~Love me… (SasuHina)

Género: Romance

Categoría: M

UN.

Aviso: los personajes no me pertenecen sino a Masashi Kishimoto.

Advertencia: Este Fic tendrá alto contenido sexual y lenguaje soez y/u obsceno.

OoOOoOo~…Love me…~OoOoOoO

Pequeña e insignificante...

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Ámame porque yo te lo pido. Hazme sentir como una persona viva otra vez.

Olvida absolutamente todo, olvídalo y ámame a mí.

¿Por qué?

No lo ves, agonizo por ser iguala esa persona, porque me quieras y ames con lujuria, pasión y comprensión. Ámame al igual que lo hecho yo desde siempre, quiéreme y te haré feliz.

Solo hazme sentir menos pequeña e insignificante de lo que realmente soy.

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Llegaste corriendo desde Ichiraku Ramen y te adentraste hacia un callejón desconocido para que nadie vea que estás llorando tus penas, lo viste. Te duele, pero, ¿Qué quieres hacer? Lo sabías, él no te amaba, y tú, te engañabas. Siempre pensando que eras lo suficientemente buena para hacer que él, Uzumaki Naruto te amara por completo, pero te has segado. ¿Cómo pudiste olvidar de que ya tenía a alguien en el corazón? Sollozas mientras te llevas tu mano derecha hasta tu boca para evitar que saliera algún sonido y sentías como las gruesas lágrimas resbalaban por tus mejillas.

Cerraste tus ojos y el recuerdo llegó hacia ti, como si estuvieras viéndolo de nuevo. Esa sonrisa abierta y resplandeciente, junto al tenue sonrojo que ella tenía. Porque tú no lo sabías, tú no sabías que él ya se había casado, después de 4 años de misión, haciéndote ilusiones en vano, soñando con el día en que él y tu vivirían felices para siempre, pero en ese momento te preguntas: ¿de verdad existe el "felices por siempre"? no, te contestas a ti misma, porque tu pensarías de que Naruto estaría a tu lado, casado contigo en vez de ella. Y aunque nunca has insultado, ya que para ti eso no es de damas; maldecías una y otra vez el haber aceptado la misión de Amegakure, y más en haber aceptado en ir a cenar con tus dos mejores amigos y descubrir como una pareja acaramelada se besaba en una de las sillas del lugar.

Sentiste que tu corazón se hizo trisas, partiéndose en cachitos, tus lágrimas se te juntaron en los ojos opalinos y negabas con la cabeza. Tus piernas se movieron por sí solas y escuchaste como Kiba te había gritado para que te detuvieras y regresaras, pero tú sabes que no lo hubieras hecho. Tal escena te había caído como un balde de agua fría. Tus esfuerzos silenciosos para que él te viera como siempre quisiste que lo haga, los ánimos en silencio mientras te llevabas tu pequeño puño tratando de calmar los latidos arrolladores. ¿Hiciste todo lo que pudiste? Sí y no. No, porque nunca tuviste el valor de enfrentarlo como se debía desde el día que te confesaste como una tonta en la batalla contra Pain y así nunca te enteraste de cómo se sentía realmente el Uzumaki. Y sí, porque tu supiste como apoyarlo aunque sea en silencio y más cuando nadie lo observaba más que tú.

Tus piernas flaquearon y sentías como tu vista se desvanecía poco a poco. Tu respiración de hizo un poco dificultaría y tu espalda se daba un golpe en la pared detrás de ti. Llevaste tu mirar hacia el cielo oscuro y a duras penas lograste ver las estrellas. Parpadeaste un par de veces mientras tu cabeza ladeaba hacia uno de tus costados. No supiste nada una vez que tus ojos se cerraron. Solo lograste ver una sombra y la sensación de que alguien te cargaba hacia sí.

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Después de quien sabe cuántas horas, recuperaste la conciencia. Tus parpados pesados castañeaban, intentado abrirse y encontrar algo o a alguien. Tu vista opalina recorrió poco a poco el lugar y caíste en cuenta de que te encontrabas en tu habitación. Te extrañaste, ya que no recordabas cómo habías llegado hasta ahí. Lograste sentarte cómo pudiste, apoyaste con los codos y las palmas de tus manos en el mullido colchón de tu cama. Sentiste cómo la sabana causaba en sonido del frufrú y se resbalaba hasta quedar debajo de tu vientre. Tu cabeza inevitablemente se fue hacia abajo y sentiste un dolor cimbrar en tu cerebro. Llevaste tus manos hacia ahí y hasta ese momento te percataste de que tus ojos te ardían. Mierda Hyuuga… que rayos tomaste la noche anterior. Ni siquiera recuerdas que fue lo que te ocurrió. Trataste de pensar y las imágenes llegaron hacia ti.

