Hola a todos! :)
Os dejo un nuevo capítulo que he estado escribiendo justo después de terminar examenes. A pesar de que el anterior no tuvo mucho éxito, yo voy a seguir subiéndolos con toda mi ilusión para los que quieran seguir leyéndola. Los reviews sigo encantada de recibirlos, ¿eh? jajaja
Gracias a michelleenif por su comentario, espero que te guste este nuevo capítulo!
Esta historia va a tener un final, muchas gracias por leer :D
CAPÍTULO 38
Hermione
-Hermione, hay algo que tienes que ver.-dice Pansy tomando asiento junto a mí en la mesa de la cafetería donde solemos almorzar. Deposita en la mesa una de las tantas copias de El Profeta. Vaya, se me había olvidado por completo la sugerencia del hurón oxigenado sobre que mirara el dichoso diario mágico. He dormido tan bien que al despertar nada ha enturbiado mis pensamientos, ni siquiera me he permitido mi eterno debate interior sobre los sentimientos hacia el Slytherin.
Pansy se toma la molestia de pasar las páginas de El Profeta a una vertiginosa velocidad, buscando aquello que quiere enseñarme. Hasta que finalmente señala la imagen correcta, con su correspondiente titular. La foto muestra a mi mejor amigo sonriendo sentado en una butaca, que parece pertenecer a una especie de tribuna de Quidditch. Y acompañándole a su lado se encuentra nada más ni nada menos que mi peor enemigo/amante Draco Malfoy, el cual sostiene una copa y esboza una mueca de fastidio tras darse cuenta de que la cámara lo enfoca a él. La imagen se mueve, y es fácil darse cuenta de que la extraña pareja se encuentra hablando civilizadamente y disfrutando de una tarde de Quidditch.
El artículo se encuentra en la sección de deportes, pero al comenzar a leerlo, más bien podría pertenecer a Corazón de Bruja.
¡Antiguos enemigos unidos por el Quidditch!
¡Qué sorpresa fue encontrarnos esta imagen en el tercer encuentro de liga de este año entre los LiverpoolLions y el Manchester-Snitch! Y es que parece que el deporte no hace más que unir a todos los magos del mundo, sin importar el pasado o la ideología. Siempre lo habíamos afirmado, pero ahora sí que tenemos pruebas verdaderas que sostienen esta idea. Y es que el auror Harry Potter y el ricachón y exmortífago Draco Malfoy disfrutaban en uno de los palcos VIPS del espectacular partido entre estos dos equipos ingleses. Y con todo esto no podemos evitar preguntarnos: ¿fue una casualidad que se encontraran? ¿O acudieron juntos al evento? Según nuestras fuentes de información más cercanas, ambos magos llegaron al mismo tiempo al estadio, con lo que no podría ser del todo descartable que acudieran al estadio con un previo encuentro entre ambos. ¿Podríamos asumir que la famosa enemistad entre estos dos personajes públicos se ha convertido en una cordial amistad? ¿Tendrá algo que ver con los rumores sobre una posible relación entre el exmortífago y la mejor amiga de Potter, Hermione Granger? No lo sabemos con certeza, pero seguiremos informando sobre las últimas novedades de estas ambiguas y nuevas relaciones entre los personajes más mediáticos de nuestro mundo mágico.
Todavía no me ha dado tiempo a procesar la información cuando escucho una voz llamándome a gritos, a pesar de que debe encontrarse a menos de dos metros de distancia de donde nos encontramos Pansy y yo sentadas.
Al momento tengo delante de mis narices la pecosa nariz de Ron, el cual señala con el dedo índice otro ejemplar de El Profeta que sostiene en la otra mano. Puedo deducir por el color escarlata de sus orejas el estado en el que se encuentra.
-¿Qué diablos significa esto?-exclama totalmente indignado- ¿Ahora también me traiciona mi mejor amigo?
Después se lleva las manos a la cabeza en un gesto de desesperación, dejándose la parte de arriba del pelo completamente despeinado.
-Ron, cálmate… yo tampoco sé nada de esto.-respondo en tono conciliador, intentando buscar su mirada.
-¡Es evidente que ese asqueroso mortífago está llevando a cabo su segunda parte del plan para joderme la vida! ¿Soy yo el único que se da cuenta?-sigue en su monólogo a grito pelado que comienza a atraer las miradas de todos los trabajadores del Ministerio que se encuentran en la cafetería.
Noto que a mi lado Pansy ríe disimuladamente y la miro horrorizada. ¿Cómo puede tomarse a broma esta situación?
