?—dijo Hinata con cierto temor en sus palabras. Una hija con un padre normal, se hubiera alegrado aunque fuera un poco de tener una visita de su progenitor, sin embargo Hinata sabía que sólo se tratarían de malas noticias o circunstancias.
A pesar de que ni Sasuke como ella se habían mirado, ambos pensaron en los mismo, su hija, rogaban porque Hiashi no le hubiera hecho nada. Hinata se percató de como Sasuke intentó mantener un semblante fuerte a pesar de estar tan débil, ya más tarde, si tenían la oportunidad le agradecería por ellos.
—Veo que cada día eres más inútil, no eres lo que tu padre me prometió—le recriminó Hiashi a Sasuke, mirándolo con desprecio.
—Sasuke no es ninguna mercancía—defendió Hinata a su marido, haciendo que el rostro de su padre se tornará con una expresión aún más dura.
—Su padre lo dejó casarse contigo a cambio de dinero, no veo porque no es un objeto—se puso de pie y camino hacia done estaban ellos. Sasuke se movió unos centímetros hacía Hinata cubriéndola un poco del lado derecho, esta acción sólo hizo que Hiashi riera—bazofia— dicho esto le soltó un puñetazo a Sasuke en el rostro, abriendo el lado derecho de su labio – ¿de verdad crees que podrías hacer algo contra mí, si ese fuera mi propósito?—desafío al esperpento que tenía de yerno, al menos lo veía de esa manera, pero para su desagrado el maldito tenía agallas, se había enderezado y seguía empedernido en proteger a su hija.
—¿A qué vino exactamente?—se atrevió Sasuke a preguntarle y por un momento creyó que esa había sido su peor idea en todo el día.
—Quiero un nieto y lo quiero ya, hicieron un gran trabajo hace unos días en conseguirlo, pero necesitas esforzarte más— dejó de mirar a Sasuke y se dirigió a Hinata – es una lástima que tu bastarda haya heredado los ojos de esa basura.
Hiashi ni siquiera se despidió, tan sólo camino hacia la puerta y dejo a Sasuke como a Hinata con el ritmo acelerado. Hinata esperó a que se oyera como arrancaba un auto, suponiendo que se trataba del de su padre y salió de la propiedad en busca de su hija.
Terminaba su tarea mientras esperaba a que su madre fuera a buscarla. La amiga de su madre, tan sólo estaba sentada detrás del mostrador leyendo una revista, la lluvia afectaba un poco las ventas.
Pegaba semillas en su dibujo de artes plásticas, no le gustaba hacer esas cosas, requerían de mucha paciencia y era algo que ella no tenía, si se trataba de ese tipo de materias. Frustrada por no conseguir que una semilla se pegará como ella deseaba la aventó hacía el frente.
—¡Dattebayo!—dijo estresada y molesta. Al darse cuenta de lo que había dicho se llevó rápidamente las manos a los labios y pidió perdón por ello.
—¿Por qué te disculpas?
Volteó hacia arriba, encontrándose con un hombre frente a ella que le devolvía una sonrisa.
—Es una mala palabra—dijo apenada y pretendió que seguía con su tarea.
El hombre se puso de cuclillas para estar a su altura, sin dejar de sonreírle – no es una mala palabra ¿quién te dijo semejante mentira?
—Mi mamá.
—Deberías decirle a tu mamá que investigue mejor antes de decirte las cosas. No es una mala palabra, sólo una muletilla, yo la digo desde que tengo memoria— el hombre siguió sonriéndole, parecía que estaba preocupado porque ella tuviera aquella idea. La conversación de ambos llegó hasta ahí, pues el desconocido que al parecer estaba por comprar unas orquídeas, le alborotó el cabello y se enderezó para ir a pagar a la caja.
Naeko lo siguió con la mirada hasta que desapareció de su vista y su madre entró por la puerta un poco alterada.
—Siento la tardanza—se disculpó Hinata con Ino.
—Descuida, ¿cómo esta él?—disminuyó el volumen de voz al hacer la pregunta, ninguna de las dos quería que Naeko se preocupará por cosas que aún no debían de afectarla.
—Bien, sólo fue por cansancio.
—Si mañana no puedes venir, descuida no hay ningún problema—le dijo Ino y Hinata agradeció de que aún existieran buenas personas en el mundo.
Sasuke estaba en la cocina cuando ambas llegaron, Naeko sonrió al ver a su padre y le dio un abrazo. La pequeña comenzó a hablar sobre lo que había hecho en la escuela y le mostró como había avanzado en su tarea a sus padres. Hinata estaba sorprendida por el esfuerzo que Sasuke hacía para verse como si nada, de hecho notó como había usado un poco de su maquillaje para no verse tan pálido. Mientras Naeko les hablaba ambos se miraban de reojo a cada momento.
—Naeko…—llamó Hinata a su hija— te parece si hoy duermes con nosotros – vio como Sasuke se tranquilizó cuando escuchó aquella proposición, por lo visto ambos habían pensado en lo mismo, tenían miedo de dejar a su hija sola y preferían no separarse de ella ni un segundo.
—¿No estoy ya muy grande?—preguntó la pequeña a sus padres.
—Por supuesto que no—le respondió Sasuke con una sonrisa.
