8.- Amor

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Haruka parpadeó varias veces antes de acoplarse a la luz del día. Su boca tenía un extraño sabor y le dolía la cara... Sin mencionar el peculiar malestar de la resaca que la empezaba a invadir.

Se incorporó lentamente apoyándose en los codos y se percató del dolor en los abdominales... Tan semejante a aquel que había sentido al caer de su motocicleta años atrás.

Volteó a ver el reloj... 9:17 am

Suspiró y se recostó nuevamente... Ni siquiera recordaba como había llegado a su cuarto después de la pelea...

La pelea...

Pequeños fragmentos de recuerdos de la noche anterior llegaban a ella armándose como piezas de rompecabezas... Los pechos de Michiru, sus lagrimas, el dolor atroz...

Después de todo, no era de esas personas que dicen olvidarlo todo por las copas de más.

Se llevó la mano a los labios y los palpó suavemente con los dedos, dolía. Y le dolían los nudillos también.

Recorrió con la lengua cada uno de sus dientes para comprobar que estuvieran completos y todo estaba en su lugar.

«Supongo que es hora de arreglar el desastre»

Se levantó de la cama y caminó hasta el tocador. La imagen que le devolvió el espejo la hizo fruncir el ceño... Despeinada, golpeada y con la camisa arrugada.

Su piel estaba algo opaca, cosa que le atribuyó al alcohol. Sus ojos se deslizaron a su boca, el labio inferior solo estaba morado cerca de la comisura, donde tenía una pequeña cortada en vías de cicatrización, era en el interior donde tenía la herida mas grave, el golpe la había hecho clavarse los dientes en la carne, desgarrándola. Era sorprendente que no estuviera hinchado.

Se desabotonó y descubrió su dorso, moratones purpuras en su cuerpo la hicieron sonreír... De verdad parecía que había caído de una motocicleta.

¿Cómo estaría Michiru? ¿Enojada? ¿Decepcionada? ¿O feliz de haberse acostado con aquel hombre? Se preguntaba Haruka.

Incluso ahora, horas después y con el animo habitual, le molestaba pensar en su princesa compartiendo el lecho con un hombre...

Suspiró. No era el momento para estar celosa, la disculpa seria lo mejor... ¿Y quien era ella para reclamarle tal acción?

«Tengo que hablar con ella» se dijo.

Caminó a la cocina. Sacó una bebida energética y la bebió completa... Necesitaba hidratarse y quitarse el extraño sabor a metal de la boca.

Posteriormente se metió a la ducha.

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Michiru había pasado una larga noche.

La pelea había arruinado cualquier intento de romance y el ánimo de su ahora ex prometido. Lo que secretamente la había aliviado.

Kaede no había dejado de insultar y maldecir a Haruka ni aun cuando Michiru trataba sus heridas sangrantes... "no sé como te puede gustar esa perra". Una vez que se tranquilizó, un calmante para el dolor lo había hecho quedarse dormido.

La joven violinista había aprovechado esos minutos de silencio para recoger los destrozos de la sala y ordenar sus ideas...

Era la primera pelea que había visto en su vida...

Se habían pelado por ella... Había leído en alguna ocasión que eso gustaba a las mujeres... Pero no se sentía feliz... Nada en absoluto.

Las palabras de su príncipe aun taladraban su alma tan fuerte que le humedecían los ojos.

"Te gusta regalar tu cuerpo"

"Soy yo quien pide estar con ella"

"Solo ella viene a mi mente"

"Siempre me acepta haga lo que haga"

"¿No quieres que me enamore de ti?"

Era tan extraño... Tan extraño que aquella voz que la hacia estremecer con solo decir su nombre... También le provocara un dolor asfixiante. Le había hecho sentirse rechazada, rogando por un amor que no le pertenecía... ¿Como se atrevía ella a rogar por el amor de alguien? Pero es que en realidad amaba a Haruka, tal vez demasiado.

Aunque había dicho a su príncipe que sus sentimientos hacia la joven Ayame Oka no la lastimaban, lo cierto era que si lo hacían... Claro que dolía.

Se encontró mordiendo su labio herido y temblando de dolor, dolor de alma, de celos...

Las lágrimas tibias resbalaban por sus frías mejillas, frías por que se había perdido en sus pensamientos en medio de la sala, hincada frente a un puñado de cristales rotos... Con el viento frio colándose por la ventana abierta que daba al balcón...