-Eres patético, Weasley.-interviene finalmente, con una mueca arrogante propia de una verdadera serpiente. Ron desvía su mirada a la morena, fijándose en ella por primera vez desde que ha llegado. Parece que sus ojos vayan a salirse de sus órbitas en cualquier momento.
-¿Qué has dicho, Parkinson?-pregunta amenazadoramente, fulminándola con la mirada.
-Lo que has oído. ¿Crees que todo el mundo que hay a tu alrededor actúa en base a ti? Por favor, ya es hora de que madures un poco y respetes las decisiones de los demás sin montar un pollo como éste.-dice Pansy señalando con la cabeza a los demás clientes del lugar, que nos miran sin ningún tipo de disimulo.
-No tienes ni idea de nada, Parkinson. Así que te que pediría que te metieras en tus propios asuntos y me dejaras en paz.-contesta Ronald fríamente, pero reduciendo el volumen de su tono.
Cuando Pansy está a punto de replicar de nuevo, interrumpo la discusión antes de que llegue mucho más lejos.
-Ron, lo que yo no entiendo es por qué no le preguntas directamente a Harry sobre todo esto.-expongo en tono cansado.
-Eh…yo…bueno…-balbucea el pelirrojo algo nervioso- Venía a verte y me encontré con Dean Thomas, que me enseñó muy extrañado el titular de El Profeta.
-Pues ya te he dicho que yo no tengo ni idea, Ron. Lo que te pido es que sea la última vez que te presentes en público de esta manera, no tengo por qué soportar estas cosas. Además, ¿quieres darle a Skeeter y compañía más titulares?
Ron, algo cabizbajo, asiente con la cabeza tras un tímido "lo siento".
-A lo que realmente venía es a otra cosa… verás mi hermano Bill ya ha sido padre.-comenta esbozando una tímida sonrisa, a la cual soy incapaz de no corresponder- Y me gustaría que me acompañaras a conocer a mi sobrino el domingo. Si quieres…claro.
-Por supuesto, Ron. Ahí estaré. Muero de ganas de conocer al pequeño "Freddie".-acepto un poco más calmada. No puedo enfadarme con él en cuando toca estos temas, además hacía mucho tiempo que esperaba este momento.
Ron se despide tímidamente y Pansy me lanza una de sus miradas suspicaces.
-¿Qué pasa?
-Nada, nada… solo me preguntaba si has zanjado del todo tu relación con Weasley.-comenta la morena entrecerrando los ojos con sospecha.
-Claro que sí, ¿cuántas veces he de decírtelo Pansy?-inquiero con impaciencia. Y es que cuanto más conozco a la verdadera Pansy Parkinson, más me sorprende su increíble y ácida sinceridad. Por eso a veces me da miedo la reflexión que puede sacar de cada una de las situaciones que se nos presentan.
-Es que da la impresión de que sigues dándole falsas esperanzas a ese pelirrojo. Y ya sé que no soy la más indicada para dar consejos, pero si tan claro lo tienes yo en tu lugar me alejaría de él.
Suspiro largamente, intentando poner en orden mis pensamientos. Siento que la morena tiene razón, debería alejarme y permitirle olvidarse de mí. Pero sencillamente no puedo. Estoy demasiado acostumbrada a mis dos mejores amigos. No puedo desprenderme de repente de uno de los dos y seguir mi vida como si nada. Sé que soy una egoísta, pero necesito pasar más tiempo con Ron antes de irme a Francia, porque secretamente una voz dentro de mí me pide que no termine definitivamente mi relación con él. No mientras siga sintiendo algo por mi mejor amigo.
-Lo sé, Pansy. Odio esta confusión en mi cabeza-le confieso abatida, mirando de soslayo la hermosa cara de Draco que me observa desde el periódico- Nunca me había pasado algo así.
-No me extraña, con lo monjita que has sido…-comenta ella divertida- Pero no seas como yo, no te dejes manipular por ellos.
-Lo intentaré.-respondo con una ligera sonrisa.
OoOoOoOoOoOoOoOooOoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Luna está emocionada porque mañana viene Neville de visita un par de días. Durante toda la tarde se dedica a poner música de su grupo favorito y me obliga a bailar danzas raras inventadas por ella. Está loca, pero me encanta y me hace tremendamente feliz. No podía haber elegido mejor compañera de piso. Me contagia de su optimismo, de su ternura. Y hoy más que nunca lo necesito, pues hace exactamente un mes desde que no voy a visitar a mis padres.
