JURO SOLEMNEMENTE QUE MIS INTENCIONES NO SON BUENAS


Aquel 30 de julio amaneció soleado; el buen clima influía en el humor de las personas, y ese dia en particular Hermione Jane Granger estaba impaciente por la llegada de su carta de Hogwarts. Ella estaba consciente de que aún era de madrugada y que el corre tanto muggle como mágico llegaría en un par de horas, pero no había podido evitar levantarse más temprano de lo habitual para esperar a la lechuza ya aseada y vestida. No había tiempo que perder, pues al dia siguiente se iría a La Madriguera a pasar el resto de las vacaciones, además de que al dia siguiente era el cumpleaños de Harry Potter, su mejor amigo casi hermano.

Mientras aguardaba la llegada de su correo, Hermione ordeno su habitación y se dispuso a leer su libro favorito, Historia de Hogwarts, por onceava vez en esos dos meses de vacaciones.

Comenzó a leer el libro, pero con cada palabra surgían recuerdos de sus seis años en el colegio. Al final se dio por vencida y cerro de un golpe el tomo que tenía apoyado en las piernas, lo dejó en la mesa y se asomó al alfeizar de su ventana.

Los "mejores" recuerdos fueron los primeros en pronunciarse en la mente de la chica, desde aquel primer año y el misterio de la piedra filosofal de Flamel, Ron cayendo al Lazo del Diablo, aquella vez que se convirtió en gata por los pelos de gato de la túnica de Millicent Bulstrode y , cuando descubrió el secreto del profesor Lupin, volando al lado de Harry sobre Buckbeak, Harry y el colacuerno húngaro durante el Torneo de los Tres Magos, el ejército de Dumbledore en la sala de los menesteres, aquella vez que irrumpieron en el departamento de Misterios en el Ministerio de Magia, Harry y su obsesión con el libro de Snape, sus muchas horas en la biblioteca, Viktor Krum y el primer beso que ella nunca olvidaría… Hermione no pudo evitar sonreír por cada una de sus memorias, pero lamentablemente los malos recuerdos acompañaban a los buenos como si fueran siameses, así venían las remembranzas del profesor Snape y su antipatía con Griffindor, los ojos del basilisco reflejados en el espejo cuando volteo aquel recodo de la biblioteca, los insultos y humillaciones de Draco Malfoy, y el peor de todos sus recuerdos, el funeral de Albus Dumbledore, el mejor director que Hogwarts tuvo jamás.

Sin apenas darse cuenta, Hermione estaba llorando, las lágrimas caían por sus mejillas y sus ojos se habian enrojecido a causa del llanto. Luego de unos minutos que tal vez fueron horas, la cabeza le comenzó a doler y solo en ese momento supo que se había sumido en el llanto y los sollozos. Se limpió una lágrima con la punta del dedo para luego lanzarse a su cama. Quizás podía dormir solo un poco más.


-Hermione, cariño, te llego carta del colegio- oyó la melodiosa voz de su madre, acompañada de unos ligeros golpecillos en la puerta de madera de su habitación, pero fueron suficientes para que los ojos de la castaña se abrieran de golpe y de un brinco estuviera fuera de su cama.

¿Demonios, como puede haberme quedado dormida? Pensó ella en su fuero interno, pero ya estaba hecho. Consulto a su reloj de pulsera y cuando supo que hora era casi se cae al piso, había dormido por cuatro horas. Resignada, salió de su habitación maldiciendo todo lo que se topaba en su camino.

-Buenos días mamá, buenos días papá- saludó ella cuando ingreso a la cocina. Su padre se encontraba desayunando huevos revueltos y su madre se servía un poco de jugo de frutas.

-Buenos días preciosa, ¿Cómo amaneciste hoy?- le contesto cariñosamente su padre.

Hermione resopló, lo que le indico a su padre que ella estaba molesta y que era mejor dejarla calmarse un poco.

-Mamá, ¿Dónde está mi carta?- pregunto ella a su pro genitora.

Su madre la miro sonriente antes de responder.

-Encima de la nevera, cariño

La castaña se aproximó a la nevera donde efectivamente estaba su carta con el sello de su escuela.

Con poca paciencia la abrió y retiro las dos notas que traía el sobre, una escrita a máquina como todos los años y la otra en tinta negra escrita por el puño de Minerva McGonagall.

Leyó la primera nota donde le informaban a cerca de los exámenes del E.X.T.A.S.I.S, todos los materiales que necesitaría para su último año, túnicas, el uniforme, libros, ingredientes para pociones, etc. Nada que Hermione no conociera ya.

