Era un día soleado, el viento frio soplaba con moderación, logrando así un ambiente templado y tranquilo. En la terraza, Hermione y su madre, Jean, practican un poco de jardinería. Dentro de la casa, George Granger le muestra su tornamesa a un curioso joven de ojos grises.

No hace mucho que escenas similares se desarrollan los fines de semana en la casa Granger, el ambiente precario poco a poco a ido tornándose mas familiar a medida que George Granger ha aceptado al novio de su hija y se ha encargado de enseñarle como funcionan los artefactos que para él son de lo mas cotidianos, los actuales y los pasados, pues según ha dicho Hermione "solo papá podrá satisfacer tu curiosidad, Draco. Él entiende más de mecánica que yo. Papá, explícale, por favor…" y así inició el intercambio de información entre ambos. Uno explicaba física, matemática, química y mecánica y otro explicaba pociones, propiedades mágicas, hechizos y conjuros. Se tomaban toda la tarde del sábado en ello, Hermione y su madre aprovechan para cocinar juntas o practicar jardinería, pasear y platicar; por la noche, cenan todos juntos alguna de las deliciosas creaciones de Jean, y ambas parejas se van a dormir. Por la mañana se preparan para desayunar en algún sitio lujoso y caro, cortesía de Malfoy y luego se separan para terminar con sus respectivas labores.

Si, una rutina muy agradable.

Pero este sábado es diferente; este sábado en particular, Draco Malfoy se encuentra nervioso, nadie podría afirmarlo con seguridad pues lo oculta muy bien, pero lo está y cuando hacen una pausa del tornamesa para tomar una copa de coñac, sutilmente prueba el terreno de la conversación. Cuando se encuentra seguro, toma un aire más solemne y le habla con franqueza al hombre que reposa a su lado.

-George, quiero casarme con Hermione- soltó sin rodeos. El padre de la mencionada no dijo nada, pero lo miró como si le hubiese dicho que el cielo es azul. Algo que ya sabe.

-Y me lo dices a mí, y no a mi hija, porque…- dejó la frase inconclusa mientras alzaba una ceja, esperando que el menor la completara.

-Porque estoy solicitando su permiso para pedir su mano- Y así lo hizo. Chico listo.

-¿Sabes? Esto no es como me lo imaginé- comenzó –cuando me di cuenta que mi niña crecía pensé que cuando trajera a su novio para presentármelo, se trataría de un chico amable y distraído, ya sabes, con una sonrisa permanente en el rostro- le lanzó una mirada discreta a los labios serios del menor - pensé que sería uno de esos dos chicos que me presentó como sus amigos. El pelirrojo y el despeinado- continuó haciendo caso omiso a como fruncía levente el ceño- supuse que esos dos serían fáciles de intimidar para asegurarme de que la trataran bien. Creí que si lo entrenaba bien, podría encargarse del negocio familiar y asi retirarme pensando que todo estaría bien y con el dinero de mi retiro, pagar la boda de mi hija. Luego quizá tendría dos hermosos y agotadores nietos a los que me dedicaría a mimar- terminó dando un nuevo trago a su copa.

Draco esperó lo que se considera correcto antes de empezar a hablar, pero George continuó.

-¿Y que es lo que obtengo? Un joven rubio desteñido de turbios ojos grises, demasiado alto, demasiado confiado. Inexpresivo y calculador que se ganó a mi esposa arrastrando un "a sus pies" y soltando una sonrisa. Te odié- hizo una pausa para mirar al rubio y no se sorprendió cuando este le lanzó una mirada muy similar a la que él mismo le lanzara minutos antes, la de "no me has dicho nada que no sepa ya", solo que en Draco lució mas prepotente.

George continuó.

-Y el siguiente fin de semana, fuimos a desayunar a ese restaurante, el favorito de Hermione- no hizo pausa para mirar si le seguía la conversación, pues sabia que lo hacía –y te comportaste tan cortés, luciendo todos tus modales, buenas maneras y conocimiento del protocolo. Mi esposa estaba encantada. Yo te odié aún más.- se giró para verlo a la cara, ambos sabían que lo había hecho única y exclusivamente para cabrearlo, pero la sonrisa que esbozó Malfoy con los labios tan cerca de la copa, no hizo más que confirmarlo. – Ambos sabemos que Hermione pretendía reñirte por eso y lo habría hecho si no fuera por los sucesos de esa tarde. Nos pediste amablemente permiso para que unas personas pudiesen venir para tratar algunos negocios y no tan cortésmente me negué, tu solo sonreíste burlón cuando Jean se ofendió y te aseguró que podías disponer de nuestra sala de estar si querías- Esbozó una sonrisa nada feliz que fue respondida con una torcida que gritaba "es parte de mi encanto".

-Mientras refunfuñaba que si no podías tener tu reunión en otro sitio, Hermione me dijo que originalmente debía llevarse a cabo en Italia, pero que tú no podías salir del país. Dije que entonces debías ser un criminal. Y salí de allí. Estuve muy cerca de la verdad, ¿no te parece?-Draco tensó la mandíbula –Y aparecieron todos esos… sujetos, que lucían de tu misma calaña, aristocráticos y ambiciosos hablando de negocios y mirando con asco mi casa. Quise asesinarlos, pero luego te vi a ti y supe que también querías asesinarlos. Me quedó más que claro cuando Hermione se acercó para ofrecerles té. Uno de ellos dijo algo que sonó ofensivo, el resto se lo celebró, ella se tensó y apretó los puños, pero tú, tú Draco Malfoy te levantaste de golpe, lo tomaste de la…demonios, olvide como se le dice a esa ropa que usan los magos. En fin, lo levantaste de las solapas y le murmuraste algo; inmediatamente levantaron las varitas, se lanzaron algo. Te dio en el brazo pero a el lo dejó tirado. Sus compañeros se derritieron en disculpas para todos y se marcharon. ¿Lo recuerdas?- Dijo utilizando y un ligero tonito de admiración. A Draco, ese detalle no se le escapó.