Aquel balcón que la conectaba con Haruka.

«Haruka»

Y la invadió la preocupación por el estado físico de su príncipe... Había visto como las jóvenes del dormitorio la habían ayudado a incorporarse y la habían llevado a su habitación... Es por eso que ella se había quedado con Kaede.

Volteó a ver al joven que dormía profundamente bajo las sabanas.

Terminó de limpiar un poco el piso, había champagne sobre el suelo, el líquido proveniente de una bolsa de papel con una botella quebrada que yacía junto a la puerta. Era lo que Kaede había salido a comprar horas antes y que había dejado caer por la impresión de verla acorralada.

Se recostó en el sillón de la sala. Donde se quedó dormida.

Esa noche un corto sueño la hizo suspirar de tristeza, una despedida.

Al despertar se dio cuenta que estaba sola... Kaede no estaba en la habitación, ni en el departamento...

¿Debía llamarlo? Quizá, tal vez mas tarde.

Caminó al tocador y se observó con tranquilidad frente al espejo, se llevó una mano a los labios... Tenía una pequeña marca provocada por aquel beso feroz... Y otra vez la tristeza mordió su corazón.

El solo pensar en Haruka le provocaba una explosión de sentimientos... Y le cosquillearon los labios.

Respiró profundamente para tratar de llenar el hueco que sentía en el pecho y empezó a buscar algo de ropa en el armario... Algo cómodo, pues no quería salir ni hacer nada ese día.

Entró en la ducha y dejó que el agua tibia acariciara y limpiara su piel.

Miles de pensamientos llegaron a su cabeza mientras enjabonaba su cuerpo.

La soledad que llevaba tiempo acompañándola le pareció incomoda por primera vez, ahora ya no tenía a Kaede, que siempre había estado ahí para ella, aunque nunca le hubiese necesitado de verdad.

Estaba sola... ¿Los que desean demasiado, se quedan solos?

Sonrió al pensar en sus padres... Se enfadarían al enterarse de la ruptura, quizá ya no seria necesario explicarles el porqué de su decisión, no había príncipe. A su abuelo seguro que le alegraría, nunca terminó de aceptar al joven Hayashi, pues decía, no la hacia sonreír.

Seguro que la joven Oka monopolizaría a su príncipe de ahora en adelante y a Haruka no le importaría dejar de verla, pues seguramente haría lo que Aya le pidiera por amor... Claro ¿Por que así era no? Haruka prefería estar con aquella joven de largos cabellos castaños y azules ojos.

"Aun si solo puedo verlo a lo lejos, tal vez tocarlo de vez en cuando" la pelimar se burló de sus propias palabras.

Eran tonterías.

Tonterías porque el amor es un sentimiento egoísta... Un sentimiento complejo y profundo, veía difícil conformarse con algo así... Los amores unilaterales no llevan a ningún lado... O si, al mar de los amores no correspondidos.

«Justo donde estoy ahora»

Cerró la llave del agua, secó su cabello y también su cuerpo. Humectó su piel. Y posteriormente, se enrolló una toalla para salir.

Al abrir la puerta del baño, un aroma hizo que su estómago cayera a sus pies...

—Es peligroso dejar las ventanas abiertas —dijo Haruka sentada en la cama de la pelimar—. Alguien que no esperas podría entrar.

Michiru la observó detenidamente, lucía perfecta, con una playera verde olivo, que combinaba a la perfección con sus ojos y unos jeans grises rasgados. Un atuendo casual, que la hacia parecer un típico chico universitario. Las mariposas se liberaron y volaron en su estómago.

—Fue un descuido... —soltó la pelimar pasando frente a la rubia dirigiéndose al tocador. El aroma de su cuerpo llegó a Haruka.

—Siento lo que paso ayer... Bebí de más... —le dijo la rubia después de un breve silencio.

—Me di cuenta.

—Si, yo... Dije cosas que no debía.

—Lo hiciste...

—Si, bueno, me arrepiento, no quería faltarte al respeto...

— ¿No querías?

—Bueno, estaba molesta en ese momento...

—Es obvio que querías decir todo lo que dijiste anoche.

—Estaba enojada...

— ¿No piensas eso en realidad?

