Hola a todos, perdón por la tardanza, ha pasado mucho, demasiado tiempo; y también me han pasado muchas cosas importantes. Bueno espero que aun recuerden de que va esto.

Feliz cumpleaños, cariño! … (un día después, espero que todavía cuente, si? ) gracias por seguir siendo tan especial.

Y bueno este capitulo lo quería publicar ayer, porque era un día muy importante, fue cumpleaños de Valkyrie y quería felicitarle aquí en el fandom.

Disfruten de la lectura.

(Esta historia es ficticia y cualquier parecido con la realidad es una coincidencia)

Capítulo 6.

Fate estaba convencida que las bendiciones de Dios Creador la habían acompañado durante ese día. Desde que despertó, todavía de madrugada, sintió que debía perseverar un poco más, que estaba cerca alcanzar su objetivo. Cuando emprendió la marcha, lo hizo con la convicción de no cesar en su búsqueda hasta encontrar a Scrya, o al menos una pista segura de su paradero. Llevaba meses buscándolos, y hubo ocasiones en las que no sabía hacia donde continuar; fueron tan pocas las pistas con que contaba para iniciar su búsqueda, que en momentos se sintió andar a ciegas, persiguiendo aquí y allá, sin importar lo dudosas que fueran, para seguir adelante. Si lo pensaba, aun ahora sintiéndose tan cerca de encontrarlos, era poco lo que seguía sabiendo de ellos, casi nada. "Las obras de Dios no son fáciles, no deben serlo —le había dicho Precia—, así nos inspiran mayor devoción; y solo los más devotos son capaces de realizarlas". Cuando Fate aún era niña, cuestionó a Precia por la historia que contaba que el Santo Rey había iniciado la construcción de su templo usando únicamente sus brazos. "¿Por qué había renunciado a usar su riqueza para contratar constructores?, ¿por qué incluso renunció a usar herramientas?", fue su cuestionamiento. Precia le brindó una sonrisa —su madre era aun más hermosa cuando sonreía—, la sentó en su regazo y le respondió: "Fate, el santo rey tenía todo cuanto era necesario para realizar la tarea, tenía su fe en Dios Creador."

Ese día fue diferente a los anteriores, mejor en varios aspectos, incluso el clima fue benéfico y les permitió avanzar sin contratiempos. Fate se sentía extrañamente confiada, tenía el presentimiento, más que presentimiento casi la certeza, de haberlos encontrado. Tenía esa sensación de haberlo conseguido, incluso sin comprobarlo, sabía que Scrya y la niña estaban en ese grupo frente a ella.

—Descúbranse —ordenó Fate.

La mayoría comenzó a descubrirse invadidos por algo de confusión. Fate les observaba atenta. Finalmente fijó su mirada en la pequeña que se quedó paralizada aferrándose a un adulto a su lado que no hizo intento por descubrirse, la luz de la tarde le permitió observar algunos de sus rasgos: la niña tenía cubierto el ojo izquierdo con un parche; el adulto era de la talla mediana de un hombre, pudo distinguir los ojos verdes en su mirada fija. Fate desmontó, miró alrededor inspeccionando, dirigió una mirada a sus acompañantes advirtiéndoles que estuvieran atentos. Luego anduvo a pasos lentos la poca distancia que los separaba.

—Descúbrete —esta vez ordenó directamente al hombre frente a ella.

El hombre removió la capucha dejando al descubierto su rubio cabello peinado en una coleta, respiraba pesadamente y su frente perlaba de sudor. Correspondía a la descripción que le fue dada. No había duda, era quien buscaba.

—Yuuno Scrya, te llevaremos en custodia ante el tribunal de la Iglesia del Santo Rey por desertor.

Él se pasó la mano por la frente secando el sudor, su rostro preocupado mostraba el estado de angustia en que debía encontrarse.

—Eminencia —se atrevió a rogar el hombre—, soy ignorante de lo que se me culpa.

—No somos nosotros quienes para decirte las razones por las que eres requerido.

Fate dirigió su mirada a la niña que seguía inmóvil, se acercó con cautela, sin descuidar los movimientos de Scrya, le descubrió la cabeza, vio el temor que embargaba a la pequeña reflejado en el único ojo verde que mostraba. Para Fate era un síntoma de la confusión en la que debía estar la niña, confiaba en que pronto descubriera que la iglesia la estaba rescatando, que todo era por su bien.

—Eminencia —volvió a llamarla Scrya—, esa niña… su madre murió y le hice una promesa…

—Su custodia pertenece a la Iglesia —aclaró Fate, impidiendo que continuara, esperaba comprendiera que sus intentos resultarían inútiles.

—¿Es que no vas a escuchar lo que tiene que decirte? —le espetó una mujer en la que no había puesto atención, continuaba con la capucha puesta y se encontraba al lado derecho de la niña. A Fate le pareció reconocer algo familiar en ella… no sabía realmente qué, tal vez la postura o el tono de voz.

—Es un desertor de la Igesia del Santo Rey, y será el tribunal quien escuche lo que tenga que decir. —Intentó explicar sin saber porque lo hacía, no estaba obligada a rendir cuenta de sus actos a unos comerciantes, pero nada le quitaba hacerlo.

—¿Por qué no lo escuchas y después tomas una decisión?… solo tienes que escucharlo —volvió a insistir la mujer, está vez su petición parecía más un ruego.

—Ya lo dije: será el tribunal quien lo escuche. Y no vuelvas a intervenir, es un asunto de la iglesia.

—Eminencia, concédame un plazo para llevar a la niña con su familia. Lo prometí a la madre —explicó apresuradamente Scrya—. Después de eso yo mismo me presentaré ante el…

—Será el tribunal quien te permitirá o no cumplir tus promesas. Después de todo las promesas de un desertor no tienen valor. —Fate lo miró con desprecio. Scrya, era un desertor, con que descaro pretendía prometer cualquier cosa cuando había roto su juramento de servir a la Iglesia del Santo Rey. Fate se giró levemente para que los comerciantes pudieran escucharla y prosiguió—. El Santo Rey bendiga su marcha y les conceda llegar a con bienestar a su destino. Les agradecemos la ayuda que nos brindaron. Nosotros custodiaremos a este proscrito hasta el tribunal de la Iglesia. Sigan con su trayecto.

Los comerciantes, algo confundidos aún y en un incomodo silencio, se dispusieron a reiniciar la marcha, algunos volvieron a acomodarse las capas, y otros solo optaron por recoger cualquier cosa que llevaran cargando para comenzar a caminar.

Fate hizo una seña a uno de sus hombres que, comprendiendo enseguida, desmontó y buscó algo en sus alforjas, el otro se mantenía sobre su montura, vigilante y con la mano sobre el pomo de su espada.

—Eminencia —susurró Scrya, alarmado, en un intento desesperado—, la niña está en peligro…

—Está bajo custodia de la Iglesia, nada la dañará mientras así sea —lo cortó Fate, se estaba cansando de las cantaletas de Scrya, pensó que sería mejor si le ponían una mordaza en la boca para no seguirlo escuchando. Si continuaba iba a asustar a la niña.

—¿Por qué no quieres considerar que la niña estaría mejor con su familia que con la iglesia? —cuestionó la misma mujer, Fate casi la había olvidado—. No es posible, la iglesia no puede tener más derecho a cuidarla que su familia.

La mujer estaba a escasos tres pasos frente a Fate, al costado de la niña, un poco atrás. Ya no la cubría la capucha de la capa. Fate la reconoció, era la mujer de la caravana, la misma que le dijera que Scrya había partido justo en la dirección contraria en la que ahora estaban. Fate la miró acusadoramente.

—¿Tú?

—Nanoha, mi nombre es Takamachi Nanoha —se presentó, la miraba directamente, con gesto firme en su rostro; al parecer no le bastaba con haberle mentido, sentía orgullo en haberlo hecho.

—Qué más da quien seas. Nos mentiste antes, ¿por qué habríamos de escucharte?... guárdatelo. Lo que sea que quieras decir no nos interesa. —Fate valoró la posibilidad de acusarla ante la justicia del poblado más cercano. Pertenecía a las caravanas, era una infiel y había ayudado a un proscrito perseguido por la iglesia con plena conciencia de lo que estaba haciendo. Se merecía un castigo, sin embargo, no tenía tiempo que perder. Cuando lo pensó más seriamente concluyó que no valía la pena—. Deja de intervenir e ignoraré que ayudaste a un desertor de la iglesia.

Los comerciantes iniciaron su marcha lentamente, movían sus carromatos con torpeza, pues unos pocos se detenían de más para enterarse mejor de lo que estaba pasando, y esos detenían a los otros; aunque la mayoría evitaba mirar, no querían resultar involucrados. Los más atrasados tenían que abrir su marcha y pasar a los lados de Fate y los demás para continuar adelante. Ivar, el hombre que había desmontado, se había movido con dificultad para alcanzar a Scrya. Una vez a su lado, lo jaló de la capa para darle vuelta y atarle las manos a la espalda. Fate, dio por zanjada la discusión, se acercó a la niña, con cuidado retiró el parche que le cubría el ojo izquierdo. Después todo fue rápido y confuso. Scrya dio con su frente en la cabeza de Ivar derribándolo, de inmediato echó a correr, Fate trato de tomar por el brazo a la niña anticipándose a Scrya, cuando fue jalada por la muñeca con tanta fuerza que se fue de bruces contra el suelo. Esa mujer, Nanoha, después de dejarla en el suelo corrió tras Scrya que ya había tomado a Vivio. Osferth, que aún permanecía sobre su montura emprendió la persecución, no sin antes tener que sortear dos carromatos tirados por bueyes y a algunos alarmados comerciantes.

