Declamier: Los personajes son de Stephenie Meyer, yo decidí montar esta historia con ellos por simple diversión.
Realemente espero que os guste.
Capítulo 11.
Me desperté al día siguiente notando una sensación extraña, pero al menos había dormido mejor que el día anterior.
Me desperecé poco a poco y empecé a activarme. Me levanté, me hice mi café mágico y comí una tostada. Miré mi teléfono y nada. No tenía noticias de él. Así que decidí mandarle un mensaje yo, a pesar de sentir que no estaba bien del todo.
Hola Edward. ¿Cómo va todo?
Espero un par de minutos para ver si me mandaba una respuesta, como no fue así me marché a la universidad. Las clases, como siempre, pasaron muy lentas pero al final se terminaron. En un mes empezarían los exámenes y eso hacia mantenerme atenta a cada lección impartida.
Llegué al restaurante un poco antes de la hora así que aproveché para hablar un poco con Sarah, seguía sin saber nada de aquel chico, aunque esperaba que este fin de semana se volvieran a encontrar. Yo lo sonreí y le deseé suerte. También le dije que esperaba que me lo presentará pronto.
Ella asintió entusiasmada, le había gustado la idea de mantener una relación sentimental con el chico.
Nos pusimos a trabajar. Me tocó servir las mesas impares.
Todo trascurría como siempre, iba a tomar nota de lo que quería la gente, traía los platos a la mesa, servía las bebidas y esperaba.
-Señorita, aquí –Me llamó un hombre de la mesa cinco.
Fui a ver qué era lo que quería. Según me iba acercando a la mesa, observé que eran dos chicos muy guapos de unos 30 años, ambos eran morenos, tenían un buen físico. Me fije que uno tenía los ojos negros y el otro los tenía marrón miel.
Cuando me acerqué a ellos lo suficiente, me preguntaron:
- ¿Nos podría traer dos cervezas más? –Asentí con la cabeza, y noté con el hombre de ojos negros me miraba fijamente. Me dio un escalofrío, pero intenté que no se me notara así que me giré y fui a la barra.
Pedí dos cervezas y esperé a que me las pasara.
Volví a dirigirme a la mesa, pero ahora con las cervezas, seguí sintiendo la mirada del hombre de los ojos negros como si quisiera atraparme haciendo algo malo.
-Gracias –Respondieron- Disculpa, me podría decir su nombre.
Yo les miré extrañada, pero me encogí de hombros.
-Isabella –Dije simplemente.
Continué con mi trabajo y el tiempo pasó bastante rápido, había muchas mesas a las que atender y apenas pude pensar sobre que había pasado. Casi ni me di cuenta que ya era la hora de irse. Suspiré, tenía muchas cosas de clase por hacer y estaba bastante cansada, además estaba de mal humor, Edward aun no me había contestado y eso me empezaba a poner nerviosa.
Llegué a casa un poco tarde puesto que había pasado por el supermercado para comprar comida y varias cosas que me hacían falta. Pensé en ducharme antes de ponerme a estudiar así que eso hice.
El agua caliente me relajo muchísimo, sentí la tensión de mis hombros desaparecer poco a poco, al enjabonármelos me los masajeé un poco, era placentero. Estuve un par de minutos más después de haberme enjuagado hasta que decidí que ya era suficiente.
Miré el móvil, nada. Me puse los auriculares y empecé a estudiar. La verdad es que administración y dirección de empresas no era una carrera muy entretenida para mí, pero como tampoco sabía que estudiar y mi padre me había presionado pues acabé matriculándome.
Tan ensimismada estaba leyendo que no me di cuenta que alguien se había puesto a mi lado hasta que me agarró de las manos. Me asusté mucho, tanto que iba a gritar cuando una mano se posó en mi boca, haciéndome callar. Levanté la vista y me quedé atónita.
Delante de mi estaba Edward, tenía el rostro serio. Al ver que no iba a hacer ninguna estupidez debido al susto, apartó sus manos de mí. Me quité los auriculares que aún tenía apuestos.
-He estado llamando al timbre un buen rato –Se limitó a decir.
Yo seguía confundida.
-Estaba escuchando música –Dije lo obvio. Él rodó los ojos.
Se me pasó el estado de confusión y fui consciente de la situación, tenía muchas dudas que quería preguntarle.
-Edward –Grité- ¿Por qué no me has contestado al mensaje? ¿Por qué has tardado tanto en darme noticias tuyas? ¿Pasa algo malo? ¿Cómo has entrado?
Todas las preguntas brotaron de mi boca sin apenas respirar. Estaba demasiado ansiosa por saber todas las respuestas.