Haruka desvió la mirada de aquellos ojos que la veían a través del espejo. Sabía que no iba a ser sencillo ser perdonada.

— ¿No crees que soy una cualquiera?

—No dije eso —se defendió la rubia y volvió a ver sus ojos azules.

— ¿No prefieres a la Srta. Oka antes que a mi?

—Hay algo de verdad ahí...

Michiru respiró profundamente antes de volver a hablar.

—Esta bien, no tienes que sentirte culpable... Los sentimientos que crecieron en mí, son cosa mía. No tienes que corresponderme, así son las cosas.

—No, no puedo estar en paz si yo soy la causa de la tristeza de tus ojos...

—Es cierto, estoy triste ahora, pero estaré bien...

—¿Me perdonas? —el leve tono de suplica hizo que Michiru volteara, los ojos verdes de Haruka brillaban de una manera peculiar.

—¿Por lo de ayer?

—Por todo.

Michiru suspiró y dio unos pasos hasta sentarse a su lado.

—No podría guardarte rencor... En realidad no he recibido mas que cosas buenas de ti —le toco ligeramente su cabello rubio—. Me has hecho conocerme más y descubrir sentimientos nuevos. Te agradezco eso.

Haruka bajo la mirada a sus labios, tenía la marca de la mordida en ellos.

—Pero te he lastimado... Yo no quería asustarte, ni ofenderte. De verdad lo siento Michiru...

La artista sonrió.

—Eres sincera, acepto tu disculpa.

—Gracias, pero aun me siento mal, es una carga que deberé llevar... —la pelimar se acercó lentamente al rostro de Haruka y le dio un suave y breve beso en los labios.

—Lo olvidaremos... Las personas olvidan y sanan el alma al hacerlo, el tiempo es amigo de la humanidad —le dijo Michiru, la rubia saboreó el beso pasando la lengua por sus labios.

—El tiempo también borra los buenos recuerdos... —le dijo la ojiverde.

—No tanto como los malos, los momentos agradables son atesorados en el alma y no se olvidan ni con la voluntad. Siempre estarán ahí para hacernos sonreír —Haruka le sonrió por primera vez ese día.

—Yo se, que cuando una persona te lastima deseas hacerle lo mismo... ¿Quieres lastimarme? —Michiru negó con la cabeza.

—Me sentía frustrada y quizá herida... Pero yo no...

—Puedes golpearme... —le interrumpió la rubia—. Te sentirás mejor, lo prometo.

Michiru le sonrió ampliamente.

—No podría golpear a mi príncipe.

—Es una atajo a la sanación —la rubia se puso de pie y halo a la pelimar para que hiciera lo mismo—. Anda —dijo poniendo la mano que sostenía sobre su mejilla.

—Haruka...

—Vamos, yo te lastimé, haz lo mismo... Te juro que no me moveré —la rubia sonaba seria.

—Kaede ya lo hizo por mí —le dijo pasando suavemente el pulgar por sus labios.

—Es diferente, aunque también merecía eso... —le sonrió—. Mírame y piensa en las cosas que dije, aunque me hayas perdonado, no van a desaparecer...

Michiru le dio un leve golpecito en la mejilla.

—Eso no me dolió.

La pelimar le dio una bofetada más sonora.

—Vas mejorando...

La fuerza con la que le dio la siguiente, le enrojeció la piel de la mejilla...

Igual que la que le siguió.

Y la siguiente...

«Si tan solo me amaras un poco»

Y la última bofetada, dolió más, pero aceptaba el dolor como un regalo...

Un beso suave le alivió la piel que ardía, los dedos marcados en su mejilla iban desapareciendo poco a poco, dejando solo líneas rojas.

—Tienes razón, me siento mejor... —le dijo la violinista, quitando mechones de aquel cabello rubio de la frente de Haruka, para después darle otro beso en la mejilla y refugiarse en su pecho—. Me gustaría poder olvidarme de ti mágicamente y verte como a cualquier persona, sin sentir que me ahogo... —le dijo después de un breve silencio.

El príncipe suspiró.

—No digas esas cosas, si me olvidas moriré... —dijo abrazando a la pelimar. Quitó el cabello mojado que se adhería a la espalda y dejo caer un beso en la húmeda piel del hombro.

—Que mejor...

