Para aquellos que no leyeron el Spin-Off que tuvo Rumor Has It (El cual aún tienen la oportunidad de leer en la página de Facebook "Jesse & Rachel – sección de Notas – con nombre "The Fleeing Secret") Aquí les dejo un resumen de algunos datos que se proporcionaron en ese Spin-Off, necesarios para comprender algunos hechos en esta última parte que da un final DEFINITIVO a Rumor Has It.

Este Spin-Off nos relata los mismos sucesos vistos en la segunda temporada de Rumor Has It, pero desde la perspectiva de Jesse y no de Rachel. La historia transcurre de una manera paralela a la contada en las anteriores dos temporadas, mostrando solo a nuevos personajes.

Sugar Motta.- Una actriz que ayudara a Jesse en el proceso de huida de su tío.

Terri DelMonico.- La esposa de Ryan, quien lo ayudara a no sucumbir ante la presión de no poder encontrar a su sobrino, para poder terminar con él.

Alice James.- la sobrina de Jesse quien al igual que Sugar lo tratan de ayudar a huir de su tío, funcionando como su mano derecha.

El final de este tomo será lo que cambiara el rumbo de la historia pues sabremos que después de la muerte de Ryan, Rachel y sus amigos fueron raptados una vez más esta vez a manos de Terri y su amante Rick, para poder ella, como una conyugue legal, quedarse con el poder de la herencia. El plan de Terri había sido la base de todo desde el inicio, pues ella era quien manejaba a Ryan como su títere y ahora estaba a punto de lograr su cometido.

Después de una intensiva pelea por recuperar a Rachel, Terri y Rick son asesinados por dicha chica, pero al llegar la hora de brindar testimonios, Jesse se culpa a si mismo de dicho asesinato para protegerla y es ingresado a prisión por una condena de cinco años.

La historia termina con la liberación de Jesse, yendo a visitar a Sugar después de una de sus funciones de teatro y después sorprendiendo a Rachel, al decirle que finalmente, podrán llevar una vida juntos.

Los hechos que a continuación, se mostraran como adelanto del último tomo de "Rumor Has It" titulado "Rumor Has It Revenge" y que podrán disfrutar completo en 2013, narra lo ocurrido, 5 años después de la liberación de Jesse, y su reencuentro con Rachel.

Capítulo 1 – "Máscara"

Hace mucho tiempo que Rachel no tenía este sueño.

¿Una pesadilla recurrente tal vez? No había manera de deducirlo. Habían pasado cinco años desde la última vez que estas imágenes se habían plantado en su subconsciente. Esta vez, el sueño llego por sorpresa. Normalmente, todas las noches, cuando aún era una adolescente, Rachel anticipaba a ver esta serie de escenas en su cabeza. Rondando por ahí como si se tratara de un juego de tortura. Las gotas de sudor escurrían por su frente a medida que el sueño avanzaba. Hacía frío, aun así, ella estaba realmente abrumada.

Risas, música a un alto volumen, autos lujosos y vestidos hermosos reunidos en un solo lugar. Para cualquier otra persona esto no sonaría como una pesadilla. Para Rachel, sin embargo, el escenario, gracias a sus pasadas experiencias, parecía una prisión sin salida.

¿Acaso jamás desaparecería la marca de aquella noche? La noche que lo había cambiado todo. Aquella en donde el suceso más importante de su vida, había dado comienzo.

Ella comenzaba a caminar por los pasillos de aquel viejo colegio, al cual no había regresado desde que afortunadamente dejo de ser necesario. Ella y sus amigos habían jurado jamás volver a ese lugar. Nunca mirar atrás y seguir sus caminos en línea recta. Ciertamente, todos lo habían logrado con éxito. Pero por alguna razón, esta noche, Rachel giro la cabeza. Se detuvo unos segundos para detener su paso, y solo por una noche. Una noche de desosiego. Había vuelto a aquel lugar.

Su cuerpo tembló a causa de un escalofrío por solo un momento. Después la razón venció al miedo y fue entonces que la hora de huir dio inicio.

La caminata que había hecho con Jesse en aquel baile, siete años atrás, nunca había podido salir de la cabeza de la chica. Marcada como un estigma en la frente, Rachel cargaba con aquellos minutos, un tormento que parecía no terminar.

La paz nunca era suficiente para este tipo de recuerdos. La felicidad era efímera. Todo lo que había intentado hacer, por olvidar aquellos instantes había sido importunamente infructuoso. Ahora había que afrontar las consecuencias.

Sus altos tacones aun producían un sonido que la estremecía. Fue la carrera más larga de su vida, aunque solo hayan sido un par de metros los que recorrió.

El baile se había quedado atrás. Habían llegado a aquel estacionamiento en donde todo había terminado, mucho antes de comenzar. Él la tomo de las manos para luego acariciar su mejilla, siempre había sido un caballero.

- Llego la hora – dijo Jesse con un nudo en la garganta.

El rostro de Rachel denotaba miedo. Aun así, no dejo que él lo supiera.

- Quédate. – le dijo ella en tono de súplica.

- No puedo. Tú lo sabes. Si Ryan me encuentra… – aquel era un nombre que no había recordado hasta hoy.

En aquel momento Rachel guardaba silencio. Sabía cómo estaba funcionando aquella situación. Había sido tonto pedir que se quedara. Era prácticamente imposible. Aun así algo dentro de ella, le dijo que tenía que intentarlo.

Soltó un suspiro y después alzo la mirada. Se vio en el reflejo de sus ojos por una vez más. Suspiro. Era todo lo que podía hacer. Solo desear que algún día esto que estaba comenzando, terminara. Y que para cuando eso pasara. Aun estuviera viva.

- Te amo – Jesse parecía por completo convencido.

- Yo también te amo. – un beso que se marcaría en su piel continuaba. Ella habría deseado que nunca terminara.

Sus manos se rozaron una vez más. El sueño estaba a punto de terminar. Ella se lo sabía de memoria. No era una sorpresa adivinar cada uno de los detalles que transcurrían.

Jesse corría hacia el auto de David mientras Rachel lo miraba marcharse. El giraba la cabeza, y sonreía una vez más. Era entonces que el golpe de Santana aparecía.

Era extraño conocer los detalles de un sueño tan controversial como este. Pero aún más extraño el no poder detener nada de lo que pasaba.

Ella usualmente despertaba cuando el golpe aparecía. Pero en esta ocasión, algo era diferente.

.Aún seguía en el estacionamiento. Despertaba y podía escuchar como la música se hacía cada vez más fuerte. Era todo muy confuso. Era su oído lo único que la ayudaba a orientarse. Fue entonces que un par de manos la tocaron.