"Señorita Granger:

Espero que este disfrutando de sus vacaciones como es debido, le envió esta nota para comunicarle que es imprescindible que se apersone a mi oficina apenas llegue al colegio. Es de suma importancia para ambas y además para la guerra que libramos contra EL-que-no-debe-ser-nombrado.

Atentamente

Minerva McGonagall

Directora del colegio Hogwarts de magia y hechicería"

Luego de leer la nota que le había enviado la directora, las dudas asaltaron a Hermione… ¿Qué era eso tan importante que tenía que tratar con ella? ¿Cómo podía ella ayudar en la guerra? Ella no sabía las respuestas a estas preguntas, por lo que sin más debía de limitarse a las suposiciones.


Harry y Ron estaban jugando una partida de ajedrez mágico en la habitación del pelirrojo, cuando llego la lechuza blanca de Hermione con una nota amarrada en la pata izquierda. Ambos muchachos la hicieron entrar por la ventana, para luego desatarle la carta de Hermione y darle algunas chucherías para lechuzas.

Desenrollaron el pergamino y se pusieron a leer la pequeñísima nota que su amiga les había enviado.

Harry y Ron

Espero que estén bien, y que estén pasando unas vacaciones geniales. En unas horas estaré en La Madriguera y que me llevare a Crookshanks conmigo, por lo que me gustaría que Pig estuviera en su jaula, para evitar que mi gato lo ataque.

Los extraño mucho y tengo mucho que contarles.

Los quiere

Hermione.

Ambos chicos se miraron espantados cuando terminaron de leer el pergamino, para luego mirar a su alrededor y espantarse de nuevo por el desastre que era el cuarto de Ron en ese momento.


-Bueno, creo que ya tengo todo en mi baúl.-anuncio Hermione a sus padres.

-Te extrañaremos mucho, cariño, cuídate mucho y no olvides escribir- le dijo su madre mientras le daba un beso en la frente

-¿Estas segura que no necesitas que te lleve, hija?- pregunto su padre por cuarta vez.

-No papá, me apareceré en la Madriguera, créeme que es más rápido que ir en tren.

Hermione había regresado una semana después del fin de curso pasado, por que había cumplido diecisiete mientras estaba en Hogwarts y ya podía aparecerse, solo tenía que pasar la prueba. Y en el primer intento lo había conseguido.

-En tal caso, cuídate mucho preciosa, y no te acerques demasiado a esos dos muchachos con los que tanto te juntas- los celos paternales le provocaron a Hermione ternura, admiración, y unas grandes ganas de reírse a carcajadas, todo al mismo tiempo.

-Tranquilo papá- le aseguro ella conteniendo una carcajada.

Los tres Granger fueron hasta la sala, donde Hermione saco su varita y tomo a su indomable gato con la otra mano.

-Los amo, les escribiré pronto- se despidió Hermione.

Luego, agito su varita y esa sensación de ser jalada por un gancho desde el ombligo se apodero de ella, en menos de cinco segundos estaba en el jardín de los Weasley. Con su gato bajo el brazo y su baúl en el otro, comenzó a caminar hasta la puerta trasera que tan bien conocía. Deposito a Crookshanks en el suelo y se dispuso a tocar la puerta con los nudillos, pero nunca llego a hacerlo, porque en ese momento se abrió la puerta de golpe y la imagen de Molly Weasley apareció tras ella. Por el gesto que traía la señora, Hermione supo que no había salido precisamente para recibirla.

-…y escúchame bien Ronald, mientras tus hermanos no estén, tu eres el encargado de mantener a raya a los gnomos, ademas Ginny está estudiando y Ha…

-Buenos días, señora Weasley – saludo Hermione con una sonrisa radiante.

-Oh, Hermione, que gusto verte de nuevo. Tesoro. Pasa, Ron Harry y Ginny bajaran en un momento.- le dio la bienvenida.

-Gracias, señora Weasley

Con algo de ayuda de la mayor de los Weasley, logro hacer entrar su baúl, su gato y ella misma por la angosta puerta trasera de la Madriguera. La señora Weasley le invito a sentarse, lo que hizo sin ninguna vacilación, porque eso de aparecerse la había dejado mareada.

-Mamá, aquí ponen que tengo que llevar un tomo de Herbologia avanzada… ¿Dónde conseguiremos ese libro?, es carísimo- grito desde las escaleras la inconfundible voz de Ginny Weasley.

-Oh no, a Percy no le pidieron tantos libros cuando estuvo en Hogwarts, ni a Fred y George, ni siquiera a Ron…- la señora Weasley puso una expresión de pesar en el rostro, que conmovió a Hermione hasta lo más profundo de sí.

