.

.

-.-.-.-QUIERO QUEDARME CONTIGO-.-.-.-

.

Despertó con un terrible dolor de cabeza y en cuanto quiso levantarse, el tan esperado mareo la recorrió por completo. Volvió a acostarse de nuevo intentando que la habitación dejara de moverse. Odiaba esa sensación, pero lo peor es que seguía bebiendo a pesar de todo.

.

De pronto, escuchó un pequeño ronquido. Giro la cabeza lentamente a la derecha. Nada. Hubiera jurado que el ruido provino de esa dirección. Entonces volvió a escucharlo un poco más fuerte.

Con cuidado, se arrastró hasta el borde de su cama para poder mirar el lugar de donde, supuso, provenían los ronquidos.

.

No pudo reprimir una pequeña carcajada cuando vio al moreno allí tirado en una incómoda postura. Las sábanas blancas estaban enredadas a su alrededor sin cubrir demasiado su marcado torso o sus fuertes piernas solo cubiertas por los boxers.

Sus ojos recorrieron su imponente cuerpo y tuvo que morderse el labio para no suspirar.

Cuando llegó a su dormido rostro se encontró con que no estaba tan dormido como se esperaba, pues sus párpados estaban entreabiertos y una satisfecha sonrisa adornaba su rostro.

Se sintió descubierta, como una niña haciendo algo que no debe y se apartó del borde para evitar su mirada.

.

Contó hasta tres antes de levantarse y dirigirse al baño sin dirigirle una mirada a Shikamaru.

En cuanto entró se miró al espejo y no pudo más que horrorizarse con su reflejo. Tenía el pelo increíblemente despeinado, su rostro tenía una visibles ojeras que parecían difíciles de ocultar, además de su expresión de cansancio; pero eso no era lo peor. Para nada. Lo más vergonzoso de todo era el rosado camisón que se había puesto ayer sin pensar en que un hombre al que ni conocía la vería así.

Lo último que recordaba era a Shikamaru curando sus heridas y ella quejándose. Se miró las rodillas y las manos lastimadas. Aún dolían.

.

Shikamaru vio a la rubia entrar al baño con ese increíblemente sensual camisón y no pudo más que gruñir. Esa imagen no ayudaba en nada a su erección matinal. Decidió vestirse deprisa para que Ino no pensara nada raro, pero no fue lo suficientemente rápido. Justo cuando se estaba poniendo los pantalones, la puerta del baño se abrió.

Se quedó estático, sin saber que decir. Veía como Ino miraba esa parte de su anatomía con la boca entreabierta e intentando hablar, pero su privilegiada mente se había quedado en blanco.

Al final fue ella la que rompió el silencio.

-Shika, tenías que haberme dicho que necesitabas usar el baño primero. -Su tono sonó contenido, y acto seguido la rubia salió del cuarto casi corriendo sin decir más.

Shikamaru maldijo antes de dirigirse al baño para darse una ducha bien fría y así poder calmarse.

.

Salió media hora más tarde, ya vestido y listo para irse de allí.

Buscó a Ino por la casa y la encontró en la cocina, vestida con una falda negra y con una blusa morada, preparando el desayuno. Ella se giró cuando escuchó sus pasos en el parqué y le regalo una preciosa sonrisa.

-¿Quieres desayunar?

Una vez más y a pesar de sus intenciones de marcharse, no pudo decir que no, por lo que desayunaron tostadas y café mientras hablaban de temas sin importancia como dos enamorado que habían pasado la noche juntos.

.

Al final, sin tener ninguna otra excusa por la que aplazar su partida, se fue. Empezaba a pensar en la extraña noche que pasó junto a aquella mujer y por un momento se arrepintió de no haberle pedido el número de móvil, pero pedírselo ahora sería demasiado problemático. El ascensor indicó que había llegado al piso solicitado con un pequeño dong y él se dispuso a entrar, pero una fina voz, como convocada por sus pensamientos, lo llamó.