Nanoha corría tan rápido como le era posible. Alcanzaba a ver la espalda de Yuuno tirando de Vivio. En su carrera la pobre niña ni siquiera lograba a apoyar los pies. Habían corrido fuera del camino, entre maleza y matorrales, pronto la maleza tenía el alto más allá de sus rodillas, y cubría por completo hasta la cintura a Vivio, que solo se dejaba arrastrar. No habían avanzado gran distancia, cuando escuchó los cascos de un caballo detrás de ellos, era imposible apresurar más el paso, su única salida era ocultarse, pero el jinete ya debía tenerlos a la vista, si se ocultaban entre la maleza, con seguridad sabría donde buscarlos. De pronto en su horizonte ya no estaba Yuuno, ¿cómo?...¿dónde había desaparecido?...delante de ella solo estaba vivio, que continuaba corriendo y tropezando con la maleza a cada paso, Nanoha la alcanzó y la tomo firmemente de la mano para seguir corriendo. En su confusión escuchó un golpe seco detrás de ella. Giró y vio al jinete que los perseguía caer, y al caballo continuar galopando sin rumbo y desbocado. Yuuno se había ocultado tras un árbol y armado con una rama, a modo de garrote, esperó a que Nanoha y Vivio pasaran, luego, golpeó con fuerza a su perseguidor haciendo que cayera inconsciente y perdiera la montura. Yuuno se movió con presteza para despojarle de la espada y la daga que llevaba en el cinto.

—¡Nanoha¡ —la llamó al tiempo que la alcanzaba—. Toma. —Le ofreció la daga, y la animó a seguir avanzando.

Nanoha no hizo por examinar la daga, solo la aferró en su mano derecha, con la izquierda aferraba el brazo de Vivio.

—¿Será posible que desistan de perseguir a Vivio? —preguntó Nanoha, ella misma no confiaba en que eso sucediera.

—Si me atrapan puede que desistan—respondió Yuuno—. Nanoha, no sé por qué me persigue la iglesia. No persiguen a todos los que desertan, tampoco reclaman a todos los huérfanos… —explicó, al tiempo que le indicaba que se dirigieran a un terreno donde había más árboles—. Cuando nos alcancen… trataré de detenerlos. Huye con Vivio. Llévala a Puesta Oeste. Busca a la familia Sägebrecht, es todo lo que me dijo la madre sobre su familia. Esperemos que cuando me detengan no las persigan.

Nuevamente escucharon el sonido de cascos de caballos, en realidad habían transcurrido unos pocos minutos desde que iniciaran su huida, aunque a ellos les pareció más tiempo. Jadeaban, el cansancio se hizo presente; habían caminado buena parte del día y ahora sus cuerpos se los hacían saber. El estrepito era cada vez más fuerte, sabían que estaban cerca, no se atrevían a girarse y mirar. Yuuno dio una palmada ligera en el hombro de Nanoha y se fue quedando atrás.

Que descuidados habían sido, pensaba Fate. No había tomado en cuenta a la mujer, la infiel. Los tomaron por sorpresa. Fate no esperaba que intentaran escapar; pero lo hicieron. Había elegido un mal momento para ser confiada. Apenas se incorporó buscó su caballo, los animales que tiraban los carromatos se habían asustado y también la gente, se movían descontrolados bloqueándole el paso, cuando al fin los sorteó emprendió la persecución. Pronto escucho que Ivar se le unía. A corta distancia encontró postrado en la hierba a Osferth, mas siguieron de largo. Y no tardó mucho en verlos correr frente a ella.

Centró su atención en Scrya que corría entre los arboles tratando de demorarla, Fate se aferró al cuello de su caballo para evitar golpearse con alguna rama baja y lo guío a virar ágilmente entre los árboles. Cuando estuvo lo suficientemente cerca saltó sobre él derribándolo, ella rodo sobre su espalda y se incorporó con rapidez; Yuuno se levantó, aunque confundido, casi tan rápido como ella. Fate lo miró levantar la espada, era una de sus espadas, la reconoció por el color más oscuro del acero. Desenvainó la propia, y lo miró directamente, quería adivinar su siguiente movimiento, y se acercó un poco. Scrya tomaba la espada como se debía, al parecer no ignoraba su manejo; eso no la sorprendió, solo le costaría más esfuerzo. Hizo una finta de lanzar un tajo a la izquierda, Yuuno hizo por detenerlo levantando la espada, cuando se percató que era un engaño volvió a tomar su postura defensiva tan rápido como pudo. Fate volvió a fintar que lanzaba un tajo, pero está vez, luego que Yuuno iniciara el movimiento para pararlo, le lanzó una estocada abajo, el rubio apenas alcanzó a cubrirse, pero había quedado en mala posición, Fate aprovechó para empujarlo y luego golpearlo con el pomo de la de la espada en el rostro, escucho un crujido justo antes de que cayera noqueado. Fate se acercó, sacó un trozo se soga de su manga, giró a Yuuno empujándolo con el pie hasta que quedó boca abajo, y le ató las manos, luego con la misma cuerda también ató los pies. Después de todo no fue tan complicado como pensó.

Fate se incorporó para buscar a la niña. Cuando ella cayó sobre Scrya, Ivar había pasado de largo siguiendo a la infiel.

Yuuno se había quedado atrás, Nanoha estaba segura que ya le habían dado alcance; pero siguieron persiguiéndolas, casi sentía un caballo resoplar en su nuca. Corría tan rápido como podía serpenteando entre los árboles. Soltó a Vivio empujándola para que corriera frente a ella, si tenía que pelear era mejor tener ambas manos libres, y justo cuando estaba tratando de mirar atrás su perseguidor se abalanzó sobre ella. Ambos cayeron, él un poco más allá y con mayor presteza a incorporarse.

—¡Vivio, corre! —advirtió Nanoha cuando, luego de caer, encontró a la pequeña de pie a su lado.

Vivio obedeció. Su perseguidor, que ya estaba incorporándose, hizo por ir tras ella; en ese momento; Nanoha lo tomó fuertemente del tobillo tirando para hacerlo caer nuevamente, luego se incorporó al tiempo que fue por su daga; aunque lo hizo tan rápido como le fue posible, el hombre ya también estaba de pie, con la espada desenvainada. Nanoha solo atinó a ponerse frente a él y bloquearle el paso en dirección a donde corrió Vivio.

—Apártate, mujer —ordenó el sujeto.

Nanoha no respondió, lo miró directamente dispuesta a pelear. No iba a esperar mucho, sabía que el hombre se decidiría a atacar rápido, le urgía ir tras Vivio, e intentaría acabar con ella con un solo golpe de ser preciso.

Y así fue, el sujeto se lanzó sobre ella con una estocada al pecho, Nanoha la esquivó apenas, inclinándose y moviéndose a la derecha, logró interponer su daga, y al tiempo que él se lanzaba con todo al frente ella lo tomo del antebrazo, giró a su izquierda y lo proyecto sobre su hombro derecho contra el suelo. Lo tomo por sorpresa; pero la victoria de Nanoha no duró mucho, su contrincante había rodado sobre su espalda incorporándose enseguida. Él era más alto, más fuerte, con certeza tenía mucha más experiencia en peleas, y además tenía una espada, ella solo contaba con una daga. No iba a vencerlo con una maniobra tan básica, pensó.

Apenas alcanzó a ponerse en guardia cuando él se lanzó de nuevo sobre ella, esta vez le lanzó un tajo desde arriba, ella lo detuvo con la daga, y moviéndose con rapidez aparto la amenazante espada de su cuerpo, y con su mano libre conectó un puñetazo justo en la mandíbula, puso en ese golpe toda su fuerza. No supo si lo que crujió fueron sus nudillos o la mandíbula del hombre. Él cayó inconsciente. Nanoha abrió y cerró su mano izquierda para aliviar algo el dolor y se apresuró a tomar la espada que había caído cerca de él.

Se disponía a ir en busca a Vivio cuando una voz la detuvo:

—Detente —le ordenó la monja rubia. Reconoció su voz enseguida y dio vuelta para encararla.

—Llevaré a Vivio con su familia —anunció Nanoha—. Es donde debe estar… por favor… permíteme hacerlo, es por el bien de la niña. —Sus ojos azules miraban fijamente los rojizos de la rubia que sostuvo la mirada sin un ápice de incomodidad.

Nanoha se detuvo mirándola, al tiempo que reconocía la empuñadura de la espada con su mano, el peso… era más ligera de lo que esperaba, era corta y podría maniobrarla rápido pero el alcance… Ya había tenido espadas reales en sus manos, pero no había tenido un combate real con ellas, y ahora parecía inevitable. Respiró profundo. No quitó la vista de la mujer frente a ella, era hermosa, en cada aspecto de su rostro no podía encontrarse defecto; sin embargo, aun con esa belleza… era implacable, incapaz de conmoverse. "Si no fuera tan testaruda", se dijo a sí misma. La miró, hasta ahora se percataba que no vestía el hábito, bajo la larga capa negra llevaba un jubón acolchado también en color negro, lucía casi como un guerrero.