—Eso fue cruel

—Nadie en el mundo es más cruel que tú... —le dijo Michiru. Haruka la abrazo con más fuerza—. Destruyendo ilusiones y amores... Nadie es más cruel.

—Michiru... Te quiero decir algo... —dijo Haruka después de una larga pausa.

—Si no vas a decirme que me amas ya no quiero escuchar nada, solo déjame estar un momento así...

—Escúchame entonces...

El corazón de la pelimar dio un vuelco y empujó suavemente el cuerpo de la rubia para tomar distancia y verla a los ojos, solo un instante, pues Haruka la atrajo hacia su pecho nuevamente y colocó una mano sobre su cabeza para que no se apartara.

—Escucha Michiru, solo lo diré una vez...

Michiru colocó las manos sobre la espalda de la rubia y escuchó un como ésta tomaba aire, los latidos de su corazón eran tranquilos comparados con los de la joven violinista...

—Nunca he sido buena para decir lo que siento en cuestiones de amor —le dijo la rubia—, quizá con eso llego a lastimar a las personas que me importan, pero no quiero hacerlo contigo, así que... —suspiró una vez más, la pelimar deslizó las manos hacia su cintura y apretó con fuerza su playera—. Michiru... Yo... —el corazón de la violinista estaba desbocado, sentía sus pulsaciones en el cuello y las muñecas—. Michiru a pesar de todo lo que hecho hasta ahora, de las cosas que dije y las veces que he evadido esta situación, a pesar de todo eso... Michiru, yo juro que eres para mí un tesoro y... te amo —hizo una pausa—. Tú eres la razón de que yo sea lo que soy... Y lo que siento por ti no creo que cambie nunca.

Se abrazaron largo rato en silencio mientras Michiru calmaba sus sentimientos.

—Me amas... ¿Me amas de la misma manera que yo lo hago? —le preguntó suavemente.

—Si...

—¿Qué es lo que pasa con Ayame entonces? —preguntó la violinista un poco indecisa.

—Ah eso ¿No podías esperar?... Me resulta muy complicado de explicar... —la pelimar se apartó y se sentó sobre la cama, tenía las mejillas arreboladas.

—Inténtalo... —le dijo, Haruka paso una mano entre sus cabellos dorados y se agachó, poniendo una rodilla en el suelo a los pies de Michiru. Puso las manos en la cadera de la pelimar.

—Aya para mí es... —hizo un pausa buscando las palabras adecuadas y suspiró—. Alguien importante y me gusta, me atrae de una manera... En fin, eso, me gusta mucho... —la rubia recargó la cabeza en el regazo de la pelimar sintiendo la fresca y tersa piel de sus piernas—. Para serte sincera, ya no sentía nada por ella, ni cuando la vi en aquella cafetería, había pasado tanto tiempo y el amor estaba olvidado, pero no el afecto ¿lo recuerdas? —Michiru asintió y Haruka continuó—. Simplemente, me acerque de nuevo por celos y empezamos a vernos frecuentemente... Creo que fue un error, pero no hay marcha atrás y el afecto se convirtió en algo más fuerte... Sinceramente hoy en día, no me arrepiento de eso. Lo siento.

—No se puede regresar el tiempo... También tengo culpa... —la pelimar trato de apaciguar la ola de sentimientos que surgían en ella al hablar de la joven Oka.

—Es bueno que lo sepas...

—Haruka... Permíteme ser egoísta y pedirte algo...

La rubia suspiró.

—Creo que se lo que quieres...

—No quiero que la veas más... Si te gusta de esa manera es probable que te alejes de mí... Y no es que quiera cortar tus alas y encerrarte en una jaula... Pero no quiero que eso pase.

—Lo que siento por ti no va a cambiar... Eso es seguro.

—¿Quiere decir que deseas seguirla viendo?

Haruka se quedo en silencio y respiró profundo. Después se incorporó.

—Haré lo que tu quieras que haga, pero a decir verdad, no es que este saliendo con ella ¿Quieres que la llame y le diga que no la veré mas? —saco su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón.

—¿Estoy siendo demasiado egoísta al pedírtelo? —preguntó Michiru con preocupación, Haruka alzo una ceja.

—Te lo dije, haré lo que tú quieras.

—¿Tanto te gusta?

Haruka suspiró una vez más, pero asintió lentamente, como si le causara pesar.

—¿Entonces es cierto que la prefieres a ella?

