Últimamente estoy de bajón, nada nuevo realmente, así que he decidido actualizar antes de hora porque los reviews son una de las pocas cosas que me animan :D

Ya estamos en el último capítulo, casi no puedo creérmelo.


Capítulo 23: Unos cuantos toques finales

Ace gimió, clavando con más fuerza los brazos en la alfombra para no caerse de puro placer, sin dejar en ningún momento de moverse, siguiendo a Marco en cada embestida, manteniendo el ritmo que este, arrodillado tres él y con las manos en sus caderas, marcaba.

-Oh, jodeeeer… -gimió Ace, cerrando los ojos con fuerza por un momento cuando el rubio aceleró el paso.

-¿Ya no puedes más? –Preguntó la voz de Marco muy cerca de su oído, un evidente toque de burla mezclado en su ronco tono de placer.

-Y una mierda que no –gruñó Ace, haciendo fuerza con uno de sus brazos para sostener su peso sobre él y levantando el otro, girándose como pudo en aquella posición y, llevando la mano al rostro de Marco, atrayendo al hombre para besarlo con fuerza sin que ninguno de los dos dejase por eso de moverse en ningún momento.

Marco gimió contra sus labios y, sonriendo con satisfacción, Ace se separó, volviendo a apoyarse sobre ambos brazos en la alfombra y gimiendo con más fuerza cuando Marco, con eso, pareció aún más motivado para moverse con fuerza dentro de él.

Una mano envolvió su abandonada polla y comenzó a moverse sobre ella, acercando al joven al orgasmo y haciendo que, cuando Marco se vino dentro de él con un ronco gemido ahogado contra la piel del cuello de Ace, el chico lo siguiera y se derramara con fuerza sobre la alfombra.

Marco salió de él con cuidado y ambos se dejaron caer sobre la cómoda superficie, respirando pesadamente y apoyados el uno contra el otro. Ace se colocó con la cabeza sobre el pecho de Marco y este lo rodeó con un brazo.

-Creo que vas a tener que lavarla después de esto –dijo Ace, refiriéndose a la alfombra.

Marco se rio.

-Bueno, ya iba siendo hora de quitarla de todas formas. Hace demasiado calor.

-¿Vas a dejarme sin alfombra? –Preguntó, en un tono indignado, Ace.

Marco comenzó a acariciarle la espalda, riéndose.

-Estoy seguro de que se me ocurrirá alguna forma de compensarte por ello.

-Más te vale –dijo Ace, tratando de fingir sin éxito que estaba molesto.

El moreno comenzó a dibujar distraídamente patrones en el pecho de Marco. Por alguna razón siempre acababa delineando llamas.

-Ven a vivir conmigo.

Ace se incorporó tan deprisa que casi le dio un tirón en la espalda. Lo miró, con los ojos abiertos como platos. Marco lo miraba, serio, desde su posición aún tumbada en la alfombra.

-¿Qué?

-Vive conmigo –repitió Marco.

Ace se quedó callado un momento.

-¿En serio?

Marco levantó una ceja.

-Acabo de pedírtelo, ¿no?

Sonriendo de oreja a oreja, Ace se abalanzó sobre él, besándolo con ganas.

-Pues claro –dijo al separarse.


Ace entró en el que pronto dejaría de ser su piso y se encontró a Law sentado en el sofá leyendo un libro, como era bastante habitual en él.

-Me mudo –anunció, alegre.

Law levantó la mirada del libro.

-¿Cuándo?

-Hoy.

Law se quedó mirándolo, impasible, por largos segundos.

-Gracias por avisar con tanta antelación –dijo su amigo, el sarcasmo evidente en su voz.

-Es que acabo de decidirlo –se defendió Ace.

-Mañana hay que pagar el siguiente alquiler.

-Ya lo sé. Puedo pagarlo igualmente, si eso es lo que te preocupa. Al abuelo le dará igual –sugirió, algo dudoso. No había pensado en que dejaba tirado a Law con el piso cuando había accedido a irse a vivir con Marco.

Law se quedó en silencio un momento antes de, lentamente, comenzar a esbozar una sonrisa ladeada que Ace conocía muy bien.

-No será necesario.

Ace contuvo las ganas de dar un paso atrás.

-¿Qué vas a hacer?

Sin dejar de sonreír, Law cerró el libro sin molestarse en marcar la página y se puso en pie.

