Masajeó sus sienes.
No podía ser posible…
-Y… eso fue lo que pasó…- terminó Arthur
Tanto Arthur como Feliciano miraban al suelo. No se atrevían a encarar a Ludwig.
-… Es una broma, ¿cierto…?-
-¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Haré algo al respecto! ¡No me odies!- Feliciano volvió a estallar en llanto
-N-no te odio- le dijo tranquilamente Ludwig –Esto solo fue… un error, ¿no? Puede solucionarse, ¿verdad?- miró a Arthur
-Urgh… bueno…- respondió el inglés, nervioso -… Mis poderes no me permiten matar a nadie… y, aunque está en contra de mis principios, conozco a unos doctores que podrían... ¡Por supuesto, yo pagaré todo, ya que fue mi error!-
Feliciano había dejado de llorar. Miraba al suelo, temblando.
-Hmm… Supongo que no queda de otra…- dijo Ludwig. Feliciano lo miró, aterrado.
-En ese caso haré la cita en cuanto llegue a Londres. Les llamaré cuando todo esté listo. Adiós- y salió
-Sí. Gracias, Arthur-
Ludwig cerró la puerta y se quedó parado mirando hacia aquél enorme rectángulo de madera.
Feliciano también estaba paralizado, todo su cuerpo temblaba. Tenía miedo de lo que vendría ahora.
-Entonces… Arthur se encargará del resto. No hay nada de qué preocuparse…- comentó Ludwig, encaminándose a la habitación.
Feliciano lo detuvo.
-…Ludwig, yo…-
-¿Hmm? ¿Qué pasa?-
-… No… no es nada…- lo soltó y continuó mirando al suelo
-¿Te sigues sintiendo mal? Es normal, se te pasará. A decir verdad, me siento más tranquilo ahora que sabemos la causa de tus malestares-
-… sí…-
-… ¿Feliciano? ¿Qué sucede?- lo tomó del rostro con cariño y vio las lágrimas que amenazaban por salir de sus ojos.
En ese momento, aquél hermoso cuadro fue interrumpido por el celular de Ludwig. Éste soltó a Feliciano y tomó su celular.
-¿Ja?- contestó
-¡¿Dónde demonios estás, macho-patatas?!-
-Hola, Lud, ya llegamos- se escuchó a Antonio en el fondo
-¿Eh? ¡¿Eh?!- gritó sorprendido el alemán
-¡Llevamos media hora en el maldito aeropuerto! ¡¿Es así como tratas a tus invitados?! ¡Los alemanes son unos groseros!-
-¡E-esperen, ¿en verdad están aquí?!-
-¡¿Hah?! ¡¿Qué quieres decir?! ¡Te dije hoy en la mañana que vinieras a recogerme al aeropuerto a las 4 de la tarde, imbécil! ¡¿Es que acaso hay patatas en tu cerebro?!-
-Ah, hah, s-sí. Voy para allá-
Ludwig colgó y corrió por su abrigo.
-¿Qué sucede? ¿Quién era?-
-E-era tu hermano-
-¿Eh? ¿Mi hermano? ¿Por qué…?-
-Está en Berlín-
-¡¿Qué?! ¡¿Qué hace aquí?!-
-Llamó en la mañana y le dije que estabas enfermo. Pensé que bromeaba cuando dijo que vendría a verte…-
-… Mi hermano si que tiene tiempo libre…-
-Iré a recogerlo al aeropuerto. Tú quédate aquí y descansa un rato-
-¿Eh? Pero me siento bien-
-No pienso llevarte hasta el aeropuerto si no puedes mantener una comida en tu estómago por más de 10 minutos-
-…- bueno, eso era cierto. Con su mareo, no era buena idea ir en coche aún…
Vio a Ludwig salir y se quedó un rato viendo hacia la puerta. Estaba confundido. No sabía qué hacer… No quería deshacerse del bebé, pero tampoco quería que naciera si éste le causaba problemas a Ludwig.
Acarició su estómago con tristeza.
-… Lo siento…- susurró
Alejó la mano con rapidez al darse cuenta de lo que hacía. No… El bebé desaparecería pronto… No debía de encariñarse con esa criatura…
… No podía…
.
-¡Feliiiii!-
-¡¿Dónde estás, estúpido hermano?!-
Antonio entró gritando a la casa tan pronto como llegó. Lovino había decidido por su propia cuenta manejar todo el camino del aeropuerto hasta la casa de Ludwig, como todo italiano lo haría… costándole una multa por exceso de velocidad al rubio. Ludwig se rascaba la cabeza, tratando de controlarse y no ahorcar a ambos.