Imágenes en donde Naruto besaba a su esposa, la chica quien le acariciaba su mejilla con ternura mientras se frotaba el vientre con la otra. Las lágrimas se juntaron de nuevo en tus ojos y sentiste el ardor intensificarse. Tus rodillas se flexionaron y tú las abrazaste. Lloraste de nuevo. El dolor que se formó en tu pecho desde la noche anterior, al haber descubierto que tu amado rubio se había casado con una de tus amigas, se hizo presente esta vez pero más, mucho más intenso.

Deseabas aislarte, no volver a salir y morir en el interior de tu habitación. ¿No te sientes patética, Hyuuga? ¿Dónde quedó esa auto fortaleza y perseverancia que tanto te caracteriza? Seguramente se está deslavando junto con tus lágrimas. La sensación de pérdida se te hace devastadora. Pero, ¿él siquiera fue tuyo? ¡Claro que no! Y de alguna forma quieres ser egoísta, posesiva pero ti, tú sabes que no está en tu gen genético. Tú no tienes una pisca de maldad, porque tú sabes que eres que eras la linda Hyuuga Hinata; y si así lo quisieras no eres capaz de entrometerte en la vida de Haruno Sakura y quitarle su marido. Porque no serias capaz de disfrutar de tu felicidad a sus costillas. No, nunca lo harías, eso iría en contra de tus principios.

Escuchas unos leves golpecitos, los cuales te sacan de tu ensimismamiento. – a-a-adelante… – pronuncias levemente mientras te secas rápidamente las lagrimas y te recuestas de nuevo en tu cama. Llevas tus sabanas hasta casi la mitad del rostro con tal de cubrirlo. Entrecierras los ojos y el olor masculino llega hacia ti. Ves como un hombre joven de cabellera castaña larga y expresión preocupada en el rostro se acerca hasta tu lecho.

-Hinata-sama… ¿se encuentra bien? –

Lo escuchaste y asentiste sin fijar tus ojos en los de tu primo. Sabías perfectamente que él te atraparía en tu pequeña mentira y no querías eso, ¿verdad, Hyuuga? Aun así, trataste de disimular y te sentaste de nueva cuenta, haciendo que tu flequillo cubriera los ojos plata enrojecidos. De reojo, viste con el semblante de él cambió cuando abrió un poco sus ojos. Volviste a fijar tus opalinos ojos en tu regazo y desde ahí, observaste como él movió las suyas hasta tu cara y sentiste sus aspereas pero reconfortantes palmas.

-¿segura? Yo la veo roja, como si tuviera calentura. –

Lo silenciaste tomando sus manos masculinas entre las tuyas y comprendiste que él entendió tu mensaje. "deja de preguntar, niisan…". Sabes que entre él y tú, no eran necesarias las palabras. – Neji-niisan… ¿co-cómo llegué aquí? – lo oíste suspirar y alzaste tu rostro hacia él. Observaste como ponía una rara mueca y esperaste a que él te contestara.

-no sé el cómo pero… anoche la encontraron inconsciente en la puerta de la mansión. –

Y en ese momento no comprendiste cómo fue que sucedió eso. Trataste de recordar que sucedió antes de que cayeras inconsciente pero nada lograste. Suspiraste y lo miraste de nuevo. – ¿pa-padre se encuentra despierto? – él asintió e hiciste a un lado las sabanas para ponerte de pie. Te colocaste una bata blanca de dormir y alisaste tu pelo con los dedos. Diste tres pasos hacia delante pero una mano agarrando firmemente en tu menudo brazo te detuvo, viraste tu rostro hacia Neji y observaste como se levantaba, imitándote.

-¿hablará con él? – asentiste y esperaste a que el castaño continuara. – de acuerdo, pero Tsunade-sama quiere hablar con usted. –

Suspiraste levemente y asentiste despacio, Neji te dejó sola para que te pudieras vestir y así lo hiciste.

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Cuando llegaste hasta a torre de la Hokage, te dirigiste hacia las escaleras. Pensabas en que harías de ahora en adelante, en la forma en el cómo le dirías a tu padre que deseabas hacerte independiente, comenzar una nueva vida por ti misma, salir adelante y hasta -¿por qué no?- olvidarte de una vez por todas de Uzumaki Naruto. Tú sabes que tienes que hacerlo, fin al cabo, el hombre se ha casado. Pero eso lo harías después te hablar con la vieja Tsunade. Un fuerte empujón te sacó de tu ensimismamiento y escuchaste la voz de la persona que menos deseabas ver.