Haruka miro al techo.

—Por eso no me gusta hablar de estos temas...

—Puedes decirme Haruka...

La rubia mordió suavemente su labio inferior antes de contestar.

—A veces la pasión vence al amor, lo cual es un verdadero problema.

—¿La amas?

—¿Amarla? —la ojiverde meditó la respuesta—. Amo varias cosas en ella... Pero Michiru, no hablemos mas de eso.

—Haruka...

—Dime

—Quiero salir contigo... Me dijiste en que en realidad no nos conocíamos bien ¿cierto? Conozcámonos, salgamos —Haruka alzó las cejas ante la propuesta.

—... De acuerdo, pero...

—Sobre ella —interrumpió Michiru—, no te forzaré a que decidas ahora mismo. Pero espero que lo hagas y deseo con todo mi corazón que me elijas a mi, solo a mi.

Haruka respiró profundamente.

—Debo decir que preferiría no verla... Podría ponerse... Feo el asunto, es un poco... Intensa, si, esa es la palabra.

—Pero... ¿Es que no has roto el corazón de nadie y recibido miles de confesiones de amor? —Haruka sonrió.

—No realmente... Solo ella se me ha confesado y tú... —la rubia frunció un poco el ceño—. Aunque nunca me lo hayas dicho directamente.

—Pero ya lo sabes...

—¿No vas a decírmelo claramente?

—¿Quieres?

—Sería bueno escucharlo.

Michiru sonrió.

—Te amo Haruka... Una sola palabra tuya me hace perder el aliento y caer en un abismo de amor infinito —sus ojos se miraron fijamente.

—... Oh hablando de intensidad —se aclaro la garganta, un sorpresivo rubor empezó a aparecer en sus mejillas—. Creo que ya nos quedo claro a ambas entonces.

—Si, es mejor así... Yo te amo y tú me correspondes... Y pensar que ayer me sentía tan desdichada —dijo Michiru, Haruka frunció levente el ceño—. Ahora creo, que soy muy feliz... Parece ser que tú tienes la llave de mis emociones —le sonrió.

—Eh... ¿Podrías dejar de ser tan linda un momento? —la violinista bajo la mirada y sintió un calor en las mejillas.

—¿Te molestan ese tipo de comentarios?

—No en realidad, pero suelo reaccionar a ellos —se acerco a Michiru y tomo varios rizos color mar de su cabello, se los llevo a los labios. Después los acomodó tras la oreja de la artista, resbalando una caricia por su cuello.

—¿Una advertencia? —preguntó Michiru, Haruka le sonrió, deslizó sus dedos hasta su hombro desnudo viendo como la piel se erizaba.

—¿Y Kaede? —preguntó suavemente.

—No lo sé, no estaba aquí cuando desperté... —la pelimar se levantó rompiendo el contacto y caminó de nuevo al tocador—. No creo que regrese, estaba muy molesto... —se quitó la toalla, aunque le estaba dando la espalda a la rubia ésta vio unos instantes su reflejo en el espejo antes de que pudiera desviar la mirada.

La pelimar se puso unas gotas de perfume y rápidamente el aroma llenó la habitación.

Haruka respiró profundamente y volvió a la pelimar. Se perdió unos instantes con el cuerpo desnudo de la violinista, colocándose la prenda de vestir.

—... Debo irme también... —le dijo al fin, Michiru la observó, con un vestido de lino muy sencillo a medio poner.

—¿Me ayudas? —dijo acercándose y mostrándole la espalda desnuda para que abrochara el botón tras la nuca y subiera el cierre. Se sostenía el cabello con una mano y con la otra el vestido sobre sus senos, para que no cayera.

Haruka le dio un delicado beso en la espalda antes de hacerlo. La piel de la pelimar era indescriptiblemente suave.

—Volveré... —Michiru se dio la vuelta y Haruka observo sus ojos azules.

—¿Puedo confiar en que lo harás? —la rubia arqueó las cejas.

—¿Dudas de mi?

—Hace un momento... Te pregunté si querías seguirla viendo, no respondiste...

—Muy observadora —le puso una mano en la cabeza como se acaricia a un niño que ha hecho bien algo—. No te prometo volver hoy Michiru... Quizá no me encuentre de humor y no seré buena compañía para ti... —le dijo bajando la mano hasta su mejilla.

