.- Los personajes de Naruto le pertenecen al Gran Kishimoto y la historia a Sandra Marton -.

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Asuntos de alcoba

Capitulo I

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Uchiha Sasuke era un hombre sitiado. Una mujer que había pasado los últimos dos meses en sus brazos y cama no había sido capaz de aceptar que su relación había terminado.

-Tu no me amas –le había dicho llorando la noche anterior

Pues claro que no la amaba. Se lo había dicho unos días antes y le había recordado que nunca le había dicho que la amara. Ni tampoco había insinuado jamás que existiera tal posibilidad. El sabía que había tipos que lo decían para conseguir puntos, pero él no era uno de ellos.

Sasuke siempre era sincero respecto a sus intensiones. Dejaba claro que el amor y el matrimonio eran cosas que no entraban dentro de sus planes.

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Era un japonés de treinta años, heterosexual y de buena posición económica. También era alto, de hombros anchos y torso fuerte, gracias a su pasión por el gimnasio. Tenía el pelo oscuro y rebelde, y el color de sus ojos, según las mujeres, eran dos pozos oscuros que te llevaban a la perdición. Cosa que le hacia reír incluso en ese momento, ya que el apenas se daba cuenta de ello. ¿Qué hombre se mira a los ojos, excepto cuando se está afeitando? Su mandíbula era cuadrada, la boca firme y en la nariz tenía una pequeña cicatriz, recuerdo del año que se había pasado trabajando en una mina de carbón. Le hacía gracia que a las mujeres les gustara esa nariz ligeramente deforme. La misma mujer que le había dicho que sus ojos eran como dos pozos oscuros le había dicho que eso le daba un aspecto peligroso.

-Me da igual, siempre que te guste – había dicho Sasuke mientras la colocaba debajo de el, y tenía dinero. ¡Diablos! ¿Por qué sacar siempre el mismo tema? Era rico, más rico de lo que nunca había soñado con llegar a ser. Y lo había ganado por si mismo gracias al talento que tenía para estudiar el mercado de valores e invertir su capital. ¿No era eso suficiente para hacer feliz a una mujer?

Si, si lo era y nunca le era difícil encontrar alguna. El problema era deshacerse de ellas. Sasuke parpadeo. No era una manera muy romántica de pensar en ello, pero era la pura verdad. Lo que le estaba pasando con Ino no era nuevo. Ya le había ocurrido con anterioridad. Una mujer podía admitir, al principio, que no estaba más interesada que él en la relación. Pero luego, por alguna razón extraña, cambiaba de opinión y comenzaba a pensar "lo felices que podían ser". Pero hasta un estúpido era capaz de darse cuenta de que el matrimonio no era el estado natural del hombre.

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El no podía comprender a que se debía aquel cambio en las mujeres, pero lo cierto era que siempre ocurría. Y le estaba ocurriendo de nuevo a pesar de sus esfuerzos por evitarlo. La única persona que podía salvarlo del desastre era su secretaria. Hinata, pensó Sasuke con agradecimiento. ¿Qué haría sin ella? Era inteligente, eficiente y siempre tenía los pies en el suelo, aunque era un poco tímida. Hinata no solo conseguía que su despacho funcionara a la perfección, sino que le protegía de la voracidad de las mujeres como Ino. No solía ocurrirle a menudo, gracias a Dios, pero cuando hacía falta, Hinata se encargaba de desviar las llamadas no deseadas y mantenía alejadas a las visitas inoportunas. Pero Sasuke tampoco quería ser cruel, se había cansado que sus anteriores "novias" se lo digan. Por eso le había dicho a Hinata que hiciera entrar a Ino a su despacho privado el día anterior, aun sabiendo que no era una buena idea. Y estaba en lo cierto. Había sido una idea patética. Lo único que Ino había querido hacer era decirle que ella lo amaba a él, pero él no la amaba a ella.

-No me amas - le había gritado- ¡Tu no me amas, Sasuke!

-No – había admitido el- no te amo- había añadido mientras le ofrecía su pañuelo- Pero me atraes, me atraes mucho.

Sasuke dio un suspiro. Estaba sentado delante de su mesa y apoyo los codos en ella para masajearse las sienes doloridas. Eso le pasaba por ser sincero. Ino no había parado de llorar mientras estuvo allí y él se había sentido como un idiota por no haberlo previsto. Pero siempre le ocurría lo mismo.