—Le corresponde a la Iglesia la custodia de la niña —declaró Fate—. Eres tú quien interfiere. No deberías arriesgarte a salir lastimada… eso en el mejor de los casos, si cuentas con algo de fortuna. —Fate, balanceo la espada de izquierda a derecha, confiaba en convencerla de desistir en lo que fuere que pretendiera—. ¿No has considerado que puedes morir?... Y no existe una razón real para que merezca la pena, la niña estará segura con nosotros.

Para Fate era incomprensible que esa mujer, una infiel de las caravanas, osara interferir en un mandato de la Iglesia. Sin embargo, había algo más que le molestaba… ¿por qué esa mujer la enfrentaba?... pudiera ser el deseo por proteger a la niña lo que inspiraba ese proceder; pero esa niña nada tenía que ver con ella. La confundía que no hiciera como los demás y se apartara aceptando la voluntad de la Iglesia. Se sentía abrumada por el comportamiento de esa infiel.

Era verdad que Nonoha, hasta ese momento, no pensó que ayudar a Vivio podía costarle la vida. Recordó su reciente pelea, estuvo cerca de ser herida. Había procedido de la misma forma que hizo cuando fue a Ciudad Origen, y estuvo en peligro cuando fue descubierta. Ahora que lo pensaba, su fortuna fue grande cuando Hayate la salvó. En ese entonces sus opciones eran perder los pies o casarse, eligió perder los pies —era absurdo, pero así lo hizo—, y al final acabó aceptando casarse… es que, después de volver sana y salva con los suyos, no había nada más para ella. Si ahora renunciaba solo le quedaba lo mismo, pero, si elegía pelear le daría una oportunidad a Vivio, no pudo evitar sentir como si se la diera a sí misma. Pero aun así… nadie tenía que morir.

—¿Por qué insistes en llevarla a un lugar para huérfanos cuando puede estar con la familia de su madre? —cuestionó Nanoha—. Si en verdad buscaras su bien tú misma podrías llevarla con sus familiares… yo… te acompañaría a hacerlo, y comprobaríamos que estará bien —sugirió. No comprendía que esta mujer no viera algo que era tan claro como el agua.

Fate tenía el mandato de encontrar y llevar a ambos, a Scrya y a la niña, en realidad sabía poco, casi nada, de los motivos por los que eran requeridos; Scrya era un desertor, pero la niña… Aun así era lo correcto, era lo conveniente, era una orden de la Iglesia, Precia misma lo solicitaba en su carta. En ningún momento apartó la mirada de la mujer que la enfrentaba. Y un nuevo recuerdo invadió su memoria. La primera vez que la vio no fue unos cuatro días atrás con la caravana, la había visto meses atrás.

—Te recuerdo —dijo Fate, frunció el ceño, y su mirada se endureció aun más y dejó entrever una nueva acusación—. ¡Te vi aquella vez en Ciudad Origen!… Tú, una infiel, ignoraste la prohibición… profanaste el suelo donde nuestro profeta fundó la fe verdadera. Y como si no bastara pretendes impedir la labor de la iglesia ¡Si no te apartas yo misma te infringiré el castigo que te corresponde!

Luego de su amenaza, la postura de Fate dejó ver que había decidido enfrentarla.

Nanoha se puso en guardia, antes había logrado sorprender al hombre, esa fue su única ventaja; ahora, la rubia frente a ella no podía ser tan fuerte como él, y si bien la superaba en estatura, no era tan alta como el hombre que acababa de enfrentar. Pensaba que tenía oportunidad, aprovecharía cualquier ventaja que pudiera tomar para escapar y llevarse a Vivio.

Fate no tenía intención de esperar más, daría a esa mujer el castigo que se merecía, no tenía intención de matarla, pero sí le daría una lección, aprendería a respetar las leyes del Santo Rey y los mandatos de su Iglesia. Y con esa convicción se aproximó más. Fate había visto algo de la pelea de Ivar mientras se acercaba. Él se había confiado, no pensó que la mujer tuviera experiencia en peleas; pero de cualquier modo ella no se confiaría.

Nanoha apenas estuvo preparada cuando Fate se abalanzó sobre ella lanzándole tajos rápidos, por muy poco fue capaz de detenerlos cuando ya tenía nuevamente la espada de la rubia cerca de ella, casi rozándole. En el último tajo la rubia había imprimido tanta fuerza que cuando lo detuvo le provocó dolor en la muñeca y el antebrazo, y apenas había logrado sesgar la dirección de una estocada. Después la rubia lanzó un tajo que Nanoja detuvo arriba, sus espadas se enzarzaron y la rubia la empujó con fuerza, y Nanoha casi pierde el equilibrio.

Fate avanzó, casi logró derribar a la cobriza con el empujón, no tenía intención de darle respiro y se abalanzó otra vez sobre ella lanzando tajos rápidos de arriba hacia abajo, la cobriza retrocedía tratando de poner más distancia entre ella y su adversaria, su cansancio comenzó a ser evidente. Fate aprovechó un trastabilleo de la cobriza y lanzó una estocada baja. La infiel no alcanzo a desviarla por completo y la espada de la rubia le corto en la parte externa del muslo.

—¡Ahg! —Nanoha no pudo ahogar el grito producto de dolor punzante en su pierna.

—¿No vas a rendirte? —preguntó Fate, su voz atona no dejaba ver emoción alguna, igual que su rostro. Nanoha pensó que prefería el gesto enojado que le mostró la rubia justo antes de iniciar el combate, justo antes que se lanzara sobre ella.

Nanoha compuso su postura. Fate cambio de perfil… aún esperaba una respuesta, y no tardó en recibirla… La cobriza se abalanzo sobre ella con una serie de tajos, ansiosa por mostrarle que también podía atacarla. Fate los detuvo, no podía decir que había sido fácil, su contrincante poseía destreza con la espada, pero tampoco llegó a sentir una gran amenaza por los ataque de la cobriza. Sus espadas se encontraron cuando Nanoha lanzo un tajo que Fate detuvo arriba, sus espadas se enzarzaron igual que sus miradas, Fate vio una decisión que encontraba incomprensible en los ojos de la infiel; Nanoha encontró la mirada concentrada y fría de la rubia. Fate mantuvo la espada de la cobriza arriba, y volvió a empujarla para de inmediato volver a atacar con una estocada al pecho que Nanoha esquivó. La cobriza respondió con una estocada rápida a las piernas de la rubia que se hizo a un lado con excepcional rapidez y la recibió con la rodilla impactando en las costillas. Nanoha cayó al suelo sin aire en los pulmones. Quiso respirar profundamente pero el acto le produjo un gran dolor en todo el torso, y lentamente su vista se nubló.

Fate se acercó con cautela y retiró la espada de la mano de la cobriza, respiraba con dificultad y no encontró resistencia. Quizá le habría roto algunas costillas y el dolor le había producido un desmayo. Permaneció mirando su rostro, era buena recordando la fisionomía de las personas; su trabajo le exigía ser buena en ello, no entendía porque no la recordó de inmediato. Siguió mirándola, recorrió las facciones de su rostro con una extraña curiosidad; un acto que en ese momento no comprendió.

—¿Se encuentra bien, eminencia? —le preguntó Osferth con preocupación. Fate asintió y miró alrededor, buscando a la niña.

Osferth traía a Scrya atado a su caballo.

—¡Nanoha! —llamó Scrya, alarmado al ver a la cobriza tendida en el suelo. Quiso acercarse pero la cuerda con la que estaba atado era corta y no pudo ni dar tres pasos.

Fate hizo una señal a Osferth para que lo amagara. Ahora necesitaban encontrar a la niña, y si se estaba cerca Scrya podía asustarla con sus gritos.

—¡Vivio! ¡Vivio! —gritó Fate tan fuerte como pudo—. La mujer, Nanoha, está herida, si no apareces pronto sus heridas no serán atendidas a tiempo… Vivio.

Fate esperaba que estuviera cerca, ocultándose, así la escucharía. Sospechaba que la niña sentía simpatía por la infiel, si así era aparecería pronto. Miró en dirección a Nanoha, la mancha de sangre era visible, se debatió: sería necesario hacer algo para detener la hemorragia. Si la niña no aparecía era cierto que perderían tiempo muy valioso para la cobriza. Y entonces, de entre los árboles y la maleza apareció. Vivio dio unos pasos con desconfianza, pero cuando vio a Nanoha tendida corrió a su lado y se dejó caer sobre sus rodillas.

—¡Nanoha! — llamó la niña, alarmada, la sacudió esperando que reaccionase pero no hubo respuesta por parte de Nanoha.