Y digo visitar cuando me refiero a espiarles. Suena algo raro, pero no puedo hacer otra cosa. Me dolió demasiado las veces que intenté que me reconocieran sin éxito alguno. Al contrario, en mi continua insistencia y debido a mi desesperación logré que mis propios padres me tacharan de psicópata, haciéndome salir de mi propia casa prácticamente a patadas. Aquello fue un shock para mí. Así que decidí ir una vez al mes a mi antigua casa y observarles a través de la cristalera. No sé cómo, pero conseguí llegar a conformarme con eso
Así pues, salgo de casa tras despedirme Luna una vez terminamos de cenar. La noche está tranquila, así que decido pasear un poco antes de aparecerme en casa de mis padres. Pero no he dado más de tres pasos cuando una mano sigilosa me tapa los ojos posesivamente, haciéndome gritar instantáneamente como si me encontrara una película de terror. Me deshago de la mano con facilidad, y me giro al tiempo que saco la varita dispuesta a atacar de inmediato, pero para mi sorpresa o fastidio me encuentro con una sonrisa burlona y demasiado conocida ya.
-Desde luego que te has vuelto una completa paranoica.-dice el Slytherin evaluándome de arriba abajo como de costumbre.
-¿Estás loco? ¡¿Cómo se te ocurre darme un susto así?!-exclamo furiosa, cruzando los brazos para evitar darle un puñetazo en esa arrogante cara.
Sus ojos de hielo se derriten un poco al verme tan alterada.
-Perdona leona, venía a proponerte un plan cuando te vi salir de casa y no pude evitar darte una sorpresita.
-¿A esto le llamas tu sorpresa? ¡Yo le llamo provocar un infarto!-respondo aún intentando recuperar una respiración acompasada- Y ahora estoy ocupada, así que desgraciadamente no puedo quedar contigo.
Intento seguir mi camino, tratando de ignorar la opresión en el pecho que he sentido al tenerlo delante de mí como tantas otras veces. Pero es imposible no sentir mariposas en mi estómago al ser observada por esos magnéticos ojos de hielo.
Como pensaba, el rubio me alcanza en unos segundos y me agarra del brazo, haciéndome frenar. A continuación se coloca enfrente de mí, para impedir que me marche de nuevo y me dirige una sonrisa socarrona.
-¿No te han enseñado modales, Granger? Ni siquiera me has dado las gracias por el magnífico regalo que te hice anoche…
-Bien, pues gracias Malfoy. ¿Algo más? Tengo prisa.-le interrumpo bruscamente, mirando a todas partes excepto a él. No quiero que me perturbe esta noche también. Esto es lo que menos necesito antes de ver a mis padres.
-¿Qué te pasa? ¿No te gustó? Si no funciona solo tienes que decírmelo y lo cambiaré por otro.-replica con un deje de molestia en su voz, sin soltarme todavía el brazo.
-No te preocupes, funcionó perfectamente. Gracias a Merlín que hoy no he tenido pesadillas contigo.-me deshago de su brazo con un breve estirón. Sé que probablemente esté siendo demasiado dura, pero no estoy ahora mismo de humor, y menos para las tonterías del hurón.
Estoy a punto de echar a andar de nuevo, cuando su voz me llama de nuevo, y por el tono con el que lo hace, no puedo hacer otra cosa que lo que quería evitar a toda costa, cayendo prendada de sus preciosos ojos.
-Hermione…-susurra con dulzura- ¿Vas a ir a verlos?
Su tono de preocupación me hace temblar, recordando aquel día en el que le conté acerca de mis visitas mensuales a casa de mis padres. Fue durante nuestra breve pero intensa relación. Draco se pasó un buen rato escuchándome, dejando que me desahogara mientras me acariciaba el pelo cariñosamente, los dos acurrucados en el inmenso sofá de su casa. Es un recuerdo hermoso y triste al mismo tiempo. Recuerdo cómo me abrazó con fuerza al terminar mi monólogo, cómo intento aconsejarme para que no fuera tan a menudo a verles, cómo me beso con dulzura mientras limpiaba las lágrimas que aún corrían mojaban mis mejillas. No puedo evitar sentir dolor al pensar en la paz que sentí en ese momento junto a él, y dudo que alguna vez pueda volver a sentirla. No después de lo que pasó.
-No es de tu incumbencia, ya no.-respondo finalmente en tono cortante, agachando la cabeza para no tener que seguir sosteniendo su mirada.