Feliciano bajó al primer piso para recibirlos.
-Hermano, Antonio-
El español corrió y abrazó a Feliciano, Lovino se quedó detrás sin siquiera saludar.
-¿Cómo te sientes, Feli? ¿Ya estás mejor?- preguntó Antonio
-S-sí. Me siento mucho mejor… no era necesario venir hasta acá sólo por mí…-
-Ohh, Feli, eso no es verdad, eres como un hermanito para mí- lo abrazó más fuerte –Iba a traerte unos deliciosos tomates, pero me los confiscaron en el avión-
-¡Por supuesto que te los confiscaron, idiota! ¡No puedes llevar esa clase de cosas en un vuelo internacional!- le gritó Lovino
-Ehhh, peor si era para una buena causaaa-
-Sí, sí, como sea- Lovino alejó a Antonio de su hermano –Bueno, si ya te sientes mejor, llévame a algún lugar-
-Ohh, cierto, ya que estoy aquí creo que pasaré a visitar a Gilbert- comentó Antonio
Lovino se llevó a Feliciano y Antonio se despidió de los demás y salió.
Ludwig se quedó solo en casa.
-… ¿Vinieron a ver como estaba Feliciano o vinieron a turistear por Alemania…?-
.
Los hermanos Vargas terminaron en un parque. Compraron un refresco y se sentaron juntos en una banca.
-… Feliciano…- Lovino lo llamó de pronto
-¿Qué pasa, hermano…?-
-… ¿Hasta cuándo estarás aquí? ¿En vedad te gusta tanto Berlín? ¿Qué hay aquí que no encuentres en Italia?- preguntó el mayor de los dos
-…- Feliciano miró hacia el parque. No podía culpar a su hermano por sentirse solo en aquella enorme casa. Era por eso que solía viajar a España cuando Feliciano iba a Alemania.
Mientras miraba hacia el parque, observó a un niño jugando en un columpio. La niña se mecía rápidamente sin pensarlo dos veces. Se cayó de pronto. Feliciano se asustó al ver a la pequeña en el suelo, llorando. En ese momento su mamá llegó corriendo y le examinó la herida, mientras trataba de hacer que la pequeña dejara de llorar. El papá no tardó en llegar con una botella de agua y limpió su rodilla, donde estaba el raspón.
La niña se levantó, y regresó a jugar, como si nada hubiese pasado. La mujer y el hombre se abrazaron, mientras veían a la pequeña alejarse. Fue cuando Feliciano observó la panza de la mujer. Estaba embarazada, su esposo acarició el vientre y la besó con ternura.
Regresó la mirada a la niña, ella había encontrado una flor y corrió hacia una de las bancas y se la dio a dos ancianos que estaban ahí. Eran sus abuelos. Ambos, así de viejos, se tomaban de las manos y veían con amor a su pequeña nieta.
Feliciano no pudo evitar comenzar a llorar.
-… ¿F-Feliciano…?-
-… Ludwig…-
-¿Huh?-
-En Italia… no tengo a Ludwig, hermano…-
-… ¿A-a qué te refieres…? Él es sólo tu amigo… puedes hablar por teléfono con él… o mandarse cartas… es algo normal…-
-… Lo amo-
-… ¿Qué…?-
-Lo amo, hermano. Lamento no habértelo dicho antes…-
-E-espera un segundo… ¿de qué estás hablando? ¡No puedes decir simplemente "lo amo"!- su hermano había entrado en pánico, si algo odiaba, era a ese tipo.
-Lo amo tanto… ya no puedo estar sin él… cada segundo que pasa lo extraño… -
Lovino lo miró con horror
-… No me digas que… ustedes ya… ¿l-lo hicieron?...- preguntó, con vergüenza
-… Sí…- Feliciano se sonrojó. Le daba pena hablarle de su vida sexual a su hermano…
Lovino se levantó de la banca y comenzó a caminar con pasos fuertes de regreso a la casa.
-¡E-espera! ¡¿Fratello?!-
.
Ludwig había preparado algo de Wurst y Kuchen. Después de todo, los demás llegarían con hambre a casa. Preparó un poco más de la cuenta, sabiendo que los italianos comían mucho y que era muy probable que su hermano fuera a visitarlos.
