CAPÍTULO 1

-Vamos, tío Clive, ¿en serio nos vamos a mudar a un sitio tan… bueno, tan distinto de esto?

-Stella, ya te he dicho que mi trabajo me obliga.

-Pero… ¿pasar de Inglaterra a Japón no es un poco drástico?

-Lo sé, pero tú sabes hablar japonés perfectamente. Además, tengo dinero, así que podrás entrar en la escuela que te apetezca.

-De acuerdo, que sepas que o hago por ti. Porque me has salvado la vida y eres muy bueno conmigo y porque te quiero tío Clive, pero… tengo miedo. Espero que todo vaya bien.

-No te preocupes, siempre me tendrás a mí-dice mi tío guiñándome un ojo.

Suelto una risita tonta, siempre me hace reír.

Me presento:

Me llamo Stella Jaimison y tengo 16 años. Mis padres murieron cuando yo tenía 8 años. Nadie en mi familia me quiso decir la verdadera causa, al igual que nadie quería hacerse cargo de mí. Sin embargo, mi tío Clive que por ese entonces contaba con tan solo 20 años y toda la vida por delante, decidió hacerse cargo de mí. Le estoy muy agradecida por ello. Es muy bueno conmigo. No tengo nada de especial salvo quizás que toco la guitarra. En realidad sé tocar toda clase de guitarras pero la acústica es mi favorita. También sé tocar el piano. Hablo inglés y japonés perfectamente. Y… eso es todo. Una última cosa, soy una gran fan de toooodas las historias de amor, sin excepciones. No os podéis imaginar lo romántica que soy.

-Despierta, Stella, levanta.

-Nggg… no quiero…

-Eh, el avión va a despegar y te va a llevar con él como no salgas.

Ante las palabras de mi tío, me doy cuenta que acabamos de aterrizar en Japón. El camino en coche me resulta rápido. Llegamos al apartamento que tiene en Tokio. Mientras paseo por las habitaciones pienso en cómo voy a decirle que he decidido ir a una academia de música en la que estaré interna y lejos de él. No creo que tenga problemas con eso, aunque a veces es muy sobreprotector.

-Tío Clive, tengo que hablar contigo- le digo muy seria.

Le cambia la expresión y me dice:

-Vale, sentémonos en el sofá.

Se trata de un sofá de color blanco. Es enorme y con una estructura moderna. Cuadrado completamente. Forma una U y tiene una mesita baja de cristal en medio. Casi toda la distribución del apartamento tiene ese estilo moderno. Nos sentamos el uno frente al otro, la mesa en medio.

-¿De qué querías hablarme? Lo cierto es que la expresión que has puesto me ha desconcertado.

-No… C, no es eso- suelo llamar a mi tío C, eso le gusta- no es nada malo, espero.

-¿Qué quieres decir?

-Pues… la verdad es que no sé como reaccionará, por eso estoy nerviosa.

-Sabes que puedes confiar en mí, habla.

Es verdad lo que dice mi tío. Puedo confiar en él. Es más, tengo confianza plena en él. Es un hombre atractivo, joven, con mucho potencial. Aún no me explico como se ofreció a cuidarme.

-Bien, he decidido la escuela a la que quiero asistir.

-No veo el problema- me dice con tranquilidad. Obviamente sabe que no he terminado.

-No he terminado. La escuela a l que quiero ir es una academia. La Academia Saotome.

-…- Clive está pensativo, creo que es buena señal- Stella, conozco esa academia, y si es lo que quieres, te ayudaré a conseguirlo.

Salto por encima de la mesa y lo abrazo.

-¡Muchas gracias, tito!

-Eh, eh… frena. Eso de tito no suena bien. Antes que nada, ¿cual de las ramas escogerás? ¿La rama para ser idol o la de compositora?

-No sé que es lo que se me da mejor, la verdad.

De esta forma mi tío empieza a hacerme algunas pruebas. Descubre que tengo pánico escénico.

-Stella, creo que vas a tener que decidirte por la composición. Es increíble como te bloqueas en el escenario. Desde luego no te pareces a tu pa…- cierra la boca de golpe y vuelve la cara como si hubiera estado a punto de decir algo que no debía.

-¿Qué ibas a decir?

-Nada- me dice cortante. Y no insisto porque sé que cuando se pone así no hay manera.

-Vale, el examen de admisión es la semana que viene. Estudiaré mucho hasta entonces.

He terminado el examen y voy a la salida a esperar a que C me recoja. Por desgracia, me pierdo en los recovecos de este enorme edificio. Salgo por una puerta y me encuentro en medio de una parte de os jardines llena de girasoles. No veo ninguna salida así que me pongo a caminar sin rumbo. Encuentro un banco y me siento porque estoy muy cansada. La verdad es que es desesperante. Menudo sentido de la orientación el mío. Me pongo a mirar al infinito y de repente vislumbro en el suelo algo de un rojo intenso. Me levanto y lo recojo. Es un móvil con un curioso adorno. Es ese tal Piyo-chan tan famoso. Entonces se me ocurre llamar a mi tío para decirle lo que me ha pasado. Instintivamente guardo el móvil perdido en el bolsillo para buscar a la dueña.

-Clive… me he perdido. Sí… ¿Cómo? ¿Me estás viendo? ¡Es verdad, veo el coche! Ya voy- cuelgo el móvil. Resulta que estaba al lado de la salida. Me monto en el coche y suspiro aliviada.

-Stella, eres increíble. Solo a ti puede ocurrirte algo así.

-Sí… ¡oh! Espera, tengo que buscar a la dueña de esto- le digo enseñándole el móvil rojo.

-Mejor será que envíes un mensaje a alguno de los contactos y que informe a la dueña para que quede contigo y se lo devuelvas- dice mi observador tío.

Cuando hemos llegado al apartamento y me he duchado y puesto el pijama, decido enviar un mensaje. Hay varios números en favoritos. Decido escoger uno al azar de la lista. Envío el siguiente mensaje a un tal Tokiya Ichinose:

"He encontrado este móvil perdido en la academia Saotome y me gustaría devolverlo. Si puedes comunicar con la persona a la que pertenece y pedirle que me diga un día, un sitio y una hora para citarnos y devolvérselo, estaría agradecida. Gracias."

Poco después me llega un mensaje en respuesta:

"Gracias por ser tan considerada, si te parece bien, os citaréis mañana a las seis de la tarde en la fuente del centro Hanaseko."

Contesto afirmativamente. Me pongo a pensar que es la primera vez que me ocurre algo así. Me duermo imaginando como puede ser la dueña del aparato. Estoy nerviosa.

Estoy en la fuente sentada esperando. No sé porque demonios lo he hecho, pero me he arreglado bastante. Es absurdo pero quiero causar buena impresión. Algunas veces puedo llegar a ser realmente tonta. Veo a un chico pelirrojo que se me está acercando.

-Hola- me dice con una sonrisa radiante- ¿Eres tú la que tiene mi móvil?

-S…sí- respondo sorprendida. Nunca me hubiera esperado que el dueño fuese un chico. No me lo había planteado, así que me ha pillado por sorpresa.