Santana había huido. Finn había ido tras David. ¿Quién era aquella persona?

- Siento que haya pasado esto – dijo una voz acogedora. - vas a estar bien

Y fue en ese momento que el sueño termino.

Cuando Rachel despertó lo primero que pudo ver frente a ella fue un vestido de gala, elegante, colgado de una manera muy arreglada en el armario. Estaba en casa. Finalmente, un poco de seguridad llego a ella.

La casa de los St James era ciertamente un perfecto hogar para la chica. Después de todo el tiempo que había pasado en aquel lugar, la gran mansión que al principio había tomado como fría y para nada hogareña, ahora era más asimilable para ella a su vieja casa. Le parecía un lugar tranquilo, en donde podía encontrar serenidad, y sobre todo, seguridad.

Ella se sentó en la cama rápidamente y dio un respiro profundo después de caer en cuenta que estaba a salvo.

- "Fue solo un sueño" – Se sorprendió de tanto tiempo que había pasado sin decir esa frase.

Ciertamente su vida había mejorado desde que Jesse se había convertido en su esposo. Todo el dolor que habían sufrido en el pasado se había quedado enterrado junto con los malos recuerdos, y ahora era solo tiempo de disfrutar el futuro.

Las empresas del padre de Jesse se habían restablecido. St Royal se había vuelto una productora a nivel mundial una vez más, teniendo a su mando dos cadenas televisivas y diversas empresas de teatro. Jesse había seguido así el legado de su padre, convirtiéndose en un importante empresario neoyorkino, recuperando la vida que antes ya disfrutaba.

Habían peleado mucho tiempo para tener este final. Era por consiguiente lógico, que cada vez que Rachel despertaba, y veía todos los lujos y nuevas oportunidades que ese matrimonio le había conseguido, no se pudiera quitar de la cabeza la idea de que ella se merecía todo eso.

Se puso de pie y camino hacia el gran espejo que estaba puesto dentro del baño de su habitación. Se miró con atención como acostumbraba a hacerlo cuando era joven, y no pudo dejar de notar que el paso del tiempo había dejado varias marcas en su cara. La cicatriz que Terri le había causado unos momentos antes de morir aún seguía presente en su frente. Nunca quiso someterse a cirugía por aquella imperfección, aunque la oferta le había sido ofrecida en múltiples ocasiones. Era una herida que por alguna razón quería recordar. ¿Cuestión de orgullo o tal vez solo era algo que no sentía apropiado remover? Nadie lo sabía a excepción de ella.

Tomando otro fuerte respiro la chica retomo las fuerzas que necesitaba para continuar con el día que tenía planeado. Esta noche era especial para ella y para su esposo, y no podía dejar que un simple sueño se interpusiera en el camino. No iba a dejarlo atrás como si nada hubiera pasado, pero al menos podía esperar, por respeto, a que el gran evento que se había preparado desde meses atrás concluyera. Después habría tiempo para aventurarse en sus viejas lagunas mentales. Este no era el momento adecuado.

Comenzó a vestirse eligiendo sin pensarlo por mucho tiempo, uno de los tantos vestidos de alta costura que ahora habían tomado por ataque su closet. A Jesse le gustaba consentirla y debido a que sus mejores amigos trabajaban en la industria de la moda, era recurrente recibir este tipo de obsequios, u ofertas de su parte.

Después de cepillar su cabello para darle un aspecto ondulado, se colocó un collar de perlas que Jesse había dejado en su mesa de noche unas horas antes con la nota "Los mejores cinco años"

Ella quería sorprenderlo usándolo antes de la fiesta. De igual manera. Ya tenía pensado que usar en aquel elegante baile.

La compañía St Royal, y sobre todo su cabeza al mando, Jesse St James, había decidido celebrar los cinco años que llevaba en funcionamiento a su vigilia con un baile de beneficencia a distintas asociaciones con labores altruistas, que Jesse había elegido con un tiempo anticipado. Este baile era el evento perfecto, para celebrar con todo el mundo también, que su vida marchaba como él siempre lo había querido. Y por último, pero no por eso menos importante. Era la manera de honrar a invitados deseados, una vez más en la casa de sus padres. Homenajeando el esfuerzo que habían hecho, para brindarle todos los lujos con que ahora contaba.

Por mala suerte para Rachel, su instinto acertado había perecido en las múltiples transformaciones que había sufrido. Y por desgracia, no pudo saber en aquel momento que el sueño de la noche anterior, se había presentado como un mal presagio. Uno que no traería cosas buenas.

La chica se puso de pie mientras un sequito de personas la seguía hasta la puerta principal de aquella mansión. Un auto se estaciono el pie del pórtico, y amablemente un hombre abrió la puerta, para después ayudarla a subir.

La casa había comenzado a ser arreglada. Y por ahora, Rachel tenía que asegurarse de que cada detalle saliera a la perfección. Antes, la chica necesitaba ayuda exterior. Un tipo de ayuda, que no encontraría en los empleados que habían invadido su casa desde una temprana hora.

Justo detrás de su auto, otro particular vehículo de color obscuro se estaciono en el mismo pórtico. Una chica dentro de él había esperado sigilosa detrás de un par de columnas aledañas a que Rachel se fuera. Al llegar el momento se estaciono frente a la casa y delicadamente bajo del auto para después avanzar hasta la puerta principal.

Era rubia y notablemente alta, su rostro estaba cubierto por dos enormes gafas obscuras, y todo su atuendo la hacía parecer una persona importante. Con una presencia imponente la chica se puso frente a uno de los empleados en el lugar que fungía como recibidor para la fiesta.

- Buenos días, ¿Es usted una invitada? – pregunto amablemente aquel hombre.

- Soy una amiga de Rachel. Quinn Fabray – dijo ella.

- Ah, lo siento, la señorita Berry se acaba de ir.

- Vengo a dejar un paquete que necesita para esta noche. Me tomara solo un momento.

- Está bien. – dijo aquel chico asintiendo. – puede pasar.

La chica hizo caso sin pensarlo dos veces y lentamente subió las escaleras hasta llegar al segundo piso. Camino como si conociera los pasillos de memoria, moviéndose con sutileza, y cuando estuvo frente a la puerta del despacho de Jesse, ella utilizo un artefacto especial para destrozar la perilla.

Rápidamente abrió uno de los cajones en el escritorio y saco un par de pliegos de papel cuidadosamente enrollados para después comenzar a doblarlos y meterlos dentro de su abrigo. Un dibujo de los planos de la empresa predominaba en aquellos documentos. Documentos que incluso Rachel desconocía hasta la fecha.

