A/N: Volví a leer este fic y fue como "ew, no me gusta NADA", así que lo modifiqué completamente y quedó más corta que la versión original, pero por lo menos me agrada más. Esto de releer años después sin haber revisado es lo peor jajaja

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Primavera

Sakura le sonrió dulcemente, antes de obligarlo a tomar otra cucharada de esa asquerosa medicina.

El Uchiha ladeó el rostro, impidiendo que ese asqueroso líquido tuviera algún contacto con sus labios. Sakura frunció el ceño ante su infantil e irracional comportamiento, e intentó nuevamente hacer que se lo tragara. Una, dos, tres, hasta cuatro veces. A la quinta se hartó.

—¡Sasuke-kun! Debes tomar tu medicina —le reprendió, dejando la botella en la mesita de noche y cruzándose de brazos. Habían pasado todo el día juntos; Sasuke había llegado muy temprano por la mañana a su apartamento, sin aviso y más huraño que de costumbre. Por supuesto que eso había llamado la atención de Sakura y, tras preguntarle qué le ocurría hasta colmarle la paciencia, el Uchiha se hartó y le confesó (con el tono más digno que podía, dadas las circunstancias) que era alérgico a la primavera.

La chica se carcajeó abiertamente ante esta confesión, pero al notar la expresión amarga de él, intentó calmar su risa hasta que lo consiguió a duras penas.

—No pienso seguir tomando esa porquería, Sakura. Sabe horrible y claramente no funciona.

La aludida bufó.

—¡Si no te la bebes, claro que no va a funcionar! Te estás comportando como todo un crío, ¿sabes? Tengo pacientes de cinco años más maduros que tú.

—Hn —para dar por zanjado el tema, el Uchiha cerró los ojos y se recostó en la cama de la chica, con las manos detrás de su nuca. Sakura alzó las cejas ante eso y, con un rápido movimiento, volvió a tomar el frasco de la mesa y se sentó a horcajadas sobre el chico antes de que este pudiese siquiera pestañear. Sasuke abrió los ojos con sorpresa, para encontrarse con la mirada verde y decidida de la joven—. ¿Qué crees que haces?

—Si no te la vas a tomar por las buenas, entonces tendré que obligarte —le aclaró con una sonrisa de suficiencia adornando su rostro—. Como ninja-médico que soy, es mi deber hacer que mis pacientes obedezcan, incluso si tengo que tomar medidas como esta.

Sasuke entornó los ojos, pero no hizo ningún esfuerzo para quitar a la chica de encima.

—Estás exagerando, es solo una estúpida alergia. Se pasará pronto.

—Claro que se pasará, ¡pero para cuando acabe la primavera! —le rebatió, inclinándose levemente hacia él—, y tal vez para ti no será nada importante, Sasuke-kun, pero la verdad es que estás más irritable e intratable que en todo el resto del año. Y adivina quién tendrá que soportar tu mal humor. ¡Exacto, yo! Así que ahora te tomarás esta maldita medicina y te quedarás descansando todo el día, ¿entendiste?

Sasuke parpadeó repetidas veces.

Por más que la conociera y por más tiempo que pasaran juntos, aún no se acostumbraba a sus cambios de humor tan repentinos.

Esta bien —accedió el Uchiha finalmente, mascullando entre dientes. Tomó el frasco de las manos de la joven y él mismo se tomó las tres cucharadas que debía, como demostrándole que desde ahora sí le haría caso. Sakura le dirigió una radiante sonrisa y se echó hacia atrás, riéndose ante la cómica escena.

Sasuke se quedó sin aliento momentáneamente.

Obviamente no se lo había dicho en voz alta, pero era preciosa. Sus ojos verdes parecían brillar con luz propia al igual que su piel nívea, y su cabello rosado había adquirido un tono casi plateado al estar a contraluz.

—¿Te ocurre algo, Sasuke-kun?

—No, todo está bien.

Porque si tenía la posibilidad de retener imágenes como esa, significaba que la primavera no podía ser tan mala.

Era intoxicante, lo envolvía, e inquietaba sus sentidos. Justo como ella.

Tendría que hacer algo al respecto.


Y así lo hizo.

En un día soleado, antes de decir cualquier otra cosa, le pidió que fuese su novia.

Bueno, en realidad la estuvo siguiendo toda la mañana hasta esperar el momento adecuado, y prácticamente se lo ordenó cuando se topó con ella de frente en las afueras del mercado.

Pero al ver la cara de desconcierto de ella, aclaró su garganta y murmuró un megustamuchoestarcontigo demasiado rápido y demasiado bajo como para que alguien más lo pudiese escuchar.

