UN AMOR COMO EL MAR

1.- Un Respiro De Aire Fresco

Eres tan hermosa. Tu belleza es casi de fantasía ¿eres un ángel? ¿Princesa de algún cuento? Háblame por favor, dime que estas aquí y no eres un juego de mi imaginación.

No lo soy, pero seguramente tú si eres una ilusión. Tu apariencia y modales asemejan a los de un príncipe ¿lo eres?

Lo seré si es lo que deseas ¿serás mi princesa?

Seria un honor.

Que dicha ¿Puedo saber tu nombre?

Michiru ¿y el tuyo?

El destino los había separado en ese instante, ella no logro conocer el nombre de su príncipe, pero si algo deseaba era encontrarlo de nuevo.

******************Diez años después******************

Michiru Kaiou era la chica mas popular del colegio Mugen. Su belleza, talento, personalidad y otras virtudes la hacían destacar del resto de las estudiantes.

Muchos chicos hubieran hecho hasta lo imposible por conquistarla, seria como tener un diamante exageradamente valioso y único. Sin embargo, el honor de poseer tal joya ya lo tenia alguien, su prometido Kaede Hayashi.

Al carecer de amistades por ser objeto de envidias y celos, la señorita pasaba la mayor parte de su tiempo libre con Kaede, tenían bastantes cosas en común de las cuales hablar. Llevaban saliendo formalmente tres años, en los cuales la había colmado de regalos costosos y llevado a cenar a lujosos restaurantes pues era (como la gran mayoría de los estudiantes de Mugen) hijo de alguna familia millonaria de Japón y aunque algunas veces era un tanto machista, en general la trataba bastante bien. Había decidido casarse con ella una vez que terminaran la universidad, la cual apenas iban a comenzar.

— ¿Quieres ir a cenar hoy Michiru?— un apuesto chico, de ojos color miel y cabellos negros medianamente largos hacia la propuesta. Tenía casi una hora en la sala de música escuchando practicar a su amada.

—Hoy el diseñador tendrá listo mi vestido para el baile de graduación— se excuso, guardando su violín en el estuche.

— ¿Puedo acompañarte? Me encantaría ser el primero en vértelo puesto.

—Seguramente preferirías quitármelo.

—Me atrapaste— Kaede abrazó delicadamente la cintura de la joven —Al menos hice el intento, después de la graduación no podre verte en tres largas semanas... Sera una agonía— se lamentó el chico.

—Probablemente te enamores de una norteamericana y me olvides.

—Eso no pasara Mich— Kaede besó el cuello de chica y después su hombro por encima de la tela —Merezco un premio por ser tan leal ¿no crees?

— ¿Así que quieres "ese" premio por serme fiel?

—No lo digas así Mich, solo imagina que tienes el platillo mas suculento frente a ti y no puedes comerlo ¿no crees que es cruel?

—Pero lo puedes probar, eso debería quitarte el antojo— la chica de cabello color mar besó suavemente los labios de su prometido.

—No, solo me deja con ganas de más— intento atrapar nuevamente los labios de la joven que se dio la vuelta para evitarlo.

—Así me extrañaras mas— Michiru dio unos pasos hacia la salida pero su prometido la atrapó entre sus brazos de nuevo.

— ¿Me prometes que no te enamoraras de nadie en mi ausencia Mich?

—Lamentablemente no soy muy popular entre los chicos.

—Que mala broma, seguramente muchos de los chicos de aquí se quedaran en Mugen solo por ti— dijo Kaede —Ahora que incluso quieres vivir en el campus...

—Por cierto, tienes que ayudarme con la mudanza antes de que te vayas de vacaciones al extranjero

—Ojala fueses conmigo— se lamentó.

El baile de graduación, transcurrió sin contratiempos.

Como era de esperarse Michiru fue la más hermosa. Su vestido era seguramente el mas bello y sofisticado de la noche, pero siendo portado por tal joven aumentaba considerablemente su finura.

Kaede y la joven de pelo aguamar pasaron toda la noche juntos.

Al día siguiente él la ayudó a mudarse a un apartamento del campus universitario Mugen, que eran bastante lujosos y mayormente ocupados por algunos de los estudiantes mas especiales de la facultad, ya fuese por sus capacidades o por comodidad.

—Es mejor de lo que pensaba— dijo Kaede echándole una mirada al espacioso departamento, tenia un amplia recamara con baño, cocina, sala, un cuarto vacio para acondicionarlo al gusto y un amplio balcón, especial para los artistas, con vista al mar. —Creo que me das envidia, mira que vivir aquí sola...— abrazó por la espalda a su prometida que veía el mar a la distancia.