Siento una suave caricia en mi mejilla dirigiéndose lentamente hacia mi mentón. Noto un suave tirón que me obliga a mirar de nuevo al rubio platino que solo se encuentra a unos centímetros de mi rostro. Tan cerca que ya puedo aspirar ese perturbador perfume que hace nublar mis sentidos.
-Déjame acompañarte.-dice en voz tan baja que si no estuviera tan cerca creería que simplemente ha sido el rumor del viento rozando las hojas de los árboles cercanos.
-Pero…-¿cómo? ¿Cómo sabías que…?
-Aunque no lo creas, yo escucho a las mujeres-me interrumpe esbozando una sonrisa altiva-Me dijiste que ibas todos los 25 de cada mes, fecha de su aniversario… ¿cierto? Y suponía que hoy no sería menos, así que quería ahorrarte que fueras completamente sola, como siempre haces. Déjate ayudar un poco, pequeña cabezota y testaruda Gryffindor.-dice totalmente serio y con voz firme.
Finalmente decido ceder, pues aunque la compañía del Slytherin no sea ahora mismo la que más me serene, ya es hora de poder compartir mi angustia con alguien más y no pasar por esta situación tan triste en completa soledad, como tantas otras veces hice. Ni siquiera le decía a Ron donde iba cuando estábamos juntos, aunque supongo que se lo imaginaría. Sin embargo, jamás me insistió de esta manera, bien porque quería darme mi espacio o porque no sabía de qué manera actuar. Pero en definitiva, sentir el apoyo de Draco en este momento tal vez sea lo mejor.
-Está bien, vamos.
OOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO
Draco
Nos encontramos ante una urbanización de pequeñas casas de campo, a las afueras de Londres. Es un sitio tranquilo y acogedor. Caminamos en silencio, sin mirarnos. Bueno, yo sí la miro a ella sin que se dé cuenta. Parece ausente, tiene un semblante en su cara que hace que algo se me retuerza por dentro. Sé que sufre por hacer esto, pero por otra parte necesita verlos, saber que aún existen, mirar de nuevo sus caras para que no se borren de su mente.
Camina algo encogida, con los brazos cruzados por debajo del pecho y entonces me doy cuenta de que la muy imprudente solo lleva puesta una fina camiseta de tirantes.
-¿Quieres mi chaqueta?-pregunto cordialmente, con un poco de miedo de cortar su hilo de pensamientos.
Sus grandes ojos castaños me escrutan por un momento, sorprendidos de mi sugerencia. Como si yo no fuese todo un caballero, por favor… Después asiente con la cabeza y seguimos caminando un poco más hasta que la castaña se detiene frente a una de las casas.
-Es aquí.-me informa.
Después sigue andando un poco más, rodeando la casa y nos guarecemos en unos matorrales enfrente de la enorme cristalera que me hace recordar por un momento a la que tiene mi nuevo hogar. Se ve bastante luz en el interior de la casa. Amplio un poco más el rango de mi visión con un hechizo ocular no verbal y observo la escena que se desenvuelve en el interior. Dos adultos de mediana edad se encuentran en el centro de la estancia, que parece ser la sala de estar. Ambos se encuentran abrazados, el padre de Hermione posa su mano en la cintura de su esposa, mientras que ésta tiene una de sus manos en el hombro de su acompañante. Y entonces me doy cuenta de que se mueven, pero son movimientos prácticamente imperceptibles. Asombrado, observo como los padres de la castaña bailan lentamente, sin prisa, dejándose llevar por el momento. Ambos se miran como si la persona que tuvieran en frente fuese su otra mitad, como si todo lo que necesitaran lo tuvieran ahí, en ese baile.
Por fin, logro apartar la mirada de los padres de Hermione y me centro en ella. Observa la escena completamente emocionada. Sus ojos brillan como tantas veces los he visto brillar, pero ahora veo en ellos felicidad e infinito cariño. Sus mejillas han adquirido un color rosado precioso y yo simplemente no puedo dejar de mirarla. Está hermosa, así tal como es, con sus bucles castaños cayéndole con gracia por su espalda descubierta. Con sus suaves labios entreabiertos de la emoción de ver a sus padres en ese estado, disfrutando de un baile tan íntimo. No puedo evitar en ese momento posar mi mano sobre su cintura, atrayéndola a mí. Dejando que su espalda se pegue a mi cuerpo y disfrutando de su calor como nunca había hecho. Ella se deja hacer, sin reaccionar al contacto de forma alguna. Y yo jamás había sido consciente de algo como de esto que siento ahora mismo. Parecerá una absurdez, pero en este momento entiendo perfectamente el significado de la mirada cómplice de los padres de la Gryffindor mientras bailan. Y eso mismo es lo que yo siento por esta chica a la cual le hice la vida imposible durante más de seis años. Desde este mismo momento, me prometo a mí mismo hacer todo lo posible por recuperarla, por hacer que vuelva a confiar en mí. Por recompensar todo el dolor que le he causado. Haré lo que sea por ella.