-¡ah! Hinata-chan… no-no esperaba encontrate hoy… -

Levantaste tu mirar casi con temor, ya que sentías como tus lágrimas se juntaban en los ojos, sin embargo, el temblor de nerviosismo en la voz del rubio no pasó desapercibida por ti. – ¿Na-Naruto-kun? – miraste como él se llevaba su mano tras la nuca y se removía incomodo. Seguramente recordó el cómo saliste corriendo de Ichiraku Ramen. – me-me en-enteré que… te haz ca-casado… - bajaste la mirada con tristeza, negándote a verlo para que el no te vea con lastima y tal vez más insignificante de lo que tú ya te sentías. Sentiste unas manos en tus hombros y escuchaste un leve suspiro, levantaste la mirada y observaste los ojos azules de él.

-Hinata… escucha, sé que no hice el menor esfuerzo de responderte eso pero… creo que ya… ya sabes mi respuesta, ¿verdad? –

Mordiste tu labio y asentiste un par de veces, mientras las lágrimas resbalaban por tus mejillas al haber cerrado con fuerza los ojos blancos. Sentiste un par de dedos en el mentón, provocando que alzaras la mirada.

-no llores… al contrario, deberías golpearme por ser tan tonto y por no tomar en cuenta tus sentimientos. –

Desviaste tu mirar, tenía razón aunque él y tú sabían a la perfección que no lo harías, ¿acaso no tienes las agallas, Hyuuga? Simplemente apretaste los puños y negaste con la cabeza, volviste a mirarlo a los ojos, dejando que él viera lo que causó en ti. – no-no… la-la tonta soy yo… por-por… -

Él te impidió continuar, tomándote de las mejillas y obligándote que lo vieras con los ojos rojos lleno de lagrimas. – ¡No! Tú sabes que no, yo soy el único responsable. – lo escuchaste, más sin embargo, sabias que no era así. – Hi-Hinata-chan… es-es mejor que lo dejemos así… es-es mejor que seamos amigos, como siempre, ¿de acuerdo? – y esta vez tu asentiste, sabías que era lo mejor.

Miraste como el rubio se despedía de ti, agitando su mano y solo miraste a su dirección, tragaste grueso, dándote apoyo con eso, respiraste hondo y con la manga de tu chamarra lila te limpiaste las mejillas. No querías que la Hokage te viera en ese estado y te preguntara el por qué de las lágrimas. Caminaste hasta la puerta de la oficina y sin tocar ella dijo un: "adelante". Te adentraste al lugar y viste como la oficina se encontraba llena de muchos documentos, la rubia Hokage levanto su mirar ámbar y tú hiciste una pequeña reverencia. – ¿me ha hablado, Tsunade-sama? – ves como ella asintió con la cabeza y te extendió un pergamino, te acercaste hasta el escritorio y lo revisaste, dándote cuenta de que era una misión en pareja.

-así es, tu misión constará en ir a la Tierra del té y eliminar a unos mercenarios que han estado extorsionando a los comerciantes del lugar. –

Tú asentiste pero la duda aun estaba presente en tu cabeza. – ¿Quién es mi compañero? – Escuchaste el sonido de la puerta y el "adelante" de la Hokage, llevaste tu mirar hacia ahí y tus ojos se abrieron al sentir como una mirada negra te absorbía, haciendo que te sintieras más pequeña e insignificante de lo que ya te sentías. – Hinata, Uchiha Sasuke será tu compañero de equipo. –

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FIN CHAPTER 1.

Notas de Aika:

¡Hola! ^^ Nuevo fic…

¿Qué les puedo decir? Quise intentar escribir un fic que tenga lemon (mucho) el concepto del fic es "amigos con beneficios" ¡Jesus Christ! Así que no creo que éste fic lo lean las personas que no les guste que sean explícitos, digo, para comodidad de algunos, porque hay lectores que les incomoda y eso lo entiendo, así que creo que se vale que lo diga desde el primer capi, ¿no? Uhm… no voy a censurarme en ningún lemon y casi todos los capis tendrán uno cuando mínimo.

Espero que les haya gustado el capi :) el cual quiero dedicar a Kikuta Madaren y a Amy-chan por apoyarme a sacarlo adelante.

Bye, bye… ;)