Fate se acercó y se arrodilló al lado de la cobriza, le rompió el vestido, y las calzas que usaba debajo. Examinó la herida, al parecer no había alcanzado el hueso y quizá los tendones tampoco, aunque sí era profunda, necesitaría puntadas, y tal vez tardaría bastante en recuperarse. Estaba segura que hubiera cercenado hasta el hueso si cobriza no hubiera alcanzado a desviar su estocada. Fate limpió la sangre con un trapo limpio, al tiempo que hacía presión para detener el sangrado, se deshizo de su cinturón y lo uso para aprisionar la pierna, justo arriba del corte, cuando la sangre dejó de brotar, lavó con agua como mejor pudo la sangre que comenzaba a coagularse sobre la piel, luego rasgó algunos trapos para hacer un vendaje. Cuando terminó inspeccionó su trabajo. Una leve mancha roja pintaba el improvisado vendaje, pero no amenazaba con hacerse más grande.

—Se recuperará, no es grave —dijo Fate con tono tranquilo. Al ver la preocupación de la pequeña sintió la necesidad de decirle que la mujer estaría mejor, sintió la necesidad de consolarla.

-o-o-o-

—Nanoha...

—Nanoha… —Escuchó la voz de Vivio que la llamaba con preocupación.

Nanoha abrió los ojos, todo alrededor era borroso, escasamente distinguía una silueta frente a ella, la cabeza le dolía, era como si le estuvieran martillando en las sienes.

—¡Vivio! —llamó, alarmada, a la niña. Trató de incorporarse pero se sintió sujetada con firmeza, y devuelta fue recostada en el lecho.

—Nanoha. —Esta vez fue su padre quien la llamó.

Lentamente la silueta tomó forma, con sorpresa reconoció a Shiro que la sujetaba de los brazos tratando de impedir que se moviera. Relajó su cuerpo y recostó su cabeza nuevamente, y su padre la soltó. Poco a poco su vista se aclaró, y tomó conciencia del lugar donde se encontraba. No era mucho lo que había: estaban dentro de un carromato totalmente cubierto con una lona, la poca luz que se filtraba venía del frente que no alcanzaba a ser cubierto; su lecho era cómodo, tal vez un colchón relleno con paja. Y se estaban moviendo a buena velocidad.

—Al fin despertaste —dijo su padre y acomodó la manta para cubrir la parte del torso que había quedado descubierto cuando intentó levantarse—. Estabas delirando.

Entonces recordó la pelea. Fue herida, y curiosamente en cuanto rememoró el momento en que la monja lanzó la estocada hiriéndola, el dolor apareció. Se palpo debajo de la manta la pierna y encontró un vendaje, allí justo donde le punzaba. Luego, cuando recordó el golpe que la dejó sin aliento, llevó la mano al costado derecho, encontró otro vendaje que le cubría todo el torso dificultándole moverse y hasta respirar.

—Es mejor si te mantienes quieta, el descanso hará que te recuperes más rápido.

—¿Y Vivio? —preguntó Nanoha. Su padre la miró confundido.

—Te encontramos en un convento de Garza-blanca. Eso fue antier.

—Se la llevó —dijo Nanoha, derrotada.

—¿Ya despertó? —escuchó preguntar a Kyouya. Su voz venía desde afuera, debía estar guiando el carromato.

—Sí, pero si se sigue moviendo le daremos ese brebaje para dormir que nos recomendaron las mojas.

Nanoha escuchó sorprendida la respuesta de su padre, la sola mención de la palabra "monja" le produjo malestar.

—Descansa, ya después hablaremos.

Shiro se movió al frente del carromato, abrió la lona y la cerró detrás de él. Nanoha se revolvió un poco para acomodarse, no tenía sueño aunque si estaba cansada. Repasó lo sucedido desde que fueron alcanzados por esa monja y sus acompañantes, lo poco que hablaron, la pelea, cada golpe. Había perdido, perdió a Vivio, y ahora estaba de vuelta con su familia. Sus parpados se hicieron pesados y arrullada por el sonido cansino de las ruedas y el trote de los caballos se quedó dormida.

Cuando despertó nuevamente se sentía más lucida, y también más derrotada, tenía presente su infame intento de enfrentar a la rubia. Había fallado. El carromato ya no estaba moviéndose y la oscuridad era casi absoluta. Estiró los brazos con lentitud, el dolor que le provocó ese acto en el costado derecho fue intenso. Trató de respirar profundo, inmediatamente descubrió que le producía dolor en el costado. Se estuvo inmóvil un rato y luego trató de girarse para quedar recostada sobre su costado izquierdo, le llevó algo de tiempo y mucho esfuerzo.

—No deberías moverte.

Kyouya asomaba por la abertura que había en la lona, en la parte trasera del carromato, la abrió más y entró, portaba un candelero con una sola vela y se movía con cuidado para que no se apagara.

—La espalda me mataba —respondió Nanoha, parpadeo un poco y evitó mirar directamente la pequeña llama. Suspiró débilmente, sin tentar al dolor en su costado—. Kyouya, ¿qué paso?

Al principio el gesto de Kyouya fue de confusión, luego rio como si acabara de escuchar un chiste en lugar de una pregunta.

—Eso deberías decírnoslo tú a nosotros… no sabemos gran cosa —respondió cuando se recuperó de la risa. Después volvió a estar tranquilo, casi serio, aguardando.

—¿Cómo me encontraron? —Nanoha no se sentía preparada para dar explicaciones.

Kyouya suspiró, los miembros de su familia eran tercos, pero Nanoha lo era más.

—Nos dimos cuenta que te habías ido, no es que fuera muy difícil de notar. Papá decidió salir a buscarte y yo le pedí me dejara acompañarlo, fue una suerte que aceptara porque a Miyuki se lo negó… Yazu también vino… —Kyouya reflexionó un poco—. Debió pensar en que habría pelea. —La risa le impidió continuar, Nanoha se sintió contagiada del humor de su hermano y sonrió levemente—. Imagina su decepción, apuesto que ahora se hace ilusiones de que nos visiten ladrones… Papá nos guio, como si supiera hacía donde te habías ido. Preguntamos en los poblados por ti. Y Cuando llegamos a Garzablanca tuvimos noticias de que una mujer herida estaba en el convento. —Nanoha no pudo disimular la sorpresa, Kyouya lo notó—. Nosotros nos sorprendimos más. Imagina a papá, no sabía si desear o no que fueras tú. Después de mucho pensarlo, fuimos al convento, y preferimos no decir que somos de las caravanas, después de todo las monjas fueron muy amables. Y allí te encontramos.

—¿Y cómo fue que llegué allí? —Kyouya volvió a reír.

—Las monjas dijeron que alguien que te encontró herida te llevó allá. —El rostro de Kyouya se tornó serio—. ¿Qué fue lo que pasó, Nanoha?... ¿Por qué te fuiste?

Nanoha reflexionó un poco, ¿sería esa monja con quien peleó la misma que la llevo al convento? Evaluó qué respuesta dar, incluso para ella era confuso. De pronto la lona fue abierta otra vez, Shiro ingresó apenas y se sentó cerca de sus pies.

—Responde —le pidió, su voz y el gesto de su rostro eran neutrales.

—Salí en busca de Vivio. La niña que buscaban esas monjas. —De sobra estaba explicar que se trataba de la misma niña que les acompañó durante semanas, Shiro debía haberlo dado por sentado—. Quería cerciorarme que estuviera bien…

—¿Y las heridas? —cuestionó Shiro.

Nanoha permaneció, en silencio, era como si le avergonzará reconocer que la habían herido, que fracasó, no sabía si eso les importaba igual que a ella a su padre y a su hermano.

—¿Fueron esas monjas? —la apremió Shiro, y Nanoha permaneció en silencio.

Shiro la miró, en su rostro mostraba más confusión que disgusto, muy probablemente estuvo preocupado cuando desapareció. Permaneció mirándola sin decir nada, tratando de encontrar respuestas. Nanoha podía adivinar tantas preguntas en esa mirada, pero ninguna fue hecha. La cobriza lo agradeció, no tenía las respuestas que su padre esperaba. No quería disgustarlo más de lo que debía estar y al parecer él también consideraba que no era el momento de espetarle por su comportamiento, a fin de cuentas estaba herida y postrada en el suelo.

—La herida en la pierna no fue profunda, te hicieron puntadas —Explicó Kyouya para terminar con el silencio incomodo en que habían caído—. Tuviste suerte que contaran con un buen curandero en el convento. Dijo que, si te cuidamos, en unos cinco días podrás apoyar… Ah… y te rompieron dos costillas, sanarán pronto, siempre que permanezcas inmóvil y con el vendaje.

—Yo… Lamento haberlos preocupado —se disculpó, miraba fijamente a Shiro—. No quería causarles tantos problemas.

—Nanoha… Tú… —La mirada de Shiro se balanceaba entre la confusión y la ira—. Solo deberías dejar de hacer estas cosas.

-o-o-o-

En los cuatro días que llevaban de viaje, la mirada de reproche que Vivio le dirigía se había convertido en algo verdaderamente incomodo para Fate. La niña permanecía sin hablar. De hecho sabía que podía hablar porque la escuchó llamar a esa mujer. Recordaba a la niña corriendo a su lado, preocupada y llamándola. Desde que iniciaron el viaje, Vivio se portaba obediente, pero no respondía, solo hacía como le decían. La incomodaba tanto el reproche de la niña que opto por no mirarla cuando le hablaba, mas de nada sirvió, seguía viendo la mirada acusadora y triste de la niña hasta cuando dormía. Sabía que tenía que darle tiempo para que comprendiera que lo que hacía era por su bien. "Soy Fate —le había dicho, después que atendió la herida de la mujer—, No debes temer, conmigo estarás a salvo", en ese momento la mirada de la niña fue de pánico. Fate sintió sus entrañas encogerse… Vivio le temía. Después la niña cambió el miedo por el reproche, al principio sintió alivio, lo prefería pues tarde o temprano se daría cuenta que no hizo nada por dañarla, al contrario. Pero al pasar los días se había vuelto cada vez más incomodo.