—Quisiera vivir junto al mar, en una isla desierta, donde el único sonido que se escuche sea de las olas y el viento

—Comprare una casa de playa para ti y viviremos ahí cuando nos casemos— Kaede beso el cuello de la joven.

Su prometido era tan galante, que cuando lo conoció había pasado por su mente que él era aquel príncipe de su niñez. Pero era un claro error, el niño aquel tenía pelo rubio cenizo, unos hermosos ojos verdes con largas pestañas, suave piel blanca y una sonrisa encantadora. Había intentado buscarlo, con los escasos recursos que una niña de ocho años tenia, pero sin resultados. Y ahora era imposible encontrar a esa persona, diez años después, sin siquiera saber su nombre y solo conociendo los rasgos físicos que tenia en aquel entonces. Era imposible, continúo con su vida guardando ese encuentro fantástico como un tesoro en lo más profundo de su corazón.

La noche llegó y Kaede se despidió de Michiru, llenándola de besos y abrazos. No la vería en tres semanas y por si fuera poco no estudiarían en la misma universidad.

—Por favor, trata de no apagar tu teléfono. Se que no te gusta usarlo, pero hazlo por mi, si no te puedo ver al menos me gustaría escuchar tu voz— le rogó su prometido.

—Lo intentare— la besó por última vez y la dejo sola en aquel edificio, que al ser vacaciones estaba completamente vacio, los estudiantes probablemente llegarían el ultimo fin de semana antes de empezar las clases.

Se relajo una vez sola, le encantaban esos momentos donde solo estaba ella y el silencio. Duró poco, pues había llegado una motocicleta, se recargo en su puerta y puso especial atención a todos los sonidos, pues se le hacia descortés salir a ver quien era. Escuchaba claramente sus pisadas, no pudo diferenciar si era hombre o mujer, se había detenido en el departamento de al lado y había dejado caer varios objetos al suelo, probablemente su equipaje pues oía claramente las llaves en el cerrojo. Abrió la puerta y entro, todo fue silencio otra vez.

Le paso la idea de ir a saludar, pero la desecho de inmediato, no era muy sociable.

Se fue a la cama.

Pasada la media noche, gotas de lluvia golpeando su ventana interrumpieron su frágil sueño, el sonido del viento y el mar agitado era muy fuerte. Amaba las tormentas, se acercó a la ventana para ver el mar iluminado con cada relámpago. Pero otra luz llamo su atención, era la motocicleta de aquella persona ¿había salido tan tarde? La silueta entro corriendo al edificio y poco después se escuchó en el pasillo, maldecía y murmuraba algo que Michiru no alcanzaba a escuchar.

La joven decidió volver a la cama, empezaba a hacer frio. Cerró los ojos, aunque sabia que le era imposible dormir tan rápido. La persona de afuera volvió a maldecir y pateo su puerta.

La lámpara no funciono, al parecer la luz se había ido. Salió al pasillo.

— ¿Te encuentras bien?— al escuchar la voz de la joven, la figura en la oscuridad pareció dar un salto.

— ¡Demonios! Casi me matas— su voz era profunda pero melodiosa —No sabia que había alguien viviendo al lado.

— ¿Y?

— ¿Que? — la figura se acercó a la joven, para al menos verla un poco mejor con cada relámpago

— ¿Te pregunte si estas bien?— podía oler perfectamente su loción, despertó en ella un sentimiento extraño.

—Ah, si... Bueno no, perdí mis llaves y...— un relámpago los iluminó y reinó el silencio por unos segundos —Wow... Me dejaste sin palabras, eres demasiado hermosa.

La luz volvió, iluminando todo el pasillo y el cuarto abierto de la joven. Pudo ver al chico que estaba frente a ella, bastante cerca. Sus ojos verdes veían los suyos intensamente y aunque tuviera la ropa mojada, el cabello despeinado y húmedo, lo pudo reconocer. Era el príncipe.

—Mi princesa— Michiru se sobresaltó, la mano fría de su acompañante le toco la mejilla y le provoco un escalofrío —Perdona, tenia que tocarte para cerciorarme— se agacho un poco para ver su cara y estudiarla perfectamente —Dime algo Michiru.

—Eres una chica— dijo por fin la joven de cabellos color mar, su acompañante rió divertida. La ropa mojada pegada a su cuerpo esbelto, dejaba ver las curvas propias de una mujer.

— ¿Eso importa mucho?