-Em…señora Weasley, yo tengo ese libro, me refiero a que lo compre hace dos años para prepararme en los T.I.M.O.S. y está casi nuevo… yo se lo podría prestar a Ginny.- murmuro Hermione como temiendo ser malinterpretada.

-Te lo agradezco Hermione, pero no me gustaría darte esa molestia.-replico la rechoncha mujer.

-No es molestia, solo que tendré que regresar a mi casa para traerlo, pero dudo que me lleve más de diez minutos.

-Mamá, ¿con quién hablas?- volvió a oír la voz de Ginny

-Con Hermione, cielo, acaba de llegar- grito su madre en respuesta.

Tan pronto como hubo acabado la frase, un manchón pelirrojo bajo las escaleras a la carrera y atravesó la cocina más veloz que una snitch.

-Hermy – la pelirroja corrió a abrazar a su mejor amiga, mientras daba brinquitos de felicidad.

-Hola Gin-contesto amable la castaña.

Pronto sus amigos y el señor Weasley la estaban abrazando en una gran oleada de felicidad y algarabía por la llegada de su amiga.


Los días en la madriguera pasaron bastante rápido, de hecho, más rápido que las semanas que Hermione pasó con sus padres. Sin embargo el hecho de que pasaran rápido no quiso decir que fueran buenos. Todos los días recibían las noticias de nuevos ataques a familias enteras, políticos, personas relevantes, etc… todos muggles, y en muy pocos casos magos y brujas.

Los nervios y la ansiedad de la castaña crecieron a una velocidad alarmante. Una semana antes del inicio de clases en Hogwarts, llego el profeta como todos los días; como Hermione era la única que se encontraba en el lugar en ese momento se apresuró a desatar el periódico de la pata de la lechuza y luego darle tres knuts por su trabajo. Cuando la lechuza alzo vuelo desde la ventana de la cocina, ella se sentó en uno de los desvencijados sillones de la sala de estar de los Weasley y se dispuso a leer. En la primera plana venia la noticia que dejo a Hermione horrorizada y le hizo perder el color en el rostro.

MORTIFAGOS ATACAN A FAMILIA MUGGLE EN WHITERLESS

La familia Brown, todos ellos muggles, fue hallada muerta en el salón de su pequeña vivienda en un barrio al norte de Whiterless, clara obra de los mortifagos.

Se presume que estos criminales buscaban algo (o alguien) en el lugar, por el desorden en el que se encontraba la casa luego del ataque.

Es misterioso el hecho de que la Marca Tenebrosa no haya sido vista hace mucho tiempo a casi 40 km a la redonda…

Acompañando el reportaje se veía una foto en movimiento de la calle en la que estaba situada la escena del crimen, una calle que Hermione conocía demasiado bien… era la calle en la que ella vivía y los Brown eran sus vecinos desde que ella tenía uso de razón. Aun podía recordar al hijo del matrimonio, ese niño de cabellos negros que había sido su amigo desde que ellos iban a Kinder Garden, de hecho mucho antes de que ella se enterara de que era bruja.

Mis padres. Pensó asustada en ese momento. Si los mortifagos habian atacado a los vecinos, era probable de que hayan cometido un error y que en realidad iban a por sus padres. Ese pensamiento, pese a que no le gustara a la muchacha, era mucho más lógico y contundente que cualquier otro. Si estaba en lo cierto era obvio que la buscaban a ella por medio de sus padres, pero ¿para que? Ni siquiera la inteligentísima Hermione Granger conocía la respuesta a esa interrogante.

-Herms, ¿llego el correo?- pregunto una voz que reconocio como la de Ron a su espalda- Hermione – la volvió a llamar.

La Griffindor no sintió cuando ron le sacudi levemente los hombros, ni siquiera cuando el mismo gritó para sacarla del shock en el que se hallaba, simplemente no sintió nada.

Una vez que lograron que Hermione se moviera y hablara, ella se negó a contarles que era lo que había sucedido, en cambio le s aseguro que se encontraba bien.


Aquella noche, entre el miedo por la seguridad de sus padres y la preocupación de sus amigos por ella, la cena le supo insípida, y no noto que el té estaba muy caliente. De pronto tocaron la puerta de la cocina.

-¿Quién podrá ser a esta hora?- pregunto Ginny mas para si misma mientras se ponía de pie y decidida se acercaba a la puerta con la varita en mano. Todos en la mesa la miraban expectantes, mientras ella abría la puerta trasera de la Madriguera.