Fate había dejado a esa mujer en el convento de Garzablanca, con el sanador, para que sus heridas fueran atendidas. En un acto extraño para ella, prefirió no decir que se trataba de una infiel, además opto por ignorar sus faltas. Pensó que las heridas que le propinó le servirían de escarmiento, además no quería que la niña le temiera más. Después no estaba segura de su proceder, simplemente en ese momento le pareció conveniente, y decidió dejar de pensar en esa mujer.

Desde entonces habían viajado casi sin descanso. Cuando llegaron a la abadía de Llanomedio, Fate dejó a Teana instrucciones de seguir adelante. No planeaba esperarlos. Pasaron la noche allí, Fate cuido que Vivio se alimentara y durmiera bien, pues en adelante no volverían a contar con un techo que les cubriera durante la noche. Por la mañana, cuando estaban a punto de partir, Teana Vice y Ben les dieron alcance justo en las puertas de la abadía, tenían aspecto de haber viajado durante buena parte de la noche. Los esperaron a que cambiaran de caballo y se les unieron. Fate sabía de sobra que tenía que obrar con cautela. Tenía presente que otros estaban buscando a Scrya y a la niña. A partir de allí evitaría cualquier poblado, incluso los conventos y abadías.

Apenas oscureció decidieron levantar el campamento, Fate consideró que debía permitir que sus hombres descansaran. Se instalaron bastante alejados del camino, en un pequeño claro, cerca corría un arroyo. La noche era fría pero agradable, la luna apenas asomaba en el oscuro cielo, era apenas cuarto menguante.

Fate se encontraba sentada frente a la fogata, con Vivio a su lado, desde que se hizo con la custodia de la niña prefería que se mantuviera cerca de ella, y había dejado a Scrya al cuidado de Ivar y Osferth, y así seguiría siendo yodo el tiempo que durase el viaje. Además Fate prefería que la niña no tuviera contacto con el desertor, era una suerte que ahora contaran con los demás.

—Hermana Fate. —Teana, se acercó ofreciéndole un trozo de pan y un cuenco que contenía un caldo espeso, al parecer Ben había estado de humor para cocinar. También le ofreció a Vivio que lo recibió sin mayor emoción—. No habla mucho eh?… —En realidad ni siquiera había conocido su. Se sentó al lado de la niña—. Mi nombre es Teana, hermana Teana, por si alguna vez necesitas llamarme… preferiría que usaras mi nombre.

Rara vez Fate permanecía cerca del fuego, en compañía de los demás, no era que los evitara pero, después de cenar y darles instrucciones, Fate acostumbraba retirarse a orar, quizá esta vez sería diferente por causa de la niña.

—Creo que sigue asustada —dijo al fin Fate—, cuando la llevemos al convento, y con el tiempo, se dará cuenta que todo esto es para protegerla.

Por primera vez, más instada por sus palabras, Fate se preguntó de qué había que protegerla.

—A todos no ha pasado —apuntó Teana recordando el trayecto que años antes hiciera, escoltada por Fate, desde la abadía de Tiida, su hermano mayor, hasta Ciudad Origen.

—¡Yuuno y Nanoha, iban a llevarme con mi familia!… ¡iba a estar mejor con ellos! —gritó Vivio con rabia, apretaba los puños. Había dejado caer el cuenco derramando la comida sobre la hierba.

—¿Quién es Nanoha? —preguntó Teana con tranquilidad, el exabrupto de Vivio solo le había provocado curiosidad por ese nombre.

—Una mujer que viajaba con ellos. —Fate respondió escuetamente. No deseaba dar detalles de su enfrentamiento con la infiel. Ya se enterarían luego, cuando Ivar y Osferth contaran lo sucedido.

Teana se encogió de hombros ante la respuesta y comenzó a comer de forma tan silenciosa como lo estaba haciendo Fate.

-o-o-o-

Nanoha apoyó con cuidado su peso sobre la pierna derecha, dolía pero no tanto como al principio. Anduvo unos pasos, cada día cojeaba menos, si se esforzaba ya no era notorio. Volvió a sentarse en el banco, levantó su vestido para observar la cicatriz, hacía tres días que le habían quitado los puntos y había sanado satisfactoriamente. Según Kyouya las monjas les indicaron que cualquiera podía retirar el hilo de tripa, solo era cortar y tirar; sin embargo él no había querido hacerlo. Lo había hecho Momoko. Nanoha agradeció que así fuera porque no tuvo que recurrir a algún curandero de la caravana. El que hubiera abandonado la caravana ya era algo criticable; y su familia prefería no mostrar que había sido herida aunque fuera evidente a su regreso.

Desde que volvió a la caravana, algunas cosas eran diferentes para ella; no es que le importara, las cosas solo estaban un poco peor que antes que anunciara casarse. Sus hermanos y cuñados hacían lo posible por ignorar lo sucedido y la trataban normalmente, con sus padres era diferente, casi no le hablaban. Nanoha sabía que Shiro y Momoko se contenían, su enojo debía ser muy profundo, evitaban hablarle porque tal vez no podrían controlar su furia. Le resultaba extraño, pero no le preocupaba su situación ni su futuro en la caravana. Su padre había ido por ella porque su familia era responsable de ella, de cualquiera de sus actos; después de casarse lo sería su esposo… así sería mientras perteneciera allí… mientras perteneciera a ellos.

Esa noche tenían una cena tranquila, todos sentados sobre pieles alrededor del fuego, Nanoha permanecía sin hablar, igual que en los últimos días. Shiro hablaba de la ruta que seguirían luego de levantar el campamento, repartía tareas; ninguna le fue encomendada a Nanoha. Sería que ya no la consideraban capaz de realizarlas.

Cuando se dio por terminada la cena, los miembros de la familia se retiraron uno a uno, pasado un rato, cuando solo restaban Shiro y Momoko, Nanoha se levantó en silencio y se retiró. Sentía el recelo en la mirada de sus padres, tal vez en poco tiempo Shiro la siguiera para asegurarse que no hacía una locura, que no volviera a intentar irse al menos. Mas desde que volvió, que la vigilaran o no había dejado de tener importancia para ella. Todo lo concerniente a la caravana, incluso a su familia había dejado de ser relevante.

Anduvo por las veredas que se formaban entre las tiendas y las fogatas del campamento. la gente a su alrededor le resultaba tan ajena que se movía como un fantasma; y pensar que había pasado su vida entre ellos, jamás se había sentido tan fuera de lugar, tan extraña, entre los suyos como ahora. Llegó a las afueras del campamento buscando algo de libertad, con un profundo suspiro dirigió la mirada al cielo, buscando aliviar la presión que sentía en el pecho. Se sentó sobre la hierba y se detuvo mirando las estrellas, siempre le había gustado mirarlas, le parecían hermosas. Pronto en el oscuro cielo destacó la estrella del norte, era la más grande, la más brillante. Cercanas a ella estaban las otras más que conformaban la constelación del "fuego de dios". De pequeña su abuelo le contaba historias de esas constelaciones. El fuego les fue entregado por Dios a los hombres cuando los consideró dignos de un bien tan preciado. Y allí estaba brillando en la antorcha sostenida por el brazo de hombre. De pequeña le costaba dibujar todo eso en un grupo de estrellas que le parecían que solo salpicaban el cielo en desorden —sonrió por el recuerdo—. Mirar y conocer las estrellas era importante para su gente, no solo por las historias que se habían contado desde siempre, sino porque desde que eran nómadas les servían de guía para seguir sus rutas, con ellas sabían las estaciones del año y los más avezados hasta podían predecir el clima con bastante anticipación; aunque para eso no solo miraban las estrellas, de eso último ella no entendía mucho aún. Una pequeña estrella llamó su atención, parpadeaba débilmente y entonces se desvaneció, igual que el confort que había sentido en ese breve momento de contemplación. Miró al horizonte, a lo lejos, quizá buscando algo nuevo en que refugiarse, algo que le hiciera sentir un poco de libertad, pero solo había oscuridad.

Se incorporó y comenzó a caminar. Estaba convencida que seguiría sintiéndose igual, sin importar a donde fuera, ya no había refugios posibles para ella. Tenía que hacer algo o resignarse y aceptar su debilidad. Caminó despacio, sin rumbo, entonces divisó entre los arboles las fogatas que circundaban el claro donde por las noches se reunían los guerreros de la caravana. Se dirigió hacia allí. Al principio avanzó con pasos lentos poco convencida, los gritos y el sonido de las espadas chocando unas contra otras se hacían sordos y confusos en sus oídos. Apresuró el paso y contrario a todas las veces anteriores se sintió ansiosa por ver los combates. Casi instantáneamente, como le ocurría desde que despertó en la carreta, tenía presente otra vez su derrota, y el sentimiento de impotencia se hizo más fuerte aun, tanto que sentía que la asfixiaba.