— ¿Quieres pasar?— Michiru tomo la mano que la tocaba. Su calidez le provoco a la otra chica una sensación muy agradable. —Estas helada— la condujo adentro. La rubia se quito la chamarra mojada y observo el cuerpo de la chica que servía café en una taza.

—Soy Haruka Tenou— los ojos azules la miraron.

—Haruka— dijo ofreciéndole la taza —Es un hermoso nombre.

—Gracias— conectaban la mirada de una manera muy especial — ¿Esta bien que yo este aquí Michiru?— dio un sorbo a su bebida.

— ¿Por que no habría de estarlo?

—Soy una persona desconocida y estas sola.

— ¿Desconocida? Eres mi príncipe ¿Me harías daño?— la pregunta sorprendió a la rubia, el tono seductor la había tomado desprevenida.

—Daño no, o tal vez, depende de la situación— la ojiazul rió ante el comentario.

—Estas empapada ¿Por que no te quitas la ropa?

— ¿No crees que vas muy rápido?— empezó a desabotonarse la camisa —A la princesa se la va a comer el lobo si se descuida— Michiru rió de nuevo, se sentía extrañamente relajada y segura en compañía de la rubia, como si llevaran una intima relación de años.

—Vamos a mi habitación, te prestare algo— la rubia siguió a la chica, la camisa entreabierta dejaba ver que no traía sostén. Michiru la vio detenidamente, su cuerpo era atlético y era bastante alta.

—Ahh ¿Michiru?— la ojiverde le hizo señas con la mano.

—Oh disculpa— rió nerviosa —estaba pensando que ropa te vendría bien

— ¿Solo eso?— se acercó a la chica hasta arrinconarla —Pero... Si me miras así no me podré controlar— tomo su rostro y la acerco al suyo.

—Una pijama, eso te quedaría bien— le sonrió y se dirigió al armario, saco una ropa de dormir de franela, que sorprendentemente era de varón —Si, te mantendrá caliente mientras seco tu ropa.

— ¿Es de tu novio?— pregunto Haruka, quitándose la camisa, la desnudez no parecía incomodar a ninguna.

— ¿Eso importa mucho?— respondió la ojiazul con una sonrisa, le coloco la pijama y se la abotonó. Le acomodo el cuello y pasó sus manos por su pecho para alizar la tela —Te queda perfecta— la joven violinista tocó dorado cabello de Haruka, aun estaba húmedo, la rubia terminó de colocarse la pijama —Seca tu cabello— le señalo la secadora que estaba en el tocador —Iré a secar tu ropa.

Sin duda Haruka era una persona intrigante y cautivadora, no podía dejar de ver sus ojos, la atrapaban completamente.

«Un príncipe de cuento» pensaba la artista. La rubia la sorprendió cuando le tocó el hombro. Su cabello seco, emitía unos destellos color oro con la luz y caían delicadamente sobre su frente.

—Así que ¿de verdad tienes novio?

—Prometido— respondió Michiru, sentándose en el sofá, dio un ligero golpe a su lado, invitando a la rubia a sentarse.

—Es una pena, mi corazón esta roto— se sentó muy cerca de la joven.

— ¿Te vas a rendir tan fácil?— Haruka sonrió ante la pregunta.

—Michiru, eres tan cruel ¿tengo oportunidad?

—Es tarde, vamos a dormir— se levantó y le dio la mano a su acompañante.

— ¿Esta bien si me quedo aquí?

—Por supuesto, vamos a la cama.

—Quiero decir, aquí en el sofá.

— ¿No quieres dormir conmigo?— Haruka sonrió de nuevo.

—De verdad eres cruel

— ¿No quieres?— Michiru se sentó en el piso frente a la rubia, poniendo sus manos en las rodillas de la chica —Sabes Haruka, cuando te conocí en ese aeropuerto, causaste una gran impresión en mí. Intente buscarte sin éxito y decidí continuar con mi vida. Pero en todos estos años no logre olvidarte y guardaba la esperanza de que algún día aparecieras frente a mi otra vez... Y lo hiciste— tomó la mano de la ojiverde y la puso sobre sus labios —Estas en lo cierto, soy cruel, no estoy tomando en cuenta tu opinión, es solo que... ahora que estas aquí, no quiero que te vayas, temo que cuando despierte ya no estés y todo haya sido un sueño... así que, te lo pido ¿Te quedarías conmigo?— Haruka estaba totalmente sumergida en sus ojos, con esa mirada podría convencer a cualquier persona —Por favor.

—Lo hare... no podría negarme a lo que sea que pidas.

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