-Shikamaru. -Él giro con expresión aburrida y las manos en los bolsillos sin mostrar ninguna otra expresión-, me gustaría agradecerte de alguna manera lo que hiciste por mí anoche, por no aprovecharte y todo eso, ya sabes.

No la había escuchado acercarse, tan enfrascado que estaba pensando en ella. La rubia lo miró con cierto nerviosismo y se mordió el labio inferior -bastante más carnoso que el otro y apetecible también-. Shikamaru movió la cabeza queriendo sacar esas ideas de su mente.

-Ino, no hace falta.

-Puede ser, pero aún así me gustaría agradecértelo ¿Qué te parece si te llevo a cenar? Hay un buen restaurante que conozco. -Sonrió, y su rostro tomó una expresión a la que no se le podía rechazar nada.

Viendo lo problemático que podía ser discutir con esta mujer y como tampoco es que le disgustara la idea de volver a verla, decidió aceptar la oferta.

.

Quedaron en que él la recogería al día siguiente a las nueve y ella le avisó de que tenía que ir presentable. Aun inseguro de lo que la rubia tenía por presentable, Shikamaru se fue a su casa pensando en la singular mujer que había conocido la noche anterior.

Y todo porque su cita lo había dejado plantado.

.

Llegó a casa con un típico cansancio. Lo primero que hizo fue poner su móvil, tan necesitado de energía como él, a cargar y después se echó en la cama para descansar un rato. El aparato vibró y lo molestó con su tono predeterminado de llamada, lo que le hizo abrir los ojos con pereza, pero no se levantó de la cama. Habían pocas cosas que conseguían levantarlo de la cama: su madre era una de ellas, pero esa llamada, fuera de quien fuese, no podía ser de su madre... Al menos eso esperaba, porque sino tendría grandes problemas por no contestarle.

Con un último gruñido se levantó del suave confort de la cama y se dirigió a la mesa donde había dejado el móvil.

No era su madre, pero casi prefería que lo hubiera sido.

Cogió la llamada e hizo un bufido que no llegó a palabra. La voz del otro lado de la línea le sonó más aguda que de costumbre y no pudo evitar apartar el aparato unos centímetro para disminuir el volumen de la voz.

-¡Shikamaru! ¡Te he estado llamando todo el día, pero no contestabas! -gritó la voz y el solo gruñó. Ahora vendrían las explicaciones: -Escucha, siento lo de ayer, pero me surgió algo y no pude llegar a tiempo.

Estaba seguro de que ni siquiera apareció por allí. Lo que no entendía era por qué seguía dándole excusas cuando no parecía importarle lo más mínimo.

-Lo que sea, no importa.

-Sí, sí que importa y quiero compensarte de alguna forma- ¿Qué les pasaba a las mujeres que hoy estaban más problemáticas que nunca?

-Temari, no creo que...

-Decidido, entonces te voy a llevar al restaurante de las afueras, ese que tanto nos gusta. -Rió, contenta con su idea-. Te recojo mañana a las ocho. -Era oficial, debía haber hecho algo muy malo últimamente para que le ocurriera esto.

-Mañana no puedo -intentó excusarte sin entrar en detalles, pero con esa mujer nada era tan fácil.

-Anda ya, seguro que no haces nada, como siempre. Deja de ser tan vago, Shika.

-No, en serio, Temari, mañana tengo cosas que hacer. -La voz al otro lado se quedó callada, como sopesando sus palabras y al final su tono dejó de lado el anterior buen humor.

-¿Qué cosas?

Vaya ¿Y ahora qué le decía? ¿Qué tenía una cita con una rubia impresionante que conoció gracias a que Temari le dejó plantado como un imbécil?

-He quedado con un compañero de trabajo -mintió, siempre optando por eso a tener que soportar alguna problemática escena de celos de su No-novia.

-Entiendo. -Ella pareció tranquilizarse tras decirle eso-. Entonces te llamo mañana y lo hablamos que me tengo que ir. Adiós, Shikamaru.

Por poco...

.

Al día siguiente llegó al edificio poco después de la hora acordada, pero tenía una buena excusa. Se había dormido.