Cuando escucho ruidos afuera se puso de pie y salió rápidamente de la habitación, camino con un paso elegante por el pasillo principal del segundo piso, hasta toparse con un detalle que llamo su atención.

La puerta de la habitación de Rachel y Jesse estaba entre abierta. Ella lo noto al instante y con un solo empujón la abrió de par en par. Camino lentamente por todo el lugar una vez que estuvo dentro. Toco la cama hecha de madera y las fotografías de la pareja sobre la mesa de noche. Acaricio un par de sabanas puestas sobre el somier y después camino con la mirada en alto hacia el vestido que estaba colgado en el closet. Era el más sobresaliente, debido a su belleza.

Lo acaricio por un par de momentos admirando sus detalles, después, en una completa transformación de conducta, cuando sus ojos estuvieron repletos de ira, rasgo el vestido con su propia mano.

La chica avanzo hacia un gran espejo puesto frente a la habitación al final del pasillo, y bajándose las gafas para mirar con atención su reflejo mostro una sonrisa.

- Es cierto, me parezco a Quinn – dijo en un tono burlón.

El auto de Rachel avanzo de una manera moderadamente rápida por las concurridas calles de Nueva York, mientras la chica anotaba asuntos pendientes en su agenda y comenzaba a dudar de sus habilidades para poder llevar esto a cabo. Ciertamente nunca había funcionado como una buena organizadora. Era por eso que sobre todo, en momentos así, agradecía tener amigos como con los que contaba.

El vehículo se detuvo mientras Rachel terminaba su vaso de café y tomaba su bolso preparándose para salir. El chofer le abrió amablemente la puerta, y con una sonrisa en el rostro, Rachel agradeció el gesto que era usual en aquel hombre.

Su presencia en cualquier lugar ya no era más algo pasajero y sin importancia. Ahora las personas la notaban al entrar, y aunque muchas veces, no tenían ni la menor idea de quien era esa mujer en el atuendo costoso y con el cabello perfecto, era la confianza y la cabeza en alto con que ella caminaba, que la hacían parecer una mujer influyente e importante.

Había llegado a una de las editoriales más importantes en la ciudad, para poder pedir ayuda a la persona indicada. Subió diez pisos en el ascensor para poder arribar a su destino final.

Al llegar a la recepción saludo a la chica que atendía el teléfono, sabiendo que seguramente habría de recordar su rostro. No tuvo que dar indicaciones de su presencia, o decir a quien estaba buscando. La chica alzó el dedo en cuanto la vio pasar por el umbral principal y rápidamente la comunico con su mejor amigo.

- La Señorita Rachel Berry lo busca – dijo la chica con el tono de voz dulce que la caracterizaba.

- Agh, que molestia. Por favor dile que no estoy – dijo Kurt sabiendo que estaba en alta voz, mientras Rachel y la chica en recepción reían ante la broma.

- Ya sabe cómo llegar – dijo la empleada señalando un largo pasillo con cubículos y oficinas al costado de su escritorio.

Rachel avanzo con un ritmo lento y miro a todas las personas que trabajaban de una manera acelerada en aquel lugar, agradeciendo una vez mas no tener que pasar por aquellos aprietos y disfrutar de la tranquilidad de su casa.

Pensar estas cosas no la hacían una persona altanera. Solo que después de todo lo que había ocurrido en su turbio pasado, era usual en ella y sus amigos, estar agradecidos por lo que ahora tenía, y antes no habían podido disfrutar. Dormir sin las puertas atrancadas, conducir un auto con la seguridad de que los frenos funcionaban, asistir a eventos sabiendo que no habría francotiradores apuntando, este tipo de cosas habían desaparecido para siempre, dejando solo una sensación de tranquilidad en ellos.

Al llegar a la oficina de Kurt después de haber recorrido todo aquel camino con solo recuerdos dentro de su cabeza, sonrío al ver como su amigo miraba por la ventana, la gran ciudad que se apreciaba desde lo alto, sentado cómodamente en su silla rodante.

Toda aquella habitación reflejaba mucho de la personalidad de su amigo. El estilo en el lugar era casi lastimoso a la vista.

Había un par de muebles de madera costosa en donde se guardaban archivos. Siempre plantas nuevas que combinaran con los colores de los muros, muros que cambiaban de color al menos cada cinco meses. Y manteniendo el ambiente familiar. Una fotografía de su nueva familia, que encajaba perfectamente con la oficina de aquel nuevo profesionista.

Blaine y Kurt habían sobrevivido a cinco años de matrimonio, después de una desastrosa boda, y una no tan agradable luna de miel. Habían logrado adoptar a una pequeña niña dos años atrás, y ahora la vida de ambos parecía ser un poco más feliz.

- Déjame adivinar – dijo Kurt sin mirarla – estas entrando en pánico.

- ¿Qué me delato?

- Bueno, supongo que no vienes a ver modelos ¿O sí?

Rachel tomo asiento sin ser si quiera requerida a hacerlo. La confianza en ambos era mutua.

- No tienes por qué estar asustada – continuo su amigo dándole media vuelta a su silla esta vez. – todo va a salir bien.

- Más vale que todo salga bien. Muchas personas importantes van a estar en la fiesta de esta noche. Además de que una celebración es una gran oportunidad para que St Royal consiga nuevos clientes. Muchas cosas dependen de este evento.

- Si sigues pensando que no lo lograras, eventualmente va a pasar.

- Necesito quitarme esas ideas de la cabeza.

- Además, tienes la ayuda de dos de las mentes más brillantes de la ciudad.

- ¿Quiénes? Nadie me dijo eso.

Kurt río de una manera sarcástica.

- Quinn y yo somos subestimados por tu nueva personalidad. La antigua Rachel habría confiado con los ojos vendados.

- La antigua Rachel no tenía que organizar fiestas con un presupuesto en millones.

- Aun así, estoy seguro de que no estas ansiosa por regresar a ser ella.

La piel de Rachel comenzó a erizarse. Después negó con la cabeza fingiendo una sonrisa.

Kurt se puso de pie y comenzó a buscar entre sus papeles, el horario que Rachel tenía que seguir al pie de la letra, para lograr la perfección en el evento.

Fue entonces que la chica no pudo contener el secreto.

- Soñé con esa noche otra vez – dijo haciendo que Kurt dejara todo de golpe y se pusiera un poco más frío.

Un silencio totalmente esperado, se apodero del lugar.

El chico dio un par de pasos y giro lentamente para después recargarse en la pequeña mesa que tenía a sus espaldas, lanzando una mirada fija hacia su amiga.