El aludido solo cabeceó en señal afirmativa. A estas alturas ya estaba resignado a que tendría que escuchar algo que ya sabía, y que sabía mejor que el mismo narrador.

-Mientras Hermione te curaba, pude ver ese horrible tatuaje tuyo. Hice un comentario, a decir verdad no recuerdo bien de que iba, pero puedo ver que tu sí- soltó refiriéndose a la tensión del cuerpo de Draco, generada por el recuerdo de algo tan insultante- pero te ofendiste-Draco resopló y George le ignoró- miraste a Hermione y le preguntaste por qué nosotros no sabíamos. ¿Saber qué? Mencionaste algo sobre tu padre en… As…Asqueban y tu madre dejándose morir de pena en San no-se-qué, que debías contarnos. Yo no entendía nada y Jean tampoco, pero mi niña sí. Te levantaste y te saliste por la puerta. Ella tras de ti.-

Hizo una pausa para mojarse los labios con el coñac que aún quedaba en su copa y soltó un suspiro que hizo que Draco pensara que deseaba que el alma se le escapara en él.

-No sé que sucedió después- su interlocutor sonrió de una manera que lo hizo pensar en que realmente no quería saber lo sucedido en ese lapso de tiempo- pero cuando regresaron, Hermione y tú nos contaron esa horrible historia a cerca de la segunda guerra mágica y todo lo sucedido en ella. Explicaron tu tatuaje y la cicatriz que no había visto que ella tiene. Es irónico, ¿no? ambos en el mismo brazo… Me enojé muchísimo. ¿Cuanto me tardé en poder hablar de nuevo con mi hija, muchacho? ¿Cuánto tardé en olvidar tantas mentiras?- Esperó un momento a que el otro le contestara, pero eso no sucedió. Justo como pensó, el muchacho frente a él no le juzgó, aunque juraría que si sabe perfectamente cuanto tiempo fue el que no habló con su hija.

Se acercó a la botella y rellenó las copas de ambos. Aún había puntos que tocar.

-Bebo admitir que ese fin de semana fue muy interesante y enriquecedor, además de enterarme de cosas inimaginables, ése fue el fin de semana en que pude asegurar que tienes sentimientos- Draco enarcó una ceja, ¿realmente lo dudaba?- Vi amor, dolor, duda, ira, amenaza, sinceridad y arrepentimiento en tu mirada, Draco Malfoy. Ese día supe que realmente amas a mi niña, de la misma manera en que yo amo a mi mujer y me tardé en aceptarlo, de hecho, la mitad del tiempo que no hablé con Hermione lo pasé asimilando esa verdad.- Draco le miró más atento, eso no se lo esperaba.

-Posteriormente descubrí que el dinero que tienes lo has ganado por tu mano, sé que tu padre te desheredó y tu madre no esta en condiciones para cederte tu herencia- Ahora Malfoy estaba sorprendido, ¿Cómo y en qué momento obtuvo esa información? La respuesta le llegó inmediatamente: Hermione. E hizo nota mental de hablar con ella después – Sé también de tus empresas internacionales y tus negocios en mi mundo y en el mágico; sé que eres muy brillante y astuto, que eres fuerte, pues has salido de donde te encontrabas, para mejorar y que buscas mejorar cada vez más. Y eso, muchacho, es lo importante. Eso y que ames a mi niña- Luego rió.

-No eres lo que yo deseaba para mi hija, eres demasiado oscuro, pero Hermione te ama, y porque te respeto (y en realidad se que no tendría ningún caso) no pensaré siquiera en tratar de intimidarte; solo te pido que prometas tratarla bien y con respeto, solo así dejarás a este viejo con el alma tranquila. Sé que la amas- terminó, mirándolo a los ojos con toda sinceridad

-Lo haré- Soltó Draco, con toda la sinceridad que pudo reunir en ese momento. Se miraron un breve momento a los ojos y luego se estrecharon las manos, retomaron sus copas y la conversación a cerca de la amortentia, justo donde se había quedado. Como si esa conversación no hubiese sucedido.

Tiempo después Hermione llegó a casa de sus padres luciendo muy emocionada un anillo de diamantes, rubíes y esmeraldas, diciendo que se casaría. Por el medio mágico y no-mágico. Su madre lució emocionada, sorprendida y complacida, su padre, solo complacido y algo nervioso. Ninguna de las dos mujeres presentes preguntó en ese momento la razón de su no-sorpresa, pero anotaron mentalmente preguntar.

Quizá Draco Lucius Malfoy no tuviera un gesto afable y una sonrisa colgada en el rostro constantemente, puede que tampoco fuera sincero todo el tiempo con todo el mundo, tampoco es alguien fácilmente avasallable y mucho menos se encargaría de su pequeña clínica dental, pero es inteligente y esta al nivel de Hermione y vaya que puede darle nietos que mimar.

Y con ese pensamiento, abrazó y beso a su esposa alegremente antes de dormir, al menos, no todas sus imaginaciones se deshicieron.