Escuchó como la puerta era azotada.
-¡TÚ!- Lovino entró a la cocina, echando humo
-¡¿Q-q-qué sucede?!- preguntó Ludwig
-¡Fratello! ¡Cálmate, por favor! ¡No lastimes a Ludwig!- Feliciano entró tras su hermano y lo detuvo.
-¡Maldito idiota! ¡¿Cómo te atreves a hacerle eso a mi hermano menor?! ¡Voy a golpearte, tonto macho patatas!-
-Ahh…- dijo Ludwig –Así que Feliciano ya te contó lo del embarazo…-
La cocina quedó en completo silencio.
-… ¿E-embarazo…?- susurró Lovino, confundido.
Miró a Feliciano, quién tenía un rostro indescriptible, lleno de vergüenza y miedo.
-… ¿Qué embarazo…? ¿A qué te refieres…?-
-...- Feliciano se quedó callado y miró a Ludwig -¡No se lo había dicho aún!-
-¡¿Eh?! ¡¿Entonces a qué se refería cuando entró?!-
-¡Se refería al hecho de que somos amantes! ¡Aún no le cuento del bebé!-
-¡¿Haa?!-
Lovino sintió que se le iba el aire
-¿Qué bebé…? ¡¿De qué hablan?!-
Feliciano miró a su hermano, completamente sonrojado
-… Verás… yo… e-estoy esperando un hijo de Ludwig…-
Lovino se desmayó.
-¡¿HERMANO?!- lo sostuvo antes de que se golpeara contra el suelo. Miró a Ludwig -¡¿Porqué tuviste que decirle lo del bebé?!-
-¡¿Cómo iba a saber yo que no se refería a eso?! ¡Por la forma en la que entró supuse que era por eso!-
-¡Si él lo hubiera sabido habría entrado con una ametralladora!- de pronto, estalló en llanto -¡¿Qué vamos a hacer?! ¡Cuando despierte va a matarnos! Ya sé, hay que mudarnos a Francia o a Inglaterra o a Rusia, a algún lugar al que mi hermano no iría nunca-
-¡No digas tonterías! Vamos a dejar que Lovino despierte y lo discutiremos como personas responsables y civilizadas-
-… Ugh… ¿quieres discutir como persona civilizada con mi hermano…?-
En ese momento, Lovino comenzó a parpadear. Abrió los ojos con pesadez y se incorporó.
-¿Q-qué sucedió?- preguntó, confundido. Pero lo recordó enseguida -¡Ah! ¡Cierto! ¡Tú, maldito macho patatero de mierda!- trató de lanzarse encima de él, pero Feliciano lo detuvo -¡Voy a pagarle a toda la maldita mafia para que te desaparezcan, pedazo de…!-
-¡Hermano! ¡Basta! ¡Por favor!-
-¡Olvida el sexo! ¡¿Cómo te atreves a embarazarlo?!-
-Si ese es el problema, entonces no tienes nada de que preocuparte. No va a tenerlo-
Lovino se quedó paralizado y pudo sentir las manos de su hermano temblar.
-¿Vas a abortarlo?- miró a Feliciano, mientras éste, con ojos vidriosos asentía
-… Eso es lo mejor…- susurró el otro
-… Tú…-
-¡FELI! ¡¿YA ESTÁS MEJOR?! ¡ME DIJERON QUE ESTABAS ENFERMO!- Gilbert entró corriendo y abrazó a Feliciano. Antonio se quedó atrás, en la puerta
-S-sí, ya me siento mucho mejor, gracias-
-Maldito, no te le acerques tanto- Lovino lo alejó de las manos del albino -¡Ven conmigo!- le dijo a su hermano y lo jaló de la muñeca, sacándolo de la casa
-H-hey, ¿a dónde van?- preguntó Gilbert
Pero Lovino no contestó, se fue y cerró la puerta tras de sí.
Arrastró a Feliciano de nuevo hasta el parque, ya era un poco tarde, así que casi no había gente ya. Se sentaron en una banca y le tomó las manos.
-¿Porqué temblaste cuando Ludwig dijo lo del aborto?- fue directo al grano
-… ¿Eh…? A-ahh… Bueno… pues… es una operación, ¿no?... Debe ser... dolorosa…-
-Si es eso, entonces también hay pastillas-
Feliciano bajó la cabeza y Lovino sintió sus manos temblar.