El tema no era frecuentemente puesto sobre la mesa. Y no era para nada que les causara incomodidad, era solo que sentían una gran maldición cayendo sobre ellos, al comenzar a comentar sobre los detalles de los años pasados.

Era como aferrarse a aquellos días de terror que los habían atormentado, y por alguna razón, sabían en su interior que no era sano revivir nada relacionado al tema.

- No dejo de pensar que puede ser una mala señal… - Las palabras de Rachel reflejaban miedo.

- No, no – la interrumpió él – no puedes pensar en eso cada vez que tienes una pesadilla. Son solo sueños, no significan nada.

- Creo que tú más que nadie sabe que mis sueños tienden a arrastrar malos presagios.

- Eso pasaba antes. Eres una nueva mujer ¿Recuerdas?

- Extraño cuando aún me decían chica.

Liberando la tensión del momento, Kurt soltó una pequeña risa.

- Tienes veinticuatro y estas casada con un magnate. Podrías decir lo que quieras pero ese Channel te delata. Eres una mujer.

- Apesta – dijo ella.

Kurt le lanzo una mirada sarcástica.

- ¿En serio?

- No, la verdad que no.

Esa vez ambos rieron.

En ese momento alguien más se unió a la amena reunión.

- Creí haber visto a la mujer más pulcra de la ciudad por aquí – dijo Quinn entrando con actitud amistosa a aquel lugar.

- Ahí está. Ese término de "Mujer" otra vez. ¿Acaso tengo cuarenta?

- Cállate, te encanta – Rachel se puso de pie y corrió a abrazar a la rubia.

Quinn había conseguido un empleo en la agencia en la cual trabajaba Kurt y ahora ambos eran dos de los empleados más importantes en aquel lugar. Mientras Kurt se encargaba de mantener el contacto con diseñadores y marcas para campañas publicitarias que favorecieran a la agencia, Quinn era la representante de la mayoría de las modelos que trabajaban para la compañía.

A diferencia de Kurt, Quinn seguía completamente soltera. Y aunque había salido con un par de personas en los últimos años, nunca nadie había logrado que la chica sentara cabeza. El alma libre que la había representado desde el momento en que llego a la adolescencia, la había acompañado hasta estos días, en los cuales, a veces era muy necesario.

- Adivino, tienes nervios por la fiesta de hoy. – la rubia dio directamente al blanco.

- ¿En serio soy tan predecible?

- No tienes por qué estar nerviosa. Todo saldrá perfecto.

- Eso es lo que trato de decirle – replico Kurt desde su escritorio.

- Por cierto, los atuendos con los que impactaremos ya están todos listos.

- ¿Están seguros de que la temática con máscaras no está ya pasada de moda?

Kurt le lanzo un par de ojos fulminantes.

- ¿En serio? ¿Vas a hablar de moda con nosotros?

Quinn soltó una risa burlona.

- Por cierto Kurt, el abrigo que ordene para la fiesta llego. Piel original. ¿Quieres verlo?

- ¿Tienes que preguntar?

El chico que estaba sentado sobre el escritorio dio un salto veloz y se acercó hacia la rubia que cargaba una caja a cuestas. Rachel se puso de pie mientras su amiga colocaba el gran paquete en una de las mesas laterales. Los tres parecían ansiosos.

En aquel momento, un sentimiento de miedo e incertidumbre lleno aquella habitación como si se hubiera propagado alguna clase de sustancia.

La caja que contenía el abrigo de Quinn tenía trozos del animal con el que había sido fabricado cortado en muchos pedazos y la sangre escurría sobre la prenda.

- Oh por Dios – dijo Kurt cubriéndose los ojos y caminando hacia otro lugar.

Rachel lanzo una mirada fija hacia aquel animal, llenándose de miedo a causa de tan fuerte imagen.

Rápidamente Quinn cubrió la caja y trago saliva para guardar compostura.

Rachel miro a Kurt indicándole que recordara lo que le había contado unos minutos antes. El chico descifro la mirada antes de lo esperado.

- Esto no quiere decir nada Rachel – dijo Kurt.

- ¿Cómo lo sabes?

- ¿De qué hablan? – interrumpió Quinn.

- Rachel tuvo la pesadilla de nuevo – el chico hablo de una manera rápida debido a los nervios que lo habían atacado – piensa que es una mala señal.

Quinn comenzó a mover la cabeza en negación mientras abrazaba a Rachel de una manera meramente maternal.

- Esto no significa nada Rachel. Seguramente fue uno de esos activistas contra el maltrato a animales.

- Eso suena lógico – respondió Kurt.

Rachel aun parecía tener la mente en algún otro lugar.

Al mismo tiempo, ambos lanzaron su mirada hacia la caja que aún estaba puesta sobre la mesa.

- Hay que deshacernos de eso – dijo Kurt.

- Estoy de acuerdo – respondió su rubia amiga mientras avanzaba para cargar la caja y sacarla del lugar.

La chica que había llegado a visitar a sus amigos, tomo un vaso de agua mientras sumergía su mirada hacia la gran ventana que tenía enfrente. Dio un respiro profundo, mientras trataba de convencerse de que las palabras "Es solo un sueño" aún tenían un significado valido.

Con la mirada fija en una de las fotografías que estaban puestas sobre su escritorio, Jesse se tomó un momento para digerir todo el tiempo que había pasado a su costado sin que él se hubiera dado cuenta. Aquel niño en el retrato, aferrado del regazo de su madre y tomando la mano de su padre en su cumpleaños número cinco, había quedado sepultado bajo muchas tragedias casi una década atrás.

La foto de Rachel residía a un lado de aquella en donde su familia aun lucia completa, como un recordatorio de la recompensa que había tenido por su perseverancia. El sacrificio parecía ahora casi invisible, sabiendo que tenía a aquella mujer por la que había peleado tanto tiempo.

Broady irrumpió en el lugar con ese aspecto despistado con el que siempre se presentaba ante su jefe y cargando varias pilas de papel en las manos. Aquel chico lucia siempre impecable en trajes costosos, con zapatos lustrados y un cabello cuidadosamente peinado. Era su presentación lo que mejor promovía su forma de trabajo. Era el mejor asistente que Jesse había tenido en mucho tiempo. Su eficiencia había sido determinante desde el día en que lo había contratado. Era siempre muy anticipado a los asuntos con los que trataban y podías contar con él en cualquier momento.

Jesse suspiro cuando vio todo el papeleo que su asistente dejaba sobre el escritorio, sabiendo que este no era el día indicado para hacerse cargo tanto trabajo.