-¡Maldita sea! – había murmurado, poniéndose en pie.

Claro que le atraía mucho aquella mujer. ¿Por qué si no se había pasado los últimos dos meses saliendo con ella? Y además solo con ella, claro. No tenía por costumbre salir con varias mujeres a la vez. Siempre les era fiel mientras duraba la relación. Pero no estaba preparado para pasar el resto de su vida con una mujer. En ese momento no, desde luego, y tampoco en un futuro próximo. Había empezado a disfrutar de la vida hacia pocos años.

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Sasuke había nacido en una familia rica pero después de fallecer su padre, él y su madre se quedaron sin nada. Dos años después, su madre se había vuelto a casar con un hombre muy egoísta. A los diecisiete años, había dejado la escuela y se había puesto a trabajar en una mina de carbón. Un año más tarde, después de haber estado a punto de morir bajo toneladas de carbón, Sasuke dejo su martillo y se quito el polvo del cuerpo, aunque sabía que jamás podría eliminarlo de su sangre. Entonces, se había dirigido al este. Había tenido que trabajar mucho, pero con una combinación de suerte, agallas y una carrera, había convertido su vida en un sueño. Así que en esos momentos llevaba la vida que le gustaba y no quería cambiarla. Tenía un despacho en el centro de Tokio, un lujoso departamento, una hermosa casa de campo y tenía a Hinata, su secretaria.

Si, la vida era estupenda… excepto ese horrible problema con Ino. Sasuke suspiro y echo la silla hacia atrás y puso los pies sobre la mesa. ¿Cómo no se habría dado cuenta antes? Ella le había dicho que solo le importaba su profesión, pero no era cierto. Primero, le había dado una llave de su apartamento, sin que él le diera llave del suyo. Luego, le había comprado una corbata en una de las mejores boutiques. Las corbatas se las compraba él y nadie más que él, pero ella le había asegurado que un actor de moda la llevaba cuando había posado con ella, y que por eso se la regalaba. ¿Quién no habría aceptado un regalo tan inofensivo? Y entonces, la semana anterior, el la había llevado a casa y cuando iba a darle las buenas noches, porque no le apetecía quedarse a pasar la noche con ella, algo que Ino tendría que haber interpretado como "el principio del final", ella se había metido la mano en el bolsillo y había sacado dos billetes de avión.

-¡Sorpresa! – había dicho alegremente, explicándole que iba a visitar su casa en Okinawa en el fin de semana y que él la iba a acompañar.

- Es el trigésimo quinto aniversario de boda de mis padres, Sasuke. Van a invitar a cenar a toda la familia y están deseando conocerte.

La corbata que llevaba al cuello, la misma que ella le había comprado y se había puesto aquella noche porque ella se lo había pedido, de repente le resulto agobiante y tuvo que aflojársela.

- No puedo ir – había dicho.

Ella le había insistido y él había repetido que no podía. Entonces Ino con los labios temblando, le había dicho que si quisiera, si que podría ir. De manera que él se había visto obligado a reconocer que no quería ir.

- Oh Sasuke – había susurrado ella, echándose a llorar sobre su pecho.

¿Qué demonios querían las mujeres? Bueno no todas, Hinata no era así, pero la verdad era que a ella no la veía como mujer. Hinata era su secretaria.

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Sasuke dio un suspiro, se levanto de la silla, camino hacia la ventana y miro hacia el exterior. Cuarenta pisos abajo, la calle estaba llena de gente. Esperaba que Ino no fuera una de esas personas, aunque había estado allí esa misma mañana, esperándolo.

- ¿Sasuke? – le había llamado.

Antes de que él tuviera tiempo de pensar si debía fingir que no había visto o ir corriendo a esconderse a su despacho, ella había empezado a gritar mientras lo abrazaba y trataba de besarlo.

-Maldita sea – susurro, apoyando la frente contra el cristal.

Pero de todos modos, el no quería hacerle daño. Su padre le había enseñado que tenía que respetar a las mujeres y no decirles nada cruel ni desagradable.

-¿Uchiha-san?

Ino era una chica muy simpática, llegaba a ser muy molesta a veces pero simpática en fin.

-¿Uchiha-san?

Sasuke se volvió y vio que Hinata estaba en la entrada. Por primera vez en muchas horas, esbozo una sonrisa. Si todas las mujeres fueran tan prácticas y sensatas como ella.