—¡Vaya, vaya! —exclamó Aoi, una joven castaña y menuda. Sin darse cuenta Nanoha había avanzado hasta plantarse frente donde Aoi le mostraba a un niño como tomar un garrote—. Y… ¿A qué debemos el honor? —Una sonrisa afloró al momento de hacer la pregunta.

Nanoha permaneció inmóvil, confusa, preguntándose qué era lo que buscaba allí. Cuando fue consciente otra vez de su entornó, la mayoría de los presentes habían abandonado lo que hicieren y la miraban atentamente, algunos con sorpresa, otros con curiosidad, y otros cuantos sonreían con sorna como lo hacía Aoi. No les culpaba por esas muestras hostiles, siempre se había sido renuente a unirse la práctica. Luego estaba su comportamiento en los últimos días

—Aún no respondes, Nanoha, ¿a qué se debe que nos honres con tu presencia? —Esta vez era Yazu quien la cuestionaba mostrándole una sonrisa burlona, se acercó lentamente a ella. Nanoha lo miró directamente pero siguió sin responder.

—¿Qué problema hay con que mi hermana venga a la práctica? —La pregunta fue lanzada por Miyuki, que alzó la voz lo suficiente para que los más alejados escucharan. Al parecer apenas llegaba acompañada de Kanzou y Kyouya. Se acercaron por la espalda de Nanoha, que sintió a su hermana situarse a su costado izquierdo—. Hasta donde sé nada se lo prohíbe.

—Ya, Miyuki. Como tú dices, nada se lo prohíbe. —La sonrisa de Yazu comenzó a ser molesta para Nanoha—. Es tu hermana la que no tiene por costumbre venir sin compañía de ustedes. Es normal que veamos como un hecho raro su presencia. —Yazu miró a Nanoha y se dirigió a Miyuki nuevamente—. Siendo que han llegado ustedes para cuidarla, pues ahora todo está en orden.

—Mejor ya no la pierdan de vista mientras le encuentran un marido que la cuide —dijo Mako, un hombre moreno y menudo que practicaba con Yazu cuando llegó Nanoha. De niños jugaban juntos algunas veces. Las cosas no eran como antes, y ella había cambiado incluso más que los otros.

Se escucharon algunas risas. Yazu, Mako y los que estaban frente a los Takamachi al menos tuvieron la prudencia de no reír. A Nanoha le dolieron esas palabras, y sus hermanos debían estar más ofendidos que dolidos. Aun si era a ella a quien descalificaban, lastimaban el orgullo de su familia. Y sin embargo, no debía ser de esa manera, era la única responsable de responder y pagar por sus acciones.

—¿Para cuidarme?... para eso no necesito un marido —Nanoha respondió sin pensar. Sintió las miradas de sorpresa de sus hermanos que a poco se transformaron en desaprobación —. Soy capaz de hacer la tarea por mí misma…

—Hasta ahora solo has probado ser capaz de meterte en problemas sola —insistió Mako, algunos rieron.

—Y en eso, no lo discuto… eres mejor que cualquiera de aquí —la retó Aoi, y las carcajadas estallaron al unísono. Kyouya, Miyuki y Kanzou permanecieron serios. Nanoha sintió la mano de su hermana aprisionarle con fuerza el brazo, probablemente pretendía que callara; pero no iba a hacerlo. Nanoha rio con la mayoría.

—Se los concedo —dijo Nanoha con alegría cuando las risas cesaron. Sintió un rudo tirón en el brazo por parte de Miyuki, su hermana pretendía que se contuviera de continuar, mas ignoró la advertencia —. Tuve una pelea, y me vencieron… pero ¿cómo saber que a cualquiera de aquí no lo hubieran vencido igual?… —Nanoha se sacudió el agarre de Miyuki y avanzó un paso encarando a los demás con actitud desafiante.

Las risas y el ambiente divertido cesó por completo. Se hizo silencio. Nanoha sintió las miradas acusadoras de sus compañeros de caravana sobre sí, y también el reclamo silencioso de sus hermanos.

—Kyouya, Miyuki, —al fin Yazu rompió el silencio, avanzo un paso hacia los hermanos Tkamachi—, su hermana… nos está ofendiendo. Somos su gente, su pueblo; y nos insulta. —Nanoha vio el gesto dolido del hombrezote.

—No les ofendí...

—¡Nanoha, basta! —Miyuki la reprendió, la volvió a tomar del brazo con rudeza, se acercó a su oído—. Deja de retarlos, muestra algo de respeto por nuestra gente.

—Yazu —habló Kyouya mientras avanzaba al frente para encarar a todos—. Nuestra hermana cometió un error, tómenlo como eso, un error. Nuestra familia siempre ha sido leal y respetuosa con todos ustedes…

—¡No les ofendí! —insistió Nanoha, se sentía enfadada— ¡No es una ofensa! No lo es si pruebo que lo que digo es cierto!

—Nanoha —la llamó Kyouya esperando que entrara en razón.

—Hermano, dejémosla que sostenga sus palabras —repuso Miyuki en voz alta—, y si no puede, ya tendrá lo que merece. —Miyuki se giró para mirar directamente a Nanoha; estaba seria, pero no había enojo en sus ojos, más bien parecía concentrada, la recorrió de arriba abajo, respiró profundamente y luego soltó un bufido —es hora que pruebes lo que dices, y si no… pues asumiremos las consecuencias de tus actos.

Kyouya quedó pasmado, dudando, quizá Miyuki se había exaltado demasiado por la situación, pero no había vuelta atrás con sus hermanas. Observó a Miyuki examinara a Nanoha, luego le pidió a Kanzou una de las espadas de madera que portaba en los brazos, se la entregó a Nanoha. Todos, aún sorprendidos, no perdían detalle de las acciones de Miyuki, que después se volvió hacia los demás.

—¡¿Y quién probara que mi hermana miente?! —Miyuki lanzo la pregunta más como un reto, y la seguridad con la que habló hizo sentir a todos que pensaba que Nanoha podía derrotar a cualquiera— ¡¿Quién probará que quien venció a mi hermana no puede vencer a cualquiera de nosotros?!

Nanoha no dejo de observar a su hermana; y en un instante se preguntó si todo aquello era necesario; pero sin darse cuenta había llevado las cosas demasiado lejos, y para su bien, o para su mal, iba a seguir adelante.

—¿Qué tal tú, Mako?, dijiste que mi hermana necesita quien la cuide —retó Kyouya, entrando así al juego de Miyuki, Nanoha sabía que Mako era más diestro con un garrote que con la espada, sus hermanos trataban de ayudarle intimidando a alguien a quien pensaban que ella podría derrotar.

—Kyouya, tu hermana no es pieza para mí —respondió Mako, a pesar de lo que decía sus palabras sonaron inseguras.

—Dices eso… y te niegas a probarlo —terció Miyuki con una sonrisa, luego recorrió con la mirada a los demás—. ¿Y tú, Aoi? —La castaña sonrió y negó con la cabeza, parecía que los Takamachi los habían intimidado lo suficiente, y además los habían elegido como los responsables de enfrentar a Nanoha.

—¿Qué tal tú, Yazu? —cuestionó Nanoha sorprendiendo a todos, sus hermanos la observaban pasmados, y el gesto de Yazu se torció—. Eres de los mejores… Si venzo a uno de esos dos… seguiría sin probar nada.

Kyouya y Miyuki miraron acusadoramente a Nanoha, que parecía se empeñaba en hundirse más a cada intento que ellos hacían de salvar la situación. Yazu miró un rato a Nanoha en silencio y ella le sostuvo la mirada.

—Nanoha —al fin respondió Yazu—, deberías disculparte, aceptaremos tu disculpa y que hasta allí quede lo que ha pasado esta noche.

Quizá disculparse era mejor, incluso correcto, pero en esos momentos Nanoha no aceptaría tan fácilmente una derrota más; quería pelear, quería probar que podía hacer algo más aceptar lo que los otros decían o desearan, no iba a hacerse a un lado otra vez sin importar a quién o qué tuviera que enfrentarse. Como respuesta negó con la cabeza.

—Kanzou, dame una de tus espadas —pidió Yazu al tiempo que se situaba al centro del circulo—. Miyuki, Kyouya, no quiero pelear con su hermana, no tengo orgullo en eso, pero cuidaré de ella por respeto a su familia. ¡Cuando estés lista, Nanoha!

—Te juró que si no fueras mi hermana yo misma te daría una paliza ahora mismo —le advirtió Miyuki en voz baja y con urgencia mientras caminaba junto a Nanoha—. ¿Te duele la pierna? —Nanoha asintió—. El dolor tendrá que esperar. Debes moverte rápido, no te enfrasques en detener tajos y estocadas, les imprime tanta fuerza que te agotarás en un santiamén. —Cuando estuvieron frente a Yazu, Miyuki se alejó para ir al lado de kyouya y Kanzou.

Nanoha podía escuchar los latidos de su corazón a pesar de las voces a su alrededor, se sentía ansiosa, sentía una fuerte presión en su cabeza como si se la exprimieran; la ansiedad comenzó a transformarse en enojo cuando en su mente aparecieron una vorágine de pensamientos: Vivio, sus padres, las burlas de sus compañeros, y esa monja… y se repetían sin darle un momento de descanso. Inhalo profundamente, miro al cielo y exhalo lentamente; se esforzó en mantener su atención en Yazu; él caminó lateralmente, con pasos lentos, moviendo la mano de la espada. Nanoha se mantuvo en su lugar, girando para seguirlo. Se escucharon algunas voces impacientes porque iniciara el combate.