Lo vi sonreír.
-Isabella –Empezó- Las cosas en este momento están un poco difíciles en el trabajo, he estado ocupado y no he tenido tiempo para poder venir a hacerte una visita.
- ¿Cómo has entrado? –Volví a repetir.
Él levantó una ceja.
- ¿Cómo crees que he entrado, Isabella? –Preguntó con burla- Con unas llaves.
No me sorprendí, me lo había imaginado, estaba segura que con el poder que él tenía las habría conseguido fácil con una simple conversación con el casero, aun así quise preguntar.
- ¿Cómo has conseguido las llaves?
-El casero me las dio –Respondió sin darle importancia- ¿Qué estabas haciendo?
Ojeó todos los libros, apuntes y hojas sueltas que tenía encima de la mesa, subrayadas y esquematizadas.
-Estaba estudiando –Le dije recogiendo todas las hojas desordenadas.
-Economía de empresas –Leyó el título del primer libro que tenía delante. Me miró fijamente esperando a que le dijera algo.
-Si –Admití- Estoy estudiando administración y dirección de empresas, no es que me guste mucho, pero podría ser peor. Además, mi padre pensó que sería buena idea.
Asintió, entendiendo lo que quise decirle.
Cogió un mechón de mi pelo mojado, y lo apartó de mi rostro. Dio un pequeño suspiro cerca de mis labios antes de besarme.
Se sintió muy bien, era lo que había estado fantaseando durante todos estos días. Sus manos viajaron hasta mi rostro, donde lo atrapó y lo acercó más al suyo, mis manos sin ser yo del todo consciente rodearon su cuello. Entreabrí mi boca para respirar un poco pero él aprovechó ese movimiento para meter su lengua. Quise seguirle el juego, así que mi lengua se puso a juguetear con la suya, a ver cuál era la que más presión ejercía.
Sinceramente no sé en qué momento me había cogido y llevado a la cama, cuando me di cuenta estaba tumbada debajo de Edward, jadeando.
Sus manos juguetonas se deslizaron por debajo de mi camiseta, acariciándome el estómago. Fue muy agradable sentir su toque por mi cuerpo, suspiré entre sus labios. Sentí como sus manos se dirigían lentamente a mis pantalones y tiraban de ellos para bajarlos hasta quitármelos. Su toque me estaba volviendo loca.
Gemí al sentir sus dedos acariciándome por encima de las bragas. Sus labios bajaron por mi cuello, donde lamió, mordió y succionó lentamente, mientras tanto sus manos se deshicieron de mis bragas y sin hacerme esperar más, metió sus dos dedos dentro de mí.
Fue una sensación bastante placentera, sus dedos no paraban de entrar y salir, haciéndome gemir alto, a veces cambiaba y me frotaba el clítoris. A esas alturas yo no podía pensar con claridad.
- ¿Te gusta? –Escuché que susurraba con voz ronca contra mi oreja.
Solo pude asentir, no fui capaz de pronunciar ninguna palabra.
Él siguió usando sus dedos para hacerme perder la cabeza, entrando y saliendo fuertemente y cada vez más rápido, hizo que el nudo que se me había formado en la parte baja del estómago estallara, corriéndome. Gemí fuertemente y lo aparté de mí.
Mi respiración se tranquilizó en poco, y me recompuse. Me giré hacía él puesto que se había tumbado a mi lado y le volví a besar en los labios. Mis manos se dirigieron a sus pantalones y con un poco de dificultad pude quitárselos. Él aprovecho y me quitó la camiseta hasta dejarme completamente desnuda. Hice lo mismo que él y le quité la camiseta dejándolo completamente desnudo.
Un poco insegura me puse encima de él, le acaricié el pecho, arañándolo un poco. Vi como sus ojos se oscurecían. Empecé a darle besos por los labios y con suavidad deslicé mis labios por su cuello dejando un rastro de besos y lamidas hasta bajar por su pecho.
Cuando el vio que mis manos iban directas hacia su pene, me empujó quedando él arriba y yo abajo.
Su mano se volvió a dirigir a mi vagina, que aún seguía húmeda, y metió un dedo de nuevo. Cerré los ojos y gemí, no tardé mucho en sentir como retiraba sus dedos para notar que la punta dura de su pene lo sustituía.
Empezó a empujar lentamente dentro de mí, sentí como mi vagina se estiraba a cada penetración. Sus primeros empujes fueron suaves, despacio, pero según vio que me dejaba de poner tensa, fue penetrándome con más fuerza y rapidez. Deslicé mis piernas alrededor de su cintura para sentirlo más cerca de mí. Él gruñó.
