Título: Misión Conquistar a Hinata, ¡'ttebayo!

Tipo: Long-fic.

Género: Comedia Romántica.

Pareja Principal: Naruto Uzumaki – Hinata Hyüga.

Advertencias: / Posible Ooc en algunos capítulos. /

Autora: Nahi Shite.

PRÓLOGO

Neblina.

Oscuridad.

Mis ojos se resisten a cumplir con su función natural.

Un murmullo lejano me mantiene alerta…, oigo mi nombre, sí, estoy seguro, pero es dicho con tal suavidad que a duras penas lo reconozco.

¿Quién es? Intento gritar, exclamar un poderoso "aquí estoy", pero mi boca no responde, mis labios pesan… mucho.

Neblina.

Oscuridad.

¡Blanco! Ahora el suelo es blanco…

¡Quién pronuncia mi nombre con tal insistencia! Tristeza, lágrimas… gemidos, no son míos, son ajenos.

Blanco, blanco, blanco: sus ojos.

Neblina.

Oscuridad.

Blanco: sus ojos.

Negro, oscuro…

Azabache: su cabello.

Mis oídos retumban ante su voz, siento mi corazón desbocado. Sigue llamándome… ¿quién eres? No te preocupes por mí, no llores.

—¡Naruto-kun!

El mundo tiembla. Mis ojos desorbitados fijos en el resplandor, ya no siento mis piernas; mi razón lo capta como un rayo, mi corazón se estremece.

Rojo: la sangre.

Puedo verlo. Un cuerpo herido, el rojo lo posee. Un mechón amarillo se muestra victorioso…

Ese cuerpo, mi cuerpo.

De nuevo oscuridad, neblina, siento mareo… mis párpados caen vencidos.

Tantos colores.

Blanco, azabache.

Hinata.

I.

PROMESA.

Pegados.

Así estaban sus párpados.

Un rayo escurridizo se posó sobre ellos y él, fastidiado, se protegió con sus manos del insoportable e inhumano resplandor. Inhumano, sí, inhumano, esa palabra era la correcta, ¡describía perfectamente el hecho de ser despertado a esas horas de la madrugada!

Aunque aún no había visto la hora, ni siquiera abría los ojos…, pero estaba seguro que debía ser tempranísimo.

Tan temprano que Sakura todavía no había llegado a tocar el timbre ni a tumbar la puerta de su departamento mientras lo llamaba a gritos con infinidad de insultos y reproches sólo por ir tarde al entrenamiento o a una misión, tan temprano que seguramente Sasuke ni siquiera había conectado su plancha para el cabello –¡porque estaba seguro que tenía una!-o quizá no estaría ni cepillándoselo aún, tan temprano que Kakashi-sensei seguramente no había empezado con su lectura pervertida…

¡Y eso ya era mucho decir!

En una situación así solamente se podía llegar a una conclusión: era endemoniadamente temprano y él un madrugador sin vocación.

Se removió inquieto entre las sábanas y estiró los brazos con pereza a medida que una ligera brisa le azotó el rostro haciéndole sonreír, pero su sonrisa no fue permanente, casi al instante su nariz se contrajo levemente y frunció el ceño ante un nada agradable pero muy familiar olor.

¡Demonios, cómo odiaba el olor a hospital!

Entonces su mente maquinó con su única neurona como gasolina y de golpe sus enormes ojos azules se abrieron en todo su esplendor para ser invadidos por el blanco; el blanco del suelo, de las sábanas, las paredes… Todo en ese maldito lugar era blanco y lo odiaba.

"¿Qué diablos pasó, ´ttebayo?"

Hizo un notable esfuerzo para incorporarse y un extraño, breve y punzante dolor le atravesó el abdomen. Ya sentado, descubrió con asombro las vendas que le cubrían desde el pecho a la cintura, pasando también por el hombro derecho.

—¿Una batalla…? —se cuestionó en un susurro. Frunció el ceño. No, no podía ser posible, de ser así, lo recordaría. ¡Naruto Uzumaki jamás olvida una pelea! No podía hacerlo si quería convertirse en hokage, ¡y vaya que lo haría!

Se dispuso a pensar, rascándose el mentón lentamente y entrecerrando los ojos.

No recordaba mucho.

Lo último que le venía era un leve flas-back de sí mismo caminando con una sonrisa de oreja a oreja y a paso tranquilo en dirección a Ichiraku, era el tan esperado día de "compre dos tazones de ramen con extra puerco y le encimamos uno de res" y sí: estaba emocionado, muy emocionado. Y cómo no, si se iba a llenar de ramen hasta por las orejas, pensaba comer hasta que se le "soplara" el ombligo y eso lo hacía feliz.

