Hecho núm. 34

Los padres de Hermione supieron que su hija y Ron terminarían juntos algún día después de recibir la primer carta de ella desde Hogwarts donde se quejaba de un niño pelirrojo que se la pasaba molestándola.

El señor Granger amaneció esa mañana sintiéndose verdaderamente melancólico, sentado a la mesa, observó la silla vacía que había frente a él. Su esposa bebía una taza de té mientras leía el periódico, no quería hablarle de sus sentimientos porque ya lo había hecho en otra ocasión y sólo le había dedicado una sonrisa de compasión. Y es que, ¿quién hubiera dicho que la separación de su hija le afectaría más a él que a su esposa?

Pero la verdad era que, Hermione nunca había pasado más de una noche fuera de casa y ahora que estaba en ese colegio de magia, pasaría fuera todo un año. Ellos siempre habían estado juntos, se divertían juntos, salían de paseo juntos, siempre los tres, siempre juntos.

Claro que estaban orgullosos de su hija, ¿quién no lo estaría? Hermione era una niña brillante, inteligente y hermosa, seguro todo mundo en ese nuevo y emocionante lugar la amaría también. Por supuesto que la magia era algo que él no terminaba de comprender pero como su hija era mucho más inteligente que él, no tendría ningún problema al adaptarse y ser una excelente bruja, la mejor, como había sido siempre.

Contuvo un suspiro, en verdad no quería ganarse más burlas de su esposa; tendría que dejar de pensar en su hija pero ya había pasado una semana y aún no tenía noticias de ella y en todo caso, ¿cómo se comunicaban los magos? Estaba claro que no utilizaban el teléfono o el correo, tal vez con alguna clase de clave Morse o quién sabe qué clase de brujería.

Pero de todas las locas ideas que él se había formado en su cabeza, nunca imaginó que una lechuza entraría volando por la ventana de la cocina y les dejaría una carta antes de emprender nuevamente el vuelo salpicándolos con unas gotas de agua en el camino.

-Pero, ¿qué…?

Su esposa no le permitió continuar porque señaló inmediatamente el sobre que el ave había dejado en la mesa. La siempre pulcra y perfecta letra de su hija formaba sus nombres y la dirección de la casa. Al señor Granger incluso le sorprendió la aclaración de que estarían en la cocina, tal vez era cosa de magia o tal vez su hija los conocía a la perfección.

-¡Ábrela! – le dijo a su esposa emocionado, él no podía contenerse lo suficiente, podría romper la carta en su desesperado intento por leerla. Su mujer sólo sonrió mientras abría el sobre y se aclaraba la garganta para comenzar a leer.

Queridos mamá y papá:

Todo esto es emocionante, ¡ni siquiera sé por dónde comenzar a relatarles!

Hogwarts es maravilloso, todo es tan mágico y antiguo que me cuesta dormir de la curiosidad por conocerlo todo, por revelar sus secretos y recorrer sus interminables pasillos llenos de maravillas. ¡Los retratos se mueven, hablan y cuentan unas historias tan interesante que no me canso de escucharlos! ¡Me he enterado de tantas cosas!

Y la biblioteca, ¡oh, mamá, papá! Es sencillamente legendaria. Hay tantos libros que seguramente no terminaría de leerlos todos en una vida y son tan interesantes que me paso horas y horas leyendo y aprendiendo cosas nuevas. La magia es fascinante, puedes hacer de todo, desde reparar a la perfección un florero hecho añicos hasta curar terribles y mortales enfermedades.

Las clases son la mejor parte. Los maestros son personas inteligentes y preparadas, saben tantas cosas que yo estoy desesperada por aprender todo lo que ellos tienen para enseñarme. La profesora McGonagall es una bruja extraordinaria y me dijo que yo tengo un talento sin igual, que hacía años que no conocía a una bruja tan capaz como yo, ¡pueden creerlo! ¡Yo, una bruja talentosa! Creí que tendría algunos problemas al adaptarme pero todo me parece tan natural que ni yo misma lo puedo creer.