-¿Si Hinata?

-Uchiha-san, pensé que le gustaría saber que ya he enviado el e-mail para Shikamaru Nara.

-Muy bien.

-Acaba de llegar su respuesta. Dice que le ha gustado su idea y que espera que pueda volar a Moscú para reunirse con él la próxima semana.

-¿Eso ha dicho?

-Si, Uchiha-san. Ya he comprobado que no tiene ninguna cita para el lunes ni el martes. Bueno, había prevista una reunión para el martes por la tarde, pero puede posponerse.

Sasuke asintió.

-Haz entonces los preparativos, por favor. ¿Alguna cosa más?

-Ha llegado un fax de Osaka. Nada importante, solo una confirmación de su conferencia.

-Bien. ¿Algo más?

Hinata consulto su cuaderno de notas.

-Mañana por la tarde tiene una cita con el señor Hatake en el Oak Room.

-Gracias por recordármelo.

-De nada, Uchiha-san. Y también tiene una cita esta noche para cenar. A las ocho en punto en el The Palm. Me pidió que le recordara que tenía usted que hablarles de la nueva compañía de petróleo rusa.

Sasuke sonrió mientras hacia un gesto con la cabeza.

-¿Qué haría sin ti? Eres la eficacia en persona.

-En mi trabajo hay q-que ser eficaz Uchiha-san- Se sonrojo levemente.

-Llámame Sasuke, tenemos casi la misma edad no tienes que ser formal.

-Lo sé, pero no e-es correcto, estoy más cómoda llamando Uchiha-san. A menos q-que a usted no le guste…

-No - contesto rápidamente- no, está bien. Como tú quieras.

Por supuesto que no le importaba como quisiera llamarle. Nunca había tenido una secretaria así.

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Cuando miraba hacia el futuro, siempre se imaginaba a Hyuuga Hinata a su lado. Estaba casi seguro de que ella nunca se casaría si eso significaba dejar su trabajo. Su profesión significaba mucho para ella tanto como para él.

Incluso sabía que jamás se citaba con hombres. Cosa, que aunque no estuviera bien, a él le alegraba.

Pero tampoco tenía que sentirse culpable. Sencillamente, Hinata era una de esas mujeres a las que no les interesaban los hombres. Había una lista larga y honorable de ellas desde tiempos remotos.

Juana de Arco, las sufragistas, Tomoe Gozen… Todas habían dedicado sus vidas a diferentes causas, en vez de a los hombres.

¿Cómo podía sentirse mal un hombre porque una mujer eligiera tomar una decisión así?

Hinata, además, no suponía ninguna distracción para él.

Alguna de las mujeres que había entrevistado antes de contratarla a ella habían sido espectaculares, pero Hinata era una chica de lo más normal.

Estatura media, peso medio, rostro normal y cabello oscuro. Lo único extraño, según él, eran sus ojos del color de la luna.

-Un pequeño ratoncito- había dicho Ino al conocerla, dando un suspiro que Sasuke había interpretado como de alivio.

- Una descripción acertada- pensó Sasuke.

-Hinata, ¿Cuánto te pago?

-¿Pe-perdón?- se sobresalto, la pregunta la había tomado por sorpresa.

-Tu salario, ¿cuánto es?

-Ochocientos a la semana, Uchiha-san.

-Súmale cien más desde ahora. – Hinata sonrió educadamente.

-Gracias Uchiha-san – se inclino levemente.

Sasuke también sonrió. Le gustaba la sobriedad con que había aceptado el aumento. Sin dar grititos de alegría, ni mover las manos, ni saltar exclamando "Oh Sasuke". Eso sería lo que harían las mujeres con las que él se citaba normalmente. Así era como recibían los ramos de rosas y cada caja de joyería Tiffany que él les regalaba.

-No – dijo acercándose a ella- Gracias a ti Hinata.

Le dio un golpecito suave en la espalda. Esa era otra cosa que le gustaba de su secretaria. Su postura era muy derecha, no ponía posturas perezosas ni colocaba las caderas hacia adelante. Muchas mujeres en Tokio se colocaban como si estuvieran en una carrera. Pero su Hinata no… y de repente se pregunto qué efecto tendría esa postura en su cuerpo. ¿Le proyectaría hacia adelante los pechos? No lo podía asegurar. Tanto en verano como en invierno ella vestía de traje. Trajes de tweed casi siempre, como el que llevaba ese día, que era de color marrón. Y al igual que siempre llevaba la chaqueta cerrada, haciendo que su cuerpo sea un misterio. Sus pechos podían ser del tamaño de pelotas de ping pong o de melones. ¿Quién podía saberlo? ¿Y a quien le importaba? Desde luego a el no. Si, era un verdadero placer trabajar con una mujer que era tan eficiente como poco atractiva.