Cuando sus padres deciden poner fin a su baile y apagan las luces de la estancia para seguramente irse a dormir, es cuando Hermione se da cuenta de la posición en la que nos encontramos y se revuelve incómoda entre mis brazos. Dejo que se aparte de mi lado a regañadientes y nos observamos durante unos instantes. Su expresión es una mezcla de sentimientos que esta vez no consigo descifrar.
-¿Estás bien?-pregunto finalmente, algo cohibido por sus grandes ojos en contacto directo con los míos. Quien pensaría que una mujer podría llegar a intimidarme, pero al parecer ella sin duda es la excepción para todo...
Hermione asiente afirmativamente con la cabeza y se acomoda mi cazadora, abrochándosela del todo y refugiándose de la fría brisa que se ha levantado. Joder, si me dejara tan solo abrazarla…Podría estar así toda la maldita noche hasta que ella entrara en calor.
-Parecen felices, ¿no?-comento tratando de entrar en sus pensamientos.
-Sí, al menos ya no van por ahí como si fueran zombis… Creo que por fin están aprendiendo a vivir sin el vacío que les causé.-responde dirigiendo su mirada a la casa, la cual se encuentra ya en total oscuridad.
La castaña se dirige al porche y toma asiento en una especie de sofá que se mece de adelante a atrás una y otra vez, como si se tratara de un columpio muggle. No lo dudo y me coloco justo a su lado.
-¿Crees que es imposible recuperarlos?-inquiero minutos después, mientras seguimos balanceándonos. Ella sigue con la mirada perdida.
-Los medimagos que los trataron dijeron que no podían hacer nada. Probaron absolutamente con todo, pero no mostraron ningún signo de mejoría.-comenta en tono de resignación- A veces pienso que tal vez todo sería más fácil si estuvieran muertos.
Las palabras de Hermione me impactan como varios Crucio consecutivos. La miro completamente atónito, sin poder creer lo que escucho. Jamás la había oído hablar así, creía que alguien tan puro como ella era imposible que tuviera pensamientos tan oscuros como ése. Ella al ver mi expresión de horror muestra una sonrisa triste en su rostro.
-No digas gilipolleces, Granger.-no puedo evitar soltar con rabia- Mi padre sí que está muerto, o incluso peor. Le quitaron el alma. ¿Tienes idea de lo que es eso? Por no hablar de mi madre. Está completamente ida, no sabe ni siquiera quien es. Y está sola en ese maldito hospital… Tú no tienes derecho a pensar eso. Tú has tenido suerte en comparación con lo que ha pasado en mi familia. Además yo no tengo la compasión de nadie… Siento que las personas sonríen satisfechas cuando me ven, pensando que por fin tengo lo que merezco. Tú al menos tienes el reconocimiento de la sociedad y puedes vivir tranquila. Yo no tengo nada.
La castaña agacha la cabeza y el silencio vuelve a ser el protagonista de la noche. Tal vez he sido demasiado rudo, pero no me importa. Ha de valorar lo poco que tiene, pues yo he perdido toda mi vida. Si al menos lo ve sintiéndose culpable por mí, habré conseguido algo con todo esto.
Momentos después la oigo sollozar y su cuerpo empieza a convulsionarse de forma intermitente. Mierda, he conseguido hacerla llorar. Ahora sí que me odiará de verdad, pero me lo merezco. Al fin y al cabo he sido un capullo con ella desde el principio… Cuando no puedo aguantar más esta impotencia de sentirla tan frágil y débil y estoy a punto de rodearla por encima del hombro para acunarla contra mí, ella se limpia las lágrimas y sus ojos rojos me contemplan de nuevo. Ahí está de nuevo, esa mirada indescifrable. Por un momento me temo lo peor, pero es otra cosa la que sale de sus labios.