¡Estoy ganando un montón de puntos! Incluso sé cosas que muchos hijos de magos no saben y mira que vienen de generaciones y generaciones de magos y brujas… supongo que sus padres no están tan interesados como ustedes en la educación de sus hijos, en fin, ¡se me olvidaba! Quede en Gryffindor, es una de las cuatro casas del colegio, si me lo preguntan, la mejor. No quiero menospreciar a las otras casas pero la mía es simplemente genial y cada que respondo una pregunta, me dan puntos que nos ayudaran a ganar la Copa de las Casas al final del años. Es una competencia interesante que nos impulsa a dar lo mejor de nosotros.

Los jardines son maravillosos e interminables y en el bosque viven toda clase de criaturas mágicas ¡vi un unicornio! A sido de las mejores cosas que me han sucedido aquí, incluso son mucho más bonitos que en todos esos cuentos infantiles que me contaban…

La carta se extendía por tres hojas más. Donde Hermione les hablaba a sus padres de las diferentes clases que tenía, de las actividades que realizaba, de todas las cosas que aprendía pero para el señor Granger no paso desapercibido el hecho de que no mencionaba que hubiera hecho amigos, ni siquiera uno, siempre hablaba de ella y de nadie más.

Eso lo entristeció un poco. Él había pensado que en ese nuevo mundo su pequeña hija por fin encontraría a otros niños con los cuales podría relacionarse, niños que la comprenderían y la querrían por lo que era: una niña maravillosa e inteligente. Pero tal y como había sucedido en todos sus años de escuela, Hermione aún no tenía amigos, ni magos ni no magos. Los otros niños siempre la habían ignorado o habían sido crueles con ella porque era más inteligente que ellos.

El señor Granger siempre había deseado que su hija encontrara la amistad, que los niños la aceptaran porque quería que su pequeña niña dejara de sufrir por ese asunto. Él sabía que su hija podía ser algo prepotente y arrogante pero esas eran sólo barreras que ella se había creado para protegerse.

-¡Aquí hay algo sobre un niño! – dijo emocionada la señora Granger – ¡Ah, pero no…!

-¿Qué dice?

Pero la sonrisa en el rostro del señor Granger se borró al ver la mirada desilusionada de su esposa, ella también deseaba que Hermione hiciera amigos.

Pero ojala todo fuera tan increíblemente maravilloso. En mi curso hay un niño pelirrojo que se la pasa molestándome porque soy más inteligente que él y no le parece que lo corrija cuando se equivoca ¿pueden creerlo? ¿Cómo alguien puede enojarse por ese motivo? Le estoy enseñando algo, lo estoy sacando de su terrible equivocación.

En fin, es bastante corto de entendimiento y se pasa el día comiendo, es descuidado, se ríe de cualquier cosa aunque no sea graciosa, su higiene personal deja mucho que desear, se mete en un montón de problemas sólo por el placer de hacerlo, pierde constantemente puntos para nuestra casa y cree que lo sabe todo sólo porque sus padres son magos pero yo ya le demostré que no es así.

Aunque ni siquiera yo puedo negar que tiene unos ojos azules muy bonitos pero todo eso queda sepultado por su mal genio y su muy mala costumbre de discutir conmigo por todo y lo digo enserio, pareciera que su misión en la vida es llevarme la contraria hasta en el aspecto más mínimo de nuestra existencia ¡es desesperante! No saben cuánto deseo dejar de verlo.

Seguro que no lo volveré a nombrar, así que no se preocupen por ese tonto pelirrojo. Los quiero y les escribiré tan pronto como me sea posible.

Con cariño, Hermione

El señor Granger cambió una mirada de entendimiento con su mujer. Muchas cosas podían suceder en ese colegio de magia pero había una que ambos sabían sería una constante: su hija y ese niño pelirrojo. Porque Hermione nunca se había expresado así de una persona, por muy desagradables que fuera y su hija en verdad se había topado con personas verdaderamente desagradables pero ese niño era diferente, ellos lo podían sentir. Ese "ni siquiera yo puedo negar que tiene unos ojos azules muy bonitos", les hablaba de cosas que su hija nunca antes había expresado y quién sabe, tal vez solo eso era el comienzo de una bonita amistad o algo más pero eso, mucho más adelante.