—No digas eso... Tú siempre eres lo que mi corazón necesita.

—No siempre soy un príncipe, ya te abras dado cuenta —le tocó ligeramente el labio lastimado con los dedos.

—Mi corazón siempre te necesitará, es egoísta y amoroso, realmente no le importa como estés mientras estés conmigo...

—Mujer, no pienses así... —Michiru volvió a recargar la cabeza en su pecho y la abrazó.

—No me entiendes...

—Lo hago...

—No lo haces... No entiendes la magnitud de mis sentimientos por ti, no me juzgues —le dijo en voz queda.

—Michiru... Estaré contigo siempre, es algo que puedo saber.

—Se que la vida no es un cuento de hadas... ¿Por que semejante dicha tendría que pasarme a mi? El estar por siempre con la persona que amo.

—¿Y por qué no?

—Sería demasiado bueno para una persona.

—No es un cuento, debe haber personas que han pasado toda su vida al lado del ser amado, incluso dando su ultimo aliento frente a el... Esas cosas pasan... Podría jurarlo.

—Eres un alma llena de romanticismo Haruka...

La rubia sonrió y se balanceó con Michiru en brazos.

—Tal vez lo sea... El destino ya dirá si estaba equivocada —la pelimar alzo el rostro. Los ojos azules se cerraron en señal de invitación y Haruka le dio un beso en los labios antes de marcharse.

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—¿Pero qué te pasó? ¿Te caíste? —cuestionó Ayame revisando los labios de Haruka de cerca y detenidamente, la rubia abrió la boca para responder pero la castaña no había terminado —. ¿Te duele? —preguntó la joven poniendo su dedo índice en la herida del labio.

—¡Au! —gritó Haruka y ojiazul retiró la mano abruptamente—. Bromeo, no duele mucho —le sonrió.

—Tonta, me espantaste —le dijo la castaña dándole un leve empujón—. Es una lastima, ven —la tomo de la mano y la condujo a la cocina—. Había comprado esto para ti. Ahora no podrás tomarlo por que te ardera como si tragaras fuego —le dijo, mostrándole la caja de whisky Johnnie Walker blue label que tenía sobre la mesa.

—Ah ¿Te rendiste con el champagne? —preguntó Haruka.

—Si... El whisky es tu favorito ¿no es así? Aunque tampoco se escoger muy bien, no se mucho de eso —dijo Ayame.

—No importa, es perfecto.

—¿Como voy a besarte ahora? —le dijo la ojiazul acercándose, sus dedos tocaron los labios de la rubia, abriéndolos un poco—. ¿Por aquí? —su tibia lengua se deslizó en la comisura sana de la boca de Haruka y beso con ternura la mitad de sus labios—. Dime ¿qué te pasó?

—Mmm es largo de contar... ¿Me sirves?

—Te dolerá... Esperemos unos días.

—"Lo que no cura el whisky no tiene cura" —le dijo Haruka con una sonrisa. La pelicastaña se encogió de hombros. Abrió la botella y le sirvió un poco en un vaso.

—Solo un poco, aun es temprano.

La rubia dio pequeño sorbo, frunció el ceño con dolor y apretó los dientes.

—Ssss tienes razón, quema como fuego —se rió, pero enseguida vació en vaso, haciendo el mismo gesto y exhalando vigorosamente. La herida interior de sus labios, escocía.

—¿Ahora si me dices que te pasó? —preguntó Ayame quitándole el vaso de las manos y poniéndolo en la mesa. Haruka seguía con mueca de dolor y se acarició la herida con la lengua, aliviando un poco el ardor.

—Me golpeó un tipo, ya sabes, lo normal —Haruka dio una sonrisa que no fue devuelta.

—¿Ayer en la noche? Pero estabas un poco borracha ¿como se atrevieron a golpearte en ese estado? ¿Lo conoces?

—Ah... Me lo merecía, lo reconozco, pero estoy bien, no es nada, solo estoy un poco adolorida. En un par de días segu...

—¿Fue por Kaioh cierto? —interrumpió la ojiazul.

Haruka se quedo en silencio y se mordió ligeramente el labio.

—Ayer estabas distraída y parecías molesta por ella ¿fue su novio quien te golpeó?

—Ah eres buena en esto.