-Lo siento, Malfoy. Tienes razón.-dice con la voz algo resquebrajada. Sorprendido por su comentario, lo único que soy capaz de hacer es abrazarla inmediatamente con fuerza, intentándole transmitir lo que siento, la necesidad de tenerla junto a mí. De que sea consciente de que quiero que esté bien. Ella me devuelve el abrazo también y me siento feliz por un momento. Pero entonces su cuerpo comienza de nuevo a temblar y siento sus lágrimas mojando el cuello de mi camisa.
Y así nos quedamos por un buen rato. La intento tranquilizar con palabras sin sentido, la acaricio el pelo tratando de reconfortarla de alguna forma. No dejo de abrazarla en ningún momento, desesperado por hacer que deje de llorar. Odio verla así, destruida. Prefiero que me grite, que me conteste en ese tono de sabelotodo tan característico de ella. Pero no que llore de forma tan desconsolada, sin poder ayudarla de ninguna forma.
Finalmente, cuando ya está más calmada, nos separamos del abrazo. Parece algo avergonzada de su comportamiento. Tiene los ojos hinchados, sus mejillas están rojas y quedan aún restos de lágrimas por su rostro, el cual se limpia con un pañuelo que ha sacado de su bolso. Yo la tomo de la mano para tranquilizarla, y empiezo a acariciarla con suavidad. Me entran unas ganas irrefrenables de besarla, pero sé que no es el momento. No quiero forzar nada, he de hacer las cosas bien. Tiene que volver a confiar en mí como sea, así que me limito a acariciarla una y otra vez mientras nos miramos a los ojos.
-Gracias por venir conmigo.-susurra ella con total sinceridad, sonriendo por primera vez en toda la noche- Pero sigo sin entender por qué haces todo esto.
-¿A qué te refieres?-inquiero con toda la inocencia que puedo.
Su sonrisa se amplía más, dejando escapar una pequeña carcajada.
Ese simple gesto me hace hinchar el pecho con orgullo, sintiéndome la mejor persona del planeta por un instante. Es mucho mejor que lo que siento al hacerla rabiar, y no puedo evitar sorprenderme de nuevo por ello. Desde luego, qué extraño es el amor.
-Vamos hurón. Tú no eres así de atento, ni te preocupas por nadie más que por ti mismo.-replica con un inesperado buen humor que me aturde- ¿Qué ha pasado contigo? ¿Adónde fuiste estos días que te cambió así?
-No he cambiado.-respondo fríamente tras unos segundos de reflexión. Ella me observa algo asustada por mi brusco cambio en el tono de voz- Simplemente me he dado cuenta de que me siento mejor haciendo feliz a otra persona que no sea yo mismo.
La expresión de la leona me hace reír por dentro. Me contempla con los ojos como platos, sin poder creer lo que acaba de escuchar. Sonrío con altanería y me acerco un poco más a ella con el asiento totalmente parado.
-Sé que es sorprendente, pero resulta que mi narcisismo tiene un límite llamado Hermione Granger.
Mi tono grave y frío la pone nerviosa, lo sé. Ella aparta la mirada de mí, con un rubor en sus mejillas que me hace sonreír con satisfacción. Trata de esquivarme, tiene miedo de dejarse llevar…
-Pero no intentes ocultar que sigues siendo el mismo sinvergüenza que conocí en Miami, porque eso ya no cuela.-consigue replicar finalmente, con su orgullo de siempre saliendo a flote.
-Y tú no intentes ocultar que eres incapaz de resistirte a mis encantos, sabelotodo.-contesto buscando de nuevo su mirada- Recuerdo cómo me mirabas de arriba abajo la primera vez que nos encontramos en la playa del hotel. En ese momento te hubieras abalanzado sobre mí, y lo sabes.
Con ese comentario, las mejillas de Hermione se encienden aún más, pero consigo volver a hacerla reír y de regalo me llevo un suave puñetazo en el hombro.
-Tienes razón, no has cambiado nada. Sigues siendo el mismo engreído de siempre.
Su sonrisa alegre me contagia y no sé cuánto tiempo más pasamos hablando esa noche, pero me hubiera encantado parar el tiempo y no llevarla nunca más a casa…
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOooOo
Hermione
Al día siguiente me levanto con fuerzas renovadas. Me sorprendo interiormente, dándome cuenta de que es la primera vez que me siento así el día de después de hacer la visita a mis padres. Y he de reconocer que se debe a esa serpiente arrogante… ¿Cómo puede hacerme sentir de formas tan diferentes?
No hay nadie en casa, supongo que Luna debe estar con Neville. Así que decido exprimir mi energía trabajando en casa, pues el señor Grey me pidió que revisara con cuidado las normas y leyes del Torneo de los Tres Magos hasta aprenderlas al dedillo. Y bueno, aunque eso sea tarea fácil para mí, cuanto antes empiece mejor.