-Nada de lo que tengas que preocuparte, te lo aseguro.

-… Espero que no te mate –dijo Ace, aventurándose a hacer una suposición.

Law se rio.

-Por eso tampoco tienes que preocuparte, tranquilo. Anda, ve a hacer la maleta.

Sonriendo de nuevo, Ace se fue a la que iba a dejar de ser su habitación.

-¿Sabes? –Dijo, sabiendo que se lo oiría perfectamente desde cualquier punto del piso–. Voy a echar de menos vivir contigo, aunque seas un desastre que se deja los libros y la ropa tirados por todas partes.

-Tú tampoco eres el epítome de la limpieza, precisamente –escuchó la respuesta de Law–. Creo que me acostumbraré a no tener envoltorios de comida hasta en el cajón de los calzoncillos, pero por lo demás puede que hasta te eche de menos.

Ace se rio y escuchó cómo desde algún otro punto de la casa Law se reía también.


Eustass Kid había estado en el agradable proceso de planear la lenta y terriblemente dolorosa muerte del imbécil de uno de sus profesores, tirado inelegantemente en el sofá, cuando escuchó la puerta abrirse. Se sentó, comenzando a sonreír ampliamente, sabiendo que Law era el único que tenía llave de su casa y que sería la forma perfecta de deshacerse del mal humor que sentía. Lo vio entrar, empujando la puerta con un pie y pasando cargado con una caja de aspecto pesado.

-¿Más libros? –Preguntó Kid. Desde hacía varios meses, su casa se había ido llenando de forma sistemática de toda clase de libros traídos por el moreno, además de la ropa que el otro tenía allí. Lo de la caja era nuevo, sin embargo, lo normal era que se los estuviera leyendo cuando venía y se los dejara, pero bueno.

-En esta caja al menos, sí –respondió Law, dejándola en el suelo pegada a la pared–. Tengo más en el coche, ¿me ayudas a entrarlas?

Kid lo miró, desconcertado.

-¿Más? ¿Y qué haces tú con cajas en el coche?

Law le dedicó una mirada que expresaba muy claramente lo que opinaba de la inteligencia de Kid en ese momento.

-¿No es obvio? Me mudo.

-Que te… ¡¿QUÉ?! –Gritó Kid, poniéndose en pie de un salto.

-Que me mudo, Eustass-ya: me traslado, me cambio de casa, me vengo a vivir aquí… ¿necesitas más sinónimos?

-¡¿Y a santo de qué coño has decidido eso?! –Siguió gritándole, avanzando hacia él.

Law ni se inmutó.

-Ace se va a vivir con Marco y he pensado que, dado que paso aquí más tiempo que en mi propia casa, sería estúpido seguir gastando el dinero del alquiler cuando esta casa tiene espacio más que suficiente para ambos.

-¡¿Y no se te ha ocurrido hablarlo conmigo antes de presentarte aquí con todas tus cosas?!

-No creí que hubiese ningún inconveniente, la verdad.

Kid fue a gritarle algo más, pero se quedó callado. Lo cierto era que no tenía nada en contra de que Law se viniese a vivir con él, de hecho le parecía una gran idea que lo hiciera.

Sonrió.

-Vas a tener que pagar alquiler.

Law levantó una ceja.

-¿Esta casa no estaba ya pagada?

-Sí, por mí, así que me tienes que pagar alquiler.

Law sonrió también.

-Bueno, Eustass-ya, estoy seguro de que llegaremos a un acuerdo satisfactorio para ambos. Pero antes, ¿me ayudas a entrar mis cosas? No me fio mucho de los vecinos.

Kid se rio.

-Ni en este barrio robarían en esa cafetera que tienes por coche.

Law le dirigió una mirada indignada.

-Esa "cafetera" es un vehículo perfectamente funcional, muchas gracias.


Law dejó la última maleta junto al pequeño montón de cajas, bolsas y maletas que habían hecho en una esquina de la habitación principal, apartado de donde pudiera molestar al paso.

Después de todo, ahora no iban a colocar nada.

Sonrió al escuchar a Kid, tras cerrar la puerta de la calle, acercarse a él por detrás, y no se sorprendió cuando, agarrándolo por el cuello de la camiseta, lo giró y le dio un demandante beso en los labios al que Law correspondió de inmediato.

