Disclaimer/Declaimer: Los personajes y lugares no me pertenecen sino a la grandiosa JKR y quien haya comprado los derechos. La historia y cualquier cosa que no reconozcan, si.


Bien, ahora vengo con la segunda y última parte de éste mini fic dedicado a Sophie M. Jensen. Éste capítulo en especial quiero dedicarlo a mis queridas: Altea Kaur, Letida, Roxy Everdeen, Florence15 y KariiHoney que leyeron la historia y dejaron un lindo review y a cada una de las personas que pusieron la historia entre sus favoritas y alertas. Dedicado, especialmente, a todas aquellas personas que amamos el SCORSE y creemos, como Dumbledore, que el amor es la fuerza más poderosa del universo.

La ilustración pertenece a la genial BncaRes, cuya galería pueden ver en deviantART.

¡Espero que lo disfruten!


Eran las cuatro de la mañana, de un día jueves, del mes marzo y Scorpius se encontraba adormilado a la luz del fuego que crepitaba en la chimenea de su biblioteca personal. Desde que Rose ya no estaba junto a él, hacía un par de meses atrás, a Scorpius ya no se le antojaba dormir en su habitación.

Ya no quedaba nada de aquel joven rubio impuntual al cual la pelirroja maldecía el día de su boda. Scorpius ahora era un adulto de ochenta y seis años. Había vivido una larga vida y vio partir a mucha de la gente que él más quería: sus padres, sus abuelos, su mejor amigo Albus y la que fue su esposa por más de sesenta años, Rose.

Scorpius llevaba pensando varios días que ya no le quedaba nada por hacer en este mundo.

Estudió en una de las mejores escuelas de Magia y Hechicería de toda Europa, Hogwarts-para él siempre fue y será la mejor escuela-. Ahí conoció a la pequeña pelirroja sabelotodo insufrible que era Rose, o al menos así la consideraba a los once años. Con el tiempo, esa chiquilla fastidiosa se convirtió, junto con Albus, en su mejor amiga para después convertirse en el objeto de sus deseos-con quien soñaba y por quien suspiraba, aunque Albus se burlara de él-, su novia, la mujer de su vida, su esposa, la madre de sus siete hijos y su eterno amor.

También había encontrado un trabajo que lo apasionaba dentro del Departamento de Cooperación Mágica Internacional, del cual llegó a ser jefe.

Ahora que sus hijos tenían ya su propia familia y los hijos de éstos también comenzaban a formar la suya propia-dentro de un par de meses, uno de sus primero nietos lo haría bisabuelo-, sentía que había tenido una buena vida y que era hora de partir, él también, a otro plano a encontrarse con todas aquellas personas que se le adelantaron.

De pronto, en su adormecimiento, escuchó una risa bastante familiar y fresca. Esa risa que durante sus primeros años en Hogwarts lo exasperó, pero de la cual tiempo después, se enamoró. Esa familiar risa no podría ser de otra persona sino de ella.

En ese momento, Scorpius abrió los ojos y vio a la más hermosa de las mujeres que podría existir sobre la faz de la tierra, a criterio del rubio-ahora canoso-.

Rose.

Ella estaba ahí, frente a él y le sonreía como solía hacerlo. Todo a su alrededor estaba iluminado. Tanta luminosidad no le permitía apreciarla a detalle. Poco a poco la luz cegadora fue apagándose y la pudo observar mejor.

No era la misma Rose que lo había dejado solo en el frío mes de enero. Sin embargo, era la misma Rose de siempre. Era su esencia. Scorpius podía observar a una Rose de quince años, muy parecida a esa chica a la cual besó por primera vez durante un atardecer en la lechucería de Hogwarts. Sobre todo, podía observar esos ojos azules que le habían fascinado desde el primer día que la vio en el andén 9 ¾ aquel primero de septiembre.

Scorpius sonrió ampliamente, Rose amplió más-si es que era posible-su sonrisa. Él, de pronto, se puso serio y le dijo:

-Tardaste mucho-ella sólo se limitó a soltar una carcajada y le respondió:

-¿Ahora eres tú el impaciente?-a lo que Scorpius con una sonrisa de lado-de esas que siempre lo han caracterizado-le respondió:

-Eso es porque te extrañé.