Sakura, boquiabierta, dejó caer sus bolsas al suelo.

Sasuke frunció el ceño y torció la boca.

—Esa no era exactamente la reacción que esperaba.

—Oh, lo siento, Sasuke-kun. Es solo que me tomaste por sorpresa —la médico se agachó para recoger sus cosas, sintiendo un súbito calor en sus mejillas. Podría haberse hecho la desentendida y atribuírselo al horrible calor que hacía ese día, pero sabía que el chico no se dejaría engañar—. Yo… realmente no sé qué decir.

—Pues, podrías empezar por decirme sí o no.

La chica se mordió el labio levemente.

—Es que, es algo muy repentino. Porque hemos estado juntos estos últimos meses, tú quedándote en mi apartamento y yo en tu casa, pero jamás habías mencionado algo de formalizar nuestra relación.

—Tú tampoco —respondió él, quitándole las bolsas para cargarlas él mismo. La chica iba a protestar que no necesitaba sus desplantes machistas pues podía cargarlas perfectamente ella sola, pero la mirada del Uchiha la detuvo—. ¿Acaso no quieres formalizar?

Sakura abrió los ojos como plato. ¿Era preocupación lo que delataba su voz?

—¡No, no se trata de eso! —le aclaró—. Es solo que no me esperaba algo así de ti.

Sasuke alzó las cejas, esperando a que se explayara.

—Sabes que desde niña me gustas mucho y no sabes cuánto soñé con este momento, y ahora que está pasando… no sé ni cómo reaccionar —se le escapó una risa nerviosa—. Más aún después de que dijiste que no querías tener una familia, ni relacionarte demasiado con nadie. Por eso… me sorprenden tus palabras.

El Uchiha la contempló por unos segundos. En un primer momento, pensó criticarle y restregarle en la cara su falta de entusiasmo por la propuesta, ¿pero realmente la podía culpar? La chica tenía un punto, después de todo: él no era la persona más comunicativa y efusiva del mundo.

—Te quedó dando vueltas aquella conversación, ¿no? Cuando te dije que no quería una familia ni nada parecido.

—Sí… ¡y no te culpo! —se apresuró a agregar. Porque solo Dios sabía todo lo que había sufrido Sasuke. Ella ni siquiera podía llegar a imaginárselo—. Pero, ¿realmente quieres iniciar algo así conmigo? ¡Porque no será una broma, verdad!

El chico sólo la miró.

—Creo que con lo mucho que me conoces, deberías saber que no bromearía con algo así —le dijo, aunque la curvatura de sus labios delataba un amago de sonrisa. Su nerviosismo y sus palabras atropelladas lo estaban divirtiendo.

Sakura resopló algo avergonzada y se apartó un mechón del rostro, mientras una gota de sudor bajaba por su cuello hasta perderse dentro de su blusa. Sasuke no se perdió detalle alguno de aquello.

—Estoy un poco harta de ser siempre la que quede como la tonta de nuestra relación, Sasuke-kun.

El aludido esbozó una mueca divertida. Y Sakura supo inmediatamente su error.

—Acabas de admitir que tenemos una relación.

La chica lo miró con incredulidad.

—¡Bueno, me has estado confundiendo todo el tiempo que llevamos aquí! —se defendió, poniendo sus manos en la cintura—, y puede que seas arrogante, desconsiderado, algo amargado, e incluso hasta un poco cretino, pero de todas formas te escucho pacientemente.

—Vaya, tú si sabes como hacer que un hombre se sienta especial —exclamó Sasuke, con sarcasmo.

Sakura sonrió y él no pudo evitar corresponderle.

—¿Vamos a casa? —propuso ella, tomando su mano libre—. Acabo de comprar tomates, ya que te comiste todos la última vez que fuiste a cenar, realmente no entiendo como puedes–

Sasuke decidió ignorar su parloteo, pues aún estaba procesando sus palabras anteriores.

"A casa" había dicho, con tanta naturalidad que sentía un cosquilleo tibio subiéndole por el estómago. Y lo mejor es que lo había hecho de forma inconsciente, como si realmente pensara que era algo que les pertenecía a los dos. Una sensación agradable lo invadió.

Una sensación tan agradable como la brisa que los sorprendió de repente, aunque sin ahuyentar el calor del verano que ya se aproximaba.

Aunque, en el fondo, deseaba que la primavera no se terminara.

Pero por supuesto que eso no se lo diría jamás. Al menos no con palabras.