- Lo sé, lo sé – dijo el chico – este es un día de festejo. Pero estos papeles son urgentes para el evento en Londres y aún no están autorizados. Solo le tomara un momento.

- ¿Debería escucharte no? – la relación de ambas personas se había tornado en una de confianza y respeto, que también rayaba en la amistad, en ocasiones como estas.

- Es cierto.

Jesse tomo un bolígrafo y comenzó a firmar algunos de los documentos que su asistente le había entregado para complacerlo sabiendo que solamente se preocupaba por que el trabajo tuviera un buen desarrollo.

- ¿Ya estás listo para esta noche? – pregunto Jesse amablemente mientras seguía brindando sus firmas en aquellos acuerdos.

- Prepare todo desde hace un par de semanas. Estoy seguro de que el baile para la recaudación será todo un éxito.

- No, me refiero a que si estás listo para estar con nosotros en la fiesta, dando la mejor impresión para St Royal.

El chico se quedó perplejo.

- No sé si debería. – dijo sonriendo un poco halagado. – solo personas muy importantes estarán ahí.

- Es por eso que no puedes faltar – dijo Jesse disfrutando del rostro asombrado que tenía Broady – eres por mucho el mejor asistente en el mundo, y aunque me gustaría tenerte en la empresa por siempre, o al menos hasta que Rachel me obligue a retirarme – hizo una pausa para sonreír – me gustaría también que encontraras la manera de llegar más alto, y conociendo tu buen trato con las personas, estoy seguro de que alguien en esa fiesta podría ofrecerte un empleo mejor pagado, o tal vez un puesto mayor.

Broady aún seguía sin creer lo que estaba escuchando.

- En serio. Deberías intentarlo. – volvió a decir el amable jefe.

- Bueno. Si esta tan impaciente por deshacerse de mi – ambos compartieron la gracia de aquella broma – estoy seguro de que puedo aparecer por ahí esta noche.

- Eso espero.

Intercambiaron un apretón de manos y después el chico comenzó a alejarse para dejar a Jesse continuar con su recuento de daños mental.

- ¿Hay algo más que pueda hacer por usted?

- Creo que has hecho todo lo que pudiste – dijo Jesse. – pero gracias.

- ¿Está seguro?

- Muy seguro, Rachel estuvo trabajando en todo por meses, nada esta noche podría salir mal.

Su mirada en aquel momento reflejo honestidad pura. Sin saber lamentablemente que a veces ese sentimiento, era solo ingenuidad disfrazada. Broady salió de la oficina mientras Jesse se ponía de pie frente a la gran ventana que residía a sus espaldas, perdiéndose en sus memorias bajo el efecto panorámico del lugar.

Y así fue como la noche dio paso a que el esperado evento llegara. La gran mansión se había transformado por completo. Parecía aun una casa lujosa, pero al momento de entrar a ella, te sentías más bien como en una dimensión distinta. Denotaba el esfuerzo que se había tenido en su realización, y la sensación que te brindaba estar bajo esos costosos candelabros y ostentosos arreglos, era indescriptible.

Sentados en mesas elegantes estaban algunas de las personas más influyentes de la ciudad. No todos dedicados a la industria del entretenimiento, sino que también algunas figuras políticas, abogados, inversionistas e incluso diseñadores, habían hecho acto de presencia esperando disfrutar de una amena velada.

Las mesas estaban circularmente acomodadas alrededor del salón principal, dejando un extenso espacio para aquellos que disfrutaban de la música bailando con sus acompañantes.

Las luces amarillas con un tinte dorado le daban un aspecto elegante aún más acentuado.

Había un par de escaleras que rodeaban el salón principal y que conducían al segundo piso de la casa en donde predominaban los dormitorios. Varios pasillos partían a los costados dando lugar a las habitaciones en las cuales Rachel y Jesse acostumbraban a hospedar a sus invitados en noches largas como esta.

Kurt y Blaine se habían quedado en una de las más grandes debido a que su hija los acompañaba a todas partes. Por otra parte, Santana y su hijo Eric se hospedaban a su lado mientras la habitación de Quinn se encontraba al otro lado del pasillo.

Los niños habían caído rendidos casi al mismo tiempo que el sol había comenzado meterse, y ambos ahora dormían en la habitación de Kurt y Blaine. Ali, la hija de la pareja antes mencionada era una pequeña niña de ojos color miel y cabello castaño similar al de Rachel, tenía un par de mejillas rojas que llamaban la atención de todos al instante al igual que una linda sonrisa inocente. Eric era prácticamente la viva imagen de su padre. Un niño muy alto para su edad, con una mirada torpe e inocente.

Santana esta ya abajo conversando con algunos ex compañeros de la preparatoria que también habían sido invitados. Mientras tanto Kurt y Quinn acompañaban a Rachel en su habitación, ayudándola a cambiarse y a guardar compostura. La chica tenía que bajar en veinte minutos a hacer la clásica caminata al lado de su esposo saludando a todas las personas que se habían reunido en su causa. Era bueno saber, por otra parte, que esta vez la atención se centraría en ella por una razón para nada problemática.

- ¿Dónde está tu vestido? – dijo Kurt mientras Quinn terminaba de peinar a Rachel al otro lado de la habitación.

- Es lo primero que ves cuando abres el closet – respondió la chica.

- Trabaje mucho en esta pieza Berry, es mejor que no esté arrugado.

- Lo cuide como a mi vida – dijo ella.

En ese momento Kurt miro el vestido destruido y pensó que tal vez Rachel estaba hablando con sarcasmo.

- ¿Es en serio? – dijo desconcertando a las otras dos.

- ¿Qué? – pregunto Rachel.

- Esta roto.

La chica se puso de pie y comenzó a caminar rápidamente hacia su amigo. Kurt tenía el vestido en sus manos, el cual presentaba una enorme rasgadura a su costado.

- Te juro que estaba bien esta mañana.

- ¿Alguien más estuvo aquí?

- La casa estuvo llena de personas, pero nadie sube nunca al segundo piso.

- Bueno, no solían hacerlo, es obvio que ahora sí.

- No hay tiempo para buscar al culpable – dijo Quinn – solamente hay que tratar de arreglarlo.

- Está completamente destrozado. No hay manera de hacerlo. – dijo Kurt sin dejar de mirar el daño.

- Tengo en mi habitación algunas de las piezas, que usamos en la sesión ayer. ¿Crees que algo sirva?

- Hay una pieza en color negro – dijo Kurt asintiendo – podemos hacer que se le vea bien.

La rubia corrió hacia afuera mientras Rachel y Kurt seguían mirando con tristeza aquel vestido arruinado.