-… Tú… ¿quieres tenerlo…?- preguntó de pronto
Feliciano levantó la mirada, como si no supiera de que hablaba Lovino, pero al encontrarse con sus ojos, comenzó a llorar.
-…Es un hijo de Ludwig… no puedo simplemente… deshacerme de él y ya… como si fuera basura…-
-… ¿Ya se lo dijiste?-
-Por supuesto que no. Pero él estuvo de acuerdo cuando propusieron lo del aborto, así que…-
-… No puedo decirte que lo acepte de buena gana… Sabes que ese tipo no me agrada para nada… pero… sigue siendo un bebé…-
-… ¿Y si Ludwig me odia…?-
-Él no va a odiarte. Si en verdad sigue con alguien como tu, entonces en verdad debe de quererte mucho…- dijo lo último con una mueca de asco
El rostro de Feliciano se iluminó de nuevo. De alguna forma, eso sonaba como si su hermano les hubiera dado su consentimiento.
-… E-entonces… ¿estás de acuerdo con que forme una familia con Ludwig…?- preguntó, sólo para asegurarse que no había malinterpretado las palabras de su hermano
-¡Urgh! ¡Deja de decir su nombre! Sabes muy bien que detesto a ese tipo…-
Feliciano se exaltó por el volumen de la voz de su hermano, y después bajó la mirada, dándose cuenta de que, efectivamente, se había equivocado al pensar eso de su hermano.
-… Pero…- susurró Lovino como si no quisiera que nadie lo escuchara, pero aún deseaba decírselo a Feliciano -… Tu… eres feliz con él, ¿no es cierto…?-
Feliciano lo miró con sorpresa y con algo de esperanza, pero Lovino se negaba a mirarlo a los ojos.
-… Si tu eres feliz con él y deseas dar a luz a su hijo… entonces, ¿Qué importa lo que yo diga o piense?-
Las lágrimas volvieron a cumularse en sus ojos dorados…
-¿E-eh? ¡¿P-porqué estás llorando?!-
- L-lo siento… es… es culpa del embarazo… estoy demasiado sentimental…-
-¿Hah? Apenas tienes unos días, ¿no es demasiado pronto?-
-No lo sé… no sé nada sobre esto… estoy realmente asustado… no sé qué es lo que debería sentir o qué es lo que debería hacer…- decía con dificultad, con un nudo en la garganta -…pero… estoy feliz… gracias… gracias, hermano…-
Lovino suspiró y puso su mano en la cabeza del pelirrojo en un torpe intento de consolarlo mientras se sonrojaba, era la primera vez que hacia algo así.
-…Si… si ése idiota no te acepta… siempre puedes venirte a vivir conmigo…- su cuerpo temblaba nerviosamente. Su falta de experiencia en estas cosas era muy notable.
-… ¿Eh?...- volvió a llorar
-¡Maldita sea! ¡Deja de llorar!-
Feliciano abrazó a su hermano con fuerza mientras reía
-Eso es… lo más dulce que me has dicho…- susurró, besando su mejilla y volviéndole a dar las gracias
.
-¿Ehhh? ¡Pero si acabamos de llegar!- se quejó Antonio
-Ya hice lo que tenía que hacer, no hay necesidad de seguir en este horrible país- dijo Lovino, tomando su maleta
Para cuando regresaron a casa, Gilbert ya se había ido.
-Pero Loooviii, hace años que no venía a Alemania… todavía quiero ir a recorrer el lugar-
-Nada ha cambiado. Vámonos-
El italiano lo tomó del brazo y lo jaló hasta la puerta, mientras el español seguía quejándose infantilmente.
-¿Seguro que no quieres que los lleve al aeropuerto?- le preguntó Ludwig, viendo como Lovino obligaba a Antonio a subir al taxi. La actitud poco demandante de Lovino era extraña.
-¡Ugh! ¡Como si quisiera estar contigo unos minutos más! ¡Qué bueno que me voy de aquí!- dijo él mayor de los Vargas.
"Bueno, eso ya sonaba más lógico" pensó Ludwig
Antes de irse, Feliciano fue con su hermano para despedirse.
-Dile lo que sientes- le dijo Lovino
-… sí… lo haré…-
-Y… no importa cuál sea su respuesta… puedes contar conmigo, ¿de acuerdo?-
-… sí… muchas gracias…-
Lovino sonrió
-No le diré nada a nadie, guardaré el secreto hasta que tú te decidas a contárselo a todos… Recuerda que, después de todo, aquél bebé sigue siendo parte de la familia…-
Feliciano le sonrió. Su hermano era realmente cariñoso ése día. Le tomó las manos y besó su mejilla.