-Eres la mejor secretaria que pude haber tenido- lo dijo sonriendo complaciente.

Hinata se aclaro la garganta – En ese caso señor…

-¿Si?- Sasuke hizo una mueca. Era evidente que el aumento de sueldo no le parecía suficiente. Aquello le sorprendió un poco. Hinata jamás se comportaba así, pero si creía que merecía más dinero lo tendría.

-Está bien, cobraras doscientos mas a la semana ¿está mejor así?

La mujer se ruborizo.

-Cien es suficiente Uchiha-san - se encogió un poco y bajando la mirada dijo – p-pero preferiría que mi puesto fuera el de asistente personal, en vez de secretaria.

-¿Si?- Sasuke se sorprendió por la petición.

-Me parece que estaría más acorde con mis funciones.

-Me parece bien.

-Gracias otra vez, Uchiha-san- haciendo una reverencia nuevamente.

-No hay de que- dijo Sasuke- Pero quiero que me asegures que no me lo pides por tu curriculum vitae.

-¿Por qué lo dice?

-No estarás buscando trabajo, ¿verdad?

-De-desde luego que no Uchiha-san. Ya le he dicho que es porque creo que ese cargo describe mejor el trabajo que hago- replico ella medio avergonzada.

Así que su pequeño ratoncito tenia ego… Bien, eso no tenía nada de malo.

-Desde luego, tu trabajo merece recompensa.

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-Oh, ese matiz dulzón y peligroso-pensó Hinata sonriendo. Cosa no muy fácil de hacer cuando se sentía como si se estuviera arrojando a los pies de Sasuke, de ese tipo tan egoísta. Si le pudiera decir todo lo que pensaba de él… Pero no podía. Un trabajo tan bueno como aquel no era fácil de encontrar. Tenía bastante responsabilidad, le pagaban excelentemente y suponía que, comparándolo con otros hombres, Sasuke Uchiha era un buen jefe. Pero se preguntaba si él se imaginaba de veras lo valiosa que era para él.

Pero, ¿para que preguntarse? Estaba segura de que él no lo sabía. Era tan torpe como todos los hombres que había conocido y tan arrogante como la interminable lista de idiotas que habían pasado por su casa, creyendo que sabían perfectamente lo que hacían cuando en realidad eran sus hermanas las que los dominaban aprovechándose de sus hormonas.

Sasuke Uchiha era como esas marionetas. Quizás fuera rico y guapo si te gustaba su aspecto, cosa que a ella no le sucedía. Pero era evidente que se dejaba llevar por sus hormonas, igual que esos ridículos adolescentes con los que se habían divertido sus hermanas.

Y los problemas que tenía en esos momentos con la última de sus amantes así lo demostraban, el Uchiha la había dejado. Cosa que a ella no le sorprendía.

Hinata se imaginaba que eso iba a suceder desde hacía ya tiempo. Y tenía que admitir que él lo había hecho con su habitual encanto. Un ramo de rosas y una pulsera de Tiffany, que costaba seis mil dólares y que ella misma se había encargado de comprar. Pero aquella mujer rubia no había querido aceptar que él la dejara y no paraba de mandarle regalos ni de llamar por teléfono. Incluso se había pasado por allí para hablar con él.

-He venido a ver a Sasuke- había dicho con su dulce voz.

Hinata había tenido que decirle a su jefe a través del interfono que la señorita Ino estaba allí.

-Por favor Hinata, deshazte de ella- le había contestado el Uchiha.

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A Hinata le dio pena aquella mujer. Por Sasuke desde luego no sentía ningún pesar. Como si no tuviera otra cosa mejor que hacer, que hacer solucionar los problemas de su jefe. Ya había tenido suficiente con solucionar los de sus hermanas.

-Hinata, ¿estás segura de que Lee no ha llamado?- decía su hermana mayor -Oh Hinata estoy tan triste, Konohamaru está saliendo con otra- lloriqueaba la menor.

Y luego, después de que ambas se habían casado, habían esperado que ella siguiera resolviéndoles sus problemas.