Sakura no había querido acompañarlo, pero eso no le molestó en lo absoluto, es más, quería comer solo, sería lo mejor… ¡más para él y menos sufrimiento para la billetera de sapo!

No más, hasta ahí llegaba la memoria.

Suspiró hondamente sintiéndose algo irritado; no era para nada agradable el estar tan desinformado de su propia vida.

Un débil gemido llamó pronto su atención y le hizo girar la cabeza noventa grados a la derecha, encontrándose con aquella figura que protagonizaba sus últimamente comunes fantasías.

Se sonrojó, podía asegurarlo.

Hinata Hyüga sentada a su lado en una silla, la cabeza recostada al borde de la camilla y los brazos esparcidos en la misma, los cabellos oscuros mezclándose con el blanco de las cobijas y cubriendo el pálido rostro femenino.

En un impulso algo atrevido se abrió camino con la yema y apartó los rebeldes cabellos para hacer contacto con la piel tibia de sus mejillas. La oyó suspirar y sintió su propia piel erizarse ante este pequeño acto… ¡Dios, habría matado por oírla pronunciar su nombre ahí y ahora!

Ahora el suspiro escapó de sus labios.

Ella se veía tan tierna, tan frágil, tan linda, tan infantil, tan tranquila, tan tímida. Era tan bella. Y él se había tardado tanto para reconocerla. ¡Idiota!

¡Y es que era un idiota universal! ¡El campeón mundial de los retrasados mentales!; En el diccionario debía aparecer su foto al lado de la palabra idiota, de estúpido, de retrasado, de imbécil, de descerebrado y mil más.

¿De qué le servía apreciarla ahora que ya era demasiado tarde? Ahora ya ambos estaban comprometidos en una relación; él con Sakura, ella con Kiba. Claro, y lo peor, lo peor de lo peor, es que fue él quien le pidió a la ninja médico que se volviese su novia y mucho antes de que Kiba intentase algo con Hinata.

Y es que pensaba que serían felices, pensaba que amaba a Sakura, pero pronto se dio cuenta de lo equivocado que estaba. Muchos fueron los factores que lo llevaron entenderlo, pero sin duda gran parte de su despertar se debió a los endemoniados celos que sentía al ver al perruno cerca de la Hyüga. No era un sentimiento normal y, después de negarlo mucho tiempo, tuvo que aceptarlo.

Celos que quemaban, que le ardían, que lo carcomían por dentro. Tenía que controlarse de la manera más increíble para no saltar y separarlo de un golpe cuando la abrazaba; afortunadamente jamás los había visto cerca de un beso, porque seguramente no hubiera podido controlarse y Kurama saldría a relucir en todo su esplendor.

Sentía celos porque en el fondo, muy, muy en el fondo siempre supo que Hinata era suya. Era suya y no quería compartirla con nadie…

Sacudió la cabeza alejando los pensamientos posesivos y retiró con lentitud sus dedos sobre el rostro de ella. Si ella estaba contenta con Kiba, entonces no podía hacer nada. Él no tenía ningún derecho a proclamarla como suya, no era nadie y, aunque le doliese en el alma admitirlo, no la merecía.

Si ella era feliz entonces él no podía intentar algo, sería injusto.

Además, estaba con Sakura, sí…

—Y llevamos una hermosa relación… —sonrió con amargura, ironía y diversión—, ella enamorada de mi mejor amigo y yo loco por ti.

¿Por qué estamos juntos? ¿Por compromiso?

—No sé, sólo estamos juntos pues, para… ¡ah!, pues para no estar solos.

Cubrió suavemente la pálida mejilla con su mano. Era adictiva su piel, su tibieza, su textura. Sin darse cuenta ya la acariciaba con lentitud, su mentón era tan fino… y sus labios…

—N-na…ru…

Abrió los ojos esperando un "to" que nunca llegó y sonrió con viveza. ¡Aquello había mandado todo al diablo!

Palpó suavemente los labios carnosos…

No se daría por vencido.

¡Yo soy Uzumaki Naruto, ´ttebayo! El futuro hokage, el hiperactivo ninja número uno de la aldea escondida entre las hojas, qué va, de todo el país del fuego. No me puedo quedar de brazos cruzados, ¡no, señor! Voy a conquistarte, Hinata-chan…

La conquistaría, la enamoraría cada día por el resto de la vida si era necesario. Aún no sabía cómo, pero lo haría.

—Es una promesa…