-Claro. Arrivederci, fratello-
Y Lovino y Antonio se fueron.
Ludwig y Feliciano se quedaron completamente solos en la casa, en un silencio incómodo.
-… Ludwig…- le susurró el italiano
-¿?-
-… Acerca del bebé…-
-…-
-… Yo… ¡no quiero abortarlo!…- le dijo con seguridad, viéndolo a los ojos.
Ludwig se sorprendió mucho y parpadeó un par de veces.
-¡Quiero tener a este bebé! ¡Criarlo! ¡Consentirlo! ¡Verlo crecer! ¡Lamento si eso pueda causarte problemas! ¡Te amo! ¡Eres la persona a la que más he amado en toda mi vida! ¡P-por eso deseo dar a luz a tu hijo! ¡Si tú… si tú no lo quieres… entonces lo criaré por mi cuenta! ¡Si así lo deseas, nadie jamás sabrá que eres su padre!- habló muy rápidamente debido al nerviosismo que sentía. Estaba arriesgando su vida feliz junto al hombre al que amaba por un ser que aún no nacía, cuyo corazón aún no latía, que ni siquiera conocía ni sabía cómo era… y, por alguna razón, no se arrepentía… No pensaba echarse para atrás.
Ludwig soltó un suspiro.
-¿Estás seguro de eso, Feliciano? No estamos hablando de una mascota, de la que, si te cansas, la regalas o la abandonas. Éste es un bebé. Es una gran responsabilidad… ¿Podrás con ella?-
-… No… no lo sé… en realidad tengo miedo… no sé cómo ser un… una madre… pero deseo intentarlo… jamás estuve tan asustado y al mismo tiempo tan seguro de algo… quiero tenerlo-
Ludwig se inclinó y besó su frente. Tomó sus manos.
-Es una responsabilidad muy grande… pero… si la dividimos entre los dos, podremos hacerlo…- le sonrió
¿Cuántas veces había llorado Feliciano en ése día? ¿Qué importaba? Lo había vuelto a hacer. Y si eran lágrimas de felicidad, entonces lloraría hasta que sus ojos se secaran. Abrazó a Ludwig y se besaron.
-Gracias…- susurró el pelirrojo
-… No… gracias a ti porque vas a darme una familia, Feli…-
Se miraron con amor. Ya no podían esperar. Querían conocer a su hijo lo más rápidamente posible. El embarazo sería algo difícil, pero estaban dispuestos a soportar los cambios de emociones, el hambre y todo lo que conllevara. Y eso solo sería el principio. Luego venía el verdadero desafío.
Pero tenían 9 meses para prepararse.
.
…
Ludwig se quedó sólo en la casa.
-… ¿Vinieron a ver como estaba Feliciano o vinieron a turistear por Alemania…?- comentó para sí mismo.
Suspiró, aburrido. ¿Qué hacía ahora? Tal vez lo mejor era comenzar a hacer la comida…
El teléfono sonó.
-¿Hola?- contestó Ludwig
-Ah, Ludwig, soy Arthur. Acabo de hablar con el doctor. Tiene libre el próximo mes, el día 14. Hay un vuelo que sale de Berlín a Londres el 13, pueden quedarse en mi casa, pero el doctor dijo que Feli no podría viajar hasta dentro de- -
-Arthur- Ludwig lo interrumpió
-¿?-
-Lamento decirte esto, ya que hiciste todos los arreglos… pero, ¿podrías cancelarlo?-
-¿Cance…larlo?-
-Sí… verás… quiero a ese bebé…-
-… Es el cuerpo de Feli…-
-Lo sé, lo sé. Y sé que no tengo el derecho de pedirle algo así… Pero… hablaré con él, lo convenceré. Si él no quiere al bebé, entonces le pediré que lo tenga y yo lo criaré aunque sea por mi cuenta… Ni siquiera ha nacido… y me enteré hace apenas unas horas… pero… siento que, por el simple hecho de estar dentro de Feli… ya lo amo… No puedo simplemente deshacerme de un hijo de él… -
-… De acuerdo… Pero Feli tiene la última palabra-
-… Gracias, Arthur…-
Ambos colgaron.