A mediodía recibo una llamada de Draco, recordándome sobre la cena de esta noche en la mansión Zabini. Automáticamente después de colgar con el Slytherin, mis pulsaciones se han vuelto mucho más violentas y no puedo evitar sentirme emocionada por el evento de esta noche. Según me ha informado seremos seis personas, incluido Theodore Nott. Ciertamente, tengo miedo de que todo salga mal, pero al mismo tiempo me siento ilusionada. Poco a poco Pansy se está convirtiendo en una amiga para mí; Malfoy ya sabemos en lo que se ha convertido… En el dolor de cabeza más molesto de la historia; Blaise tampoco parece ser tan desagradable como creía; y Nott… bueno, no sé mucho de él. Al menos en su historial no está insultarme por mi condición de sangre. Pero me alegra imaginar que Malfoy y yo podamos compartir momentos junto a nuestros amigos. Tal vez la relación no esté del todo terminada, aunque es demasiado pronto para pensar en ello.
Luna vuelve por la tarde, y lo que me extraña es que viene sola. Con el cejo fruncido, observo a mi amiga algo preocupada.
-¿Por qué no viene Neville contigo?-le pregunto después de saludarnos brevemente.
La Ravenclaw se deja caer sobre uno de los sofás y observa el techo con aparente fascinación.
-Tenía otros asuntos… Parece que la cena de esta noche no le hacía mucha ilusión.-replica intentando parecer indiferente. Pero noto que está triste, así que me levanto de inmediato de la mesa y me dirijo al sofá, tomando asiento junto a ella.
-¿No quería venir? Bueno, supongo que cenar en una mansión repleta de Slytherins no es algo que tenía en mente al volver a Londres.-intento razonar.
-Sí, lo entiendo… Sé que no son de su agrado. Pero no es solo eso.-al fin se recuesta sobre el asiento y decide mirarme con sus grandes ojos azules. Al ver mi semblante de confusión, continúa- Lo he notado raro, Mione. No ha sido cariñoso como otras veces, estaba distante y apenas me ha contado nada de su experiencia hasta ahora.
Luna suspira. Se le nota preocupada, y me destroza verla así. Nadie debería hacer daño a Luna nunca, no se lo merece.
-No te preocupes, debe estar muy ocupado con la investigación. Después de todo, lo está haciendo para recuperar a sus padres y eso tal vez puede estar obsesionándolo un poco.-le digo rodeándola con un brazo, a lo que ella responde dejando caer la cabeza sobre mi hombro.
-Espero que sea solo eso… ¿Crees que le seguiré gustando?-inquiere con temor.
-Pues claro que sí, tonta.-afirmo con energía- Venga, ahora vamos a ponernos guapas que tenemos una cena en la gran mansión de los Zabini.
-¡Es verdad!-exclama Luna, volviendo de nuevo a mostrarse la alegre y soñadora joven que es- Por cierto… se me olvidó preguntarte qué tal anoche. ¿Viste a tus padres?
Asiento con la cabeza sin poder evitar dejar escapar una tímida sonrisa, lo que mi despierta amiga sabe interpretar de inmediato.
-¡Fue contigo! Y por lo contenta que te veo… no debió ir del todo mal.-comenta la ravenclaw entrecerrando los ojos.
-¡No es lo que piensas! ¡No pasó nada!-contesto alarmada, con las mejillas ardiendo- Pero he de admitir que me ayudó tenerle cerca. Además creo mis padres están mejor… parecían felices, no tan vacíos de emoción como antes.
-Me alegro.-se limita a decir Luna con una sinceridad absoluta, y después me envuelve en uno de sus cariñosos abrazos.
OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO
-¡Bienvenidas a la mansión Zabini!-dice el anfitrión abriendo la fastuosa y gran puerta tras la que pasamos Luna, Pansy y yo. Blaise se ha puesto de lo más elegante, con un traje azul marino que combina con una camisa blanca resaltando su piel morena- ¡Qué bellezas acaban de entrar, por Salazar!
Pansy rueda los ojos, mientras que Luna y yo observamos algo cohibidas el gran recibidor en el que nos acabamos de adentrar.
-Tan teatral como siempre, por lo que veo…-comenta la pelinegra en tono mordaz, abriéndose paso antes de que a su amigo le dé tiempo a guiarnos por la mansión.