-Hinata creo que Lee tiene una aventura. Hinata, Konohamaru no me quiere tanto como antes- se quejaban las dos.

Sus hermanas no habían aprendido nada, ni siquiera después de sus matrimonios, divorcios y numerosos amantes.

Era ridículo el modo en que las mujeres engañaban a los hombres para luego acabar cayendo ellas mismas en su misma trampa.

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Pero eso no era lo que ella buscaba en la vida. ¿Un hombre? Había que aguantar demasiadas cosas por un anillo de boda y unas promesas que duraban lo que tarda en estropearse un trozo de tarta.

¿Y todo para qué?

-Por no estar sola Hinata. Para aguantar esas largas noches de invierno en que crees que te morirías si tienes que acurrucarte otra vez con otro libro- pensó Hinata, mientras se mordía el labio y se entristecían sus ojos.

De acuerdo, quizá ella estaba perdiendo su juventud. Quizá sería bonito salir con un hombre de vez en cuando y que alguien te enviara flores como Uchiha-san. Bueno en realidad era ella quien se las enviaba a sus amantes. Incluso seria agradable entrar en uno de esos lujosos restaurantes, en vez de limitarse a telefonear para reservar mesa para su jefe y su última conquista.

¿Cómo serian esas veladas? ¿Qué se sentiría teniendo a un hombre sentado a tu lado y sonriéndote? Luego, te agarraría la mano y se la llevaría a los labios. Pero aunque ella quisiera descubrirlo, ¿dónde encontraría a un hombre que la llamara?

Últimamente había estado ojeando la sección de contactos en la revista Gotham. Solo para divertirse, claro. No podía imaginarse a sí misma contestando un anuncio ni poniendo ella uno.

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¿Qué diría?

"Ratoncillo de aspecto normal busca hombre guapo, sexy y excitante. Al que le guste establecer relación con una chica vulgar, sencilla y nada atractiva".

No, eso no funcionaria.

"Mujer de aspecto normal está interesada en hombre de aspecto normal. Objetivo: descubrir lo que es una cita porque no ha salido nunca con un hombre. De hecho no desde la fiesta de final de curso del instituto en que una de sus guapas hermanas hizo que un chico la engañara diciendo que quería salir con ella. Luego todo el mundo se entero y se rio de ella…"

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-¿Hinata?

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De acuerdo, pondría un anuncio. Después de todo ya no tenía 18 años, ni era la hermana buena e inocente de Tenten y Hanabi Hyuuga. Era una chica inteligente, pero nada guapa. Ni tampoco era una de las amantes de Sasuke Uchiha, no era una de esas mujeres que tenían un rostro y un cuerpo con el que soñaban todos los hombres. Pero aun así, podía conseguir salir con algún hombre.

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-¿Hinata, estas bien?

Una mano grande y cálida se poso de repente sobre su hombro. Entonces Hinata parpadeo y fijo los ojos en los de su jefe. Este estaba muy cerca y la miraba con el ceño ligeramente fruncido.

¡Y qué ojos tenía! Eran oscuros y profundos. Tan profundos...

-¿Estás bien? Pareces distraída.

-Es-estoy bien- replico rápidamente sonrojándose- Creo que me he resfriado un poco. Eso es todo.

La mano de el bajo hasta el codo.

-Vete a casa, date un baño caliente y hazte un té.

-De verdad Uchiha-san yo…

-He dicho que te vayas- insistió el con una sonrisa socarrona- o tendré que llevarte yo mismo para obligarte a hacerlo.

Hinata no pudo evitar imaginarlo en su pequeño apartamento. El tan alto y fuerte al lado de sus muebles tapizados con cretona. El Uchiha sonriéndole, sus manos calientes y suaves desabrochándole la chaqueta de tweed y la blusa de seda. O quizás unas manos no tan suaves, sino fuertes. Hasta incluso duras, rasgándole la camisa y tomándola en sus brazos.

Ella se sonrojo mientras se apartaba de él.

-Eso no se-será necesario Uchiha-san. Le aseguro que soy capaz de cuidar de mi misma.

-Estoy seguro de ello. Y ahora vete a casa, Hinata.

-Pero si son solo las cinco menos cuarto- el Uchiha volvió a sonreírle, como queriendo dejar en claro lo maravilloso que era.

-Me las arreglare sin ti. No te preocupes y vete a casa, hasta mañana.