Tocó el timbre del piso de la rubia, pero una voz desconocida fue la que respondió.

-Tú debes de ser Shikamaru ¿No? -dijo con suavidad la mujer- Ino aún no está lista. Si quieres subir y esperarla aquí.

Sin esperar respuesta abrió la puerta y él caminó con pesadez hasta el ascensor pensando en que Ino tardaba demasiado.

.

Cuando entró por la puerta entreabierta, pudo ver a la peli-rosa a la que había perseguido la noche en la que conoció a la rubia.

-Encantada, me llamo Sakura Haruno. -Sonrió y le estrechó la mano.

-Shikamaru Nara -se presentó él.

-Nara... -pronunció la mujer, pensativa -De qué me suena ese apellido...

El moreno se limitó a encogerse de hombres mientras su mirada se desviaba al pasillo, desde donde parecían provenir los chillidos y los pasos apresurados.

-Oh, mierda, la chaqueta.

Después de que los pasos se fueran a la habitación y volvieran, al fin pudo ver a la rubia entrar. Llevaba el pelo en un recogido desarreglado y las mejillas un poco ruborizadas por las prisas. Le sonrió y sus ojos brillaron azules del mismo color que el vestido que llevaba, corto hasta las rodillas y palabra de honor. La piel de sus hombros y cuello parecía relucir como seda seguramente gracias a algún tipo de crema.

.

Intentó tranquilizarse, pero llevaba toda la tarde cual adolescente preparándose para su primera cita, y ni siquiera era una cita, se dijo, solo una cena de agradecimiento. Eso, una cena de agradecimiento sonaba formal e indiferente, nada que ver con una cita que era más personal. En cualquier caso ella tenía novio y no salía a citas con hombres que conocía hacia menos de cuarenta y ocho horas. Nunca, y esto no era una excepción.

Sabía que su amiga se estaría burlando de ella en su interior, aun así no pudo evitar mirarlo durante un buen minuto. Llevaba unos pantalones de vestir negros y una camisa con los dos primeros botones desabrochados, su chaqueta, del mismo color de los pantalones descansaba en su mano y su cabellos atado en su eterna cola alta. Le gustaba lo que veía, lo que era malo. Muy malo.

En cualquier caso, se dijo, solo tenía que no hacer ninguna tontería esta noche y no volvería a verle más. Ahora se daba cuenta de la horrible idea que había tenido pidiéndole salir.

-¿Vamos? -preguntó él tras chasquear la lengua -problemático...

Ella asintió preguntándose por qué demonios siempre repetía aquella palabreja. Sakura les despidió con una sonrisa y siguió arreglándose para ir a su cita con su secreto-que-Ino-ya-conocía.

.

Ino suspiró pensativa y él la miró de reojo mientras él semáforo se ponía en verde.

-La frentona debe de estar preparándose para salir. La tonta aún se cree que no sé nada y me sigue mintiendo -le miró con una sonrisa que pareció iluminar el interior del coche con su calor-, pero gracias a ti sé perfectamente lo que va a hacer hoy y , que demonios, espero que se divierta.

Rió y el ni siquiera pudo evitar devolverle la sonrisa.

.

-Ya estamos aquí- pronunció él y ella bajó del coche sin esperar ningún posible acto de caballería. Tenía suficiente con Chouji para eso, además estaba el hecho de que eso no era una cita -como ya se había repetido por millonésima vez- y él no necesitaba hacer nada para impresionarla.

El restaurante que había elegido era bonito y elegante, aunque no excesivamente, las paredes eran de distintos tonos marrones, con mesas de manteles rosados y bonitos ramos llenos de flores -aunque estaba mal que lo dijera, pues había sido ella quien los había hecho-. Entre los clientes, se podían distinguir hombres de traje dispuestos a hacer negocios o parejas que habían venido a pasar una bonita velada. Ellos ciertamente concordaban más con el segundo grupo.