Las alarmas no sonaron. No hubo necesidad de preguntarle a Sasuke si estaba de acuerdo con que al siguiente día Naeko no fuera a la escuela, la visita de su padre los había dejado intranquilos, su odio hacia Naeko seguía latente a pesar de que ella era inocente.
Se levantó para darse un baño, sonrió al ver como Naeko estaba recostada sobre el brazo de su padre y lo abrazaba, pero su sonrisa desapareció, era una bella escena, pero ¿qué sucedería si un día su hija se enterara de toda la verdad?, de que Sasuke no era su padre, seguramente eso la devastaría, Naeko lo adoraba, incluso había pensado que sentía mayor afecto por Sasuke que por ella y era algo que Sasuke se había ganado.
El aspecto de Sasuke mejoró en los siguientes dos días, no se veía como nuevo, pero al menos ya no tenía tantas ojeras ni estaba tan pálido. La visita de su padre, realmente los había afectado y no era para menos, Sasuke había buscado cualquier pretexto para estar cerca de Naeko, incluso hasta le había hecho parte de su tarea, algo que evitaba hacer, pues quería que su hija no fuera dependiente. Por lo mismo, no habían tenido tiempo a solar para hablar de aquella inesperada visita, aunque sabían que no había mucho que hablar, al final sabían a la perfección lo que tenían que hacer.
—Nos vemos en la noche—le dijo, intentado aparentar que no pasaba nada, cuando Sasuke la dejó en su trabajo.
—Bien.
Se dirigió a la florería que aún no estaba abierta, Ino le había pedido de favor que se encargará de ello, pues tenía que hacer una visita al médico.
Agradeció que durante las primeras dos horas no tuviera ningún cliente, de esa manera no tenía que esforzarse por esconder su preocupación y estrés detrás de un modo amable y servicial. Decidió que lo mejor era enfocarse a acomodar las plantas que acababan de llegar. Se concentró tanto en aquella tarea que ni siquiera oyó la campanilla de la puerta anunciando la entrada de un cliente.
—¿Disculpe, tendrá orquídeas azules?
Volteó cargando una maceta, pero esta pronto resbaló de sus manos y se estrelló contra el piso, rompiéndose en varios pedazos.
—Yo…—tartamudeo, como hace años no lo había hecho—lo siento, pensé ver…
—¿Un fantasma?—preguntó el cliente.
—Sí, eso—se agachó para recoger los pedazos de barro, lo más pronto que pudiera, acción que copió su cliente.
—No Hinata, no viste ningún fantasma— dijo el cliente y los brazos de la mujer comenzaron a temblar, al igual que todo su cuerpo.
Su vista se tornó borrosa, poco a poco sentía que estaba perdiendo fuerzas, hasta que ya no pudo aguantarlo más. Su cuerpo casi da con los pedazos de maceta de no ser porque unos brazos la acogieron y evitaron su caída.
—Tantos años sin ver esos ataques.
No podía ver el rostro del hombre que la sostenía, su vista estaba enfocada en la rodillas de este; aun así, por el tono que usaba sabía que estaba sonriendo. Debía de estar soñando, tal vez, se había desmayado en el trabajo debido a tanto estrés, si eso debía ser.
Los brazos que la rodeaban, la estaban ayudando a ponerse de pie y la llevaban hasta silla más cercana. Ahora su rostro estaba de frente al del extraño y a pesar de que tenía unos ligeros cambios, sabía que era esa persona, no había duda, esto no podía ser cierto. Tomó aquel rostro entre sus manos y siguió observándolo con la boca entreabierta de tanta incredulidad.
—Na…no, no puede ser.
El hombre quitó con delicadeza las manos de Hinata de su rostro y las coloco en las piernas de ella – Necesitamos hablar—le dijo de la manera más serena posible, pero la mujer que estaba frente a él, era una gelatina que al parecer trataba de hacer que lo que estaba viendo encajara con su mundo —¿Hinata?—le preguntó un poco preocupado, al no tener respuesta alguna de ella.
—Yo, yo…— de nuevo ese estúpido tartamudeo.
—¡Ya estoy aquí!
Hinata como el cliente miraron a la puerta, encontrándose con Ino. Hinata agradeció la llegada de su jefe, el momento estaba tornándose extraño e incómodo, además de que aún no podía determinar si era falso o real.
—¿Qué paso aquí?—preguntó la rubia la ver la maceta rota.
—Se me cayó—dijo el hombre con una sonrisa y rascándose la nuca un poco apenado— de hecho iba a pagar por ella, y por unas orquídeas azules.
—¡Ya veo!, usted es el mismo que vino hace unos días e igual compró unas orquídeas, ¿acaso son para su novia?
Mientras Ino comenzaba a hacer estas preguntas, Hinata aprovecho para escabullirse e ir por la escoba, aunque aún estaba en shock, su cerebro no reaccionaba como debía y sus movimientos eran torpes.
—Algo así, son para una antigua novia.
—Ya veo, la quiere reconquistar, ¿ella fue la que rompió con usted?
Ino realmente podía ser muy metiche en la vida de los demás y es que era como su don, lograba que las personas confiaran en ella al instante, por eso mismo, Hinata había tenido que tener mucho cuidado en no contarle ciertas cosas de su vida.
—No, más bien yo la abandoné.
El caer de una escoba, fue lo que resonó en el lugar.
Perdón por la tardanza :(