—¿Está ya todo bien entre ustedes? —preguntó Aya

—¿Entre ella y yo, o con él? —preguntó Haruka, recibiendo una fría mirada de los ojos azules—. Creo que estamos bien.

—¿A que viniste exactamente?

Haruka bajo la mirada al piso y volvió a subirla a sus ojos azules.

—Pero cuantas preguntas haces... ¿No puedo venir a verte?

Ayame suspiró y salió de la cocina, dejando a Haruka ahí.

—Has venido a dejarme por ella... No te atrevas a mentirme... —le dijo mientras se alejaba.

—Aya... —la rubia siguió la dirección de su voz.

—Tan solo vete... No era necesario que vinieras.

—Aya, no me voy a ir sin hablar contigo —la rubia llegó a su habitación y la buscó con la mirada.

—Sabía que esto iba a pasarme... —su voz fue muy baja, pero audible, la rubia camino hasta la puerta del baño. Estaba cerrada—. Sabía que esto pasaría.

—Ven.

—Vete... Ya no quiero verte.

Haruka recargó la frente contra la puerta.

—¿De verdad? Sal y dime que quieres que me vaya.

Hubo silencio.

—Solo vete...

—Aya...

—¡Sólo vete Haruka! ¿Es tan difícil de entender?

La rubia suspiró. Y se vio tentada a patear la puerta hasta derribarla.

—No quiero irme, no voy a irme —le dijo.

Los sollozos de Ayame alcanzaron sus oídos y sintió un hueco en el estómago. Siempre había odiado las lágrimas de las mujeres, por que eran como acido para sus huesos.

—Vete —le dijo entre lagrimas—. Por favor, ya no vuelvas.

Siempre se había creído lista para despedirse de Haruka cuando llegara el momento. Sabía que la rubia correría a los brazos de su amada princesa cuando ésta hubiese sido liberada. Siempre se había creído preparada para eso...

Pero la realidad estaba ya ahí, había llegado el día y no podía enfrentarlo. Dolía demasiado.

—Vine a dejarte, es cierto. Pero no quiero hacerlo, de verdad que no quiero...

—Aun si no quieres, lo harás, así que vete de una vez.

Haruka respiró hondo y se paso las manos entre su cabello rubio, era algo que hacia cuando se sentía nerviosa.

—De acuerdo... Me iré. Pero quiero que sepas que cuando me necesites, solo tienes que hablarme.

Los sollozos de la ojiazul que estrujaban el alma de Haruka.

—Yo siempre te necesito

—Abre... —la rubia se mordió el labio y frunció el ceño con preocupación—. O me quedaré aquí hasta que salgas...

No obtuvo respuesta, mas que esos sollozos que no paraban. Se puso de espaldas a la puerta y se dejó caer lentamente hasta sentarse en el suelo.

Y guardó silencio, para torturarse con el llanto de la chica de los ojos azules.

Discretas lágrimas no tardaron en surcar sus mejillas y sintió un gran pesar.

Pero la puerta siguió cerrada.

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Michiru había tomado como costumbre pasar varias horas en el balcón después de ver el atardecer.

Habían pasado varias semanas y no tenía pistas de su príncipe. En ocasiones la antigua tristeza la invadía, pero era olvidada por la promesa del regreso y la confesión de amor.

Y esperaba verlo llegar, todos los días.

Esperaba escucharla tocar su puerta todos los días...

Pero nada pasaba, sabia que cuanto mas deseas el regreso de alguien, mas lento pasa el tiempo, pero no podía evitar pensar en Haruka diariamente.

"Será este día" se decía cada mañana.

Era casi media noche cuando decidió entrar, pues una tormenta se acercaba y el viento le hacia imposible estar afuera.

Cerró las ventanas y las grandes gotas no tardaron en empezar a chocar contra los vidrios.

Se puso la pijama y se recostó...

Casi una hora después, cuando apenas lograba conciliar el sueño, el estruendo de un trueno la hizo dar un salto.

Parpadeó un par de veces, ahora se sentía mas despierta que nunca.

Encendió su lámpara pero esta no funcionó.

¿Se había ido la luz del edificio?

Suspiró y se acomodó bajo las sabanas, no podía hacer más.

—¿Michiru? —le pelimar se sentó abruptamente—. ¿Michiru? —se levantó y corrió hasta la puerta, tirando varias cosas a su paso. Estaba bastante oscuro.