Los sentaron en una mesa con vistas al jardín y los ojos de Shikamaru se veían completamente negros bajo la suave iluminación. El ambiente era relajado y romántico a su alrededor, pero aquello solo influía más en la tensión que comenzaba a sentir.

Era un error, un terrible error. No tenía que haberle invitado a cenar, y menos a aquel lugar. Era una pena que sus deseos egoístas habían ganado la partida.

Solo le había invitado a ese preciso lugar porque había querido ir allí desde que abrieron, pero teniendo como pareja a una hombre que comía más que hablaba no podía ir a un lugar como aquel, donde la educación parecía regir desde la entrada hasta el interior de la cocina.

.

-Es un bonito lugar -susurró ella-. Nunca había estado aquí antes.

Él asintió mirando hacia su alrededor e intentando ignorar la rigidez que notaba en su voz y su postura. Le gustaba más la rubia relajada y habladora de la noche anterior, pensó.

La conversación giró entorno a temas sin importancia y preguntas sobre la vida cuotidiana de cada uno, casi parecían estar cómodos el uno con el otro.

-Hemos abierto una segunda floristería, pero aún no me siento segura con ella con la cantidad de tareas que tengo que delegar ahora. Además, mi padre parece listo para dejar el negocio e ir en busca de aventura y una bella dama, sus palabras, no las mías -sus ojos brillaron mientras hablaba de su padre y por un momento encontró a la confiada mujer de ayer- ¿Y tú? ¿En que trabajas?

Se aclaró la garganta antes de hablar.

-Nuestra empresa se encarga de la investigación y el desarrollo de nuevos productos e ideas, después vendemos las patentes a las otras empresas y ellas ya les dan su uso -explicó y a ella le sonaron extrañamente familiares sus palabras, aunque desechó la idea.

-Sí, sí, eso es lo que le dirías a cualquiera con quien harías negocios, yo quiero la versión personal ¿En que trabajas tú? -Él negó con la cabeza sorprendido con sus palabras.

-Soy el que se encarga de coger un boceto y de allí sacar un producto lo más práctico y eficiente posible.

-Mmm... -murmuró masticando un pequeño bocado de carne. Ella comía así, despacio y a pequeños mordiscos, disfrutando de cada bocado con el mayor placer que se reflejaba en su rostro, era todo un espectáculo-. No lo he entendido muy bien -dijo al fin-, pero parece que he conocido a alguien importante ¿Si te hago la pelota un poco, me dirás alguna idea secreta que no le puedes revelar a nadie?

-Eso no sería muy beneficioso para mí -replicó él, burlón.

-¿De verdad te quedarás con la duda de qué halago te diría?

Él se lo pensó un momento y sonrió.

.

-Creo que no sería un buen halago. -Ino no pudo evitar sonreír. Tenía razón, ella no era de las que adulaban a cualquiera, había que ganarse sus elogios.

-¿Cómo estás tan seguro de...?

-¿Shikamaru?

Todos los músculos del moreno se pusieron en tensión, mientras su mandíbula se apretaba fuertemente, se quedó quieto, sin desviar la vista de Ino y dirigirla hacia la mujer que había hablado. Pudo escuchar un pequeño murmullo saliendo de sus labios

-Mierda...

Al otro lado del local Ino pudo notar a una mujer de rostro rojizo, su puños estaban fuertemente cerrados en sus costados. Ino no habló, extrañamente su mente estaba en un rápido funcionamiento que requería de toda su concentración mientras miraba alternativamente de la mujer, parada a dos mesas de ellos, al hombre que se sentaba en tensión frente a ella.

¿Quién demonios era esa mujer y cómo conseguía que Shikamaru, siempre tranquilo y aburrido, hiciera aquella expresión de terror?

.

.

.

Sí, sí, ya sé que sabéis perfectamente quién es ¿O no? Nah, solo pueden ser dos personas, así que a ver si adivináis a la primera ;)

No puede ser, he vuelto, más o menos, con la conti de este ShikaIno.

Espero que os hay gustado.

Un penique por vuestros pensamientos jaja, o un capítulo por vuestros reviews. Vosotras elegís.