En cuanto Quinn llego con aquella pieza ambos comenzaron a arreglar a Rachel, no había mucho tiempo e hicieron lo que pudieron para que luciera perfecta.

Notando que Rachel lucía un poco pálida después de lo que había pasado Kurt se acercó con su antifaz y comenzó a atarlo alrededor de su rostro, mientras decía algo en su oído para relajarla.

- Recuerda lo que significa esta noche para todos nosotros – comenzó Kurt mientras Rachel estaba frente al espejo – hace un par de años los tres habríamos estado temblando del miedo esperando solo a que algo malo y aterrador nos ocurriera, pero hoy, podemos decir con certeza que esos tiempos se fueron para siempre, ahora solo hay que disfrutar de la fiesta sin el temor de salir heridos. Estamos celebrando nuestra libertad

- Rachel. El final que nos merecíamos.

Los ojos marrón e intensos de Rachel rápidamente resaltaron a través de esa mascara que le había sido puesta. Sonrío lentamente disfrutando el momento, mientras sus otros dos amigos se preparaban para salir junto con ella. Las palabras de Kurt aun resonaban en su cabeza. "El final que se merecían". Era lo único que debía estar presente en esos momentos.

Quinn tenía puesto un vestido rojo que resaltaba sus ojos esmeralda y el cabello amarillo que la caracterizaba. Mientras Kurt tenía puesto un traje clásico en negro y blanco con un par de zapatos brillantes que había escogido y guardado él mismo para la ocasión.

Cuando Jesse abrió la puerta de la habitación Quinn y Kurt salieron de inmediato para darle un momento a la pareja. Ambos se dirigieron hacia el salón principal mientras Jesse se acercaba con las manos en los bolsillos y una sonrisa amable hacia su esposa.

- Te ves hermosa – dijo antes mencionar cualquier otra cosa.

- Terminare haciéndome adicta a los halagos – dijo ella sonrojándose un poco más.

- No tiene nada de malo. Después de todo son merecidos.

- ¿Sabes? Todos hablan de merecer cosas en estos días y la verdad aun no logro comprender a que se refieren.

- Tuvimos una vida difícil. Es nuestra manera de mantener vivo nuestro orgullo mostrándole a las personas que un grupo de sobrevivientes está a punto de ser visto.

- Fue una pelea que nos quitó mucho.

Jesse se acercó hacia Rachel y tomándola de la barbilla cariñosamente la hizo mirarlo a los ojos.

- Mira a tu alrededor mi amor – dijo él haciendo que Rachel obedeciera - ¿No crees que no dio aún más cosas?

Ella lo miro por un momento para digerir y guardar esa imagen, y después se puso de puntillas para besarlo.

- Ahora si estoy lista – dijo entusiasmada.

- Después de usted – dijo Jesse señalándole la puerta.

La pareja comenzó a bajar las escaleras tomados del brazo mientras todos los invitados los miraban con una sonrisa en el rostro. Al llegar a la planta baja, la caminata de saludos comenzó, hasta llegar al punto en que ambos tuvieron que separarse y caminar cada quien hacia sus respectivos invitados.

- También te habrías llevado la corona esta noche – dijo Santana detrás de Rachel cuando tuvo la oportunidad de alcanzarla.

- Hola – grito Rachel llena de emoción abrazando a aquella amiga que no veía desde hace mucho.

- prometo no golpearte esta vez.

- Eso espero – respondió Rachel mientras ambas reían.

- ¿Dónde está Eric?

- Durmiendo, él y Ali no soportaron tantas horas despiertos. La verdad es que es una ventaja. Lo quiero demasiado pero es una pesadilla cuando esta cansado. Tiene el mismo temperamento que Finn.

- Lo recuerdo… - dijo Rachel sin poder evitar la incomodidad al tocar el tema. - ¿Cómo esta él?

- Bueno, voy a visitarlo cada mes. Le llevo fotografías y algunos dibujos que Eric le hace.

- ¿Qué piensa el de su papá?

- Le explique qué significaba el divorcio y ahora el comprende porque no vivimos juntos. Solo que a veces me duele cuando pregunta porque nunca lo ve.

- ¿Finn no te deja llevarlo?

- No. Se niega a que Eric lo vea en la prisión. Sé que eventualmente tendrá que saberlo, pero por ahora me gustaría respetar su decisión.

Ambas se quedaron en silencio mientras recordaban a aquel chico por el cual ambas habían caído perdidamente enamoradas alguna vez.

- En fin, esta no es una noche para hablar de esas cosas. Estamos festejando.

Rachel sonrío un poco incomoda al notar como las palabras de Santana salían por compromiso de su boca, tratando de disimular su apatía ante el tema.

- Te alcanzo después ¿Si? Kurt y Quinn deben andar por aquí.

- Estamos en la mesa cinco.

- Los buscare después – Rachel dijo esta última frase mientras su esposo la tomaba de la mano y la obligaba a caminar con él.

Después de saludar a más de una docena de personas Jesse la llevo hasta el centro de la pista, y mientras la banda que habían contratado tocaba un vals lento, él la hacía moverse al ritmo de aquella tonada dejando al lado los otros pensamientos que tenía metidos en la cabeza.

Rachel no pudo evitar soltar una pequeña carcajada provocando que Jesse hiciera lo mismo. Después ambos comenzaron a dar vueltas, siguiendo la coreografía que hace unos años habían aprendido de manera obligatoria en otros eventos de caridad.

- Esto ya casi termina – dijo Jesse haciendo que ella lo mirara desconcertada – La fiesta – Aclaro – ya todo está por terminar, y después volverás a sentirte tranquila.

- Eso espero – dijo ella con una alta dosis de honestidad. – creí que no sobrevivirá a la primera hora pero a estas alturas, en verdad, me siento orgullosa de mi misma.

- Sabía que podrías lograrlo.

- Mentiroso. Estabas esperando el momento preciso en el que me iba a quebrar. Te vi vigilándome desde el otro lado de la habitación.

- ¿Qué puedo decir? – dijo él riendo burlonamente – tendrías que haber visto tu rostro blanco al inicio de la fiesta. Lo único que hacía era preocuparme por ti.

Ambos seguían bailando cada vez más lento.

- ¿Cómo te ha ido con los inversionistas? – pregunto ella un poco curiosa.

- Bien, en realidad. Solamente me falta uno. El más importante de hecho.

Ella pudo notar como su rostro se ponía pálido.

- Mira nada más. Los roles se invirtieron. Ahora es otro quien está nervioso.

- ¿Qué esperabas? El hombre tiene una empresa tres veces más grande que la mía. Viene haciendo su fortuna desde hace décadas, y yo solo tengo cinco años en la carrera.