-Gracias Uchiha-san- se sonrojo sin darse cuenta.

-Que descanses Hinata.

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Sasuke cerró la puerta y se sentó ante su escritorio. Maldita sea, que mujer más trabajadora. Casi le había obligado a sacarla a rastras del despacho. Y no le habría sido muy difícil hacerlo, ya que era una mujer bastante pequeña y delgada. No le costaría nada subir las escaleras de su dúplex con ella en brazos para llevarla a su dormitorio. Entonces, podría descubrir lo que ocultaba bajo esos trajes que llevaba siempre.

Frunció el ceño mientras agarraba un cuaderno de notas. Era sorprendente lo que un cerebro cansado podía llegar a pensar. Decidió que lo mejor sería pasar las dos horas siguientes escribiendo algunos informes que luego dejaría sobre la mesa de Hinata para que ella los mecanografiara a la mañana siguiente.

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Estuvo trabajando en los informes y empezó a esbozar como iba a encauzar su reunión en Moscú.

De pronto, alguien llamo a la puerta. Sasuke levanto la vista y consulto su reloj. Eran más de las cinco y Hinata se había ido. Nadie más podía…

Ino, pensó de repente. Le había telefoneado durante la hora de la comida de Hinata. Había levantado el auricular al mismo tiempo que se activaba el contestador automático para escuchar aquella voz susurrante que en un tiempo le había excitado tanto, pero que en esos momentos solo conseguían irritarlo.

Volvieron a llamar a la puerta. Quizá podía hacer como que no había nadie.

-¿Sasuke?

Se abrió la puerta y apareció Suigetsu Hozuki, un tipo con el que había trabajado durante su primer año en Tokio.

-Sasuke, ¿Qué diablos te ocurre? ¿Te creías que era un acreedor tuyo o qué?

Sasuke se puso en pie y fue a darle la mano. A pesar de que no habían llegado a hacerse amigos íntimos, se alegraba de verlo.

-¿Cómo no has dicho que ibas a venir a la ciudad? Te habríamos hecho una recepción como te mereces.

-No supe que iba a venir hasta el último momento- explico Suigetsu, sonriendo- Parece que la vida te trata muy bien.

-A ti también- Sasuke le dio un golpe en el brazo- ¿Cuánto tiempo vas a estar en la ciudad?

-Solo esta noche. Mañana por la mañana tengo que volver a Osaka.

-Dentro de unas horas tengo una cena de negocios. Pero podría…

-No, no te molestes. Pero podemos tomar una copa, si te da tiempo.

-Claro, ¿cerveza o sake?

- Una cerveza está bien.

Sasuke fue a la mini nevera y saco dos botellas de cerveza. Los dos le dieron un buen trago después de brindar.

-¿Cómo te va todo?- le pregunto Sasuke al peliblanco.

-Estupendamente, ¿y a ti?

-Muy bien- Sasuke frunció la frente al acordarse algo- Bueno, si no fuera por un molesto problema. ¿Sabes porque no he contestado cuando has llamado a la puerta? Creía que eras otra persona.

Suigetsu se echo a reír.

-¿Una mujer?

-Eso es. Una que ha empezado a oír campanadas de boda. ¿Entiendes?

-Claro- respondió Suigetsu, bebiendo un sorbo de cerveza- Entonces tú has decidido cortar la relación, ¿no?

-Eso es. El problema es que ella no desiste. No para de llamarme e incluso es capaz de presentarse aquí a buscarme.

-Bueno, tienes una secretaria. Pues deja que ella haga el trabajo sucio por ti.

-Tengo una asistente personal- dijo Sasuke con una sonrisa socarrona.

-¿Qué quieres decir?

-Quiero decir que he empleado a una mujer que me hace feliz por completo.

-Vaya pillo que estas hecho, eh Sasuke.

-Siento decepcionarte, pero no hay nada entre Hinata y yo.

-¡Qué pena! Pensé que sería la mujer despampanante con la que he subido en el ascensor.

-Mierda- susurro- Dime que no era rubia, con ojos azules y un cuerpo increíble.

-Emm… No- respondió el peliblanco sin entender nada.

-¿No era Ino?

-¿Quién carajos es Ino?- dijo mas perdido que nunca.

-Ino, la mujer que ha decidido que soy el amor de su vida. Sospechaba que hoy podría aparecer por aquí- frunció el ceño- Pero volviendo al tema ¿Quién era la mujer despampanante?