Yazu se acercó con una finta y volvió sobre sus pasos, Nanoha no se movió; Yazu bajo su guardia invitándola a iniciar un ataque, luego bufó exasperado al no lograr respuesta de la cobriza.

—¡Nanoha!, ¿hiciste algo más que quedarte parada cuando te apalearon?

Nanoha no supo quien lo dijo; solo sintió crecer dentro de ella la furia y el deseo de pelear, de golpear fuertemente, y las voces de los demás se convirtieron en un ruido confuso; levantó la espada, avanzó un poco al encuentro con el grandulón que la esperaba con una sonrisa. Cuando Yazu bajo la guardia para invitarla a iniciar el combate, ella acudió lanzando una estocada a las piernas, Yazu la desvió con facilidad y haciendo alarde de su agilidad solo esquivo los tajos que Nanoha le lanzó después de eso. Nanoha se detuvo; se sintió frustrada por el resultado de sus intentos, se pasó la mano por la sien para secar el sudor, se movió lateralmente ideando su próximo ataque; tenía que pensar algo más efectivo, algo que preocupara a su contrincante.

Aún no decidía cuando Yazu amagó una estocada a los pies; Nanoha movió su espada para protegerse, tardó apenas un instante en darse cuenta que era un engaño y quedó mal parada, Yazu aprovecho para abalanzarse con una serie de tajos que la cobriza paraba con apuro. Nanoha retrocedió algunos pasos buscando un respiro hasta que pudo sesgar un tajo lo suficiente para salir por el costado de Yazu, y en su ansía de hacer algo más que defenderse se abalanzó sobre él antes que se girara por completo con una estocada arriba; él la desvió y le respondió con un tajo de abajo a arriba al que imprimió tanta fuerza que, cuando ella intentó interponer su espada, tuvo que retroceder trastabillando hasta que perdió el equilibrio y cayó de costado, apenas evito postrarse por completo en el suelo apoyando el brazo que no portaba la espada.

—¡Nanoha! —Escuchó la voz de Miyuki que ya estaba a su lado ayudándole a levantarse—. No eres tan mala como lo estás haciendo… Estas furiosa y distraída… La furia no te servirá de nada, esa solo les sirve a los grandes y fuertes; no vas a lograr nada así; tu única oportunidad es pensar, ser más lista… y no lo conseguirás si tienes la cabeza en otro lado —Nanoha ya estaba incorporada, trató de concentrarse en escuchar a su hermana, primero respiró más profundo, más lento—. Muevete más, no le hagas las cosas sencillas.

Nanoha solo asintió luego avanzo unos pasos le hizo una seña a Yazu para que supiera que el combate podía continuar, él la miró con mostrando en su rostro la confianza que sentía. Nanoha se movió lateralmente, estudió la postura de su contrincante que bajo la guardia esperando que ella tomara; y lo hizo; lo atacó con una estocada a las piernas, sabía que la desviaría sin problema, luego arremetió con una serie de tajos a diestra y siniestra, Yazu los detenía con la facilidad con la que podía estar asustando un mosquito; Nanoha retrocedió un paso y él tomo la iniciativa en el ataque, ella se siguió moviendo lateralmente al tiempo que esquivaba y paraba lo tajos; se movió a la izquierda luego a la derecha, dos pasos, tres pasos. En ese momento no se molestó en tratar de comprender como fue que pasó, estaba solo pensando en cómo salir avante de cada ataque que Yazu le lanzaba; pero de un instante a otro pensó que podía saber cual sería el siguiente ataque de Yazu, que parecía ganar más y más confianza. Cuando él lanzo un tajo de arriba abajo ella estaba lista para recibirlo, se había movido un poco más a la derecha para desviar que al desviar el tajo quedar con acceso al costado de él; su espada lo contacto de forma limpia. Yazu se quedó inmóvil, parecía confuso, seguro se arrepentía de no haberla tomado más en serio; pero eso a ella no le importaba, su espada lo había tocado. Nanoha relajó su cuerpo, sintió de súbito un tremendo agotamiento, pero extrañamente se sentía mejor de ánimo, era como si la furia y frustración de un rato atrás se hubieran desvanecido. Miro a su alrededor; la mayoría parecían confundidos; buscó los rostros de sus hermanos Kyouya sonreía con satisfacción mientras Miyuki, meditabunda, se tomaba la barbilla.

—Nanoha —Yazu la sorprendió llamándola—, la próxima vez que encuentres a quien te hirió, haz que lo pague; o yo mismo lo buscaré y haré que muerda el polvo.

Pensó en la monja rubia y en la posibilidad de encontrarla otra vez, sería agradable. Esbozo una sonrisa amistosa a Yazu que le ofrecía la mano para estrecharla.

—Así será, Yazu, morderá el polvo —prometió.

—Pues ya lo vieron todos, Nanoha no es tan poco capaz como decíamos —dijo Yazu en voz alta—... debemos ser mejores aun para que no nos den una tunda como la que le dieron a Nanoha, ¡a practicar! —Le Hizo un guiño y se alejó.

Era curioso, ella que siempre había encontrado inútil la practica, después de lo ocurrido el enojo se había desvanecido, se sentía más cerca de sus hermanos, de su familia y de sus compañeros; y hasta sintió un orgullo que antes no había tenido por su gente.

Luego de eso sus hermanos la felicitaron sin ser muy efusivos, Miyuki le hizo un montón de recomendaciones ya que no siempre se tenía la suerte de tener un rival tan confiado como Yazu.

A la mañana siguiente todos se levantaron al alba y el ajetreo se apoderó del campamento, era momento de partir, y todos se afanaban en empacar lo que faltaba para ponerse en camino. Los Takamachi tenían todo listo para ponerse en marcha cuando Nanoha, con un gran bolso de lona al hombro, hizo un anuncio que os dejó helados:

—Marcho rumbo al este, iré en busca de Vivio.

Todos permanecieron en silencio, sorprendidos, el gesto de Momoko y Shiro paso de la sorpresa al disgusto en un santiamen, su hija los desafiaba de nuevo, ¿qué era lo que buscaba su hija?

—¿Es que no has aprendido nada de lo que pasó? —advirtió Shiro—. ¿Cuánto tiempo crees que sobrevivirás sola?

—¡Nanoha, aceptaste casarte!—recordó Momoko, exasperada—. Comprende lo que significa para ti, ¿Cómo no puedes darte cuenta del daño que te haces a ti misma?

—Si me caso no sobreviviré —respondió Nanoha, con una seguridad que no le conocían sus progenitores—. Lo tengo por seguro… en cambió si voy en busca de Vivio… no sé si viva o muera pronto; pero voy a pelear, peleare con todo.

Momoko cerró los ojos, Nanoha era testaruda a más no poder, pero sus palabras. Recordó la primera vez que vio a Shiro; era apuesto, listo y un buen guerrero. Lo amó desde el primer momento y podía jurar que fue la mujer más feliz del continente cuando él la cortejó. Amaba a sus hijos y deseaba que ellos conocieran esa felicidad; Miyuki y Kyouya lo habían conseguido, pero Nanoha… quería pensar que luego de casarse llegaría a amar a Kumei, abrió los ojos para buscar respuesta en el rostro de su hija, y solo se convenció de lo que ya sabía: que Nanoha era diferente y eso no iba a ocurrir; ¿a eso se refería Nanoha cuando clamaba que no iba a sobrevivir si se casaba?

—Nanoha, te llevaré por la fuerza si es necesario —amenazó Shiro.

—¡Shiro, déjala!… no podemos detenerla —dijo Momoko sorpresivamente—. Tarde o temprano terminará marchándose. Mejor que la veamos partir a que solo desparezca.

Shiro miro alternativamente a Nanoha y a Momoko y luego su semblante se tornó derrotado.

—Haz lo que tengas que hacer —le dijo a Nanoha, luego se fue. Nanoha lo miró alejarse, le dolió el pecho pero no iba a ceder, las cosas no podían ser de otra manera.

—Nanoha —la llamó Momoko, y cuando vio la mirada de comprensión que le dirigía su madre sintió un gran consuelo—, en verdad deseo que consigas ser feliz; que nos dejes por algo que valga la pena.

—Mamá, no puedo prometerlo; pero no me hace feliz alejarme de ustedes, mas lo debo hacer, necesito hacerlo.

Momoko asintió y se acercó a abrazar a Nanoha, ella soltó el bolso para recibir los brazos de su madre, quería disfrutar la sensación, después de todo podía ser la última vez. Cuando se separaron limpió un par de lágrimas de sus mejillas, luego recogió del suelo su bolso.

—Es mejor que lo lleves contigo —. Escuchó la voz de Shiro, que se acercaba tirando de un caballo y una silla de montar al hombro—, si lo que buscas es alejarte no llegarás muy lejos andando.

Nanoha sonrió, era curioso que el día que se sentía más cerca de sus padres fuera el día que se marchaba.