—¿Haruka? —preguntó antes de abrir.

—Si... Creo que perdí mis llaves —la pelimar abrió y aunque no la podía ver claramente, percibió su aroma y se echó a sus brazos. Estaba fría y mojada, la humedad de su cuerpo atravesó su pijama—. Oye te estas mojando princesa —pero Michiru no se aparto, sus brazos la tenían bien sujeta del cuello.

—Te extrañaba...

—Estoy aquí...

—¿Y dónde estabas?

—Tuve unos asuntos que atender, personales...

—¿Esta todo bien?

—Si... —Haruka la separó de su cuerpo y la iluminó con la luz de su teléfono—. Te has puesto aun mas hermosa —Michiru le sonrió y le sostuvo la mano.

—Estas helada, pasa —la condujo dentro y cerró la puerta. Haruka le iluminó el camino a su habitación—. Te daré ropa seca —la rubia tiro el teléfono sobre la cama destendida y se empezó a despojar de la ropa mojada.

Michiru le paso una pijama de franela, totalmente nueva y una toalla. Haruka se puso la prenda superior sin abotonar y empezó a secar su cabello.

La pelimar no perdía detalle.

—¿Terminaste con Ayame? —Haruka detuvo sus movimientos un instante.

—Que directa... Si, hace varias semanas —respondió, volviendo a su cabello.

—¿Te encuentras bien?

—Ahora si, aunque estuve bastante mal.

—Lo siento...

—Esta bien, no podía ser de otra manera.

—¿Te arrepientes?

Haruka suspiro.

—No es que me arrepienta, pero en ocasiones, la extraño mucho. Ya pasara, me ha sucedido antes ¿Y tú? ¿Que pasó con Kaede?

Michiru se volteó a su armario y buscó otra pijama para ella.

—Le hablé por teléfono... Me dijo que se encontraba bien, pero que no quería verme, ni hablarme.

—El orgullo de los hombres...

—Esta bien así...

En silencio ambas terminaron de vestirse iluminadas por la poca luz del celular.

—Así nos encontramos hace unos meses... ¿Recuerdas?

Haruka sonrió.

—Lo recuerdo, aunque tu pijama era diferente y yo termine usando la de tu novio —Michiru se acercó y se sentó a su lado, le acarició el cabello, que todavía estaba mojado.

—Y no puedes secar tu cabello ahora —le sonrió—. ¿Tienes frio? —la rubia negó con la cabeza.

—Ah espera, debí haber dicho que si, así te habrías ofrecido a darme calor.

—¿Lo habría hecho?

—¿No? —Haruka alzó una ceja.

—Si

—Pregunta de nuevo —Michiru no pudo evitar reír.

—¿Tienes frio?

—Si, mucho —ambas se miraron a los ojos.

—Te amo Haruka —la rubia se mordió los labios para ocultar una sonrisa.

—Bueno, no pude prever que dirías eso justo ahora.

—¿Ya seremos solo tú y yo?

Haruka le sonrió y la pelimar se acerco lentamente hasta besar sus labios. Un beso breve.

—Michiru...

—Dime —la pelimar la besó nuevamente, saboreó el interior de su boca y fue correspondida.

—Eres muy exigente —las aun frías manos de Haruka la atrajeron a su cuerpo y cayeron en la cama. Los dedos de la pelimar se perdieron en los rubios cabellos y dejó que la pasión de su amor la guiara...

La fría noche, la hicieron cálida. Pues Michiru durmió arrullada por los latidos del corazón de Haruka. Aferrándose a ella como si fuera a desaparecer.

Mas tarde Michiru aprendería que Haruka era sincera y que no iría a ningún lado, pues su llamado había surtido efecto al fin, atrapando su alma y a veces su cuerpo.

Fin.

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Después de un largo tiempo he logrado concluir… No hubo sorpresas como verán.

Muchas gracias a todos aquellos que leyeron esta pequeña historia, espero hayan pasado un buen momento.

Gracias por los reviews, siempre los leeo ^^ como anteriormente comenté, lamento las faltas de ortografía, escribo mis fics en el teléfono y por lo mismo hay muchas cosas que no puedo hacer (como editar mi perfil jaja).

Gracias.

Fuyu

"Ser mujer, ni estar ausente, no es de amarte impedimento; pues sabes tú que las almas distancia ignoran y sexo"