-Ni idea- respondió Suigetsu dándole un trago a la cerveza- Pero era hermosa, tenía el cabello oscuro, el rostro de un ángel y los ojos más cautivantes que he visto. Lástima que ese traje de tweed no la favorecía en nada- movió la cabeza en negación mientras daba un suspiro lastimero.

-¿Tweed?- su rostro se endureció cuando se dio cuenta quien era la que había llamado la atención del Hozuki- ¿Estás hablando de Hinata?

-¿Y quién es Hinata?

-La asistente personal de la que te he hablado- contesto Sasuke, pero inmediatamente negó con la cabeza- Pero no es posible que sea ella. Es una mujer eficiente y capaz, pero no creo que pueda haber llamado tu atención por guapa.

-¿Por qué no? Te aseguro que mis gustos han cambiado- y mostro sus afilados dientes en una sonrisa burlesca.

-Claro- dijo Sasuke sin creerle.

-Estoy hablando en serio. He aprendido a mirar más allá de la apariencia de las mujeres. Y a veces, las que parecen más modositas son las más ardientes.

-No, te aseguro que no podía ser ella. Mi Hinata es una mujer de lo más normal.

-¿A qué se refiere con SU Hinata, Uchiha-san?- Ella no era para nada valiente. Pero cuando lo requería salía a flote ese orgullo Hyuuga del que tanto hablaba su padre y del que a ella durante mucho tiempo había carecido. No sabía si agradecer o no, pero los golpes que la vida le dio la ayudaron a ser un poco más valiente. Aunque después corriera como una cobarde por las consecuencias de su orgullo Hyuuga.

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Ambos se volvieron hacia la puerta, donde estaba Hinata. Tenía las mejillas rojas como un tomate y una mirada que Sasuke hubiera preferido no haber visto.

-¡Diablos!- dijo Sasuke- Escucha Hinata, yo no quería decir…

-Pe-pero lo ha dicho y no me importa que diga que soy normal. Po-porque sé que lo soy- aseguro ella, apretando los puños- Lo que si le aseguro es que no soy de SU propiedad- si, estaba indignada. Muy indignada.

-Hinata no es lo que…

-Hinata- la llamo Suigetsu con voz dulce- Siento que tengamos que conocernos en estas circunstancias. Pero lo único que ha pasado es que acabo de decirle a Sasuke, que usted era la que subía conmigo en el ascensor.

-Quieres decir que la mujer de la que hablabas de verdad era…

-Y me gustaría conocerla mejor- añadió Suigetsu sin hacer caso de lo que Sasuke estaba diciendo- Me llamo Suigetsu Hozuki- se presento, tendiendo la mano hacia ella.

Hinata tomo su mano tímidamente.

-¿Y para que quiere conocerme me-mejor?- para ese momento ya estaba roja, pero de vergüenza.

-Bueno, me gustaría cenar con usted.

-Eso es imposible- dijo Sasuke en voz demasiado alta- Hinata no puede cenar contigo. Ella no…

-Claro que cenare con usted- respondió Hinata. La indignación había vuelto ¿Quién se creía que era el Uchiha para decidir con quién salía?

-Hinata no seas tonta. Suigetsu no está realmente interesado en…- Sasuke se mordió la lengua.

Hinata lo miro con unos ojos furiosos y luego se volvió hacia Suigetsu.

-Bueno, pues entonces, va-vamos Hozuki-san.

-Suigetsu- dijo Sasuke- eres un hijo de…

-Ella es libre de hacer lo que quiera, Sasuke- lo corto el Hozuki.

-Po-por supuesto que sí. Usted me paga un salario, Uchiha-san, pero yo no le pertenezco y puedo hacer lo que me plazca durante mi tiempo libre. Así que si quiero sa-salir con alguien, puedo hacerlo- dijo ella muy enfadada.

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Sasuke se dio cuenta de que no podía hacer nada para evitar que ella se fuera a cenar con Suigetsu.

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Reeditado ●

.Sip lo reedite porque pensé, ¿para que dejarlo todo separado? Y también corregí un par de cosas que a futuro no iban a tener sentido :P

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Bueno ya subo el otro capitulo que tendría que haber subido hace mucho. LO SIENTO! pero como disculpa de haber tardado tanto ahora los capítulos son Suuuuper largos :D

Suerte y cuídense :)