Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.K. Rowling, yo solo los estoy tomando prestado.
N.A.: Por primera vez, estoy escribiendo un fin donde la mayoría de los personajes son más egoístas, malos, retorcidos y crueles, de lo suelo tratar. Espero que les guste mi primera historia donde muchos son malos y pocos son amables.
PROLOGO.
Hoy era uno de esos días en los que Harry, deseo haberse quedado en su cama y no levantarse nunca. Bueno a decir verdad, esos días eran más comunes, más normales, cada vez, era así como su vida se llenaba últimamente. Podía decir con seguridad que desde el año pasado no había sonreído, su vida era un valle gris constante, cada cosa que sucedía solo parecía empeorarla.
A los quince años, Harry Potter, se encontraba preguntándose constantemente por qué seguía vivo, a parte del hecho de que él no le daría la satisfacción de morir a los que lo querían en una tumba. Si él iba a ser infeliz, bueno, que los demás lo fueran también, aunque sea por el hecho de que él seguía respirando.
Su quinto año era una pesadilla, y aunque la primavera había llegado ya al castillo, el solo recibía miradas frías de sus compañeros, comentarios mordaces de los demás Gryffindors y burlas de los Slytherin, más de lo normal. Y como si no fuese suficiente, las detenciones de Umbridge eran tan frecuentes, que pasaba cada día hasta altas horas de la madrugada tratando de ponerse al día con sus deberes y eludiendo las pesadillas, que evadían sus sueños cada vez que se iba a dormir.
Y con su prohibición de Quidditch, no era mucho lo que Harry tenía para tratar de levantar sus ánimos. Y solo sumándole el hecho de que un mago oscuro maníaco estaba detrás de su vida, y que su director manipulador no había hablado con él desde el inicio del mandato para decirle o insinuarle que había un plan o una idea para mantenerlo con vida, solo ponía su ánimo más abajo.
Con un andar cansado, como si hubiese vivido unas cuantas décadas, Harry entro lentamente al Gran Comedor, en realidad él preferiría tomar su almuerzo en las cocinas que rodeado de tantas personas que no dudarían en demostrar su molestia por su presencia, pero a decir verdad, solo había un tanto que él podía soportar de la constante adulación de Dobby, y aunque él adoraba al pequeño elfo domestico, hoy en día no tenía la paciencia de verle, y además había perdido suficientes comidas para empezar a igualar su dieta en Privet Drive, así que tendría que soportar lo que fuese mientras tomaba su almuerzo.
Dirigiéndose a la mesa de Gryffindor, se sentó en un espacio despejado de la tabla, alejado de las demás personas que ya estaban allí.
Mientras apilaba en su plato puré de papas al lado de su carne, vio como Ron Weasley y Hermione Granger, se sentaba cerca de él, dirigiéndole miradas de desprecio. Él solo pudo reprimir un bufido de molestia con mucha dificultad, ¿qué esperaban?, ¿qué se pusiera a llorar por sus miradas?, sí como no. Claro, su deslealtad había dolido, la forma en que simplemente lo apuñalaron por la espalda había picado hondamente, él había confiado en ellos y eso era algo que no lograba con facilidad, y aun así lo habían traicionado.
Su amistad se había comenzado a romper en el tercer año, pero en el cuarto Ron había sacado sus colores, abandonándolo en cuanto su nombre salió del cáliz de fuego, llamándolo tramposo y sembrando mentiras cada vez más, especialmente desde que había ganado el segundo lugar después de la primera prueba. Y Hermione, ese recuerdo aun hacia que su boca tuviese un sabor amargo.
Flasback
Había vuelto, Voldemort había vuelto, el señor oscuro había vuelto, y el ministerio no le creía, y Sirius estaba furioso con él, y Remus decepcionado, ¡Maldita sea! Eso era lo único que se repetía en su mente, mientras subía a la torre de Gryffindor y entraba por el retrato de la señora gorda.
Allí en la sala común estaba Hermione y hablando en un rápido susurro con Ron, pero tan pronto lo vio, se había callado y acercado a él con las manos en la cintura.