Rose le respondió con ternura en su mirada transparente:

-Nunca me fui, siempre he estado a tu lado y así seguiré. ¿Estás listo?

Scorpius le respondió:

-Llevo dos meses preparado. Pensé que llegarías al día siguiente.

La pelirroja le sonrió con ternura:

-No era el momento… además debías hacer gala de tu impuntualidad, como siempre.

Scorpius suspiró:

-Es la primera vez que quería ser puntual para algo… contaba los minutos para volverte a ver.

Rose rodó los ojos y le dijo:

-Ara tiene razón, estos días haz estado más sensible de lo normal…-

-¿Cómo…?-comenzó a preguntar Scorpius con duda en su rostro, pero después puso cara de entendimiento al recordar lo dicho por Rose: 'Nunca me fui, siempre he estado a tu lado y así seguiré…'-Eras tú. El domingo en la comida, eras tú.-Rose únicamente sonrió a modo de respuesta.

El domingo anterior todos sus hijos y nietos se habían reunido en casa de Scorpius a petición de éste y durante la comida todos sintieron algo cálido en su pecho y por un momento todos sintieron mucha paz. Ese día, Scorpius aprovechó para decirles a todos lo mucho que los quería, lo importante que cada uno era en su vida y lo feliz que lo hacían. Ara, la pelirroja primogénita del matrimonio Malfoy Weasley, le había dicho a su padre precisamente eso, que estaba más sensible que de costumbre.

Scorpius al recordar eso suspiró y sonrió. Viendo a Rose a los ojos le dijo:-Estoy listo, ¿nos vamos?

Rose, a modo de respuesta, le extendió el brazo para que Scorpius tomara su mano, con una sonrisa en sus labios y una tranquila mirada. Scorpius le tomó la mano y en ese momento sintió felicidad y algo cálido en su pecho. Con su mano entrelazada a la de ella, Scorpius vio su propio cuerpo y aún así seguía siendo él, su esencia. Su cuerpo terrenal tenía una sonrisa en los labios y eso a Scorpius le agradó. Le gustó pensar que sus hijos y nietos lo iban a encontrar así: tranquilo, con los ojos cerrados y una sonrisa en sus labios. Se sintió bien. Se sintió otra vez como el chico impuntual de quince años que Rose tanto quería.

De pronto, una voz que arrastraba las palabras lo sacó de su ensoñación diciendo:

-Cómo siempre, tarde.

Ahí estaban ellos. Aunque casi no los podía reconocer sabía que eran ellos, sus padres, que habían venido a recibirlo. Se veían jóvenes y felices como en la foto del día de su boda. Scorpius se acercó a ellos y su madre lo besó en la mejilla y su padre lo abrazó, no sin antes hacerle una seña como mostrándole un reloj de muñeca, mientras le sonreía.

Alguien cortó el emotivo momento diciendo:

-No sería Scorpius, si no nos hiciera esperar…

Y ahí estaba su mejor amigo para recibirlo y molestarlo como era su costumbre, no sabía cuanto extrañaba las bromas de Albus, hasta este momento. Pero en lugar de molestarse, Scorpius soltó una carcajada de felicidad y dio unos pasos para abrazar fuertemente a su mejor amigo. Cuando realizó esta acción, Scorpius se percató que ahí había más personas: sus abuelos, sus suegros, su cuñado, sus amigos y gente a quien tanto quería, estaban ahí para recibirlo.

Cuando el emotivo encuentro entre amigos terminó, Rose volvió a tomar la mano del rubio y con una pícara sonrisa en los labios le dijo en voz baja:

-Vamos, impuntual.

Así, Scorpius, con una sonrisa en los labios y aferrado a la mano de Rose, viéndola a los ojos, se dispuso a caminar tranquilo hacia otro ciclo de su vida.

¿Fin?


¡Nah! Ahora si es el final y aún así no es el final, no se si me di a entender. En fin, ¿les gustó? ¿lo disfrutaron? Sophie, espero que te haya gustado esta última parte del fic hecho especialmente para ti.

¿Me regalan un review?

Sam.