Mientras Pansy camina con paso decidido hacia nuestro destino, Zabini nos describe atropelladamente las distintas estancias por las que pasamos.
-Aquí a la derecha se encuentra el salón principal, que visitaremos naturalmente más tarde. Dispongo de muchísimos juegos mágicos ahí, ¡seguro que os encantan! Esa otra puerta de ahí es uno de los 6 baños de la mansión. Allí a la izquierda hay una puerta por la que podemos salir al jardín, donde se encuentra la piscina exterior, y que por supuesto visitaremos esta noche…-Luna sonríe totalmente ilusionada por el entusiasmo del moreno, mientras que yo no dejo de mirar a todos lados mareada por la explicación del Slytherin- Estas escaleras nos llevan a los dormitorios del primer piso, así que no creo que os interese mucho…Pero si queréis pasar la noche, ¡no voy a ser yo quien os lo niegue!
Zabini nos guiña un ojo seductoramente, a lo que Luna y yo no sabemos cómo reaccionar. Por suerte Pansy interviene en ese momento, pegándole un buen estirón de orejas a su amigo a modo de regaño.
-¿Quieres tranquilizarte, por Merlín? Las vas a asustar más de lo que están ya, pedazo de idiota…-dice la morena entre-dientes, fulminando al moreno con la mirada.
-No hace falta ponerse tan agresiva, querida amiga… Bueno, aquí estamos.-añade sin dejar de sonreír, señalando con la cabeza la estancia a la que acabamos de llegar.
Delante de nosotras se encuentra un elegantísimo y espacioso comedor, decorado con exquisito gusto. Por un momento creo estar en un palacio renacentista al observar la cantidad de detalles tan elaborados que componen la decoración de la estancia. Suelo de parqué, moquetas clásicas, cuadros preciosos estratégicamente situados en las paredes y una mezcla general de oro, púrpura y carmesí son los colores que dominan por completo el salón. Por no hablar de los muebles: una gran lámpara de araña ilumina la estancia; los tapices tanto de las sillas como de las paredes están perfectamente conjuntadas; la gran mesa y las estanterías incluyen tallados que no puedo evitar admirar desde donde me encuentro. En resumen, tanto la mansión como la habitación donde me encuentro es puro arte se mire por donde se mire.
-Veo que te gusta la decoración, querida Gryffindor.-dice Zabini satisfecho, observándome con curiosidad- Tal vez deba enseñarte más tarde la biblioteca, aunque no quiero que una de mis invitadas desaparezca toda la noche…
Absorta aún en todo lo que tengo a mi alrededor, no soy capaz de responder de inmediato y cuando estoy a punto de hacerlo, el moreno ya no se encuentra a mi lado, sino saludando al resto de huéspedes, que acaban de entrar por la puerta. Ahí están Draco y Nott, ataviados de una forma tan elegante como el anfitrión, aunque no puedo dejar de sentirme intimidada por la belleza pura que parece poseer el rubio con cada uno de los atuendos que se pone.
Esta vez el pequeño de los Malfoy ha elegido una americana gris perla, combinada perfectamente con unos zapatos del mismo color. La camisa que lleva debajo es de un tono gris oscuro, y los pantalones negros. Todo él es un conjunto de sensualidad, elegancia y sofisticación. Abrumada por mis pensamientos, miro a Luna buscando un poco de distracción, pero mi amiga también parece estar en otro mundo. Sorprendentemente, su mirada recorre al otro invitado de arriba abajo. Observo lo que observa ella y reparo en el castaño que se encuentra junto a Draco. No me había fijado jamás en Theodore Nott, pero lo cierto es que es una belleza más dentro del grupo de las serpientes. Sus ojos azules lucen misteriosos debido a esa pose de seriedad que caracteriza al muchacho. Lleva puesto un sencillo suéter marrón claro, debajo del cual sobresale el cuello de una camisa blanca junto con una corbata azul marino. Es más delgado que Draco, pero no tiene nada que envidiar de su amigo, para qué mentir…
-¿Qué os pasa, nunca habíais visto unos cuantos bombones juntos?-Pansy nos saca de nuestras ensoñaciones y nos observa divertida- Si es que lo mejor de Hogwarts siempre ha estado en Slytherin…
Luna y yo reímos algo avergonzadas por nuestra actitud y seguimos conversando entre nosotras de buen humor. Minutos después se unen a nosotras los chicos, y Zabini nos lleva hasta la gran mesa, donde tomamos asiento e inmediatamente aparecen un par de elfos domésticos con la cena.