Separándose de él, Kid le dedicó aquella enorme sonrisa que incomodaba a tanta gente, pero que a él le mandaba un escalofrío placentero por todo el cuerpo cada vez que la veía.

-No tienes ni la más remota idea de en lo que te estás metiendo –dijo Kid, y Law sonrió, reconociendo al instante aquella frase.

-¿Ah, no? –Preguntó, su tono mezcla de sugerente y desafiante.

-Vas a arrepentirte –siguió Kid, sin perder en ningún momento la sonrisa juguetona, una de sus manos bajando a apretar el trasero de Law.

Este se mordió el labio para no gemir.

-Lo dudo –dijo, manteniendo a duras penas la calma.

Soltándolo, Kid avanzó hacia la cajonera junto a la entrada y abrió el cajón más alto de todos.

-No quiero oírte ni una palabra, a menos que sea para suplicarme que pare. Gritar puedes hacerlo tanto como quieras. Desnúdate.

Sonriendo, Law comenzó a hacer lo que le había dicho, y para cuando Kid se giró, con un objeto muy familiar sujeto entre las manos, Law ya estaba completamente desnudo en medio de la sala, justo bajo el punto del techo que Kid necesitaba.

Kid se acercó a él y lo cogió de una muñeca, cerrando uno de los extremos de las esposas de cuero alrededor de esta, y Law no opuso resistencia cuando le levantó el brazo, pasando la cadena por el agujero en la viga del techo antes de hacerle levantar el otro brazo y esposarle esa muñeca también.

-A ver si por una puta vez te estás quieto –murmuró Kid contra su oreja, lamiéndola inmediatamente a continuación. Law jadeó.

Una de las manos del pelirrojo lo rodeó y se posó en su cuello, comenzando a bajar despacio por él, pasando a su pecho y rozando uno de sus pezones, apretándolo entre dos de sus dedos antes de pasar al otro. Gimiendo, Law se movió hacia atrás, pegando su cuerpo desnudo al todavía vestido de Kid. Al ponerse de puntillas hizo que su trasero entrase en contacto con el miembro erecto y atrapado por el pantalón del pelirrojo.

Kid gimió.

-Estate quieto, joder –dijo, haciendo que Law sonriera de nuevo. Aquello no estaba en las órdenes originales. Kid bajó la mano hasta la erección de Law y la rodeó con fuerza.

Esta vez fue el moreno el que gimió.

Girando la cabeza, Law le sonrió con picardía y se pasó la lengua por los labios. Kid lo besó.

Soltándolo un momento, Kid se apartó y Law escuchó tres cosas: la cremallera de su pantalón abriéndose, tela moviéndose a toda prisa y el ruido de algo cayendo al suelo y rodando por él. Entonces Kid volvió a estar prácticamente pegado a su espalda, una mano de nuevo acariciando su erección y, sin previo aviso, un dedo cubierto de lubricante se metió en su entrada.

-Te he dicho que podías gritar, no gemir como una nenaza –volvió a murmurar Kid contra su oído, acelerando el movimiento de la mano en su polla y haciendo que un segundo dedo se uniera al primero en la exploración de su interior.

Law no tuvo ningún problema en hacer caso de lo que le había dicho cuando esos dedos se retiraron y esta vez fue el miembro completamente erecto de Kid el que entró en él de golpe, llenándolo por completo, y el moreno se encontró a sí mismo gritando de placer, apretando con fuerza las cadenas que lo sostenían colgando del techo, ante las atenciones que su compañero le estaba dando con todo su cuerpo.

Fin


Y aquí se termina Vidas. Oh, joder, voy a llorar T_T

Este es el primer fanfic largo que empecé de One Piece, así que es muy especial para mí: he disfrutado muchísimo escribiéndolo, incluso aunque al empezar no tenía ni idea de por dónde iba a ir la trama (en serio, escribí el lemon de Kid y Law, pero la trama no estuvo formada hasta que publiqué el tercer capítulo). Me da mucha pena que se acabe, pero hasta aquí hemos llegado con esta historia :D

Muchísimas gracias por haberme apoyado leyendo y comentando, me encanta que esta historia haya tenido tan buena acogida ^^

He empezado a publicar una de las nuevas historias, Cuando la normalidad falla, y Cartas desde el mundo la publicaré en unos días, a la vez que el último capítulo de Exploración.

Espero veros en otras historias :D De nuevo, gracias por haber leído ^^