La imagen de Minerva McGonagall tranquilizo de momento a todos los presentes, que se esperaban encontrarse a algún otro invitado menos agradable por lo que todos tenían en la mano las varitas y se preparaban para lanzar el primer hechizo que se les viniera a la mente, pero al ver a la directora bajaron la guardia y le dieron la bienvenida.

-Profesora, que gusto verla aquí- la saludo la señora Weasley.

-Te lo agradezco, Molly, pero lamento que mi visita no sea por motivos agradables- anuncio con pesar.-Señorita Granger, vengo a hablar con usted, es de suma urgencia que adelantemos nuestra reunión.- se dirigió específicamente a la castaña que se había vuelto a sentar.

-¿Qué paso, profesora?- cuestiono Harry desde un extremo de la estancia.-nosot…

-Lo lamento, joven Potter-le corto la profesora- el asunto que debo discutir con la señorita Granger es privado.

El ambiente se había vuelto a tensar, y todos miraban a Hermione y a McGonagall alternativamente, como si de esa manera pudieran saber que era lo que ambas escondían. El rostro de Hermione reflejaba más dudas que el de todos los demás juntos, así que sin decir más nada todos salieron del lugar en fila, dejando a ambas mujeres solas.

-Muffiato- susurró la mayor a la vez que hacia una floritura con su varita y apuntaba a la puerta por la que habian salido todos. Suspiro consternada y miro a Hermione.

-La escucho, profesora- le hizo saber la castaña.

-Señorita Granger, lo que le voy a decir es muy delicado por lo que creo que es mejor que tomemos asiento- le dijo señalando con una mano un par de sillas. La castaña obedeció. McGonagal continuó- ¿se ha enterado del ataque en Witherless?- le pregunto expectante.

-Si, lo lei esta mañana- se limitó a contestar Hermione.

-El ataque iba dirigido a su familia, señorita Granger- le soltó la bruja sin ningún reparo- estamos investigando como fue que fallaron los mortifagos, pero ese no es el punto porque ahora lo más probable es que todos estén muertos. ¿usted sabe por qué atacaron?- pregunto muy seria. Hermione negó con la cabeza. Los ojos de ambas brujas se encontraron por un momento, antes de que la castaña apartara la mirada y McGonagall continuara hablando.- me entere hace unos días que la profesora Trelawney ha hecho otra profecía, cuando se encontraba en la casa de una pariente. He intentado enterarme que era lo que decía exactamente la profecía por todos los medios, pero Sibill no recuerda nada por que entro en trance, y esa pariente solo pudo ayudarme con una pequeña parte que recordó.-McGonagall resopló frustrada- pero se que esa profecía hablaba de ti, del señor Potter y por consiguiente de lord Voldemort. Algo similar a que solo tú podrías proteger al elegido en el momento decisivo.

-Con todo respeto profesora, pero considero que las cosas que salen de la boca de la profesora Trelawney son puras patrañas.-dijo una cortante Hermione.

-No lo entiendes, Sibill hizo una profecía real, como las que hablan de Harry, por eso no puede recordar nada. Escúchame-le insto la directora- Lord Voldemort ya sabe de la profecía, por eso mando a buscarte hoy, por eso no se vio la marca tenebrosa…eres importante en esta guerra.

Hermione se quedó sin habla por unos minutos, mientras procesaba la noticia. Al final habló.

-¿no podemos ir al departamento de misterios pera escuchar la profecía?

-Podemos, pero el ministerio está bajo el control de los Mortifagos, dudo que nos dejen pasar de las puertas- repuso la profesora.

-Si Voldemort ya escucho lo que dijo la profesora Trelawney…

-Es ahí donde te equivocas, él está en la misma ignorancia que nosotros, se enteró de lo que yo hablaba con Sibill por la cortesía de Severus. Esa rata estaba escuchando detrás de la puerta de mi oficina.-añadió ácidamente. – pero si de algo está seguro es que solo tú puedes evitar algo que le garantizaría el éxito. Es por es que vine a buscarte, si eres la clave que lograra que Potter derrote al Lord Tenebroso, debemos mantenerte segura, evitar que él te encuentre.

Hermione sopeso las palabras de su profesora favorita, si todo eso era cierto, entonces los mortifagos no dejarían de buscarla, incluso eran capaces de usar de carnada a sus padres para encontrarla… ahí supo que tenía que proteger a sus padres, y que en eso no la iba a ayudar nadie.


Hola Dramioneras

he aqui mi nuevo intento de fic, espero sus reviews, ya sean buenos o malos

TRAVESURA REALIZADA. NOX