Su boca bajó a mi cuello de nuevo mientras empuja una y otra vez. Mis manos se dirigieron a su espalda, donde la arañé con fuerza. Sentí que aumentaba el ritmo.
-Joder –Gruñó entre jadeos- Me voy a correr.
Empujó dentro de mí un par de veces antes de correrse. Suspiré aliviada al ver que se quitaba el condón. ¿En qué momento se lo había puesto?
Se tumbó a mi lado mirando al techo, tenía el rostro pensativo. Me acurruqué cerca de él, entonces él se giró hacía mí y me dio un beso en los labios.
-Me tengo que ir –Susurró.
Empecé a negar la cabeza, no quería que se fuera tan rápido, además quería hablar con él.
-No te vayas, por favor –Le dije en voz baja- Quédate esta noche aquí conmigo.
Él levantó el brazo y vio su reloj. Suspiró.
-Siempre que quieras –Dijo sonriéndome.
Le miré agradecida, al menos había hecho el esfuerzo de quedarse conmigo. Pensando en tonterías me quedé dormida.
Me despertó el sonido de la alarma, gruñí, no quería despertarme. Recordé lo que había pasado la noche anterior y me desperté de golpe. Una enorme desilusión me invadió cuando vi que Edward no estaba a mi lado. Busqué alguna nota pero no había nada, ni un mensaje de texto.
Desilusionada me vestí y desayuné mientras le mandaba un mensaje de texto a Edward.
Buenos días. ¿Cuándo te fuiste? No me di cuenta. Ten un buen día. Te quiero.
Dudé si ponerle que le quería pero no pude evitarlo. Sentía algo fuerte por él. Nunca me había sentido así, todo esto era nuevo para mí, muy nuevo. No sabía muy bien cómo actuar, qué hacer ni qué decir.
De camino a la universidad me llegó un mensaje. Me había respondido.
Lo siento, recibí una llamada importante y me tuve que ir. No tuve tiempo de dejarte una nota y me daba pena despertarte con lo bonita que te veías.
Suspiré aliviada, no había desaparecido como la última vez.
Justo iba a entrar a clase cuando recibí una llamada de un número desconocido. Desconcertada decidí descolgar el teléfono.
- ¿Hola? –Pregunté automáticamente.
-Isabella –Sonó el tono grave de mi padre- Necesito que está tarde vengas a la casa. Sin excusas.
Colgó antes de que pudiera decirle algo. Ahora si que estaba desconcertada de todo. ¿Pará que quería mi padre que fuera a casa? La verdad, ya no tenía nada que hacer allí pero decidí ir para ahorrarme problemas.
Entré a clase, y he de decir que por primera vez me llamaró la atención un profesor, estaba pensando tantas cosas a la vez que parecía que me iba a estallar la cabeza.
Cuando acabaron las clases comí rápidamente, Ángela me había dicho que había quedado con Ben y que lo sentía no iba a poder comer conmigo, le dije que no se preocupara que nos veríamos al día siguiente. Acabé de comer y recogí mis cosas.
Suspiré cansada, no estaba siendo un buen día pero tenía que ir a trabajar. De camino al trabajo sentí como si alguien me estuviera observando por la espalda. Me giré y no vi a nadie, supuse que sería del estrés y seguí mi camino sin darle importancia.
El trabajo como siempre pasó sin más, sirviendo a las mesas, charlando de vez en cuando con Sarah. Hoy no había tanta gente como ayer, se estaba tranquilo, aunque en el fondo de mi mente esperaba que hoy hubiera más gente así no tendría tiempo de pensar que era lo que quería mi padre. Estaba nerviosa. ¿Qué me diría? Tenía la esperanza de que no fuera nada malo hacía mí.
Se hizo la hora de salir y me quedé limpiando un poco, sin poder alargarlo más, me cambié y me puse rumbo a mi casa.
Sentí de nuevo esa sensación de que alguien me estaba viendo, aceleré el paso, primero tenía que ir a por el coche ya que la casa de mi padre no me pillaba cerca. Miré sobre mi hombro. No había nadie. Me estaba volviendo loca.
Suspiré al llegar al coche, era hora de marchar. No tenía ni idea de lo que me esperaría. Respiré profundamente un par de veces antes de poner en marcha el coche.
Otro capítulo. Espero que os siga gustando, me da la impresión que estoy cambiando la historia de forma brusca, o como si estuviera haciendo dos historias diferentes. No lo sé.
Ya tengo claro cómo se va a ir desarrollando a partir de aquí.
Nos leemos pronto.