¿Y bien?- había exigido Hermione con su mejor voz de mandona, ignorando el rostro cansado y triste delante de ella.
Voldemort ha vuelto, y el ministerio no lo cree- Harry había suspirado, mientras se pasaba la mano por el cabello negro- Fudge cree que miento y que Dumbledore está loco por creerme.
Esto es tú culpa, Potter- había chillado Hermione, sin importarle la mirada llena de sorpresa en la cara de Harry o la tristeza que empezaba a inundar sus ojos verdes- si no estuvieras por ahí diciendo lo mucho que esa estúpida cicatriz te duele, buscando la lastima de los demás, el Profeta no tendría esos artículos y Fudge creería lo que está sucediendo.
Además- había dicho Ron, levantándose del sofá para posicionarse del lado de Hermione- si hubieses sido lo suficientemente bueno en algo, por una vez en tu vida, no estaríamos en este maldito problema.
Todo había seguido así durante un par de horas, aquellos que había pensado como sus mejores amigos seguían diciendo cada cosa estaba mal con él, cuanta culpa llevaba en los hombros, cuan poco valía. Granger y Weasley le habían recordado a Tía Petunia en un buen día.
Fin del flashback.
Al final habían cortado todos los lazos de amistad, pero en vez de la fría cortesía que Harry hubiese esperado, se había encontrado con que ambos lideraban campañas de desprestigio de su nombre y lideraban el gran grupo de odio a Harry Potter no Slytherin de Hogwarts.
No puedo creer- dijo Granger en voz alta- la poca vergüenza que algunas personas tienen para dar su cara por aquí.
Y el poco respeto- siguió Weasley- que tienen por las personas decentes, destruyendo el apetito de lo demás.
Si algo puede destruir tu apetito Weasley- respondió Harry harto de los comentarios, ganándose una breve mirada de sorpresa de los Gryffindors que se habían acostumbrado a Harry aceptando humildemente los insultos- puedo estar empacando mis maletas, porque el fin del mundo se acerca.
Oh, alguien ponga una línea en el calendario- dijo Ernie, desde la mesa de Revenclaw- Potter tiene cerebro.
Vamos, Ernie- dijo Justin de Hupleful- eso solo es prueba de que hay algo dentro de su cabeza que no sea su maldito ego.
Vaya- dijo Malfoy arrastrando las palabras- Potter tiene la cabeza más amplia del mundo, si algo puede subsistir además de su ego.
Suficiente- dijo Harry con una voz llena de veneno- solo déjenme tranquilo, lo único que estoy haciendo es tratar de vivir.
Exactamente- dijo un Gryffindor de séptimo año- ese es el problema.
Sigues vivo- dijo un Ravenclaw de cuarto año- y eso es un problema para todos.
Muerto- dijo Pansy Parkison- la vida de todos sería mucho más sencilla, más feliz.
Basta- dijo McGonagall desde la mesa de profesores más que furiosa por lo que le decían a su pequeño león, aun más cuando la mayoría de los estudiantes del Gran Comedor asentían fervientemente con su cabeza o se reían de los comentarios- de toda esta tontería.
¡Bah!, Minerva- dijo Dolores Umbridge con una sonrisa malvada agitando la mano al aire- deja que se expresen, tienen derecho a decir lo que piensan.
Además, Minerva- dijo Dumbledore, interrumpiendo a su directora adjunta- si Harry no quiere oír, bien puede salir.
Pero Albus- dijo Pomona Sprout- seguramente no vamos a permitir esto.
De hecho- dijo un Huppleful, dejando de ver a los profesores- muerto, no tendríamos que soportarte.
Genial- dijo Harry con desprecio- Hogwarts me quiere muerto.
Justo en ese momento todos en el gran comedor quedaron en silencio cuando una pila de pergaminos apareció en la mitad de la mesa de los profesores, con una fuerte luz narnaja, aturdiendo a todos por un momento, hasta que una voz suave que parecía salir de las hojas mismas comenzó a hablar.