- No te había visto ser intimidado en mucho tiempo.

- No lo estoy.

Esta vez fue ella quien sonrío.

- ¿Crees poder acompañarme a verlo?

- Solo si admites que tienes miedo

Él la miro siendo entretenido por la tortura que comenzaba a presenciar.

- Eres tan mala – le replico.

- Me lo debes – dijo ella siguiendo el juego.

- Está bien. Acepto. Tengo miedo. ¿Ahora si me acompañas?

- Solo si prometes no esconderte debajo de mi vestido.

Jesse movió la cabeza en negación mientras la tomaba de la mano y la conducía a una de las mesas en los costados.

Aquel hombre iba acompañado por todo un conjunto de guardaespaldas, ordenadamente acomodados en varios puntos del gran salón. En cuanto Jesse se acercó de la mano de Rachel, varios de aquellos tipos pusieron sus ojos sobre él.

- Señor Crawford – dijo el joven anfitrión al llegar frente a aquel hombre. Le estrecho la mano y el saludo fue respondido.

- Jesse St James. El nuevo rostro de St Royal – dijo aquel hombre con una risa que denotaba hipocresía.

- Es un placer.

- Igualmente. Esta es una fiesta muy buena por cierto. No había disfrutado de un ambiente tan agradable en mucho tiempo.

- Me alegra que le haya gustado. Pero en realidad no me gustaría robar el crédito por esto. Todo lo que ve lo planeo mi esposa. Rachel Berry – en ese momento Rachel se acercó y estrecho la mano de aquel hombre.

Hubo un intercambio de miradas mientras ambos sonreían.

- Tiene una esposa muy hermosa

- Lo sé – respondió Jesse. Ella solo guardaba silencio sonrojada.

- Hizo un muy buen trabajo preparando todo esto señorita Berry. Como dije antes, he disfrutado mucho la estancia en esta fiesta.

- Tenía que ser todo perfecto – dijo ella hablando con cautela – es una celebración importante para ambos – mientras hablaba acariciaba el hombro de Jesse – así que el esfuerzo fue completamente impulsado por la alegría.

- ¿Qué es lo que festejan? Si se puede saber.

- Bueno, primero los cinco años de la empresa corriendo bajo mi mando.

- Ese tío tuyo hizo un mal trabajo.

Jesse trago saliva al escucharlo.

- Me alegra que el verdadero heredero este ahora a la cabeza – continuo diciendo aquel hombre.

- También celebramos nuestra… libertad. Podría decirse. Aunque no lo crea, tuvimos que pasar por muchas cosas para estar juntos.

- Unos genuinos Romeo y Julieta.

La pareja soltó una carcajada.

- Lo único que importa es que están juntos ahora.

- Y no hay manera de que nos separen – dijo Jesse tomando la mano de su esposa.

Hubo silencio por un momento.

Entonces el señor Crawford alzo una copa y la elevo mirando a Jesse con un par de ojos retadores.

- Por ustedes – dijo él

El chico tomo otra copa y la levanto con entusiasmo.

- Podríamos hablar de negocios esta noche, pero eso sería muy poco apropiado. Ya habrá tiempo de hacerlo. Por ahora, disfrute de su fiesta, y cuide mucho a su esposa.

Rachel volvió a ofrecer un rostro cordial.

- Voy a volver con Kurt y Quinn. Te veo en un rato. – dijo ella excusándose.

- Está bien. – él la beso en la mejilla y soltó su mano.

Fue entonces que ambos hombres se quedaron solos cara a cara.

- Podría enviar a mi asistente a obtener una cita con usted.

- No es necesario – dijo Crawford – lo recibiré cualquier día. Me agradaría hacer negocios con St Royal.

- Está bien, iré en cuanto tenga un espacio. Con suerte será pronto.

- La vida de los empresarios – dijo aquel hombre aportando una pequeña broma.

- Lo sé – respondió Jesse riendo.

- Debes tener cuidado con ella por cierto – dijo aquel hombre refiriéndose a su frase anterior. – esta vida puede darte muchas cosas. Pero puede quitarte algunas otras. Tuve que aprenderlo por malas experiencias.

Jesse lo miro fijamente tratando de leer entre las líneas.

- Eres joven. Tienes a una bella mujer a tu lado. Tienes una fortuna innumerable. Pero mañana, cuando despiertes después de todas las fiestas. Los eventos. Las negociaciones. Podrías darte cuenta que eso se fue quedando atrás.

- Esperemos que eso no pase.

- Debes ser cauteloso.

El chico asintió.

- Tengo que seguir con los invitados. Hablaremos después.

- Estaré aquí si me necesita. – dijo Crawford volviendo a su mesa.

Broady se acercó en cuanto noto que Jesse se había despedido de aquel hombre, y lleno de curiosidad se puso al lado de su jefe para preguntar.

- ¿Cómo le fue?

- Bien supongo – dijo Jesse mientras ambos recorrían la pista para llegar hasta la barra del otro lado – Es alguien interesante. Parece decir palabras escondidas. Como si cuando hablara de una cosa, estuviera refiriéndose a otra completamente diferente.

- Es una suerte que para obtener un poco de su dinero no se necesita mucha conversación.

- Solo esperemos que este trato sea en beneficio de la empresa.

- ¿Comienza a dudarlo? – pregunto el asistente algo confundido.

- Es solo un presentimiento.

- Bueno, no se puede confiar en esos muy a menudo.

Jesse asintió.

- ¿Y qué paso contigo Broady? Estoy seguro que no dejaste de trabajar esta noche.

- Hable con varias personas sobre empleos. Pero aun ninguno me ha convencido.

- ¿Qué me dices sobre la seguridad de la fiesta?

En aquel momento por el jardín muchos hombres con armas en las manos e insignias de policía se acercaban rodeando el perímetro de la mansión. Todos parecían haber salido de la nada y lentamente tomaban lugar en distintos puntos de aquel espacio.

- Nada podría pasar hoy.

- Eso espero. No quiero ninguna sorpresa.

Aquellos hombres se acercaban lentamente mientras la seguridad que había contratado Jesse, acordaban dejarlos avanzar al ver sus insignias.

- Solo disfrute de la fiesta.

- Eso haré – dijo Jesse caminando hacia la barra.

Fue entonces que el grupo de oficiales se quedó detrás de la puerta esperando para entrar.

Jesse se sentó en la barra y le pidió al hombre que la atendía uno de sus tragos favoritos.

- Cinco años y tú sigues pidiendo lo mismo – dijo una voz femenina a sus espaldas.