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El convento del Reposo y Meditación era una fortaleza amurallada que se encontraba a unas cinco leguas de Ciudad origen, menos de medio día de trayecto a buen paso. Estaba asentado en la cima de una colina algo dispareja, en una de sus caras había una ladera con algunos árboles poco frondosos y en las otras caras había peñascos y barrancos poco profundos, esa geografía permitía a los vigías saber cuando alguien se acercaba. Las murallas resguardaban hermosos jardines, los andadores ofrecían un recorrido entre árboles, arbustos, flores y arroyos, el convento era conocido por tener un manantial. Dentro de las murallas, en lo más alto de la colina, había otra construcción amurallada, bordeada por un foso. Una fortaleza de altas murallas de piedra gris dentro de otra fortaleza.

Hayate fue requerida a una reunión con la cúpula de la Iglesia del Santo Rey, El convento del reposo era desde muchos años atrás la morada de descanso de la Suprema Santidad, el lugar más lejano a Ciudad Origen que se permitía viajar. Y no era de extrañar que desde allí se despacharan los asuntos de la Iglesia. Para Hayate era una maniobra para que otros que tuvieran espías en la ciudad no se enteraran de lo que allí se hablaba; era de notarse que no hubiera escribanos, sin embargo lo que allí se acordaba era considerado más que oficial.

—No debiste desaparecer, no cuando la situación con Marca-este está en un estado tan desfavorable —le recomendó Carim. Hayate pensó que la molestia de la rubia debía ser porque se había ido a Vallenorte en lugar de correr a pedirle ayuda.

—De nada servía quedarme.

Y continuaron en un incomodo silencio, caminaban detrás de Precia. La jerarca de la Iglesia había decidido dar un paseo, pensó que todos estarían más inspirados afuera, con los primeros rayos de sol de primavera sobre sus cabezas iluminándoles la razón. Precia encabezaba el cortejo acompañada de Fortis Huckenbein y de Regius Gaiz, el ministro de iglesias, era un hombre de casi cincuenta años, fornido, castaño y con una barba cuidadosamente recortada; su actitud siempre seria y solemne infundía respeto. Atrás seguían los demás ministros, y algunos abades de la misma importancia e influencia de Hayate.

Hayate se preguntó si Carim caminaba a su lado más por una razón personal. La canciller debería estar al frente del cortejo, al lado de Precia, como era apenas normal por el alto rango que ostentaba. En cambio Hayate prefería no darse a notar en esas reuniones, por eso se mantenía al final. Destacar demasiado entre los altos jerarcas de la iglesia podía resultar contraproducente, algunos podrían considerarlo ostentoso, aunque por otro lado se podían conseguir alianzas… y luego las mismas podían significar perder la simpatía de algún otro; era un juego que prefería no jugar. Hayate había aprendido a moverse en ese ambiente con la delicadeza y precaución de un equilibrista, le sirvió estar en ese ámbito desde niña, y más aun le habían servido las enseñanzas de Carim, la mejor.

Precia se detuvo a observar un grupo de pavorreales que paseaba cerca del arroyo. Hayate sonrió le parecía que los pavorreales emulaban el cortejo de la Suprema Santidad … o ellos emulaban a los pavorreales, era difícil asegurar algo.

—Precia no está satisfecha de la forma en que resultaron las cosas —Carim volvió a insistir.

—¿Y cuándo lo está? —respondió Hayate encogiéndose de hombros, sabía que eso exasperaba a Carim, y no podía evitar intentar provocarla. Que se diera cuenta que no era más esa niña obediente de hacía años, la niña inocente y crédula que a los quince años le confesara a la gran canciller que tenía sentimientos de amor por ella.

—Yagami —se escuchó a la Suprema Santidad llamarla, Hayate se acercó seguida de Carim, cuando estuvo frente a Precia hizo una leve reverencia—. Hemos considerado las propuestas de Marca-este. —Precia dirigió una mirada a Regius, Fortis y Carim, eso los incluia en el "hemos" que había mencionado— son ventajosas… pero lo de pagar impuesto sobre los diezmos es inadmisible.

—Podemos dispensar de pagar diezmo a Marca-este y quedarnos con las limosnas —propuso Hayate—. Si nosotros no tenemos nada… ellos menos, y las limosnas serán suficientes hasta que Leti reconsidere su postura. —Hayate vio el rostro impasible Carim, mientras los demás fruncían el seño.

—Dispensar Impuestos —apuntó Regius—. Las demás naciones se negaran a pagar también.

—Un hombre de fe no permite que se ponga en duda su devoción —explicó Hayate con tranquilidad—, y los devotos dan diezmo… Lo dijo nuestro profeta, el Santo Rey: Cercanos a Dios son quienes dan con alegría… Dios ama a quien da con alegría, y más cercano a Dios está quien ama con alegría.

Hayate dirigió una mirada afilada a Carim mientras decía la última frase.

Precia meditó un poco. Hayate sabía que a Precia le gustaban ese tipo de soluciones, las que podían permear en las costumbres de la gente, prefería convencer antes que obligar… "seducir", pensó Hayate.

—Iniciaremos los oficios de primavera con ese salmo —dijo Precia con satisfacción—. Bien pensado, Yagami.

Hayate permaneció atenta a la reacción de Carim, debía reconocer que era buena en no mostrar a los demás su verdadero sentir o pensar.

Un monje ayudante de sotana roja, se acercó a unos seis pasos de precia, haciendo que lo notara, precia le indico que se acercará. Después que el monje diera su mensaje a la jerarca se retiró. Precia se volvió y dio indicaciones de retirarse a todos a excepción de Regius, Fortis, Carim y ella. "Si estaba entre un grupo tan selecto no fue del todo un error su viaje al norte" pensó Hayete. Y para su sorpresa vio aparecer a Fate escoltando a un sujeto con la cabeza cubierta con un saco de lona.

Fate saludó con una reverencia, iba a postrarse a los pies de Precia cuando ésta se lo impidió. Precia le ordenó descubrir al hombre, era rubio, la barba descuidada, no la había pasado bien en algunos días.

—Fate, puedes retirarte —ordenó Precia.

Fate miró confusa, estaba a punto de decir algo, pero se mordió la lengua y guardó silencio… Hayate casi sintió lástima. Entonces Fate la miró, como buscando su ayuda a la rubia le interesaba quedarse a escuchar y Precia la había echado. Y ahora quería su apoyo, Hayate desvió la mirada como encontrando interesante el aspecto de sus uñas, Fate la miró aún buscando algo de complicidad.

—Yagami, hablaremos después, todavía hay asuntos pendientes que debemos tratar.

Hayate hizo un gran esfuerzo por verse impasible, había sido echada por Precia; se dio la vuelta, "estúpida hermana Fate", pensó y luego comenzó a alejarse.

—Yagami —la llamó Fate. Hayate la ignoró y siguió de largo. Fate la siguió hasta la puerta principal, donde Hayate llamó a uno de sus sirvientes para que le dijera a su guardia personal que se iban enseguida. Fate se paró frente a ella—. Yagami, ¿qué sabes del asunto que me confiaste? ¿se ha resuelto?

Hayate rodo los ojos notablemente exasperada.

—Hermana Fate, cualquier cosa que quieras saber, sobre cualquier asunto, pregúntaselo a tu madre. —Era la primera vez que alguien, cualquiera, se refería a Precia frente a ella como "su madre" —. Ya lo dijiste: no somos amigas. No vuelvas a causar que me excluyan de algo importante.

—No tuve que ver con que te excluyeran —se defendió Fate—. Si te vas seguirás excluida, la suprema santidad dijo…

—¿Qué no me vaya? —preguntó Hayate mientras ponía un pie en el estribo para montar un caballo que le había acercado, Signum, su ayudante—. Mírame, hermana Fate... me largo.

-o-o-o-

—¿Encontró a su sobrina? —le pregunto la monja bajita y regordeta que estaba a cargo del orfanato de Llano-medio. Nanoha negó con la cabeza—. Lamento que así sea, siempre tengo esperanza que alguien encuentre a alguno de nuestros niños, necesitan atención y el amor de una familia.

Nanoha se había presentado diciendo que buscaba a su sobrina, que la había extraviado y unos comerciantes le dijeron que la gente de la iglesia la acogió en alguno de sus orfanatos. Pero Vivio no se encontraba allí, observó largamente a los niños. Después de un rato lo decidió, el lugar donde tenía que ir, hacia el norte; debía dejar de perder tiempo y comenzar allí donde seguro encontraría a Vivio, y si no, al menos encontraría esa monja.


Nuevamente gracias por leer y como siempre son bienvenidos los comentarios, dudas o sugerencias (aqui no se discrimina).

Me gustaría hacer un comercial, se trata de invitarlos a "mangateca . es " un foro donde pueden ver gran variedad de temas de interés general, hay un animado chat donde siempre hay alguien dispuesto a decirles "holi" y otras cosas… mmm dije que diría que hay chicas en paños menores, pero no las hay; pero si hay temas de juegos, series, mangas… ah y el tema de "fut femenino" que es mi fuerte.

Scarlet Fate (es un honor), Nara, Mirx (es un honor y ojala actualices pronto –sé que no soy quien para pedirlo-), Misticgwen, MJRL, al lector anónimo gracias por leer, por comentar, es muy agradable leerlos y animan muchísimo.

Hasta pronto!