El chico giro la cabeza de manera instantánea y pudo observar a una chica de cabello castaño, ojos color claro y un vestido en tonos purpura que se sentaba a su lado.

- ¿Sugar? – pregunto al reconocerla.

- ¿Esperabas a alguien más?

En aquel momento Jesse se abalanzo sobre su amiga y le dio un fuerte abrazo.

- Pensé que no habías recibido la invitación, nunca confirmaste nada.

- Me gusta sorprenderte Jesse. Pensé que ya lo sabias.

El chico la miro con una alegría desbordante y después la ayudo acomodarse en la silla de nuevo.

- ¿Cómo has estado? Hace meses que no te veo.

- Estuve en una gira. Llegue a la ciudad ayer. No podía faltar a este festejo. Después de todo yo también soy una sobreviviente ¿recuerdas? - la chica hizo un brindis al decir esas palabras.

- Me alegra que lo seas. Eres mi única amiga.

- La única que te conoció antes de ser el gran magnate.

Ambos compartieron una sonrisa.

- Siento no poder quedarme a conversar. Tengo que dar un discurso de despedida.

- Te entiendo, eres un hombre muy ocupado ahora. Cuando huíamos teníamos mucho tiempo e insomnio para platicar.

- ¿Te gustaría quedarte aquí esta noche?

- ¿Por qué no? Te veré después.

- No lo dudes.

Fue Sugar quien se puso de pie y comenzó a caminar hacia otra dirección. En ese momento, Jesse se dispuso a sacar un trozo de papel de su bolsillo para repasar el discurso que tenía ahí escrito. Mientras terminaba su trago leía cuidadosamente las palabras que había plasmado, esperando que fueran suficientes para expresar su regocijo.

- ¿Necesita ayuda en su discurso señor James? – dijo otra voz femenina.

- Pensé que te habías ido a platicar con alguien más Sugar – dijo sin apartar la mirada de su hoja.

- Ese es un lindo nombre.

Esta vez Jesse giro la cabeza y vio como una chica rubia con una máscara que cubría su rostro en totalidad se sentaba a su lado. Era un artefacto de estilo victoriano, parecía porcelana pero no era tan pesada. La máscara tenía muchos adornos a su alrededor que combinaban con el vestido negro que la chica usaba.

- ¿Nos conocemos?

- No lo creo – respondió ella.

- Jesse St James – dijo él invitándola a decir su nombre mientras estrechaba su mano.

- Toda la ciudad sabe quién es usted – dijo ella evadiéndolo – no necesita presentación.

- ¿Cuál es un nombre? – pregunto él de manera directa.

- ¿Por qué le interesa saberlo? No hace falta créame. No me volverá a ver en mucho tiempo.

- ¿Cómo esta tan segura de eso? – dijo el chico intrigado.

- No soy fácil de encontrar.

- Es una lástima.

- Oh, no sea tan pesimista, dije que no nos veríamos en mucho tiempo pero si nos veremos otra vez. – respondió la chica mientras su mirada se fijaba en él. - ¿Sabe cuándo será eso?

- ¿Cuándo? – dijo Jesse con una sonrisa pensando que esta joven trataba de seducirlo.

- Cuando tú y todos tus amigos hayan sucumbido.

La sonrisa desapareció después de aquella frase.

La chica se puso de pie y lentamente avanzo hacia el perplejo joven que la miraba. Jesse trago saliva mientras ella acercaba su boca junto a su oído.

- ¿No cree muy altanero el hacer una fiesta para restregar en la cara la fortuna que usted tiene a toda la ciudad? Como si todo el mundo los viera como héroes, y no como niños afortunados que supieron correr cuando el lobo se acercaba. No todos somos sus adoradores señor James, hay algunos que esperamos desde lejos el momento en el que caiga. Y créame que cuando eso pase, seremos los primeros en recordar el discurso que dirá esta noche.

Después de decir eso la chica dio un paso hacia atrás para alejarse. Jesse la tomo del brazo rápidamente.

- ¿Quién eres? – pregunto lleno de ira.

Ella le dio un golpe mientras lograba zafarse con facilidad.

- Créame, ya la sabrá.

Mientras caminaba hacia el otro extremo de la habitación ella se quitaba la máscara que tenía puesta develando ser la misma chica que había entrado a su casa unas horas antes. Se puso un artefacto pequeño en el oído mientras parecía tratar de comunicarse con alguien.

- Entren al final de su discurso. Seguro lo encontrara poético. – dijo ella para después desaparecer entre las personas.

Con las manos aun temblándole Jesse subió hasta las escaleras principales y con un micrófono en la mano acaparo la atención de todos.

- Buenas noches a todos. Espero que hayan disfrutado de su estancia. Lamento informarles que la fiesta está a punto de terminar. Y por eso aprovechare estos momentos para darles un mensaje que me parece importante.

Varias personas comenzaron a entrar desde varios puntos de la mansión en aquel momento.

- Este evento, además de celebrar los cinco años de St royal bajo el mando de un legítimo St James. Se creó para celebrar la paz y libertad, que yo y mi grupo de amigos hemos disfrutado durante todo este tiempo. Después de pasar por muchos obstáculos. Después de dejar atrás, nuestros antiguos demonios, y sobre todo, después de enterrar por siempre, aquellas malas memorias, hoy, podemos decir con certeza, que nuestro futuro parece un lugar más seguro. Un lugar, en el cual podremos comenzar una vida nueva, y finalmente ir por el camino que siempre quisimos recorrer. Les agradezco a todos habernos acompañado, y ahora sin más que decir, propongo un último brindis.

En ese momento, Jesse alzo una copa mientras tragaba saliva.

- Por los cierres. - dijo refiriéndose al final de su pesadilla.

Fue entonces que todos los oficiales que esperaban detrás de las puertas entraron irrumpiendo con la tranquilidad del momento. Todos los invitados comenzaron a alterarse y rápidamente las personas y el miedo se dispersaron en la habitación.

Un hombre alto y con una figura imponente se puso frente a Rachel haciendo que Jesse corriera hacia ella.

El hombre la tomo del brazo y mostrando un papel antes de hacerlo, comenzó a esposarla frente a todas aquellas personas.

- ¿Qué está haciendo? – pregunto Jesse.

- Rachel Berry, está bajo arresto.

Antes de que aquel hombre la hiciera caminar hacia la salida Jesse se abalanzo hacia él.

- Hey espere, ¿En qué cargos?

- El asesinato de Terri DelMonico. – dijo aquel hombre dejando helado a aquel anfitrión.

Las personas se abrieron paso mientras la chica en lágrimas salía de la casa, y fue entonces que aquella noche, se declaró oficialmente una nueva pelea.